El amor es lo que tiene
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El amor es lo que tiene
Capítulo 1:
La primera mirada, la primera risa bastaron para desembocar un tornado de unas características inusuales, peligrosas.
El momento en el que se conocieron, el primer contacto físico, las frases con doble sentido, todo esto seguía alimentando a la tormenta que estaba por llegar.
-
Aquel día llegaron a trabajar como siempre, estaban sacando adelante un programa innovador y con bastantes posibilidades para triunfar, y ambos se habían conocido hace algún tiempo.
Ella con su apariencia de niña traviesa y él, un enano sin ganas de trabajar, de bastante mala uva, también algo reservado.
Después de peluquería se dirigía al baño para retocarse ella misma frente al espejo, con sus pinturitas y sus cosas. Llegó y lo dejó todo sobre el lavabo, y comenzó a sacar la base y la esponja para esparcirla lentamente sobre sus pómulos y su cara.
Al poco tiempo, oyó abrirse la puerta.
-¿Qué haces aquí?
-Yo podría preguntarte lo mismo. –Dijo él. –
-Sí, pero sería raro porque que yo sepa lo que hay en la puerta es una mujer y no un hombre… aunque bueno, quizás para ti deberían hacer un baño especial de enanos.
-Ya estamos con el chistecito de los huevos. –Le reprochó poniendo una cara bastante graciosa. – Con la boca cerrada estás más guapa.
-Yo siempre lo estoy. –dijo girándose aún con el maquillaje en la mano y sonriéndole. –
Él pasó a uno de los baños y cerró la puerta, mientras Patricia canturreaba algo ahora poniéndose un poco de rimel.
Cuando terminó lo metió todo en el neceser y tras cerrarlo se fue hacia plató.
Al llegar se dio cuenta de que se había dejado el móvil sobre el mármol del lavabo y volvió al baño chocándose con un par de personas. Al poner la mano en el manillar la puerta se abrió, pero no por su fuerza, sino por la de Ángel al otro lado. Se observaron de la misma manera en la que se habían mirado desde el primer día, los ojos de uno puestos en los del otro intensamente, sin desviarlos ni un solo milímetro.
Tras salir de ese ensimismamiento, Patricia fue a entrar y él a salir lo que provocó una situación bastante absurda, ya que la puerta era algo estrecha. Al final volvieron a quedar de frente, él en el lado derecho y ella en el opuesto. Se miraron un segundo más y Ángel la agarró por la cintura, atrayéndola hacia el interior del baño y cerrando la puerta con el pie.
Se lanzó a sus labios, y entre beso y beso se metieron en un pequeño baño interior con algunas dificultades de espacio.
Patricia comenzó a desabrocharle el botón del pantalón a Ángel mientras él recorría su cuello con su lengua, sus dientes y sus labios. Después de que éste se le deslizara por sus piernas hasta los tobillos, introdujo sus manos en los bóxers de Ángel y empezó a acariciar su miembro con ambas manos, produciendo que él se excitara cada vez más.
Le bajó el boxer poco a poco, haciendo que también se resbalara y acabara junto al pantalón en el suelo.
Le miró con una sonrisa traviesa, mordiéndose el labio interior y sin separar las manos de su miembro que ya empezaba a endurecerse. Comenzó a deslizarse por la pared hacia abajo, arrodillándose en frente de Ángel y mirando hacia arriba, encontrándose con sus ojos.
Al sentir las manos de éste en la nuca supo que no le daba vergüenza ni lo que le iba a hacer, así que pasó de agarrar su miembro con las manos a recorrerlo con su boca, lentamente y mirándole a él ya que le excitaba ver como empezaba a respirar más aceleradamente y a jadear.
Después fue subiendo lentamente para colocarse a la misma altura que él, y sin poder más Ángel la cogió a horcajadas y ella enrolló sus largas piernas en las caderas de él, y mientras estaba apoyada en la pared ayudaba a Ángel a subir el vestido más arriba de las caderas.
Y allí mismo, comenzó a penetrarle despacio y con un ritmo llevadero, hasta que poco a poco fue aumentando y convirtiéndose en algo frenético y excitante. Tras muchos gemidos algo disimulados por las circunstancias en las que estaban, llegaron juntos al clímax y poco a poco él fue relajando sus brazos para dejarla a ella de pie, sobre el lavabo.
-¿Me quieres decir ahora como explico yo esto? –dijo señalando su pelo, su maquillaje borrado y su vestido un tanto arrugado. –
-Estás loca, no creo que nadie te pregunte.
-¡No tiene gracia!
-Creí que cuando las mujeres teníais sexo estabais de buen humor… debí suponer que tú eras diferente.
-Cállate Ángel, anda. –Dijo saliendo del pequeño baño. –
-No puedes pretender que después de esto me calle…
Ella no respondió, solo le tiró una pequeña esponja que llevaba dentro del neceser.
Después de esto, tenían que enfrentarse a un diario, ¿cómo iban a mirarse a la cara sin imaginarse en plena “faena”?
Después de unos minutos más de sketches y guiones, el programa empezó. Ellos no estaban muy raros, es más, incluso parecía que la complicidad entre ellos había aumentado.
Quizás haberse conocido más íntimamente y nunca mejor dicho les había ayudado a compenetrarse mejor con el guión, pero el caso es que estaba saliendo un programa genial.
Al terminar, Patricia se acercó a su compañero mientras se dirigía al coche.
-Ángel, ¿esto no saldrá de aquí, verdad?
-¿Lo dices por si quieres repetir?
Patricia le dio un pequeño codazo y se dirigió hacia su coche, mientras Ángel seguía andando para llegar al suyo, justo en el otro extremo.
Capítulo 2:
Después de bastantes meses, el programa fue convirtiéndose en el más importante de la cadena, no tenían demasiada audiencia pero eran fieles y les seguían día tras día.
Patricia se encontraba en casa un sábado cualquiera por la tarde, en ocasiones le gustaba estar tranquila para poder pensar en sus cosas y relajarse. En cuanto se dio cuenta de que el tiempo estaba pasando muy rápido, se levantó y se fue a la habitación dispuesta a ordenar todo lo que tenía por allí, para aprovechar un poco la tarde.
Empezó a sacar cajas de cartón del altillo del armario y de la estantería, la mayoría estaban llenas de polvo y algunas incluso un poco rotas por las esquinas.
Al abrirlas se encontró con un montón de recuerdos, le encantaba hacer esto de vez en cuando, ver todas las fotos que tenía de pequeña y recordar buenos tiempos, incluso podía notar más cercana a su familia por una simple foto.
Una de las primeras fotografías que vio fue la casa de Valladolid recién construida, lo suficientemente bonita y grande como para tener un precioso recuerdo de ella. Corriendo por el jardín con su hermano, haciendo tonterías sobre el césped…
Luego había más de una de sus primeras vacaciones, era todavía muy pequeña y adoraba ver esas fotos porque hacía que le vinieran recuerdos más fácilmente.
En el fondo de la caja, después de sacar miles de cartas y detalles como algunos imanes de sitios a los que había ido, vio la foto que la descolocó y la desconcertó por partes iguales.
Ángel y ella el día del “encuentro” en el baño. Salían sonriendo en el plató sentados en las sillas, y él como de costumbre, con los pies sobre la mesa.
Entonces se acordó de aquel momento que tanto había temido recordar, pero que inevitablemente lo hacía. En realidad pocas veces pensaba en la importancia que le daría todo el mundo a eso, ellos le habían quitado mucho peso a la situación convirtiéndolo en lo más normal del mundo.
Es más, ahora cada uno tenía sus vidas y aunque de vez en cuando hacían alguna broma sobre eso, lo veían como una necesidad que existía por parte de ambos y, una vez realizada, no tenía porqué volver a pasar.
Seguía mirando la foto con una pequeña sonrisa en su rostro, que tiempos aquellos en los que aún eran algo inexpertos en esto de llevar un programa en una nueva cadena y estaban aprendiendo los unos de los otros, como una gran familia.
Sin saber porqué, se levantó de la cama dejando la foto dentro de la caja sobre la cama y fue hacia el salón. Cogió su bolso de la mesa de cristal y sacó el móvil.
Su dedo parecía no hacer caso a las órdenes de su cerebro que sabía que lo que iba a hacer no era buena idea, así que incontrolablemente llevó su pulgar hacia la tecla de la agenda y pulsó el número de Ángel.
Cuando escuchó que se había descolgado, comenzó a hablar.
-¿Ángel?
-¿Quién es? – Una voz femenina respondía al otro lado del teléfono. Patricia se quedó bloqueada, ¿en qué momento había pensado ella que pudiera estar interrumpiendo algo? Siempre tan poco previsora. –
-Perdón, creo que me he equivocado. – Dijo carraspeando un poco. –
-Eres Patricia, ¿no? ¿Quieres que le diga algo a Ángel? Es que ahora mismo está en la ducha.
-No, no que va, gracias de todas maneras… ya lo llamaré yo si puedo más tarde. Adiós.
Sin dejarla despedirse si quiera, colgó el móvil tirándolo suavemente sobre el sofá y se recostó con cuidado resoplando, mientras su interior pronunciaba una y otra vez lo mismo de antes; aquello había sido una mala idea.
-¿Quién era? – Dijo mientras se secaba el pelo con la toalla. –
-Patricia.
-¿Qué Patricia?
-Pues Patricia Conde. – Dijo encogiendo los hombros. –
-Ah… - Respondió él un poco extrañado. – ¿A pasado algo? ¿Qué quería?
-No sé. Primero me dijo que se había equivocado pero luego colgó diciendo que ya llamaría luego, si eso. – volvió a mostrar un gesto de confusión. –
-A lo mejor estaba borracha. –Le contestó riéndose ligeramente, para camuflar su desconcierto. –
-Anda, vístete que llegamos tarde Angelito – Le respondió ella riéndose también, y saliendo de la habitación.
Ángel miró por encima buscando donde estaba el móvil, y cuando lo encontró encima de la mesilla le mandó un mensaje, sin pensárselo dos veces.
“Patricia, no puedo llamarte ahora mismo… ¿Querías algo importante?”
Ella no le respondió, se sintió demasiado avergonzada por lo que acababa de hacer aunque solo fuera una llamada telefónica y pensó que era mejor hacer como si no pasara nada.
Después de eso, llamó a un par de amigas para quedar con ellas y salir a tomar algo. No tenía muchas ganas pero había que aprovechar el fin de semana porque el lunes estaría aquí antes de lo que se pensaba.
Prepararse no le llevó mucho tiempo, así que en cuanto estuvo bien vestida, maquillada y peinada cogió un taxi y se dirigió al sitio acordado.
Cuando llegaron las tres, entraron al local y fueron al fondo, alejadas un poco de todo el mundo.
-Mira Paty, ese te está mirando desde que llegamos.
-Le sonaré. –Dijo mostrando indiferencia, mientras daba vueltas a su copa moviendo los hielos. –
Al rato, cuando ya estaban bastante animadas, el chico se acercó y se sentó al lado de Patricia.
Capítulo 3:
Al rato, cuando ya estaban bastante animadas, el chico se acercó y se sentó al lado de Patricia.
-Bueno, nosotras nos vamos… -Dijo la que iba más borracha levantándose con algunos impedimentos y agarrando a la otra del brazo para que se fuera con ella. –
Al desaparecer detrás de la puerta, Patricia desvió la mirada y se topó con el chico misterioso más cerca de lo que le gustaría. Él le sonrió y dejó ver su perfecta alineada y blanca dentadura.
-¿Te invito una copa? –Le preguntó muy amablemente mientras seguía sonriéndole. –
Ella estaba viendo por donde iban los tiros y no sabía muy bien que hacer, no era de esas que se lían con el primero que ven pero no sabía porqué, desde esta tarde se le habían cruzado un poquito los cables.
-Claro, vamos. –Dijo levantándose y yendo hacia la barra. –
Estuvieron bebiendo un poco más, hasta que Patricia era cada vez menos consciente de lo que hacía y se iba soltando con aquel desconocido.
Se quedó mirándole un buen rato absorta en sus ojos, el chico estaba bastante bien…
-¿Qué? –Dijo él mientras le sonreía. –
No obtuvo respuesta.
Entonces, decidió acercarse poco a poco a los labios de ella, y tras rozarlos con sumo cuidado para ver su reacción la besó. Patricia no reaccionaba, en ese momento fue como si no tuviera vida, pero luego al darse cuenta de lo que estaba sucediendo no pudo ser capaz de apartarse y siguió con aquello, no estaba como para pensar en ese instante.
Entre besos y algunas caricias por parte de él, llegaron al baño con alguna dificultad. No estaba demasiado lejos y ya no había mucha gente, pero estaban de alcohol hasta arriba, sobre todo ella.
Abrió la puerta de una patada y se metieron en uno de los baños más pequeños sin dejar de besarse.
En cuanto la tuvo arrinconada entre su cuerpo y la pared, empezó a recorrer su cuello con los labios y con la lengua, y de vez en cuando, utilizaba también sus dientes.
Siguieron con ese juego de besos y caricias hasta que se encontraron demasiado excitados, ambos notaban la necesidad de terminar con aquello, así que dirigió sus manos hasta los pantalones y se los bajó, dejando que cayeran en el suelo, y lo mismo con sus boxer.
Cogió a Patricia –que seguía atrapada en la pared, comenzando a jadear. – y la apoyó de nuevo en la pared. Le ayudó a subirse levemente el vestido mientras seguía besándole, y cuando justamente iba a introducirse en ella, ella le agarró por los hombros y le separó. No sabía por qué había sido, pero en ese momento le vino la imagen de Ángel a la cabeza. Quizás era por las circunstancias y el lugar en el que estaba, porque sino no podía explicárselo, había tenido otra relación después de aquello…
Se puso de pie colocándose de nuevo los tacones y se apartó el flequillo.
-¿Qué pasa? –Le preguntó demasiado descolocado. –
-Lo siento, no puedo hacerlo.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque no joder, ¡déjame!
Desapareció tras la puerta sin ni siquiera decirle su nombre, y ella se quedó un rato allí dentro, mirándose al espejo intentando descifrar que acababa de ocurrirle.
-
El fin de semana se le pasó más rápido de lo que pensaba, y cuando se dio cuenta estaba vistiéndose para no llegar tarde –más aún – al programa.
Se subió en el coche dejando el bolso y la chaqueta en el asiento del copiloto y después de coger un poco de tráfico, llegó al edificio dejando el coche al lado del de su compañero Dani.
Saludó a Miki al encontrárselo en el parking grabando un sketch y subió hacia su camerino. Por el camino iba parándose con algunas personas para hablar y saludar, así que en cuanto se dio cuenta se encontraba frente a la sala de guionistas.
Se le revolvió el estómago nada más pensar que él iba a estar allí dentro, no sabía como iba a reaccionar al verle después de lo que le había pasado.
Se fijó en la cristalera y lo vio desviando su cabeza hacia ella y haciendo con la mano un gesto de saludo, y en ese momento trató de respirar hondo para no marearse. Levantó su cabeza como signo de respuesta y siguió de largo hacia peluquería y maquillaje.
Durante el programa se centró en el guión al 100%, no pensaba, solo actuaba. Por suerte, ya estaba bastante acostumbrada a hacerlo, curiosamente también aprendió a separar la realidad de su trabajo. Eso suponía que Ángel también lo había echo, o por lo menos debía.
Al terminar cogió sus cosas lo más rápido que pudo y se fue hacia el coche, deseando llegar a casa y darse una ducha para relajarse.
De pronto escuchó unas voces de fondo reclamándola.
-¡Espera Patricia! –Gritó Ángel casi desde la puerta, caminando a paso ligero para alcanzarla. –
-¿Qué pasa? –Le preguntó sin girarse, tenía terror a encontrarse con esos preciosos ojos. –
-Al final no volviste a llamar.
-¿Debería haberlo echo? –Ángel se quedó callado, pensando en lo que debía contestar. Dijera lo que dijese iba a sonar raro. – Bueno, es que luego salí con unas amigas y un amigo a despejarme un rato y se me olvidó por completo. –Se dio la vuelta y respiró hondo. Mentirosa. ¿Estaba tratando de poner celoso a su compañero con novia? –
-Bueno, no pasa nada.
-Vale. –Acababan de entrar en un bucle sin salida, una de esas conversaciones que no te llevan a ninguna parte y que son tan incómodas como estúpidas. –
-Bueno… yo… me voy… que Dani me está esperando. –Dijo señalando hacia la puerta. –
-El coche de Dani está aquí
-Ya… Pero… pero tengo que recoger unas cosas. Hasta mañana.
-Adiós Ángel.
Se subió al coche y se fue, tratando de olvidar la penosa conversación que había tenido hace segundos atrás.
Capítulo 4:
Los días pasaron, las semanas pasaron, los meses pasaron y ellos seguían siendo los mismos de antes, a veces muy confiados el uno con el otro y a veces demasiado cortados, como si se hubieran acabado de conocer.
Patricia estaba de compras un sábado en el centro de Madrid, le distraía mucho irse por ahí a mirar trapitos. En un momento, mientras estaba en el probador, le sonó el móvil.
-¿Sí?
-¿Patricia? Soy Ángel.
-¡Hola enano!
-¿Qué tal? ¿Estás haciendo algo importante?
-Sí… ir de compras para una mujer es muy, demasiado diría yo, importante. –Risas. – ¿Por?
-Es que estaba en casa aburrido y… no sé, a lo mejor querías ir a tomar algo por ahí como en los viejos tiempos.
-¿Ángel Martín pidiéndome salir con él a tomar una copa? Venga, que nos conocemos… ¿Qué quieres de mí?
-A lo primero no voy a contestar porque creo que no hace falta, y a lo segundo… lo pensaré, no te preocupes. Entonces, ¿Sí o no?
-Venga, pues… -Se lo pensó una décima de segundo, pero lo suficiente para razonar las cosas. Es decir, que lo soltó sin pensarlo dos veces. – Vale. ¿Dónde y a qué hora?
-Dónde; donde quedábamos antes, ¿te parece? La hora… dila tú, que eres la que “está ocupada”. –Dijo poniendo un tono gracioso. –
-Pues claro que estoy ocupada, ocupadísima… venga, dentro de media horita allí, ¿vale?
-Está bien.
-¡Hasta luego Ángel!
-Adiós.
En cuanto colgó se apresuró a probarse las últimas cosas que tenía pensado comprarse y después de pagarlas volvió a coger un taxi y se dirigió a su casa.
Al llegar dejó las bolsas en la habitación y se arregló un poco más, aunque no lo necesitaba siempre lo hacía, se miraba en el espejo de la entrada, se colocaba la ropa y se ordenaba la coleta.
Salió rápido de casa ya que tenía el taxi de antes esperándola en la puerta y fue hacia donde había acordado con Ángel. Al llegar él aún no estaba, pero se sentó en una de las mesas al fondo a esperarle.
Era una cafetería a las afueras de Madrid, pequeña y acogedora. El suelo era de parqué y las paredes estaban pintadas de un amarillo limón precioso, y desprendía un aroma de café demasiado tentador. Sólo había una camarera y casi nunca estaba llena, a pesar de lo buena que era estar alejada del bullicio de la ciudad le hacía un gran favor, por eso les gustaba ir allí.
Después de esperar unos cinco o diez minutos, Ángel apareció por la puerta con los vaqueros de siempre y una camisa normalita de manga corta.
-Hola. –Dijo dejando la cartera en un lado de la mesa y mirando a Patricia. –
-Vaya, con que había tráfico eh… yo pensaba que a los enanos os dejaban ir por debajo de los coches y así podríais llegar antes.
-Sí, nos dejan, pero prefería tenerte aquí esperándome. –Contestó guiñándole un ojo. – ¿Ya has pedido?
-No, estaba esperando al caballero que me va a invitar, ¿verdad? –Preguntó con cara de pena. –
-Menos mal que es un café… -la miró de reojo y luego se levantó a la barra a pedir. Terminó de hablar con la camarera y volvió a sentarse. –
-Bueno…
-Bueno… -dijo él imitando su voz y riéndose. Ella sonrió. –
-¿Por qué te ha dado por invitarme hoy? ¿Algo importante que deba saber? Quizás eres un asesino psicópata o un acosador que me sigue a todas partes…
-Perdona pero no eres el centro del mundo ¿eh?
-Lo sé, solo soy guapa, rubia, alta, buena profesional, humilde… -Ambos se rieron y cogieron el café que les estaba sirviendo la camarera. – En serio, ¿qué pasa?
-No pasa nada, sólo me apetecía recordar aquellos tiempos en los que veníamos aquí y que todavía no nos conocía ni la chica esta –dijo señalando a la camarera – que ya tiene que estar aburrida de nosotros.
-Bueno, pero han cambiado muchas cosas Ángel… -dijo dándole vueltas al café. –
-Sí, la verdad es que sí.
En ese momento ambos se callaron, sabían por donde estaba yendo la conversación y no querían ir por ese camino. Sólo se oían las cucharas chocando con las tazas, y la cafetera de la barra.
-¿Y qué tal te va con tu chica? –Llevaba tiempo queriéndoselo preguntar, y por fin se atrevió, sentía que ese era el momento. Ángel dejó de beber y puso la taza sobre la mesa, luego clavó su mirada en los ojos de ella –
-Bien. –Dijo sin más. –
-Pues… me alegro, me alegro mucho.
-Gracias.
La conversación se había vuelto de un momento para otro de lo más incómodo que ambos habían visto, así que decidió cambiar de tema.
-Bueno, cambiemos de tema… que loco está el tiempo últimamente, ¿no? –Dijo Patricia mirándole. Él levantó su mirada y la observó, y de pronto casi a la vez, comenzaron a reírse. –
-¿En serio salimos a tomar algo para esto?
-Bueno, que esto es un tema muy serio, a mí por lo menos me lo parece así. –Otra mueca por una carcajada que no quería salir. –
-Sí sí, muchísimo…
-Anda Ángel, vamos a olvidar esta primera conversación y hacer como si no hubiera pasado… ¿te parece?
-¿Qué conversación? No recuerdo que haya hablado contigo antes…
Estuvieron hablando un rato más mientras se terminaban el café y tras pagar salieron de la cafetería despidiéndose de la camarera, como siempre.
Escucharon un ruido, y las primeras gotas de lluvia de la temporada comenzaron a caer sobre la carretera.
-¿Ves lo que te decía? Está todo muy loco. –Dijo Patricia corriendo un tanto rápido para ir hacia un garaje cubierto. –
-¡Eres muy gafe! –Él le seguía, aunque no lograba alcanzarla. A pesar de llevar tacones corría bastante rápido. –
Cuando llegaron se apoyaron en la pared un poco, al menos allí no se mojaban tanto.
-¿Quieres mi chaqueta? –dijo acercándose a ella y cubriéndole medio brazo. –
-Sino la quiero ya has empezado a ponérmela así que… gracias. –Le sonrió y terminó de ponérsela por el lado izquierdo. –
Capítulo 5:
-¿Nos vamos ya?
-Sí, mejor… no me apetece ducharme aquí. –Dijo ella riéndose. Sacó su móvil del bolso y empezó a marcar. –
-¿Dónde tienes el coche?
-En mi garaje, he venido en taxi.
-Entonces te alcanzo, ¿no?
-No hace falta Ángel, ya estoy llamando a la compañía de taxis.
-Pero si no me importa, además está aquí cerquita.
-Ni siquiera te pilla de camino a tu casa… en serio, no te preocupes -Contestó ella no muy convencida. –
-Por diez minutillos de más que tarde no va a pasar nada.
-Diez minutillos en Madrid se transforman en media hora, pero como quieras. –Aún dándose cuenta de que Ángel tenía que hacer algo importante en este rato por lo que acababa de decirle, cedió. –
Caminaron a paso ligero hacia el coche, casi sin decirse nada. Entraron y Patricia se quitó la chaqueta, dejándola apoyada sobre sus piernas.
-Ángel…
-Dime
-Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad?
-Sí. –Dijo quitando los ojos de la carretera y mirándola. – Lo sé.
-Vale, sólo era eso.
Siguieron todo el camino sin decirse nada, hasta llegar a casa de Patricia.
-Gracias por traerme, aunque no hacía falta. –Le sonrió. –
-Ya, ¿pero a qué es más cómodo no pagarle a un taxista?
-¡Esa es una pregunta estúpida! –Dijo metiendo la cartera, que aún llevaba por fuera, dentro del bolso. –
-He dicho a un taxista, lo que no quita que a mí me tengas que pagar.
-¿Qué? Venga hombre… ¿Si me llevo la chaqueta y te la lavo no te sirve? –dijo poniendo morritos y agarrándola. –
-Mmmm… ¿Qué detergente tienes? Si me gusta como huele hacemos trato.
-¡Eres un enano de mierda, Angelito Martín! –dijo elevando la voz mientras salía del coche entre risas. –
-¿Así me agradeces que me porte tan bien contigo? Pues te voy a decir una cosa, si me voy te quedas toda la tarde aquí tirada, porque mira lo que tengo… -metió la mano en el bolsillo y sacó las llaves de la casa de Patricia. –
-¿Cómo lo has hecho? ¿También eres mago y no lo sabía? –Preguntó poniendo los ojos como platos. –
-Eso da igual, pero como no retires lo que has dicho te dejo cogiendo una buena gripe.
-Venga… es que yo me despido así de la gente…
-Silencio-
-Ángel… porfis… dame las llaves, te juro que me voy a portar bien…
-Silencio-
-Vaaaaaaale… lo retiro, no quería llamarte enano de mierda… ¿solo enano?
-Silencio-
-Está bien, ni siquiera enano… ¿contento? ¿Me das las llaves? –Dijo poniendo una de sus mejores sonrisas. Él le tendió las llaves y ella, su chaqueta. –
-Al final no quieres lavármela, mejor, no vaya a ser que se me encoja o algo
-¿Más de lo que ya está? Entonces te la vas a poner de guante. –Él la miró mal y luego, cambió de marcha. –
-Nos vemos el lunes.
-¡Adiós Ángel!
Conforme se iba alejando, iba viendo más pequeño su coche. Se giró, abrió la puerta de casa, y después de dejar las bolsas en el salón subió al baño. Se quitó la ropa para meterse en la ducha, y mientras le venían algunas imágenes de esta tarde a la mente se vio sonriendo frente al espejo.
-
-¿Dónde has estado? –Le preguntó al oír el ruido de la llave en la cerradura y el leve portazo de después. –
-¿Eh? –dijo aturdido, casi ni le dio tiempo al entrar. – Ah… Dando una vuelta.
-Podría haber ido contigo, no me avisaste.
-Es que quería despejarme un poco, además estabas dormida, no quería despertarte
-Entonces que, ¿toda la noche aquí otra vez?
-Me apetece estar tranquilo, pero si tú quieres, salimos…
-No se te nota muy convencido Ángel
Él no le respondió, fue a la cocina a coger una cerveza y se sentó a su lado, en el sofá. Se miraron.
-¿Nos quedamos o nos vamos?
-¿Qué quieres hacer tú?
-Me apetece salir un poquito…
-Pues entonces ya te has respondido tu sola. Te espero aquí, pero no tardes mucho ¿vale?
-Tranquilo, me cambio y nos vamos.
Se levantó y le dio un pico, luego subió las escaleras y fue hacia su habitación. Ángel cogió la chaqueta de Patricia, que aún estaba mojada y conservaba un ligero olor a perfume, y la metió en el cesto de lavar.
Capítulo 6:
“Ángel Martín y Patricia Conde, un paseo bajo la lluvia”.
La pareja de presentadores decidió dejar ayer sus papeles como rubia loca y enano gruñón en casa para pasar una agradable tarde en una cafetería situada a las afueras de Madrid. A pesar de que ella ha afirmado en varias entrevistas que son sólo compañeros de trabajo, las escenas que pudimos presenciar nos muestran algo totalmente diferente. Sonrisas cómplices, miradas, acercamientos por parte de ambos…
En la imagen de portada se encuentran saliendo del acogedor local, y sorprendidos por el frío él le pasa el jersey por encima (tan caballero para unas cosas y tan poco para otras), cosa que Patricia agradece con una bonita y sospechosa sonrisa.
Los acontecimientos terminan cuando ambos llegan al coche de Ángel y tras subirse, desaparecen por la carretera. No sabemos que está pasando, pero lo que sí es seguro es que estas fotos van a dar mucho que hablar.
………
-Buenos días. –dijo dándole un corto beso en su pecho descubierto. Él balbuceó palabras sin sentido y luego, cambió de posición. – Vamos Ángel…
-Un ratito más, ¡es domingo!
-Pero tenemos que ir a mirar los muebles, sabes que Sergio solo abre para mí y no quiero hacerle esperar.
-Venga… -Todavía demasiado dormido, fue hacia la cocina. –
-¿Preparas hoy tú el desayuno? Que amable y detallista te has levantado. –
Dijo cogiendo las llaves de la mesa de la entrada. – Voy abajo a por pan, no tardo nada ¿vale cari?
-Vale
Mientras se hacía el café, sacó el tarro con el azúcar del armario, comprobando que no fuera la sal como ya le había pasado varias veces y luego se dirigió al baño a lavarse la cara y a despejarse un poco.
Cuando volvió a la cocina se recostó un poco en el sofá a que viniera su chica y puso la tele aunque sin atender demasiado a lo que estaban dando, no había nada interesante.
-
Y pasó media hora, y todavía no había dado señales. Se estaba empezando a preocupar, a lo mejor le había pasado algo… justo cuando se levantó para coger su móvil, oyó la llave introduciéndose en la cerradura de la puerta.
-¿Había mucha gente o qué? –dijo sentándose en la mesa de la cocina. –
-silencio-
-¿Ha pasado algo? Ven que te estaba esperando para empezar y me cuentas.
Cuando creyó que por fin se acercaba para sentarse y hablar un poquito, se acercó y después de retirar su taza de café se fue hacia el salón sin decir ni una palabra.
Ángel se levantó y la siguió, no tenía muy buena pinta lo que estaba pasando.
Se quedó de pie a su lado, esperando a que dijera algo.
-¿Qué quieres, Ángel?
-¿Puedes decirme que te pasa ahora?
-Tiene cojones que me lo preguntes tú. –contestó de manera brusca dejando la taza encima de la mesa de cristal y produciendo un ruido bastante fuerte. –
-No te entiendo. –Siguió en la misma posición que antes mientras ella se levantaba y tras buscar muy nerviosa dentro de la bolsa que había traído, le enseñó la revista. –
-¿Qué? –Preguntó sin casi fijarse en la portada, solo en la foto principal. –
-¿No te suena la foto de abajo a la izquierda? ¿O es que tienes un hermano gemelo y no me lo habías contado? –Preguntó intentando tranquilizarse y dando un sorbo al café. En ese momento a él se le pasaron millones de sensaciones juntas, ¿cómo? ¿por qué? –
-Pero esto puedo explicártelo.
-No Ángel, esto no es como lo demás. Esto no es una paranoia mía, son fotos, no te confundas y no intentes hacer como si estuviera loca.
-No lo hago, sólo te digo que puedo salir con una amiga a tomar algo cuando me apetezca, ¿no?
-No empecemos Ángel… Además, el otro día no me dijiste que te habías ido con ella, simplemente que “habías salido a dar una vuelta”.
-Porque sabía que iba a pasar exactamente esto. Igual que siempre. –Comenzó a calentarse él también, empezaba a cansarse demasiado de estas situaciones. – Y no, no intentes decirme que eso es mentira, porque sabes que tengo toda la razón.
-¿Y qué quieres que haga, que me da igual?
-Pues sería una buena opción, yo respeto que salgas con tus amigos cuando tienes ganas de desconectar.
-¡¡¡Pero yo no me los he tirado, Ángel!!! –Su cara mostró una mueca de alivio tras soltar esa frase, fue como si toda la rabia contenida hubiera sido expulsada de golpe. –
-Creí que eso ya lo habíamos hablado. –Intentó tranquilizarse, decía para sí mismo palabras que le dieran fuerzas para seguir esta conversación. –
-Mira Ángel, lo mejor va a ser que me vaya y que hablemos de todo esto en otro momento, cuando estemos más calmados. –Se levantó del sofá y al pasar delante de él, lo miró desafiante y siguió de largo hacia la habitación. Ángel la siguió intentando que se quedara diciéndole que no dejara que todo se acabara por una revista, pero ella no hacía caso a nada. –
-¿Vas a irte así, sin más?
-Creo que es lo mejor para los dos.
Guardó la poca ropa que tenía en su casa y salió con un seco adiós, dejando a Ángel sentado en el sofá pensando en cómo había dejado que esto pasara.
……..
El agudo timbre del despertador empezó a retumbar en sus oídos, y una vez más, se acordó de su creador y de toda su familia. Otro domingo que se le olvidaba apagarlo, sólo podía pasarle a ella.
Capítulo 7:
El agudo timbre del despertador empezó a retumbar en sus oídos, y una vez más, se acordó de su creador y de toda su familia. Otro domingo que se le olvidaba apagarlo, sólo podía pasarle a ella.
Después de un par de minutos restregándose los ojos para intentar despertarse y estirándose en la cama, se puso en pie y evitando tropezarse con la sábana, llegó al baño y se lavó la cara. Tenía unas ojeras un poco importantes ya que anoche había salido hasta altas horas y hoy seguramente se quedaría tranquila en casa, la cabeza le retumbaba y se encontraba un poco revuelta.
Bajó a la cocina y empezó a sacar las cosas del armario para prepararse el desayuno: cafetera y café, un par de galletitas…
De pronto oyó la melodía del móvil en la otra punta de la planta baja, así que a paso ligero llegó hasta la mesita de la entrada y descolgó.
-¿Sí?
-¡Patri!
-¿Quién es?
-¿Ya no me reconoces o qué?
-Mmmm… a ver… el butanero sexy cañón no eres, ¿no?
-¿Butanero sexy? Yo más bien soy fontanera…
-¡Que bruta la tía! como siempre
-Ya sé que esa es tu manera de decir que me has echado de menos. –Risas. –
-¿Cómo estás? ¿Ya has llegado?
-Pues sí, ahora mismo estaba entrando en casa. Me he acordado de ti al pasar por el kiosco y verte y he pensado en llamarte… anda que os lo teníais calladito
-¿Eh? ¿El qué? Es que me acabo de levantar, estoy un poco espesita
-Y resacada otro tanto, ¿no?
-Puede ser…
-Entonces será mejor que bajéis a la tienda y lo veáis con vuestros propios ojos.
-¿Por qué hablas en plural? No sé ni cuantas veces te he dicho que mi amigo imaginario se fue de viaje y ya no volverá más, que me ha dejado solita para siempre.
-Me entenderás cuando lo veas. ¿Te llamo esta tarde y quedamos?
-Como quieras, yo no tengo plan
-Vale, pues ya nos vemos.
-Chao Berti, y me alegro de que ya estés aquí
-¡Adiós rubia!
Cuando colgó dejó el móvil sobre el sofá y fue de nuevo hacia la cocina, ahora desayunaría y luego se pondría una ropa decente para bajar a comprar el pan y, de paso, descubrir el gran misterio que no le había dicho Berta.
Desayunó casi con la mente en blanco, con la mirada perdida clavada en el reloj y con un silencio sepulcral, tan solo eran protagonistas los pájaros con su piar.
Subió a la habitación y se puso unos vaqueros bastante cómodos, una camisa azul larga y unas zapatillas. Se recogió el pelo y, con gafas en mano, salió de casa.
-¡Buenos días guapa!
-Hola Marga, ¿me pones lo de siempre? –Le preguntó con su mejor sonrisa. –
-Claro, espera un segundo y estoy aquí.
Entró al almacén y Patricia se fue a la derecha de la panadería, donde había una pequeña rejilla con las revistas, y tras mirarlas todas por encima y no verse las ojeó más detenidamente, hasta que vio su foto con Ángel en una. Se quedó totalmente bloqueada, no sabía que pensar, él tenía novia y seguro que le había jodido pero bien… en ese momento apareció la panadera con el pan sin gluten para Patricia y después de metérselo en la bolsa y cobrarle, se despidieron y salió de allí con una sensación terrible.
Era uno de esos momentos en los que le hubiera preferido estar lejos del país, escondida, desaparecida, sin comunicación con el exterior… pero la realidad era muy distinta, demasiado.
Llegó a casa con ganas de meter la cabeza bajo la almohada, pero se sentó en el sofá a leer lo que decían en la dichosa revista.
Era increíble como podían tergiversar todas las imágenes, como podían darle un sentido totalmente diferente al que era, como sacaban justamente los instantes más comprometedores de la tarde…
Sintió el móvil en el bolsillo, pero esta vez era un mensaje.
“¿Has visto ya todo el jaleo de la revista? Tan caballero para unas cosas y tan poco para otras… para mandarles a la mierda sí que voy a ser caballero”
Inevitablemente se rió, hasta en las peores situaciones lograba sonreír gracias a él.
“Siento los problemas que haya podido causarte esto, Ángel, que seguro que son bastante gordos… pero no debemos caer en el juego, supongo que eso ya lo sabes. Hablamos cuando quieras. Un beso”
Se volvió a meter el móvil en el bolsillo y fue a la cocina a recoger lo que había dejado del desayuno, pero justo cuando tenía las manos mojadas de lavar la taza de café y el pequeño plató, sintió de nuevo el móvil vibrar en el pantalón.
Capítulo 8:
Justo cuando tenía las manos mojadas de lavar la taza de café y el pequeño plató, escuchó de nuevo el sonido del móvil en su bolsillo. Al ver el nombre de Ángel en la pantalla se extrañó, hacía poquísimos minutos que había hablado con él, pero aún así se lo cogió.
-¿Sí?
-Buenos días.
-Eso se dice la primera vez que hablamos Ángel… -Dijo aguantándose una pequeña carcajada. –
-Bueno, es que como dijiste que hablábamos cuando yo quisiera… pues como quiero hacerlo ahora no puedes negarte, ¿no?
-No, aunque si quieres que no se me quede el móvil pegado a la mano espera a que me la seque, que acabo de terminar de fregar.
-¿Patricia Conde fregando? –Dijo con tono de sorpresa. –
-Que soy persona, nen… -Risas. – Bueno, ya está, ¿qué tal? –dijo tras un par de segundos. –
-Podría estar mejor…. Y también podría estar peor.
-Bonito razonamiento. Supongo que con tu chica…
-Ahora no es que me apetezca hablar mucho de eso, la verdad. Con decirte que ahora tengo más espacio para dormir en la cama creo que lo entiendes.
-Lo siento Ángel, de verdad… si puedo hacer algo, hablar con ella, lo que sea…
-Ni lo intentes, como te vea creo que puede matarte
-Pues vaya, no sabía que me tenía tantas ganas.
-No son ganas, pero… ten por seguro que ahora no es el momento.
-Bueno… quizás se le pase, ya sabes como somos las mujeres
-Sinceramente, no creo que esta vez sea así, pero gracias. Bueno, ¿y tú?
-¿Yo qué?
-Pues que como estás… he de reconocer que me he reído bastante con tu cara en la tercera foto.
-Pues esa era mi favorita. –Dijo arrugando la nariz y achinando los ojos. –
-Apuesto a que ahora estás arrugando la nariz y achinando los ojos…
-Y tú te estás riendo porque sabes que tienes razón. –risas. –
-Bueno, ¿Te has enterado de que Berta ya ha llegado no?
-Sí, fue ella la que me avisó de esto… ¡mierda!
-¿Qué?
-Tengo que decirle que es mentira, que ella se lo creyó.
-Que compañeros más razonables tenemos…
-Berta es todo menos eso, te lo aseguro. Bueno Ángel, mañana nos vemos
-Sí, claro, hasta mañana.
Pensaba decirle algo más, pero colgó sin pensárselo dos veces, seguramente querría estar solo.
-
Estaba completamente solo, se sentía abandonado, frustrado, demasiado impotente…
En cuanto terminó de hablar con Patricia volvió a recodar todo lo que le había pasado desde que se levantó y rápidamente dejó la mente en blanco, no quería pensar en aquello. Marcó el número de Dani y pulsó la tecla verde.
-¿Ángel?
-Buenos días tío
-Buenos serán para ti, que no te han despertado con una llamada.
-Joder, ¿todavía estabas durmiendo? es culpa mía, no darme cuenta de que duermes hasta que tienes que levantarte para cenar… ¿dónde tengo la cabeza? –dijo con un tono gracioso. –
-Bueno, si terminas antes de que me quede dormido sobre el móvil a lo mejor te hago caso.
-Vale vale, tampoco hace falta ponerse así… ¿Salimos esta tarde?
-¿Tiene que ser esta tarde?
-Pues si te estoy diciendo que esta tarde será porque es esta tarde, ¿no?
-No empieces con tus frases ingeniosas… son las… ¿doce y media? Es demasiado temprano, no puedo pensar…
-¿Frase ingeniosa? ¿Cuál? Sí sí, demasiado temprano… ¿nos vemos o no?
-Es que… esta tarde he quedado con Berta
-¿Con qué Berta?
-Ahora resulta que el señorito conoce a veinte Bertas…
-Vale, vale. Así que me abandonas… muy bien… pensaré mi venganza, no te preocupes.
-Sí anda, quédate ahí y haz un croquis… y así te ayuda la churri de paso, pero no os entretengáis. –Soltó una carcajada. –
-No Dani… no vayas por ahí.
-¿Por ahí por dónde?
-Tengo que contarte, pero ya hablaremos en otro momento.
-¿Qué ha pasado, Ángel? –Notó como su voz cambiaba de un tono burlón a un tono serio. –
-Algo que debe contarse en persona y con un par de cervezas.
-Bueno… yo no puedo ir, no puedo dejar a Berta colgada, pero tranquilo que no estarás solo esta tarde.
Cuando quiso contestarle ya había colgado. Dani era capaz de cualquier cosa, y en ocasiones podía ser mejor pasar la tarde sólo en casa.
Se fue a ordenar un poco el cuarto, cosa que ahora tenía que acostumbrarse a hacer a diario, y volvió al salón para tirarse sobre el sofá. Muy pronto le empezaron a sonar las tripas, pero no tenía nada de comida en casa, así que se acercó al teléfono y pidió una pizza.
-
Caminaba por la calle a paso ligero, el hambre estaba empezando a matarle y la comida que había dejado al fuego debió enfriarse hace un par de segundos.
-¿Sí?
-¿Rubia? Soy Dani
Capítulo 9:
Caminaba por la calle a paso ligero, el hambre estaba empezando a matarle y la comida que había dejado al fuego debió enfriarse hace un par de segundos.
-¿Sí?
-¿Rubia?
-Hola guapetón. –Dijo riéndose. – ¿Qué pasa?
-¿Tienes el día libre?
-Pues Berta me ha dejado plantada por ti, así que me temo que sí, bonito… ¿por?
-Porque ya no lo tienes tan libre.
-Perdona, pero yo puedo hacer lo que me de la gana, y un hombre con voz de violador no me va a decir lo que tengo que hacer un domingo por la tarde.
-¿Voz de violador? Me habían dicho de todo menos eso, eres una perturbada.
-A buenas horas te enteras… -risas. – Bueno, ¿Qué plan tienes preparado para mí?
-Una divertida tarde acompañando a Ángel en su profundo hundimiento… ¿te hace?
-¿Qué? – Se paró en seco sobre la acera, estaba llegando ya a su casa pero en ese momento casi se le caen hasta las bolsas que llevaba agarradas en cada mano. – Creo que eso no es buena idea, ¿lo sabe él, Dani?
-Pues no, se supone que es una sorpresa.
-Me da a mí que no le va a hacer mucha gracia, ¿te ha contado lo que ha pasado, no?
-Dijo que mejor me lo contaba cuando nos viéramos… ¿qué es lo que tengo que saber?
Patricia se sentó en las escaleras de entrada a su casa y le contó a Dani todo lo que había pasado. Cuando este reaccionó, siguieron con la conversación.
-Pero estará solo, hundido en la miseria, viendo las penosas películas que dan a las 3 de la tarde y pensándose ir a al cocina a buscar un cuchillo para cortarse las venas…
-Vale ya, ¿no? Pobrecito, tampoco será para tanto.
-Bueno vale, no buscará un cuchillo, se las cortará con un cristal.
-Dan…
-Anda Patry, si tú también estás sin plan y no tienes nada que hacer
-No sé… es que creo que querrá estar solo
-Te digo yo que no, además, te lo estoy pidiendo como un favor… yo necesito hablar con él, pero ya que no puedo al menos acompáñale tú… si quieres te pago, que además siendo catalán… ya puedes sentirte orgullosa de mí.
-No quiero que me pagues, lo de ser niñera no es que sea mi meta en la vida
-Es verdad, tu meta era hacer de rubia tonta y loca, vamos, el personaje que soñaste desde cría
-Estás tú muy graciosote… voy a aceptar pero porque me das pena.
-Sí, es por eso… seguro. –Carraspeó. –
-¿Me llevas tú a su casa? –Preguntó ignorando su comentario. –
-Sí, luego te aviso para pasar a buscarte.
-Vale, hasta luego.
-¡Adiós y gracias!
Colgó y se levantó de las escaleras, metiendo el móvil en el bolso y sacando las llaves. Entró en casa y fue directa a la cocina, por suerte la comida sólo se había quemado un poco y estaría preparada en seguida.
-
En menos de lo que se dio cuenta, estaba subida en el coche con Dani camino a casa de Ángel. Se había propuesto hacerle reír, aunque en principio no le hubiera parecido un buen plan le necesitaba, y ella lo sabía a pesar de que él ni siquiera lo mostrara.
Así era Ángel, probablemente cuando él te mostraba su mayor indiferencia ante las cosas, es cuando más apoyo y cariño necesitaba.
-Aquí es… ¿subes sola o necesitas la ayuda de papi?
-Vete un poquito a la mierda, Dani. –Dijo mirándole y aguantándose una pequeña carcajada. –
Cuando estuvo en frente de su puerta, esperó unos segundos y tras respirar hondo tocó en el timbre. A los pocos segundos, oyó unos pasos acercándose y contempló como la puerta se iba abriendo paulatinamente.
-¡Hola! –Dijo elevando la voz y sonriendo de oreja a oreja. –
-¿Qué haces tú aquí? –Preguntó él sin mucho entusiasmo apoyado en la pared. –
-Vamos Ángel, no pongas esa cara de seta desde el principio, ya verás como nos divertimos un montón.
-Así que tú eres el súper plan de Dani para pasar la tarde… cojonudo, este amigo mío es tonto.
-Puedo notar en tu expresión un cierto desánimo por mi presencia… ¿lleva razón la magnífica rubia de curvas provocadoras? –Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de él, y Patricia pronunciaba para sí misma que le había costado menos de lo que creyó antes de llegar. – Bueno… ¿me dejas pasar o vamos a quedarnos aquí toda la tarde?
-Pasa, pasa. –Se apartó un poco de pasillo y le dejó sitio para entrar. En cuanto estuvo dentro, vio las bolsas que llevaba en la mano. – ¿puedo hacerte una pregunta?
-Dígamelon.
-¿Para qué quiere todo eso? –Dijo señalándolas. –
-¡¡No!! –Gritó abriendo mucho los ojos. –
-¿No qué? –Su expresión cambió de incredulidad a asombro en un momento, se había asustado por su reacción. –
-Que tienes que decir melón, idiota… dígamelon, melón, melón… -Ángel se llevó las manos a la cabeza y después de resoplar sonoramente, se apoyó en el brazo del sofá. –
-¿Vas a estar toda la tarde así?
-Todos y cada uno de los minutos. ¡Ahora te arrepentirás del monstruo que has creado para el programa! –Hizo un amago de reírse maliciosamente, sin soltar las bolsas. – Bueno… ¿qué es lo primero que quieres hacer? Jugar al parchís, al dominó, a las cartas, a la oca, al ajedrez, al monopoli, ver una peli…
-De eso que has dicho creo que sólo tengo… el dado del parchís.
-Ya lo sabía yo, por eso me he traído todos los juegos en las bolsitas… o que te creías, ¿qué era la comida para hacerte la cena? –Dijo mirándole de reojo. –
-Menos mal, ya estaba planeando como echar la cena en la maceta de las plantas sin que se notara.
Ella no pudo evitar soltar una carcajada, y luego, se acercó hasta donde estaba él. Se quedó enfrente, mirándole casi sin pestañear y moviendo sus dedos entre la tela de la camisa malva que llevaba puesta desde esta mañana.
Ninguno de los dos decía nada, no tenían ni la más mínima intención de hablar, así que Patricia dio un paso adelante, teniéndole más cerca aún. Estiró sus brazos con timidez, con la duda de cómo respondería Ángel ante ese gesto, pero para sus sorpresa él se acercó aún más y se abrazaron un instante, olvidando todas las preocupaciones y dejando la mente en blanco, cosa que habían intentando hacer desde esta mañana.
La primera mirada, la primera risa bastaron para desembocar un tornado de unas características inusuales, peligrosas.
El momento en el que se conocieron, el primer contacto físico, las frases con doble sentido, todo esto seguía alimentando a la tormenta que estaba por llegar.
-
Aquel día llegaron a trabajar como siempre, estaban sacando adelante un programa innovador y con bastantes posibilidades para triunfar, y ambos se habían conocido hace algún tiempo.
Ella con su apariencia de niña traviesa y él, un enano sin ganas de trabajar, de bastante mala uva, también algo reservado.
Después de peluquería se dirigía al baño para retocarse ella misma frente al espejo, con sus pinturitas y sus cosas. Llegó y lo dejó todo sobre el lavabo, y comenzó a sacar la base y la esponja para esparcirla lentamente sobre sus pómulos y su cara.
Al poco tiempo, oyó abrirse la puerta.
-¿Qué haces aquí?
-Yo podría preguntarte lo mismo. –Dijo él. –
-Sí, pero sería raro porque que yo sepa lo que hay en la puerta es una mujer y no un hombre… aunque bueno, quizás para ti deberían hacer un baño especial de enanos.
-Ya estamos con el chistecito de los huevos. –Le reprochó poniendo una cara bastante graciosa. – Con la boca cerrada estás más guapa.
-Yo siempre lo estoy. –dijo girándose aún con el maquillaje en la mano y sonriéndole. –
Él pasó a uno de los baños y cerró la puerta, mientras Patricia canturreaba algo ahora poniéndose un poco de rimel.
Cuando terminó lo metió todo en el neceser y tras cerrarlo se fue hacia plató.
Al llegar se dio cuenta de que se había dejado el móvil sobre el mármol del lavabo y volvió al baño chocándose con un par de personas. Al poner la mano en el manillar la puerta se abrió, pero no por su fuerza, sino por la de Ángel al otro lado. Se observaron de la misma manera en la que se habían mirado desde el primer día, los ojos de uno puestos en los del otro intensamente, sin desviarlos ni un solo milímetro.
Tras salir de ese ensimismamiento, Patricia fue a entrar y él a salir lo que provocó una situación bastante absurda, ya que la puerta era algo estrecha. Al final volvieron a quedar de frente, él en el lado derecho y ella en el opuesto. Se miraron un segundo más y Ángel la agarró por la cintura, atrayéndola hacia el interior del baño y cerrando la puerta con el pie.
Se lanzó a sus labios, y entre beso y beso se metieron en un pequeño baño interior con algunas dificultades de espacio.
Patricia comenzó a desabrocharle el botón del pantalón a Ángel mientras él recorría su cuello con su lengua, sus dientes y sus labios. Después de que éste se le deslizara por sus piernas hasta los tobillos, introdujo sus manos en los bóxers de Ángel y empezó a acariciar su miembro con ambas manos, produciendo que él se excitara cada vez más.
Le bajó el boxer poco a poco, haciendo que también se resbalara y acabara junto al pantalón en el suelo.
Le miró con una sonrisa traviesa, mordiéndose el labio interior y sin separar las manos de su miembro que ya empezaba a endurecerse. Comenzó a deslizarse por la pared hacia abajo, arrodillándose en frente de Ángel y mirando hacia arriba, encontrándose con sus ojos.
Al sentir las manos de éste en la nuca supo que no le daba vergüenza ni lo que le iba a hacer, así que pasó de agarrar su miembro con las manos a recorrerlo con su boca, lentamente y mirándole a él ya que le excitaba ver como empezaba a respirar más aceleradamente y a jadear.
Después fue subiendo lentamente para colocarse a la misma altura que él, y sin poder más Ángel la cogió a horcajadas y ella enrolló sus largas piernas en las caderas de él, y mientras estaba apoyada en la pared ayudaba a Ángel a subir el vestido más arriba de las caderas.
Y allí mismo, comenzó a penetrarle despacio y con un ritmo llevadero, hasta que poco a poco fue aumentando y convirtiéndose en algo frenético y excitante. Tras muchos gemidos algo disimulados por las circunstancias en las que estaban, llegaron juntos al clímax y poco a poco él fue relajando sus brazos para dejarla a ella de pie, sobre el lavabo.
-¿Me quieres decir ahora como explico yo esto? –dijo señalando su pelo, su maquillaje borrado y su vestido un tanto arrugado. –
-Estás loca, no creo que nadie te pregunte.
-¡No tiene gracia!
-Creí que cuando las mujeres teníais sexo estabais de buen humor… debí suponer que tú eras diferente.
-Cállate Ángel, anda. –Dijo saliendo del pequeño baño. –
-No puedes pretender que después de esto me calle…
Ella no respondió, solo le tiró una pequeña esponja que llevaba dentro del neceser.
Después de esto, tenían que enfrentarse a un diario, ¿cómo iban a mirarse a la cara sin imaginarse en plena “faena”?
Después de unos minutos más de sketches y guiones, el programa empezó. Ellos no estaban muy raros, es más, incluso parecía que la complicidad entre ellos había aumentado.
Quizás haberse conocido más íntimamente y nunca mejor dicho les había ayudado a compenetrarse mejor con el guión, pero el caso es que estaba saliendo un programa genial.
Al terminar, Patricia se acercó a su compañero mientras se dirigía al coche.
-Ángel, ¿esto no saldrá de aquí, verdad?
-¿Lo dices por si quieres repetir?
Patricia le dio un pequeño codazo y se dirigió hacia su coche, mientras Ángel seguía andando para llegar al suyo, justo en el otro extremo.
Capítulo 2:
Después de bastantes meses, el programa fue convirtiéndose en el más importante de la cadena, no tenían demasiada audiencia pero eran fieles y les seguían día tras día.
Patricia se encontraba en casa un sábado cualquiera por la tarde, en ocasiones le gustaba estar tranquila para poder pensar en sus cosas y relajarse. En cuanto se dio cuenta de que el tiempo estaba pasando muy rápido, se levantó y se fue a la habitación dispuesta a ordenar todo lo que tenía por allí, para aprovechar un poco la tarde.
Empezó a sacar cajas de cartón del altillo del armario y de la estantería, la mayoría estaban llenas de polvo y algunas incluso un poco rotas por las esquinas.
Al abrirlas se encontró con un montón de recuerdos, le encantaba hacer esto de vez en cuando, ver todas las fotos que tenía de pequeña y recordar buenos tiempos, incluso podía notar más cercana a su familia por una simple foto.
Una de las primeras fotografías que vio fue la casa de Valladolid recién construida, lo suficientemente bonita y grande como para tener un precioso recuerdo de ella. Corriendo por el jardín con su hermano, haciendo tonterías sobre el césped…
Luego había más de una de sus primeras vacaciones, era todavía muy pequeña y adoraba ver esas fotos porque hacía que le vinieran recuerdos más fácilmente.
En el fondo de la caja, después de sacar miles de cartas y detalles como algunos imanes de sitios a los que había ido, vio la foto que la descolocó y la desconcertó por partes iguales.
Ángel y ella el día del “encuentro” en el baño. Salían sonriendo en el plató sentados en las sillas, y él como de costumbre, con los pies sobre la mesa.
Entonces se acordó de aquel momento que tanto había temido recordar, pero que inevitablemente lo hacía. En realidad pocas veces pensaba en la importancia que le daría todo el mundo a eso, ellos le habían quitado mucho peso a la situación convirtiéndolo en lo más normal del mundo.
Es más, ahora cada uno tenía sus vidas y aunque de vez en cuando hacían alguna broma sobre eso, lo veían como una necesidad que existía por parte de ambos y, una vez realizada, no tenía porqué volver a pasar.
Seguía mirando la foto con una pequeña sonrisa en su rostro, que tiempos aquellos en los que aún eran algo inexpertos en esto de llevar un programa en una nueva cadena y estaban aprendiendo los unos de los otros, como una gran familia.
Sin saber porqué, se levantó de la cama dejando la foto dentro de la caja sobre la cama y fue hacia el salón. Cogió su bolso de la mesa de cristal y sacó el móvil.
Su dedo parecía no hacer caso a las órdenes de su cerebro que sabía que lo que iba a hacer no era buena idea, así que incontrolablemente llevó su pulgar hacia la tecla de la agenda y pulsó el número de Ángel.
Cuando escuchó que se había descolgado, comenzó a hablar.
-¿Ángel?
-¿Quién es? – Una voz femenina respondía al otro lado del teléfono. Patricia se quedó bloqueada, ¿en qué momento había pensado ella que pudiera estar interrumpiendo algo? Siempre tan poco previsora. –
-Perdón, creo que me he equivocado. – Dijo carraspeando un poco. –
-Eres Patricia, ¿no? ¿Quieres que le diga algo a Ángel? Es que ahora mismo está en la ducha.
-No, no que va, gracias de todas maneras… ya lo llamaré yo si puedo más tarde. Adiós.
Sin dejarla despedirse si quiera, colgó el móvil tirándolo suavemente sobre el sofá y se recostó con cuidado resoplando, mientras su interior pronunciaba una y otra vez lo mismo de antes; aquello había sido una mala idea.
-¿Quién era? – Dijo mientras se secaba el pelo con la toalla. –
-Patricia.
-¿Qué Patricia?
-Pues Patricia Conde. – Dijo encogiendo los hombros. –
-Ah… - Respondió él un poco extrañado. – ¿A pasado algo? ¿Qué quería?
-No sé. Primero me dijo que se había equivocado pero luego colgó diciendo que ya llamaría luego, si eso. – volvió a mostrar un gesto de confusión. –
-A lo mejor estaba borracha. –Le contestó riéndose ligeramente, para camuflar su desconcierto. –
-Anda, vístete que llegamos tarde Angelito – Le respondió ella riéndose también, y saliendo de la habitación.
Ángel miró por encima buscando donde estaba el móvil, y cuando lo encontró encima de la mesilla le mandó un mensaje, sin pensárselo dos veces.
“Patricia, no puedo llamarte ahora mismo… ¿Querías algo importante?”
Ella no le respondió, se sintió demasiado avergonzada por lo que acababa de hacer aunque solo fuera una llamada telefónica y pensó que era mejor hacer como si no pasara nada.
Después de eso, llamó a un par de amigas para quedar con ellas y salir a tomar algo. No tenía muchas ganas pero había que aprovechar el fin de semana porque el lunes estaría aquí antes de lo que se pensaba.
Prepararse no le llevó mucho tiempo, así que en cuanto estuvo bien vestida, maquillada y peinada cogió un taxi y se dirigió al sitio acordado.
Cuando llegaron las tres, entraron al local y fueron al fondo, alejadas un poco de todo el mundo.
-Mira Paty, ese te está mirando desde que llegamos.
-Le sonaré. –Dijo mostrando indiferencia, mientras daba vueltas a su copa moviendo los hielos. –
Al rato, cuando ya estaban bastante animadas, el chico se acercó y se sentó al lado de Patricia.
Capítulo 3:
Al rato, cuando ya estaban bastante animadas, el chico se acercó y se sentó al lado de Patricia.
-Bueno, nosotras nos vamos… -Dijo la que iba más borracha levantándose con algunos impedimentos y agarrando a la otra del brazo para que se fuera con ella. –
Al desaparecer detrás de la puerta, Patricia desvió la mirada y se topó con el chico misterioso más cerca de lo que le gustaría. Él le sonrió y dejó ver su perfecta alineada y blanca dentadura.
-¿Te invito una copa? –Le preguntó muy amablemente mientras seguía sonriéndole. –
Ella estaba viendo por donde iban los tiros y no sabía muy bien que hacer, no era de esas que se lían con el primero que ven pero no sabía porqué, desde esta tarde se le habían cruzado un poquito los cables.
-Claro, vamos. –Dijo levantándose y yendo hacia la barra. –
Estuvieron bebiendo un poco más, hasta que Patricia era cada vez menos consciente de lo que hacía y se iba soltando con aquel desconocido.
Se quedó mirándole un buen rato absorta en sus ojos, el chico estaba bastante bien…
-¿Qué? –Dijo él mientras le sonreía. –
No obtuvo respuesta.
Entonces, decidió acercarse poco a poco a los labios de ella, y tras rozarlos con sumo cuidado para ver su reacción la besó. Patricia no reaccionaba, en ese momento fue como si no tuviera vida, pero luego al darse cuenta de lo que estaba sucediendo no pudo ser capaz de apartarse y siguió con aquello, no estaba como para pensar en ese instante.
Entre besos y algunas caricias por parte de él, llegaron al baño con alguna dificultad. No estaba demasiado lejos y ya no había mucha gente, pero estaban de alcohol hasta arriba, sobre todo ella.
Abrió la puerta de una patada y se metieron en uno de los baños más pequeños sin dejar de besarse.
En cuanto la tuvo arrinconada entre su cuerpo y la pared, empezó a recorrer su cuello con los labios y con la lengua, y de vez en cuando, utilizaba también sus dientes.
Siguieron con ese juego de besos y caricias hasta que se encontraron demasiado excitados, ambos notaban la necesidad de terminar con aquello, así que dirigió sus manos hasta los pantalones y se los bajó, dejando que cayeran en el suelo, y lo mismo con sus boxer.
Cogió a Patricia –que seguía atrapada en la pared, comenzando a jadear. – y la apoyó de nuevo en la pared. Le ayudó a subirse levemente el vestido mientras seguía besándole, y cuando justamente iba a introducirse en ella, ella le agarró por los hombros y le separó. No sabía por qué había sido, pero en ese momento le vino la imagen de Ángel a la cabeza. Quizás era por las circunstancias y el lugar en el que estaba, porque sino no podía explicárselo, había tenido otra relación después de aquello…
Se puso de pie colocándose de nuevo los tacones y se apartó el flequillo.
-¿Qué pasa? –Le preguntó demasiado descolocado. –
-Lo siento, no puedo hacerlo.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque no joder, ¡déjame!
Desapareció tras la puerta sin ni siquiera decirle su nombre, y ella se quedó un rato allí dentro, mirándose al espejo intentando descifrar que acababa de ocurrirle.
-
El fin de semana se le pasó más rápido de lo que pensaba, y cuando se dio cuenta estaba vistiéndose para no llegar tarde –más aún – al programa.
Se subió en el coche dejando el bolso y la chaqueta en el asiento del copiloto y después de coger un poco de tráfico, llegó al edificio dejando el coche al lado del de su compañero Dani.
Saludó a Miki al encontrárselo en el parking grabando un sketch y subió hacia su camerino. Por el camino iba parándose con algunas personas para hablar y saludar, así que en cuanto se dio cuenta se encontraba frente a la sala de guionistas.
Se le revolvió el estómago nada más pensar que él iba a estar allí dentro, no sabía como iba a reaccionar al verle después de lo que le había pasado.
Se fijó en la cristalera y lo vio desviando su cabeza hacia ella y haciendo con la mano un gesto de saludo, y en ese momento trató de respirar hondo para no marearse. Levantó su cabeza como signo de respuesta y siguió de largo hacia peluquería y maquillaje.
Durante el programa se centró en el guión al 100%, no pensaba, solo actuaba. Por suerte, ya estaba bastante acostumbrada a hacerlo, curiosamente también aprendió a separar la realidad de su trabajo. Eso suponía que Ángel también lo había echo, o por lo menos debía.
Al terminar cogió sus cosas lo más rápido que pudo y se fue hacia el coche, deseando llegar a casa y darse una ducha para relajarse.
De pronto escuchó unas voces de fondo reclamándola.
-¡Espera Patricia! –Gritó Ángel casi desde la puerta, caminando a paso ligero para alcanzarla. –
-¿Qué pasa? –Le preguntó sin girarse, tenía terror a encontrarse con esos preciosos ojos. –
-Al final no volviste a llamar.
-¿Debería haberlo echo? –Ángel se quedó callado, pensando en lo que debía contestar. Dijera lo que dijese iba a sonar raro. – Bueno, es que luego salí con unas amigas y un amigo a despejarme un rato y se me olvidó por completo. –Se dio la vuelta y respiró hondo. Mentirosa. ¿Estaba tratando de poner celoso a su compañero con novia? –
-Bueno, no pasa nada.
-Vale. –Acababan de entrar en un bucle sin salida, una de esas conversaciones que no te llevan a ninguna parte y que son tan incómodas como estúpidas. –
-Bueno… yo… me voy… que Dani me está esperando. –Dijo señalando hacia la puerta. –
-El coche de Dani está aquí
-Ya… Pero… pero tengo que recoger unas cosas. Hasta mañana.
-Adiós Ángel.
Se subió al coche y se fue, tratando de olvidar la penosa conversación que había tenido hace segundos atrás.
Capítulo 4:
Los días pasaron, las semanas pasaron, los meses pasaron y ellos seguían siendo los mismos de antes, a veces muy confiados el uno con el otro y a veces demasiado cortados, como si se hubieran acabado de conocer.
Patricia estaba de compras un sábado en el centro de Madrid, le distraía mucho irse por ahí a mirar trapitos. En un momento, mientras estaba en el probador, le sonó el móvil.
-¿Sí?
-¿Patricia? Soy Ángel.
-¡Hola enano!
-¿Qué tal? ¿Estás haciendo algo importante?
-Sí… ir de compras para una mujer es muy, demasiado diría yo, importante. –Risas. – ¿Por?
-Es que estaba en casa aburrido y… no sé, a lo mejor querías ir a tomar algo por ahí como en los viejos tiempos.
-¿Ángel Martín pidiéndome salir con él a tomar una copa? Venga, que nos conocemos… ¿Qué quieres de mí?
-A lo primero no voy a contestar porque creo que no hace falta, y a lo segundo… lo pensaré, no te preocupes. Entonces, ¿Sí o no?
-Venga, pues… -Se lo pensó una décima de segundo, pero lo suficiente para razonar las cosas. Es decir, que lo soltó sin pensarlo dos veces. – Vale. ¿Dónde y a qué hora?
-Dónde; donde quedábamos antes, ¿te parece? La hora… dila tú, que eres la que “está ocupada”. –Dijo poniendo un tono gracioso. –
-Pues claro que estoy ocupada, ocupadísima… venga, dentro de media horita allí, ¿vale?
-Está bien.
-¡Hasta luego Ángel!
-Adiós.
En cuanto colgó se apresuró a probarse las últimas cosas que tenía pensado comprarse y después de pagarlas volvió a coger un taxi y se dirigió a su casa.
Al llegar dejó las bolsas en la habitación y se arregló un poco más, aunque no lo necesitaba siempre lo hacía, se miraba en el espejo de la entrada, se colocaba la ropa y se ordenaba la coleta.
Salió rápido de casa ya que tenía el taxi de antes esperándola en la puerta y fue hacia donde había acordado con Ángel. Al llegar él aún no estaba, pero se sentó en una de las mesas al fondo a esperarle.
Era una cafetería a las afueras de Madrid, pequeña y acogedora. El suelo era de parqué y las paredes estaban pintadas de un amarillo limón precioso, y desprendía un aroma de café demasiado tentador. Sólo había una camarera y casi nunca estaba llena, a pesar de lo buena que era estar alejada del bullicio de la ciudad le hacía un gran favor, por eso les gustaba ir allí.
Después de esperar unos cinco o diez minutos, Ángel apareció por la puerta con los vaqueros de siempre y una camisa normalita de manga corta.
-Hola. –Dijo dejando la cartera en un lado de la mesa y mirando a Patricia. –
-Vaya, con que había tráfico eh… yo pensaba que a los enanos os dejaban ir por debajo de los coches y así podríais llegar antes.
-Sí, nos dejan, pero prefería tenerte aquí esperándome. –Contestó guiñándole un ojo. – ¿Ya has pedido?
-No, estaba esperando al caballero que me va a invitar, ¿verdad? –Preguntó con cara de pena. –
-Menos mal que es un café… -la miró de reojo y luego se levantó a la barra a pedir. Terminó de hablar con la camarera y volvió a sentarse. –
-Bueno…
-Bueno… -dijo él imitando su voz y riéndose. Ella sonrió. –
-¿Por qué te ha dado por invitarme hoy? ¿Algo importante que deba saber? Quizás eres un asesino psicópata o un acosador que me sigue a todas partes…
-Perdona pero no eres el centro del mundo ¿eh?
-Lo sé, solo soy guapa, rubia, alta, buena profesional, humilde… -Ambos se rieron y cogieron el café que les estaba sirviendo la camarera. – En serio, ¿qué pasa?
-No pasa nada, sólo me apetecía recordar aquellos tiempos en los que veníamos aquí y que todavía no nos conocía ni la chica esta –dijo señalando a la camarera – que ya tiene que estar aburrida de nosotros.
-Bueno, pero han cambiado muchas cosas Ángel… -dijo dándole vueltas al café. –
-Sí, la verdad es que sí.
En ese momento ambos se callaron, sabían por donde estaba yendo la conversación y no querían ir por ese camino. Sólo se oían las cucharas chocando con las tazas, y la cafetera de la barra.
-¿Y qué tal te va con tu chica? –Llevaba tiempo queriéndoselo preguntar, y por fin se atrevió, sentía que ese era el momento. Ángel dejó de beber y puso la taza sobre la mesa, luego clavó su mirada en los ojos de ella –
-Bien. –Dijo sin más. –
-Pues… me alegro, me alegro mucho.
-Gracias.
La conversación se había vuelto de un momento para otro de lo más incómodo que ambos habían visto, así que decidió cambiar de tema.
-Bueno, cambiemos de tema… que loco está el tiempo últimamente, ¿no? –Dijo Patricia mirándole. Él levantó su mirada y la observó, y de pronto casi a la vez, comenzaron a reírse. –
-¿En serio salimos a tomar algo para esto?
-Bueno, que esto es un tema muy serio, a mí por lo menos me lo parece así. –Otra mueca por una carcajada que no quería salir. –
-Sí sí, muchísimo…
-Anda Ángel, vamos a olvidar esta primera conversación y hacer como si no hubiera pasado… ¿te parece?
-¿Qué conversación? No recuerdo que haya hablado contigo antes…
Estuvieron hablando un rato más mientras se terminaban el café y tras pagar salieron de la cafetería despidiéndose de la camarera, como siempre.
Escucharon un ruido, y las primeras gotas de lluvia de la temporada comenzaron a caer sobre la carretera.
-¿Ves lo que te decía? Está todo muy loco. –Dijo Patricia corriendo un tanto rápido para ir hacia un garaje cubierto. –
-¡Eres muy gafe! –Él le seguía, aunque no lograba alcanzarla. A pesar de llevar tacones corría bastante rápido. –
Cuando llegaron se apoyaron en la pared un poco, al menos allí no se mojaban tanto.
-¿Quieres mi chaqueta? –dijo acercándose a ella y cubriéndole medio brazo. –
-Sino la quiero ya has empezado a ponérmela así que… gracias. –Le sonrió y terminó de ponérsela por el lado izquierdo. –
Capítulo 5:
-¿Nos vamos ya?
-Sí, mejor… no me apetece ducharme aquí. –Dijo ella riéndose. Sacó su móvil del bolso y empezó a marcar. –
-¿Dónde tienes el coche?
-En mi garaje, he venido en taxi.
-Entonces te alcanzo, ¿no?
-No hace falta Ángel, ya estoy llamando a la compañía de taxis.
-Pero si no me importa, además está aquí cerquita.
-Ni siquiera te pilla de camino a tu casa… en serio, no te preocupes -Contestó ella no muy convencida. –
-Por diez minutillos de más que tarde no va a pasar nada.
-Diez minutillos en Madrid se transforman en media hora, pero como quieras. –Aún dándose cuenta de que Ángel tenía que hacer algo importante en este rato por lo que acababa de decirle, cedió. –
Caminaron a paso ligero hacia el coche, casi sin decirse nada. Entraron y Patricia se quitó la chaqueta, dejándola apoyada sobre sus piernas.
-Ángel…
-Dime
-Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad?
-Sí. –Dijo quitando los ojos de la carretera y mirándola. – Lo sé.
-Vale, sólo era eso.
Siguieron todo el camino sin decirse nada, hasta llegar a casa de Patricia.
-Gracias por traerme, aunque no hacía falta. –Le sonrió. –
-Ya, ¿pero a qué es más cómodo no pagarle a un taxista?
-¡Esa es una pregunta estúpida! –Dijo metiendo la cartera, que aún llevaba por fuera, dentro del bolso. –
-He dicho a un taxista, lo que no quita que a mí me tengas que pagar.
-¿Qué? Venga hombre… ¿Si me llevo la chaqueta y te la lavo no te sirve? –dijo poniendo morritos y agarrándola. –
-Mmmm… ¿Qué detergente tienes? Si me gusta como huele hacemos trato.
-¡Eres un enano de mierda, Angelito Martín! –dijo elevando la voz mientras salía del coche entre risas. –
-¿Así me agradeces que me porte tan bien contigo? Pues te voy a decir una cosa, si me voy te quedas toda la tarde aquí tirada, porque mira lo que tengo… -metió la mano en el bolsillo y sacó las llaves de la casa de Patricia. –
-¿Cómo lo has hecho? ¿También eres mago y no lo sabía? –Preguntó poniendo los ojos como platos. –
-Eso da igual, pero como no retires lo que has dicho te dejo cogiendo una buena gripe.
-Venga… es que yo me despido así de la gente…
-Silencio-
-Ángel… porfis… dame las llaves, te juro que me voy a portar bien…
-Silencio-
-Vaaaaaaale… lo retiro, no quería llamarte enano de mierda… ¿solo enano?
-Silencio-
-Está bien, ni siquiera enano… ¿contento? ¿Me das las llaves? –Dijo poniendo una de sus mejores sonrisas. Él le tendió las llaves y ella, su chaqueta. –
-Al final no quieres lavármela, mejor, no vaya a ser que se me encoja o algo
-¿Más de lo que ya está? Entonces te la vas a poner de guante. –Él la miró mal y luego, cambió de marcha. –
-Nos vemos el lunes.
-¡Adiós Ángel!
Conforme se iba alejando, iba viendo más pequeño su coche. Se giró, abrió la puerta de casa, y después de dejar las bolsas en el salón subió al baño. Se quitó la ropa para meterse en la ducha, y mientras le venían algunas imágenes de esta tarde a la mente se vio sonriendo frente al espejo.
-
-¿Dónde has estado? –Le preguntó al oír el ruido de la llave en la cerradura y el leve portazo de después. –
-¿Eh? –dijo aturdido, casi ni le dio tiempo al entrar. – Ah… Dando una vuelta.
-Podría haber ido contigo, no me avisaste.
-Es que quería despejarme un poco, además estabas dormida, no quería despertarte
-Entonces que, ¿toda la noche aquí otra vez?
-Me apetece estar tranquilo, pero si tú quieres, salimos…
-No se te nota muy convencido Ángel
Él no le respondió, fue a la cocina a coger una cerveza y se sentó a su lado, en el sofá. Se miraron.
-¿Nos quedamos o nos vamos?
-¿Qué quieres hacer tú?
-Me apetece salir un poquito…
-Pues entonces ya te has respondido tu sola. Te espero aquí, pero no tardes mucho ¿vale?
-Tranquilo, me cambio y nos vamos.
Se levantó y le dio un pico, luego subió las escaleras y fue hacia su habitación. Ángel cogió la chaqueta de Patricia, que aún estaba mojada y conservaba un ligero olor a perfume, y la metió en el cesto de lavar.
Capítulo 6:
“Ángel Martín y Patricia Conde, un paseo bajo la lluvia”.
La pareja de presentadores decidió dejar ayer sus papeles como rubia loca y enano gruñón en casa para pasar una agradable tarde en una cafetería situada a las afueras de Madrid. A pesar de que ella ha afirmado en varias entrevistas que son sólo compañeros de trabajo, las escenas que pudimos presenciar nos muestran algo totalmente diferente. Sonrisas cómplices, miradas, acercamientos por parte de ambos…
En la imagen de portada se encuentran saliendo del acogedor local, y sorprendidos por el frío él le pasa el jersey por encima (tan caballero para unas cosas y tan poco para otras), cosa que Patricia agradece con una bonita y sospechosa sonrisa.
Los acontecimientos terminan cuando ambos llegan al coche de Ángel y tras subirse, desaparecen por la carretera. No sabemos que está pasando, pero lo que sí es seguro es que estas fotos van a dar mucho que hablar.
………
-Buenos días. –dijo dándole un corto beso en su pecho descubierto. Él balbuceó palabras sin sentido y luego, cambió de posición. – Vamos Ángel…
-Un ratito más, ¡es domingo!
-Pero tenemos que ir a mirar los muebles, sabes que Sergio solo abre para mí y no quiero hacerle esperar.
-Venga… -Todavía demasiado dormido, fue hacia la cocina. –
-¿Preparas hoy tú el desayuno? Que amable y detallista te has levantado. –
Dijo cogiendo las llaves de la mesa de la entrada. – Voy abajo a por pan, no tardo nada ¿vale cari?
-Vale
Mientras se hacía el café, sacó el tarro con el azúcar del armario, comprobando que no fuera la sal como ya le había pasado varias veces y luego se dirigió al baño a lavarse la cara y a despejarse un poco.
Cuando volvió a la cocina se recostó un poco en el sofá a que viniera su chica y puso la tele aunque sin atender demasiado a lo que estaban dando, no había nada interesante.
-
Y pasó media hora, y todavía no había dado señales. Se estaba empezando a preocupar, a lo mejor le había pasado algo… justo cuando se levantó para coger su móvil, oyó la llave introduciéndose en la cerradura de la puerta.
-¿Había mucha gente o qué? –dijo sentándose en la mesa de la cocina. –
-silencio-
-¿Ha pasado algo? Ven que te estaba esperando para empezar y me cuentas.
Cuando creyó que por fin se acercaba para sentarse y hablar un poquito, se acercó y después de retirar su taza de café se fue hacia el salón sin decir ni una palabra.
Ángel se levantó y la siguió, no tenía muy buena pinta lo que estaba pasando.
Se quedó de pie a su lado, esperando a que dijera algo.
-¿Qué quieres, Ángel?
-¿Puedes decirme que te pasa ahora?
-Tiene cojones que me lo preguntes tú. –contestó de manera brusca dejando la taza encima de la mesa de cristal y produciendo un ruido bastante fuerte. –
-No te entiendo. –Siguió en la misma posición que antes mientras ella se levantaba y tras buscar muy nerviosa dentro de la bolsa que había traído, le enseñó la revista. –
-¿Qué? –Preguntó sin casi fijarse en la portada, solo en la foto principal. –
-¿No te suena la foto de abajo a la izquierda? ¿O es que tienes un hermano gemelo y no me lo habías contado? –Preguntó intentando tranquilizarse y dando un sorbo al café. En ese momento a él se le pasaron millones de sensaciones juntas, ¿cómo? ¿por qué? –
-Pero esto puedo explicártelo.
-No Ángel, esto no es como lo demás. Esto no es una paranoia mía, son fotos, no te confundas y no intentes hacer como si estuviera loca.
-No lo hago, sólo te digo que puedo salir con una amiga a tomar algo cuando me apetezca, ¿no?
-No empecemos Ángel… Además, el otro día no me dijiste que te habías ido con ella, simplemente que “habías salido a dar una vuelta”.
-Porque sabía que iba a pasar exactamente esto. Igual que siempre. –Comenzó a calentarse él también, empezaba a cansarse demasiado de estas situaciones. – Y no, no intentes decirme que eso es mentira, porque sabes que tengo toda la razón.
-¿Y qué quieres que haga, que me da igual?
-Pues sería una buena opción, yo respeto que salgas con tus amigos cuando tienes ganas de desconectar.
-¡¡¡Pero yo no me los he tirado, Ángel!!! –Su cara mostró una mueca de alivio tras soltar esa frase, fue como si toda la rabia contenida hubiera sido expulsada de golpe. –
-Creí que eso ya lo habíamos hablado. –Intentó tranquilizarse, decía para sí mismo palabras que le dieran fuerzas para seguir esta conversación. –
-Mira Ángel, lo mejor va a ser que me vaya y que hablemos de todo esto en otro momento, cuando estemos más calmados. –Se levantó del sofá y al pasar delante de él, lo miró desafiante y siguió de largo hacia la habitación. Ángel la siguió intentando que se quedara diciéndole que no dejara que todo se acabara por una revista, pero ella no hacía caso a nada. –
-¿Vas a irte así, sin más?
-Creo que es lo mejor para los dos.
Guardó la poca ropa que tenía en su casa y salió con un seco adiós, dejando a Ángel sentado en el sofá pensando en cómo había dejado que esto pasara.
……..
El agudo timbre del despertador empezó a retumbar en sus oídos, y una vez más, se acordó de su creador y de toda su familia. Otro domingo que se le olvidaba apagarlo, sólo podía pasarle a ella.
Capítulo 7:
El agudo timbre del despertador empezó a retumbar en sus oídos, y una vez más, se acordó de su creador y de toda su familia. Otro domingo que se le olvidaba apagarlo, sólo podía pasarle a ella.
Después de un par de minutos restregándose los ojos para intentar despertarse y estirándose en la cama, se puso en pie y evitando tropezarse con la sábana, llegó al baño y se lavó la cara. Tenía unas ojeras un poco importantes ya que anoche había salido hasta altas horas y hoy seguramente se quedaría tranquila en casa, la cabeza le retumbaba y se encontraba un poco revuelta.
Bajó a la cocina y empezó a sacar las cosas del armario para prepararse el desayuno: cafetera y café, un par de galletitas…
De pronto oyó la melodía del móvil en la otra punta de la planta baja, así que a paso ligero llegó hasta la mesita de la entrada y descolgó.
-¿Sí?
-¡Patri!
-¿Quién es?
-¿Ya no me reconoces o qué?
-Mmmm… a ver… el butanero sexy cañón no eres, ¿no?
-¿Butanero sexy? Yo más bien soy fontanera…
-¡Que bruta la tía! como siempre
-Ya sé que esa es tu manera de decir que me has echado de menos. –Risas. –
-¿Cómo estás? ¿Ya has llegado?
-Pues sí, ahora mismo estaba entrando en casa. Me he acordado de ti al pasar por el kiosco y verte y he pensado en llamarte… anda que os lo teníais calladito
-¿Eh? ¿El qué? Es que me acabo de levantar, estoy un poco espesita
-Y resacada otro tanto, ¿no?
-Puede ser…
-Entonces será mejor que bajéis a la tienda y lo veáis con vuestros propios ojos.
-¿Por qué hablas en plural? No sé ni cuantas veces te he dicho que mi amigo imaginario se fue de viaje y ya no volverá más, que me ha dejado solita para siempre.
-Me entenderás cuando lo veas. ¿Te llamo esta tarde y quedamos?
-Como quieras, yo no tengo plan
-Vale, pues ya nos vemos.
-Chao Berti, y me alegro de que ya estés aquí
-¡Adiós rubia!
Cuando colgó dejó el móvil sobre el sofá y fue de nuevo hacia la cocina, ahora desayunaría y luego se pondría una ropa decente para bajar a comprar el pan y, de paso, descubrir el gran misterio que no le había dicho Berta.
Desayunó casi con la mente en blanco, con la mirada perdida clavada en el reloj y con un silencio sepulcral, tan solo eran protagonistas los pájaros con su piar.
Subió a la habitación y se puso unos vaqueros bastante cómodos, una camisa azul larga y unas zapatillas. Se recogió el pelo y, con gafas en mano, salió de casa.
-¡Buenos días guapa!
-Hola Marga, ¿me pones lo de siempre? –Le preguntó con su mejor sonrisa. –
-Claro, espera un segundo y estoy aquí.
Entró al almacén y Patricia se fue a la derecha de la panadería, donde había una pequeña rejilla con las revistas, y tras mirarlas todas por encima y no verse las ojeó más detenidamente, hasta que vio su foto con Ángel en una. Se quedó totalmente bloqueada, no sabía que pensar, él tenía novia y seguro que le había jodido pero bien… en ese momento apareció la panadera con el pan sin gluten para Patricia y después de metérselo en la bolsa y cobrarle, se despidieron y salió de allí con una sensación terrible.
Era uno de esos momentos en los que le hubiera preferido estar lejos del país, escondida, desaparecida, sin comunicación con el exterior… pero la realidad era muy distinta, demasiado.
Llegó a casa con ganas de meter la cabeza bajo la almohada, pero se sentó en el sofá a leer lo que decían en la dichosa revista.
Era increíble como podían tergiversar todas las imágenes, como podían darle un sentido totalmente diferente al que era, como sacaban justamente los instantes más comprometedores de la tarde…
Sintió el móvil en el bolsillo, pero esta vez era un mensaje.
“¿Has visto ya todo el jaleo de la revista? Tan caballero para unas cosas y tan poco para otras… para mandarles a la mierda sí que voy a ser caballero”
Inevitablemente se rió, hasta en las peores situaciones lograba sonreír gracias a él.
“Siento los problemas que haya podido causarte esto, Ángel, que seguro que son bastante gordos… pero no debemos caer en el juego, supongo que eso ya lo sabes. Hablamos cuando quieras. Un beso”
Se volvió a meter el móvil en el bolsillo y fue a la cocina a recoger lo que había dejado del desayuno, pero justo cuando tenía las manos mojadas de lavar la taza de café y el pequeño plató, sintió de nuevo el móvil vibrar en el pantalón.
Capítulo 8:
Justo cuando tenía las manos mojadas de lavar la taza de café y el pequeño plató, escuchó de nuevo el sonido del móvil en su bolsillo. Al ver el nombre de Ángel en la pantalla se extrañó, hacía poquísimos minutos que había hablado con él, pero aún así se lo cogió.
-¿Sí?
-Buenos días.
-Eso se dice la primera vez que hablamos Ángel… -Dijo aguantándose una pequeña carcajada. –
-Bueno, es que como dijiste que hablábamos cuando yo quisiera… pues como quiero hacerlo ahora no puedes negarte, ¿no?
-No, aunque si quieres que no se me quede el móvil pegado a la mano espera a que me la seque, que acabo de terminar de fregar.
-¿Patricia Conde fregando? –Dijo con tono de sorpresa. –
-Que soy persona, nen… -Risas. – Bueno, ya está, ¿qué tal? –dijo tras un par de segundos. –
-Podría estar mejor…. Y también podría estar peor.
-Bonito razonamiento. Supongo que con tu chica…
-Ahora no es que me apetezca hablar mucho de eso, la verdad. Con decirte que ahora tengo más espacio para dormir en la cama creo que lo entiendes.
-Lo siento Ángel, de verdad… si puedo hacer algo, hablar con ella, lo que sea…
-Ni lo intentes, como te vea creo que puede matarte
-Pues vaya, no sabía que me tenía tantas ganas.
-No son ganas, pero… ten por seguro que ahora no es el momento.
-Bueno… quizás se le pase, ya sabes como somos las mujeres
-Sinceramente, no creo que esta vez sea así, pero gracias. Bueno, ¿y tú?
-¿Yo qué?
-Pues que como estás… he de reconocer que me he reído bastante con tu cara en la tercera foto.
-Pues esa era mi favorita. –Dijo arrugando la nariz y achinando los ojos. –
-Apuesto a que ahora estás arrugando la nariz y achinando los ojos…
-Y tú te estás riendo porque sabes que tienes razón. –risas. –
-Bueno, ¿Te has enterado de que Berta ya ha llegado no?
-Sí, fue ella la que me avisó de esto… ¡mierda!
-¿Qué?
-Tengo que decirle que es mentira, que ella se lo creyó.
-Que compañeros más razonables tenemos…
-Berta es todo menos eso, te lo aseguro. Bueno Ángel, mañana nos vemos
-Sí, claro, hasta mañana.
Pensaba decirle algo más, pero colgó sin pensárselo dos veces, seguramente querría estar solo.
-
Estaba completamente solo, se sentía abandonado, frustrado, demasiado impotente…
En cuanto terminó de hablar con Patricia volvió a recodar todo lo que le había pasado desde que se levantó y rápidamente dejó la mente en blanco, no quería pensar en aquello. Marcó el número de Dani y pulsó la tecla verde.
-¿Ángel?
-Buenos días tío
-Buenos serán para ti, que no te han despertado con una llamada.
-Joder, ¿todavía estabas durmiendo? es culpa mía, no darme cuenta de que duermes hasta que tienes que levantarte para cenar… ¿dónde tengo la cabeza? –dijo con un tono gracioso. –
-Bueno, si terminas antes de que me quede dormido sobre el móvil a lo mejor te hago caso.
-Vale vale, tampoco hace falta ponerse así… ¿Salimos esta tarde?
-¿Tiene que ser esta tarde?
-Pues si te estoy diciendo que esta tarde será porque es esta tarde, ¿no?
-No empieces con tus frases ingeniosas… son las… ¿doce y media? Es demasiado temprano, no puedo pensar…
-¿Frase ingeniosa? ¿Cuál? Sí sí, demasiado temprano… ¿nos vemos o no?
-Es que… esta tarde he quedado con Berta
-¿Con qué Berta?
-Ahora resulta que el señorito conoce a veinte Bertas…
-Vale, vale. Así que me abandonas… muy bien… pensaré mi venganza, no te preocupes.
-Sí anda, quédate ahí y haz un croquis… y así te ayuda la churri de paso, pero no os entretengáis. –Soltó una carcajada. –
-No Dani… no vayas por ahí.
-¿Por ahí por dónde?
-Tengo que contarte, pero ya hablaremos en otro momento.
-¿Qué ha pasado, Ángel? –Notó como su voz cambiaba de un tono burlón a un tono serio. –
-Algo que debe contarse en persona y con un par de cervezas.
-Bueno… yo no puedo ir, no puedo dejar a Berta colgada, pero tranquilo que no estarás solo esta tarde.
Cuando quiso contestarle ya había colgado. Dani era capaz de cualquier cosa, y en ocasiones podía ser mejor pasar la tarde sólo en casa.
Se fue a ordenar un poco el cuarto, cosa que ahora tenía que acostumbrarse a hacer a diario, y volvió al salón para tirarse sobre el sofá. Muy pronto le empezaron a sonar las tripas, pero no tenía nada de comida en casa, así que se acercó al teléfono y pidió una pizza.
-
Caminaba por la calle a paso ligero, el hambre estaba empezando a matarle y la comida que había dejado al fuego debió enfriarse hace un par de segundos.
-¿Sí?
-¿Rubia? Soy Dani
Capítulo 9:
Caminaba por la calle a paso ligero, el hambre estaba empezando a matarle y la comida que había dejado al fuego debió enfriarse hace un par de segundos.
-¿Sí?
-¿Rubia?
-Hola guapetón. –Dijo riéndose. – ¿Qué pasa?
-¿Tienes el día libre?
-Pues Berta me ha dejado plantada por ti, así que me temo que sí, bonito… ¿por?
-Porque ya no lo tienes tan libre.
-Perdona, pero yo puedo hacer lo que me de la gana, y un hombre con voz de violador no me va a decir lo que tengo que hacer un domingo por la tarde.
-¿Voz de violador? Me habían dicho de todo menos eso, eres una perturbada.
-A buenas horas te enteras… -risas. – Bueno, ¿Qué plan tienes preparado para mí?
-Una divertida tarde acompañando a Ángel en su profundo hundimiento… ¿te hace?
-¿Qué? – Se paró en seco sobre la acera, estaba llegando ya a su casa pero en ese momento casi se le caen hasta las bolsas que llevaba agarradas en cada mano. – Creo que eso no es buena idea, ¿lo sabe él, Dani?
-Pues no, se supone que es una sorpresa.
-Me da a mí que no le va a hacer mucha gracia, ¿te ha contado lo que ha pasado, no?
-Dijo que mejor me lo contaba cuando nos viéramos… ¿qué es lo que tengo que saber?
Patricia se sentó en las escaleras de entrada a su casa y le contó a Dani todo lo que había pasado. Cuando este reaccionó, siguieron con la conversación.
-Pero estará solo, hundido en la miseria, viendo las penosas películas que dan a las 3 de la tarde y pensándose ir a al cocina a buscar un cuchillo para cortarse las venas…
-Vale ya, ¿no? Pobrecito, tampoco será para tanto.
-Bueno vale, no buscará un cuchillo, se las cortará con un cristal.
-Dan…
-Anda Patry, si tú también estás sin plan y no tienes nada que hacer
-No sé… es que creo que querrá estar solo
-Te digo yo que no, además, te lo estoy pidiendo como un favor… yo necesito hablar con él, pero ya que no puedo al menos acompáñale tú… si quieres te pago, que además siendo catalán… ya puedes sentirte orgullosa de mí.
-No quiero que me pagues, lo de ser niñera no es que sea mi meta en la vida
-Es verdad, tu meta era hacer de rubia tonta y loca, vamos, el personaje que soñaste desde cría
-Estás tú muy graciosote… voy a aceptar pero porque me das pena.
-Sí, es por eso… seguro. –Carraspeó. –
-¿Me llevas tú a su casa? –Preguntó ignorando su comentario. –
-Sí, luego te aviso para pasar a buscarte.
-Vale, hasta luego.
-¡Adiós y gracias!
Colgó y se levantó de las escaleras, metiendo el móvil en el bolso y sacando las llaves. Entró en casa y fue directa a la cocina, por suerte la comida sólo se había quemado un poco y estaría preparada en seguida.
-
En menos de lo que se dio cuenta, estaba subida en el coche con Dani camino a casa de Ángel. Se había propuesto hacerle reír, aunque en principio no le hubiera parecido un buen plan le necesitaba, y ella lo sabía a pesar de que él ni siquiera lo mostrara.
Así era Ángel, probablemente cuando él te mostraba su mayor indiferencia ante las cosas, es cuando más apoyo y cariño necesitaba.
-Aquí es… ¿subes sola o necesitas la ayuda de papi?
-Vete un poquito a la mierda, Dani. –Dijo mirándole y aguantándose una pequeña carcajada. –
Cuando estuvo en frente de su puerta, esperó unos segundos y tras respirar hondo tocó en el timbre. A los pocos segundos, oyó unos pasos acercándose y contempló como la puerta se iba abriendo paulatinamente.
-¡Hola! –Dijo elevando la voz y sonriendo de oreja a oreja. –
-¿Qué haces tú aquí? –Preguntó él sin mucho entusiasmo apoyado en la pared. –
-Vamos Ángel, no pongas esa cara de seta desde el principio, ya verás como nos divertimos un montón.
-Así que tú eres el súper plan de Dani para pasar la tarde… cojonudo, este amigo mío es tonto.
-Puedo notar en tu expresión un cierto desánimo por mi presencia… ¿lleva razón la magnífica rubia de curvas provocadoras? –Una sonrisa de medio lado apareció en el rostro de él, y Patricia pronunciaba para sí misma que le había costado menos de lo que creyó antes de llegar. – Bueno… ¿me dejas pasar o vamos a quedarnos aquí toda la tarde?
-Pasa, pasa. –Se apartó un poco de pasillo y le dejó sitio para entrar. En cuanto estuvo dentro, vio las bolsas que llevaba en la mano. – ¿puedo hacerte una pregunta?
-Dígamelon.
-¿Para qué quiere todo eso? –Dijo señalándolas. –
-¡¡No!! –Gritó abriendo mucho los ojos. –
-¿No qué? –Su expresión cambió de incredulidad a asombro en un momento, se había asustado por su reacción. –
-Que tienes que decir melón, idiota… dígamelon, melón, melón… -Ángel se llevó las manos a la cabeza y después de resoplar sonoramente, se apoyó en el brazo del sofá. –
-¿Vas a estar toda la tarde así?
-Todos y cada uno de los minutos. ¡Ahora te arrepentirás del monstruo que has creado para el programa! –Hizo un amago de reírse maliciosamente, sin soltar las bolsas. – Bueno… ¿qué es lo primero que quieres hacer? Jugar al parchís, al dominó, a las cartas, a la oca, al ajedrez, al monopoli, ver una peli…
-De eso que has dicho creo que sólo tengo… el dado del parchís.
-Ya lo sabía yo, por eso me he traído todos los juegos en las bolsitas… o que te creías, ¿qué era la comida para hacerte la cena? –Dijo mirándole de reojo. –
-Menos mal, ya estaba planeando como echar la cena en la maceta de las plantas sin que se notara.
Ella no pudo evitar soltar una carcajada, y luego, se acercó hasta donde estaba él. Se quedó enfrente, mirándole casi sin pestañear y moviendo sus dedos entre la tela de la camisa malva que llevaba puesta desde esta mañana.
Ninguno de los dos decía nada, no tenían ni la más mínima intención de hablar, así que Patricia dio un paso adelante, teniéndole más cerca aún. Estiró sus brazos con timidez, con la duda de cómo respondería Ángel ante ese gesto, pero para sus sorpresa él se acercó aún más y se abrazaron un instante, olvidando todas las preocupaciones y dejando la mente en blanco, cosa que habían intentando hacer desde esta mañana.
cLau-90- Mensajes : 625
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Re: El amor es lo que tiene
Capítulo 10:
Estiró sus brazos con timidez, con la duda de cómo respondería Ángel ante ese gesto, pero para sus sorpresa él se acercó aún más y se abrazaron un instante, olvidando todas las preocupaciones y dejando la mente en blanco, cosa que habían intentando hacer desde esta mañana.
-Ais mi peque… como me lo tratan, con lo bueno que es él… -Ángel se separó un poco y la miró con una ceja alzada, realmente desconcertado. – ¿Qué? No me mires así, encima que estoy aguantando tus mierdas porque tu amiguito me ha obligado a venir… ¡si quieres te llamo enano de los huevos y todos tan contentos!
-Vale, esta ya es Patricia Conde… espero que no vuelva a poseerte el alma de uno de los osos amorosos.
Sonrieron y volvieron a abrazarse un par de segundos más.
-Bueno, venga, ¡que hay mucha tarde por delante! –Patricia se agachó y sacó el ajedrez de una de las bolsas plásticas. – ¿Una partidilla? ¿o te da miedo perder contra toda una profesional de la materia?
-Ah, ¿qué te has traído a una amiga?
-Idiota…
Ángel se rió y luego caminó hacia la mesa del salón para quitar las cosas de encima y poder poner ahí el tablero. Ella le siguió, y lo colocó justo en el medio, y al lado, las fichas.
-¿Blancas o negras?
-Blancas.
-Hay Ángel, de verdad, que racista eres… siempre he sabido que no te gustaban los negros… ¡¿qué tienes contra ellos?! Claro, como son más altos que tú… ¡que la envidia es muy mala! o es que a lo mejor tienes el cerebro saturado, como es tan pequeñico… –Dijo juntando los dedos pulgar e índice. –
-Yo no soy racista, lo que pasa es que siempre juego con las blancas. –Contestó mirándola de reojo. –
-Pues no me da la gana, ahora las cojo yo por listo.
-¿Pero qué más te da?
-¿Y qué más te da a ti? ¿¡Ves como eres racista?!
-Vale, está bien, coge tú las blancas.
-¡Bien! Bueno, espera… es que las negras combinan mejor con mis botas…
-¡Por dios Patricia, que son unas fichas de ajedrez!
-Vaaaale… que el señorito se enfada, como entiende de moda lo mismo que falete de dietas…
Ángel estaba completamente desesperado, así que le hizo un gesto para que se callara y comenzaron a colocar las piezas.
-Huy… no me gustan Ángel… todos los chiquiticos delante, para que se los carguen a la primera… ¡qué malos!
-Se juega así, ¿qué quieres que le haga?
-Pues vaya mierda, delante de la reina tendría que ir el caballo para montarse encima, ¿no?
-Es plástico, Patricia.
-Pues como si es mierda… huy, se me ha escapado
Ángel levantó la vista para mirarle sorprendido por la actitud que tenía, era increíble como estaba comportándose, exactamente igual que su personaje. ¿Por qué no se le ocurrían a él esas ideas?
Patricia empezó a reírse cuando vio su expresión, y luego, siguieron colocándolo todo hasta que ambos terminaron.
-Ya está, ¿quién empieza? –Dijo dando pequeños saltos en el sofá, con cara de emoción. –
-Pues tú, eres las blancas y las blancas siempre empiezan.
-Joder, ¡ya estamos otra vez con el racismo de los huevos!
-¡Son las reglas del juego, no me las he inventado yo!
-Claro, por eso quería también las blancas, para empezar… que astuto es el jodío. –Dijo susurrando para sí misma. –
-¿Empiezas o voy a prepararme un café?
-A ver, a ver… cual muevo… -Dijo frotándose las manos. – Venga, va.
Comenzaron la partida y toda la casa se encontró con un silencio sepulcral. Sólo se oían las fichas golpear con el tablero de madera y de vez en cuando, un par de suspiros por parte de Patricia.
Cuando estaba llegando al final, iban muy igualados.
-¡Jaque mate! –Dijo Patricia elevando la voz y provocando que Ángel pegara un respingo sobre el sofá. –
-¿Eh? No, no, el jaque mate es al rey Patricia.
-¿Por? A mí me gusta más la reina
-Ya empezamos… que no puedes saltarte las reglas así porque sí joder.
-¡Pero si la que está jugando soy yo! Juego como me de la gana y ya está
-De verdad, contigo no se puede.
-¿Quieres dejar de quejarte? Claro, quieres distraerme para ganar, es eso…
-Claro, claro.
Patricia subía y bajaba las cejas continuamente como símbolo de chulería y después de que se comiera a la reina, Ángel hizo como si ella le hubiera ganado y cerraron el tablero.
-¡Já! ¿Cómo te quedas, enano? Soy la mejor, si es que lo sabía, a mí nadie me gana a esto
-Porque será…
-¿Qué has dicho?
-¿Yo? ¡Nada!
Patricia se recostó un poco en el sillón y él hizo lo mismo, así que su cabeza quedó apoyada en su hombro.
-¿Qué hora es?
-No tengo ganas de mirar… ve tú
-Nos ha jodío, si te pregunto es porque yo tampoco quiero ir.
-Pues ya está.
-Pues eso.
Capítulo 11:
-¿Qué hora es?
-No tengo ganas de mirar… ve tú
-Nos ha jodío, si te pregunto es porque yo tampoco quiero ir.
-Pues ya está.
-Pues eso.
Al cabo de unos cinco minutos, Patricia volvió a hablar.
-Va Ángel, vete a mirarla, porfa… -Patricia no obtuvo respuesta, y como intuyó que Ángel se estaba quedando dormido empezó a pellizcarle flojito en el brazo. – ¡FUEGOOOO, FUEGOOOOO!
-¿¡Qué?! ¡¿Dónde?! Joder, ¡Qué has hecho!
-Jajaja, ¡ha funcionado! –Gritó aplaudiendo. – ¿Qué hora es?
-Joder… no me lo puedo creer.
Se levantó y fue a la cocina a mirar el reloj, y Patricia le siguió.
-¿Pero tú no decías que no tenías ganas de mirarla?
-Se me ha antojado chocolate… ¿tienes? –Ángel abrió una de las puertas del armario y le sacó un bote de nocilla. –
-Toma, puedes comértelo todo.
-¡Vale! –Patricia metió la lengua en el bote, manchándose la nariz también. – Mierda… voy al baño a lavarme la cara.
-Ah no no, si eres la Patricia loca límpiate como la Patricia loca, por el interés te quiero Andrés no…
-Vale, pues la Patricia loca diría… Ángel, ¿me limpias? –Preguntó poniéndole morritos. –
-No estoy yo tan seguro de eso
-Ángel, ¿me limpias?
Volvió a repetirle pasando de su comentario. Él negó con la cabeza en el otro lado de la cocina.
-¿Ah no? Pues te limpio yo a ti.
-Yo no me voy a manchar porque a ti te de la gana… -Patricia escondió el bote detrás de la espalda y con un dedo cogió un poco. Luego se fue acercando hacia donde estaba él y aprovechando que estaba de espaldas le giró con la mano que tenía libre y con la otra le puso la nocilla en la nariz. –
-¿Ves? Que mono, un enano de chocolate…
-Aiiii no… como te gusta desesperarme
-Venga, te voy a limpiar
-Ni se te ocurra.
-¿Por qué? –Dijo poniendo una sonrisa de medio lado y acercándose cada vez más. –
-Patricia, para.
-No quiero. –Le encantaba ponerle nervioso y ver hasta donde era capaz de llegar. –
-Patricia…
-¿Qué? -Le preguntó casi en un susurro muy cerca de él. –
Ángel simplemente intentó negar un poco con la cabeza, ni siquiera se atrevía a hablar a esa distancia. Vio como ella se fue acercando todavía más hasta quedar totalmente pegada a él, y cerró los ojos temiéndose lo peor, pero cuando los abrió se encontró con su barbilla y en parte respiró aliviado, hasta que sintió la lengua de Patricia en su nariz. Se quedó totalmente quieto, y ella como siempre estaba totalmente cómoda, haciendo lo que se le venía en gana.
Cuando terminó con toda la nocilla le dio un pequeño beso en la punta de la nariz, corto y rápido. Luego se puso a su altura y le miró a los ojos, graciosa y divertida.
Él esperaba algún tipo de palabra o algún gesto significativo, pero simplemente se dio la vuelta y tras coger el bote de nocilla volvió al salón. ¿Por qué le hacía esto?
-¿Tú te crees que puedes hacer lo que te de la gana? Te recuerdo que la señora princesa está en mi casa. –Fue diciendo mientras iba al sillón con una cerveza en la mano. –
-Te pedí que lo hicieras tú…
De pronto, empezó a sonar el móvil.
-Es el mío. –Patricia se levantó del sofá y fue corriendo a la entrada, donde sacó el móvil del bolso. Después de percatarse de que Ángel no la estaba oyendo, empezó a hablar. –
“¿Sí? No, mira, es que ahora no puedo que estoy algo liada, y esta noche tampoco va a poder ser, lo siento…
Cuando salga con las chicas otro día te aviso y nos vemos, ¿vale?
..
¿Ah sí? Genial, pues divertíos, ¡adiós guapo! Un beso”
Colgó y en silencio volvió al salón.
-Ángel, tengo que irme…
-¿A dónde? –Rectificó la pregunta tan pronto como pudo, en realidad no tenía por qué importarle… o eso creía… - quiero decir, que… ¿a esta hora?
-Sí, es que me acaba de llamar un amigo y bueno… voy a despejarme un ratillo, espero que no te importe.
-Claro que no, sal y diviértete. –Dijo mirándola desde el sofá. –
-Lo siento, luego te llamo si puedo ¿vale?
-Si no puedes tampoco pasa nada -Dijo en un tono un poco brusco. –
Patricia volvió a la entrada y después de abrir la puerta la cerró, engañando completamente a Ángel.
Él, pensando que estaba sólo, suspiró y dejando la cerveza sobre la mesa de cristal se tumbó.
Al cabo de un par de minutos Patricia fue hasta el salón y lo contempló de pie, con una pequeña sonrisa. “Pero si se ha dormido en nada… pobrecito”.
Capítulo 12:
Al cabo de un par de minutos Patricia fue hasta el salón y lo contempló de pie, con una pequeña sonrisa. “Pero si se ha dormido en nada… pobrecito” pensó para sí misma.
Fue a la cocina a recoger el estropicio que había hecho antes, intentando no hacer mucho ruido ya que no quería despertarle, aún no.
Eran casi las 8 y entre una cosa y otra, de momento, había conseguido que sólo pensara en como librarse de ella y que no se comiera la cabeza con cosas que ahora mismo no valían la pena.
Volvió y se sentó en los pies de Ángel, respondiendo al sms que Dani le había mandado hace unos pocos minutos.
“Va todo muy bien, le estoy volviendo loco pero mejor así. Ahora está dormidito, que le he dado mucha caña, ya sabes como soy… ¿y vosotros qué tal? Perdón si interrumpo algo, pillín”
“¿Caña de qué tipo? Eso ha sonado muy muy mal… no sé para que me preguntas si en cuanto Berta pueda va a contártelo todo, que no se os puede decir nada porque lo soltáis en seguida”
“¡Daniel Mateo! Ya sabes a lo que me refiero, de verdad, que tío más salidorro… espero que Berta tenga cuidadito contigo, y por supuesto que me lo contará, eso ni lo dudes”
Mientras escribía el mensaje Ángel se despertó, pero aunque se extrañó mucho de verla allí, hizo como si estuviera dormido.
Al escuchar el sonido de mensaje enviado, abrió los ojos.
-¡Hola! –Dijo gritando y asustándola. –
-¡Ángel! ¿Estás mal de la cabeza? Joder, que susto.
-Susto el mío que te he visto aquí otra vez, que pasa, ¿has entrado por la ventana?
-Simplemente no me he ido, ¿pensabas que iba a dejarte aquí solito? Además, ¡con lo bien que lo estábamos pasando!
-Huy sí, genial… ¿en qué parte? ¿Cuando te quejabas en el ajedrez por todo o cuando te pusiste en plan provocativa a limpiarme el chocolate? O quizás te refieres a la que me aplastaste en el sofá sin querer levantarte para mirar el reloj...
-Me refiero a cuando tenías esa cara de seta que pones tú… ah no, que es la que tienes. –Puso morritos. –
-Ai, ¡Qué graciosa! –Dijo riéndose falsamente. –
-¿Yo? Siempre. –Dijo levantándose con una sonrisa y quitándose las arrugas del vestido. –
-Ya, ya veo
-Ángeeeeeel…
-¿Qué? –Preguntó levantando una ceja. –
-¿Me prestas tu ducha?
-¿Cómo?
-Qué, cómo, cuándo, dónde, y por qué… -Dijo canturreando. Al ver que Ángel no decía nada, siguió hablando. – Que si me prestas tu ducha, es que estoy súper incómoda
-Sí, claro… ven
Subieron las escaleras y llegaron al segundo piso. Patricia no dejaba de mirar a todos sitios intentando ver cualquier detalle inútil, hasta que llegaron al baño.
-Pasa. –Dijo él abriendo la puerta. – ¿Te traigo ropa o algo?
-Si quieres… pero no se lo digas a nadie, tengo una imagen pública Ángel
-Eso es porque no te conocen…
-Paso de ti. –Contestó mirándole de reojo. – ¿Puedo coger una toalla cualquiera?
-Saca una limpia de la puerta derecha del armario y… eso, que ahora te traigo la ropa.
-¡No entres sin avisar! Que ahora mismo soy una indefensa joven en manos de un bándalo
-Esta es mi casa, si quiero entrar entro. –Dijo desafiándole. –
-No seas malo Ángel… sé que soy irresistible pero por favor, compórtate como un hombre
-¿No acabas de decir que soy un bándalo? –Preguntó elevando la voz, ya que había ido a su habitación a coger una camisa y un pantalón. –
-¡Lo retiro!
-Ya, ahora.
El agua empezó a salir y las gotas chocaban contra el suelo de la bañera. Ángel entró en el baño y le dejó lo que había cogido de ropa sobre una pequeña banqueta.
-¿Vas a cenar aquí?
-No sé, ¿qué hay?
-Por haber… hay pan y agua
-Es una oferta tentadora, pero si no me convences más…
-¿Y por qué tengo que convencerte?
-Porque los dos sabemos que estás deseando que me quede… no te engañes Ángel.
-Pero que creída…
-Ahora en serio, dime si te quedas para encargar algo
-Yo estaba hablando en serio, no sé porque crees que no. –Risas. – Cuando salga lo vemos.
-Vale. –Dijo yendo hacia la puerta. –
-Ángel…
-¿Qué quieres ahora?
-¿No tienes otro champú?
-¿Qué te pasa con ese?
-Es que a lo mejor si lo uso me quedo calva como tú
-¡Pero que cabrona!
-Es una bromita, si ahora con las ampollas todo se arregla. -Dijo volviéndose a reír. –
-Como sigas y te corte el agua caliente el que me voy a reír soy yo
-Vaaaale… ya paro…
Ángel cerró la puerta del baño tras él y luego bajó las escaleras y se sentó en el sofá del salón.
Encendió la tele y se puso a hacer zapping mientras esperaba, aunque a estas horas no había nada demasiado interesante.
Capítulo 13:
Ángel cerró la puerta del baño tras él y luego bajó las escaleras y se sentó en el sofá del salón.
Encendió la tele y se puso a hacer zapping mientras esperaba, aunque a estas horas no había nada demasiado interesante.
Al cabo de un rato, oyó unos pasos por la escalera y al girarse la vio peleándose con los pantalones.
-Joder Ángel, estos pantalones deben de ser cuatro o cinco tallas más de la que tú usas
-Eso para que vuelvas a llamarme enano.
-Que mala leche… te los pondrás para dormir al menos, ¿no?
-Sí, a veces, aunque no me los pongo casi nunca… son feos de cojones
-Ah, ¿Qué tú ropa es bonita?
-Hoy es el día de meterse con Ángel por lo que veo
-Hoy, ayer, y mañana, y pasado…
-Bueno… –Dijo resoplando. – ¿Te quedas?
-Pídemelo
-¿Por qué? Si quieres quedarte hazlo, y sino, pues no
-Si me pides que me quede, yo me quedo.
-Venga vale, pues quédate.
-No no, ven aquí.
-¿Pero qué pasa ahora?
-¡Ven! –Se levantó y se acercó al final de la escalera, donde estaba ella de pie apoyada. – ¿Qué tenías que decirme, Ángel?
-¿Yo? Nada. –Patricia le dio un pequeño golpe en el hombro y entonces se dio cuenta de lo que se refería. – Ahhh… ¿quieres quedarte a cenar, Patricia? Me las pagarás por esto. –Dijo susurrando. –
-Ohh que mono que me lo pide y todo… claro que me quedo
-Per…
-¿Qué tienes pensado que cenemos?
-Conozco un italiano que te va a encantar…
-Así me gusta, decidido. –Dijo sentándose en el sofá y apoderándose del mando. –
-¿Tienes hambre? Para llamar ya, digo
-Vale. –Dijo sonriendo. –
Al cabo de un rato, cuando los dos estaban sentados en el sofá viendo una tontería en la tele, sonó el timbre. Esta vez se levantó Patricia y después de pagar al repartidor entró y fue con las cosas a la cocina.
-Que bien huele… Ángel, ¿los platos?
-Espera que te ayudo.
Se pusieron a preparar la mesa entre los dos, y cuando estuvo puesta se sentaron.
Ángel no se había dando cuenta hasta ese momento, pero el pelo de Patricia estaba aún húmedo y eso hacía que se transparentara la camisa que llevaba.
-Ángel, céntrate…
-¿Qué haf difho? –Preguntó ella con unos pocos spaguettis en la boca. –
-¿eh? Nada…
-Que rico está esto, me encanta
-Ya lo sabía yo…
-Siempre me has conocido tan bien... casi desde el primer momento que empezamos a hablar. –Dijo mirándole seriamente dejando el cubierto sobre el plato. –
-Bueno, sí, supongo que tenemos muchas cosas en común.
-¿Te acuerdas cuando nos enteramos que cumplíamos el mismo día? Casi muero de la risa con la cara que se te quedó
-Ya me la imagino, estaría pa verme
-Que calor hace aquí, y eso que está la puerta abierta… -En ese momento Patricia se recogió el pelo con una coleta, y Ángel no pudo evitar mirarle como un idiota. Simplemente, no era de piedra. –
-No sé, yo no tengo. –Dijo mirando de nuevo hacia el plato. –
-¿Por qué me miras así? –Dijo riéndose. –
-Así ¿cómo?
-Déjalo, estás tontico hoy…
-Y tú muy cabroncilla
-Es que me divierte mucho ver la cara de desesperado que pones, yo creo que no rompes nada por cortesía
-Y porque lo tengo que pagar, y soy catalán.
Patricia no pudo aguantar una carcajada con ese comentario, y Ángel volvió a quedarse absorto en esa preciosa sonrisa. Trataba de no hacerlo, pero era inevitable.
Cuando terminaron de cenar, recogieron todo y fueron de nuevo al sofá del salón.
-Bueno… ¿una copa y me voy?
-Me parece buena idea.
Él volvió a la cocina y cuando trajo las copas, Patricia estaba mirando una foto que tenía en la estantería.
-¿Este eres tú de pequeño? Bueno, de más pequeño quiero decir. –Risas. –
-Sí, ahí todavía estaba en Barcelona.
-Que bonico… seguro que eras igual que ahora
-Era más ingenuo. –Dijo sentándose. –
-Como todos…
Cogieron las copas y después de estar hablando un ratito más, llegó la despedida.
-Bueno, pues me voy porque es tarde y mañana tenemos un programa que hacer, chiquitín…
-Sí, a lo tonto a lo tonto se nos ha ido el tiempo.
-Me lo he pasado muy bien, al final tendré que agradecerle a Dani que me haya convencido para venir.
-Y yo retiro la frase que he dicho al verte en la puerta. –Dijo guiñándole un ojo. – Ten cuidado a ver si va a verte algún paparazzi con esa ropa, te tomarán por drogada como mínimo.
-Aquí el farlopero eres tú, no me la cueles… bueno, hasta mañana Ángel, ¡gracias!
-Gracias a ti. –Le contestó él sonriendo tímidamente. –
-Dos besos por lo menos me merezco ¿no?
-¿Tú crees? Bueno vale… pero porque no es lo mismo que lo sueñes esta noche
-¡Idiota! –Dijo riéndose. Escucharon el sonido de una pita, y el coche de Dani ya estaba aparcado. – Bueno, me voy, que este nos mata.
Se dieron los dos besos y Ángel, con una sonrisa, se quedó apoyado en la puerta viendo como se iba en el coche de su amigo.
Capítulo 14:
Las puertas de su armario abiertas y toda la habitación hecha un estropicio. Sabía que Miki iba a celebrar su cumpleaños esa noche desde hace bastantes días, pero no se había parado ni siquiera a pensar qué iba a ponerse, últimamente la cabeza no le daba para más.
El problema es que tenía un par de vestiditos muy monos, pero le parecían demasiado elegantes para la ocasión, así que se había decantado por otras prendas, pero estas le parecían muy poco…
Cada vez quedaba menos tiempo para la hora y no se decidía, así que probó a combinar cosas nuevas.
Sacó unos pantalones negros apretados y que brillaban un poco y les puso encima una camisa beige que le llegaba por la mitad del muslo. Luego sacó unos tacones negros y una pequeña cartera negra con piedras en un tono ámbar… tras mirarla unos segundos, asintió con la cabeza y se quitó la toalla para vestirse.
-
Ni siquiera se acordaba de que esta noche tenía que salir, era un completo desastre. Aún estando en la ducha tenía la marca del sofá en la cara por haberse quedado dormido, e intentaba despejarse un poco. Suerte que se había afeitado ayer y no necesitaba hacerlo justo ahora…
Salió con la toalla enrollada en la cintura y se dirigió al dormitorio a vestirse, cosa que para él no era un gran problema.
Cogió unos vaqueros oscuros, una camisa marrón lisa, chaqueta negra y unos zapatos negros.
-
Esperaba en la entrada de su casa al taxi impaciente, veía que los minutos iban pasando y quería estar allí puntual, sobre todo porque se lo había prometido a Miki cuando él le dijo de broma que si llegaba y no estaban es que se había terminado la fiesta…
Unas luces apareciendo por la carretera le sacó de sus pensamientos, así que se subió y se dirigió al local.
Tras tragarse algo de tráfico, se bajó pagando al taxista y en cuanto vio a su cumpleañero amigo empezó a saludarle con la mano y con una gran sonrisa, dándose por satisfecha en el tiempo de llegada.
La acompañó a entrar y después de meter el bolso en un pequeño cuarto, echó un vistazo al ambiente.
En un par de sillones Berta, Dani y Pilar. Él tenía el brazo pasado por detrás del sillón, rozando el cuello de Berta delicadamente, y Pilar estaba en frente riéndose, seguramente por alguna tontería que habría soltado Dani.
En medio del pub y bajo un montón de luces había muchísima gente, la mayoría ni siquiera conocidos por ella.
Y a la derecha de todo, sentado en otro sofá individual, Ángel. Sostenía su móvil con una mano y con la otra aguantaba el peso de su cabeza, mirando hacia un sitio perdido hasta que se percató de su presencia y clavó su brillante mirada en ella, recorriéndola disimuladamente de arriba a abajo.
-¡Hola enano! –Saludó ella con muchísimo entusiasmo. Él seguía mirándola. –
-Espero que no hayas venido ya borracha… es un favor personal, que luego siempre me toca cargar contigo
-Eso es porque tú quieres. –Dijo apoyándose en el reposa brazos. – Bueno, ¿y qué haces aquí solito?
-Nada… vigilar que no se lleven los bolsos. –Dijo sonriendo y luego fijando sus ojos en el medio del local, donde todo el mundo bailaba. –
-Pues lleva cuidado porque dudo que no se los lleven contigo de segurita, es más, creo que a ti también te podrían incluir en el lote… -Contestó riéndose. Luego miró hacia el lugar que el estaba observando. – Uala, Ángel… esa no es…
-Sí, lo es, yo me he quedado igual… bueno, es que Miki y ella se llevaban genial
-Es cierto… pero hey, ¡no quiero verte así! –Justo cuando pronunció esa frase, vio al acompañante de ella… le sonaba su cara, mucho, quizás demasiado, pero no conseguía averiguar de qué… “¡mierda!” dijo para sí misma. –
-¿Y a ti que te pasa ahora? –Preguntó él viendo su reacción. –
-¿Eh? ¡Nada! Que conozco al que va con ella… más de lo que quisiera…
-Pues también es casualidad… ¿Y quién es el apuesto galán? –Dijo graciosote. –
-No querrás saberlo
-Si te lo estoy preguntando por algo será, ¿no?
-Bueno, es que… ¿recuerdas aquella tarde cuando te llamé y como me lo cogió tu chica colgué?
-Sí
-Pues luego salí con unas amigas y conocí a este chico… y nos enrollamos… bueno, no, fue un intento de eso, porque no pude
-¿Por?
-No lo sé… -mentirosa. En ese instante pudo ver como sus compañeros se metían a bailar también, así que miró a Ángel con una sonrisa malévola y él, que se dio cuenta, le intentó avisar de que no lo hiciera. –
-No Patricia, ahora no… luego, cuando no me dé cuenta de mis actos
-¡No seas soso! Venga anda, vamos…
-Con lo tranquilito que estaba yo aquí, ¿vas a hacer que me levante?
-¿Y todavía lo dudas? –Dijo agarrándole del brazo y tirando de él. –
Llegaron al tumulto de gente y se hicieron un hueco como pudieron. Ella se movía de forma exagerada y estaba poniendo muy nervioso a Ángel, que lo único que hacía era ir de un lado a otro disimuladamente, con la mirada puesta en su ex, que lo había visto y también le miraba.
-Venga Ángel, déjala ya, ¡no vale la pena estar así!
-¿Eh? –Dijo gritando, acercándose más para intentar oírla, ya que con el ruido que había no podía escuchar nada. –
-Nada, que si quieres ponerme las manos en el culo…
-¿¡Pero qué dices, tarada?!
-Es que seguro que le jode, hazme caso, ¡que yo soy mujer! Creo… -Él se empezó a reír sin poder remediarlo. –
-Tranquila, no hace falta… ¿quieres tú poner las tuyas en el mío?
-Mmm… interesante propuesta… pero es que yo el tuyo ya lo he tocado. –Dijo poniendo morritos y cara de no haber roto un plato, sin pensar en nada de lo que estaba diciendo. –
-Pues por lista yo el tuyo también… ¿o es que ya no te acuerdas? Era muy pequeño ese baño.
-¿Podemos dejar de hablar de esto? –Preguntó riéndose. – Es un poco raro…
-Has empezado tú. –Contestó encogiéndose de hombros. –
Ella hizo un gesto de cerrarse la boca con cremallera, y siguió bailando, como si nada hubiera pasado. Él, que aunque fuera casi imposible por la distancia a la que la tenía intentaba por todos los medios no mirarle, sostenía una copa de la que bebía.
-Hey Ángel… ven un momento
-Voy. –Chilló mirando a su amigo Dani. –
-Patricia, voy a…
-Sí sí, tranquilo.
-Vale. -Cuando él se estaba yendo, ella le intentó agarrar del brazo calculando mal y cogiéndole de la mano. Ángel se giró sorprendido por el contacto y quedaron frente a frente, mirándose, como si estuvieran completamente solos. –
-Nada, que… no te preocupes… -Dijo tímidamente sonriéndole. –
-Ya, ya lo sé, gracias. –Le contestó sin soltarse. Pasaron unos cuantos segundos más… - Patricia, si no me sueltas no me puedo ir…
-Lo siento. –Dijo riéndose con algo de nerviosismo. –
Por fin, cuando pudo salir de aquella marabunta de gente, fue con Dani a fuera a tomar un poco el aire.
-Tío, ¿Cómo estás?
-Dani, ¿estás borracho ya? A ver, échame el aliento
-¡Que no, que sabes a lo que me refiero!
-Sí, lo sé, y… estoy bien, mejor de lo que esperaba
-¿en serio? Pues me alegro macho… ¿hablaste con ella?
-No, ni un segundo, la verdad es que tampoco me apetece mucho… sé que si lo hago la noche puede terminar mal
-Sí, en parte tienes razón… ¿y qué te traes con la rubia? No te suelta ni un minuto
-¿Con Patricia? No no, no malinterpretes, ella simplemente me está ayudando mucho
-Ya. –Dijo riéndose. – Pues a ver si tú la ayudas también a ella
-¿Qué? –En ese momento vieron como las luces se apagaron y como Berta y Pilar salían con una tarta enorme de un pequeño cuarto al fondo del local. –
-Será mejor que vayamos dentro ya
...
Estiró sus brazos con timidez, con la duda de cómo respondería Ángel ante ese gesto, pero para sus sorpresa él se acercó aún más y se abrazaron un instante, olvidando todas las preocupaciones y dejando la mente en blanco, cosa que habían intentando hacer desde esta mañana.
-Ais mi peque… como me lo tratan, con lo bueno que es él… -Ángel se separó un poco y la miró con una ceja alzada, realmente desconcertado. – ¿Qué? No me mires así, encima que estoy aguantando tus mierdas porque tu amiguito me ha obligado a venir… ¡si quieres te llamo enano de los huevos y todos tan contentos!
-Vale, esta ya es Patricia Conde… espero que no vuelva a poseerte el alma de uno de los osos amorosos.
Sonrieron y volvieron a abrazarse un par de segundos más.
-Bueno, venga, ¡que hay mucha tarde por delante! –Patricia se agachó y sacó el ajedrez de una de las bolsas plásticas. – ¿Una partidilla? ¿o te da miedo perder contra toda una profesional de la materia?
-Ah, ¿qué te has traído a una amiga?
-Idiota…
Ángel se rió y luego caminó hacia la mesa del salón para quitar las cosas de encima y poder poner ahí el tablero. Ella le siguió, y lo colocó justo en el medio, y al lado, las fichas.
-¿Blancas o negras?
-Blancas.
-Hay Ángel, de verdad, que racista eres… siempre he sabido que no te gustaban los negros… ¡¿qué tienes contra ellos?! Claro, como son más altos que tú… ¡que la envidia es muy mala! o es que a lo mejor tienes el cerebro saturado, como es tan pequeñico… –Dijo juntando los dedos pulgar e índice. –
-Yo no soy racista, lo que pasa es que siempre juego con las blancas. –Contestó mirándola de reojo. –
-Pues no me da la gana, ahora las cojo yo por listo.
-¿Pero qué más te da?
-¿Y qué más te da a ti? ¿¡Ves como eres racista?!
-Vale, está bien, coge tú las blancas.
-¡Bien! Bueno, espera… es que las negras combinan mejor con mis botas…
-¡Por dios Patricia, que son unas fichas de ajedrez!
-Vaaaale… que el señorito se enfada, como entiende de moda lo mismo que falete de dietas…
Ángel estaba completamente desesperado, así que le hizo un gesto para que se callara y comenzaron a colocar las piezas.
-Huy… no me gustan Ángel… todos los chiquiticos delante, para que se los carguen a la primera… ¡qué malos!
-Se juega así, ¿qué quieres que le haga?
-Pues vaya mierda, delante de la reina tendría que ir el caballo para montarse encima, ¿no?
-Es plástico, Patricia.
-Pues como si es mierda… huy, se me ha escapado
Ángel levantó la vista para mirarle sorprendido por la actitud que tenía, era increíble como estaba comportándose, exactamente igual que su personaje. ¿Por qué no se le ocurrían a él esas ideas?
Patricia empezó a reírse cuando vio su expresión, y luego, siguieron colocándolo todo hasta que ambos terminaron.
-Ya está, ¿quién empieza? –Dijo dando pequeños saltos en el sofá, con cara de emoción. –
-Pues tú, eres las blancas y las blancas siempre empiezan.
-Joder, ¡ya estamos otra vez con el racismo de los huevos!
-¡Son las reglas del juego, no me las he inventado yo!
-Claro, por eso quería también las blancas, para empezar… que astuto es el jodío. –Dijo susurrando para sí misma. –
-¿Empiezas o voy a prepararme un café?
-A ver, a ver… cual muevo… -Dijo frotándose las manos. – Venga, va.
Comenzaron la partida y toda la casa se encontró con un silencio sepulcral. Sólo se oían las fichas golpear con el tablero de madera y de vez en cuando, un par de suspiros por parte de Patricia.
Cuando estaba llegando al final, iban muy igualados.
-¡Jaque mate! –Dijo Patricia elevando la voz y provocando que Ángel pegara un respingo sobre el sofá. –
-¿Eh? No, no, el jaque mate es al rey Patricia.
-¿Por? A mí me gusta más la reina
-Ya empezamos… que no puedes saltarte las reglas así porque sí joder.
-¡Pero si la que está jugando soy yo! Juego como me de la gana y ya está
-De verdad, contigo no se puede.
-¿Quieres dejar de quejarte? Claro, quieres distraerme para ganar, es eso…
-Claro, claro.
Patricia subía y bajaba las cejas continuamente como símbolo de chulería y después de que se comiera a la reina, Ángel hizo como si ella le hubiera ganado y cerraron el tablero.
-¡Já! ¿Cómo te quedas, enano? Soy la mejor, si es que lo sabía, a mí nadie me gana a esto
-Porque será…
-¿Qué has dicho?
-¿Yo? ¡Nada!
Patricia se recostó un poco en el sillón y él hizo lo mismo, así que su cabeza quedó apoyada en su hombro.
-¿Qué hora es?
-No tengo ganas de mirar… ve tú
-Nos ha jodío, si te pregunto es porque yo tampoco quiero ir.
-Pues ya está.
-Pues eso.
Capítulo 11:
-¿Qué hora es?
-No tengo ganas de mirar… ve tú
-Nos ha jodío, si te pregunto es porque yo tampoco quiero ir.
-Pues ya está.
-Pues eso.
Al cabo de unos cinco minutos, Patricia volvió a hablar.
-Va Ángel, vete a mirarla, porfa… -Patricia no obtuvo respuesta, y como intuyó que Ángel se estaba quedando dormido empezó a pellizcarle flojito en el brazo. – ¡FUEGOOOO, FUEGOOOOO!
-¿¡Qué?! ¡¿Dónde?! Joder, ¡Qué has hecho!
-Jajaja, ¡ha funcionado! –Gritó aplaudiendo. – ¿Qué hora es?
-Joder… no me lo puedo creer.
Se levantó y fue a la cocina a mirar el reloj, y Patricia le siguió.
-¿Pero tú no decías que no tenías ganas de mirarla?
-Se me ha antojado chocolate… ¿tienes? –Ángel abrió una de las puertas del armario y le sacó un bote de nocilla. –
-Toma, puedes comértelo todo.
-¡Vale! –Patricia metió la lengua en el bote, manchándose la nariz también. – Mierda… voy al baño a lavarme la cara.
-Ah no no, si eres la Patricia loca límpiate como la Patricia loca, por el interés te quiero Andrés no…
-Vale, pues la Patricia loca diría… Ángel, ¿me limpias? –Preguntó poniéndole morritos. –
-No estoy yo tan seguro de eso
-Ángel, ¿me limpias?
Volvió a repetirle pasando de su comentario. Él negó con la cabeza en el otro lado de la cocina.
-¿Ah no? Pues te limpio yo a ti.
-Yo no me voy a manchar porque a ti te de la gana… -Patricia escondió el bote detrás de la espalda y con un dedo cogió un poco. Luego se fue acercando hacia donde estaba él y aprovechando que estaba de espaldas le giró con la mano que tenía libre y con la otra le puso la nocilla en la nariz. –
-¿Ves? Que mono, un enano de chocolate…
-Aiiii no… como te gusta desesperarme
-Venga, te voy a limpiar
-Ni se te ocurra.
-¿Por qué? –Dijo poniendo una sonrisa de medio lado y acercándose cada vez más. –
-Patricia, para.
-No quiero. –Le encantaba ponerle nervioso y ver hasta donde era capaz de llegar. –
-Patricia…
-¿Qué? -Le preguntó casi en un susurro muy cerca de él. –
Ángel simplemente intentó negar un poco con la cabeza, ni siquiera se atrevía a hablar a esa distancia. Vio como ella se fue acercando todavía más hasta quedar totalmente pegada a él, y cerró los ojos temiéndose lo peor, pero cuando los abrió se encontró con su barbilla y en parte respiró aliviado, hasta que sintió la lengua de Patricia en su nariz. Se quedó totalmente quieto, y ella como siempre estaba totalmente cómoda, haciendo lo que se le venía en gana.
Cuando terminó con toda la nocilla le dio un pequeño beso en la punta de la nariz, corto y rápido. Luego se puso a su altura y le miró a los ojos, graciosa y divertida.
Él esperaba algún tipo de palabra o algún gesto significativo, pero simplemente se dio la vuelta y tras coger el bote de nocilla volvió al salón. ¿Por qué le hacía esto?
-¿Tú te crees que puedes hacer lo que te de la gana? Te recuerdo que la señora princesa está en mi casa. –Fue diciendo mientras iba al sillón con una cerveza en la mano. –
-Te pedí que lo hicieras tú…
De pronto, empezó a sonar el móvil.
-Es el mío. –Patricia se levantó del sofá y fue corriendo a la entrada, donde sacó el móvil del bolso. Después de percatarse de que Ángel no la estaba oyendo, empezó a hablar. –
“¿Sí? No, mira, es que ahora no puedo que estoy algo liada, y esta noche tampoco va a poder ser, lo siento…
Cuando salga con las chicas otro día te aviso y nos vemos, ¿vale?
..
¿Ah sí? Genial, pues divertíos, ¡adiós guapo! Un beso”
Colgó y en silencio volvió al salón.
-Ángel, tengo que irme…
-¿A dónde? –Rectificó la pregunta tan pronto como pudo, en realidad no tenía por qué importarle… o eso creía… - quiero decir, que… ¿a esta hora?
-Sí, es que me acaba de llamar un amigo y bueno… voy a despejarme un ratillo, espero que no te importe.
-Claro que no, sal y diviértete. –Dijo mirándola desde el sofá. –
-Lo siento, luego te llamo si puedo ¿vale?
-Si no puedes tampoco pasa nada -Dijo en un tono un poco brusco. –
Patricia volvió a la entrada y después de abrir la puerta la cerró, engañando completamente a Ángel.
Él, pensando que estaba sólo, suspiró y dejando la cerveza sobre la mesa de cristal se tumbó.
Al cabo de un par de minutos Patricia fue hasta el salón y lo contempló de pie, con una pequeña sonrisa. “Pero si se ha dormido en nada… pobrecito”.
Capítulo 12:
Al cabo de un par de minutos Patricia fue hasta el salón y lo contempló de pie, con una pequeña sonrisa. “Pero si se ha dormido en nada… pobrecito” pensó para sí misma.
Fue a la cocina a recoger el estropicio que había hecho antes, intentando no hacer mucho ruido ya que no quería despertarle, aún no.
Eran casi las 8 y entre una cosa y otra, de momento, había conseguido que sólo pensara en como librarse de ella y que no se comiera la cabeza con cosas que ahora mismo no valían la pena.
Volvió y se sentó en los pies de Ángel, respondiendo al sms que Dani le había mandado hace unos pocos minutos.
“Va todo muy bien, le estoy volviendo loco pero mejor así. Ahora está dormidito, que le he dado mucha caña, ya sabes como soy… ¿y vosotros qué tal? Perdón si interrumpo algo, pillín”
“¿Caña de qué tipo? Eso ha sonado muy muy mal… no sé para que me preguntas si en cuanto Berta pueda va a contártelo todo, que no se os puede decir nada porque lo soltáis en seguida”
“¡Daniel Mateo! Ya sabes a lo que me refiero, de verdad, que tío más salidorro… espero que Berta tenga cuidadito contigo, y por supuesto que me lo contará, eso ni lo dudes”
Mientras escribía el mensaje Ángel se despertó, pero aunque se extrañó mucho de verla allí, hizo como si estuviera dormido.
Al escuchar el sonido de mensaje enviado, abrió los ojos.
-¡Hola! –Dijo gritando y asustándola. –
-¡Ángel! ¿Estás mal de la cabeza? Joder, que susto.
-Susto el mío que te he visto aquí otra vez, que pasa, ¿has entrado por la ventana?
-Simplemente no me he ido, ¿pensabas que iba a dejarte aquí solito? Además, ¡con lo bien que lo estábamos pasando!
-Huy sí, genial… ¿en qué parte? ¿Cuando te quejabas en el ajedrez por todo o cuando te pusiste en plan provocativa a limpiarme el chocolate? O quizás te refieres a la que me aplastaste en el sofá sin querer levantarte para mirar el reloj...
-Me refiero a cuando tenías esa cara de seta que pones tú… ah no, que es la que tienes. –Puso morritos. –
-Ai, ¡Qué graciosa! –Dijo riéndose falsamente. –
-¿Yo? Siempre. –Dijo levantándose con una sonrisa y quitándose las arrugas del vestido. –
-Ya, ya veo
-Ángeeeeeel…
-¿Qué? –Preguntó levantando una ceja. –
-¿Me prestas tu ducha?
-¿Cómo?
-Qué, cómo, cuándo, dónde, y por qué… -Dijo canturreando. Al ver que Ángel no decía nada, siguió hablando. – Que si me prestas tu ducha, es que estoy súper incómoda
-Sí, claro… ven
Subieron las escaleras y llegaron al segundo piso. Patricia no dejaba de mirar a todos sitios intentando ver cualquier detalle inútil, hasta que llegaron al baño.
-Pasa. –Dijo él abriendo la puerta. – ¿Te traigo ropa o algo?
-Si quieres… pero no se lo digas a nadie, tengo una imagen pública Ángel
-Eso es porque no te conocen…
-Paso de ti. –Contestó mirándole de reojo. – ¿Puedo coger una toalla cualquiera?
-Saca una limpia de la puerta derecha del armario y… eso, que ahora te traigo la ropa.
-¡No entres sin avisar! Que ahora mismo soy una indefensa joven en manos de un bándalo
-Esta es mi casa, si quiero entrar entro. –Dijo desafiándole. –
-No seas malo Ángel… sé que soy irresistible pero por favor, compórtate como un hombre
-¿No acabas de decir que soy un bándalo? –Preguntó elevando la voz, ya que había ido a su habitación a coger una camisa y un pantalón. –
-¡Lo retiro!
-Ya, ahora.
El agua empezó a salir y las gotas chocaban contra el suelo de la bañera. Ángel entró en el baño y le dejó lo que había cogido de ropa sobre una pequeña banqueta.
-¿Vas a cenar aquí?
-No sé, ¿qué hay?
-Por haber… hay pan y agua
-Es una oferta tentadora, pero si no me convences más…
-¿Y por qué tengo que convencerte?
-Porque los dos sabemos que estás deseando que me quede… no te engañes Ángel.
-Pero que creída…
-Ahora en serio, dime si te quedas para encargar algo
-Yo estaba hablando en serio, no sé porque crees que no. –Risas. – Cuando salga lo vemos.
-Vale. –Dijo yendo hacia la puerta. –
-Ángel…
-¿Qué quieres ahora?
-¿No tienes otro champú?
-¿Qué te pasa con ese?
-Es que a lo mejor si lo uso me quedo calva como tú
-¡Pero que cabrona!
-Es una bromita, si ahora con las ampollas todo se arregla. -Dijo volviéndose a reír. –
-Como sigas y te corte el agua caliente el que me voy a reír soy yo
-Vaaaale… ya paro…
Ángel cerró la puerta del baño tras él y luego bajó las escaleras y se sentó en el sofá del salón.
Encendió la tele y se puso a hacer zapping mientras esperaba, aunque a estas horas no había nada demasiado interesante.
Capítulo 13:
Ángel cerró la puerta del baño tras él y luego bajó las escaleras y se sentó en el sofá del salón.
Encendió la tele y se puso a hacer zapping mientras esperaba, aunque a estas horas no había nada demasiado interesante.
Al cabo de un rato, oyó unos pasos por la escalera y al girarse la vio peleándose con los pantalones.
-Joder Ángel, estos pantalones deben de ser cuatro o cinco tallas más de la que tú usas
-Eso para que vuelvas a llamarme enano.
-Que mala leche… te los pondrás para dormir al menos, ¿no?
-Sí, a veces, aunque no me los pongo casi nunca… son feos de cojones
-Ah, ¿Qué tú ropa es bonita?
-Hoy es el día de meterse con Ángel por lo que veo
-Hoy, ayer, y mañana, y pasado…
-Bueno… –Dijo resoplando. – ¿Te quedas?
-Pídemelo
-¿Por qué? Si quieres quedarte hazlo, y sino, pues no
-Si me pides que me quede, yo me quedo.
-Venga vale, pues quédate.
-No no, ven aquí.
-¿Pero qué pasa ahora?
-¡Ven! –Se levantó y se acercó al final de la escalera, donde estaba ella de pie apoyada. – ¿Qué tenías que decirme, Ángel?
-¿Yo? Nada. –Patricia le dio un pequeño golpe en el hombro y entonces se dio cuenta de lo que se refería. – Ahhh… ¿quieres quedarte a cenar, Patricia? Me las pagarás por esto. –Dijo susurrando. –
-Ohh que mono que me lo pide y todo… claro que me quedo
-Per…
-¿Qué tienes pensado que cenemos?
-Conozco un italiano que te va a encantar…
-Así me gusta, decidido. –Dijo sentándose en el sofá y apoderándose del mando. –
-¿Tienes hambre? Para llamar ya, digo
-Vale. –Dijo sonriendo. –
Al cabo de un rato, cuando los dos estaban sentados en el sofá viendo una tontería en la tele, sonó el timbre. Esta vez se levantó Patricia y después de pagar al repartidor entró y fue con las cosas a la cocina.
-Que bien huele… Ángel, ¿los platos?
-Espera que te ayudo.
Se pusieron a preparar la mesa entre los dos, y cuando estuvo puesta se sentaron.
Ángel no se había dando cuenta hasta ese momento, pero el pelo de Patricia estaba aún húmedo y eso hacía que se transparentara la camisa que llevaba.
-Ángel, céntrate…
-¿Qué haf difho? –Preguntó ella con unos pocos spaguettis en la boca. –
-¿eh? Nada…
-Que rico está esto, me encanta
-Ya lo sabía yo…
-Siempre me has conocido tan bien... casi desde el primer momento que empezamos a hablar. –Dijo mirándole seriamente dejando el cubierto sobre el plato. –
-Bueno, sí, supongo que tenemos muchas cosas en común.
-¿Te acuerdas cuando nos enteramos que cumplíamos el mismo día? Casi muero de la risa con la cara que se te quedó
-Ya me la imagino, estaría pa verme
-Que calor hace aquí, y eso que está la puerta abierta… -En ese momento Patricia se recogió el pelo con una coleta, y Ángel no pudo evitar mirarle como un idiota. Simplemente, no era de piedra. –
-No sé, yo no tengo. –Dijo mirando de nuevo hacia el plato. –
-¿Por qué me miras así? –Dijo riéndose. –
-Así ¿cómo?
-Déjalo, estás tontico hoy…
-Y tú muy cabroncilla
-Es que me divierte mucho ver la cara de desesperado que pones, yo creo que no rompes nada por cortesía
-Y porque lo tengo que pagar, y soy catalán.
Patricia no pudo aguantar una carcajada con ese comentario, y Ángel volvió a quedarse absorto en esa preciosa sonrisa. Trataba de no hacerlo, pero era inevitable.
Cuando terminaron de cenar, recogieron todo y fueron de nuevo al sofá del salón.
-Bueno… ¿una copa y me voy?
-Me parece buena idea.
Él volvió a la cocina y cuando trajo las copas, Patricia estaba mirando una foto que tenía en la estantería.
-¿Este eres tú de pequeño? Bueno, de más pequeño quiero decir. –Risas. –
-Sí, ahí todavía estaba en Barcelona.
-Que bonico… seguro que eras igual que ahora
-Era más ingenuo. –Dijo sentándose. –
-Como todos…
Cogieron las copas y después de estar hablando un ratito más, llegó la despedida.
-Bueno, pues me voy porque es tarde y mañana tenemos un programa que hacer, chiquitín…
-Sí, a lo tonto a lo tonto se nos ha ido el tiempo.
-Me lo he pasado muy bien, al final tendré que agradecerle a Dani que me haya convencido para venir.
-Y yo retiro la frase que he dicho al verte en la puerta. –Dijo guiñándole un ojo. – Ten cuidado a ver si va a verte algún paparazzi con esa ropa, te tomarán por drogada como mínimo.
-Aquí el farlopero eres tú, no me la cueles… bueno, hasta mañana Ángel, ¡gracias!
-Gracias a ti. –Le contestó él sonriendo tímidamente. –
-Dos besos por lo menos me merezco ¿no?
-¿Tú crees? Bueno vale… pero porque no es lo mismo que lo sueñes esta noche
-¡Idiota! –Dijo riéndose. Escucharon el sonido de una pita, y el coche de Dani ya estaba aparcado. – Bueno, me voy, que este nos mata.
Se dieron los dos besos y Ángel, con una sonrisa, se quedó apoyado en la puerta viendo como se iba en el coche de su amigo.
Capítulo 14:
Las puertas de su armario abiertas y toda la habitación hecha un estropicio. Sabía que Miki iba a celebrar su cumpleaños esa noche desde hace bastantes días, pero no se había parado ni siquiera a pensar qué iba a ponerse, últimamente la cabeza no le daba para más.
El problema es que tenía un par de vestiditos muy monos, pero le parecían demasiado elegantes para la ocasión, así que se había decantado por otras prendas, pero estas le parecían muy poco…
Cada vez quedaba menos tiempo para la hora y no se decidía, así que probó a combinar cosas nuevas.
Sacó unos pantalones negros apretados y que brillaban un poco y les puso encima una camisa beige que le llegaba por la mitad del muslo. Luego sacó unos tacones negros y una pequeña cartera negra con piedras en un tono ámbar… tras mirarla unos segundos, asintió con la cabeza y se quitó la toalla para vestirse.
-
Ni siquiera se acordaba de que esta noche tenía que salir, era un completo desastre. Aún estando en la ducha tenía la marca del sofá en la cara por haberse quedado dormido, e intentaba despejarse un poco. Suerte que se había afeitado ayer y no necesitaba hacerlo justo ahora…
Salió con la toalla enrollada en la cintura y se dirigió al dormitorio a vestirse, cosa que para él no era un gran problema.
Cogió unos vaqueros oscuros, una camisa marrón lisa, chaqueta negra y unos zapatos negros.
-
Esperaba en la entrada de su casa al taxi impaciente, veía que los minutos iban pasando y quería estar allí puntual, sobre todo porque se lo había prometido a Miki cuando él le dijo de broma que si llegaba y no estaban es que se había terminado la fiesta…
Unas luces apareciendo por la carretera le sacó de sus pensamientos, así que se subió y se dirigió al local.
Tras tragarse algo de tráfico, se bajó pagando al taxista y en cuanto vio a su cumpleañero amigo empezó a saludarle con la mano y con una gran sonrisa, dándose por satisfecha en el tiempo de llegada.
La acompañó a entrar y después de meter el bolso en un pequeño cuarto, echó un vistazo al ambiente.
En un par de sillones Berta, Dani y Pilar. Él tenía el brazo pasado por detrás del sillón, rozando el cuello de Berta delicadamente, y Pilar estaba en frente riéndose, seguramente por alguna tontería que habría soltado Dani.
En medio del pub y bajo un montón de luces había muchísima gente, la mayoría ni siquiera conocidos por ella.
Y a la derecha de todo, sentado en otro sofá individual, Ángel. Sostenía su móvil con una mano y con la otra aguantaba el peso de su cabeza, mirando hacia un sitio perdido hasta que se percató de su presencia y clavó su brillante mirada en ella, recorriéndola disimuladamente de arriba a abajo.
-¡Hola enano! –Saludó ella con muchísimo entusiasmo. Él seguía mirándola. –
-Espero que no hayas venido ya borracha… es un favor personal, que luego siempre me toca cargar contigo
-Eso es porque tú quieres. –Dijo apoyándose en el reposa brazos. – Bueno, ¿y qué haces aquí solito?
-Nada… vigilar que no se lleven los bolsos. –Dijo sonriendo y luego fijando sus ojos en el medio del local, donde todo el mundo bailaba. –
-Pues lleva cuidado porque dudo que no se los lleven contigo de segurita, es más, creo que a ti también te podrían incluir en el lote… -Contestó riéndose. Luego miró hacia el lugar que el estaba observando. – Uala, Ángel… esa no es…
-Sí, lo es, yo me he quedado igual… bueno, es que Miki y ella se llevaban genial
-Es cierto… pero hey, ¡no quiero verte así! –Justo cuando pronunció esa frase, vio al acompañante de ella… le sonaba su cara, mucho, quizás demasiado, pero no conseguía averiguar de qué… “¡mierda!” dijo para sí misma. –
-¿Y a ti que te pasa ahora? –Preguntó él viendo su reacción. –
-¿Eh? ¡Nada! Que conozco al que va con ella… más de lo que quisiera…
-Pues también es casualidad… ¿Y quién es el apuesto galán? –Dijo graciosote. –
-No querrás saberlo
-Si te lo estoy preguntando por algo será, ¿no?
-Bueno, es que… ¿recuerdas aquella tarde cuando te llamé y como me lo cogió tu chica colgué?
-Sí
-Pues luego salí con unas amigas y conocí a este chico… y nos enrollamos… bueno, no, fue un intento de eso, porque no pude
-¿Por?
-No lo sé… -mentirosa. En ese instante pudo ver como sus compañeros se metían a bailar también, así que miró a Ángel con una sonrisa malévola y él, que se dio cuenta, le intentó avisar de que no lo hiciera. –
-No Patricia, ahora no… luego, cuando no me dé cuenta de mis actos
-¡No seas soso! Venga anda, vamos…
-Con lo tranquilito que estaba yo aquí, ¿vas a hacer que me levante?
-¿Y todavía lo dudas? –Dijo agarrándole del brazo y tirando de él. –
Llegaron al tumulto de gente y se hicieron un hueco como pudieron. Ella se movía de forma exagerada y estaba poniendo muy nervioso a Ángel, que lo único que hacía era ir de un lado a otro disimuladamente, con la mirada puesta en su ex, que lo había visto y también le miraba.
-Venga Ángel, déjala ya, ¡no vale la pena estar así!
-¿Eh? –Dijo gritando, acercándose más para intentar oírla, ya que con el ruido que había no podía escuchar nada. –
-Nada, que si quieres ponerme las manos en el culo…
-¿¡Pero qué dices, tarada?!
-Es que seguro que le jode, hazme caso, ¡que yo soy mujer! Creo… -Él se empezó a reír sin poder remediarlo. –
-Tranquila, no hace falta… ¿quieres tú poner las tuyas en el mío?
-Mmm… interesante propuesta… pero es que yo el tuyo ya lo he tocado. –Dijo poniendo morritos y cara de no haber roto un plato, sin pensar en nada de lo que estaba diciendo. –
-Pues por lista yo el tuyo también… ¿o es que ya no te acuerdas? Era muy pequeño ese baño.
-¿Podemos dejar de hablar de esto? –Preguntó riéndose. – Es un poco raro…
-Has empezado tú. –Contestó encogiéndose de hombros. –
Ella hizo un gesto de cerrarse la boca con cremallera, y siguió bailando, como si nada hubiera pasado. Él, que aunque fuera casi imposible por la distancia a la que la tenía intentaba por todos los medios no mirarle, sostenía una copa de la que bebía.
-Hey Ángel… ven un momento
-Voy. –Chilló mirando a su amigo Dani. –
-Patricia, voy a…
-Sí sí, tranquilo.
-Vale. -Cuando él se estaba yendo, ella le intentó agarrar del brazo calculando mal y cogiéndole de la mano. Ángel se giró sorprendido por el contacto y quedaron frente a frente, mirándose, como si estuvieran completamente solos. –
-Nada, que… no te preocupes… -Dijo tímidamente sonriéndole. –
-Ya, ya lo sé, gracias. –Le contestó sin soltarse. Pasaron unos cuantos segundos más… - Patricia, si no me sueltas no me puedo ir…
-Lo siento. –Dijo riéndose con algo de nerviosismo. –
Por fin, cuando pudo salir de aquella marabunta de gente, fue con Dani a fuera a tomar un poco el aire.
-Tío, ¿Cómo estás?
-Dani, ¿estás borracho ya? A ver, échame el aliento
-¡Que no, que sabes a lo que me refiero!
-Sí, lo sé, y… estoy bien, mejor de lo que esperaba
-¿en serio? Pues me alegro macho… ¿hablaste con ella?
-No, ni un segundo, la verdad es que tampoco me apetece mucho… sé que si lo hago la noche puede terminar mal
-Sí, en parte tienes razón… ¿y qué te traes con la rubia? No te suelta ni un minuto
-¿Con Patricia? No no, no malinterpretes, ella simplemente me está ayudando mucho
-Ya. –Dijo riéndose. – Pues a ver si tú la ayudas también a ella
-¿Qué? –En ese momento vieron como las luces se apagaron y como Berta y Pilar salían con una tarta enorme de un pequeño cuarto al fondo del local. –
-Será mejor que vayamos dentro ya
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Re: El amor es lo que tiene
Capítulo 15:
-¿Qué? –En ese momento vieron como las luces se apagaron y como Berta y Pilar salían con una tarta enorme de un pequeño cuarto al fondo del local. –
-Será mejor que vayamos dentro ya
Al entrar todos empezaron a cantar el cumpleaños feliz, algunos intentando que pareciera bonito y otros en un tono bastante graciosete. Patricia se percató de la presencia de Ángel tras Miki apagar las velas, cuando le vio ponerle a este la tarta en la nariz con la ayuda de Dani.
La fiesta siguió durante unas cuantas horas más, el alcohol en vena iba aumentando y por tanto, las acciones incoherentes también. Patricia salió entre tumbos a coger un poco de aire, encontrándose con Ángel.
-Eres un soso de mierda… -Le dijo de repente. –
-¿Pero qué pasa ahora?
-Nada. –Contestó soltando una sonora carcajada. –
-Estás fatal… deberías irte a casa ya
-¿Por qué? ¿Por qué tú lo digas, no?
-Mira como vas
-Pues como me da la gana, que por algo soy mayorcita… ¿es que el niño es tan responsable que no se emborracha nunca?
-Vale Patricia, lo que tú digas
-A mí no me hables así. –Dijo acercándose. –
-Bueno, pues entonces sigue bebiendo hasta que no te acuerdes ni de cómo te llamas. –Dijo girándose y entrando de nuevo. –
Ella se quedó allí, sentada, riéndose incluso del leve sonido de los grillos y de las pocas palomas que sobrevolaban el cielo a esas horas.
-¡Ángel! –Le sorprendió Berta por detrás. –
-¿Qué pasa?
-¿Has visto a Patricia?
-¿Por?
-Hay un chico que la está buscando desde antes.
-¿Moreno, alto, y de ojos verdes?
-Sí… ¡ése! –Dijo Berta sonriendo. Ángel supo en seguida de quien se trataba –
-Pues la verdad es que no sé donde está
-Que pena, porque parece que está bastante interesado por ella.
-¿Ah sí?
-Sí, y además se le ve majete… y tal y como debe ir Patricia quién sabe lo que puede hacer. –Dijo riéndose. –
-Ya… oye Berta, creo que me voy a ir ya, nos vemos el lunes
-¿Tan pronto?
-Sí, es que no me encuentro muy bien
-Bueno, vale… ¿no te despides de tu ex?
La pregunta fue echa al aire porque Ángel había salido rápidamente hace un par de segundos. No sabía por qué pero sentía la necesidad de encontrarla, de saber que estaba bien, y sobre todo de que no estaba cometiendo algo de lo que pudiera arrepentirse.
Se despidió de Miki en apenas un abrir y cerrar de ojos, y tras buscarla por todos los recovecos del interior salió a la carretera, mirando hacia ambos lados.
No había ni rastro de ella, hasta que caminó un poco y se la encontró sentada en la acera con la cabeza apoyada en el coche, y con su guapísimo pretendiente al lado.
-¿Patricia? –Preguntó asomando ligeramente la cabeza. –
-Hola, soy Óscar. –Dijo él extendiendo su mano. –
-Hola. –Ángel le correspondió y se saludaron. – ¿Está dormida?
-No… está… pues tal y como la estás viendo, muy muy ida
-Ya, bueno, vete acostumbrando
-¿por qué?
-Porque cuando salgas con ella vas a tener que encargarte de que no termine durmiendo en un contenedor, por ejemplo
-¿Cuándo salga con ella?
-No me trates por idiota, está claro que te encanta
-Pues sí, pero es que ¿a quién no le encanta? Mírala y dime que no te parece un cielo. –Ángel clavó sus ojos en ella un par de segundos, y de repente reaccionó. –
-¿Quién es?
-Patri, es Ángel, creo que ha venido a buscarte
-¿Qué Ángel? Ángel, Ángel, ¿Ángel de amor, no te abandones no te derrumbes amor?
-Me la llevo, ¿vale? –Dijo mirándole incrédulo y sonriendo ligeramente. –
-Sí, va a ser mejor… ya la llamaré para vernos en otro momento
-Pues bueno, gracias chaval
-A ti, supongo.
El chico se levantó de la acera, y Ángel la levantó como pudo.
-¿Dónde tienes el coche?
-El cocherito lereee, me dijo anoche leereee, que si quería lereee…
-¿¡Quieres dejar de cantar?! A ver… haz un esfuerzo, intenta acordarte
-Creo que está en casa Ángel
-Así que has vuelto a venir en taxi… vale, entonces me toca llevarte… -Ella simplemente encogió los hombros y puso una cara de indiferencia. –
Caminaron un poco más hasta llegar al coche de Ángel. La sentó en el asiento del copiloto y él en el del conductor, y tras abrocharle el cinturón se dispuso a mandarle un mensaje a Dani dándole explicaciones de por qué se había ido así.
Arrancó y mientras intentaba recordar como llegar a su casa, le miraba de reojo para evitar que se quedara dormida.
Capítulo 16:
Arrancó y mientras intentaba recordar como llegar a su casa, le miraba de reojo para evitar que se quedara dormida.
Al llegar, Ángel le dio un pequeño codazo para que se espabilara.
-Patricia, ya llegamos
-Vale. –Dijo asintiendo sin mover ni un milímetro su cuerpo. –
-¿Vas a hacer que me baje y que te suba hasta arriba? –Al ver que no reaccionaba, se quitó el cinturón y cuando fue a abrir la puerta para salir, Patricia le agarró de la camisa impidiendo que se fuera. –
-Quédate aquí… -Susurró. –
-Patricia, es muy tarde y…
-¿Quieres callarte de una vez?
Ángel hizo caso y se apoyó en el respaldo del asiento, apagando el motor y cerrando los ojos.
-¿Me perdonas por lo que te dije antes? –Preguntó ella acercándose cada vez más. –
-No sabes ni lo que estás diciendo… -Ella hizo un gesto de incredulidad. – mañana no recordarás nada.
-A lo mejor sí.
Ángel la miró, y cuando se fue a dar cuenta ella ya estaba agarrándole del cuello de la camisa, empezando a besarle.
Después aquel beso llegaron muchos más, y aunque ellos no lo supieran se transmitían sensaciones completamente diferentes: cariño, ternura, pasión… rápidamente se aliaron las caricias, y mientras, sin saber cómo, se dirigían hacia la habitación de Patricia. Las manos de Ángel recorrían toda su silueta de una manera casi desesperada, ansiosa, impaciente.
Incluso después de todo el tiempo que había pasado desde la última vez que la tuvo para él, recordaba perfectamente cada curva de ese cuerpo, sabía como estremecerla y conocía con bastante claridad el aroma de aquella suave piel, lo cual era casi un milagro teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba.
En un momento casi imperceptible se encontró envuelto por aquellas cuatro paredes de color lila pálido y fue entonces cuando tuvo claro – por si le quedaba alguna duda – lo que iba a pasar. En realidad su cerebro le decía que parase, estaba borracho aunque quizás no tanto como Patricia pensaba, y sabía perfectamente las consecuencias que iba a traer esto, aunque cada vez le iban importando menos, sobre todo cuando sintió las finas manos de Patricia acariciando su espalda bajo su camisa de una manera majestuosa. La situación cada vez le provocaba más morbo, y a la vez, aunque intentaba no pensar en eso, cierta ternura.
La besó pasionalmente, como si aquello pudiera borrar esos pensamientos que acababa de tener, y luego le quitó la camisa mientras ella cedía subiendo los brazos, para después tirarla sobre la fina alfombra que ahora mismo pisaban.
Su cara de niña traviesa y su sonrisa picarona hacían que Ángel perdiera el control, ansiando más el momento de tenerla – por segunda vez –, pero Patricia quería disfrutar de cada segundo porque aunque casi no fuera consciente de sus actos, sabía que las probabilidades de que esta situación volviera a repetirse eran muy escasas.
Le quitó la camisa, primero desabrochando con cautela cada botón y luego arrancándola sin ningún reparo, demasiado ansiosa.
En cuanto tuvo su pecho al descubierto se acercó más a él, y mientras le provocaba ciertas cosquillas en los pezones con ayuda de sus dedos, su lengua y sus dientes recorrían cada poro del resto del torso, provocando en Ángel una excitación inmediata tal y como anunciaba su respiración agitada y su erizada piel.
A ella le encantaba verle así, tenerle a su merced, y aquel pecho le volvía loca aunque él no lo supiera. Notó como, aunque hacía pocos días que se había depilado, los principales pelos comenzaban a notarse, y eso le provocaba unas delicadas cosquillas sobre su pómulo que también adoraba.
Mientras Patricia seguía investigando cada parte de aquel torso, Ángel dirigió sus manos a su pantalón y se lo quitó, bajándoselo despacio mientras acariciaba sus muslos y seguidamente sus piernas con muchísima delicadeza.
La arrinconó en la pared, y tras volver a sentir sus labios, recorrió su cuello con su lengua y luego comenzó a descender por aquel perfecto cuerpo. Rodeó sus hombros con su boca, intercalando mordisco y caricias y luego fue bajando cada vez más, notando como Patricia se excitaba en seguida.
Le quitó el sujetador algo desesperado y comenzó a besar cada rincón de sus pechos, haciendo que sus pezones se endurecieran y que su respiración se agitara cada vez más. Ahora intervinieron sus manos, acariciándolos y palpándolos con delicadeza, cosa que hizo que Patricia soltara un pequeño pero sonoro gemido. Él sonrió, y siguió lamiendo su pecho derecho mientras ella respiraba agitadamente y soportaba su cabeza con ambas manos, ejerciendo presión y dirigiendo la profundidad de sus besos y caricias.
Ahora recorría su vientre con su lengua, dándole pequeños besos alrededor de su ombligo y, llegando rápidamente a sus braguitas, se las quitó acariciando la parte interna de sus muslos, provocando en Patricia un sonoro gemido mientras pronunciaba su nombre, cosa que le excitó aún más si cabía.
Ella agarró su cabeza por la nuca y cuando lo tuvo a su altura le besó, haciéndole entender que quería estar en igualdad de condiciones.
Ahora fue Patricia la que bajó hasta el botón de su pantalón y tras quitárselo y ver dentro de su bóxer su miembro ya algo erecto, se deshizo de ellos con su boca, haciendo que Ángel se estremeciera.
Ahora que ambos estaban desnudos se tumbaron en la cama, ella abajo y él arriba. Llevó su lengua hasta su parte más íntima y empezó besando despacio sus labios vaginales, para después acariciar suavemente su clítoris con los dedos.
Patricia ya gemía salvajemente, y mientras agarraba su nuca hizo que sus miradas se encontraran, cosa que les excitó aún más a ambos.
No querían que todo acabara ya, necesitaban disfrutarlo más ya que sabía las circunstancias en las que estaban, así que Ángel, sin saber muy bien lo que se le pasaba por la cabeza, pasó sus piernas alrededor del cuello de Patricia, introduciéndole su miembro dentro de su boca. Ella no se lo esperaba, pero supo reaccionar más bien de lo que Ángel pensó. Al principio lo saboreaba poco a poco, inspeccionando cada rincón despacio, pero conforme el ritmo de las embestidas iba aumentando, se sentía con más confianza y cada vez se introducía más. Lo notaba caliente y para que el cambio de temperatura no fuera demasiado intentaba no hacerlo bruscamente, aunque ahora mismo su cerebro no respondía a sus acciones, simplemente se dejaba llevar por la lujuria.
Mientras, él estaba agarrado al cabezal de la cama y gemía desesperadamente, diciendo cosas sin sentido y mirando como Patricia también se retorcía de placer. Justo cuando vio que no podía más, volvieron a ponerse a la misma altura y él introdujo su miembro en ella, haciendo que su fina espalda se arqueara. Estiró sus brazos y él enredó sus dedos con los de ella, facilitando la penetración y llevando un ritmo más frenético.
Patricia no dejaba de gritar su nombre desesperadamente, apretaba sus dedos contra los de él y luego se agarró a su ancha espalda, dejándole algunos arañazos. Él simplemente jadeaba soltando por su boca cortos gemidos y palabras sin sentido.
Estuvieron un rato así, uniéndose en un solo cuerpo, sudando, sintiéndose y dándose todo el placer que habían necesitado en todo este tiempo.
Llegaron al clímax los dos a la vez, y se dejaron caer rendidos sobre las finas sábanas con un sonoro gemido que ocupó toda la habitación.
-¿Qué? –En ese momento vieron como las luces se apagaron y como Berta y Pilar salían con una tarta enorme de un pequeño cuarto al fondo del local. –
-Será mejor que vayamos dentro ya
Al entrar todos empezaron a cantar el cumpleaños feliz, algunos intentando que pareciera bonito y otros en un tono bastante graciosete. Patricia se percató de la presencia de Ángel tras Miki apagar las velas, cuando le vio ponerle a este la tarta en la nariz con la ayuda de Dani.
La fiesta siguió durante unas cuantas horas más, el alcohol en vena iba aumentando y por tanto, las acciones incoherentes también. Patricia salió entre tumbos a coger un poco de aire, encontrándose con Ángel.
-Eres un soso de mierda… -Le dijo de repente. –
-¿Pero qué pasa ahora?
-Nada. –Contestó soltando una sonora carcajada. –
-Estás fatal… deberías irte a casa ya
-¿Por qué? ¿Por qué tú lo digas, no?
-Mira como vas
-Pues como me da la gana, que por algo soy mayorcita… ¿es que el niño es tan responsable que no se emborracha nunca?
-Vale Patricia, lo que tú digas
-A mí no me hables así. –Dijo acercándose. –
-Bueno, pues entonces sigue bebiendo hasta que no te acuerdes ni de cómo te llamas. –Dijo girándose y entrando de nuevo. –
Ella se quedó allí, sentada, riéndose incluso del leve sonido de los grillos y de las pocas palomas que sobrevolaban el cielo a esas horas.
-¡Ángel! –Le sorprendió Berta por detrás. –
-¿Qué pasa?
-¿Has visto a Patricia?
-¿Por?
-Hay un chico que la está buscando desde antes.
-¿Moreno, alto, y de ojos verdes?
-Sí… ¡ése! –Dijo Berta sonriendo. Ángel supo en seguida de quien se trataba –
-Pues la verdad es que no sé donde está
-Que pena, porque parece que está bastante interesado por ella.
-¿Ah sí?
-Sí, y además se le ve majete… y tal y como debe ir Patricia quién sabe lo que puede hacer. –Dijo riéndose. –
-Ya… oye Berta, creo que me voy a ir ya, nos vemos el lunes
-¿Tan pronto?
-Sí, es que no me encuentro muy bien
-Bueno, vale… ¿no te despides de tu ex?
La pregunta fue echa al aire porque Ángel había salido rápidamente hace un par de segundos. No sabía por qué pero sentía la necesidad de encontrarla, de saber que estaba bien, y sobre todo de que no estaba cometiendo algo de lo que pudiera arrepentirse.
Se despidió de Miki en apenas un abrir y cerrar de ojos, y tras buscarla por todos los recovecos del interior salió a la carretera, mirando hacia ambos lados.
No había ni rastro de ella, hasta que caminó un poco y se la encontró sentada en la acera con la cabeza apoyada en el coche, y con su guapísimo pretendiente al lado.
-¿Patricia? –Preguntó asomando ligeramente la cabeza. –
-Hola, soy Óscar. –Dijo él extendiendo su mano. –
-Hola. –Ángel le correspondió y se saludaron. – ¿Está dormida?
-No… está… pues tal y como la estás viendo, muy muy ida
-Ya, bueno, vete acostumbrando
-¿por qué?
-Porque cuando salgas con ella vas a tener que encargarte de que no termine durmiendo en un contenedor, por ejemplo
-¿Cuándo salga con ella?
-No me trates por idiota, está claro que te encanta
-Pues sí, pero es que ¿a quién no le encanta? Mírala y dime que no te parece un cielo. –Ángel clavó sus ojos en ella un par de segundos, y de repente reaccionó. –
-¿Quién es?
-Patri, es Ángel, creo que ha venido a buscarte
-¿Qué Ángel? Ángel, Ángel, ¿Ángel de amor, no te abandones no te derrumbes amor?
-Me la llevo, ¿vale? –Dijo mirándole incrédulo y sonriendo ligeramente. –
-Sí, va a ser mejor… ya la llamaré para vernos en otro momento
-Pues bueno, gracias chaval
-A ti, supongo.
El chico se levantó de la acera, y Ángel la levantó como pudo.
-¿Dónde tienes el coche?
-El cocherito lereee, me dijo anoche leereee, que si quería lereee…
-¿¡Quieres dejar de cantar?! A ver… haz un esfuerzo, intenta acordarte
-Creo que está en casa Ángel
-Así que has vuelto a venir en taxi… vale, entonces me toca llevarte… -Ella simplemente encogió los hombros y puso una cara de indiferencia. –
Caminaron un poco más hasta llegar al coche de Ángel. La sentó en el asiento del copiloto y él en el del conductor, y tras abrocharle el cinturón se dispuso a mandarle un mensaje a Dani dándole explicaciones de por qué se había ido así.
Arrancó y mientras intentaba recordar como llegar a su casa, le miraba de reojo para evitar que se quedara dormida.
Capítulo 16:
Arrancó y mientras intentaba recordar como llegar a su casa, le miraba de reojo para evitar que se quedara dormida.
Al llegar, Ángel le dio un pequeño codazo para que se espabilara.
-Patricia, ya llegamos
-Vale. –Dijo asintiendo sin mover ni un milímetro su cuerpo. –
-¿Vas a hacer que me baje y que te suba hasta arriba? –Al ver que no reaccionaba, se quitó el cinturón y cuando fue a abrir la puerta para salir, Patricia le agarró de la camisa impidiendo que se fuera. –
-Quédate aquí… -Susurró. –
-Patricia, es muy tarde y…
-¿Quieres callarte de una vez?
Ángel hizo caso y se apoyó en el respaldo del asiento, apagando el motor y cerrando los ojos.
-¿Me perdonas por lo que te dije antes? –Preguntó ella acercándose cada vez más. –
-No sabes ni lo que estás diciendo… -Ella hizo un gesto de incredulidad. – mañana no recordarás nada.
-A lo mejor sí.
Ángel la miró, y cuando se fue a dar cuenta ella ya estaba agarrándole del cuello de la camisa, empezando a besarle.
Después aquel beso llegaron muchos más, y aunque ellos no lo supieran se transmitían sensaciones completamente diferentes: cariño, ternura, pasión… rápidamente se aliaron las caricias, y mientras, sin saber cómo, se dirigían hacia la habitación de Patricia. Las manos de Ángel recorrían toda su silueta de una manera casi desesperada, ansiosa, impaciente.
Incluso después de todo el tiempo que había pasado desde la última vez que la tuvo para él, recordaba perfectamente cada curva de ese cuerpo, sabía como estremecerla y conocía con bastante claridad el aroma de aquella suave piel, lo cual era casi un milagro teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba.
En un momento casi imperceptible se encontró envuelto por aquellas cuatro paredes de color lila pálido y fue entonces cuando tuvo claro – por si le quedaba alguna duda – lo que iba a pasar. En realidad su cerebro le decía que parase, estaba borracho aunque quizás no tanto como Patricia pensaba, y sabía perfectamente las consecuencias que iba a traer esto, aunque cada vez le iban importando menos, sobre todo cuando sintió las finas manos de Patricia acariciando su espalda bajo su camisa de una manera majestuosa. La situación cada vez le provocaba más morbo, y a la vez, aunque intentaba no pensar en eso, cierta ternura.
La besó pasionalmente, como si aquello pudiera borrar esos pensamientos que acababa de tener, y luego le quitó la camisa mientras ella cedía subiendo los brazos, para después tirarla sobre la fina alfombra que ahora mismo pisaban.
Su cara de niña traviesa y su sonrisa picarona hacían que Ángel perdiera el control, ansiando más el momento de tenerla – por segunda vez –, pero Patricia quería disfrutar de cada segundo porque aunque casi no fuera consciente de sus actos, sabía que las probabilidades de que esta situación volviera a repetirse eran muy escasas.
Le quitó la camisa, primero desabrochando con cautela cada botón y luego arrancándola sin ningún reparo, demasiado ansiosa.
En cuanto tuvo su pecho al descubierto se acercó más a él, y mientras le provocaba ciertas cosquillas en los pezones con ayuda de sus dedos, su lengua y sus dientes recorrían cada poro del resto del torso, provocando en Ángel una excitación inmediata tal y como anunciaba su respiración agitada y su erizada piel.
A ella le encantaba verle así, tenerle a su merced, y aquel pecho le volvía loca aunque él no lo supiera. Notó como, aunque hacía pocos días que se había depilado, los principales pelos comenzaban a notarse, y eso le provocaba unas delicadas cosquillas sobre su pómulo que también adoraba.
Mientras Patricia seguía investigando cada parte de aquel torso, Ángel dirigió sus manos a su pantalón y se lo quitó, bajándoselo despacio mientras acariciaba sus muslos y seguidamente sus piernas con muchísima delicadeza.
La arrinconó en la pared, y tras volver a sentir sus labios, recorrió su cuello con su lengua y luego comenzó a descender por aquel perfecto cuerpo. Rodeó sus hombros con su boca, intercalando mordisco y caricias y luego fue bajando cada vez más, notando como Patricia se excitaba en seguida.
Le quitó el sujetador algo desesperado y comenzó a besar cada rincón de sus pechos, haciendo que sus pezones se endurecieran y que su respiración se agitara cada vez más. Ahora intervinieron sus manos, acariciándolos y palpándolos con delicadeza, cosa que hizo que Patricia soltara un pequeño pero sonoro gemido. Él sonrió, y siguió lamiendo su pecho derecho mientras ella respiraba agitadamente y soportaba su cabeza con ambas manos, ejerciendo presión y dirigiendo la profundidad de sus besos y caricias.
Ahora recorría su vientre con su lengua, dándole pequeños besos alrededor de su ombligo y, llegando rápidamente a sus braguitas, se las quitó acariciando la parte interna de sus muslos, provocando en Patricia un sonoro gemido mientras pronunciaba su nombre, cosa que le excitó aún más si cabía.
Ella agarró su cabeza por la nuca y cuando lo tuvo a su altura le besó, haciéndole entender que quería estar en igualdad de condiciones.
Ahora fue Patricia la que bajó hasta el botón de su pantalón y tras quitárselo y ver dentro de su bóxer su miembro ya algo erecto, se deshizo de ellos con su boca, haciendo que Ángel se estremeciera.
Ahora que ambos estaban desnudos se tumbaron en la cama, ella abajo y él arriba. Llevó su lengua hasta su parte más íntima y empezó besando despacio sus labios vaginales, para después acariciar suavemente su clítoris con los dedos.
Patricia ya gemía salvajemente, y mientras agarraba su nuca hizo que sus miradas se encontraran, cosa que les excitó aún más a ambos.
No querían que todo acabara ya, necesitaban disfrutarlo más ya que sabía las circunstancias en las que estaban, así que Ángel, sin saber muy bien lo que se le pasaba por la cabeza, pasó sus piernas alrededor del cuello de Patricia, introduciéndole su miembro dentro de su boca. Ella no se lo esperaba, pero supo reaccionar más bien de lo que Ángel pensó. Al principio lo saboreaba poco a poco, inspeccionando cada rincón despacio, pero conforme el ritmo de las embestidas iba aumentando, se sentía con más confianza y cada vez se introducía más. Lo notaba caliente y para que el cambio de temperatura no fuera demasiado intentaba no hacerlo bruscamente, aunque ahora mismo su cerebro no respondía a sus acciones, simplemente se dejaba llevar por la lujuria.
Mientras, él estaba agarrado al cabezal de la cama y gemía desesperadamente, diciendo cosas sin sentido y mirando como Patricia también se retorcía de placer. Justo cuando vio que no podía más, volvieron a ponerse a la misma altura y él introdujo su miembro en ella, haciendo que su fina espalda se arqueara. Estiró sus brazos y él enredó sus dedos con los de ella, facilitando la penetración y llevando un ritmo más frenético.
Patricia no dejaba de gritar su nombre desesperadamente, apretaba sus dedos contra los de él y luego se agarró a su ancha espalda, dejándole algunos arañazos. Él simplemente jadeaba soltando por su boca cortos gemidos y palabras sin sentido.
Estuvieron un rato así, uniéndose en un solo cuerpo, sudando, sintiéndose y dándose todo el placer que habían necesitado en todo este tiempo.
Llegaron al clímax los dos a la vez, y se dejaron caer rendidos sobre las finas sábanas con un sonoro gemido que ocupó toda la habitación.
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
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Re: El amor es lo que tiene
Capítulo 17:
En cuanto abrió los ojos, se encontró todo su alrededor borroso. Muebles que daban vueltas, colores que no lograba distinguir con claridad… incluso recordaba el ruido de la música de la pasada noche, que sonaba insistente en su cerebro.
Se llevó las manos a la cabeza y entonces recordó por qué se había propuesto beber lo menos posible.
Tras estar un rato más intentando aclarar su cabeza se puso en posición para levantarse, cosa que no logró. A causa del mareo volvió a apoyarse en la almohada y cerró los ojos, que era lo único que le aliviaba.
Ni siquiera recordaba como había llegado hasta su casa, lo último que recordaba fue que Patricia… Patricia…. Se llevó las manos a la cabeza por segunda vez y contempló el blanco techo un rato más.
-
Se despertó y, enseguida, tuvo una extraña sensación. Era como si faltara algo en aquella cama, como si estuviera demasiado vacía. Estiró su brazo y notó unas pequeñas arrugas en las sábanas, y entonces recordó a Ángel. “Genial”, pensó para si misma.
Miró su móvil – una de sus diferentes y varias manías – y despacio, logró ponerse en pie y andar hasta el baño. Aún tenía la sábana enrollada en su cuerpo y, tras mirarla una vez más, la metió en el cesto de lavar.
-
Se dirigió al bañó para darse una ducha, necesitaba despejarse y quitarse esa cara de zombi que llevaba. Aún tenía puesta la ropa de anoche, apestaba a humo mezclado con un suave olor a colonia de mujer, así que la dejó en un lado y se puso frente al espejo.
Se talló los ojos una vez más y, al ponerse de espaldas para coger un nuevo champú de la estantería, giró su cabeza y contempló unos cuantos arañazos en su espalda.
Ahora recordaba unas finas manos fáciles de reconocer recorriendo y ejerciendo fuerza sobre ella, y moviendo la cabeza de un lado para otro encendió el grifo y reguló la temperatura del agua.
-
Ella se quedó toda la mañana en casa, recogiendo y simplemente descansando. Llamó a su madre, a unas amigas, le mandó un mensaje a su hermano y otro a Óscar.
“Perdóname por lo de ayer, no estaba en condiciones para nada, creo que te diste cuenta. Otro día nos vemos… un beso”
Obtuvo respuesta por su parte enseguida.
“No pasa nada, espero que no le hayas dado mucha jaqueca a Ángel, porque ibas fina ¿eh? Cuando quieras. ¡Otro para ti!”
Otra vez su nombre, y otra vez esas imágenes; manos acariciándose, sonrisas ahogadas en besos…
Dejó el móvil en el sofá y se fue a la ducha con el objetivo de relajarse.
-
El resto del día pasó en un abrir y cerrar de ojos.
No habían hablado, ni un simple mensaje ni una fugaz llamada. No es que hablaran demasiado – por no decir nada – los fines de semana, pero después de lo de anoche ella estaba en el sofá dándole vueltas a la cabeza sin llegar a ninguna conclusión, y él en casa de Dani con unos amigos, intentaba distraerse, sin resultado.
-¿Qué te pasa? Has estado medio ausente toda la tarde tío
-¿Eh? No… es que me duele un poco la cabeza de ayer…
-¿A qué hora te acostaste?
-No lo sé… -Su amigo levantó una ceja incrédulo, y paró el coche justo en la entrada de la casa de Ángel. –
-¿Cómo que no lo sabes?
-No Dani, no lo sé… ni siquiera recuerdo con claridad lo que pasó anoche
-Bueno, per…
-Me acosté con alguien. –Se miraron serios, y su amigo, completamente sorprendido. – Y estoy seguro de que ese alguien era Patricia.
-¿Qué?
-Sí…
-¿¡Pero cómo se te ocurre?!
-No sabía lo que hacía ¿vale? Estaba borracho, y ella también… y lo peor es que, si no lo hubiera estado, creo que no hubiera hecho nada para impedirlo
-Tenemos un problema…
Ángel apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y suspiró profundamente. Mañana era lunes, e iba a ser un día muy largo…
Capítulo 18:
Había empezado el día de la manera más penosa que se había imaginado nunca. Ahora mismo sólo disponía de un coche, y no le arrancaba. Se hubiera detenido más a mirarlo si realmente no fuera tan apretada de tiempo, así que le llamó y él en seguida estaba frente a su casa.
-Buenos días Patri. –Le dijo con una sonrisa abriéndole la puerta del copiloto. –
-¡Hola Osquitar! –Contestó ella también sonriente. – Al final nos hemos visto antes de lo previsto ¿eh?
-Sí...
Durante todo el camino no intercambiaron más palabras. Ella sabía que a él le gustaba, y él lleno de vergüenza, sólo era capaz de mirarle de vez en cuando sonriéndole.
Al llegar a globomedia, se bajó del coche dándole dos besos y las gracias, y tras cerrar la puerta y coger su chaqueta, caminó a paso rápido para llegar a su camerino lo antes posible.
-
La vio bajándose de aquel mercedes desde la redacción, y se distrajo completamente de lo que estaba haciendo. Desde la noche del sábado no podía pensar otra cosa, y se sentía completamente imbécil por ello. Solamente tuvo que ver esa escena para tener claro que debía olvidarse lo antes posible de aquello, o poco a poco le iría consumiendo.
-A ver Ángel, céntrate de una jodida vez, me estás poniendo nervioso. –Él le miró de mala manera, y luego siguió escribiendo el guión completamente desganado. –
-¿No crees que si pudiera ya lo habría echo? Sólo es que no puedo…
-No, no es que no puedas, es que no quieres. Son cosas muy diferentes.
-Bueno, ahora no tengo ganas de hablar de esto…
El sonido de la puerta les sacó de aquella conversación.
-Adelante. –Dijeron casi a la vez. –
-Buenos días. –Su sonrisa desapareció por unos segundos cuando le vio. Un escalofrío recorrió su espalda, y nuevas imágenes recorrieron ahora su memoria. Lo veía todo más claro de lo que le gustaría… - ¿Algo que hacer, algo que grabar…?
-No, de momento no. –Respondió Dani. –
-Muy bien… -Se quedó mirándole apoyada en la puerta, como si no tuviera más preocupaciones. Él se giró y se encontró con sus ojos por primera vez después de aquello, y enseguida bajó la mirada. Sentía que si la miraba más tiempo podía acordarse de más cosas, de más besos, de más sonrisas, de más caricias… –
-¿Necesitas algo más?
-No, no… hasta luego.
Y tras un portazo, dos suspiros separados por una cristalera.
-¿Crees que se acuerda?
-No lo sé… ¿vienes a preguntarme a mí?
Sonrió de medio lado y volvió su cara hacia el ordenador, todavía quedaba mucho trabajo por hacer…
No se volvieron a encontrar en toda la mañana, realmente era muy difícil; ella estaba en peluquería vestuario y maquillaje casi todo el tiempo de charleta con las chicas, y él, entre que escribía el guión y grababa sketches hasta casi la hora de empezar el programa, tenía su tiempo muy ocupado.
Lo avisaron de que ya era la hora y entonces se puso en el backstage, a esperar a que Patricia pronunciara su nombre. Expiraba e inspiraba varias veces, intentando concentrarse, aunque sabía que en el momento en que la viera se acordaría de todo lo que pasó y esa barrera que estaba construyendo se caería por sus propios medios.
-… ¡Ángel Martín!
Salió con su guión enrollado en la mano, y ella ni siquiera levantó la vista de los papeles cuando se sentó, hasta su primera frase.
Sus miradas se encontraron de repente y se engancharon en ese mismo instante, casi magnéticamente, por un par de segundos.
Los ojos del otro reflejaban lo que ellos no podían ver, era como completar un rompecabezas con algunas piezas sueltas que todavía debían unir para juntar todas las escenas y terminar de averiguar por qué se sentían tan extraños pero a la vez tan iguales…
-Patricia, te toca hablar a ti ahora.
Se enderezó en la silla y después de carraspear un poco miró al QUE con una gran sonrisa y empezó a citar aquellas palabras, en muchas ocasiones con significados ocultos.
Al terminar el programa, Ángel y Dani se quedaron un rato recogiendo sus cosas y preparando otras para sketches de mañana que ya tenían pensados. Cuando se dio cuenta una figura casi perfecta y de melena rubia estaba caminando al lado suyo en dirección hacia el parking.
-Patricia, espera. –Dijo bajito, cogiéndola del brazo y arrinconándola en una esquina un poco más apartada. Dani se dio cuenta pero hizo como si no hubiera visto nada. –
-¿Qué pasa Ángel?
-Tengo que preguntarte algo
-Anda, yo también, ¡así que dispara! –Dijo con un tono bastante gracioso. –
-No, no, tu primero… -Ella le miró con una ceja un poco alzada y luego, continuó. –
-Está bien… a ver… tú te acuerdas de…¿te acuerdas de lo que pasó el sábado? –Sin darse cuenta se había acercado demasiado a él conforme iba bajando el tono de voz, ahora podía percibir con mucha facilidad su aroma y él no dejaba de mirarle a los ojos. Se quedaron callados, ella temía su respuesta, y él, ciertamente, también. –
-No… he intentado acordarme, pero nada… -Allí seguían, mirándose un tanto escondidos, como si estuvieran haciendo algo malo, y ahora la cara de ella cambió completamente. –
-Vale… sólo era eso… -Se giró y cuando dio un paso, la mano de Ángel apretó su cintura y le dio la vuelta completamente. Un escalofrío recorrió su cuerpo y con disimulo y poco a poco, le agarró por el brazo y lo separó apenas escasos centímetros. –
-¿Te olvidas de que yo también tenía que decirte algo?
-Cierto, dime.
-¿Tú… te acuerdas?
-No Ángel, tampoco. –Dijo cortante. –
Ahora sí siguió andando en sentido contrario, y no tenía pinta de que fuera a volver…
Capítulo 19:
-¿Tú… te acuerdas?
-No Ángel, tampoco. –Dijo cortante. –
Ahora sí siguió andando en sentido contrario, y no tenía pinta de que fuera a volver.
Se fue realmente enfadada. Enfadada con Ángel por ser tan idiota de no acordarse, enfadada con ella misma por creer que se acordaría y por estar recordando esas imágenes una y otra vez desde aquel día, enfadada con el alcohol, y en general, de bastante mala leche, aunque no se le solía notar.
Se subió al coche y desapareció por la carretera.
-
-¿Qué ha pasado? –Dijo su amigo poniéndole la mano en su hombro. –
-Le he dicho que no me acordaba de nada…
-¿¡Por qué has hecho eso, Ángel?!
-Es lo mejor para todos, créeme.
-No, te equivocas, es lo mejor para ti, e incluso eso lo dudo mucho
-No Dani, ahora no, por favor.
-¿Y cuándo? ¿Te has parado a pensar en ella?
-Creo que eso es lo último en el mundo que no deberías haberme preguntado.
-No, no, te estoy hablando totalmente en serio, ¿a caso ha sonreído cuando le has dicho que no te acordabas?
-No…
-¿a caso ha suspirado, como si se hubiera quitado un peso de encima?
-¿¡Pero por qué me dices ahora todo esto?!
-Porque eres idiota…
-Sí, eso ya lo sabía, gracias por recordármelo.
-Ángel, ¿sabes lo poco que me costó convencerla para ir a tu casa aquella tarde? Tú no viste la ilusión con la que entró a mi coche deseando hacerte reír... –Ahora era él quien recogía las cosas, como si no estuviera oyendo nada de lo que Dani le decía. – Al menos podrías haberla dejado a ella decírtelo primero
-¿Para quedar con el puto culo al aire? No, gracias
-Claro, el señorito prefiere que se quede ella, como no, estabas tardando en decirlo. –Dijo exagerando los gestos con las manos y poniendo un tono muy peculiar. –
-Vale ya, en serio. –Suspiró. – Sé que he hecho lo correcto, ahora ella podrá dedicarse a montárselo con el novio ese que tiene ahora…
Sin darse cuenta, ya estaban ambos sentándose en el coche de Ángel.
-Odio cuando te comportas como un crío
-¿Me estás diciendo eso tú? –Preguntó arrancando el vehículo. –
-Yo me di cuenta de los errores que cometí con Berta y los remedié Ángel, tú no te bajas del burro nunca, jamás
-¿Y qué quieres que haga? Sí Patricia, me acuerdo de todo, me acuerdo de cómo nos lo montamos en tu casa, de cómo gritabas cuand…
-Vale, tampoco hace falta tantos detalles, no te los he pedido… -Dijo riéndose. Ángel también sonrió ligeramente. –
-Bueno, pues fin de la discusión, yo le he dicho que no me acuerdo y ella no se acuerda, no ha pasado nada y todos podemos seguir igual…
-No Ángel, ahí vuelves a equivocarte… ¿todos podemos seguir igual? ¿En serio cuándo le miras no te acuerdas de eso? ¿En serio cuando alguien la nombra no se te pasa por la cabeza ninguna de esas imágenes? Y ahora lo más importante… ¿En serio te da tan igual que todo se acabe así? Y mírame para contestarme. –Ángel le miró un par de segundos, sin pronunciar palabra alguna. –
-Hasta mañana.
Su amigo le miró, y tras abrir la puerta del coche se bajó y cerró. Golpeó la ventanilla un par de veces, y cuando la vio completamente abierta se asomó.
-Gilipollas…
-¿Arranco y te dejo sin cabeza?
-¿Y que el mundo se pierda esta voz sugerente y esta barbita provocadora? Jamás… - Ambos se rieron. –
-Ya hablamos tío
Su amigo entró en casa y él puso rumbo a la suya, demasiado pensativo y también demasiado cabreado.
-
Sacó las sábanas de la secadora y comenzó a ponerlas sobre el colchón percatándose del olor a suavizante y tarareando una simple melodía algo alegre.
Tenía claro que no podía amargarse por aquella noche, y aunque estuviera persiguiéndola toda su vida, al menos intentaría guardarla en lo más oculto de su memoria, donde no pudiera molestar, donde no le provocara unas ganas irrefrenables de besarle a la primera de cambio… ¿De verdad tenía ella esos pensamientos? Se empezaba a volver loca, y no encontraba ni un triste remedio.
Cogió su móvil, y, por décima vez en toda la tarde, tuvo la tentación de llamar al que ahora se había convertido en un amigo y de desahogar toda su rabia con él, pero sabía lo que podía pasar, y aunque quisiera borrar el tacto de sus manos sobre su cuerpo, esa no era la mejor manera, así que simplemente se acostó sobre cama recién limpia y cerró los ojos, liberándose de todo.
Capítulo 20:
El día se presentaba más ajetreado de lo normal en globomedia. La única que no había llegado todavía era Patricia, y precisamente hoy tenía que grabar un par de cosas. Todos esperaban por ella menos él, que lo último que quería era encontrarse con esos ojos que hacían que su cerebro se descodificara totalmente.
Entró con su habitual andar, aunque hoy era un poco más decaído. No se quitó las gafas de sol y fue directa hacia el camerino, le habían dicho de miles de maneras que no podía tardar pero no hacía caso, realmente toda esta situación la había superado. Se sentó en el sofá e intentó dejar la mente en blanco…
Durante todo ese tiempo pasaron bastantes personas a tocarle para que se diera prisa, pero ella hacía oídos sordos a todos, hasta que Berta le dijo desde el otro lado de la puerta que si podía entrar. Ella sin dudar aceptó, y resopló.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no sales?
-No puedo Berta, estoy muy cansada de todo. –Dijo quitándose las gafas y dejando ver al otro lado unos ojos realmente abatidos. –
-Me he perdido algo, ¿verdad?
-El sábado me acosté con Ángel
-Vale, ahora en serio –Dijo riéndose. – ¿Qué pasa?
-… -Al ver que Patricia seguía con su rostro serio, puso los ojos como platos y se contuvo demasiado para no gritar. –
-¡¿Pero estás loca?!
-No sé lo que hice y tampoco sé lo que voy a hacer, estoy completamente perdida
-Lo que hiciste sí te lo digo yo, disfrutar como una perraca, ¡seguro!
-¡Berta! –Dijo intentando contener la risa.
-Bueno vale, y ahorrándote el cómo… ¿cuándo? ¿Por qué?
-El sábado, no sé, creo que me trajo a mí casa, y una cosa llevó a la otra y… el domingo ya no estaba allí, pero he ido recordando todo poco a poco.
-¿Él se acuerda?
-No…
-¿Segura? No creo que fuera más borracho que tú, y si tú lo recuerdas…
-Pero su cerebro es más pequeño. –Dijo Patricia con tono burlón y riéndose. Ambas soltaron una gran carcajada. –
-Sí, esa es una buena razón…
-Bueno, y cuenta cuenta, ¿qué tal? ¿Cómo es?
-Tú tienes al barbudo, ¡déjame!
-Tengo curiosidad…
-
No quise ir a buscarla, era lo que me faltaba, la gota que colmaba el vaso, y todavía quedaba algo de mañana por delante, más de la que a mí me gustaría. Encontré a Gonzalo por los pasillos y como siempre, me salvó el culo. Le dije que yo tenía mucha prisa y que fuera a avisarla de que tenía que bajar a plató en cinco minutos porque quería grabar algo.
“-Bueno, y cuenta cuenta, ¿qué tal? ¿Cómo es?
-Tú tienes al barbudo, ¡déjame!
-Tengo curiosidad…”
Estoy seguro de que se quedó por el camino haciendo otra cosa y no la avisó, porque llevo aquí abajo desde hace un cuarto de hora y todavía no la veo aparecer por ningún sitio. Tampoco tengo derecho a quejarme, ya me había dicho Dani que fuera a buscarla yo…
“-No es que me acuerde del todo, pero lo poco que logrado rescatar… increíble. –Dijo riéndose. –
-Mira la tía que bien se lo monta
-No sabes lo que es tener esas manos acariciándote, esa espalda, ese cuello, sus lunarcitos… ah, por supuesto que negaré haber dicho esto. –Risas. –
-Para para, que no sé que te habrás pensando pero como te entre el calentón yo no voy a bajártelo
-Encima viene y me dice que no se acuerda, ¿Cómo se va a olvidar de este cuerpo, señor? –Más risas. –
-Así que en resumen, lo que te pasa es que quieres montártelo otra vez con él, ¿no?
-¡¡Berta!!
-¿Qué? ¿No es eso?
-Simplemente creo que no podríamos estar juntos… en realidad somos muy diferentes
-Tenéis diferencias, pero más cosas en común… y además, no hay nada malo en ello, podéis aprender mucho el uno del otro
-Realmente no creo que funcionara
-Que casualidad que sólo lo penséis vosotros dos
-Es que además, luego está el chico este, Óscar… es muy mono, creo que me quiere, y con él podría ser todo mucho más fácil…
-¿Tú le quieres?
-Pues no lo sé… todo sería intentarlo
-¿Quieres mi opinión?
-No
-Vale, tírate a Ángel hasta dejarlo seco
-¡Berta, por Dios!
-Mira, el chico ese es muy mono, pero seguro que no te hace gritar tanto como el enano
-Cállate ya. –Dijo levantándola. –
-Seguro que no tiene ni su cuello, ni su espalda, ni sus lunarcitos… -Contestó Berta andando hacia detrás y poniendo el tono de su amiga. –
-¡Vete! –Gritó riéndose con un cojín en la mano. –”
Por fin, después de casi media hora, apareció arreglándose el flequillo y dejando las hojas de guión y su subrayador rosa sobre la mesa.
-Tú dirás. –Me dijo seria. –
-¿Por qué has tardado tanto?
-Si hubieras ido a llamarme tú otro gallo nos cantaría, ya sabes como es Gonzalo… lo que pasa es que si no te atreves a acercarte a mí difícil lo vamos a tener
-¿A qué ha venido eso ahora?
-A nada Ángel, a nada. Bueno, ¿qué hay que grabar?
Le expliqué de muy mal humor por cómo me había contestado y luego me fui otra vez. A veces reacciona de manera muy rara y es mejor dejarla, ella sabrá lo que hace, tampoco es de mi incumbencia.
Capítulo 21:
Le expliqué de muy mal humor por cómo me había contestado y luego me fui otra vez. A veces reacciona de manera muy rara y es mejor dejarla, ella sabrá lo que hace, tampoco es de mi incumbencia.
El programa no tuvo nada de especial, nosotros estábamos más ariscos de lo normal, aunque había veces que notaba como Patricia me observaba disimuladamente. Yo también la miraba por el rabillo del ojo, me parecía muy gracioso ver como cambiaba rápidamente la dirección de su mirada para no cruzarse conmigo, pero no intercambiamos más palabras de las necesarias. Dentro de lo que cabe supimos disimular bastante bien.
Yo salí como siempre lo antes posible, esta vez no me acompañó Dani y llegué a casa antes de lo previsto. Me tumbé en el sofá y me abrí una cerveza, estaba realmente cansado de todo.
-
Me quedé al terminar en plató hablando con algunas chicas y vi como Ángel se iba sin ni siquiera despedirse de Dani. Me pareció muy raro pero en realidad no tenía por qué importarme lo que hiciera o dejara de hacer, así que simplemente me dediqué a darme la vuelta y pasar del tema. Al poco rato su amigo se acercó, y después de hablar un rato con todas nos despedimos y me cogió del brazo apartándome un poco.
-¿Dónde está Ángel?
-¿Y por qué me preguntas a mí? Si tú no lo sabes… lo he visto salir hace ya rato
-¿Segura?
-No, creo que veo alucinaciones… estoy tan obsesionada con Ángel que se me aparece de repente en todos sitios, esta mañana mismo estaba en la cocina tomándose un café. –Dani alzó una ceja mientras yo tenía cara de circunstancia. –
-Vale, vale, tampoco hace falta ponerse así ¿eh?
-Berta te está esperando en el coche
Al decirle eso me hizo un gesto con la mano de despedida y se fue. Yo recogí un poco y cuando casi todo el mundo se marchó, salí yo también.
Hoy tenía una tarde bastante ajetreada y debía ser puntual.
-
-Perdona por tardar, me acaba de decir Patri que estabas aquí, sino hubiera venido desde antes
-¿Cómo está?
-Pues… a la que salta. No se le puede decir nada y mucho menos si es de Ángel, y él está igual. –Dijo encendiendo el motor. –
-¿Te ha contado él lo que ha pasado?
-Sí…
-Lo que no me cabe en la cabeza es que no se acuerde, Patricia iba como el culo y se acuerda perfectamente… le ha costado, pero lo recuerda.
-¡Ángel también se acuerda! Pero es idiota
-¿Cómo?
-Le dijo que no por no se qué mierdas de un tal Óscar… pero claro que se acuerda, ¿cómo no va a hacerlo?
-Es que Patricia también… ahora dice que a lo mejor lo intenta con este chico, que seguro que las cosas son más fáciles
-Claro, más fáciles seguro que son, pero no creo que eso sea lo que quiere…
-Es que son idiotas y no se dan cuenta de nada… quizás no se quieran, pero sí se atraen, e intentar dejar que eso pase es todavía peor, poco a poco se va haciendo más fuerte hasta que llegue un momento en el que no puedes hacer nada y te vas dando cuenta de que solamente zumbártelo no te llena…
-Cuanto romanticismo y vulgaridad en la misma frase, me deslumbras
-Se me acaba de ocurrir una idea, ¿te apetece salir a cenar esta noche?
-
Cuando estaba en el coche regresando a casa después de una sesión de fotos y una entrevista, recibí un mensaje de Berta. Me dijo que estaba invitada a cenar, que me pusiera guapa porque iba a llevar a un amigo suyo y, al final del mensaje, la dirección del restaurante y una palabra un tanto mal sonante, propia de ella.
Realmente no tenía muchas ganas, mañana había programa y estaba muy cansada del de hoy, pero también me vendría bien distraerme así que, le respondí diciéndole que allí estaría.
Me duché y me puse un vestidito corto de color malva y unas romanas con un poco de tacón. Aún tenía que peinarme y veía que se me hacía tarde…
-
Estaba tumbado en casa sin hacer nada cuando recibí una llamada de Dani. Al principio dejé que sonara y pasé de prestarle atención, pero cuando vi que volvía a insistir descolgué algo despreocupado.
-¿Qué quieres tío?
-¡Buenas tardes a ti también! A ver Ángel… tres palabras… tú yo cena
-¿Con?
-No, yo no he dicho con
-Repito, ¿con?
-Bueno, vale, con alguien más, y puedo decirte que es de género femenino, pero nada más
-¿Y por qué crees que te voy a decir que sí?
-Porque no te lo estoy pidiendo, te estoy obligando
-¿y?
-Y que te recuerdo que tengo una foto en mi móvil bastante comprometedora…
-Vale, vale, me parece un buen motivo
-Lógico…
Después de decirme la dirección del sitio y la hora, me levanté refunfuñando y me duché. Ni siquiera me afeité, no tenía mucha barba y la verdad mis ganas no eran lo más sobresaliente ahora mismo.
Después de que el tiempo se me echara encima, me puse unos vaqueros, una camisa azul y unos zapatos. Salí de casa guardando el móvil en el bolsillo y las llaves, iba a ser una noche demasiado larga…
-
Cuando llegué al restaurante que Berta me había dicho esperé un par de minutos por fuera a que apareciera alguien, pero ni rastro. La llamé pero no respondía, así que me metí en el coche hasta su llegada. Cuando la vi por fuera, salí de nuevo poniéndome la chaqueta.
-¿La puntualidad qué?
-¡Hola rubia! –Esa voz… efectivamente, pude ver a Dani detrás de ella saludando con una gran sonrisa. –
-Huuuy… que mal me huele esto
-Pues me acabo de duchar. –Dijo él con un semblante serio. Le miré de una forma divertida y luego me dirigí hacia Berta otra vez. –
-¿Y bien?
-Vamos dentro…
Pasamos al restaurante en cuestión, bastante bonito, con paredes de ladrillo marrón y un suelo de madera roble. Colgados en los laterales había un par de cuadros viejos y sobre el techo algunos helechos, que le daban un precioso toque al lugar.
Pasamos a una pequeña salita apartada, y en el fondo de ella, justo a la esquina, contemplé a alguien de espaldas rascándose la cabeza de una manera bastante peculiar...
-Berta… un momento…
-Venga Patricia, no preguntes y camina. –Contestó cortándome y tirándome del brazo. Dani simplemente caminaba a nuestro lado mostrando indiferencia. –
En cuanto abrió los ojos, se encontró todo su alrededor borroso. Muebles que daban vueltas, colores que no lograba distinguir con claridad… incluso recordaba el ruido de la música de la pasada noche, que sonaba insistente en su cerebro.
Se llevó las manos a la cabeza y entonces recordó por qué se había propuesto beber lo menos posible.
Tras estar un rato más intentando aclarar su cabeza se puso en posición para levantarse, cosa que no logró. A causa del mareo volvió a apoyarse en la almohada y cerró los ojos, que era lo único que le aliviaba.
Ni siquiera recordaba como había llegado hasta su casa, lo último que recordaba fue que Patricia… Patricia…. Se llevó las manos a la cabeza por segunda vez y contempló el blanco techo un rato más.
-
Se despertó y, enseguida, tuvo una extraña sensación. Era como si faltara algo en aquella cama, como si estuviera demasiado vacía. Estiró su brazo y notó unas pequeñas arrugas en las sábanas, y entonces recordó a Ángel. “Genial”, pensó para si misma.
Miró su móvil – una de sus diferentes y varias manías – y despacio, logró ponerse en pie y andar hasta el baño. Aún tenía la sábana enrollada en su cuerpo y, tras mirarla una vez más, la metió en el cesto de lavar.
-
Se dirigió al bañó para darse una ducha, necesitaba despejarse y quitarse esa cara de zombi que llevaba. Aún tenía puesta la ropa de anoche, apestaba a humo mezclado con un suave olor a colonia de mujer, así que la dejó en un lado y se puso frente al espejo.
Se talló los ojos una vez más y, al ponerse de espaldas para coger un nuevo champú de la estantería, giró su cabeza y contempló unos cuantos arañazos en su espalda.
Ahora recordaba unas finas manos fáciles de reconocer recorriendo y ejerciendo fuerza sobre ella, y moviendo la cabeza de un lado para otro encendió el grifo y reguló la temperatura del agua.
-
Ella se quedó toda la mañana en casa, recogiendo y simplemente descansando. Llamó a su madre, a unas amigas, le mandó un mensaje a su hermano y otro a Óscar.
“Perdóname por lo de ayer, no estaba en condiciones para nada, creo que te diste cuenta. Otro día nos vemos… un beso”
Obtuvo respuesta por su parte enseguida.
“No pasa nada, espero que no le hayas dado mucha jaqueca a Ángel, porque ibas fina ¿eh? Cuando quieras. ¡Otro para ti!”
Otra vez su nombre, y otra vez esas imágenes; manos acariciándose, sonrisas ahogadas en besos…
Dejó el móvil en el sofá y se fue a la ducha con el objetivo de relajarse.
-
El resto del día pasó en un abrir y cerrar de ojos.
No habían hablado, ni un simple mensaje ni una fugaz llamada. No es que hablaran demasiado – por no decir nada – los fines de semana, pero después de lo de anoche ella estaba en el sofá dándole vueltas a la cabeza sin llegar a ninguna conclusión, y él en casa de Dani con unos amigos, intentaba distraerse, sin resultado.
-¿Qué te pasa? Has estado medio ausente toda la tarde tío
-¿Eh? No… es que me duele un poco la cabeza de ayer…
-¿A qué hora te acostaste?
-No lo sé… -Su amigo levantó una ceja incrédulo, y paró el coche justo en la entrada de la casa de Ángel. –
-¿Cómo que no lo sabes?
-No Dani, no lo sé… ni siquiera recuerdo con claridad lo que pasó anoche
-Bueno, per…
-Me acosté con alguien. –Se miraron serios, y su amigo, completamente sorprendido. – Y estoy seguro de que ese alguien era Patricia.
-¿Qué?
-Sí…
-¿¡Pero cómo se te ocurre?!
-No sabía lo que hacía ¿vale? Estaba borracho, y ella también… y lo peor es que, si no lo hubiera estado, creo que no hubiera hecho nada para impedirlo
-Tenemos un problema…
Ángel apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y suspiró profundamente. Mañana era lunes, e iba a ser un día muy largo…
Capítulo 18:
Había empezado el día de la manera más penosa que se había imaginado nunca. Ahora mismo sólo disponía de un coche, y no le arrancaba. Se hubiera detenido más a mirarlo si realmente no fuera tan apretada de tiempo, así que le llamó y él en seguida estaba frente a su casa.
-Buenos días Patri. –Le dijo con una sonrisa abriéndole la puerta del copiloto. –
-¡Hola Osquitar! –Contestó ella también sonriente. – Al final nos hemos visto antes de lo previsto ¿eh?
-Sí...
Durante todo el camino no intercambiaron más palabras. Ella sabía que a él le gustaba, y él lleno de vergüenza, sólo era capaz de mirarle de vez en cuando sonriéndole.
Al llegar a globomedia, se bajó del coche dándole dos besos y las gracias, y tras cerrar la puerta y coger su chaqueta, caminó a paso rápido para llegar a su camerino lo antes posible.
-
La vio bajándose de aquel mercedes desde la redacción, y se distrajo completamente de lo que estaba haciendo. Desde la noche del sábado no podía pensar otra cosa, y se sentía completamente imbécil por ello. Solamente tuvo que ver esa escena para tener claro que debía olvidarse lo antes posible de aquello, o poco a poco le iría consumiendo.
-A ver Ángel, céntrate de una jodida vez, me estás poniendo nervioso. –Él le miró de mala manera, y luego siguió escribiendo el guión completamente desganado. –
-¿No crees que si pudiera ya lo habría echo? Sólo es que no puedo…
-No, no es que no puedas, es que no quieres. Son cosas muy diferentes.
-Bueno, ahora no tengo ganas de hablar de esto…
El sonido de la puerta les sacó de aquella conversación.
-Adelante. –Dijeron casi a la vez. –
-Buenos días. –Su sonrisa desapareció por unos segundos cuando le vio. Un escalofrío recorrió su espalda, y nuevas imágenes recorrieron ahora su memoria. Lo veía todo más claro de lo que le gustaría… - ¿Algo que hacer, algo que grabar…?
-No, de momento no. –Respondió Dani. –
-Muy bien… -Se quedó mirándole apoyada en la puerta, como si no tuviera más preocupaciones. Él se giró y se encontró con sus ojos por primera vez después de aquello, y enseguida bajó la mirada. Sentía que si la miraba más tiempo podía acordarse de más cosas, de más besos, de más sonrisas, de más caricias… –
-¿Necesitas algo más?
-No, no… hasta luego.
Y tras un portazo, dos suspiros separados por una cristalera.
-¿Crees que se acuerda?
-No lo sé… ¿vienes a preguntarme a mí?
Sonrió de medio lado y volvió su cara hacia el ordenador, todavía quedaba mucho trabajo por hacer…
No se volvieron a encontrar en toda la mañana, realmente era muy difícil; ella estaba en peluquería vestuario y maquillaje casi todo el tiempo de charleta con las chicas, y él, entre que escribía el guión y grababa sketches hasta casi la hora de empezar el programa, tenía su tiempo muy ocupado.
Lo avisaron de que ya era la hora y entonces se puso en el backstage, a esperar a que Patricia pronunciara su nombre. Expiraba e inspiraba varias veces, intentando concentrarse, aunque sabía que en el momento en que la viera se acordaría de todo lo que pasó y esa barrera que estaba construyendo se caería por sus propios medios.
-… ¡Ángel Martín!
Salió con su guión enrollado en la mano, y ella ni siquiera levantó la vista de los papeles cuando se sentó, hasta su primera frase.
Sus miradas se encontraron de repente y se engancharon en ese mismo instante, casi magnéticamente, por un par de segundos.
Los ojos del otro reflejaban lo que ellos no podían ver, era como completar un rompecabezas con algunas piezas sueltas que todavía debían unir para juntar todas las escenas y terminar de averiguar por qué se sentían tan extraños pero a la vez tan iguales…
-Patricia, te toca hablar a ti ahora.
Se enderezó en la silla y después de carraspear un poco miró al QUE con una gran sonrisa y empezó a citar aquellas palabras, en muchas ocasiones con significados ocultos.
Al terminar el programa, Ángel y Dani se quedaron un rato recogiendo sus cosas y preparando otras para sketches de mañana que ya tenían pensados. Cuando se dio cuenta una figura casi perfecta y de melena rubia estaba caminando al lado suyo en dirección hacia el parking.
-Patricia, espera. –Dijo bajito, cogiéndola del brazo y arrinconándola en una esquina un poco más apartada. Dani se dio cuenta pero hizo como si no hubiera visto nada. –
-¿Qué pasa Ángel?
-Tengo que preguntarte algo
-Anda, yo también, ¡así que dispara! –Dijo con un tono bastante gracioso. –
-No, no, tu primero… -Ella le miró con una ceja un poco alzada y luego, continuó. –
-Está bien… a ver… tú te acuerdas de…¿te acuerdas de lo que pasó el sábado? –Sin darse cuenta se había acercado demasiado a él conforme iba bajando el tono de voz, ahora podía percibir con mucha facilidad su aroma y él no dejaba de mirarle a los ojos. Se quedaron callados, ella temía su respuesta, y él, ciertamente, también. –
-No… he intentado acordarme, pero nada… -Allí seguían, mirándose un tanto escondidos, como si estuvieran haciendo algo malo, y ahora la cara de ella cambió completamente. –
-Vale… sólo era eso… -Se giró y cuando dio un paso, la mano de Ángel apretó su cintura y le dio la vuelta completamente. Un escalofrío recorrió su cuerpo y con disimulo y poco a poco, le agarró por el brazo y lo separó apenas escasos centímetros. –
-¿Te olvidas de que yo también tenía que decirte algo?
-Cierto, dime.
-¿Tú… te acuerdas?
-No Ángel, tampoco. –Dijo cortante. –
Ahora sí siguió andando en sentido contrario, y no tenía pinta de que fuera a volver…
Capítulo 19:
-¿Tú… te acuerdas?
-No Ángel, tampoco. –Dijo cortante. –
Ahora sí siguió andando en sentido contrario, y no tenía pinta de que fuera a volver.
Se fue realmente enfadada. Enfadada con Ángel por ser tan idiota de no acordarse, enfadada con ella misma por creer que se acordaría y por estar recordando esas imágenes una y otra vez desde aquel día, enfadada con el alcohol, y en general, de bastante mala leche, aunque no se le solía notar.
Se subió al coche y desapareció por la carretera.
-
-¿Qué ha pasado? –Dijo su amigo poniéndole la mano en su hombro. –
-Le he dicho que no me acordaba de nada…
-¿¡Por qué has hecho eso, Ángel?!
-Es lo mejor para todos, créeme.
-No, te equivocas, es lo mejor para ti, e incluso eso lo dudo mucho
-No Dani, ahora no, por favor.
-¿Y cuándo? ¿Te has parado a pensar en ella?
-Creo que eso es lo último en el mundo que no deberías haberme preguntado.
-No, no, te estoy hablando totalmente en serio, ¿a caso ha sonreído cuando le has dicho que no te acordabas?
-No…
-¿a caso ha suspirado, como si se hubiera quitado un peso de encima?
-¿¡Pero por qué me dices ahora todo esto?!
-Porque eres idiota…
-Sí, eso ya lo sabía, gracias por recordármelo.
-Ángel, ¿sabes lo poco que me costó convencerla para ir a tu casa aquella tarde? Tú no viste la ilusión con la que entró a mi coche deseando hacerte reír... –Ahora era él quien recogía las cosas, como si no estuviera oyendo nada de lo que Dani le decía. – Al menos podrías haberla dejado a ella decírtelo primero
-¿Para quedar con el puto culo al aire? No, gracias
-Claro, el señorito prefiere que se quede ella, como no, estabas tardando en decirlo. –Dijo exagerando los gestos con las manos y poniendo un tono muy peculiar. –
-Vale ya, en serio. –Suspiró. – Sé que he hecho lo correcto, ahora ella podrá dedicarse a montárselo con el novio ese que tiene ahora…
Sin darse cuenta, ya estaban ambos sentándose en el coche de Ángel.
-Odio cuando te comportas como un crío
-¿Me estás diciendo eso tú? –Preguntó arrancando el vehículo. –
-Yo me di cuenta de los errores que cometí con Berta y los remedié Ángel, tú no te bajas del burro nunca, jamás
-¿Y qué quieres que haga? Sí Patricia, me acuerdo de todo, me acuerdo de cómo nos lo montamos en tu casa, de cómo gritabas cuand…
-Vale, tampoco hace falta tantos detalles, no te los he pedido… -Dijo riéndose. Ángel también sonrió ligeramente. –
-Bueno, pues fin de la discusión, yo le he dicho que no me acuerdo y ella no se acuerda, no ha pasado nada y todos podemos seguir igual…
-No Ángel, ahí vuelves a equivocarte… ¿todos podemos seguir igual? ¿En serio cuándo le miras no te acuerdas de eso? ¿En serio cuando alguien la nombra no se te pasa por la cabeza ninguna de esas imágenes? Y ahora lo más importante… ¿En serio te da tan igual que todo se acabe así? Y mírame para contestarme. –Ángel le miró un par de segundos, sin pronunciar palabra alguna. –
-Hasta mañana.
Su amigo le miró, y tras abrir la puerta del coche se bajó y cerró. Golpeó la ventanilla un par de veces, y cuando la vio completamente abierta se asomó.
-Gilipollas…
-¿Arranco y te dejo sin cabeza?
-¿Y que el mundo se pierda esta voz sugerente y esta barbita provocadora? Jamás… - Ambos se rieron. –
-Ya hablamos tío
Su amigo entró en casa y él puso rumbo a la suya, demasiado pensativo y también demasiado cabreado.
-
Sacó las sábanas de la secadora y comenzó a ponerlas sobre el colchón percatándose del olor a suavizante y tarareando una simple melodía algo alegre.
Tenía claro que no podía amargarse por aquella noche, y aunque estuviera persiguiéndola toda su vida, al menos intentaría guardarla en lo más oculto de su memoria, donde no pudiera molestar, donde no le provocara unas ganas irrefrenables de besarle a la primera de cambio… ¿De verdad tenía ella esos pensamientos? Se empezaba a volver loca, y no encontraba ni un triste remedio.
Cogió su móvil, y, por décima vez en toda la tarde, tuvo la tentación de llamar al que ahora se había convertido en un amigo y de desahogar toda su rabia con él, pero sabía lo que podía pasar, y aunque quisiera borrar el tacto de sus manos sobre su cuerpo, esa no era la mejor manera, así que simplemente se acostó sobre cama recién limpia y cerró los ojos, liberándose de todo.
Capítulo 20:
El día se presentaba más ajetreado de lo normal en globomedia. La única que no había llegado todavía era Patricia, y precisamente hoy tenía que grabar un par de cosas. Todos esperaban por ella menos él, que lo último que quería era encontrarse con esos ojos que hacían que su cerebro se descodificara totalmente.
Entró con su habitual andar, aunque hoy era un poco más decaído. No se quitó las gafas de sol y fue directa hacia el camerino, le habían dicho de miles de maneras que no podía tardar pero no hacía caso, realmente toda esta situación la había superado. Se sentó en el sofá e intentó dejar la mente en blanco…
Durante todo ese tiempo pasaron bastantes personas a tocarle para que se diera prisa, pero ella hacía oídos sordos a todos, hasta que Berta le dijo desde el otro lado de la puerta que si podía entrar. Ella sin dudar aceptó, y resopló.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no sales?
-No puedo Berta, estoy muy cansada de todo. –Dijo quitándose las gafas y dejando ver al otro lado unos ojos realmente abatidos. –
-Me he perdido algo, ¿verdad?
-El sábado me acosté con Ángel
-Vale, ahora en serio –Dijo riéndose. – ¿Qué pasa?
-… -Al ver que Patricia seguía con su rostro serio, puso los ojos como platos y se contuvo demasiado para no gritar. –
-¡¿Pero estás loca?!
-No sé lo que hice y tampoco sé lo que voy a hacer, estoy completamente perdida
-Lo que hiciste sí te lo digo yo, disfrutar como una perraca, ¡seguro!
-¡Berta! –Dijo intentando contener la risa.
-Bueno vale, y ahorrándote el cómo… ¿cuándo? ¿Por qué?
-El sábado, no sé, creo que me trajo a mí casa, y una cosa llevó a la otra y… el domingo ya no estaba allí, pero he ido recordando todo poco a poco.
-¿Él se acuerda?
-No…
-¿Segura? No creo que fuera más borracho que tú, y si tú lo recuerdas…
-Pero su cerebro es más pequeño. –Dijo Patricia con tono burlón y riéndose. Ambas soltaron una gran carcajada. –
-Sí, esa es una buena razón…
-Bueno, y cuenta cuenta, ¿qué tal? ¿Cómo es?
-Tú tienes al barbudo, ¡déjame!
-Tengo curiosidad…
-
No quise ir a buscarla, era lo que me faltaba, la gota que colmaba el vaso, y todavía quedaba algo de mañana por delante, más de la que a mí me gustaría. Encontré a Gonzalo por los pasillos y como siempre, me salvó el culo. Le dije que yo tenía mucha prisa y que fuera a avisarla de que tenía que bajar a plató en cinco minutos porque quería grabar algo.
“-Bueno, y cuenta cuenta, ¿qué tal? ¿Cómo es?
-Tú tienes al barbudo, ¡déjame!
-Tengo curiosidad…”
Estoy seguro de que se quedó por el camino haciendo otra cosa y no la avisó, porque llevo aquí abajo desde hace un cuarto de hora y todavía no la veo aparecer por ningún sitio. Tampoco tengo derecho a quejarme, ya me había dicho Dani que fuera a buscarla yo…
“-No es que me acuerde del todo, pero lo poco que logrado rescatar… increíble. –Dijo riéndose. –
-Mira la tía que bien se lo monta
-No sabes lo que es tener esas manos acariciándote, esa espalda, ese cuello, sus lunarcitos… ah, por supuesto que negaré haber dicho esto. –Risas. –
-Para para, que no sé que te habrás pensando pero como te entre el calentón yo no voy a bajártelo
-Encima viene y me dice que no se acuerda, ¿Cómo se va a olvidar de este cuerpo, señor? –Más risas. –
-Así que en resumen, lo que te pasa es que quieres montártelo otra vez con él, ¿no?
-¡¡Berta!!
-¿Qué? ¿No es eso?
-Simplemente creo que no podríamos estar juntos… en realidad somos muy diferentes
-Tenéis diferencias, pero más cosas en común… y además, no hay nada malo en ello, podéis aprender mucho el uno del otro
-Realmente no creo que funcionara
-Que casualidad que sólo lo penséis vosotros dos
-Es que además, luego está el chico este, Óscar… es muy mono, creo que me quiere, y con él podría ser todo mucho más fácil…
-¿Tú le quieres?
-Pues no lo sé… todo sería intentarlo
-¿Quieres mi opinión?
-No
-Vale, tírate a Ángel hasta dejarlo seco
-¡Berta, por Dios!
-Mira, el chico ese es muy mono, pero seguro que no te hace gritar tanto como el enano
-Cállate ya. –Dijo levantándola. –
-Seguro que no tiene ni su cuello, ni su espalda, ni sus lunarcitos… -Contestó Berta andando hacia detrás y poniendo el tono de su amiga. –
-¡Vete! –Gritó riéndose con un cojín en la mano. –”
Por fin, después de casi media hora, apareció arreglándose el flequillo y dejando las hojas de guión y su subrayador rosa sobre la mesa.
-Tú dirás. –Me dijo seria. –
-¿Por qué has tardado tanto?
-Si hubieras ido a llamarme tú otro gallo nos cantaría, ya sabes como es Gonzalo… lo que pasa es que si no te atreves a acercarte a mí difícil lo vamos a tener
-¿A qué ha venido eso ahora?
-A nada Ángel, a nada. Bueno, ¿qué hay que grabar?
Le expliqué de muy mal humor por cómo me había contestado y luego me fui otra vez. A veces reacciona de manera muy rara y es mejor dejarla, ella sabrá lo que hace, tampoco es de mi incumbencia.
Capítulo 21:
Le expliqué de muy mal humor por cómo me había contestado y luego me fui otra vez. A veces reacciona de manera muy rara y es mejor dejarla, ella sabrá lo que hace, tampoco es de mi incumbencia.
El programa no tuvo nada de especial, nosotros estábamos más ariscos de lo normal, aunque había veces que notaba como Patricia me observaba disimuladamente. Yo también la miraba por el rabillo del ojo, me parecía muy gracioso ver como cambiaba rápidamente la dirección de su mirada para no cruzarse conmigo, pero no intercambiamos más palabras de las necesarias. Dentro de lo que cabe supimos disimular bastante bien.
Yo salí como siempre lo antes posible, esta vez no me acompañó Dani y llegué a casa antes de lo previsto. Me tumbé en el sofá y me abrí una cerveza, estaba realmente cansado de todo.
-
Me quedé al terminar en plató hablando con algunas chicas y vi como Ángel se iba sin ni siquiera despedirse de Dani. Me pareció muy raro pero en realidad no tenía por qué importarme lo que hiciera o dejara de hacer, así que simplemente me dediqué a darme la vuelta y pasar del tema. Al poco rato su amigo se acercó, y después de hablar un rato con todas nos despedimos y me cogió del brazo apartándome un poco.
-¿Dónde está Ángel?
-¿Y por qué me preguntas a mí? Si tú no lo sabes… lo he visto salir hace ya rato
-¿Segura?
-No, creo que veo alucinaciones… estoy tan obsesionada con Ángel que se me aparece de repente en todos sitios, esta mañana mismo estaba en la cocina tomándose un café. –Dani alzó una ceja mientras yo tenía cara de circunstancia. –
-Vale, vale, tampoco hace falta ponerse así ¿eh?
-Berta te está esperando en el coche
Al decirle eso me hizo un gesto con la mano de despedida y se fue. Yo recogí un poco y cuando casi todo el mundo se marchó, salí yo también.
Hoy tenía una tarde bastante ajetreada y debía ser puntual.
-
-Perdona por tardar, me acaba de decir Patri que estabas aquí, sino hubiera venido desde antes
-¿Cómo está?
-Pues… a la que salta. No se le puede decir nada y mucho menos si es de Ángel, y él está igual. –Dijo encendiendo el motor. –
-¿Te ha contado él lo que ha pasado?
-Sí…
-Lo que no me cabe en la cabeza es que no se acuerde, Patricia iba como el culo y se acuerda perfectamente… le ha costado, pero lo recuerda.
-¡Ángel también se acuerda! Pero es idiota
-¿Cómo?
-Le dijo que no por no se qué mierdas de un tal Óscar… pero claro que se acuerda, ¿cómo no va a hacerlo?
-Es que Patricia también… ahora dice que a lo mejor lo intenta con este chico, que seguro que las cosas son más fáciles
-Claro, más fáciles seguro que son, pero no creo que eso sea lo que quiere…
-Es que son idiotas y no se dan cuenta de nada… quizás no se quieran, pero sí se atraen, e intentar dejar que eso pase es todavía peor, poco a poco se va haciendo más fuerte hasta que llegue un momento en el que no puedes hacer nada y te vas dando cuenta de que solamente zumbártelo no te llena…
-Cuanto romanticismo y vulgaridad en la misma frase, me deslumbras
-Se me acaba de ocurrir una idea, ¿te apetece salir a cenar esta noche?
-
Cuando estaba en el coche regresando a casa después de una sesión de fotos y una entrevista, recibí un mensaje de Berta. Me dijo que estaba invitada a cenar, que me pusiera guapa porque iba a llevar a un amigo suyo y, al final del mensaje, la dirección del restaurante y una palabra un tanto mal sonante, propia de ella.
Realmente no tenía muchas ganas, mañana había programa y estaba muy cansada del de hoy, pero también me vendría bien distraerme así que, le respondí diciéndole que allí estaría.
Me duché y me puse un vestidito corto de color malva y unas romanas con un poco de tacón. Aún tenía que peinarme y veía que se me hacía tarde…
-
Estaba tumbado en casa sin hacer nada cuando recibí una llamada de Dani. Al principio dejé que sonara y pasé de prestarle atención, pero cuando vi que volvía a insistir descolgué algo despreocupado.
-¿Qué quieres tío?
-¡Buenas tardes a ti también! A ver Ángel… tres palabras… tú yo cena
-¿Con?
-No, yo no he dicho con
-Repito, ¿con?
-Bueno, vale, con alguien más, y puedo decirte que es de género femenino, pero nada más
-¿Y por qué crees que te voy a decir que sí?
-Porque no te lo estoy pidiendo, te estoy obligando
-¿y?
-Y que te recuerdo que tengo una foto en mi móvil bastante comprometedora…
-Vale, vale, me parece un buen motivo
-Lógico…
Después de decirme la dirección del sitio y la hora, me levanté refunfuñando y me duché. Ni siquiera me afeité, no tenía mucha barba y la verdad mis ganas no eran lo más sobresaliente ahora mismo.
Después de que el tiempo se me echara encima, me puse unos vaqueros, una camisa azul y unos zapatos. Salí de casa guardando el móvil en el bolsillo y las llaves, iba a ser una noche demasiado larga…
-
Cuando llegué al restaurante que Berta me había dicho esperé un par de minutos por fuera a que apareciera alguien, pero ni rastro. La llamé pero no respondía, así que me metí en el coche hasta su llegada. Cuando la vi por fuera, salí de nuevo poniéndome la chaqueta.
-¿La puntualidad qué?
-¡Hola rubia! –Esa voz… efectivamente, pude ver a Dani detrás de ella saludando con una gran sonrisa. –
-Huuuy… que mal me huele esto
-Pues me acabo de duchar. –Dijo él con un semblante serio. Le miré de una forma divertida y luego me dirigí hacia Berta otra vez. –
-¿Y bien?
-Vamos dentro…
Pasamos al restaurante en cuestión, bastante bonito, con paredes de ladrillo marrón y un suelo de madera roble. Colgados en los laterales había un par de cuadros viejos y sobre el techo algunos helechos, que le daban un precioso toque al lugar.
Pasamos a una pequeña salita apartada, y en el fondo de ella, justo a la esquina, contemplé a alguien de espaldas rascándose la cabeza de una manera bastante peculiar...
-Berta… un momento…
-Venga Patricia, no preguntes y camina. –Contestó cortándome y tirándome del brazo. Dani simplemente caminaba a nuestro lado mostrando indiferencia. –
cLau-90- Mensajes : 625
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Re: El amor es lo que tiene
Capítulo 22:
-Berta… un momento…
-Venga Patricia, no preguntes y camina. –Contestó cortándome y tirándome del brazo. Dani simplemente caminaba a nuestro lado mostrando indiferencia. –
Tragué saliva y después de tragarme también mi orgullo, seguí andando con la cabeza bien alta y aparentando normalidad aunque ya sabía quien estaba allí sentado…
-Buenas noches. –Dijo Berta aún de espaldas. –
-Ya pensaba que no ibais a… -Se levantó poco a poco, hasta girarse y que nuestras miradas volvieran a encontrarse. Hubiera jurado que se echaban de menos. – ¿Qué hace ella aquí?
-¿Por qué no debería yo preguntar lo mismo?
Berta y Dani pasaron de nuestro mal humor y se sentaron como si nada. Ángel seguía de pie mirando a su amigo y yo agarraba a Berta impidiendo que se sentara, aunque se deshizo fácilmente de mí.
Ambos se sentaron de frente, obligándome a sentarme también frente a Ángel.
-Yo me voy… -Dijo levantándose y cogiendo las llaves de la mesa. –
-Ya me extrañaba a mí, parece mentira que no sepa que lo de afrontar problemas no es lo tuyo… -Se giró y me miró. – ¿Vas a atreverte a negármelo?
-No quiero discutir. –Suspiró. –
-Que raro
-Joder Patricia, déjalo ya
-¡No me da la gana Ángel! Ya estoy cansada de que pases olímpicamente de todo. –Dije elevando la voz y levantándome, dándole un sonoro golpe a la mesa y haciendo que los platos chirriaran. –
-Eso es problema mío, no te importa ni te afecta para nada
-Como me jode que seas así…
-¿Sabes lo que me jode a mí? Tu orgullo, y tus cambios de humor completamente infantiles
-¿Pues sabes lo que te digo? Que eso sí que es problema mío
-¿No te das cuenta de que todo esto es absurdo?
Cuando quisimos darnos cuenta, Dani y Berta ya no estaban. Nos miramos, no más tranquilos, y vi como él volvía a marcharse.
-
-¿A dónde va el señor?
-A mi casa, ¿algún problema?
-Su amigo nos ha dado estrictas instrucciones, y no puede salir de aquí hasta que no haya arreglado todo con su acompañante.
-¿Qué?
-Son las órdenes que debemos cumplir…
-Cojonudo
Me di la vuelta y vi a Patricia de pie, mirándome incrédula, mientras arrugaba sigilosamente la servilleta.
-¿A qué vuelves? ¿Se te olvidó tu cobardía en la silla?
Me senté ignorando el comentario, y después de carraspear un poco, me serví un poco del vino que estaba ya en la mesa
-¿Qué haces Ángel?
-Cenar
-Ah, muy bien, me parece estupendo
-Te aconsejo que te sientes y mires la carta para pedir lo que quieres…
-Yo me voy ahora mismo
-Pues si puedes despistar al pingüino que hay en la puerta y salir avísame
-¿Qué pingüino?
-El camarero Patricia, el camarero.
-Ahhh, que lo llamas así por la pajarita y el traje…
-Muy astuta. –Me miró desafiante y se sentó lentamente en la silla de enfrente. Abrió su carta, y aunque se había callado, podía notar su mirada clavándose en mi frente de vez en cuando – ¿Quieres algo?
-Estoy invocando un conjuro que consiste en cambiarte por Darek…
-Perfecto, después de la saga “TEO” llega la saga “Kika Superbruja”
-Estás empezando a cansarme con tus comentarios de persona inteligente
-Y tú estás empezando a desesperarme por como me miras
-Mala suerte
-Sí, ya veo
Cinco minutos después de completo silencio llegó el camarero. Nos tomó nota y cuando se fue, volvimos a quedarnos absortos en nuestras cosas… hasta que un grito me sacó de mis pensamientos.
-¡Un bicho! –Levanté la vista y vi a una Patricia alarmada, que se levantó de golpe de la silla y se pegó a mí, agarrándome disimuladamente del hombro y escondiéndose detrás de mí. –
-¿Qué haces, loca?
-Me dan asco… -Dijo susurrando y agachándose. Me fijé en su fina mano sosteniendo mi chaqueta y cuando dirigí los ojos un poco más arriba, pude observar unos cuantos lunares perfectamente alineados y un rostro con mejillas sonrojadas. –
-No pasa nada, ya se ha muerto
-¿Seguro?
-Que sí, ¿ves como no se mueve? –Levantó ligeramente su cabeza fijándose en el bicho que había caído desde el helecho del techo y, tras mirarme y bajar sus párpados hacia el suelo, se levantó. Me hacía bastante gracia como a veces tenía estos comportamientos tan de niña pequeña, pero a la vez me enterneció la idea de que pudiera pensar que yo podía protegerla agarrándose a mí… -
- Llevas razón, ya no me puede picar. –Ambos habíamos empezado a susurrar sin darnos cuenta. –
-Anda, siéntate, que dentro de nada van a traer la comida
-Sí… pero esto no quiere decir que te haya perdonado, ¿eh?
Levanté la vista al notar como despegaba con una leve caricia su mano de mi hombro, recorriendo parte de la espalda.
-Exactamente, ¿qué tienes que perdonarme?
Capítulo 23:
Levantó la vista al notar como despegaba con una leve caricia su mano del hombro, recorriendo parte de la espalda.
-Exactamente, ¿qué tienes que perdonarme? –Preguntó mientras se sentaba. Sonrió. –
-Tu mala memoria… -Susurró.-
-¿Qué?
-¿Tú crees que tengo algo que perdonarte? –Él se calló pero no dejó de mirarla. Otra vez esa especie de magnetismo que tanto les atraía... realmente no sabía que pensar, la mentalidad de las mujeres podía ser demasiado persuasiva en estos temas, y no arriesgó. – Pues ya está, te respondes tú sólo.
-¿A caso sabes lo que estoy pensando?
-Sí, porque es exactamente lo mismo que estoy pensado yo
-¡Deja de hacer eso!
-¿El qué?
-Hacerme creer que sabes lo que pienso
-¡Pero es que sé lo que piensas! Porque sino supiera que estás pensando lo que piensas yo no lo pensaría…
-Estamos entrando en un bucle muy raro
-Sí… pero pienso qu…
-¡Cállate ya!
-¿Sabes que una patada por debajo de la mesa con el tacón que llevo te puede doler mucho?
-No lo hagas. –Dijo advirtiéndole con el dedo índice en alto. Ella simplemente le sonrió con cara de psicópata y carraspeó. –
El camarero estaba entrando con la comida en la mano, y tras dejarla en la mesa, se marchó como mismo había entrado.
Ellos no hablaron mucho más mientras comían, sólo compartían alguna que otra mirada escondida y tímida.
Él estiró su brazo para beber un poco de vino, y ella también, pero se confundió y cogió la de él, provocando un roce de manos bastante absurdo.
-Perdón. –Dijo muy bajito mirando hacia la mesa. –
-¿Después de amenazarme con una patada por debajo de la mesa te avergüenza rozar tu mano con la mía por una idiotez? – Ella le miró, no sabía por qué tenía esos cambios de actitud tan repentinos, y sobre todo, estaba segura de que él se había dado cuenta de su piel erizada al segundo del contacto. –
-Sólo he pedido perdón
-Lo sé, pero te olvidas de que te conozco lo suficiente para saber lo que piensas… y no, no me digas que deje de hacerte creer que sé lo que piensas… -Ella soltó una carcajada, parece que al final las cosas iban por buen camino. –
-No me robes mis frases, enano calvo
Terminaron de cenar, y tras pagar – entre los dos – salieron del restaurante. Una brisa fresa les embriagó completamente, se notaba como el invierno estaba llegando y la piel de ella, más clara que la de él, se enrojeció levemente por los pómulos.
No le importó, el frío le estaba calando los huesos pero no dijo nada, sólo quería seguir caminando sin rumbo mientras miraba al frente y se percataba de la presencia de él justo a su izquierda.
-¿Se puede saber dónde vamos?
-Cállate Ángel, disfruta de la magia de la noche
-¿Qué magia? Si me estoy muriendo de frío, joder
-Pues vaya un caballero, entonces ¿si te pidiera la chaqueta no me la darías?
-Nunca, que luego se me queda oliendo a chuchería de fresa
-Bueno, tampoco iba pedírtela, tu talla “S” no me sirve ni para un brazo…
Él la miró mal, y ella simplemente soltó una carcajada tras mirarle. Como si de un acto reflejo se tratara, entrelazó su brazo con el de él, y mientras seguía riendo se apoyó en su hombro.
Ángel, al sentirlo, no paró de caminar pero le resultó demasiado extraño que después de cómo habían estado estos días ahora le tratara así.
La miró con cautela, pero ella seguía mirando al infinito, quizás sin esperar una respuesta. Al fin y al cabo no quería discutir, así que se calló y siguieron andando sin rumbo fijo.
Y justo en ese momento, se les olvidó el tiempo, dónde estaban, lo que pensaban segundos atrás y lo que llevaban pensando durante años sobre ambos.
Los escudos que habían tenido puestos quizás desde su primer encuentro se desprendieron por completo de sus cuerpos y ahora estaban desnudos ante el otro, más incluso que cuando lo hicieron literalmente.
Demasiado tiempo intentando frenar y parar lo que inevitablemente iba a ocurrir…
-Ángel… –dijo por fin sentándose en un pequeño banco alejado de todo el bullicio. –
-Dime
-Contéstame una cosa… ¿por qué todo tiene que ser tan difícil? –Preguntó frágilmente, como una niña a la que le acaban de quitar una de sus golosinas favoritas. –
-No lo sé Patricia
En ese momento se miraron, estaban demasiado cerca y a pesar de todo, muchas dudas y temores flotaban en el ambiente con notable fuerza.
-¿Nos vamos?
-Sí, va a ser mejor, se nos ha hecho muy tarde
Emprendieron el camino de vuelta en silencio, metidos en su mundo y realmente asustados porque todo lo que trataron de esconder durante años, en un par de segundos había vuelto a salir sin ellos darse ni cuenta.
-Bueno… pues me lo he pasado muy bien. –“¿Qué estás haciendo Patricia? Esto ha sonado mucho a primera cita adolescente,” pensaba ella. –
-¿A pesar de que casi te comiera un bicho?
-Sí, a pesar de eso, y también a pesar de haberme encontrado contigo por mera casualidad… -Ambos rieron, y se quedaron absortos mirándose. –
-Pues hasta mañana entonces
Justo cuando él se iba a dar la vuelta ella le agarró por la solapa de la chaqueta y se acercó hasta su mejilla para darle un tierno beso. Se separó y tras sonreírle como una niña chica, se dio la vuelta y lo dejó allí mirando su peculiar caminar con tacones.
-Berta… un momento…
-Venga Patricia, no preguntes y camina. –Contestó cortándome y tirándome del brazo. Dani simplemente caminaba a nuestro lado mostrando indiferencia. –
Tragué saliva y después de tragarme también mi orgullo, seguí andando con la cabeza bien alta y aparentando normalidad aunque ya sabía quien estaba allí sentado…
-Buenas noches. –Dijo Berta aún de espaldas. –
-Ya pensaba que no ibais a… -Se levantó poco a poco, hasta girarse y que nuestras miradas volvieran a encontrarse. Hubiera jurado que se echaban de menos. – ¿Qué hace ella aquí?
-¿Por qué no debería yo preguntar lo mismo?
Berta y Dani pasaron de nuestro mal humor y se sentaron como si nada. Ángel seguía de pie mirando a su amigo y yo agarraba a Berta impidiendo que se sentara, aunque se deshizo fácilmente de mí.
Ambos se sentaron de frente, obligándome a sentarme también frente a Ángel.
-Yo me voy… -Dijo levantándose y cogiendo las llaves de la mesa. –
-Ya me extrañaba a mí, parece mentira que no sepa que lo de afrontar problemas no es lo tuyo… -Se giró y me miró. – ¿Vas a atreverte a negármelo?
-No quiero discutir. –Suspiró. –
-Que raro
-Joder Patricia, déjalo ya
-¡No me da la gana Ángel! Ya estoy cansada de que pases olímpicamente de todo. –Dije elevando la voz y levantándome, dándole un sonoro golpe a la mesa y haciendo que los platos chirriaran. –
-Eso es problema mío, no te importa ni te afecta para nada
-Como me jode que seas así…
-¿Sabes lo que me jode a mí? Tu orgullo, y tus cambios de humor completamente infantiles
-¿Pues sabes lo que te digo? Que eso sí que es problema mío
-¿No te das cuenta de que todo esto es absurdo?
Cuando quisimos darnos cuenta, Dani y Berta ya no estaban. Nos miramos, no más tranquilos, y vi como él volvía a marcharse.
-
-¿A dónde va el señor?
-A mi casa, ¿algún problema?
-Su amigo nos ha dado estrictas instrucciones, y no puede salir de aquí hasta que no haya arreglado todo con su acompañante.
-¿Qué?
-Son las órdenes que debemos cumplir…
-Cojonudo
Me di la vuelta y vi a Patricia de pie, mirándome incrédula, mientras arrugaba sigilosamente la servilleta.
-¿A qué vuelves? ¿Se te olvidó tu cobardía en la silla?
Me senté ignorando el comentario, y después de carraspear un poco, me serví un poco del vino que estaba ya en la mesa
-¿Qué haces Ángel?
-Cenar
-Ah, muy bien, me parece estupendo
-Te aconsejo que te sientes y mires la carta para pedir lo que quieres…
-Yo me voy ahora mismo
-Pues si puedes despistar al pingüino que hay en la puerta y salir avísame
-¿Qué pingüino?
-El camarero Patricia, el camarero.
-Ahhh, que lo llamas así por la pajarita y el traje…
-Muy astuta. –Me miró desafiante y se sentó lentamente en la silla de enfrente. Abrió su carta, y aunque se había callado, podía notar su mirada clavándose en mi frente de vez en cuando – ¿Quieres algo?
-Estoy invocando un conjuro que consiste en cambiarte por Darek…
-Perfecto, después de la saga “TEO” llega la saga “Kika Superbruja”
-Estás empezando a cansarme con tus comentarios de persona inteligente
-Y tú estás empezando a desesperarme por como me miras
-Mala suerte
-Sí, ya veo
Cinco minutos después de completo silencio llegó el camarero. Nos tomó nota y cuando se fue, volvimos a quedarnos absortos en nuestras cosas… hasta que un grito me sacó de mis pensamientos.
-¡Un bicho! –Levanté la vista y vi a una Patricia alarmada, que se levantó de golpe de la silla y se pegó a mí, agarrándome disimuladamente del hombro y escondiéndose detrás de mí. –
-¿Qué haces, loca?
-Me dan asco… -Dijo susurrando y agachándose. Me fijé en su fina mano sosteniendo mi chaqueta y cuando dirigí los ojos un poco más arriba, pude observar unos cuantos lunares perfectamente alineados y un rostro con mejillas sonrojadas. –
-No pasa nada, ya se ha muerto
-¿Seguro?
-Que sí, ¿ves como no se mueve? –Levantó ligeramente su cabeza fijándose en el bicho que había caído desde el helecho del techo y, tras mirarme y bajar sus párpados hacia el suelo, se levantó. Me hacía bastante gracia como a veces tenía estos comportamientos tan de niña pequeña, pero a la vez me enterneció la idea de que pudiera pensar que yo podía protegerla agarrándose a mí… -
- Llevas razón, ya no me puede picar. –Ambos habíamos empezado a susurrar sin darnos cuenta. –
-Anda, siéntate, que dentro de nada van a traer la comida
-Sí… pero esto no quiere decir que te haya perdonado, ¿eh?
Levanté la vista al notar como despegaba con una leve caricia su mano de mi hombro, recorriendo parte de la espalda.
-Exactamente, ¿qué tienes que perdonarme?
Capítulo 23:
Levantó la vista al notar como despegaba con una leve caricia su mano del hombro, recorriendo parte de la espalda.
-Exactamente, ¿qué tienes que perdonarme? –Preguntó mientras se sentaba. Sonrió. –
-Tu mala memoria… -Susurró.-
-¿Qué?
-¿Tú crees que tengo algo que perdonarte? –Él se calló pero no dejó de mirarla. Otra vez esa especie de magnetismo que tanto les atraía... realmente no sabía que pensar, la mentalidad de las mujeres podía ser demasiado persuasiva en estos temas, y no arriesgó. – Pues ya está, te respondes tú sólo.
-¿A caso sabes lo que estoy pensando?
-Sí, porque es exactamente lo mismo que estoy pensado yo
-¡Deja de hacer eso!
-¿El qué?
-Hacerme creer que sabes lo que pienso
-¡Pero es que sé lo que piensas! Porque sino supiera que estás pensando lo que piensas yo no lo pensaría…
-Estamos entrando en un bucle muy raro
-Sí… pero pienso qu…
-¡Cállate ya!
-¿Sabes que una patada por debajo de la mesa con el tacón que llevo te puede doler mucho?
-No lo hagas. –Dijo advirtiéndole con el dedo índice en alto. Ella simplemente le sonrió con cara de psicópata y carraspeó. –
El camarero estaba entrando con la comida en la mano, y tras dejarla en la mesa, se marchó como mismo había entrado.
Ellos no hablaron mucho más mientras comían, sólo compartían alguna que otra mirada escondida y tímida.
Él estiró su brazo para beber un poco de vino, y ella también, pero se confundió y cogió la de él, provocando un roce de manos bastante absurdo.
-Perdón. –Dijo muy bajito mirando hacia la mesa. –
-¿Después de amenazarme con una patada por debajo de la mesa te avergüenza rozar tu mano con la mía por una idiotez? – Ella le miró, no sabía por qué tenía esos cambios de actitud tan repentinos, y sobre todo, estaba segura de que él se había dado cuenta de su piel erizada al segundo del contacto. –
-Sólo he pedido perdón
-Lo sé, pero te olvidas de que te conozco lo suficiente para saber lo que piensas… y no, no me digas que deje de hacerte creer que sé lo que piensas… -Ella soltó una carcajada, parece que al final las cosas iban por buen camino. –
-No me robes mis frases, enano calvo
Terminaron de cenar, y tras pagar – entre los dos – salieron del restaurante. Una brisa fresa les embriagó completamente, se notaba como el invierno estaba llegando y la piel de ella, más clara que la de él, se enrojeció levemente por los pómulos.
No le importó, el frío le estaba calando los huesos pero no dijo nada, sólo quería seguir caminando sin rumbo mientras miraba al frente y se percataba de la presencia de él justo a su izquierda.
-¿Se puede saber dónde vamos?
-Cállate Ángel, disfruta de la magia de la noche
-¿Qué magia? Si me estoy muriendo de frío, joder
-Pues vaya un caballero, entonces ¿si te pidiera la chaqueta no me la darías?
-Nunca, que luego se me queda oliendo a chuchería de fresa
-Bueno, tampoco iba pedírtela, tu talla “S” no me sirve ni para un brazo…
Él la miró mal, y ella simplemente soltó una carcajada tras mirarle. Como si de un acto reflejo se tratara, entrelazó su brazo con el de él, y mientras seguía riendo se apoyó en su hombro.
Ángel, al sentirlo, no paró de caminar pero le resultó demasiado extraño que después de cómo habían estado estos días ahora le tratara así.
La miró con cautela, pero ella seguía mirando al infinito, quizás sin esperar una respuesta. Al fin y al cabo no quería discutir, así que se calló y siguieron andando sin rumbo fijo.
Y justo en ese momento, se les olvidó el tiempo, dónde estaban, lo que pensaban segundos atrás y lo que llevaban pensando durante años sobre ambos.
Los escudos que habían tenido puestos quizás desde su primer encuentro se desprendieron por completo de sus cuerpos y ahora estaban desnudos ante el otro, más incluso que cuando lo hicieron literalmente.
Demasiado tiempo intentando frenar y parar lo que inevitablemente iba a ocurrir…
-Ángel… –dijo por fin sentándose en un pequeño banco alejado de todo el bullicio. –
-Dime
-Contéstame una cosa… ¿por qué todo tiene que ser tan difícil? –Preguntó frágilmente, como una niña a la que le acaban de quitar una de sus golosinas favoritas. –
-No lo sé Patricia
En ese momento se miraron, estaban demasiado cerca y a pesar de todo, muchas dudas y temores flotaban en el ambiente con notable fuerza.
-¿Nos vamos?
-Sí, va a ser mejor, se nos ha hecho muy tarde
Emprendieron el camino de vuelta en silencio, metidos en su mundo y realmente asustados porque todo lo que trataron de esconder durante años, en un par de segundos había vuelto a salir sin ellos darse ni cuenta.
-Bueno… pues me lo he pasado muy bien. –“¿Qué estás haciendo Patricia? Esto ha sonado mucho a primera cita adolescente,” pensaba ella. –
-¿A pesar de que casi te comiera un bicho?
-Sí, a pesar de eso, y también a pesar de haberme encontrado contigo por mera casualidad… -Ambos rieron, y se quedaron absortos mirándose. –
-Pues hasta mañana entonces
Justo cuando él se iba a dar la vuelta ella le agarró por la solapa de la chaqueta y se acercó hasta su mejilla para darle un tierno beso. Se separó y tras sonreírle como una niña chica, se dio la vuelta y lo dejó allí mirando su peculiar caminar con tacones.
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Re: El amor es lo que tiene
Capítulo 23:
Aquella mañana llegó con una sonrisa más brillante de lo normal. Realmente había estado toda la noche pensando, y aunque le asustaba un poco la situación con Ángel, pensaba en positivo.
Saludó a todos los que vio por la redacción, y se metió en su camerino con la misma sonrisa de antes.
A los cinco minutos, sonó la puerta. Ella no respondió porque sabía quién era, y como no, acertó. Su amiga estaba de pie con cara de intriga y cerró de un portazo.
-¡Cuenta, cuenta! ¿Cómo ha ido todo?
-Bien… -dijo sin más, sonriendo tímidamente hacia el suelo. –
-¿Bien de genial, o bien de fue una mierda pero no quiero decírtelo?
-Bien de bien, Berta –Risas. –
-¿Ha habido tema?
-¡No!
-Me respondes como si fuera una locura, y ya ha pasado
-Supongo que no bebimos lo suficiente como para repetirlo… a lo mejor podríamos haberlo hecho si alguien nos hubiera dejado la cena pagada
-¿De qué hablasteis? –Preguntó escurriendo el bulto. –
-De nada en especial, fue pasando todo sobre la marcha
-Con tantos detalles no, por favor…
-Es que tampoco fue nada del otro mundo Berti, simplemente… una cena y un paseo agarraditos de noche
-¿Agarraditos?
-Sí… -Asintió volviendo a sonreír. –
-¿Cómo agarraditos? Por cierto, que cara de idiota tienes
-¡Déjame! –Risas. – Pues no sé, estábamos caminando y de repente me agarré a su brazo… y así fuimos hasta su coche
-Siento decirte esto, pero tú estás muy enchochada querida
-Reconozco que me encantó como fue todo a noche pero… fue a noche
-No empieces otra vez, Patri, ¡no estés toda la vida renegando de lo que quieres por miedo!
-Esta tarde he quedado con Óscar
-Genial, tía, genial… voy a decirte una cosa, quizás te suene a mala leche pero lo digo totalmente en serio… si tú no haces nada, él tampoco lo hará, y lo sabes
-Per…
-¿Vas a quedarte con el jamón york mientras puedes quedarte con el de pata negra? –Risas otra vez. –
-Bonita metáfora, pero ahora tengo que pensar así que por favor… ¡Lárgate!
-Lo que tienes es que quitarte ese cague que llevas encima bonita… ¡Tíratelo ya! Bueno, otra vez…
-Me puedes, en serio
Y tras eso, otro portazo. Lo peor es que sabía que Berta tenía razón, sabía que todos tenían razón…
Se fue a maquillaje y a peluquería intentando evadirse un poco de todo.
-
El programa se le pasó más rápido de lo normal y cuando se dio cuenta estaba levantándose de la silla para marcharse. No había hablado con Ángel de nada de lo que había pasado, simplemente un saludo por cortesía y poco más.
No le importaba, podía leer en sus ojos que a él le estaba pasando lo mismo que a ella, y les vendría bien un poco de distancia.
-
Corría un viento helado aquella tarde, y allí estaba ella, sentada en un solitario banco de una extraña y estrecha calle esperándole. No sabía que hacía allí, sabía que todo se iba a complicar, pero aún así no podía dejar de pensar que al fin y al cabo, era lo correcto.
-Buenas tardes Patri. –Le sonrió, y le dio dos besos. –
-Buenas. Veo que eres puntual… empezamos bien la tarde
-No me gusta hacerte esperar, aunque por lo que veo has llegado temprano…
-Sí, pero no demasiado, tranquilo.
-¿Vamos a tomar algo?
-Claro, como quieras. –Sonrió y cogió su bolso. –
-
La tarde transcurría y mientras ella lograba convencerse de lo que era mejor, Ángel pensaba en que debía decírselo ya. La situación era muy complicada y ni el mismo se hubiera imaginado estando dispuesto a hacer lo que iba a hacer…
Cogió su móvil y pulsó su número.
“Patricia, necesito hablar contigo, ¿podemos vernos?”
Ella estaba bebiendo de su taza de café en compañía de Óscar al recibir el mensaje. La dejó sobre el pequeño plato y lo leyó. Pensó contestarle, pero lo único que hizo fue respirar hondo y guardarse el móvil en el bolsillo del abrigo.
Demasiada diferencia entre la razón y el corazón…
Capítulo 24:
-¿Nos vamos? –La sacó de sus pensamientos. –
-Sí, mejor.
Pasearon un rato más riéndose de cualquier idiotez y entraron a un par de tiendas por petición de ella. A él le encantaban sus payasadas, su dulzura y ese aspecto de muñeca que tenía, y a ella… a ella le bastaba con no acordarse de Ángel.
Se compró un par de camisas y un vaquero, y a la salida mientras él llevaba las bolsas, ella le bromeaba repetidamente.
-¿Ese no es Ángel? –Le preguntó él mientras dejaba de hacerle unas leves cosquillas en el costado. –
-¿Quién? ¿Dónde? –Sus músculos se tensaron y comenzó a sentirse completamente desnuda en medio de la calle. –
-Allí… está con el otro, con Dani, ¡Vamos a saludarlos! –Antes de que pudiera pararle, ya había comenzado a andar rápidamente y a acercarse a ellos. Al final había sido peor el remedio que la enfermedad… -
-¡Ángel! ¿Qué tal? –Él se giró, y aunque al principio no le recordaba, luego le correspondió al saludo. –
-¿Y tú por aquí? Que casualidad
-Sí, la verdad es que sí… estaba dando una vuelta con Patricia. –Ella se acercó y se puso al lado de él. –
-Hola Ángel
-¿Así que estáis juntos? –Preguntó dejando la cortesía a un lado. –
-No… -Respondió ella. –
-¿Ah no? –Contestó Óscar. –
-Ya, ya veo. Tranquilo, Patricia es muy de olvidarse de las cosas, sobre todo si la invitas a cenar, ten cuidado
-¡Ángel! –No pudo evitarlo. –
-Tengo que irme, que Dani estará queriéndome matar… pasadlo bien.
Antes de darse la vuelta y comenzar a andar hacia el sentido contrario, se acercó al oído del que había sido su acompañante durante toda la tarde y susurró una palabra que ella no esperaba oír, y que él seguramente también esperaba que ella no escuchara. “Cuídala” fue lo último que dijo antes de marchase y darle una palmada en el hombro a Óscar.
Patricia se quedó quieta en medio de la calle sin reaccionar durante un par de minutos. Aún le veía alejándose y no podía evitar sentirse completamente despreciable. Había intentando pasar de él, no hacerle caso, no hablarle fuera de lo necesario, y a cambio de todo eso, él seguía deseándole lo mejor, porque en el fondo y aunque le costase reconocerlo, quería lo mejor para ella.
Y una vez que los tuvo a los dos delante, se dio cuenta de que estaba haciendo la idiota una vez más. ¿De qué le servía todo esto? Sería otro intento fallido de empezar de cero. Tantas ocasiones para encontrar a alguien con el que sentirse plenamente feliz y lo había tenido delante suyo desde hace muchísimo tiempo.
-¿Patricia?
Le dieron ganas de correr, de abrazarle, de saber que iba a estar con ella siempre, pero por otra parte…
-¿Estás bien?
-¿Eh? Sí, claro, pero tengo que irme ya
-Todavía es temprano, ¿te pasa algo?
-No, de verdad que no, pero estoy cansada y necesito descansar que mañana trabajo… otro día te llamo y volvemos a quedar
-Mañana mismo si quieres… - Él se inclinó para besarla, pero Patricia giró ligeramente su cara provocando que le diera un sonoro beso en el cachete. –
-¡Pues hasta otra guapo! Gracias por acompañarme a comprar
-
Nada más entrar en su coche, se sacó el móvil del abrigo y dejando la bufanda en el asiento del copiloto, empezó a escribir un mensaje:
“Yo no me olvido de nada, y me puedo cuidar solita, pero sé de alguien que puede hacerme compañía. Pórtate bien y acuéstate tempranito… Un besito Ángel.”
Una de las primeras veces que se le olvidaba llamarle enano en un sms. Volvió a escribir.
“Se me olvidaba: enano.”
Sonrió satisfecha y condujo hasta su casa oyendo música y aguantando algo del típico tráfico de Madrid.
-
Había apagado el móvil, lo solía hacer de vez en cuando para desconectarse de todos los agobios que le rodeaban. Llegó a casa de noche, y al encenderlo le llegaron dos mensajes de Patricia.
Los abrió realmente extrañado, pero al leerlos una sonrisa de medio lado se reflejó en su cara, aunque todavía no entendía muy bien a qué se refería.
“¿Tú no deberías dedicarte a mandarle mensajitos a tu novio? ¡A mí déjame tranquilo, bastante tiempo me ha tocado aguantarte! Sabes que es broma… te he soportado poco tiempo, relativamente. Hasta mañana.”
-
Ella, tirada en el sofá con un libro a medio leer y empezando a roncar –aunque ella consideraba que sólo respiraba fuerte –, se sobresaltó al oír el móvil.
Esta vez no le contestó, primeramente porque quería hacerle pensar un poco y otra buena razón era porque estaba más dormida que despierta.
Se fue a la cama y deseó que llegara el día siguiente, tenía pensando solucionar un asunto pendiente…
Capítulo 25:
Aquella mañana llegó tarde porque el taxi que había pedido llegó tarde, y globomedia era un caos total, demasiadas cosas por grabar y por hacer…
Ella quería encontrarle y tener un momento para hablar, pero ni siquiera podía.
Tras un par de horas, ya estaba sentada subrayando el guión como siempre.
Lo vio acercarse y le miró, le miró diferente a estos últimos días, como si ahora tuviera claro lo que quería. No fue capaz de decirle nada, aunque realmente no hacía falta. Él notó que le observaba de forma distinta y le sonrió ligeramente, y luego se giró y desapareció con el guión en la mano.
El programa empezó sin grandes novedades, pero cuando Patricia dirigió su mirada hacia el público en un momento, vio que Óscar estaba sentado allí hablando con otra chica que tenía al lado. En la publicidad se levantó y lo llamó.
-¿Qué haces aquí?
-Pensé que te alegrarías al verme. –Le dijo sonriendo. –
-Pero si nos vimos ayer por la tarde
-Bueno, miento, es que te echaba mucho de menos… -Poco a poco se fue acercando a Patricia, pero ella no oponía resistencia, estaba completamente bloqueada. –
-Aquí no Óscar, ya hablamos ayer
-Perdona, es que este vestidito te queda precioso
Ella sonrió, pero no le gustaba nada que fuera tan posesivo y aunque estaba de espaldas a Ángel, sabía que los estaba mirando.
-Voy a la mesa ya
-Vale, a la salida hablamos. –Dio por hecha esa frase y se volvió a sentar. –
Ella caminó hasta la mesa y tras sentarse le miró, ahora con cierta culpabilidad. Cogió uno de sus bolígrafos y escribió en una de las hojas de guión:
”Necesito hablar contigo, ¿me invitarás a cenar algún día sin que sea una encerrona?”
Le puso el papel disimuladamente sobre su guión, y sonrió.
Él la miró con una ceja alzada, no entendía nada.
“¿A qué juegas Patricia?”
“Sólo quiero arreglar las cosas, pero si no quieres no pasa nada.”
“No quiero aguantar a un montón de paparazzi por estar con alguien que no sabe lo que quiere, eso es todo.”
Aquello hizo que ella guardara el bolígrafo y siguiera subrayando como venía haciendo antes. Se lo había dejado muy claro, tanto que de alguna manera, llegó a dolerle.
Respiró hondo y le miró por última vez antes de entrar en el aire.
-
-¿Nos vamos?
-Espera, voy a quedarme aquí un ratito hablando con la gente, vete tú si quieres
-No, tranquila, me quedo acompañándote
-No hace falta, de verdad
-Pero si no es ninguna molestia, me encantaría conocer a los fans de mi chica. –Dijo pasándole el brazo por la espalda. –
-Óscar, no soy tu chica. –Dijo cortante, separándose un poco. –
-No seas tonta, no me rechaces por vergüenza…
-¡Ya vale! –Gritó, ya un poco harta. –
Ángel acababa de entrar a buscar una cosa que se había dejado bajo la mesa, y al oír a Patricia levantó la vista y se quedó contemplando la escena.
-No me gusta que me grites delante de la gente y menos cuando no te he hecho nada…
-¡Y a mí no me gusta que me persigas, joder!
-No te persigo, sólo es que hoy te voy a llevar yo a casa ¿vale? Ya que has venido en taxi…
Agarró los papeles que necesitaba y se acercó.
-No, hoy tengo que llevarla yo porque tenemos que hacer una cosa primero. –Dijo Ángel interponiéndose. Patricia le miró extrañada, pero luego sonrió. –
-Pero si ayer me dijiste que tenías libre la tarde. –Dijo Óscar dirigiéndose a ella. –
-No, ha surgido un imprevisto, y además llegamos tarde
-Pues entonces volveré mañana, adiós preciosa. –Cuando él estaba acercándose para darle un beso, Ángel tiró de ella y salieron andando rápidamente. –
Al llegar a su coche se pararon.
-Gracias Ángel
-De nada…
-Oye –Dijo agarrándole del brazo instintivamente. – ¿me llevas?
-¿Qué? No, no, sólo era para que te libraras de Óscar…
-Bueno, pues ya me cogeré yo un taxi… si me ven tan sexy que el conductor se mete por un callejón y me viola que no quede en tu consciencia toda la vida… -Él la miró con una ceja alzada y se metió en el coche. –
-A ti nadie te va a violar… y sino échales colonia en los ojos, ya verás como escuece… hasta mañana.
-¡Espera! –Dijo dando un par de golpes en la ventanilla para que la bajara. –
-¿Qué?
-Yo sé lo que quiero… sólo espero que no sea demasiado tarde.
Se miraron por última vez y él se marchó. Ella esperó un rato más sentada en las escaleras y luego se fue a casa.
-
Se quitó los tacones y se tumbó en el sofá con la compañía de una manta, una coca-cola, y una televisión encendida. Notó como el móvil vibraba en la mesilla, y leyó el mensaje que acababa de llegarle.
“¿A las 9 en mi casa? Más vale tarde que nunca…”
Sonrió y miró el reloj, las 6 y media.
Se levantó de golpe dejando todo como estaba y se fue a preparar. Sabía que después de esa noche todo iba a ser muy distinto, no sabía si para bien o para mal, pero ambos se merecían darse una nueva oportunidad, por muy difícil que fuera.
-
Comenzó a preparar la cena justo después de mandarle el mensaje a Patricia. Realmente pensaba que se había pasado un poco comportándose así, pero también estaba cansado de sus cambios de opinión y de sus jueguecitos de cría. Le pareció buena idea hablar las cosas tranquilamente, no estaba dispuesto a soportar un seguimiento de 24 horas al día por una relación que no tenía ningún futuro.
Dejó el pescado al horno y se fue a duchar. Sabía que ella no sería puntual así que estaba relativamente tranquilo, pero no podía tardar mucho, también quería adecentar un poco la casa.
-
Escuchó el timbre y se levantó del sofá, colocándose la chaqueta. Carraspeó un par de veces justo en frente de la puerta –típico gesto idiota – y giró el manillar.
Y allí se la encontró. Preciosa, como no.
-Buenas noches señor Martín. –Dijo con voz sugerente acompañada de una gran sonrisa. Su vestido corto grisáceo palabra de honor dejaba ver sus brillantes y enormes piernas,
y el lazo que llevaba en su cintura quedaba perfectamente conjuntado con los zapatos de tacón negros que se había puesto. –
-Puntual, empezamos bien la noche. –Atinó a decir él después de darle un importante repaso. –
-No quería hacerte esperar, más todavía. –Puntualizó. Él se quedó una milésima de segundo pensando, y luego logró reaccionar. –
-Pasa, que hace frío.
Una vez dentro se quitó la chaqueta, y tras dejarla en el perchero que había detrás de la puerta, colocó la cartera encima de la pequeña mesilla de la entrada. Observó todo con demasiado cuidado, cada cuadro, cada rincón del salón…
-¿Quieres cenar ya? –Le sacó de sus pensamientos en seguida. –
-Espera un momento, que le pregunto a mis tripas… ¿Queréis cenar ya, bonitas? Ah, que os apetece ver mejor toda la casa de Ángel… bueno, no sé que opinará él…
-¿Patricia? –Dijo poniendo una cara desconcertante y riéndose. – Y eso que nos has bebido
-Bueno, pues ya has oído a las anfitrionas, si no quieres ser devorado haz de guía por tu preciosa mansión
Él le sonrió y la cogió por los hombros, empujándola suavemente hacia delante. Subieron las escaleras, y mientras, ella no podía resistirse a poner su planta de la mano por todo lo que se encontraba; la pared, el pasamanos…
-¿Es madera de la buena, no? –Dijo refiriéndose a éste último. –
-No, es corcho camuflado… la madera natural la he guardado para que no me la robes, que nos conocemos –Patricia no pudo evitar soltar una carcajada, y enseguida llegaron a la planta de arriba. –
-¿Has cambiado la pintura, no?
-Sí, hace mucho tiempo…
-Es que hacía tanto que no me invitabas
-¿De verdad hace falta que te invite para que invadas mi casa? No lo creo. –Y volvió a sacarle otra sonrisa espontáneamente. –
-Uala, ¿ése eres tú de pequeño? –Dijo señalando, al otro lado del pasillo, una grandísima foto que había colgada en la pared. Le cogió de la mano inconscientemente, y tiró de él para verla mejor. –
Capítulo 26:
-¿De verdad hace falta que te invite para que invadas mi casa? No lo creo. –Y volvió a sacarle otra sonrisa espontáneamente. –
-Uala, ¿ése eres tú de pequeño? –Dijo señalando, al otro lado del pasillo, una grandísima foto que había colgada en la pared. Le cogió de la mano inconscientemente, y tiró de él para verla mejor. –
-Sí… siempre me ha gustado esta foto, todavía no sé por qué
-Pues porque eres igual de mono que ahora. –Dijo ella sonriéndole. – Aunque eras más bajito, creía que eso no era posible…
El horno sonó, y cambió el sentido de la conversación en tal sólo un segundo.
-¿Vamos?
-Vamos.
-¿Qué has hecho? ¿eh? ¿eh Ángel? ¿vas a decírmelo? –Iba preguntando ella mientras bajaban de nuevo por las escaleras. – huele muy rico, ¿qué es? ¿pescado, carne, friskies para el perro?
-Pesada
-Mmmmmmmm ¡quiero comer! Comer comer comer comer…
Él la ignoraba completamente mientras seguía andando hacia la cocina y sin poder evitar reírse. Ella se sentó en el sofá pero sin perderle de vista, asomando la cabeza de vez en cuando para alcanzar a ver la cocina.
-¿Ya? Estás tardando mucho
-¡No mires!
-¿Por qué? ¿Estás poniéndole veneno?
-Es una sorpresa…
-Sí, porque no me voy a esperar el momento de mi muerte… no soy tonta
-¿Quieres ir al salón y callarte?
-Bueeeeeeno…
Encogió los hombros y volvió a sentarse. Al cabo de pocos minutos, mientras tarareaba una suave melodía, Ángel apareció con una enorme bandeja de pescado al horno acompañado de patatas fritas. Dejó el vino en un cubilete con hielo y puso las copas sobre la mesa.
Se sentó al lado de ella, suspirando.
-¿Sabes? Pensaba que no te ibas a acordar de mi celiaquía y no iba a poder cenar nada –Le dijo ruborizada. –
-Y yo sabía que no debía olvidarme, o me acabarías comiendo a mí.
-Tampoco me llenarías mucho
-¿No te cansas nunca, eh?
-Jamás. –Dijo sonriéndole. – ¿Empezamos?
-Claro
Comenzaron a cenar y en aquel salón sólo se oían los cubiertos chirriar con los platos y el vino sirviéndose en las copas.
-Está muy rico, ¿dónde has aprendido a hacerlo?
-En ningún sitio, pero un día decidí que o aprendía a cocinar o iba a morirme de hambre… así que esta fue el resultado después de muchísimas horas limpiando la cocina y sacando comidas quemadas del horno. –Ella soltó una carcajada, se lo imaginó con un delantal lleno de harina y no pudo evitar pensar en una croqueta. –
Pasó un rato, y lo único que habían hecho era terminar de cenar y empezar a hablar de cosas sin importancia sentados en el sillón.
-¿Te apetece bailar?
-Nunca me apetece bailar…
-Pues que pena, entonces tendrás que hacerlo a la fuerza
-¿Qué? No… baila tú si quieres mientras yo recojo todo esto
-No vas a dejarme sola bailando, eso es lo más ridículo del mundo
-Creo que es menos ridículo que verme bailar a mí…
-Ángel… ¡va! Si va a ser muy divertido
-Divertido para ti, que vas a reírte de mí… yo lo paso mal con estas cosas
-No me voy a reír, tonto… venga, de verdad. –Dijo tendiéndole la mano y sonriéndole. Él asintió, al fin y al cabo la había invitado y sobre todo no tenía ganas de oírla más, podía ser muy cansina. –
-Vale, pero nada de risitas.
-¡Prometido! –Contestó haciendo el típico gesto de la cremallera cerrada. –
Empezaron haciendo el idiota por todo el salón, ella bastante animada desde el principio, y él, a no aparentaba no querer hacerlo.
Después de bastante rato, comenzó a sonar una preciosa canción en la radio.
(https://www.youtube.com/watch?v=luGP-XbiYNE)
No estoy enamorada de ti, pero te regalaría mi primera sonrisa del día sólo por saber a qué sabrá tu piel…
Ya no bailaban, ya no se movían. Ahora sólo se miraban y descifraban el pensamiento del otro, intentando comprender la especie de magia que les estaba envolviendo en ese momento, esa que habían echado tanto de menos.
Tu arte; el arrastrar palabras donde te escondes.
Sólo por los silencios que dejas caer entre tus secretos, me dejaría engañar cada noche de mi vida.
Agachaba su mirada, nerviosa. Cuando estaba con él no existía ninguna barrera de mujer fuerte ni ese corazón infranqueable, no podía engañarlo ni engañarse, era su debilidad y lo sabían.
Me dejaría besar, me perdería en tu boca.
Los escasos centímetros que existían entre ellos desaparecieron, y mientras él la rodeaba con sus brazos, ella sonreía tímidamente. Juntaron sus cabezas y ella, al abrir sus ojos, se encontró con los de él, que brillaban y dejaban ver su color café.
Sólo quiero saber qué es estar muy cerca de ti, que tus dedos manejen mi espalda.
Y sabían que se entregarían al otro sin ningún problema. Ayer, ahora, mañana… porque intentaron esconder lo que sintieron desde el primer momento pero, al tener miedo, no supieron darse cuenta que era imposible engañar a ese sentimiento tan especial.
Haz que crees, yo fingiré también, que aunque mañana nos diga que todo acabó, repetiremos cada vez que nos crucemos de nuevo.
Cansados de fingir, se descubrían el uno al otro…
Engáñame a mí también, pero tropiézate conmigo. Engáñame a mí también, pero rómpete conmigo.
Patricia lo agarró de la solapa de su chaqueta, y lentamente, fue acercándose a su oído. Mientras le susurraba ese trozo de canción ambos mantenían los ojos cerrados, y él incluso pudo notar como ella se tensaba. Seguía manteniéndola pegada a su cuerpo, y ver como se entregaba intentando aparentar normalidad le daba más ternura, aún si cabe.
Tus ojos contienen a tu alma, que no se escape más; ciérralos ya o engáñame a mí también.
Se abrazaron y todo cuanto existía a su alrededor dejó de existir para ellos. Eran capaces de hablarse a través de los silencios, y después de esto no necesitaban más.
-
Al cabo de un rato, ella se separó lentamente pudiendo ver de nuevo sus pequeños y expresivos ojos.
-¿Y ahora qué se supone que tenemos que hacer? –Preguntó de nuevo susurrando. –
-¿Dormir? –Ella soltó una carcajada, por la forma suave y seria en la que lo dijo. –
-Eres un idiota…
Y tras esto, se acercó hasta poder rozar sus labios. No tardaron mucho en explorar sus bocas, mientras sus manos se descubrían acariciándose…
Aquella mañana llegó con una sonrisa más brillante de lo normal. Realmente había estado toda la noche pensando, y aunque le asustaba un poco la situación con Ángel, pensaba en positivo.
Saludó a todos los que vio por la redacción, y se metió en su camerino con la misma sonrisa de antes.
A los cinco minutos, sonó la puerta. Ella no respondió porque sabía quién era, y como no, acertó. Su amiga estaba de pie con cara de intriga y cerró de un portazo.
-¡Cuenta, cuenta! ¿Cómo ha ido todo?
-Bien… -dijo sin más, sonriendo tímidamente hacia el suelo. –
-¿Bien de genial, o bien de fue una mierda pero no quiero decírtelo?
-Bien de bien, Berta –Risas. –
-¿Ha habido tema?
-¡No!
-Me respondes como si fuera una locura, y ya ha pasado
-Supongo que no bebimos lo suficiente como para repetirlo… a lo mejor podríamos haberlo hecho si alguien nos hubiera dejado la cena pagada
-¿De qué hablasteis? –Preguntó escurriendo el bulto. –
-De nada en especial, fue pasando todo sobre la marcha
-Con tantos detalles no, por favor…
-Es que tampoco fue nada del otro mundo Berti, simplemente… una cena y un paseo agarraditos de noche
-¿Agarraditos?
-Sí… -Asintió volviendo a sonreír. –
-¿Cómo agarraditos? Por cierto, que cara de idiota tienes
-¡Déjame! –Risas. – Pues no sé, estábamos caminando y de repente me agarré a su brazo… y así fuimos hasta su coche
-Siento decirte esto, pero tú estás muy enchochada querida
-Reconozco que me encantó como fue todo a noche pero… fue a noche
-No empieces otra vez, Patri, ¡no estés toda la vida renegando de lo que quieres por miedo!
-Esta tarde he quedado con Óscar
-Genial, tía, genial… voy a decirte una cosa, quizás te suene a mala leche pero lo digo totalmente en serio… si tú no haces nada, él tampoco lo hará, y lo sabes
-Per…
-¿Vas a quedarte con el jamón york mientras puedes quedarte con el de pata negra? –Risas otra vez. –
-Bonita metáfora, pero ahora tengo que pensar así que por favor… ¡Lárgate!
-Lo que tienes es que quitarte ese cague que llevas encima bonita… ¡Tíratelo ya! Bueno, otra vez…
-Me puedes, en serio
Y tras eso, otro portazo. Lo peor es que sabía que Berta tenía razón, sabía que todos tenían razón…
Se fue a maquillaje y a peluquería intentando evadirse un poco de todo.
-
El programa se le pasó más rápido de lo normal y cuando se dio cuenta estaba levantándose de la silla para marcharse. No había hablado con Ángel de nada de lo que había pasado, simplemente un saludo por cortesía y poco más.
No le importaba, podía leer en sus ojos que a él le estaba pasando lo mismo que a ella, y les vendría bien un poco de distancia.
-
Corría un viento helado aquella tarde, y allí estaba ella, sentada en un solitario banco de una extraña y estrecha calle esperándole. No sabía que hacía allí, sabía que todo se iba a complicar, pero aún así no podía dejar de pensar que al fin y al cabo, era lo correcto.
-Buenas tardes Patri. –Le sonrió, y le dio dos besos. –
-Buenas. Veo que eres puntual… empezamos bien la tarde
-No me gusta hacerte esperar, aunque por lo que veo has llegado temprano…
-Sí, pero no demasiado, tranquilo.
-¿Vamos a tomar algo?
-Claro, como quieras. –Sonrió y cogió su bolso. –
-
La tarde transcurría y mientras ella lograba convencerse de lo que era mejor, Ángel pensaba en que debía decírselo ya. La situación era muy complicada y ni el mismo se hubiera imaginado estando dispuesto a hacer lo que iba a hacer…
Cogió su móvil y pulsó su número.
“Patricia, necesito hablar contigo, ¿podemos vernos?”
Ella estaba bebiendo de su taza de café en compañía de Óscar al recibir el mensaje. La dejó sobre el pequeño plato y lo leyó. Pensó contestarle, pero lo único que hizo fue respirar hondo y guardarse el móvil en el bolsillo del abrigo.
Demasiada diferencia entre la razón y el corazón…
Capítulo 24:
-¿Nos vamos? –La sacó de sus pensamientos. –
-Sí, mejor.
Pasearon un rato más riéndose de cualquier idiotez y entraron a un par de tiendas por petición de ella. A él le encantaban sus payasadas, su dulzura y ese aspecto de muñeca que tenía, y a ella… a ella le bastaba con no acordarse de Ángel.
Se compró un par de camisas y un vaquero, y a la salida mientras él llevaba las bolsas, ella le bromeaba repetidamente.
-¿Ese no es Ángel? –Le preguntó él mientras dejaba de hacerle unas leves cosquillas en el costado. –
-¿Quién? ¿Dónde? –Sus músculos se tensaron y comenzó a sentirse completamente desnuda en medio de la calle. –
-Allí… está con el otro, con Dani, ¡Vamos a saludarlos! –Antes de que pudiera pararle, ya había comenzado a andar rápidamente y a acercarse a ellos. Al final había sido peor el remedio que la enfermedad… -
-¡Ángel! ¿Qué tal? –Él se giró, y aunque al principio no le recordaba, luego le correspondió al saludo. –
-¿Y tú por aquí? Que casualidad
-Sí, la verdad es que sí… estaba dando una vuelta con Patricia. –Ella se acercó y se puso al lado de él. –
-Hola Ángel
-¿Así que estáis juntos? –Preguntó dejando la cortesía a un lado. –
-No… -Respondió ella. –
-¿Ah no? –Contestó Óscar. –
-Ya, ya veo. Tranquilo, Patricia es muy de olvidarse de las cosas, sobre todo si la invitas a cenar, ten cuidado
-¡Ángel! –No pudo evitarlo. –
-Tengo que irme, que Dani estará queriéndome matar… pasadlo bien.
Antes de darse la vuelta y comenzar a andar hacia el sentido contrario, se acercó al oído del que había sido su acompañante durante toda la tarde y susurró una palabra que ella no esperaba oír, y que él seguramente también esperaba que ella no escuchara. “Cuídala” fue lo último que dijo antes de marchase y darle una palmada en el hombro a Óscar.
Patricia se quedó quieta en medio de la calle sin reaccionar durante un par de minutos. Aún le veía alejándose y no podía evitar sentirse completamente despreciable. Había intentando pasar de él, no hacerle caso, no hablarle fuera de lo necesario, y a cambio de todo eso, él seguía deseándole lo mejor, porque en el fondo y aunque le costase reconocerlo, quería lo mejor para ella.
Y una vez que los tuvo a los dos delante, se dio cuenta de que estaba haciendo la idiota una vez más. ¿De qué le servía todo esto? Sería otro intento fallido de empezar de cero. Tantas ocasiones para encontrar a alguien con el que sentirse plenamente feliz y lo había tenido delante suyo desde hace muchísimo tiempo.
-¿Patricia?
Le dieron ganas de correr, de abrazarle, de saber que iba a estar con ella siempre, pero por otra parte…
-¿Estás bien?
-¿Eh? Sí, claro, pero tengo que irme ya
-Todavía es temprano, ¿te pasa algo?
-No, de verdad que no, pero estoy cansada y necesito descansar que mañana trabajo… otro día te llamo y volvemos a quedar
-Mañana mismo si quieres… - Él se inclinó para besarla, pero Patricia giró ligeramente su cara provocando que le diera un sonoro beso en el cachete. –
-¡Pues hasta otra guapo! Gracias por acompañarme a comprar
-
Nada más entrar en su coche, se sacó el móvil del abrigo y dejando la bufanda en el asiento del copiloto, empezó a escribir un mensaje:
“Yo no me olvido de nada, y me puedo cuidar solita, pero sé de alguien que puede hacerme compañía. Pórtate bien y acuéstate tempranito… Un besito Ángel.”
Una de las primeras veces que se le olvidaba llamarle enano en un sms. Volvió a escribir.
“Se me olvidaba: enano.”
Sonrió satisfecha y condujo hasta su casa oyendo música y aguantando algo del típico tráfico de Madrid.
-
Había apagado el móvil, lo solía hacer de vez en cuando para desconectarse de todos los agobios que le rodeaban. Llegó a casa de noche, y al encenderlo le llegaron dos mensajes de Patricia.
Los abrió realmente extrañado, pero al leerlos una sonrisa de medio lado se reflejó en su cara, aunque todavía no entendía muy bien a qué se refería.
“¿Tú no deberías dedicarte a mandarle mensajitos a tu novio? ¡A mí déjame tranquilo, bastante tiempo me ha tocado aguantarte! Sabes que es broma… te he soportado poco tiempo, relativamente. Hasta mañana.”
-
Ella, tirada en el sofá con un libro a medio leer y empezando a roncar –aunque ella consideraba que sólo respiraba fuerte –, se sobresaltó al oír el móvil.
Esta vez no le contestó, primeramente porque quería hacerle pensar un poco y otra buena razón era porque estaba más dormida que despierta.
Se fue a la cama y deseó que llegara el día siguiente, tenía pensando solucionar un asunto pendiente…
Capítulo 25:
Aquella mañana llegó tarde porque el taxi que había pedido llegó tarde, y globomedia era un caos total, demasiadas cosas por grabar y por hacer…
Ella quería encontrarle y tener un momento para hablar, pero ni siquiera podía.
Tras un par de horas, ya estaba sentada subrayando el guión como siempre.
Lo vio acercarse y le miró, le miró diferente a estos últimos días, como si ahora tuviera claro lo que quería. No fue capaz de decirle nada, aunque realmente no hacía falta. Él notó que le observaba de forma distinta y le sonrió ligeramente, y luego se giró y desapareció con el guión en la mano.
El programa empezó sin grandes novedades, pero cuando Patricia dirigió su mirada hacia el público en un momento, vio que Óscar estaba sentado allí hablando con otra chica que tenía al lado. En la publicidad se levantó y lo llamó.
-¿Qué haces aquí?
-Pensé que te alegrarías al verme. –Le dijo sonriendo. –
-Pero si nos vimos ayer por la tarde
-Bueno, miento, es que te echaba mucho de menos… -Poco a poco se fue acercando a Patricia, pero ella no oponía resistencia, estaba completamente bloqueada. –
-Aquí no Óscar, ya hablamos ayer
-Perdona, es que este vestidito te queda precioso
Ella sonrió, pero no le gustaba nada que fuera tan posesivo y aunque estaba de espaldas a Ángel, sabía que los estaba mirando.
-Voy a la mesa ya
-Vale, a la salida hablamos. –Dio por hecha esa frase y se volvió a sentar. –
Ella caminó hasta la mesa y tras sentarse le miró, ahora con cierta culpabilidad. Cogió uno de sus bolígrafos y escribió en una de las hojas de guión:
”Necesito hablar contigo, ¿me invitarás a cenar algún día sin que sea una encerrona?”
Le puso el papel disimuladamente sobre su guión, y sonrió.
Él la miró con una ceja alzada, no entendía nada.
“¿A qué juegas Patricia?”
“Sólo quiero arreglar las cosas, pero si no quieres no pasa nada.”
“No quiero aguantar a un montón de paparazzi por estar con alguien que no sabe lo que quiere, eso es todo.”
Aquello hizo que ella guardara el bolígrafo y siguiera subrayando como venía haciendo antes. Se lo había dejado muy claro, tanto que de alguna manera, llegó a dolerle.
Respiró hondo y le miró por última vez antes de entrar en el aire.
-
-¿Nos vamos?
-Espera, voy a quedarme aquí un ratito hablando con la gente, vete tú si quieres
-No, tranquila, me quedo acompañándote
-No hace falta, de verdad
-Pero si no es ninguna molestia, me encantaría conocer a los fans de mi chica. –Dijo pasándole el brazo por la espalda. –
-Óscar, no soy tu chica. –Dijo cortante, separándose un poco. –
-No seas tonta, no me rechaces por vergüenza…
-¡Ya vale! –Gritó, ya un poco harta. –
Ángel acababa de entrar a buscar una cosa que se había dejado bajo la mesa, y al oír a Patricia levantó la vista y se quedó contemplando la escena.
-No me gusta que me grites delante de la gente y menos cuando no te he hecho nada…
-¡Y a mí no me gusta que me persigas, joder!
-No te persigo, sólo es que hoy te voy a llevar yo a casa ¿vale? Ya que has venido en taxi…
Agarró los papeles que necesitaba y se acercó.
-No, hoy tengo que llevarla yo porque tenemos que hacer una cosa primero. –Dijo Ángel interponiéndose. Patricia le miró extrañada, pero luego sonrió. –
-Pero si ayer me dijiste que tenías libre la tarde. –Dijo Óscar dirigiéndose a ella. –
-No, ha surgido un imprevisto, y además llegamos tarde
-Pues entonces volveré mañana, adiós preciosa. –Cuando él estaba acercándose para darle un beso, Ángel tiró de ella y salieron andando rápidamente. –
Al llegar a su coche se pararon.
-Gracias Ángel
-De nada…
-Oye –Dijo agarrándole del brazo instintivamente. – ¿me llevas?
-¿Qué? No, no, sólo era para que te libraras de Óscar…
-Bueno, pues ya me cogeré yo un taxi… si me ven tan sexy que el conductor se mete por un callejón y me viola que no quede en tu consciencia toda la vida… -Él la miró con una ceja alzada y se metió en el coche. –
-A ti nadie te va a violar… y sino échales colonia en los ojos, ya verás como escuece… hasta mañana.
-¡Espera! –Dijo dando un par de golpes en la ventanilla para que la bajara. –
-¿Qué?
-Yo sé lo que quiero… sólo espero que no sea demasiado tarde.
Se miraron por última vez y él se marchó. Ella esperó un rato más sentada en las escaleras y luego se fue a casa.
-
Se quitó los tacones y se tumbó en el sofá con la compañía de una manta, una coca-cola, y una televisión encendida. Notó como el móvil vibraba en la mesilla, y leyó el mensaje que acababa de llegarle.
“¿A las 9 en mi casa? Más vale tarde que nunca…”
Sonrió y miró el reloj, las 6 y media.
Se levantó de golpe dejando todo como estaba y se fue a preparar. Sabía que después de esa noche todo iba a ser muy distinto, no sabía si para bien o para mal, pero ambos se merecían darse una nueva oportunidad, por muy difícil que fuera.
-
Comenzó a preparar la cena justo después de mandarle el mensaje a Patricia. Realmente pensaba que se había pasado un poco comportándose así, pero también estaba cansado de sus cambios de opinión y de sus jueguecitos de cría. Le pareció buena idea hablar las cosas tranquilamente, no estaba dispuesto a soportar un seguimiento de 24 horas al día por una relación que no tenía ningún futuro.
Dejó el pescado al horno y se fue a duchar. Sabía que ella no sería puntual así que estaba relativamente tranquilo, pero no podía tardar mucho, también quería adecentar un poco la casa.
-
Escuchó el timbre y se levantó del sofá, colocándose la chaqueta. Carraspeó un par de veces justo en frente de la puerta –típico gesto idiota – y giró el manillar.
Y allí se la encontró. Preciosa, como no.
-Buenas noches señor Martín. –Dijo con voz sugerente acompañada de una gran sonrisa. Su vestido corto grisáceo palabra de honor dejaba ver sus brillantes y enormes piernas,
y el lazo que llevaba en su cintura quedaba perfectamente conjuntado con los zapatos de tacón negros que se había puesto. –
-Puntual, empezamos bien la noche. –Atinó a decir él después de darle un importante repaso. –
-No quería hacerte esperar, más todavía. –Puntualizó. Él se quedó una milésima de segundo pensando, y luego logró reaccionar. –
-Pasa, que hace frío.
Una vez dentro se quitó la chaqueta, y tras dejarla en el perchero que había detrás de la puerta, colocó la cartera encima de la pequeña mesilla de la entrada. Observó todo con demasiado cuidado, cada cuadro, cada rincón del salón…
-¿Quieres cenar ya? –Le sacó de sus pensamientos en seguida. –
-Espera un momento, que le pregunto a mis tripas… ¿Queréis cenar ya, bonitas? Ah, que os apetece ver mejor toda la casa de Ángel… bueno, no sé que opinará él…
-¿Patricia? –Dijo poniendo una cara desconcertante y riéndose. – Y eso que nos has bebido
-Bueno, pues ya has oído a las anfitrionas, si no quieres ser devorado haz de guía por tu preciosa mansión
Él le sonrió y la cogió por los hombros, empujándola suavemente hacia delante. Subieron las escaleras, y mientras, ella no podía resistirse a poner su planta de la mano por todo lo que se encontraba; la pared, el pasamanos…
-¿Es madera de la buena, no? –Dijo refiriéndose a éste último. –
-No, es corcho camuflado… la madera natural la he guardado para que no me la robes, que nos conocemos –Patricia no pudo evitar soltar una carcajada, y enseguida llegaron a la planta de arriba. –
-¿Has cambiado la pintura, no?
-Sí, hace mucho tiempo…
-Es que hacía tanto que no me invitabas
-¿De verdad hace falta que te invite para que invadas mi casa? No lo creo. –Y volvió a sacarle otra sonrisa espontáneamente. –
-Uala, ¿ése eres tú de pequeño? –Dijo señalando, al otro lado del pasillo, una grandísima foto que había colgada en la pared. Le cogió de la mano inconscientemente, y tiró de él para verla mejor. –
Capítulo 26:
-¿De verdad hace falta que te invite para que invadas mi casa? No lo creo. –Y volvió a sacarle otra sonrisa espontáneamente. –
-Uala, ¿ése eres tú de pequeño? –Dijo señalando, al otro lado del pasillo, una grandísima foto que había colgada en la pared. Le cogió de la mano inconscientemente, y tiró de él para verla mejor. –
-Sí… siempre me ha gustado esta foto, todavía no sé por qué
-Pues porque eres igual de mono que ahora. –Dijo ella sonriéndole. – Aunque eras más bajito, creía que eso no era posible…
El horno sonó, y cambió el sentido de la conversación en tal sólo un segundo.
-¿Vamos?
-Vamos.
-¿Qué has hecho? ¿eh? ¿eh Ángel? ¿vas a decírmelo? –Iba preguntando ella mientras bajaban de nuevo por las escaleras. – huele muy rico, ¿qué es? ¿pescado, carne, friskies para el perro?
-Pesada
-Mmmmmmmm ¡quiero comer! Comer comer comer comer…
Él la ignoraba completamente mientras seguía andando hacia la cocina y sin poder evitar reírse. Ella se sentó en el sofá pero sin perderle de vista, asomando la cabeza de vez en cuando para alcanzar a ver la cocina.
-¿Ya? Estás tardando mucho
-¡No mires!
-¿Por qué? ¿Estás poniéndole veneno?
-Es una sorpresa…
-Sí, porque no me voy a esperar el momento de mi muerte… no soy tonta
-¿Quieres ir al salón y callarte?
-Bueeeeeeno…
Encogió los hombros y volvió a sentarse. Al cabo de pocos minutos, mientras tarareaba una suave melodía, Ángel apareció con una enorme bandeja de pescado al horno acompañado de patatas fritas. Dejó el vino en un cubilete con hielo y puso las copas sobre la mesa.
Se sentó al lado de ella, suspirando.
-¿Sabes? Pensaba que no te ibas a acordar de mi celiaquía y no iba a poder cenar nada –Le dijo ruborizada. –
-Y yo sabía que no debía olvidarme, o me acabarías comiendo a mí.
-Tampoco me llenarías mucho
-¿No te cansas nunca, eh?
-Jamás. –Dijo sonriéndole. – ¿Empezamos?
-Claro
Comenzaron a cenar y en aquel salón sólo se oían los cubiertos chirriar con los platos y el vino sirviéndose en las copas.
-Está muy rico, ¿dónde has aprendido a hacerlo?
-En ningún sitio, pero un día decidí que o aprendía a cocinar o iba a morirme de hambre… así que esta fue el resultado después de muchísimas horas limpiando la cocina y sacando comidas quemadas del horno. –Ella soltó una carcajada, se lo imaginó con un delantal lleno de harina y no pudo evitar pensar en una croqueta. –
Pasó un rato, y lo único que habían hecho era terminar de cenar y empezar a hablar de cosas sin importancia sentados en el sillón.
-¿Te apetece bailar?
-Nunca me apetece bailar…
-Pues que pena, entonces tendrás que hacerlo a la fuerza
-¿Qué? No… baila tú si quieres mientras yo recojo todo esto
-No vas a dejarme sola bailando, eso es lo más ridículo del mundo
-Creo que es menos ridículo que verme bailar a mí…
-Ángel… ¡va! Si va a ser muy divertido
-Divertido para ti, que vas a reírte de mí… yo lo paso mal con estas cosas
-No me voy a reír, tonto… venga, de verdad. –Dijo tendiéndole la mano y sonriéndole. Él asintió, al fin y al cabo la había invitado y sobre todo no tenía ganas de oírla más, podía ser muy cansina. –
-Vale, pero nada de risitas.
-¡Prometido! –Contestó haciendo el típico gesto de la cremallera cerrada. –
Empezaron haciendo el idiota por todo el salón, ella bastante animada desde el principio, y él, a no aparentaba no querer hacerlo.
Después de bastante rato, comenzó a sonar una preciosa canción en la radio.
(https://www.youtube.com/watch?v=luGP-XbiYNE)
No estoy enamorada de ti, pero te regalaría mi primera sonrisa del día sólo por saber a qué sabrá tu piel…
Ya no bailaban, ya no se movían. Ahora sólo se miraban y descifraban el pensamiento del otro, intentando comprender la especie de magia que les estaba envolviendo en ese momento, esa que habían echado tanto de menos.
Tu arte; el arrastrar palabras donde te escondes.
Sólo por los silencios que dejas caer entre tus secretos, me dejaría engañar cada noche de mi vida.
Agachaba su mirada, nerviosa. Cuando estaba con él no existía ninguna barrera de mujer fuerte ni ese corazón infranqueable, no podía engañarlo ni engañarse, era su debilidad y lo sabían.
Me dejaría besar, me perdería en tu boca.
Los escasos centímetros que existían entre ellos desaparecieron, y mientras él la rodeaba con sus brazos, ella sonreía tímidamente. Juntaron sus cabezas y ella, al abrir sus ojos, se encontró con los de él, que brillaban y dejaban ver su color café.
Sólo quiero saber qué es estar muy cerca de ti, que tus dedos manejen mi espalda.
Y sabían que se entregarían al otro sin ningún problema. Ayer, ahora, mañana… porque intentaron esconder lo que sintieron desde el primer momento pero, al tener miedo, no supieron darse cuenta que era imposible engañar a ese sentimiento tan especial.
Haz que crees, yo fingiré también, que aunque mañana nos diga que todo acabó, repetiremos cada vez que nos crucemos de nuevo.
Cansados de fingir, se descubrían el uno al otro…
Engáñame a mí también, pero tropiézate conmigo. Engáñame a mí también, pero rómpete conmigo.
Patricia lo agarró de la solapa de su chaqueta, y lentamente, fue acercándose a su oído. Mientras le susurraba ese trozo de canción ambos mantenían los ojos cerrados, y él incluso pudo notar como ella se tensaba. Seguía manteniéndola pegada a su cuerpo, y ver como se entregaba intentando aparentar normalidad le daba más ternura, aún si cabe.
Tus ojos contienen a tu alma, que no se escape más; ciérralos ya o engáñame a mí también.
Se abrazaron y todo cuanto existía a su alrededor dejó de existir para ellos. Eran capaces de hablarse a través de los silencios, y después de esto no necesitaban más.
-
Al cabo de un rato, ella se separó lentamente pudiendo ver de nuevo sus pequeños y expresivos ojos.
-¿Y ahora qué se supone que tenemos que hacer? –Preguntó de nuevo susurrando. –
-¿Dormir? –Ella soltó una carcajada, por la forma suave y seria en la que lo dijo. –
-Eres un idiota…
Y tras esto, se acercó hasta poder rozar sus labios. No tardaron mucho en explorar sus bocas, mientras sus manos se descubrían acariciándose…
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
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Re: El amor es lo que tiene
Bueno, pues después de dejarme la vida pasando el fic cuelgo nuevo capi ^^ !! venga, fiesta...
Capítulo 27:
Y dicho esto, se acercó hasta poder rozar sus labios. No tardaron mucho en explorar sus bocas, mientras sus manos se descubrían acariciándose…
Su móvil comenzó a sonar desde la mesa de la cocina que se encontraba justo al lado del salón, y cuando se separó de ella para ir a por él sintió la mano de Patricia frenándole.
-Ahora no. –Le dijo entre besos. –
-A lo mejor es importante, de verdad que no tardaré nada
-Está bien… -Volvió a besarle, y rápidamente se separaron y el se alejó. –
Subió hacia la planta alta de la casa y se dirigió al cuarto de Ángel, lo había descubierto antes de reojo y sentía curiosidad por ver cómo era, y observar cada detalle y cada rincón.
Una vez allí y después de toquetear todo, se quedó parada mirándose al espejo, que estaba justo enfrente de la cama. Lo último que hizo en frente de él fue sonreír pícaramente…
-
Terminó de hablar por el móvil y regresó al salón, donde esperaba encontrarla sentada en el sillón, pero lo único que quedaba de ella allí era su perfume. Rebuscó por todos los rincones, y entonces suspiró. Era Patricia, no entendía como había sido tan ingenuo de pensar que iba a encontrársela en el mismo lugar de antes…
Subió por las escaleras y tras mirar en todas las habitaciones vio que la puerta de su cuarto estaba cerrada. Se dirigió hasta allí y la abrió, simplemente esperaba encontrársela rebuscando en algún cajón y curioseando sus fotos y todos los papeles que tenía sobre la mesa, pero se equivocó, y mucho.
En cuanto puso su mirada sobre la cama, la vio en ropa interior, boca arriba. Se encontró con su mirada, y la recordaba exactamente igual, llena de pasión y amor a partes iguales.
Se quedó observándola paralizado en la puerta, y ella comenzó a deslizar sus braguitas por sus muslos muy despacio, casi a una velocidad imperceptible. Llevó su mano derecha a donde Ángel se temía, aunque en el fondo sabía que lo estaba deseando.
La miró, y ella no dudó un solo segundo. Quería disfrutar, y quería hacerlo con él.
Se introdujo el dedo índice muy despacio, manteniéndole la mirada y estremeciéndose ligeramente. Él no se movía de donde estaba y seguía observando la escena, empezando a ponerse nervioso.
-Patricia…
-Quédate ahí. –Le contestó ella cortante. –
No intentó hacer nada más, simplemente se metió las manos en los bolsillos y respiró hondo. Ella se introdujo otro dedo, y esta vez no pudo evitar soltar un pequeño gemido, y mientras los retorcía en su interior seguía mirando a Ángel, como si no estuviera pasando nada, aunque a veces tenía que cerrar los ojos a causa del placer que se estaba dando. Los introducía y los sacaba a un ritmo muy pausado, aunque cada vez lo hacía más rápido. Con la otra mano recorría su cuerpo, deteniéndose en sus pechos.
Él no lo soportó más, y tuvo que quitarse la mayoría de la ropa. Lo único que le quedó fueron sus bóxers, que no tardarían mucho tiempo en desaparecer debido a la erección que le estaba produciendo tenerla a ella allí.
Pronto Patricia empezó a gemir más fuerte, y a nombrarle casi inconscientemente. Él se acercó, y comenzó a besarle despacio, primero paseándose por sus labios y luego recorriendo su cuello, mordiéndolo y regresando al lóbulo de su oreja para recorrerlo con su lengua.
Apartó la mano de Patricia y ahora él comenzó a introducir sus dedos en ella, haciendo pequeños círculos en su interior y provocando que su cuerpo se arqueara y sus jadeos fueran mucho más notables. Se agachó y siguió con su lengua, dándole pequeños lametones sobre sus labios vaginales y mordiéndolos, provocándole sonantes gemidos.
-Ahora te toca a ti un ratito... –Le susurró Patricia, muy cerca de su oído. –
Se separó de él y se subió encima, colocando sus manos sobre el torso de Ángel y acercando sus labios a su pecho. Comenzó a recorrerlo con su lengua y sus dientes, deteniéndose en sus pezones, que estaban ya demasiado erguidos y duros. Ángel soltó un pequeño suspiro, y llevó sus manos hacia su espalda. Ahora podía sentir como se movía sobre él sin necesidad de abrir los ojos, cosa que le era muy difícil, ya que sabía que probablemente si hacía eso iba a durar muy poco.
Poco a poco fue notando su lengua bajando, hasta sentirla en la cara interior de sus muslos.
Cuando tuvo la valentía de mirarla, no pudo hacer otra cosa que gemir. Patricia estaba introduciéndose su miembro dentro de su boca, todavía despacio. Lo recorría a lo largo, desde la base hasta el final, combinando dientes y lengua. Dirigió su mirada hacia la de él, y ahora sólo utilizó la punta de esta última, haciendo pequeños círculos que lo volvían loco. Ángel la observaba y creyó no aguantar más en ese mismo momento, aunque ella conocía perfectamente hasta donde aguantaba y no lo dejaría terminar tan fácilmente. No pudo evitar mirarla a través del espejo de la habitación, y eso le calentó mucho más si cabe.
-Patricia… -Atinó a decir entre jadeos. –
-Dime –Dijo ella levantándose un poco, para mirarle mejor, aunque colocó su mano sobre el miembro de Ángel para seguir con lo que estaba haciendo. Él lo notó, y aunque le iba a decir que no iba a aguantar mucho más, cambió de opinión en milésimas de segundo. –
-Sigue, joder
Ella le sonrió victoriosa, y continuó. Ángel sentía que iba a explotar, el placer recorría cada célula de su cuerpo y lo único que podía hacer era agarrar la cabeza de Patricia para llevar el ritmo, aunque realmente estaba más dominado por ella, casi no tenía fuerzas.
Cuando Patricia sintió que iba a llegar al final, lo succionó rápidamente y levantó su cabeza para colocarse de nuevo bajo él. De un solo movimiento el volvía a dominar, y mientras recorría sus pechos con su lengua se introdujo en ella.
Comenzó a llevar el ritmo sin prisas, haciendo que Patricia estallara de placer con cada embestida. Gritaba su nombre y palabras sin sentido que en ese momento no podía ni pensar, y él disfrutaba tan sólo con ver su boca entreabierta jadeando casi sin aliento.
Se agarraba a su espalda dejándole incluso algunas marcas de sus uñas, y ahora se acercó a su oído para gemir más cerca de él, para provocarle más.
-Ángel, más… más rápido… -Soltó casi sin poder pensar el orden de la frase. –
-Lo estaba esperando. –Dijo él besándola en el cuello. –
Fue ahí cuando comenzó el ritmo frenético, y cuando jadeos, gemidos, sudores, gritos, pasión y amor envolvieron la gran habitación.
Sintieron que no podían más, y fue entonces cuando Ángel se corrió dentro de ella tras un gran gemido y llegaron al clímax casi a la vez.
Se quedaron un rato así, simplemente sintiéndose, hasta que se separaron lentamente.
Él se colocó a su lado, recuperando la respiración.
-¿Dónde coño has aprendido eso? –Le preguntó con una pequeña risa. –
-Tú me incitas a hacerlo… no me preguntes más. –Dijo Patricia encogiéndose de brazos, y con la respiración todavía acelerada. –
Ángel le pasó su brazo por la espalda y ella se apoyó en su pecho, mirándole.
-¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer?
-Yo por lo menos… perder cinco kilos.
-¡No! Ángel, ¿no te das cuenta? ¡¡¡Vas a desintegrarte!!! ¿Cuánto pesas? ¿10 kilos? Santo Dios… que enano más gordo…
-Ya estamos… -Ella sonrió, y él seguía mirándole directamente a los ojos. –
Después de eso, volvió a apoyarse en su pecho, y cerrando los ojos sin darse cuenta se fue dejando dormir…
-
Abrió los ojos y al mirar por la ventana vio el sol asomando, y a los pájaros más madrugadores piando.
-Te quiero… -Dijo susurrándole al oído, derrotada y casi con los ojos cerrados. –
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería.
Capítulo 27:
Y dicho esto, se acercó hasta poder rozar sus labios. No tardaron mucho en explorar sus bocas, mientras sus manos se descubrían acariciándose…
Su móvil comenzó a sonar desde la mesa de la cocina que se encontraba justo al lado del salón, y cuando se separó de ella para ir a por él sintió la mano de Patricia frenándole.
-Ahora no. –Le dijo entre besos. –
-A lo mejor es importante, de verdad que no tardaré nada
-Está bien… -Volvió a besarle, y rápidamente se separaron y el se alejó. –
Subió hacia la planta alta de la casa y se dirigió al cuarto de Ángel, lo había descubierto antes de reojo y sentía curiosidad por ver cómo era, y observar cada detalle y cada rincón.
Una vez allí y después de toquetear todo, se quedó parada mirándose al espejo, que estaba justo enfrente de la cama. Lo último que hizo en frente de él fue sonreír pícaramente…
-
Terminó de hablar por el móvil y regresó al salón, donde esperaba encontrarla sentada en el sillón, pero lo único que quedaba de ella allí era su perfume. Rebuscó por todos los rincones, y entonces suspiró. Era Patricia, no entendía como había sido tan ingenuo de pensar que iba a encontrársela en el mismo lugar de antes…
Subió por las escaleras y tras mirar en todas las habitaciones vio que la puerta de su cuarto estaba cerrada. Se dirigió hasta allí y la abrió, simplemente esperaba encontrársela rebuscando en algún cajón y curioseando sus fotos y todos los papeles que tenía sobre la mesa, pero se equivocó, y mucho.
En cuanto puso su mirada sobre la cama, la vio en ropa interior, boca arriba. Se encontró con su mirada, y la recordaba exactamente igual, llena de pasión y amor a partes iguales.
Se quedó observándola paralizado en la puerta, y ella comenzó a deslizar sus braguitas por sus muslos muy despacio, casi a una velocidad imperceptible. Llevó su mano derecha a donde Ángel se temía, aunque en el fondo sabía que lo estaba deseando.
La miró, y ella no dudó un solo segundo. Quería disfrutar, y quería hacerlo con él.
Se introdujo el dedo índice muy despacio, manteniéndole la mirada y estremeciéndose ligeramente. Él no se movía de donde estaba y seguía observando la escena, empezando a ponerse nervioso.
-Patricia…
-Quédate ahí. –Le contestó ella cortante. –
No intentó hacer nada más, simplemente se metió las manos en los bolsillos y respiró hondo. Ella se introdujo otro dedo, y esta vez no pudo evitar soltar un pequeño gemido, y mientras los retorcía en su interior seguía mirando a Ángel, como si no estuviera pasando nada, aunque a veces tenía que cerrar los ojos a causa del placer que se estaba dando. Los introducía y los sacaba a un ritmo muy pausado, aunque cada vez lo hacía más rápido. Con la otra mano recorría su cuerpo, deteniéndose en sus pechos.
Él no lo soportó más, y tuvo que quitarse la mayoría de la ropa. Lo único que le quedó fueron sus bóxers, que no tardarían mucho tiempo en desaparecer debido a la erección que le estaba produciendo tenerla a ella allí.
Pronto Patricia empezó a gemir más fuerte, y a nombrarle casi inconscientemente. Él se acercó, y comenzó a besarle despacio, primero paseándose por sus labios y luego recorriendo su cuello, mordiéndolo y regresando al lóbulo de su oreja para recorrerlo con su lengua.
Apartó la mano de Patricia y ahora él comenzó a introducir sus dedos en ella, haciendo pequeños círculos en su interior y provocando que su cuerpo se arqueara y sus jadeos fueran mucho más notables. Se agachó y siguió con su lengua, dándole pequeños lametones sobre sus labios vaginales y mordiéndolos, provocándole sonantes gemidos.
-Ahora te toca a ti un ratito... –Le susurró Patricia, muy cerca de su oído. –
Se separó de él y se subió encima, colocando sus manos sobre el torso de Ángel y acercando sus labios a su pecho. Comenzó a recorrerlo con su lengua y sus dientes, deteniéndose en sus pezones, que estaban ya demasiado erguidos y duros. Ángel soltó un pequeño suspiro, y llevó sus manos hacia su espalda. Ahora podía sentir como se movía sobre él sin necesidad de abrir los ojos, cosa que le era muy difícil, ya que sabía que probablemente si hacía eso iba a durar muy poco.
Poco a poco fue notando su lengua bajando, hasta sentirla en la cara interior de sus muslos.
Cuando tuvo la valentía de mirarla, no pudo hacer otra cosa que gemir. Patricia estaba introduciéndose su miembro dentro de su boca, todavía despacio. Lo recorría a lo largo, desde la base hasta el final, combinando dientes y lengua. Dirigió su mirada hacia la de él, y ahora sólo utilizó la punta de esta última, haciendo pequeños círculos que lo volvían loco. Ángel la observaba y creyó no aguantar más en ese mismo momento, aunque ella conocía perfectamente hasta donde aguantaba y no lo dejaría terminar tan fácilmente. No pudo evitar mirarla a través del espejo de la habitación, y eso le calentó mucho más si cabe.
-Patricia… -Atinó a decir entre jadeos. –
-Dime –Dijo ella levantándose un poco, para mirarle mejor, aunque colocó su mano sobre el miembro de Ángel para seguir con lo que estaba haciendo. Él lo notó, y aunque le iba a decir que no iba a aguantar mucho más, cambió de opinión en milésimas de segundo. –
-Sigue, joder
Ella le sonrió victoriosa, y continuó. Ángel sentía que iba a explotar, el placer recorría cada célula de su cuerpo y lo único que podía hacer era agarrar la cabeza de Patricia para llevar el ritmo, aunque realmente estaba más dominado por ella, casi no tenía fuerzas.
Cuando Patricia sintió que iba a llegar al final, lo succionó rápidamente y levantó su cabeza para colocarse de nuevo bajo él. De un solo movimiento el volvía a dominar, y mientras recorría sus pechos con su lengua se introdujo en ella.
Comenzó a llevar el ritmo sin prisas, haciendo que Patricia estallara de placer con cada embestida. Gritaba su nombre y palabras sin sentido que en ese momento no podía ni pensar, y él disfrutaba tan sólo con ver su boca entreabierta jadeando casi sin aliento.
Se agarraba a su espalda dejándole incluso algunas marcas de sus uñas, y ahora se acercó a su oído para gemir más cerca de él, para provocarle más.
-Ángel, más… más rápido… -Soltó casi sin poder pensar el orden de la frase. –
-Lo estaba esperando. –Dijo él besándola en el cuello. –
Fue ahí cuando comenzó el ritmo frenético, y cuando jadeos, gemidos, sudores, gritos, pasión y amor envolvieron la gran habitación.
Sintieron que no podían más, y fue entonces cuando Ángel se corrió dentro de ella tras un gran gemido y llegaron al clímax casi a la vez.
Se quedaron un rato así, simplemente sintiéndose, hasta que se separaron lentamente.
Él se colocó a su lado, recuperando la respiración.
-¿Dónde coño has aprendido eso? –Le preguntó con una pequeña risa. –
-Tú me incitas a hacerlo… no me preguntes más. –Dijo Patricia encogiéndose de brazos, y con la respiración todavía acelerada. –
Ángel le pasó su brazo por la espalda y ella se apoyó en su pecho, mirándole.
-¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer?
-Yo por lo menos… perder cinco kilos.
-¡No! Ángel, ¿no te das cuenta? ¡¡¡Vas a desintegrarte!!! ¿Cuánto pesas? ¿10 kilos? Santo Dios… que enano más gordo…
-Ya estamos… -Ella sonrió, y él seguía mirándole directamente a los ojos. –
Después de eso, volvió a apoyarse en su pecho, y cerrando los ojos sin darse cuenta se fue dejando dormir…
-
Abrió los ojos y al mirar por la ventana vio el sol asomando, y a los pájaros más madrugadores piando.
-Te quiero… -Dijo susurrándole al oído, derrotada y casi con los ojos cerrados. –
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería.
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: El amor es lo que tiene
bien!!! ya van apareciendo los fics por aquí!
ufff genial cada palabra escrita, enserio, impresionante...
que calor
ufff genial cada palabra escrita, enserio, impresionante...
que calor
Re: El amor es lo que tiene
"-Te quiero… -Dijo susurrándole al oído, derrotada y casi con los ojos cerrados. –
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería."
Ende, la Clauuuu!!!!!!!!! OLÉ, OLÉ Y OLÉÉÉÉÉÉÉ!
No hay manera más perfecta de acabar un precioso capítulo de infierno que con un toque romántico dulzón!!!!!!!!! ARTISTAZAAAAA.
Voy a por mi ducha fría...
Un beso, mi aRmaa!!!!!!! Arriquitaun-taun-taun!!!!
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería."
Ende, la Clauuuu!!!!!!!!! OLÉ, OLÉ Y OLÉÉÉÉÉÉÉ!
No hay manera más perfecta de acabar un precioso capítulo de infierno que con un toque romántico dulzón!!!!!!!!! ARTISTAZAAAAA.
Voy a por mi ducha fría...
Un beso, mi aRmaa!!!!!!! Arriquitaun-taun-taun!!!!
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Me encanta la relación que tienen y la locura de Patricia, que hasta después de hacer el amor, le llama enano (ha sido buenísimo ese momento xDDDD)
- “Rebuscó por todos los rincones, y entonces suspiró. Era Patricia, no entendía como había sido tan ingenuo de pensar que iba a encontrársela en el mismo lugar de antes…”
El infierno es sencillamente perfecto. No me puedo creer que escribas eso con la edad que tienes, no sólo por lo bien que lo expresas… es que joder, yo con tu edad vivía en mi mundo de fantasía e ignorancia.
Respecto al final… quiero saber cuál es ese día!!
- “Rebuscó por todos los rincones, y entonces suspiró. Era Patricia, no entendía como había sido tan ingenuo de pensar que iba a encontrársela en el mismo lugar de antes…”
El infierno es sencillamente perfecto. No me puedo creer que escribas eso con la edad que tienes, no sólo por lo bien que lo expresas… es que joder, yo con tu edad vivía en mi mundo de fantasía e ignorancia.
Respecto al final… quiero saber cuál es ese día!!
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
El amor es lo q tiene... y el infierno también!!
¿Te esta pervirtiendo lo de escribir fics o tú ya venías así?jejeje... Sea cual sea la repsuesta da igual, porque esta genial! No se, voya reponerme un poquito, volveré! jejeje un besazoo clau!
bueno soy estrellafugaz por si queda alguna duda...jejeje
¿Te esta pervirtiendo lo de escribir fics o tú ya venías así?jejeje... Sea cual sea la repsuesta da igual, porque esta genial! No se, voya reponerme un poquito, volveré! jejeje un besazoo clau!
bueno soy estrellafugaz por si queda alguna duda...jejeje
estrelitha- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Aplausos muchos aplausos...
y la mismapregunte, esto es de serie?? porque yo a tu edad, dormidito e los laureles jajaja
y la mismapregunte, esto es de serie?? porque yo a tu edad, dormidito e los laureles jajaja
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: El amor es lo que tiene
Ahora mismo no estoy como para escribir...no se donde tendre la sangre ahora mismo, pero creo que a mi cabeza aún no ha llegado.
FANTASTICO FIC! sabes que me encantannn! Y QUIERO MAS COMO ESTE; MUCHISISISISMOS MAS!
FANTASTICO FIC! sabes que me encantannn! Y QUIERO MAS COMO ESTE; MUCHISISISISMOS MAS!
tedigounacosa- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 13/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Paro de estudiar un rato y me pongo aquí para desconectar... y me encuentro esto. Una ahora no puede ponerse a estudiar de nuevo, joder! jajajajajajaja
Que infierno más perfecto, coñe! xD Estás hecha una artista!
Que infierno más perfecto, coñe! xD Estás hecha una artista!
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: El amor es lo que tiene
Clauuuuuuuu!
Sabes que me encantó *_*
Eres unaputa crack escribiendo y ya te lo he dicho mil veces!
Pregunto lo mismo que los demás: ¿esta salidez venía de serie o te ha ido llenando poco a poco? xDD
Sabes que me encantó *_*
Eres una
Pregunto lo mismo que los demás: ¿esta salidez venía de serie o te ha ido llenando poco a poco? xDD
p.a.t.r.ii- Mensajes : 440
Fecha de inscripción : 01/10/2009
Re: El amor es lo que tiene
jiji ains me lo había leído justo cuando lo subiste xo no tuve tiempo para comentar y ahora que tngo un ratito digo va.. y me lo he vuelto a leer para poder comentar en profundidad xD pero hija, es que no entiendo que escribas esas cosas y aún seas menor de edad! wiii vivaa, ha sido todo tan tan infierno, pero a la vez con puntitos tiernosss... q lo hacen aún más perfecto^^ a ver si esta vez "se acuerdan los dos de haberse zumbado.."xD
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
me encantaaaa! me encantaaaaaa! me encantaaaaaaaaaaa!
Vic- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 14/12/2009
Edad : 32
Re: El amor es lo que tiene
Gracièèès!
Capítulo 28:
-Te quiero… -Dijo susurrándole al oído, derrotada y casi con los ojos cerrados. –
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería.
**fLashback**
-¿Así que tú eres Patricia Conde? –Preguntó recogiendo las cosas de la mesa. Ella levantó la vista y tras alzar una ceja, volvió a lo que estaba haciendo, sin responder. – Así no vamos a empezar bien, te lo digo ya
-¿Eres introvertido, verdad? –Le preguntó sin mirarle. –
-¿A qué viene eso? Si quieres que nos llevemos bien no puedes ir por ah…
-No tienes porque disimular, Ángel. –Y por primera vez pronunció su nombre desde aquella silla, mirándole. Él calló, y se dirigió hacia la puerta. – ¿Dónde vas?
-Me tengo que ir ya a descansar que mañana será un día muy importante
-Contéstame una cosa… quieres irte para librarte de esta conversación, ¿cierto? –Apoyó su barbilla sobre uno de sus bolígrafos y él no pudo evitar sonreír de una manera inapreciable. –
-Tranquila, vamos a tener demasiado tiempo para hablar
-Más del que te gustaría. –Silencio. Sus miradas encontrándose y todo preparado para comenzar con aquella gran locura el día siguiente. –
-Hasta mañana.
-¡Espera! –Se levantó de allí, y lo siguió. – No era mi intención intimidarte
-No lo has hecho, pero no puedes juzgarme tan rápido, ¿no?
-No juzgué, sólo adiviné. Y por lo que veo, además acerté.
-Hasta mañana, Patricia. –Dijo resaltando su nombre y dándose la vuelta. Luego, desapareció por aquel pasillo. –
-¡Adiós, enano!
Y sin verse, sin mirarse, sin estar cerca, sabían que una inevitable sonrisa iba a dibujarse en sus rostros.
Gonzalo se acercó con sus cosas también recogidas, y se paró al lado de ella.
-Creo que os vais a llevar bien.
-Yo también lo creo…
**Fin fLashback**
En cuanto sonó el despertador quiso lanzarlo contra la pared y oír como cada una de sus piezas caía al suelo, pero entonces luego Ángel le ordenaría que barriera, y era demasiado vaga para eso. Vio la hora y lo temprano que era, y le dieron ganas de esconderse bajo la almohada.
-Ángel… Angelico… Angelín… Angelino… Angelo… -Pronunciaba bajito mientras le tocaba en el pecho. –
-¡Ah, joder! ¡Estás muy fría! –Dijo él levantándose de golpe. –
-Ya tuve bastante calentura anoche… -Susurró poniéndose boca arriba con sus morritos y quitándole parte de las sábanas a Ángel. Éste le miró con cara de desconcierto, y luego volvió a cubrirse con lo que tenía. – ¡Pero qué haces! Con lo calentita que estaba
-Has empezado tú
-Mentira… ¡además tienes que ir a trabajar!
-¿Ah, sí? –Ángel tiró todavía más del edredón, y Patricia cayó al suelo. –
-Joder Ángel, que forma de romper el romanticismo de una bonita escena mañanera…
-¿Romanticismo de qué? Si querías romanticismo haberte liado con Romeo, no conmigo
-Pero es que seguro que Romeo no tiene el culo como tú…
-¡Patricia!
Ella se rió y luego, Ángel fue a ducharse.
-Ángel, tengo que pasar por casa para cambiarme… así que me voy ya y así me da tiempo de recoger un poco
-Vale, nos vemos luego
-¡Asómate!
-Voy a mojar todo esto… ¿qué quieres?
-Asómate un minuto, anda. –Él tiró de la cortina un poco y asomó la cabeza, por la que caían gotas de agua. Ella le agarró de la nuca y, a pesar de mojarse toda, pudo llegar a sus labios a darle un beso. Se separó un poco y le sonrió. –
-Te voy a empapar…
-Mejor, así me tengo que ir desnuda a casa
-¿Qué dices?
-¡Que te quiero! Hasta después, no tardes mucho, ten cuidado con el jabón, y si te resbalas grita
-Yo también te quiero, tarada, que estás tarada.
Ella le lanzó un beso desde la puerta y luego se fue.
oOo
Llegaba un par de minutos tarde, se había entretenido en casa recogiendo y con prisas aparcó el coche y subió a su camerino.
-¿Qué te pasa? ¿Esperas a alguien?
-¿Yo? No, que va
-Ya… ¿Y sabes dónde está Patricia? Le veo el coche abajo pero no ha pasado por aquí
-No, ni idea. –Dijo pasando de su amigo y volviendo a teclear. –
-¿Y sabes si sigue con el chico ese del otro día?
-No, ni idea
-A lo mejor viene con él, ¿no?
-No, ni idea
-Oye Ángel, ¿Cuál es tu comida favorita?
-No, ni idea
-Ah, que bien
-Eh… esto… ¿perdona? –Dani comenzó a reírse y se levantó de la silla. –
-Voy a buscarla para una cosa, ¿quieres que le diga algo?
-No, no hace falta.
-Bueno, ven conmigo, así nos damos una vuelta. –Le contestó tirándole del brazo y levantándolo. –
La buscaron por toda la redacción hasta que se les ocurrió ir a la sala de peluquería. Y allí estaba, sentada y riéndose, con sus vaqueros y sus zapatillas.
-Buenos días rubia. –Dijo Dani sonriendo. –
-¡Hola!
-Bueno, venía a explicarte una cosa del gui… -Le siguió hablando, pero ella sólo podía ver a Ángel. A través del espejo se observaban cómplices, hasta que ella empezó a gesticular exageradamente y a poner caras muy raras. No pudieron evitar contagiarse la risa… - ¿Qué coño pasa? ¿Se me empieza a notar la calva?
-No Dani, eso es a Ángel…
-Que tontos estáis, joder
Después de un rato se fueron a preparar las últimas cosas, y al terminar Ángel se sentó en el backstage a esperar a la hora.
-¿Puedo? –Dijo ella viendo el papel del guión que estaba mirando. –
-Sí, claro. –Se rodó y le dejó un pequeño hueco, en el que ella cabía perfectamente. –
No sabían de que hablar y tampoco como reaccionar a aquello, era un poco incómodo, pero sobre todo surrealista.
-Bueno… ¿A qué hora has llegado?
-Un poquito tarde, me entretuve en casa. ¿Y tú?
-También. –Patricia comenzó a reírse, y Ángel la miraba desconcertado. –
-¿Qué pasa?
-Me estaba acordando de una cosa…
**fLashback**
-¿Estás nervioso? –Le preguntó sentada en aquel sofá rojo. –
-Lo normal…
-Venga ya, te estás cagando vivo, ¿a qué sí? –La miró sorprendido por su reacción, cada día descubría algo diferente. Lo cierto es que le llamaba la atención la naturalidad con la que llevaba todo, quizás por que él no era capaz. –
-Sí, un poco.
-¿Eres siempre así?
-Así, ¿cómo?
-Tan calladito… ¿o es porque yo te impresiono?
-Tú no podrías ni intimidar a una piedra
-¡¿A qué ha venido eso?! ¡Eres un idiota! ¡Empiezo a no soportarte!
-Pues yo a ti tampoco, no es fácil aguantarte, que pareces una cría… Y además, odio esa aptitud que tienes de presumir de extrovertida delante de mí, si en realidad sabemos que no eres así
-¡Ahora va a resultar que me conoces tú mejor que yo! Menudo gilipollas… ¿Cómo se supone que vas a hacer reír a la gente con esa cara de seta que tienes? –Suspiró. Luego la miró y se tragó sus palabras, iba a ser mejor para todos. –
-Bueno, lo último que necesito es discutir contigo antes de entrar ahí, ¿vale?
-¡Pues entonces no discutamos!
-¡Pues vale!
-¡Pues ya está!… pero entonces… ¿eres siempre así?
“Patricia, ¡vamos a empezar ya!”
-Bueno, supongo que me tocará camelarte para conocerte… -Él sonrió mirando hacia su papel, todavía nervioso. – Por tu expresión he vuelto a adivinar, ¿verdad?
-Puede.
“¡15 segundos!”
Se acercó y le tendió la mano. Después de un apretón, se dio la vuelta y fue hasta plató sintiéndose mucho más segura. Cada vez tenía más curiosidad…
**Fin fLashback**
Y cuando se dio cuenta, le estaba besando en frente de algunas miradas incrédulas…
Capítulo 28:
-Te quiero… -Dijo susurrándole al oído, derrotada y casi con los ojos cerrados. –
-Yo también, desde aquel día... –Contestó él, despertándose ligeramente al sentir sus palabras. –
Ambos sabían a cuándo se refería.
**fLashback**
-¿Así que tú eres Patricia Conde? –Preguntó recogiendo las cosas de la mesa. Ella levantó la vista y tras alzar una ceja, volvió a lo que estaba haciendo, sin responder. – Así no vamos a empezar bien, te lo digo ya
-¿Eres introvertido, verdad? –Le preguntó sin mirarle. –
-¿A qué viene eso? Si quieres que nos llevemos bien no puedes ir por ah…
-No tienes porque disimular, Ángel. –Y por primera vez pronunció su nombre desde aquella silla, mirándole. Él calló, y se dirigió hacia la puerta. – ¿Dónde vas?
-Me tengo que ir ya a descansar que mañana será un día muy importante
-Contéstame una cosa… quieres irte para librarte de esta conversación, ¿cierto? –Apoyó su barbilla sobre uno de sus bolígrafos y él no pudo evitar sonreír de una manera inapreciable. –
-Tranquila, vamos a tener demasiado tiempo para hablar
-Más del que te gustaría. –Silencio. Sus miradas encontrándose y todo preparado para comenzar con aquella gran locura el día siguiente. –
-Hasta mañana.
-¡Espera! –Se levantó de allí, y lo siguió. – No era mi intención intimidarte
-No lo has hecho, pero no puedes juzgarme tan rápido, ¿no?
-No juzgué, sólo adiviné. Y por lo que veo, además acerté.
-Hasta mañana, Patricia. –Dijo resaltando su nombre y dándose la vuelta. Luego, desapareció por aquel pasillo. –
-¡Adiós, enano!
Y sin verse, sin mirarse, sin estar cerca, sabían que una inevitable sonrisa iba a dibujarse en sus rostros.
Gonzalo se acercó con sus cosas también recogidas, y se paró al lado de ella.
-Creo que os vais a llevar bien.
-Yo también lo creo…
**Fin fLashback**
En cuanto sonó el despertador quiso lanzarlo contra la pared y oír como cada una de sus piezas caía al suelo, pero entonces luego Ángel le ordenaría que barriera, y era demasiado vaga para eso. Vio la hora y lo temprano que era, y le dieron ganas de esconderse bajo la almohada.
-Ángel… Angelico… Angelín… Angelino… Angelo… -Pronunciaba bajito mientras le tocaba en el pecho. –
-¡Ah, joder! ¡Estás muy fría! –Dijo él levantándose de golpe. –
-Ya tuve bastante calentura anoche… -Susurró poniéndose boca arriba con sus morritos y quitándole parte de las sábanas a Ángel. Éste le miró con cara de desconcierto, y luego volvió a cubrirse con lo que tenía. – ¡Pero qué haces! Con lo calentita que estaba
-Has empezado tú
-Mentira… ¡además tienes que ir a trabajar!
-¿Ah, sí? –Ángel tiró todavía más del edredón, y Patricia cayó al suelo. –
-Joder Ángel, que forma de romper el romanticismo de una bonita escena mañanera…
-¿Romanticismo de qué? Si querías romanticismo haberte liado con Romeo, no conmigo
-Pero es que seguro que Romeo no tiene el culo como tú…
-¡Patricia!
Ella se rió y luego, Ángel fue a ducharse.
-Ángel, tengo que pasar por casa para cambiarme… así que me voy ya y así me da tiempo de recoger un poco
-Vale, nos vemos luego
-¡Asómate!
-Voy a mojar todo esto… ¿qué quieres?
-Asómate un minuto, anda. –Él tiró de la cortina un poco y asomó la cabeza, por la que caían gotas de agua. Ella le agarró de la nuca y, a pesar de mojarse toda, pudo llegar a sus labios a darle un beso. Se separó un poco y le sonrió. –
-Te voy a empapar…
-Mejor, así me tengo que ir desnuda a casa
-¿Qué dices?
-¡Que te quiero! Hasta después, no tardes mucho, ten cuidado con el jabón, y si te resbalas grita
-Yo también te quiero, tarada, que estás tarada.
Ella le lanzó un beso desde la puerta y luego se fue.
oOo
Llegaba un par de minutos tarde, se había entretenido en casa recogiendo y con prisas aparcó el coche y subió a su camerino.
-¿Qué te pasa? ¿Esperas a alguien?
-¿Yo? No, que va
-Ya… ¿Y sabes dónde está Patricia? Le veo el coche abajo pero no ha pasado por aquí
-No, ni idea. –Dijo pasando de su amigo y volviendo a teclear. –
-¿Y sabes si sigue con el chico ese del otro día?
-No, ni idea
-A lo mejor viene con él, ¿no?
-No, ni idea
-Oye Ángel, ¿Cuál es tu comida favorita?
-No, ni idea
-Ah, que bien
-Eh… esto… ¿perdona? –Dani comenzó a reírse y se levantó de la silla. –
-Voy a buscarla para una cosa, ¿quieres que le diga algo?
-No, no hace falta.
-Bueno, ven conmigo, así nos damos una vuelta. –Le contestó tirándole del brazo y levantándolo. –
La buscaron por toda la redacción hasta que se les ocurrió ir a la sala de peluquería. Y allí estaba, sentada y riéndose, con sus vaqueros y sus zapatillas.
-Buenos días rubia. –Dijo Dani sonriendo. –
-¡Hola!
-Bueno, venía a explicarte una cosa del gui… -Le siguió hablando, pero ella sólo podía ver a Ángel. A través del espejo se observaban cómplices, hasta que ella empezó a gesticular exageradamente y a poner caras muy raras. No pudieron evitar contagiarse la risa… - ¿Qué coño pasa? ¿Se me empieza a notar la calva?
-No Dani, eso es a Ángel…
-Que tontos estáis, joder
Después de un rato se fueron a preparar las últimas cosas, y al terminar Ángel se sentó en el backstage a esperar a la hora.
-¿Puedo? –Dijo ella viendo el papel del guión que estaba mirando. –
-Sí, claro. –Se rodó y le dejó un pequeño hueco, en el que ella cabía perfectamente. –
No sabían de que hablar y tampoco como reaccionar a aquello, era un poco incómodo, pero sobre todo surrealista.
-Bueno… ¿A qué hora has llegado?
-Un poquito tarde, me entretuve en casa. ¿Y tú?
-También. –Patricia comenzó a reírse, y Ángel la miraba desconcertado. –
-¿Qué pasa?
-Me estaba acordando de una cosa…
**fLashback**
-¿Estás nervioso? –Le preguntó sentada en aquel sofá rojo. –
-Lo normal…
-Venga ya, te estás cagando vivo, ¿a qué sí? –La miró sorprendido por su reacción, cada día descubría algo diferente. Lo cierto es que le llamaba la atención la naturalidad con la que llevaba todo, quizás por que él no era capaz. –
-Sí, un poco.
-¿Eres siempre así?
-Así, ¿cómo?
-Tan calladito… ¿o es porque yo te impresiono?
-Tú no podrías ni intimidar a una piedra
-¡¿A qué ha venido eso?! ¡Eres un idiota! ¡Empiezo a no soportarte!
-Pues yo a ti tampoco, no es fácil aguantarte, que pareces una cría… Y además, odio esa aptitud que tienes de presumir de extrovertida delante de mí, si en realidad sabemos que no eres así
-¡Ahora va a resultar que me conoces tú mejor que yo! Menudo gilipollas… ¿Cómo se supone que vas a hacer reír a la gente con esa cara de seta que tienes? –Suspiró. Luego la miró y se tragó sus palabras, iba a ser mejor para todos. –
-Bueno, lo último que necesito es discutir contigo antes de entrar ahí, ¿vale?
-¡Pues entonces no discutamos!
-¡Pues vale!
-¡Pues ya está!… pero entonces… ¿eres siempre así?
“Patricia, ¡vamos a empezar ya!”
-Bueno, supongo que me tocará camelarte para conocerte… -Él sonrió mirando hacia su papel, todavía nervioso. – Por tu expresión he vuelto a adivinar, ¿verdad?
-Puede.
“¡15 segundos!”
Se acercó y le tendió la mano. Después de un apretón, se dio la vuelta y fue hasta plató sintiéndose mucho más segura. Cada vez tenía más curiosidad…
**Fin fLashback**
Y cuando se dio cuenta, le estaba besando en frente de algunas miradas incrédulas…
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: El amor es lo que tiene
"-Ángel… Angelico… Angelín… Angelino… Angelo… -Pronunciaba bajito mientras le tocaba en el pecho. –
-¡Ah, joder! ¡Estás muy fría! –Dijo él levantándose de golpe. –"
¿Por qué la gente fría no se mete antes la mano en el sobaco? No, en serio... ajajajaja. Y la respuesta de Patri me ha matado.
"-¿Romanticismo de qué? Si querías romanticismo haberte liado con Romeo, no conmigo
-Pero es que seguro que Romeo no tiene el culo como tú…
-¡Patricia!"
Por DiooooooR!!!!! Es que me parto con cosas así, Clau, son los puntazos por los que me encanta este fic!!! Aiiiis, ahora me dejas con ganas de más, porque eso de besarle ahí en pleno backstage... Sabes dar donde duele, jodía.
Sigueee!!!
-¡Ah, joder! ¡Estás muy fría! –Dijo él levantándose de golpe. –"
¿Por qué la gente fría no se mete antes la mano en el sobaco? No, en serio... ajajajaja. Y la respuesta de Patri me ha matado.
"-¿Romanticismo de qué? Si querías romanticismo haberte liado con Romeo, no conmigo
-Pero es que seguro que Romeo no tiene el culo como tú…
-¡Patricia!"
Por DiooooooR!!!!! Es que me parto con cosas así, Clau, son los puntazos por los que me encanta este fic!!! Aiiiis, ahora me dejas con ganas de más, porque eso de besarle ahí en pleno backstage... Sabes dar donde duele, jodía.
Sigueee!!!
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Clau es la puta ama de los puntazos!!!
Es que yo creo que ella podría escribir el guión de Patri sin despeinarse por dos razones:
1) Porque escribe de putísima madre y es una chichachachi
2) Porque el moño/cotufa que se hace es imposible moverlo ni con el delta...
Aiiss.. ¡Crack!
Es que yo creo que ella podría escribir el guión de Patri sin despeinarse por dos razones:
1) Porque escribe de putísima madre y es una chichachachi
2) Porque el moño/cotufa que se hace es imposible moverlo ni con el delta...
Aiiss.. ¡Crack!
p.a.t.r.ii- Mensajes : 440
Fecha de inscripción : 01/10/2009
Re: El amor es lo que tiene
me gusta muchoo! me tienes enganchàaaaaa...xD
siguelo cuando puedas
siguelo cuando puedas
Vic- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 14/12/2009
Edad : 32
Re: El amor es lo que tiene
oooooooh(L) jiji adorables tus flashbacks, me ha encantado que se llevasen así al principio jij mola, porque parece que se caigan mal pero con toques de "feeling" aiish. Eso de la mano me ha hecho mucha gracia xD porque suele pasarme a mí..xD que podemos estar a 50º que yo tengo las manos congeladicas..
Ala y ahora Patri besándolo ahí en el trabajo por dior.. a ver que pasa.. ^^
Ala y ahora Patri besándolo ahí en el trabajo por dior.. a ver que pasa.. ^^
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Genial el flashback. Me encanta imaginármelos cuando se acababan de conocer, y me encanta imaginarme que ya se gustaron desde aquella vez.
El despertar ha sido buenísimo, sin perder su esencia xDD
-Oye Ángel, ¿Cuál es tu comida favorita?
-No, ni idea
-Ah, que bien
Me gusta que Dani no sepa lo que pasa y verles a ellos cómplices, con su pequeño secretito. Y me encanta cuando la gente se queda flipada al descubrirlo: "Y cuando se dio cuenta, le estaba besando en frente de algunas miradas incrédulas…"
Qué miradas, eh? quién estaba delante
El despertar ha sido buenísimo, sin perder su esencia xDD
-Oye Ángel, ¿Cuál es tu comida favorita?
-No, ni idea
-Ah, que bien
Me gusta que Dani no sepa lo que pasa y verles a ellos cómplices, con su pequeño secretito. Y me encanta cuando la gente se queda flipada al descubrirlo: "Y cuando se dio cuenta, le estaba besando en frente de algunas miradas incrédulas…"
Qué miradas, eh? quién estaba delante
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: El amor es lo que tiene
Me encanta, me encanta tu fic... eres una jodida artista!!! hahha
¿Cuando sigues? (vale, buscaba un iconito de angelito y no hay ninguno... a falta de el icono de angelito te pongo este xd)
¿Cuando sigues? (vale, buscaba un iconito de angelito y no hay ninguno... a falta de el icono de angelito te pongo este xd)
famososenlaweb- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 31
Localización : Barcelona
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