Minific: Remember
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be_ita91
CreepSmile
noteolvides
aniKah
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Minific: Remember
(Que Dios nos pille confesados)
Bueno, hace unos días se me ocurrió una situación Pangel, y eso se ha convertido en un minific. Está dividido en dos capítulos y está escrito por mí, por lo que se puede deducir que no es bueno. Lo de los personajes y las situaciones y blablabla no os lo cuento porque ya lo sabeis. Si no quereis tirarme al mar con una pesa de 1000 toneladas al finalizar esta primera parte, colgaré la segundo a la noche
El título... es lo primero que se me ha ocurrido. La historia la narra Patricia, aunque creo que queda claro
Hay una personita de este foro que ya la ha leído, pero es muy subjetiva ella
Ya me callooo ! Ale, a ¿disfrutar?
Primera parte:
Recuerdo perfectamente el día que le conocí; el día que cumplimos 100 programas, y la vergüenza que le dio cantar y bailar. El día que le dieron su primer TP; o aquel en el que tuvimos que compartir el ATV, los 200, 300, 400, 500, 600 y 700 programas. Cada día está grabado en mi mente, y no creo que los olvide. Y también recuerdo, con mucha exactitud, el día que me dijo que iba a dejar a su novia. Yo, como una idiota, no me di cuenta que detrás de esas palabras había algo más, algo que quería decir pero no se atrevía. Tonta de mi no le animé a hacerlo. Tardó meses en pronunciar dos sencillas palabras. Recuerdo ese 26 de marzo claramente. En la azotea del edificio, sobre las doce y media de la mañana, mientras me fumaba un cigarro él apareció por la puerta, rascándose el muslo formando círculos, símbolo de su nerviosismo. Prácticamente corrió hacia mi para, a continuación, quitarme el cigarrillo de los labios. Odia el tabaco. Se quedó mirándome y yo, que comenzaba a ponerme nerviosa le pregunté el motivo de su presencia, y él, con su apremiante espontaneidad y nerviosismo me contestó “Te amo”, para seguidamente plantarme un beso de campeonato. Sé que no fue una declaración bonita o romántica, pero fue SU declaración, y con eso yo me convertí en la mujer más feliz sobre el planeta.
Los siguientes meses fueron muy rápidos, y con muchos cambios, aunque ninguno equivocado. Le contamos a todo el mundo nuestra relación, porque obviamente su declaración fue recíproca. Nos fuimos a vivir a mi pisito, se lo presenté a mis padres oficialmente, él me presentó a los suyos… muchos cambios. Y un día y, aunque parezca mentira, no recuerdo el día ni el mes, mientras estábamos tumbados en el sofá viendo una pastelada de Antena3 le pregunté que cuando nos íbamos a casar. El se rió, aunque su cuerpo se tensó. No dijo nada más. Yo seguí con la tontería y le dije que así nos podríamos ir a vivir a una casa más grande y formar una familia. Él me replicó que no hacía falta casarse para hacer todas esas cosas. No volvimos a sacar el tema.
De un tiempo a esta parte noté que su ropa comenzaba a escasear de los armarios. Vale que nunca ha tenido mucha, pero es que apenas le quedaban dos vaqueros. No quise alarmarme, querría renovar su armario. Me cabreó más que al fin de semana siguiente Dani le pidiese su colección completa de películas de Al Pacino y él aceptase dárselas sin rechistar ¡Era Al Pacino! Hasta yo tenía que tener sumo cuidado al limpiarles el polvo. La gota que colmó el vaso fue que también comenzasen a desaparecer mis cosas: ropa, maquillaje, libros, pelis… ¿tenía problemas económicos y lo intentaba solucionar vendiendo nuestras cosas? Porque no le encontraba otra explicación.
Sin darme cuenta había llegado la noche del 2 de marzo, el día de los TP. Decidí que ese mismo día, después de que finalizase la gala, le pediría explicaciones de las extrañas desapariciones. Cuando salimos de casa, a eso de las 20.00h, noté que en el salón faltaban más cosas, pero no quise emparanoiarme más. Llegamos a la discoteca, dieron los premios, le hice mimitos cuando no se llevó el de su categoría, subimos a recoger el nuestro y, entre risas, terminó la gala. Mi plan era volver a casa, pedir comida al chino y de paso pedirle a él explicaciones, pero como no, con su característica espontaneidad y nerviosismo, me ofreció ir a cenar a un restaurante. Yo acepté, sin llegar a imaginar que me iba a llevar a cenar al restaurante más caro de Madrid, y que lo había reservado solo para nosotros. Para que luego digan que los catalanes son agarraos. Yo alucinaba, y en ese momento se me olvidaron sus pocos vaqueros, Al Pacino y todas las explicaciones que me debía. Me dediqué a mirarle como una tonta durante toda la velada. Cuando terminamos cogimos el coche con dirección a casa, pero por extraños motivos, que yo achaqué al nerviosismo de Ángel, se le pasó la salida de la carretera que conducía a nuestro barrio. Se lo dije, pero me contestó que iba por la dirección correcta. Me pasé el resto del trayecto indicándole múltiples opciones por las cuales podríamos regresar a casa, pero él no me hizo caso. Llegamos a una pequeña urbanización, con casitas preciosas, como las que a mí me gustaban, con las que soñaba de pequeña. Me hizo bajar del coche y me condujo a la puerta de una de esas casitas, para a continuación decirme:
A – Ya estamos en casa. – Yo, incrédula, le respondí
P - Ya quisiéramos nosotros que esta fuese nuestra casa.
A – Pues lo es.
P – Venga, va, vámonos a casa, que como broma ha estado bien.
A – No es una broma, ya hemos llegado a casa =)
P - ¡Já! Demuéstrame que es nuestra casa – le dije divertida, pensando que lo había desarmado.
A – De acuerdo. Si llamamos al timbre y nadie contesta es nuestra. A lo Pepa Jiménez. – Yo me reí por la absurda comparación, pero corrí expectante a pulsar el botón del telefonillo, no sabiendo muy bien si quería que alguien contestase o no. Él se acercó por detrás, esperó unos segundos de cortesía y después me dijo – No ves, nadie contesta. Es nuestra.
A continuación empujó la puerta de la verja, que estaba abierta, y me instó a entrar. Yo accedí, y me di cuenta de que e l pequeño jardín que rodeaba la casa era tal y como yo se lo había descrito un día que en ese momento no recordaba. Llegamos a la puerta principal, y en ese momento me pidió que fuese yo quién la abriese. Acepté, un poco temerosa de lo que pudiese ocurrir. Al abrir la puerta encontré un pequeño hall vintage con un cuadro de Nueva York que a mí me encantaba, pero nunca había comprado porque no tenía pared donde colgarlo. A la izquierda encontré la cocina, unas diez veces más grande que la de mi casa, perfectamente amueblada y colocada. Salí de la cocina y encontré una puerta preciosa, más grande que las demás. Ella misma me instaba a que la abriese, y una vez hecho, me quedé maravillada. Un enorme salón decorado exquisitamente y, aunque parezca mentira, justo como yo lo había amueblado en mi imaginación. Ahí encontré a Al Pacino, además de mis pelis, mis libros, libros suyos… y eso que había notado que faltaba en mi salón esa misma noche, nuestras fotos juntos. No podría describir todo lo que sentí al ver todo aquello, suerte que Ángel me sujetaba por la espalda, si no dudo bastante que hubiese podido seguir en pie. Él simplemente sonreía divertido a la par que nervioso. Yo quería pedirle explicaciones, pero no encontraba las palabras. Suerte que él aun recordaba cómo hablar:
A – Vamos arriba, que aun hay más – Al fin mis cuerdas vocales despertaron
P - ¿Más? Ángel yo… yo… pero… esto… yo… - Bueno, no estaban despiertas del todo. Él se rió y me condujo a unas pequeñas escaleras que comunicaban con una segunda planta.
Y en esa segunda planta se encontraba el dormitorio más perfecto que jamás podía haber llegado a imaginar. No me dio tiempo a asumirlo, porque Ángel me puso enfrente suya y me dijo:
A – Bueno, sé que yo para esto de las declaraciones no soy muy bueno, tú lo sabes perfectamente, porque la de la azotea fue… porque claro yo siempre he sido muy tímido para esto y yo… ¿te gusta el cuadro del hall? Porque si no te gusta lo podemos cambiar ¿eh? Y tu ropa la ha colocado Berta, está más o menos como en tu otro armario, pero si quieres la cambiamos, que no cuesta nada ¿eh? – todo esto en menos de medio minuto y haciéndose grandes círculos en el muslo.
P – Ángel ¿quieres centrarte, porfa? – le dije riéndome. Había conseguido que yo me calmase, desde luego.
A - ¡Ah, sí! Claro, centrarme, sí, bueno, pues claro, emm… como te iba diciendo, yo para las declaraciones… pero claro… ¿tequierescasarconmigo? – dijo mientras sacaba una pequeña caja con un anillo de diamantes dentro. Yo simplemente lo miraba con la boca abierta, a él, al anillo, a él, a él, al anillo, a él…
A – Y bueno como tú me dijiste que si nos casábamos nos tendríamos que ir a vivir a una casa más grande y… - una lágrima empezó a recorrer mi mejilla.
A – Pero tú no llores preciosa, que si no quieres o no te gusta, o lo que sea se puede cambiar. Tú, tú, tú tranquila… - De repente sonreí, no sé si por el monólogo que acababa de hacer, por su explicación o por la absurda situación. Me acerqué a él, lo agarré suavemente por el cuello y le dije:
P – Sí.
A – Sí ¿qué? Sí quieres cambiar, sí te gusta, Berta sí ha colocado mal los armarios…
P – Sí me quiero casar contigo – le dije riendo.
A - ¿Sí? ¿De verdad? – creo que en ese momento empezaba a tranquilizarse…
P – De verdad, te quiero mi vida, y no se me ocurre ningún plan mejor para atarte a mi – sonreí, y en ese momento nos dispusimos a estrenar nuestra nueva casa…
To be continued
Bueno, hace unos días se me ocurrió una situación Pangel, y eso se ha convertido en un minific. Está dividido en dos capítulos y está escrito por mí, por lo que se puede deducir que no es bueno. Lo de los personajes y las situaciones y blablabla no os lo cuento porque ya lo sabeis. Si no quereis tirarme al mar con una pesa de 1000 toneladas al finalizar esta primera parte, colgaré la segundo a la noche
El título... es lo primero que se me ha ocurrido. La historia la narra Patricia, aunque creo que queda claro
Hay una personita de este foro que ya la ha leído, pero es muy subjetiva ella
Ya me callooo ! Ale, a ¿disfrutar?
Primera parte:
Recuerdo perfectamente el día que le conocí; el día que cumplimos 100 programas, y la vergüenza que le dio cantar y bailar. El día que le dieron su primer TP; o aquel en el que tuvimos que compartir el ATV, los 200, 300, 400, 500, 600 y 700 programas. Cada día está grabado en mi mente, y no creo que los olvide. Y también recuerdo, con mucha exactitud, el día que me dijo que iba a dejar a su novia. Yo, como una idiota, no me di cuenta que detrás de esas palabras había algo más, algo que quería decir pero no se atrevía. Tonta de mi no le animé a hacerlo. Tardó meses en pronunciar dos sencillas palabras. Recuerdo ese 26 de marzo claramente. En la azotea del edificio, sobre las doce y media de la mañana, mientras me fumaba un cigarro él apareció por la puerta, rascándose el muslo formando círculos, símbolo de su nerviosismo. Prácticamente corrió hacia mi para, a continuación, quitarme el cigarrillo de los labios. Odia el tabaco. Se quedó mirándome y yo, que comenzaba a ponerme nerviosa le pregunté el motivo de su presencia, y él, con su apremiante espontaneidad y nerviosismo me contestó “Te amo”, para seguidamente plantarme un beso de campeonato. Sé que no fue una declaración bonita o romántica, pero fue SU declaración, y con eso yo me convertí en la mujer más feliz sobre el planeta.
Los siguientes meses fueron muy rápidos, y con muchos cambios, aunque ninguno equivocado. Le contamos a todo el mundo nuestra relación, porque obviamente su declaración fue recíproca. Nos fuimos a vivir a mi pisito, se lo presenté a mis padres oficialmente, él me presentó a los suyos… muchos cambios. Y un día y, aunque parezca mentira, no recuerdo el día ni el mes, mientras estábamos tumbados en el sofá viendo una pastelada de Antena3 le pregunté que cuando nos íbamos a casar. El se rió, aunque su cuerpo se tensó. No dijo nada más. Yo seguí con la tontería y le dije que así nos podríamos ir a vivir a una casa más grande y formar una familia. Él me replicó que no hacía falta casarse para hacer todas esas cosas. No volvimos a sacar el tema.
De un tiempo a esta parte noté que su ropa comenzaba a escasear de los armarios. Vale que nunca ha tenido mucha, pero es que apenas le quedaban dos vaqueros. No quise alarmarme, querría renovar su armario. Me cabreó más que al fin de semana siguiente Dani le pidiese su colección completa de películas de Al Pacino y él aceptase dárselas sin rechistar ¡Era Al Pacino! Hasta yo tenía que tener sumo cuidado al limpiarles el polvo. La gota que colmó el vaso fue que también comenzasen a desaparecer mis cosas: ropa, maquillaje, libros, pelis… ¿tenía problemas económicos y lo intentaba solucionar vendiendo nuestras cosas? Porque no le encontraba otra explicación.
Sin darme cuenta había llegado la noche del 2 de marzo, el día de los TP. Decidí que ese mismo día, después de que finalizase la gala, le pediría explicaciones de las extrañas desapariciones. Cuando salimos de casa, a eso de las 20.00h, noté que en el salón faltaban más cosas, pero no quise emparanoiarme más. Llegamos a la discoteca, dieron los premios, le hice mimitos cuando no se llevó el de su categoría, subimos a recoger el nuestro y, entre risas, terminó la gala. Mi plan era volver a casa, pedir comida al chino y de paso pedirle a él explicaciones, pero como no, con su característica espontaneidad y nerviosismo, me ofreció ir a cenar a un restaurante. Yo acepté, sin llegar a imaginar que me iba a llevar a cenar al restaurante más caro de Madrid, y que lo había reservado solo para nosotros. Para que luego digan que los catalanes son agarraos. Yo alucinaba, y en ese momento se me olvidaron sus pocos vaqueros, Al Pacino y todas las explicaciones que me debía. Me dediqué a mirarle como una tonta durante toda la velada. Cuando terminamos cogimos el coche con dirección a casa, pero por extraños motivos, que yo achaqué al nerviosismo de Ángel, se le pasó la salida de la carretera que conducía a nuestro barrio. Se lo dije, pero me contestó que iba por la dirección correcta. Me pasé el resto del trayecto indicándole múltiples opciones por las cuales podríamos regresar a casa, pero él no me hizo caso. Llegamos a una pequeña urbanización, con casitas preciosas, como las que a mí me gustaban, con las que soñaba de pequeña. Me hizo bajar del coche y me condujo a la puerta de una de esas casitas, para a continuación decirme:
A – Ya estamos en casa. – Yo, incrédula, le respondí
P - Ya quisiéramos nosotros que esta fuese nuestra casa.
A – Pues lo es.
P – Venga, va, vámonos a casa, que como broma ha estado bien.
A – No es una broma, ya hemos llegado a casa =)
P - ¡Já! Demuéstrame que es nuestra casa – le dije divertida, pensando que lo había desarmado.
A – De acuerdo. Si llamamos al timbre y nadie contesta es nuestra. A lo Pepa Jiménez. – Yo me reí por la absurda comparación, pero corrí expectante a pulsar el botón del telefonillo, no sabiendo muy bien si quería que alguien contestase o no. Él se acercó por detrás, esperó unos segundos de cortesía y después me dijo – No ves, nadie contesta. Es nuestra.
A continuación empujó la puerta de la verja, que estaba abierta, y me instó a entrar. Yo accedí, y me di cuenta de que e l pequeño jardín que rodeaba la casa era tal y como yo se lo había descrito un día que en ese momento no recordaba. Llegamos a la puerta principal, y en ese momento me pidió que fuese yo quién la abriese. Acepté, un poco temerosa de lo que pudiese ocurrir. Al abrir la puerta encontré un pequeño hall vintage con un cuadro de Nueva York que a mí me encantaba, pero nunca había comprado porque no tenía pared donde colgarlo. A la izquierda encontré la cocina, unas diez veces más grande que la de mi casa, perfectamente amueblada y colocada. Salí de la cocina y encontré una puerta preciosa, más grande que las demás. Ella misma me instaba a que la abriese, y una vez hecho, me quedé maravillada. Un enorme salón decorado exquisitamente y, aunque parezca mentira, justo como yo lo había amueblado en mi imaginación. Ahí encontré a Al Pacino, además de mis pelis, mis libros, libros suyos… y eso que había notado que faltaba en mi salón esa misma noche, nuestras fotos juntos. No podría describir todo lo que sentí al ver todo aquello, suerte que Ángel me sujetaba por la espalda, si no dudo bastante que hubiese podido seguir en pie. Él simplemente sonreía divertido a la par que nervioso. Yo quería pedirle explicaciones, pero no encontraba las palabras. Suerte que él aun recordaba cómo hablar:
A – Vamos arriba, que aun hay más – Al fin mis cuerdas vocales despertaron
P - ¿Más? Ángel yo… yo… pero… esto… yo… - Bueno, no estaban despiertas del todo. Él se rió y me condujo a unas pequeñas escaleras que comunicaban con una segunda planta.
Y en esa segunda planta se encontraba el dormitorio más perfecto que jamás podía haber llegado a imaginar. No me dio tiempo a asumirlo, porque Ángel me puso enfrente suya y me dijo:
A – Bueno, sé que yo para esto de las declaraciones no soy muy bueno, tú lo sabes perfectamente, porque la de la azotea fue… porque claro yo siempre he sido muy tímido para esto y yo… ¿te gusta el cuadro del hall? Porque si no te gusta lo podemos cambiar ¿eh? Y tu ropa la ha colocado Berta, está más o menos como en tu otro armario, pero si quieres la cambiamos, que no cuesta nada ¿eh? – todo esto en menos de medio minuto y haciéndose grandes círculos en el muslo.
P – Ángel ¿quieres centrarte, porfa? – le dije riéndome. Había conseguido que yo me calmase, desde luego.
A - ¡Ah, sí! Claro, centrarme, sí, bueno, pues claro, emm… como te iba diciendo, yo para las declaraciones… pero claro… ¿tequierescasarconmigo? – dijo mientras sacaba una pequeña caja con un anillo de diamantes dentro. Yo simplemente lo miraba con la boca abierta, a él, al anillo, a él, a él, al anillo, a él…
A – Y bueno como tú me dijiste que si nos casábamos nos tendríamos que ir a vivir a una casa más grande y… - una lágrima empezó a recorrer mi mejilla.
A – Pero tú no llores preciosa, que si no quieres o no te gusta, o lo que sea se puede cambiar. Tú, tú, tú tranquila… - De repente sonreí, no sé si por el monólogo que acababa de hacer, por su explicación o por la absurda situación. Me acerqué a él, lo agarré suavemente por el cuello y le dije:
P – Sí.
A – Sí ¿qué? Sí quieres cambiar, sí te gusta, Berta sí ha colocado mal los armarios…
P – Sí me quiero casar contigo – le dije riendo.
A - ¿Sí? ¿De verdad? – creo que en ese momento empezaba a tranquilizarse…
P – De verdad, te quiero mi vida, y no se me ocurre ningún plan mejor para atarte a mi – sonreí, y en ese momento nos dispusimos a estrenar nuestra nueva casa…
To be continued
Re: Minific: Remember
Yo ya te he dicho lo que pienso...pero me gusta ser repetitiva ^^
Me encanta como escribes y punto!
Me encanta como escribes y punto!
noteolvides- Mensajes : 695
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: Minific: Remember
AL PACINO! Me a encantado
CreepSmile- Mensajes : 274
Fecha de inscripción : 21/12/2009
Localización : Gintonic,Gintonic...
Re: Minific: Remember
me gusta mucho !!! sigue pronto
karmen- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 27/02/2010
Re: Minific: Remember
Ualeee!! Qué guayyyy
la declaración ha sido genial y todo lo que has contado de cómo llegaron hasta ahí, también.
suelo extenderme más comentando pero mañana tengo examen así que ya estoy escribiendo demasiado xD
la declaración ha sido genial y todo lo que has contado de cómo llegaron hasta ahí, también.
suelo extenderme más comentando pero mañana tengo examen así que ya estoy escribiendo demasiado xD
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Minific: Remember
Ualaaa!!!! Sigueee!!!!!!!
Me ha encantado!!! No hacen falta declaraciones largas, que a mí me ponen nerviosa, con un buen "Te amo" con el de Ángel, me hubiese caído terraza p'abajo... JAJAJA.
Ñaiii, sólo dooos???? Joliiiin!! Por quééé? Pero si está geniaaal!!!!
Me ha encantado!!! No hacen falta declaraciones largas, que a mí me ponen nerviosa, con un buen "Te amo" con el de Ángel, me hubiese caído terraza p'abajo... JAJAJA.
Ñaiii, sólo dooos???? Joliiiin!! Por quééé? Pero si está geniaaal!!!!
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Minific: Remember
Bueno, aquí vengo con la segunda parte, y ya se dice que segundas partes nunca fueron buenas...
Muchas gracias por vuestros comentarios
Segunda parte:
A la mañana siguiente me desperté abrazada a él, que aun dormía. Me puse su camisa y fui a inspeccionar la casa. Todo estaba cuidadosamente decorado. Pude ver con toda claridad aquello que creía perdido. Cuando él despertase, imagino que más calmado que la noche anterior, tendría que darme una buena explicación a todo lo que había pasado. Entre tanto me entretuve preparándole el desayuno. Café, zumo, tostadas, galletas y cereales, para compensar por el esfuerzo físico que había hecho unas horas atrás. A las 10.00h entré en la habitación con el desayuno dispuesta a despertarle
P – Buenos días dormilóóón…
A – Buenos días Ayer me dijiste que sí ¿no? – preguntó aun con los ojos cerrados.
P – Sí ¿a qué? – bromeé.
A – A que nos casásemos… - dijo triste.
P - ¡Ahh! Casi lo olvidaba… Sí, te dije que sí – contesté con una gran sonrisa en mi cara.
A – Perfecto… ¡¡Hostia, las 10.00h pasadas!! Hoy en el trabajo nos matan… - dijo a toda prisa mientras se levantaba y prácticamente se llevaba por delante mi bandeja de desayuno. Suerte que se percató de ella
A - ¿Y esto? – preguntó
P – Mi pequeño regalito – le respondí, riéndome – anda, túmbate conmigo… ¿o es que no recuerdas que hoy presentan Berta y Alberto? – le informé.
A - ¡Es verdad! El día siguiente a los TP presentaban ellos… ¿Anoche fueron los TP? Qué de cosas han pasado en tan poco tiempo.
P – Desde luego… Vamos a desayunar, anda – le ofrecí
A – No te lo voy a negar, porque estoy hambriento – bromeó - ¿esto lo has hecho para los dos? – preguntó sorprendido.
P – Bueno, esa era mi intención, aunque si lo quieres todo para ti… - le dije con cara de pena.
A – No tontita, es que aun para los dos sobra… ¡has hecho el desayuno para todo el nuevo vecindario!
P – Tampoco te pases – bromeé mientras comenzaba a untar mantequilla en una de las tostadas. – Bueno, ¿y cómo has montado todo esto? – le pregunté. Tenía muchísima curiosidad en saber cómo había sido capaz de comprar una casa y amueblarla a mi gusto sin que yo me hubiese enterado… La pregunta le pilló desprevenido, porque me miró avergonzado
A - ¿A qué te refieres? – preguntó para ganar tiempo.
P – Ángel, a todo esto – le dije, mientras señalaba la habitación.
A – Bueno, ese mueble lo monté yo solito – dijo señalando un pequeño revistero – aunque con la cómoda me tuvo que ayudar Dani, porque yo me peleé con las instrucciones del Ikea – reí con ganas ante el último comentario. Noté que quería escurrir el bulto, pero sabía que no se iba a librar de mí tan fácilmente…
P – No Ángel. A esto. A comprar la casa de mis sueños. A amueblarla. A traer cada detalle a nuestra casa. A… a… a todo Ángel. A que tú me pidieses matrimonio ayer mismo, yo todo lo que eso conlleva…
A – Bueno, llevo viviendo contigo casi dos años y sé que querías formalizar lo nuestro. Al principio me daba muchísimo miedo, pero poco a poco vi que tu idea no era tan descabellada como a mí me parecía, al contrario, me gustaba, y mucho. Y ese comentario que hiciste, sobre el matrimonio, y la casa, y todo. Lo describías con tanta exactitud que era imposible no hacerlo realidad.
P – Ya… pero no por ello voy a hacerte hacer algo que no quieres…
A - ¿Algo como qué? – pregunto con una sonrisa de lado.
P – Algo como casarte conmigo…
A - ¿Y quién te ha dicho que yo no me quiero casar contigo?
P – Pero a ti nunca te ha gustado el compromiso…
A – Hasta que te conocí – sentenció – así que déjate de tonterías y termina de untar la tostada, que llevas media hora con ella en la mano.
Terminé riendo, era verdad, el zumo se había calentado, los cereales se habían reblandecido en el café ya frío, y las tostadas estaban para tirar. Empezábamos bien en nuestro nuevo piso.
A – Y aclárame una cosa… ¿ha colocado Berta bien el armario o no?
P - ¡Pero si aun ni lo he mirado! No me ha dado tiempo…
A – Bueno, tenemos mucho tiempo para hacerlo.
P – Ahí llevas razón
De esto hace más de 6 años. El programa terminó pasados más de 1200 programas. No duraríamos para siempre. Ángel y yo nos casamos, y por suerte solamente se enteraron los que nosotros queríamos que lo supiesen. Ahora somos felices, aunque supongo que siempre lo hemos sido.
Sí, está terminado con prisas y sin querer hacerlo, pero mi imaginación no daba para más
¿Qué os ha parecido?
Muchas gracias por vuestros comentarios
Segunda parte:
A la mañana siguiente me desperté abrazada a él, que aun dormía. Me puse su camisa y fui a inspeccionar la casa. Todo estaba cuidadosamente decorado. Pude ver con toda claridad aquello que creía perdido. Cuando él despertase, imagino que más calmado que la noche anterior, tendría que darme una buena explicación a todo lo que había pasado. Entre tanto me entretuve preparándole el desayuno. Café, zumo, tostadas, galletas y cereales, para compensar por el esfuerzo físico que había hecho unas horas atrás. A las 10.00h entré en la habitación con el desayuno dispuesta a despertarle
P – Buenos días dormilóóón…
A – Buenos días Ayer me dijiste que sí ¿no? – preguntó aun con los ojos cerrados.
P – Sí ¿a qué? – bromeé.
A – A que nos casásemos… - dijo triste.
P - ¡Ahh! Casi lo olvidaba… Sí, te dije que sí – contesté con una gran sonrisa en mi cara.
A – Perfecto… ¡¡Hostia, las 10.00h pasadas!! Hoy en el trabajo nos matan… - dijo a toda prisa mientras se levantaba y prácticamente se llevaba por delante mi bandeja de desayuno. Suerte que se percató de ella
A - ¿Y esto? – preguntó
P – Mi pequeño regalito – le respondí, riéndome – anda, túmbate conmigo… ¿o es que no recuerdas que hoy presentan Berta y Alberto? – le informé.
A - ¡Es verdad! El día siguiente a los TP presentaban ellos… ¿Anoche fueron los TP? Qué de cosas han pasado en tan poco tiempo.
P – Desde luego… Vamos a desayunar, anda – le ofrecí
A – No te lo voy a negar, porque estoy hambriento – bromeó - ¿esto lo has hecho para los dos? – preguntó sorprendido.
P – Bueno, esa era mi intención, aunque si lo quieres todo para ti… - le dije con cara de pena.
A – No tontita, es que aun para los dos sobra… ¡has hecho el desayuno para todo el nuevo vecindario!
P – Tampoco te pases – bromeé mientras comenzaba a untar mantequilla en una de las tostadas. – Bueno, ¿y cómo has montado todo esto? – le pregunté. Tenía muchísima curiosidad en saber cómo había sido capaz de comprar una casa y amueblarla a mi gusto sin que yo me hubiese enterado… La pregunta le pilló desprevenido, porque me miró avergonzado
A - ¿A qué te refieres? – preguntó para ganar tiempo.
P – Ángel, a todo esto – le dije, mientras señalaba la habitación.
A – Bueno, ese mueble lo monté yo solito – dijo señalando un pequeño revistero – aunque con la cómoda me tuvo que ayudar Dani, porque yo me peleé con las instrucciones del Ikea – reí con ganas ante el último comentario. Noté que quería escurrir el bulto, pero sabía que no se iba a librar de mí tan fácilmente…
P – No Ángel. A esto. A comprar la casa de mis sueños. A amueblarla. A traer cada detalle a nuestra casa. A… a… a todo Ángel. A que tú me pidieses matrimonio ayer mismo, yo todo lo que eso conlleva…
A – Bueno, llevo viviendo contigo casi dos años y sé que querías formalizar lo nuestro. Al principio me daba muchísimo miedo, pero poco a poco vi que tu idea no era tan descabellada como a mí me parecía, al contrario, me gustaba, y mucho. Y ese comentario que hiciste, sobre el matrimonio, y la casa, y todo. Lo describías con tanta exactitud que era imposible no hacerlo realidad.
P – Ya… pero no por ello voy a hacerte hacer algo que no quieres…
A - ¿Algo como qué? – pregunto con una sonrisa de lado.
P – Algo como casarte conmigo…
A - ¿Y quién te ha dicho que yo no me quiero casar contigo?
P – Pero a ti nunca te ha gustado el compromiso…
A – Hasta que te conocí – sentenció – así que déjate de tonterías y termina de untar la tostada, que llevas media hora con ella en la mano.
Terminé riendo, era verdad, el zumo se había calentado, los cereales se habían reblandecido en el café ya frío, y las tostadas estaban para tirar. Empezábamos bien en nuestro nuevo piso.
A – Y aclárame una cosa… ¿ha colocado Berta bien el armario o no?
P - ¡Pero si aun ni lo he mirado! No me ha dado tiempo…
A – Bueno, tenemos mucho tiempo para hacerlo.
P – Ahí llevas razón
De esto hace más de 6 años. El programa terminó pasados más de 1200 programas. No duraríamos para siempre. Ángel y yo nos casamos, y por suerte solamente se enteraron los que nosotros queríamos que lo supiesen. Ahora somos felices, aunque supongo que siempre lo hemos sido.
Sí, está terminado con prisas y sin querer hacerlo, pero mi imaginación no daba para más
¿Qué os ha parecido?
Re: Minific: Remember
no a estado nada mal, ami personal mente me a gustado
reboltosa05- Mensajes : 59
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