Lo que vi mientras soñaba
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Re: Lo que vi mientras soñaba
wiiiiiiwiiwiiiii, jajaja
aissh, jo, no sé..sq claro yo ya te lo comenté en su momento sólo diré que eres una ARTISTAZA
que Berta tiene unos puntazos tremendos xD y que te odio por esa escena tan tan morbosa y no terminarla como es debido ¬¬ pero te perdono, yo siempre te perdono porque te quiero, y nos has dejado ahí con la miel en los labios ÑAAÑÑAA, pero a Patri se le ha visto "el llautó" como decimos aquí y que no me acuerdo como se dice por allá xD ñaa, tengo ganas de febrero, xD ya sé que no pinta nada aquí pero yo lo digo. Nada sigue, jiji un besiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin.
aissh, jo, no sé..sq claro yo ya te lo comenté en su momento sólo diré que eres una ARTISTAZA
que Berta tiene unos puntazos tremendos xD y que te odio por esa escena tan tan morbosa y no terminarla como es debido ¬¬ pero te perdono, yo siempre te perdono porque te quiero, y nos has dejado ahí con la miel en los labios ÑAAÑÑAA, pero a Patri se le ha visto "el llautó" como decimos aquí y que no me acuerdo como se dice por allá xD ñaa, tengo ganas de febrero, xD ya sé que no pinta nada aquí pero yo lo digo. Nada sigue, jiji un besiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin.
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Este dedicado a mi queridita Copón, que es tan pesada que a veces creo que la llevo enganchada en la espalda... Ale, ya he subido, tia cansina!!! HÁBLAMEEEEEEE
CAPÍTULO 3
En cuanto llegué a casa, me desvestí y cambié de ropa y me preparé un enorme bol de leche que metí en el microondas. Me recosté en el sofá mientras esperaba a que la leche acabase de calentarse, apoyando mi cabeza en el reposabrazos y estirándome por completo encima del mueble.
Había sentido la necesidad de salir corriendo de aquella fiesta, no sabía por qué, pero Ángel me había puesto sumamente nerviosa; esa manera tan lenta de caminar hacia mí me había recordado extrañamente al tío de mi sueño, incluso había llegado a sentir la ansiedad de que se acercase más y más, ansiedad que me esforcé en reprimir. Me sentía confundida, estaba claro que entre Ángel y yo había algo más que una simple amistad, pero de ahí a sentir la urgente necesidad de zumbar con él en una cocina ajena…
Era más que evidente para todo el mundo, incluidos nosotros, que Ángel y yo nos atraíamos de manera exagerada, que nos gustaba jugar a meter frases con doble sentido en el guión, o jugar a seducirnos ingenuamente fuera de cámaras, pero personalmente jamás había tenido el deseo de sentirle cerca de mí… muy cerca de mí.
Llamaron al timbre de manera insistente y, con muy pocas ganas, me levanté a abrir la puerta. Mientras andaba por el pasillo iba pensando en que Berta se habría dado cuenta de mi repentina desaparición y habría acudido a mi casa a arrastrarme de los pelos para que volviese a la fiesta. Berta era así, estaba loca. Era capaz de cruzarse toda Madrid hasta llegar a mi casa y volver a cruzársela para hacer que nuestros cuerpos acabasen en la de Dani.
Al otro lado de la puerta me encontré la mirada desafiante de Ángel. Me mordí el labio inferior y apreté mi mano alrededor del pomo, para evitar tartamudear al preguntarle qué hacía allí.
Para responderme, levantó dos copas y una coctelera que había traído… las mismas que las de la cocina de Dani.
Ángel: ¿No sabes que nunca se le dice que no a un buen cóctel?
Decidí seguirle el juego.
Patricia: ¿Y a mí quién me asegura que ese potingue sea un “buen cóctel”?
Ángel: ¿Es que no te fías de mis manitas?
Patricia: No, lo siento; no creo que tengas palmas de palabra de honor – sonreí socarronamente.
Ángel: Eso es porque nunca les has dado la oportunidad de darse a conocer…
Dejó caer las copas y la coctelera, cuyo contenido se desparramó por la entrada de mi casa. Sus manos se acomodaron alrededor de mi cintura, mientras sus labios se apoderaban de los míos, empujándome unos pasos hacia atrás debido al énfasis que le había puesto al gesto.
No pude pensar nada o tal vez no quise, sólo fui capaz de responder a ese beso con la misma desesperación, con las mismas ansias que sentía en Ángel, mientras mis manos recorrían su espalda, estirando de la chaqueta que llevaba puesta, como queriendo decirle sin hablar que me empezaba a sobrar la ropa.
Con las manos algo torpes, acerté a comenzar a bajar la cremallera, empujando la chaqueta hacia abajo y dejándola caer al suelo. Ángel se separó de mí un instante para coger aliento y quitarse la camisa, instante que yo empleé en picarle un poquito más:
Patricia: ¿No se supone que sólo ibas a presentarme a tus manos?
Ángel: Ya ves, mi lengua se ha levantado juguetona hoy… Por cierto, la tuya le cae genial… ¿Crees que querrá recibir otra visita?
Patricia: No sé… ¿por qué no le pregunta ella misma?
Acabó de desabrocharse la camisa rápidamente, dejándosela abierta y enseñando su torso cubierto por algunos pelitos, sobretodo por el pecho, dibujando un caminito hasta su ombligo. Agarré el cuello de su camisa y le estiré hacia mí, haciendo que nuestros labios se encontrasen de manera sincronizada, enredando nuestras lenguas, dándonos a conocer y ante todo, manteniendo una reunión privada donde estábamos dejando más que claro que nos atraíamos descontroladamente.
Sus manos se colaron por los pantalones de mi pijama, bordeándolos y acariciando mi piel más allá de lo que la prenda mostraba. Arqueé mi espalda al sentir cómo me acariciaba de manera lenta y pausada, con un ritmo electrizante, como si supiese perfectamente dónde ejercer más presión con sus dedos para hacer que me estremeciese de placer, como si nuestros cuerpos se estuviesen reconociendo después de un largo tiempo sin tocarse.
Una de mis manos trepó por su cuerpo hasta su nuca, aprisionándola y jugando con su pelo, mientras nos besábamos de manera más húmeda, más lasciva, mucho más pasional y arriesgada. Empezaba a quedarse sin aire, lo noté en la manera en que echó su cadera hacia atrás y también en que mantenía mi camiseta fuertemente apretada por mi espalda entre una de sus manos. Sabiendo que pronto acabaría el beso, me entregué más a él, provocándole un gemido que ahogó en mi boca.
Me agarró por la cabeza, apoyando sus pulgares en mis ojos cerrados, para garantizarse que iban a seguir así. Se separó de mis labios lentamente, manteniendo su cuerpo pegado al mío y juntando nuestras frentes. Cogí sus manos y las posé sobre mis mejillas para poder mirarle de cerca, pero sus ojos estaban cerrados y su aliento golpeaba mi rostro. Le soplé en la cara suavemente y abrió los ojos, sonriendo y besándome en la punta de la nariz.
Ángel: Patricia… - me susurró separando nuestras cabezas para poder mirarnos sin bizquear.
Patricia: ¿Uhm?
Ángel: Te voy a hacer el amor de una forma que ningún otro hombre será capaz de igualar jamás…
Me mordí el labio al escuchar “te voy a hacer el amor”… Esas palabras rebotaban en mi cerebro, golpeándome con fuerza.
Patricia: Vaya… tienes el ego un poquito crecidito, ¿no?
Ángel: Lo que tengo crecidito es otra cosa… - bromeó.
Bajé mi mirada hasta la bragueta de su pantalón encontrándome con un creciente bulto que intentaba abrirse paso apretándose contra la tela. Sonreí pícaramente sin poder evitarlo.
Patricia: Yo que tú me quitaba los pantalones… Puede explotar.
Ángel: No hagas bromas sobre mi chorra – rió.
Lentamente, empecé a desabrochar su cinturón mirándole fijamente a los ojos, retándole a que no desviase la mirada, a que leyese en mí que no quería que todo quedase en un simple polvo, en una noche de sexo desenfrenado, pese a lo divertida y atrayente que pudiese parecerme la idea.
Su respiración empezaba a tornarse rápida y entrecortada, humedeciéndose los labios y dejándolos entreabiertos mientras intercalaba ese gesto con algunos suspiros. Sus manos pronto entraron a formar parte del juego, acariciando mis mejillas, masajeándolas circularmente de una manera tan suave y erótica que llegué a pensar que todo era producto de mi imaginación.
Dirigí mis labios a su cuello, besándole y dándole suaves mordiscos que no dejarían marca alguna. Le escuché gemir cuando mi lengua se centró en la zona de la nuez, y su cabeza se inclinó hacia atrás lentamente, como si me estuviese dando permiso para recrearme en su garganta. Mordí su barbilla mientras mis manos se colaban por su pantalón ya abierto, acariciando su miembro cada vez más erecto, escuchando su voz gemir mi nombre…
CAPÍTULO 3
En cuanto llegué a casa, me desvestí y cambié de ropa y me preparé un enorme bol de leche que metí en el microondas. Me recosté en el sofá mientras esperaba a que la leche acabase de calentarse, apoyando mi cabeza en el reposabrazos y estirándome por completo encima del mueble.
Había sentido la necesidad de salir corriendo de aquella fiesta, no sabía por qué, pero Ángel me había puesto sumamente nerviosa; esa manera tan lenta de caminar hacia mí me había recordado extrañamente al tío de mi sueño, incluso había llegado a sentir la ansiedad de que se acercase más y más, ansiedad que me esforcé en reprimir. Me sentía confundida, estaba claro que entre Ángel y yo había algo más que una simple amistad, pero de ahí a sentir la urgente necesidad de zumbar con él en una cocina ajena…
Era más que evidente para todo el mundo, incluidos nosotros, que Ángel y yo nos atraíamos de manera exagerada, que nos gustaba jugar a meter frases con doble sentido en el guión, o jugar a seducirnos ingenuamente fuera de cámaras, pero personalmente jamás había tenido el deseo de sentirle cerca de mí… muy cerca de mí.
Llamaron al timbre de manera insistente y, con muy pocas ganas, me levanté a abrir la puerta. Mientras andaba por el pasillo iba pensando en que Berta se habría dado cuenta de mi repentina desaparición y habría acudido a mi casa a arrastrarme de los pelos para que volviese a la fiesta. Berta era así, estaba loca. Era capaz de cruzarse toda Madrid hasta llegar a mi casa y volver a cruzársela para hacer que nuestros cuerpos acabasen en la de Dani.
Al otro lado de la puerta me encontré la mirada desafiante de Ángel. Me mordí el labio inferior y apreté mi mano alrededor del pomo, para evitar tartamudear al preguntarle qué hacía allí.
Para responderme, levantó dos copas y una coctelera que había traído… las mismas que las de la cocina de Dani.
Ángel: ¿No sabes que nunca se le dice que no a un buen cóctel?
Decidí seguirle el juego.
Patricia: ¿Y a mí quién me asegura que ese potingue sea un “buen cóctel”?
Ángel: ¿Es que no te fías de mis manitas?
Patricia: No, lo siento; no creo que tengas palmas de palabra de honor – sonreí socarronamente.
Ángel: Eso es porque nunca les has dado la oportunidad de darse a conocer…
Dejó caer las copas y la coctelera, cuyo contenido se desparramó por la entrada de mi casa. Sus manos se acomodaron alrededor de mi cintura, mientras sus labios se apoderaban de los míos, empujándome unos pasos hacia atrás debido al énfasis que le había puesto al gesto.
No pude pensar nada o tal vez no quise, sólo fui capaz de responder a ese beso con la misma desesperación, con las mismas ansias que sentía en Ángel, mientras mis manos recorrían su espalda, estirando de la chaqueta que llevaba puesta, como queriendo decirle sin hablar que me empezaba a sobrar la ropa.
Con las manos algo torpes, acerté a comenzar a bajar la cremallera, empujando la chaqueta hacia abajo y dejándola caer al suelo. Ángel se separó de mí un instante para coger aliento y quitarse la camisa, instante que yo empleé en picarle un poquito más:
Patricia: ¿No se supone que sólo ibas a presentarme a tus manos?
Ángel: Ya ves, mi lengua se ha levantado juguetona hoy… Por cierto, la tuya le cae genial… ¿Crees que querrá recibir otra visita?
Patricia: No sé… ¿por qué no le pregunta ella misma?
Acabó de desabrocharse la camisa rápidamente, dejándosela abierta y enseñando su torso cubierto por algunos pelitos, sobretodo por el pecho, dibujando un caminito hasta su ombligo. Agarré el cuello de su camisa y le estiré hacia mí, haciendo que nuestros labios se encontrasen de manera sincronizada, enredando nuestras lenguas, dándonos a conocer y ante todo, manteniendo una reunión privada donde estábamos dejando más que claro que nos atraíamos descontroladamente.
Sus manos se colaron por los pantalones de mi pijama, bordeándolos y acariciando mi piel más allá de lo que la prenda mostraba. Arqueé mi espalda al sentir cómo me acariciaba de manera lenta y pausada, con un ritmo electrizante, como si supiese perfectamente dónde ejercer más presión con sus dedos para hacer que me estremeciese de placer, como si nuestros cuerpos se estuviesen reconociendo después de un largo tiempo sin tocarse.
Una de mis manos trepó por su cuerpo hasta su nuca, aprisionándola y jugando con su pelo, mientras nos besábamos de manera más húmeda, más lasciva, mucho más pasional y arriesgada. Empezaba a quedarse sin aire, lo noté en la manera en que echó su cadera hacia atrás y también en que mantenía mi camiseta fuertemente apretada por mi espalda entre una de sus manos. Sabiendo que pronto acabaría el beso, me entregué más a él, provocándole un gemido que ahogó en mi boca.
Me agarró por la cabeza, apoyando sus pulgares en mis ojos cerrados, para garantizarse que iban a seguir así. Se separó de mis labios lentamente, manteniendo su cuerpo pegado al mío y juntando nuestras frentes. Cogí sus manos y las posé sobre mis mejillas para poder mirarle de cerca, pero sus ojos estaban cerrados y su aliento golpeaba mi rostro. Le soplé en la cara suavemente y abrió los ojos, sonriendo y besándome en la punta de la nariz.
Ángel: Patricia… - me susurró separando nuestras cabezas para poder mirarnos sin bizquear.
Patricia: ¿Uhm?
Ángel: Te voy a hacer el amor de una forma que ningún otro hombre será capaz de igualar jamás…
Me mordí el labio al escuchar “te voy a hacer el amor”… Esas palabras rebotaban en mi cerebro, golpeándome con fuerza.
Patricia: Vaya… tienes el ego un poquito crecidito, ¿no?
Ángel: Lo que tengo crecidito es otra cosa… - bromeó.
Bajé mi mirada hasta la bragueta de su pantalón encontrándome con un creciente bulto que intentaba abrirse paso apretándose contra la tela. Sonreí pícaramente sin poder evitarlo.
Patricia: Yo que tú me quitaba los pantalones… Puede explotar.
Ángel: No hagas bromas sobre mi chorra – rió.
Lentamente, empecé a desabrochar su cinturón mirándole fijamente a los ojos, retándole a que no desviase la mirada, a que leyese en mí que no quería que todo quedase en un simple polvo, en una noche de sexo desenfrenado, pese a lo divertida y atrayente que pudiese parecerme la idea.
Su respiración empezaba a tornarse rápida y entrecortada, humedeciéndose los labios y dejándolos entreabiertos mientras intercalaba ese gesto con algunos suspiros. Sus manos pronto entraron a formar parte del juego, acariciando mis mejillas, masajeándolas circularmente de una manera tan suave y erótica que llegué a pensar que todo era producto de mi imaginación.
Dirigí mis labios a su cuello, besándole y dándole suaves mordiscos que no dejarían marca alguna. Le escuché gemir cuando mi lengua se centró en la zona de la nuez, y su cabeza se inclinó hacia atrás lentamente, como si me estuviese dando permiso para recrearme en su garganta. Mordí su barbilla mientras mis manos se colaban por su pantalón ya abierto, acariciando su miembro cada vez más erecto, escuchando su voz gemir mi nombre…
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
joder sq te odio, comentaría muchas cosas pero como diría cosas q no tngo que decir por no adelantar acontecimientos q ya la última vez diciendo eso los adelanté xD pues mejor me callo, pq te odio mucho, mucho y seguiré mis insultos en el siguiente capi..¬¬
este es perfectísimo, viva el infiernito^^ ahí Ángel yendo a su casita para prepararle un buen COCTEL!!muaahah
Patricia: Vaya… tienes el ego un poquito crecidito, ¿no?
Ángel: Lo que tengo crecidito es otra cosa… - bromeó.
xDDD buenísimo
y por lo demás, la explicación del acto en sí, está muy bien descrito y detalladito, jij
SIGUEEEE, que tú ya lo tienes todo escritoo no tendrías que tardar tantooo kelón!( si tu puedes decirme copón yo puedo decirte kelón) xD
este es perfectísimo, viva el infiernito^^ ahí Ángel yendo a su casita para prepararle un buen COCTEL!!muaahah
Patricia: Vaya… tienes el ego un poquito crecidito, ¿no?
Ángel: Lo que tengo crecidito es otra cosa… - bromeó.
xDDD buenísimo
y por lo demás, la explicación del acto en sí, está muy bien descrito y detalladito, jij
SIGUEEEE, que tú ya lo tienes todo escritoo no tendrías que tardar tantooo kelón!( si tu puedes decirme copón yo puedo decirte kelón) xD
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
aaah! me encanta!!!
aiss el infierno... si es que no hay infierno malo
lo has detallado todo a la perfección aisss enserio no se que decir, bueno si
sigueeee
aiss el infierno... si es que no hay infierno malo
lo has detallado todo a la perfección aisss enserio no se que decir, bueno si
sigueeee
Re: Lo que vi mientras soñaba
Pongo otro capii!! Ay... lo siento... ya entenderéis cuando leáis...
P.D: Copito de los cojones!!! No perdonas una, eh!
Capítulo 4
Desperté completamente empapada de sudor, gimiendo quedamente mientras trataba de recuperar el aliento que aquel sueño tan erótico me había robado. Me pasé una mano por la frente para impedir que el sudor resbalase hasta mis ojos.
Una sensación de electricidad recorría mi cuerpo, haciendo que me estremeciese de arriba abajo como si las manos de Ángel realmente hubiesen paseado a sus anchas por mi cuerpo.
Pensar en sus labios humedeciendo mi cuello hizo que la piel se me pusiese de gallina mientras notaba cómo un intenso rubor se apoderaba de mis mejillas; me daba vergüenza admitirlo pero había disfrutado como una adolescente viendo su primera película porno en estéreo.
La única diferencia era que, en mi sueño, yo era la protagonista de tan calientes imágenes… bueno, yo y mi compañero de trabajo: Ángel Martín, la última persona con la que esperaba tener un sueño de ese calibre. A ver, la última tampoco… Ángel estaba muy por delante de especímenes varios como: el Pozí, Leonardo Dantés, Mocito Feliz, el Risitas, Mermelada, Peñafiel, el perro de mi vecino… Vamos, que lo lógico habría sido que hubiese soñado con Darek (no, no entendía nada de su acento polaco…), Jon Kortajarena (tampoco… a ése no le entendía cuando hablaba, básicamente), Jesús Vázquez (gay), Jaime Cantizano (gay), el Duque (demasiado musculoso y mujeriego para mi gusto…).
Genial, descartando hombres de esa manera sí que era perfectamente comprensible que hubiese soñado con Ángel, ¿no?
Pero ¿a quién pretendía engañar? Ángel me excitaba y punto. Y me había tenido que dar cuenta mediante un jodido sueño… ¡qué triste y patética podía llegar a ser a veces!
Una cosa tenía clara… a ver qué narices hacía el lunes para plantarme delante de él y no pensar en desabrocharle la ropa y violarle en la mesa del plató... No sabía qué tenía esa mesa, pero me daba tanto morbo… Estaba completamente segura de que mis piernas encajarían de manera perfecta alrededor de su cintura… ¡Santo Dios, Patricia! ¡Céntrate!
O no… no te centres… nada como una buena terapia de choque para superarlo: debía imaginarme a Ángel en todas las posturas y de todas las formas posibles porque así, al llegar el lunes al programa, no habría nada que me sorprendiese y podría actuar como una persona normal y corriente y no como una troglodita con ganas de sexo.
Ángel… emm… tenía un culo apetecible, de los típicos para agarrar cuando andas por la calle y me jugaba una mano a que su pecho debía ser más cómodo que cualquier almohada para dormir por las noches… y otra cosa no, pero me encontraba en mis perfectas capacidades visuales para afirmar que el gran bulto que tenía entre las piernas hacía saber de manera rotunda y contundente que su pene era de todo menos pequeño…
Me daba la impresión de que eso en lugar de aliviarme me estaba calentando aún más… Definitivamente: Ángel corría el riesgo de ser víctima de abusos sexuales por parte de una rubia loca.
¿Estaba salida? ¿Dos meses a base de pan y agua me habían afectado tanto al cerebro que tenía sueños calientes con el enano? ¿Y por qué con él? ¿Por qué no con Dani o Gonzalo? Ah, claro: ni Dani ni Gonzalo me provocaban de la manera en la que Ángel sí lo hacía… Maldito enano, maldito su Sex On The Beach y jodido el tonteo que nos llevábamos…
Suspiré y traté de resignarme, al menos en mi sueño no habíamos llegado a consumar…. Eso me hacía parecer menos salidorra, ¿no?
El móvil me sacó de mis pensamientos. “Un nuevo sms”, brillaba en la pantalla. Miré el reloj: las 07.00h, demasiado pronto como para que fuese Berta, ésa todavía estaría en casa de Dani, haciendo cositas cuyos detalles preferiría no conocer nunca. Abrí el sms y me sorprendí al ver que era de Ángel, haciendo que mi corazón empezase a palpitar con fuerza.
“Buenos días, Bella Durmiente. Espero que todavía no estuvieses despierta para haberte jodido el sueño tan plácido que estuvieses teniendo. Aunque creo que más que Bella Durmiente debería llamarte Cenicienta, porque tienes su misma facilidad para huir de las fiestas. Por cierto, busqué tu zapatito de cristal y no lo encontré… me preocupé por si yo no era tu príncipe pero luego recordé que llevabas las Converse puestas… ¿Qué tal tu carácter al despertarte para esta chorrada? ¿Tienes ganas de matarme?”
Sí, tenía ganas de matarle… Pero a polvos. Él no lo sabía, pero se estaba metiendo en la boca del lobo… Pulsé el botón de ‘Responder’.
“¡No llevaba Converse, garrulo! Y creo que te va a tocar joderte a ti, enano… Ya estaba despierta así que tu sms sólo me ha servido para acordarme de tu existencia…”.
¿Cómo podía ser tan falsa? ¡Si hasta había soñado con él! Seguí escribiendo: “¿No es demasiado pronto como para que estés despierto? Ayer te acostarías muy tarde…”. Pulsé el botón de enviar y me levanté para ir al baño a lavarme los dientes. Cuando tenía toda la boca pringada con la pasta de dientes, mi móvil empezó a sonar de nuevo y con el cepillo aún dentro de la boca me dirigí a leer la contestación de Ángel.
“Lo más interesante de esa fiesta se marchó corriendo por la puerta, así que no tardé mucho en venirme a casa. ¿Has desayunado? Te invito a desayunar si es que no y a re-desayunar si es que sí. No puedes negarte, ayer me dejaste colgado…”
Sonreí sin poder evitarlo y me dispuse a responder.
“Una lógica aplastante, Ángel Martín. Cuando dices “te invito” te refieres a que pagas tú, ¿verdad?”.
“Yo sólo invito”.
“¿Eso qué significa?”
“Que pagas tú. En diez minutos llego a tu casa”.
¿Diez minutos? ¿Pero este tío qué se creía? ¿Que me despertaba ya maquillada y siendo una bomba sexual? Fui corriendo al baño y escupí la pasta de dientes que aún tenía en la boca; me enjuagué y comprobé que tenía los labios completamente enrojecidos debido al escozor que el dentífrico me provocaba… Genial, no necesitaría pintalabios.
Me cepillé el pelo rápidamente y corrí hasta mi habitación, abriendo el armario y sacando una camiseta gris y unos vaqueros negros. En cuanto estuve vestida, inicié mi búsqueda de las llaves rutinaria, no sé cómo lo hacía pero las jodías nunca estaba donde las dejaba… Las encontré varios minutitos después dentro de una taza… Joder, y eso que anoche cuando llegué no iba a borracha, sino habrían aparecido en la taza... pero del váter.
Me pinté la raya del ojo y me permití tomarme un vaso de agua antes de salir de casa, ya que Ángel todavía no había llegado. Mientras bajaba las escaleras iba pensando en mi sueño; tanto preocuparme por el lunes y resulta que, al final, iba a verle mucho antes... Pero no pasaba nada, estaba preparada.
Al abrir el portal vi su coche aparcado justo enfrente y al enano apoyado en el capó, con los brazos cruzados sobre su chaqueta de cuero marrón, los vaqueros marcando paquete (y qué paquete, Señor…) y las gafas de sol puestas. Mientras caminaba hacia él iba pensando en lo atractivo que me resultaba con esa actitud despreocupada, tan propia de Ángel…
Ángel: Te he traído un regalito – dijo en cuanto llegué a su altura.
Me sonrojé.
Patricia: ¿En serio? ¿Qué es?
Del interior de su chaqueta sacó unas esposas, haciendo que un intenso calor recorriese mi espalda. En un segundo visualicé mi sueño, el pecho desnudo de Ángel, sus manos recorriendo mi cuerpo y provocándome escalofríos en la espalda… Pero mi ensoñación terminó al escuchar su voz.
Ángel: Es para esposarte a la mesa… así me aseguro de que no salgas corriendo – sonrió.
“Pues claro, Patricia, ¿estás imbécil o qué? ¿Acaso creías que iba a proponerte sexo del duro? ¡Céntrate y deja de pensar en zumbártelo!” – recuerdo que pensé.
Patricia: No voy a huir, enano – suspiré.
Ángel: Ayer lo hiciste – me echó en cara. Por la expresión de su rostro me dio la impresión de que le había molestado.
Patricia: Ya…
Ángel: Oye – se puso serio de repente, acaparando el 100% de mi atención - si dije algo que te molestase, lo siento, no era lo que pretendía.
Patricia: No, no, en absoluto, tranquilo. No me ofendiste para nada.
Ángel: Me alegro, porque ¿sabes? Tú a mí sí – parpadeé y le miré sorprendida – Te marchaste sin más y eso me jodió, Patricia. ¿No soy una buena compañía para ti?
Patricia: Creía que querías envenenarme con tu cóctel y huí despavorida – bromeé.
Ángel: Muy bien, chica precavida… ¿qué quieres desayunar?
Dio una palmada y se frotó las manos, mientras yo fruncía el ceño, pensando. Se me ocurrió una idea al instante.
Patricia: ¿Te apetece pasar frío? – me devolvió una mirada de incomprensión.
Ángel: Así, como idea, me parece una mierda. ¿Por?
Patricia: Por subir a mi casa a por una botella de zumo y sentarnos en el parque. Son las 07.30h, ahora no están despiertas ni las palomas.
Se encogió de hombros y le cogí por el brazo acercando, sin darme cuenta, mi cabeza a la suya para echar a andar hacia el portal de mi casa. Un olor suave y peculiar invadió mis fosas nasales; me resultaba familiar, como si fuese un aroma que debiese reconocer aunque mis recuerdos no dieron con él, así que al final acabé pensando que me sonaba de haberle abrazado algunas veces en el programa.
Íbamos hablando de la fiesta de ayer, de la que Ángel se marchó una hora después de mi huida. Cuando entramos a mi casa, le invité a pasar a la cocina, donde tenía el friegue por hacer, con los suficientes platos, vasos, cacerolas y sartenes como para que pensase que, o bien no había fregado en un mes o que el día anterior había invitado a todo un regimiento a comer. Retiré de la mesa un vaso de leche que no sabía cuánto tiempo llevaba allí y le invité a sentarse en uno de los taburetes, abriendo la nevera.
Patricia: ¿De manzana, pera, piña, melocotón, naranja, mango, kiwi, uva, zanahoria, plátano…?
Ángel: ¿Puedo preguntarte por qué tienes tantos zumos en tu nevera?
Patricia: No. ¿De manzana, pera, piña, melocotón, naranja, mango, kiwi, uva, zanahoria, plátano…?
Ángel: ¿Tienes Tropical?
Patricia: ¡Sí!
Ángel: Mierda, lo había dicho para joder…
Patricia: ¿Tropical de Pascual, de Zumosol, Don Simón, marca la vaca…? – le ignoré.
Ángel: ¿Compras el mismo zumo en distintas marcas?
Patricia: No saben igual – me encogí de hombros.
Ángel: Pascual, entonces…
Patricia: También tengo Pacífico, Mediterráneo, Caribe, Verano, Canarias…
Ángel: ¡Tropical, Patricia! ¡Quiero el Tropical de Pascual!
Le saqué la lengua y cogí la botella.
Patricia: En realidad no tengo tantos zumos… Sólo Tropical y Pacífico porque son mis favoritos… - expliqué para no parecer una loca.
Ángel: ¿Y si me hubiese apetecido un Caribe?
Patricia: Te habría dicho que nos fuésemos a la playa a tomárnoslo… - le vacilé sonriente.
Ángel: Ja-já, qué graciosa… ¿Me estás tomando el pelo?
Patricia: ¿Crees que sería capaz?
Ángel: No deberías, teniendo en cuenta que soy yo quien tiene el control de medir tus palabras entre semana de 15.30h a 17.30h…
Patricia: Tú nunca me harías quedar mal delante de España… salvo cuando me haces cantar, o decir locuras, o bailar de forma ridícula, o aquella vez que me obligaste a estar borracha durante toda tu sección, o cuando se me vieron las bragas por tu culpa… Dios, Ángel, me acabo de dar cuenta de lo mal que te has portado conmigo en todo este tiempo…
Ángel: ¿En serio piensas eso?
Le miré a los ojos, tratando de averiguar si esa pregunta había sido real o no, si de verdad había llegado a plantearse que yo pensase que se había portado mal conmigo, porque eso sería algo que me dolería.
Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú…
Me senté a su lado y apoyé mi mano en la suya, acariciándole con mucho cariño.
Patricia: Te valoro, Ángel, y no sólo como el profesional indudable que eres… Para mí no eres sólo un analista de medios gruñón…
P.D: Copito de los cojones!!! No perdonas una, eh!
Capítulo 4
Desperté completamente empapada de sudor, gimiendo quedamente mientras trataba de recuperar el aliento que aquel sueño tan erótico me había robado. Me pasé una mano por la frente para impedir que el sudor resbalase hasta mis ojos.
Una sensación de electricidad recorría mi cuerpo, haciendo que me estremeciese de arriba abajo como si las manos de Ángel realmente hubiesen paseado a sus anchas por mi cuerpo.
Pensar en sus labios humedeciendo mi cuello hizo que la piel se me pusiese de gallina mientras notaba cómo un intenso rubor se apoderaba de mis mejillas; me daba vergüenza admitirlo pero había disfrutado como una adolescente viendo su primera película porno en estéreo.
La única diferencia era que, en mi sueño, yo era la protagonista de tan calientes imágenes… bueno, yo y mi compañero de trabajo: Ángel Martín, la última persona con la que esperaba tener un sueño de ese calibre. A ver, la última tampoco… Ángel estaba muy por delante de especímenes varios como: el Pozí, Leonardo Dantés, Mocito Feliz, el Risitas, Mermelada, Peñafiel, el perro de mi vecino… Vamos, que lo lógico habría sido que hubiese soñado con Darek (no, no entendía nada de su acento polaco…), Jon Kortajarena (tampoco… a ése no le entendía cuando hablaba, básicamente), Jesús Vázquez (gay), Jaime Cantizano (gay), el Duque (demasiado musculoso y mujeriego para mi gusto…).
Genial, descartando hombres de esa manera sí que era perfectamente comprensible que hubiese soñado con Ángel, ¿no?
Pero ¿a quién pretendía engañar? Ángel me excitaba y punto. Y me había tenido que dar cuenta mediante un jodido sueño… ¡qué triste y patética podía llegar a ser a veces!
Una cosa tenía clara… a ver qué narices hacía el lunes para plantarme delante de él y no pensar en desabrocharle la ropa y violarle en la mesa del plató... No sabía qué tenía esa mesa, pero me daba tanto morbo… Estaba completamente segura de que mis piernas encajarían de manera perfecta alrededor de su cintura… ¡Santo Dios, Patricia! ¡Céntrate!
O no… no te centres… nada como una buena terapia de choque para superarlo: debía imaginarme a Ángel en todas las posturas y de todas las formas posibles porque así, al llegar el lunes al programa, no habría nada que me sorprendiese y podría actuar como una persona normal y corriente y no como una troglodita con ganas de sexo.
Ángel… emm… tenía un culo apetecible, de los típicos para agarrar cuando andas por la calle y me jugaba una mano a que su pecho debía ser más cómodo que cualquier almohada para dormir por las noches… y otra cosa no, pero me encontraba en mis perfectas capacidades visuales para afirmar que el gran bulto que tenía entre las piernas hacía saber de manera rotunda y contundente que su pene era de todo menos pequeño…
Me daba la impresión de que eso en lugar de aliviarme me estaba calentando aún más… Definitivamente: Ángel corría el riesgo de ser víctima de abusos sexuales por parte de una rubia loca.
¿Estaba salida? ¿Dos meses a base de pan y agua me habían afectado tanto al cerebro que tenía sueños calientes con el enano? ¿Y por qué con él? ¿Por qué no con Dani o Gonzalo? Ah, claro: ni Dani ni Gonzalo me provocaban de la manera en la que Ángel sí lo hacía… Maldito enano, maldito su Sex On The Beach y jodido el tonteo que nos llevábamos…
Suspiré y traté de resignarme, al menos en mi sueño no habíamos llegado a consumar…. Eso me hacía parecer menos salidorra, ¿no?
El móvil me sacó de mis pensamientos. “Un nuevo sms”, brillaba en la pantalla. Miré el reloj: las 07.00h, demasiado pronto como para que fuese Berta, ésa todavía estaría en casa de Dani, haciendo cositas cuyos detalles preferiría no conocer nunca. Abrí el sms y me sorprendí al ver que era de Ángel, haciendo que mi corazón empezase a palpitar con fuerza.
“Buenos días, Bella Durmiente. Espero que todavía no estuvieses despierta para haberte jodido el sueño tan plácido que estuvieses teniendo. Aunque creo que más que Bella Durmiente debería llamarte Cenicienta, porque tienes su misma facilidad para huir de las fiestas. Por cierto, busqué tu zapatito de cristal y no lo encontré… me preocupé por si yo no era tu príncipe pero luego recordé que llevabas las Converse puestas… ¿Qué tal tu carácter al despertarte para esta chorrada? ¿Tienes ganas de matarme?”
Sí, tenía ganas de matarle… Pero a polvos. Él no lo sabía, pero se estaba metiendo en la boca del lobo… Pulsé el botón de ‘Responder’.
“¡No llevaba Converse, garrulo! Y creo que te va a tocar joderte a ti, enano… Ya estaba despierta así que tu sms sólo me ha servido para acordarme de tu existencia…”.
¿Cómo podía ser tan falsa? ¡Si hasta había soñado con él! Seguí escribiendo: “¿No es demasiado pronto como para que estés despierto? Ayer te acostarías muy tarde…”. Pulsé el botón de enviar y me levanté para ir al baño a lavarme los dientes. Cuando tenía toda la boca pringada con la pasta de dientes, mi móvil empezó a sonar de nuevo y con el cepillo aún dentro de la boca me dirigí a leer la contestación de Ángel.
“Lo más interesante de esa fiesta se marchó corriendo por la puerta, así que no tardé mucho en venirme a casa. ¿Has desayunado? Te invito a desayunar si es que no y a re-desayunar si es que sí. No puedes negarte, ayer me dejaste colgado…”
Sonreí sin poder evitarlo y me dispuse a responder.
“Una lógica aplastante, Ángel Martín. Cuando dices “te invito” te refieres a que pagas tú, ¿verdad?”.
“Yo sólo invito”.
“¿Eso qué significa?”
“Que pagas tú. En diez minutos llego a tu casa”.
¿Diez minutos? ¿Pero este tío qué se creía? ¿Que me despertaba ya maquillada y siendo una bomba sexual? Fui corriendo al baño y escupí la pasta de dientes que aún tenía en la boca; me enjuagué y comprobé que tenía los labios completamente enrojecidos debido al escozor que el dentífrico me provocaba… Genial, no necesitaría pintalabios.
Me cepillé el pelo rápidamente y corrí hasta mi habitación, abriendo el armario y sacando una camiseta gris y unos vaqueros negros. En cuanto estuve vestida, inicié mi búsqueda de las llaves rutinaria, no sé cómo lo hacía pero las jodías nunca estaba donde las dejaba… Las encontré varios minutitos después dentro de una taza… Joder, y eso que anoche cuando llegué no iba a borracha, sino habrían aparecido en la taza... pero del váter.
Me pinté la raya del ojo y me permití tomarme un vaso de agua antes de salir de casa, ya que Ángel todavía no había llegado. Mientras bajaba las escaleras iba pensando en mi sueño; tanto preocuparme por el lunes y resulta que, al final, iba a verle mucho antes... Pero no pasaba nada, estaba preparada.
Al abrir el portal vi su coche aparcado justo enfrente y al enano apoyado en el capó, con los brazos cruzados sobre su chaqueta de cuero marrón, los vaqueros marcando paquete (y qué paquete, Señor…) y las gafas de sol puestas. Mientras caminaba hacia él iba pensando en lo atractivo que me resultaba con esa actitud despreocupada, tan propia de Ángel…
Ángel: Te he traído un regalito – dijo en cuanto llegué a su altura.
Me sonrojé.
Patricia: ¿En serio? ¿Qué es?
Del interior de su chaqueta sacó unas esposas, haciendo que un intenso calor recorriese mi espalda. En un segundo visualicé mi sueño, el pecho desnudo de Ángel, sus manos recorriendo mi cuerpo y provocándome escalofríos en la espalda… Pero mi ensoñación terminó al escuchar su voz.
Ángel: Es para esposarte a la mesa… así me aseguro de que no salgas corriendo – sonrió.
“Pues claro, Patricia, ¿estás imbécil o qué? ¿Acaso creías que iba a proponerte sexo del duro? ¡Céntrate y deja de pensar en zumbártelo!” – recuerdo que pensé.
Patricia: No voy a huir, enano – suspiré.
Ángel: Ayer lo hiciste – me echó en cara. Por la expresión de su rostro me dio la impresión de que le había molestado.
Patricia: Ya…
Ángel: Oye – se puso serio de repente, acaparando el 100% de mi atención - si dije algo que te molestase, lo siento, no era lo que pretendía.
Patricia: No, no, en absoluto, tranquilo. No me ofendiste para nada.
Ángel: Me alegro, porque ¿sabes? Tú a mí sí – parpadeé y le miré sorprendida – Te marchaste sin más y eso me jodió, Patricia. ¿No soy una buena compañía para ti?
Patricia: Creía que querías envenenarme con tu cóctel y huí despavorida – bromeé.
Ángel: Muy bien, chica precavida… ¿qué quieres desayunar?
Dio una palmada y se frotó las manos, mientras yo fruncía el ceño, pensando. Se me ocurrió una idea al instante.
Patricia: ¿Te apetece pasar frío? – me devolvió una mirada de incomprensión.
Ángel: Así, como idea, me parece una mierda. ¿Por?
Patricia: Por subir a mi casa a por una botella de zumo y sentarnos en el parque. Son las 07.30h, ahora no están despiertas ni las palomas.
Se encogió de hombros y le cogí por el brazo acercando, sin darme cuenta, mi cabeza a la suya para echar a andar hacia el portal de mi casa. Un olor suave y peculiar invadió mis fosas nasales; me resultaba familiar, como si fuese un aroma que debiese reconocer aunque mis recuerdos no dieron con él, así que al final acabé pensando que me sonaba de haberle abrazado algunas veces en el programa.
Íbamos hablando de la fiesta de ayer, de la que Ángel se marchó una hora después de mi huida. Cuando entramos a mi casa, le invité a pasar a la cocina, donde tenía el friegue por hacer, con los suficientes platos, vasos, cacerolas y sartenes como para que pensase que, o bien no había fregado en un mes o que el día anterior había invitado a todo un regimiento a comer. Retiré de la mesa un vaso de leche que no sabía cuánto tiempo llevaba allí y le invité a sentarse en uno de los taburetes, abriendo la nevera.
Patricia: ¿De manzana, pera, piña, melocotón, naranja, mango, kiwi, uva, zanahoria, plátano…?
Ángel: ¿Puedo preguntarte por qué tienes tantos zumos en tu nevera?
Patricia: No. ¿De manzana, pera, piña, melocotón, naranja, mango, kiwi, uva, zanahoria, plátano…?
Ángel: ¿Tienes Tropical?
Patricia: ¡Sí!
Ángel: Mierda, lo había dicho para joder…
Patricia: ¿Tropical de Pascual, de Zumosol, Don Simón, marca la vaca…? – le ignoré.
Ángel: ¿Compras el mismo zumo en distintas marcas?
Patricia: No saben igual – me encogí de hombros.
Ángel: Pascual, entonces…
Patricia: También tengo Pacífico, Mediterráneo, Caribe, Verano, Canarias…
Ángel: ¡Tropical, Patricia! ¡Quiero el Tropical de Pascual!
Le saqué la lengua y cogí la botella.
Patricia: En realidad no tengo tantos zumos… Sólo Tropical y Pacífico porque son mis favoritos… - expliqué para no parecer una loca.
Ángel: ¿Y si me hubiese apetecido un Caribe?
Patricia: Te habría dicho que nos fuésemos a la playa a tomárnoslo… - le vacilé sonriente.
Ángel: Ja-já, qué graciosa… ¿Me estás tomando el pelo?
Patricia: ¿Crees que sería capaz?
Ángel: No deberías, teniendo en cuenta que soy yo quien tiene el control de medir tus palabras entre semana de 15.30h a 17.30h…
Patricia: Tú nunca me harías quedar mal delante de España… salvo cuando me haces cantar, o decir locuras, o bailar de forma ridícula, o aquella vez que me obligaste a estar borracha durante toda tu sección, o cuando se me vieron las bragas por tu culpa… Dios, Ángel, me acabo de dar cuenta de lo mal que te has portado conmigo en todo este tiempo…
Ángel: ¿En serio piensas eso?
Le miré a los ojos, tratando de averiguar si esa pregunta había sido real o no, si de verdad había llegado a plantearse que yo pensase que se había portado mal conmigo, porque eso sería algo que me dolería.
Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú…
Me senté a su lado y apoyé mi mano en la suya, acariciándole con mucho cariño.
Patricia: Te valoro, Ángel, y no sólo como el profesional indudable que eres… Para mí no eres sólo un analista de medios gruñón…
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Joder ha sido tan genial. Me he leido los dos juntos... Y no debería estar aqui, pero no puedo no decir que ha sido increible desde la primera mayúscula hasta el último punto. Incluso el hecho de q fuera un sueño me ha sorprendido gratamente(despues de cagarme en ti) es como posponer el momento magico pero vovliendo a tenerlo por segunda vez! Es genial. Increibles los puntazos salidorros de Patricia, y tb los graciosos... - ¿Puedo preguntarte por qué tienes...? - No jajajajajaa Me ha hecho mucha gracias
Y el final me ha parecido precioso. Diría muchas cosas más, per la obligacion me llama.
Deciros a todas, q aunq no esté comentando estoy leyendoos, es más, me pongo como premio por haber estudiado, leeros jajaja. Asi me motivo (es roy hasta q no estudie esto, no puedo descansar para leer X capitulo jajaja bueno, ya me entendeis, pa q veais, lo geniales q sois)
un beso!!! Perfecto Kela, perfecto, completo, divertido, bonito, provcativo jejejeje genial expresado (hasta el detalle de q estaba lavandse los dientes y con la boca llena de pasta y el cepillo ha ido a mirar le mensaje me ha encantad, porq m lo he imaginad totalmente, en plan super ansios a leerlo...) perfecto, lo dicho.
Y el final me ha parecido precioso. Diría muchas cosas más, per la obligacion me llama.
Deciros a todas, q aunq no esté comentando estoy leyendoos, es más, me pongo como premio por haber estudiado, leeros jajaja. Asi me motivo (es roy hasta q no estudie esto, no puedo descansar para leer X capitulo jajaja bueno, ya me entendeis, pa q veais, lo geniales q sois)
un beso!!! Perfecto Kela, perfecto, completo, divertido, bonito, provcativo jejejeje genial expresado (hasta el detalle de q estaba lavandse los dientes y con la boca llena de pasta y el cepillo ha ido a mirar le mensaje me ha encantad, porq m lo he imaginad totalmente, en plan super ansios a leerlo...) perfecto, lo dicho.
estrelitha- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
jooooo era un sueño
pero te perdono por el capi tan estupendo que has escrito
este párrafo me ha enamorado
"Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú… "
y el momento zumos jajaja brutal
me encanta
pero te perdono por el capi tan estupendo que has escrito
este párrafo me ha enamorado
"Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú… "
y el momento zumos jajaja brutal
me encanta
Re: Lo que vi mientras soñaba
Aish me olvidé de comentar xD.. qué cosas..
wiiiii, perfectísimo este capi, aunque fuera un sueño y cuando lo leí quería matarte estoy con estre.. así ya hemos sentido la ilusión de que estuvieran juntos y además tendremos una segunda primera vez wiiii, jij
y el párrafo que ha destacado be_ita, es (ojitos de clau) yo también lo hubiera destacado pero todo el mundo se me adelantaa..
ains, siguee tontiii..
eres una artistaza!
mi comentario es soso, lo sé pero llevo tecleando más de una hora con mi fic y estoy un poco aburrida del ordenador.. jiji perdónamee amor.
wiiiii, perfectísimo este capi, aunque fuera un sueño y cuando lo leí quería matarte estoy con estre.. así ya hemos sentido la ilusión de que estuvieran juntos y además tendremos una segunda primera vez wiiii, jij
y el párrafo que ha destacado be_ita, es (ojitos de clau) yo también lo hubiera destacado pero todo el mundo se me adelantaa..
ains, siguee tontiii..
eres una artistaza!
mi comentario es soso, lo sé pero llevo tecleando más de una hora con mi fic y estoy un poco aburrida del ordenador.. jiji perdónamee amor.
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Guaaau me encantaaa¡¡ acabo de empezar a leermelo y me lo e leido del tirón y me e registrado solo para felicitarte¡¡ jeje me encanta¡¡
pangel_slqh- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 28/01/2010
Re: Lo que vi mientras soñaba
Sí, vale, lo sé, soy un desastre, cuánto he tardado, blablablabla...
Probablemente no os acordéis de cómo acababa el otro capi, así que os he puesto un pequeño recordatorio antes del siguiente capítulo.
Un beso y espero que os gustee!
Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú…
Me senté a su lado y apoyé mi mano en la suya, acariciándole con mucho cariño.
Patricia: Te valoro, Ángel, y no sólo como el profesional indudable que eres… Para mí no eres sólo un analista de medios gruñón…
Capítulo 5
Mi mano sobre la suya, o tal vez mis palabras, le hicieron sonreír y mirar hacia el suelo. Sentí que su mano se revolvía debajo de la mía, nerviosa, y pensé que quería romper ese momento, por lo que empecé a separarme lentamente, paseando las yemas de mis dedos por su piel, disfrutando del contacto; pero cuando ya estaba a punto de abandonar la caricia, su otra mano se acomodó sobre la mía, haciendo que quedara atrapada entre las suyas.
Mi cerebro quedó sumido en una especie de sorpresa, letargo y anonadamiento que sólo me permitieron ser capaz de sonreír como una imbécil. No me esperaba ese gesto por parte de Ángel, puesto que él no era de esas personas que daban paso a una actitud cariñosa ni en lo verbal ni en lo físico, más bien era extremadamente ahorrador con todo lo relacionado a gestos que denotasen sensibilidad… El día que tuviese un hijo iba a convertirse en un blandito de cuidado…
Ángel: Patricia… tú para mí tampoco eres sólo la loca de los huevos que me infla las narices día a día… Algún día… - apretó la mandíbula como calibrando la importancia de las palabras que estaba pronunciando. Sonrió forzosamente y me retiró un mechón de pelo de la cara, acariciando mi mejilla – Algún día descubrirás que me importas más de lo que dejo ver… y ese día… estaré perdido…
Sentía los ojos húmedos, como a punto de llorar, y aunque conseguí, no sin esfuerzo, no hacerlo, Ángel pudo notar que sus palabras me habían calado hondo. Parpadeé varias veces para evitar que las lágrimas cayesen por mis mejillas y me separé de Ángel, cogiendo la botella de zumo y levantándome del taburete.
Patricia: Bueno, ¿qué? ¿Nos tomamos esto o ayunamos?
Ángel: ¿Ayunar? Yo sólo hago eso cuando me tienen que sacar sangre y hoy no se da el caso… - me quitó la botella de las manos, sonriendo.
Patricia: ¿Te dan miedo las agujas? – le piqué.
Ángel: No, no mucho… - le miré con una ceja alzada – Soy pequeñico, ¿vale? Y para tu información, hay enfermeras que hincan la aguja con una especial obsesión en atravesarme el brazo…
Patricia: Ya, claro… entonces… ¿no te excitan los uniformes de enfermera?
Me miró fijamente, con una sonrisa de medio lado en la que pude averiguar que era yo la que iba a salir escaldada en aquella conversación… como siempre, vaya.
Ángel: ¿Por qué te interesa? ¿Estás tomando apuntes de lo que me resulta excitante o no, Patricia Conde?
Cerré los ojos y me mordí el labio inferior, arrepintiéndome al instante de haber dicho aquello. Cuando volví a abrir los ojos, Ángel me miraba sonriendo bravuconamente, apoyado en la mesa, los brazos cruzados sobre su pecho con la satisfacción de saberse ganador de nuevo.
Ángel: Ay, Patricia, pequeña… Parece mentira que a estas alturas no te hayas dado cuenta de que soy mucho más inteligente que tú…
Patricia: No eres más inteligente, sólo tienes una verborrea espectacular… - renegué.
Ángel: Lo que me convierte en más inteligente. Soy bueno en esto, Patricia… y te sorprenderías de lo bueno que llego a ser en otras cosas…
Patricia: ¿Por ejemplo? – me miró confuso – Vamos, dime un ejemplo. ¿Estás insinuando que eres bueno en la cama? ¿Es que no has oído el dicho aquel de “el que le da al pico, poco utiliza la manguera”?
Ángel: Ese dicho te lo acabas de inventar – se quejó.
Patricia: Bueno, pero no he mentido… Fíjate en Lequio o Dinio, porque fama de pensadores no tienen, la verdad…
Ángel: Berlusconi es el follarini oficial y además es político… Y para ser político hace falta tener un gran don de palabra…
Patricia: En lo único que te pareces a Berlusconi es que en ambos medís medio metro… ah, y que cualquier día a ti también te faltarán dos piños…
Abrió la boca para hablar pero volvió a cerrarla al darse cuenta de que no tenía ninguna manera de rebatirme.
Patricia: ¿Quién es ahora la inteligente, enano?
Ángel: ¿Desayunamos?
Patricia: Anda… que rápido cambiamos de tema… - me miró como pidiendo compasión – Venga, cojo las llaves y nos bajamos.
oOo
Me balanceaba hacia delante y hacia atrás levemente sentada en el columpio, sin separar mis pies de la arena de aquel parque, mientras seguía la animada conversación que Ángel y yo habíamos entablado nada más salir de mi casa. Él permanecía de pie, pues me había dejado bastante claro que no iba “a apoyar su culo en un juguete para críos”, de manera que se quedó justo enfrente de mí, separándonos un par de pasos para que no tropezase con él al balancearme.
Sostenía en sus manos la botella de zumo, dándole de vez en cuando algún sorbo discreto. Me gustaba estar compartiendo ese tiempo con Ángel y realmente me gustaba descubrir que era mucho más risueño cuando no tenía la presión de un directo y de la creación de un guión encima; no paraba de hacer bromas, de reírse de mis tonterías y de contagiarme su risa. Eso era una buena señal, ¿no? Se encontraba cómodo conmigo…
En medio de una de esas carcajadas, se quedó mirándome, sonriendo tiernamente. Paré de reírme y le miré, sin poder evitar que una sonrisa se dibujase en mi rostro.
Patricia: ¿Qué pasa? ¿Se me cae un moquillo?
Ángel: No, boba – se rió – Es sólo que… pareces una niña.
Patricia: ¿Por qué?
Ángel: No sé, porque estás ahí, con tu gorrito blanco y tus mejillas coloradas por el frío, agarrándote a las cadenas mientras te columpias despacito… Me extraña que todavía no hayas pedido que te empuje…
Patricia: Pues no iba a hacerloo… porque yo sé hacerlo solitaaa.
Le saqué la lengua y empecé a columpiarme con más energía, abriendo las piernas para que Ángel quedase en medio de ellas, evitando así que se llevase una patada. Cada vez que me acercaba a él, ponía su mano sobre mi cabeza y me empujaba levemente hacia atrás, provocando que a la tercera o cuarta vez que lo hizo, me frenase en seco con los pies.
Patricia: Oye, ¿te importaría no pegarme?
Ángel: No te estoy pegando, eres tú la que se pega a mí…
Patricia: ¿Qué pasa? ¿Te pongo nervioso?
Ángel: ¿Por qué? ¿Por acercarte provocando?
Patricia: Eh eh eh… ¿Me estás llamando golfilla pecadora, enano de mierda?
Ángel: ¡¡Busconaaaa!! – chilló imitando la voz del Señor Que Huele a Vino.
No pude evitar contener una carcajada, mientras me agarraba a las cadenas para no caerme del columpio por culpa de la risa.
Me serené cuando vi que Ángel dejaba la botella en el suelo y se acercaba hasta mí. Puso sus manos sobre las mías, que todavía permanecían agarrando las cadenas del columpio, y agachó su rostro hasta dejarlo a escasos centímetros del mío. Tragué saliva y, sin poder evitarlo, le miré a los labios mientras la idea de lo sencillo que sería alzar un poquito más mi cabeza y besarle pasaba fugazmente por mi cerebro.
Ángel: Tú también te pones nerviosa cuando yo estoy cerca…
Su boca moviéndose tan cerca de mí, hizo que mi corazón palpitase con fuerza y que se me escapase un suspiro. Él lo notó y rápidamente, me dio un beso en la mejilla y se apartó, dejándome completamente sonrojada y confundida.
Patricia: ¿Me has dado un besito?
Ángel: En la mejilla – asintió.
Patricia: ¿Por qué?
Ángel: Me apetecía, supongo – se encogió de hombros.
“Pues ya podría haberte apetecido darme un buen morreo…”, recuerdo que pensé.
Ángel: ¿Te ha molestado?
Patricia: No, no… bueno, tu barba pincha un poquito… - sonreí.
Se pasó la mano por el mentón, como distraído, y luego miró el reloj.
Ángel: Vaya, a lo tonto a lo tonto se nos han hecho las 11.00h y yo he quedado con Dani para comer…
Patricia: Pues entonces tendrás que irte ya… Para asearte y eso… - me levanté del columpio.
Ángel: No me aseo para salir con Dani… pero sí, tendré que irme ya.
Nos quedamos ambos de pie, mirándonos y esperando a que el otro diese el primer paso para despedirnos.
Patricia: Bueno, pues… ¿nos vemos el lunes?
Ángel: Emm... sí, claro. Espera, te acompaño a tu casa que tengo el coche por allí…
Patricia: Vale.
Fuimos andando en silencio prácticamente, excepto cuando le dije que tuviese cuidado con el bordillo de la acera para no caerse… a veces Ángel llegaba a ser muy torpe…
Probablemente no os acordéis de cómo acababa el otro capi, así que os he puesto un pequeño recordatorio antes del siguiente capítulo.
Un beso y espero que os gustee!
Patricia: No, Ángel. En absoluto. Tú has estado ahí siempre, a tu manera y pasando desapercibido para los demás, pero no para mí. Y sabes que prefiero que estés a mi lado en silencio a que no estés, porque a veces no necesito escuchar tu voz para saber que me apoyas cuando lo paso mal. Y eso es bueno, porque significa que confío en ti, que confiamos el uno en el otro, y lo más importante, que nos entendemos… Supongo que sabes que el programa se me haría enormemente cuesta arriba si tú no estuvieses en él porque el grado de complicidad y de conexión que tenemos, dudo que pudiese alcanzarlo con nadie más que no fueses tú…
Me senté a su lado y apoyé mi mano en la suya, acariciándole con mucho cariño.
Patricia: Te valoro, Ángel, y no sólo como el profesional indudable que eres… Para mí no eres sólo un analista de medios gruñón…
Capítulo 5
Mi mano sobre la suya, o tal vez mis palabras, le hicieron sonreír y mirar hacia el suelo. Sentí que su mano se revolvía debajo de la mía, nerviosa, y pensé que quería romper ese momento, por lo que empecé a separarme lentamente, paseando las yemas de mis dedos por su piel, disfrutando del contacto; pero cuando ya estaba a punto de abandonar la caricia, su otra mano se acomodó sobre la mía, haciendo que quedara atrapada entre las suyas.
Mi cerebro quedó sumido en una especie de sorpresa, letargo y anonadamiento que sólo me permitieron ser capaz de sonreír como una imbécil. No me esperaba ese gesto por parte de Ángel, puesto que él no era de esas personas que daban paso a una actitud cariñosa ni en lo verbal ni en lo físico, más bien era extremadamente ahorrador con todo lo relacionado a gestos que denotasen sensibilidad… El día que tuviese un hijo iba a convertirse en un blandito de cuidado…
Ángel: Patricia… tú para mí tampoco eres sólo la loca de los huevos que me infla las narices día a día… Algún día… - apretó la mandíbula como calibrando la importancia de las palabras que estaba pronunciando. Sonrió forzosamente y me retiró un mechón de pelo de la cara, acariciando mi mejilla – Algún día descubrirás que me importas más de lo que dejo ver… y ese día… estaré perdido…
Sentía los ojos húmedos, como a punto de llorar, y aunque conseguí, no sin esfuerzo, no hacerlo, Ángel pudo notar que sus palabras me habían calado hondo. Parpadeé varias veces para evitar que las lágrimas cayesen por mis mejillas y me separé de Ángel, cogiendo la botella de zumo y levantándome del taburete.
Patricia: Bueno, ¿qué? ¿Nos tomamos esto o ayunamos?
Ángel: ¿Ayunar? Yo sólo hago eso cuando me tienen que sacar sangre y hoy no se da el caso… - me quitó la botella de las manos, sonriendo.
Patricia: ¿Te dan miedo las agujas? – le piqué.
Ángel: No, no mucho… - le miré con una ceja alzada – Soy pequeñico, ¿vale? Y para tu información, hay enfermeras que hincan la aguja con una especial obsesión en atravesarme el brazo…
Patricia: Ya, claro… entonces… ¿no te excitan los uniformes de enfermera?
Me miró fijamente, con una sonrisa de medio lado en la que pude averiguar que era yo la que iba a salir escaldada en aquella conversación… como siempre, vaya.
Ángel: ¿Por qué te interesa? ¿Estás tomando apuntes de lo que me resulta excitante o no, Patricia Conde?
Cerré los ojos y me mordí el labio inferior, arrepintiéndome al instante de haber dicho aquello. Cuando volví a abrir los ojos, Ángel me miraba sonriendo bravuconamente, apoyado en la mesa, los brazos cruzados sobre su pecho con la satisfacción de saberse ganador de nuevo.
Ángel: Ay, Patricia, pequeña… Parece mentira que a estas alturas no te hayas dado cuenta de que soy mucho más inteligente que tú…
Patricia: No eres más inteligente, sólo tienes una verborrea espectacular… - renegué.
Ángel: Lo que me convierte en más inteligente. Soy bueno en esto, Patricia… y te sorprenderías de lo bueno que llego a ser en otras cosas…
Patricia: ¿Por ejemplo? – me miró confuso – Vamos, dime un ejemplo. ¿Estás insinuando que eres bueno en la cama? ¿Es que no has oído el dicho aquel de “el que le da al pico, poco utiliza la manguera”?
Ángel: Ese dicho te lo acabas de inventar – se quejó.
Patricia: Bueno, pero no he mentido… Fíjate en Lequio o Dinio, porque fama de pensadores no tienen, la verdad…
Ángel: Berlusconi es el follarini oficial y además es político… Y para ser político hace falta tener un gran don de palabra…
Patricia: En lo único que te pareces a Berlusconi es que en ambos medís medio metro… ah, y que cualquier día a ti también te faltarán dos piños…
Abrió la boca para hablar pero volvió a cerrarla al darse cuenta de que no tenía ninguna manera de rebatirme.
Patricia: ¿Quién es ahora la inteligente, enano?
Ángel: ¿Desayunamos?
Patricia: Anda… que rápido cambiamos de tema… - me miró como pidiendo compasión – Venga, cojo las llaves y nos bajamos.
oOo
Me balanceaba hacia delante y hacia atrás levemente sentada en el columpio, sin separar mis pies de la arena de aquel parque, mientras seguía la animada conversación que Ángel y yo habíamos entablado nada más salir de mi casa. Él permanecía de pie, pues me había dejado bastante claro que no iba “a apoyar su culo en un juguete para críos”, de manera que se quedó justo enfrente de mí, separándonos un par de pasos para que no tropezase con él al balancearme.
Sostenía en sus manos la botella de zumo, dándole de vez en cuando algún sorbo discreto. Me gustaba estar compartiendo ese tiempo con Ángel y realmente me gustaba descubrir que era mucho más risueño cuando no tenía la presión de un directo y de la creación de un guión encima; no paraba de hacer bromas, de reírse de mis tonterías y de contagiarme su risa. Eso era una buena señal, ¿no? Se encontraba cómodo conmigo…
En medio de una de esas carcajadas, se quedó mirándome, sonriendo tiernamente. Paré de reírme y le miré, sin poder evitar que una sonrisa se dibujase en mi rostro.
Patricia: ¿Qué pasa? ¿Se me cae un moquillo?
Ángel: No, boba – se rió – Es sólo que… pareces una niña.
Patricia: ¿Por qué?
Ángel: No sé, porque estás ahí, con tu gorrito blanco y tus mejillas coloradas por el frío, agarrándote a las cadenas mientras te columpias despacito… Me extraña que todavía no hayas pedido que te empuje…
Patricia: Pues no iba a hacerloo… porque yo sé hacerlo solitaaa.
Le saqué la lengua y empecé a columpiarme con más energía, abriendo las piernas para que Ángel quedase en medio de ellas, evitando así que se llevase una patada. Cada vez que me acercaba a él, ponía su mano sobre mi cabeza y me empujaba levemente hacia atrás, provocando que a la tercera o cuarta vez que lo hizo, me frenase en seco con los pies.
Patricia: Oye, ¿te importaría no pegarme?
Ángel: No te estoy pegando, eres tú la que se pega a mí…
Patricia: ¿Qué pasa? ¿Te pongo nervioso?
Ángel: ¿Por qué? ¿Por acercarte provocando?
Patricia: Eh eh eh… ¿Me estás llamando golfilla pecadora, enano de mierda?
Ángel: ¡¡Busconaaaa!! – chilló imitando la voz del Señor Que Huele a Vino.
No pude evitar contener una carcajada, mientras me agarraba a las cadenas para no caerme del columpio por culpa de la risa.
Me serené cuando vi que Ángel dejaba la botella en el suelo y se acercaba hasta mí. Puso sus manos sobre las mías, que todavía permanecían agarrando las cadenas del columpio, y agachó su rostro hasta dejarlo a escasos centímetros del mío. Tragué saliva y, sin poder evitarlo, le miré a los labios mientras la idea de lo sencillo que sería alzar un poquito más mi cabeza y besarle pasaba fugazmente por mi cerebro.
Ángel: Tú también te pones nerviosa cuando yo estoy cerca…
Su boca moviéndose tan cerca de mí, hizo que mi corazón palpitase con fuerza y que se me escapase un suspiro. Él lo notó y rápidamente, me dio un beso en la mejilla y se apartó, dejándome completamente sonrojada y confundida.
Patricia: ¿Me has dado un besito?
Ángel: En la mejilla – asintió.
Patricia: ¿Por qué?
Ángel: Me apetecía, supongo – se encogió de hombros.
“Pues ya podría haberte apetecido darme un buen morreo…”, recuerdo que pensé.
Ángel: ¿Te ha molestado?
Patricia: No, no… bueno, tu barba pincha un poquito… - sonreí.
Se pasó la mano por el mentón, como distraído, y luego miró el reloj.
Ángel: Vaya, a lo tonto a lo tonto se nos han hecho las 11.00h y yo he quedado con Dani para comer…
Patricia: Pues entonces tendrás que irte ya… Para asearte y eso… - me levanté del columpio.
Ángel: No me aseo para salir con Dani… pero sí, tendré que irme ya.
Nos quedamos ambos de pie, mirándonos y esperando a que el otro diese el primer paso para despedirnos.
Patricia: Bueno, pues… ¿nos vemos el lunes?
Ángel: Emm... sí, claro. Espera, te acompaño a tu casa que tengo el coche por allí…
Patricia: Vale.
Fuimos andando en silencio prácticamente, excepto cuando le dije que tuviese cuidado con el bordillo de la acera para no caerse… a veces Ángel llegaba a ser muy torpe…
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Ai ai aiiiiiiiiiiii(L)!!!
Con el principio me has matado completamente... creo que muero de amor cuando leo estas cosas, en serio... sabes que cuando me lo enseñaste por messenger te dije que me encantaba y que era uno de los mejores fics que había leído [en general, no solo pángel...] no sé si me creiste o no, pero yo no estoy para mentir... que con la memoria que tengo, seguro que luego la cago y te digo: cómo sabes, tu fic no me gustó nada... [Y ME MUERO DE VERGÜENZA] jajajajajaja es broma!! si quieres cuando llegue a Madrid te lo digo a la cara... siempre sonrío cuando digo mentiras [y juro que si te lo digo, lo haré seria!!]
Me ha encantado el besito en la mejilla... y que Patri pensase que ya podía haber sido un morreo ainnns
Y nada... que nos vamos a empachaaar a cosas tirma y ¿¿fartoms??
Con el principio me has matado completamente... creo que muero de amor cuando leo estas cosas, en serio... sabes que cuando me lo enseñaste por messenger te dije que me encantaba y que era uno de los mejores fics que había leído [en general, no solo pángel...] no sé si me creiste o no, pero yo no estoy para mentir... que con la memoria que tengo, seguro que luego la cago y te digo: cómo sabes, tu fic no me gustó nada... [Y ME MUERO DE VERGÜENZA] jajajajajaja es broma!! si quieres cuando llegue a Madrid te lo digo a la cara... siempre sonrío cuando digo mentiras [y juro que si te lo digo, lo haré seria!!]
Me ha encantado el besito en la mejilla... y que Patri pensase que ya podía haber sido un morreo ainnns
Y nada... que nos vamos a empachaaar a cosas tirma y ¿¿fartoms??
p.a.t.r.ii- Mensajes : 440
Fecha de inscripción : 01/10/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
que bonitooo!! ahi en el parque como crios jajaja robando besos en la mejilla... me ha entrao nostalgia y todo jajaja
sigue asi, que me encanta ete fic
sigue asi, que me encanta ete fic
El Guaje- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 13/01/2010
Re: Lo que vi mientras soñaba
aisss no puedo destacar algo del capi porque me ha encantado de principio a fin
ha sido precioso... con sus toques de ternura, de humor...
sigue
ha sido precioso... con sus toques de ternura, de humor...
sigue
Re: Lo que vi mientras soñaba
tía,tía,tíaaaaaaaaaaaa, wiii jij tu me das tu corazón y yo te doy el mío con este capi..(ojitos de clau) el principio con las manitas es,... perfecto, no podrías haberlo escrito mejoor!!!
estos tres párrafos..:S:S:S:S::S
Mi mano sobre la suya, o tal vez mis palabras, le hicieron sonreír y mirar hacia el suelo. Sentí que su mano se revolvía debajo de la mía, nerviosa, y pensé que quería romper ese momento, por lo que empecé a separarme lentamente, paseando las yemas de mis dedos por su piel, disfrutando del contacto; pero cuando ya estaba a punto de abandonar la caricia, su otra mano se acomodó sobre la mía, haciendo que quedara atrapada entre las suyas.
Mi cerebro quedó sumido en una especie de sorpresa, letargo y anonadamiento que sólo me permitieron ser capaz de sonreír como una imbécil. No me esperaba ese gesto por parte de Ángel, puesto que él no era de esas personas que daban paso a una actitud cariñosa ni en lo verbal ni en lo físico, más bien era extremadamente ahorrador con todo lo relacionado a gestos que denotasen sensibilidad… El día que tuviese un hijo iba a convertirse en un blandito de cuidado…
Ángel: Patricia… tú para mí tampoco eres sólo la loca de los huevos que me infla las narices día a día… Algún día… - apretó la mandíbula como calibrando la importancia de las palabras que estaba pronunciando. Sonrió forzosamente y me retiró un mechón de pelo de la cara, acariciando mi mejilla – Algún día descubrirás que me importas más de lo que dejo ver… y ese día… estaré perdido…
Y en el columpio, jiji me he imaginado la escena, y es muy tierna, ains, de verdad...
Y el rollito que se traen, jajaj que Patricia sabe que va a perder wiii, aunque luego es el que se queda sin poder rechistar..ains, sigue amor, que ya queda poquito para que empiecen los que yo aún no he leído..!!!^^
ARTISTAZAAAAAAA
estos tres párrafos..:S:S:S:S::S
Mi mano sobre la suya, o tal vez mis palabras, le hicieron sonreír y mirar hacia el suelo. Sentí que su mano se revolvía debajo de la mía, nerviosa, y pensé que quería romper ese momento, por lo que empecé a separarme lentamente, paseando las yemas de mis dedos por su piel, disfrutando del contacto; pero cuando ya estaba a punto de abandonar la caricia, su otra mano se acomodó sobre la mía, haciendo que quedara atrapada entre las suyas.
Mi cerebro quedó sumido en una especie de sorpresa, letargo y anonadamiento que sólo me permitieron ser capaz de sonreír como una imbécil. No me esperaba ese gesto por parte de Ángel, puesto que él no era de esas personas que daban paso a una actitud cariñosa ni en lo verbal ni en lo físico, más bien era extremadamente ahorrador con todo lo relacionado a gestos que denotasen sensibilidad… El día que tuviese un hijo iba a convertirse en un blandito de cuidado…
Ángel: Patricia… tú para mí tampoco eres sólo la loca de los huevos que me infla las narices día a día… Algún día… - apretó la mandíbula como calibrando la importancia de las palabras que estaba pronunciando. Sonrió forzosamente y me retiró un mechón de pelo de la cara, acariciando mi mejilla – Algún día descubrirás que me importas más de lo que dejo ver… y ese día… estaré perdido…
Y en el columpio, jiji me he imaginado la escena, y es muy tierna, ains, de verdad...
Y el rollito que se traen, jajaj que Patricia sabe que va a perder wiii, aunque luego es el que se queda sin poder rechistar..ains, sigue amor, que ya queda poquito para que empiecen los que yo aún no he leído..!!!^^
ARTISTAZAAAAAAA
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Kela... quiero que sepas que me estoy enamorando.....
de tu fic
jajaja ¡¡¡¡ME ENCANTA!!!! sigue pronto que tengo ganas de seguir leyendo artistaza
de tu fic
jajaja ¡¡¡¡ME ENCANTA!!!! sigue pronto que tengo ganas de seguir leyendo artistaza
El Guaje- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 13/01/2010
Re: Lo que vi mientras soñaba
Os dejo otro capiii! Y muchísimas gracias por los comentarios!!!
Capítulo 6
Ya en mi casa, miré la cocina tan desastrada que tenía… Suspiré y me decidí a limpiarla o de lo contrario el friegue avanzaría por el pasillo hasta mi cuarto. Me puse unos guantes y saqué la botella de Fairy, pensando en que esa vez no tendría suficiente con una gota… Había algunos platos cuya mierda estaba tan incrustada que incluso temía borrar el dibujo del fondo de tanto rascar para sacar la grasa.
En cuanto acabé me tumbé en el sofá y tapé mi rostro con un brazo. Mis tripas sonaron con fuerza, recordándome que, con todo lo que había tardado en limpiar la cocina, ya debía ser hora de comer. Como acababa de fregar y me daba muchísima pereza manchar ni un sólo tenedor cocinando, cogí el teléfono y marqué el número de un chino.
Tal y como realicé mi pedido y colgué, mi móvil empezó a sonar. Un sms. Me quedé tumbada en el sofá, ignorando por completo el frustrante sonidito… Total, era un sms, así que no sería algo urgente… de lo contrario, habrían llamado… Me encantaba hacer uso de la lógica aplastante, sobretodo cuando esta señalaba a mi favor.
Mirando al techo, me puse a pensar en hacía unas horas… La mañana me había resultado muy corta en compañía de Ángel, nunca pensé que la conexión que mostrábamos ante las cámaras también se extendiese fuera de nuestra vida en plató, pero lo cierto es que la complicidad que poco a poco habíamos ido forjando para mí valía su peso en oro.
Evidentemente, conocía muchas facetas de Ángel no sólo en el mundo laboral sino también en alguna que otra fiesta que habíamos celebrado con motivo de cumpleaños, fiestas, puentes, etcétera, en las galas… Pero lo cierto es que, entre nosotros dos, nunca habíamos quedado simplemente por quedar… Y me sentía tremendamente cómoda con el Ángel que había desconocido en esos casi cuatro años.
El timbre de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me levanté a abrir la puerta, donde un chico con poca cara de chino me ofreció unas bolsas que cogí, pagándole lo que debía y cerrando la puerta en cuanto desapareció por las escaleras.
Dejé las bolsas encima de la mesa y cogí el móvil que estaba justo al lado. Vaya, el sms era de Ángel. Lo abrí.
“Tarada, el zumo estaba delicioso… Me siento en la obligación de devolvértelo. Te invito a cenar esta noche a mi casa, ¿qué me dices? Un besito”.
Sonreí, arrepintiéndome de no haberlo leído antes.
“¿Cambias zumo por cena? Eres muy malo haciendo negocios, enano… Acepto. Oye, como cenamos en tu casa, no hace falta que me disfrace de diva, ¿no? Puedo ir de incógnito… jeje”.
“Esto es una orden: déjate los tacones en casa que hoy no quiero mirar hacia arriba a no ser que sea para ver cómo brillan las estrellas… ¿A las 21.00h te va bien?"
Me reí y contesté lo más rápido que pude para no hacerle esperar.
“Perfecto. Intuyo de tu poca cortesía que no vas a venir a recogerme… Así que cogeré mi coche. =P”
Saqué los tallarines fritos y empecé a comérmelos mientras esperaba la respuesta de Ángel. Diez minutos después, sonó la musiquita.
“Yo pongo la cena, no el desplazamiento. ¿=P? ¿Qué mierda es eso, Patricia?”
“Gira tu móvil hacia la derecha y verás una carita con la lengua fuera. ¡Jodido ludita! ¡Hay que explicártelo todo!”
“Que et fotin!* -_- (Dani me ha enseñado a poner esta carita). [¡Que te jodan!*]
Sonreí y dejé el móvil en la mesa. Me llené la boca de tallarines y fui hasta la cocina masticando para coger una botella de agua.
Gracias a Dios, el teléfono no volvió a sonar en toda la tarde, por lo que pude echarme una buena siesta de dos horas a pata suelta y con la boca abierta… seguro que incluso había roncado, pero ¿qué más me daba?
Me desperté de buen humor: ningún sueño enigmático había frustrado el par de horitas de descanso que me había tomado, así que estaba realmente descansada, tranquila y con muy poco tiempo para adecentarme.
Bostecé mirándome al espejo, poniendo caras y posturas raras con las caderas, provocando mi propia risa. Hacía el tonto hasta cuando estaba sola… quizá tenía un problema mental de verdad…
Me cepillé el pelo y me lo dejé suelto, para que el olor al champú se notase más con cada movimiento mío. Iba a ponerme un vestidito azul con el que me sentía de lo más cómoda, pero decidí que para estar en casa de Ángel era mejor ser fiel a mi estilo: vaqueros y camiseta a lo sport, con Converse, por supuesto, Ángel me había pedido que abandonase los tacones.
Volví a mirarme al espejo: vale, no iba monísima de la muerte, pero iba lo suficientemente decente como para salir de casa sin que la policía anti - mal gusto me condenase a tres años de prisión. Bah, siempre podría pedirle al chándal de la Esteban que declarase en mi favor…
Busqué durante un cuarto de hora las llaves del coche y durante un cuarto de hora las llaves de mi casa. En cuanto tuve ambas en mi poder, salí de casa, bajé las escaleras y las volví a subir: se me había olvidado cerrar con llave la puerta… tanto buscarlas para luego no usarlas…
Cuando llegué tenía un dolor de cabeza espantoso por haber soportado el constante y agobiante tráfico de Madrid, pero se me pasó en cuanto Ángel abrió la puerta con su sonrisa medicinal.
Patricia: Anda, ¿te has afeitado?
Ángel: Sí… una tarada me ha dicho esta mañana que le pica mi barba…
Patricia: Qué desconsiderada…
Ángel: ¿Pasas?
Patricia: Yo es que soy más de frutos secos...
Ángel: Vale, apaga la ventanita de tu cerebro que tiene de título “Chistes malos de la altura de laSexta” y la cena irá de maravilla…
Me reí y entré en su casa. Él cerró la puerta y me pidió que me acomodara mientras acababa de hacer la cena, pero le ignoré y le seguí a la cocina.
Patricia: Mmmm, huele muy bien… ¿Qué es?
Ángel: Carpaccio de ternera.
Patricia: ¿Y lo blanco? – lo toqué con el dedo.
Ángel: ¡Quita, gorrina! Capas finitas de queso, para darle saborcillo… Es que no me ha dado tiempo a hacer la salsa…
Patricia: ¿Eres pariente lejano de Arguiñano? Porque te mueves en la cocina que da gusto…
Ángel: Una de las penurias de haber vivido solo – sonrió.
Patricia: Vivías con Dani….
Ángel: Que era lo mismo que vivir solo, por lo menos en lo referente a comer.
Patricia: Por cierto, me gusta tu cocina – le halagué – Parece la barra de un bar. Es… original.
Se notaba que la cocina estaba reformada para que tomase esa forma; la mesa, o más bien la barra, era lo suficientemente alta como para quedar un poco más arriba de mi ombligo, bordeando la pila, el horno, nevera, microondas, étc. Incluso tenía una máquina de café como las que se veían en los bares.
Ángel: ¿Soy original? – sonrió bravuconamente.
Patricia: En realidad sólo quería llamarte de manera discreta “borracho”, ya sabes… el bar hasta en casa… si entro al baño, ¿encontraré un váter pegado a la pared?
Ángel: No, encontrarás unos calzoncillos que he dejado tirados cuando me he duchado.
Patricia: Mmm… calzoncillos sucios… qué… sexy… - puse cara de asco de manera exagerada mientras sonreía para disimular.
Ángel: Anda, vamos a cenar que esto ya está…
Patricia: ¡Uala, qué buena pinta! ¿Qué es?
Ángel: Atún a la plancha marinado en mantequilla – se sonrojó – En realidad se marina en mostaza, pero no me gusta y lo he hecho así…
Patricia: No sé qué significa marinar, así que me da igual, como si querías haberlo hecho con Ketchup.
Ángel: Coge ese plato y sígueme, por favor.
Salió de la cocina y pasó por el salón donde mi chaqueta reposaba en el sofá. Se acercó a un ventanal enorme y lo abrió, dejando que mis ojos admirasen un precioso mini-jardín que desconocía en casa de Ángel. Él se metió y dejó los platos que llevaba encima de una mesa situada en medio de tanta belleza. El suelo estaba lleno de césped de un precioso color verde que parecía sonreír bajo la luz de la luna. Al final de la terraza-jardín había una fuente pequeñita, modesta, que hacía que aquel lugar pareciese mágico. Todavía no acertaba a respirar, cuando me pidió que entrase al jardincito. Al acercarme un intenso olor a hierba húmeda me invadió y el bosque de mi sueño se me apareció ante los ojos pero no tuve tiempo para pensar en él porque Ángel ya me estaba hablando.
Ángel: Este es mi rinconcito especial. El césped lo planté yo y la fuente me costó una millonada. Bueno, y plantar el césped también, incluida la indemnización que le tuve que pagar al vecino de abajo porque al rascar el suelo para poner tierra fértil casi le hundo el techo… Un desastre… Pero me ha quedado chulo, ¿verdad?
Yo apenas atiné a sonreír como pude mientras el suave olor a césped húmedo impregnaba mis fosas nasales.
Reímos durante la cena recordando algunas de las fiestas a las que habíamos asistido, o la vez que, en una gala, antes de subir a recoger uno de los premios para Sé Lo Que Hicisteis… se me rompió un tacón y él se marchó corriendo y me trajo un par de zapatos preciosos que además hacían juego con mi vestido. Al preguntarle de dónde los había sacado me contestó que se los había pedido a Anne Igartiburu.
*Flashback*
Patricia: ¡Uala, Ángel! ¡Son preciosos! ¿De dónde los has sacado?
No me lo podía creer. Ángel me ofrecía un par de zapatos de tacón casi del mismo color que mi vestido mientras sonreía de manera enigmática.
Ángel: Se los he robado a la Yagüe…
Patricia: La Yagüe no tiene tanto gusto como para llevar estos tacones, enano… - me reí.
Ángel: No, qué va – se mordió el labio - Se los he pedido a Anne Igartiburu.
Patricia: ¿¡Has dejado a Anne descalza!?
Ángel: Sólo durante un ratito… Hasta que bajemos de recoger el premio… No ibas a subir descalza, Patricia. Y tampoco con un tacón sí y otro no, que parecerías el pirata pata-palo…
Patricia: Muchas gracias, pequeñín…
Ángel: Anda, trae aquí los pies…
Cogió el mantel de la mesa donde estaba sentada, que era de los típicos que caen hasta el suelo, y metió la cabeza dentro. Yo fruncí el ceño y sonreí sorprendida al notar sus manos resbalando por mis piernas hasta llegar a mis pies.
Patricia: Ángel, sal de ahí, esto empieza a parecer algo muy raro… - me reí sin pretenderlo porque me estaba haciendo cosquillas al tratar de quitarme el zapato.
Ángel: ¡Deja de reírte y parecerá lo más normal del mundo!
Consiguió quitarme los tacones y salió de debajo de la mesa, quedándose de rodillas en el suelo frente a mí y respirando entrecortadamente mientras se arreglaba la corbata.
Ángel: Ahí abajo hace mucho calor, ya te lo digo. Si se te cae un canapé no te agaches, no vale la pena…
Puso una rodilla en alto y apoyó mi pie descalzó en ella, calzándome el zapato de Anne con ternura, como si pies fuesen de oro o los tacones de cristal. Luego hizo lo mismo con el otro pie. Cuando ya iba a bajar el pie de su rodilla para no clavarle la aguja del tacón, él acarició mi tobillo suavemente, con tanta delicadeza como si acariciase la mejilla de un recién nacido. Levantó la vista y clavó sus ojos en los míos, provocando que respirase profundamente, mientras escuchaba su voz, algo ronca, susurrándome:
Ángel: Son de tu talla…
*Fin Flashback*
Ángel: ¡¡Cierto!! Menudo papelón hicimos, yo debajo de la mesa recogiendo pelusas y tú como una loca partiéndote de risa…
Patricia: Es que me hacías cosquillas… - puse morritos - ¿qué se supone que hacías tocándome tanto las piernas, picarón?
Ángel: Joder, ¡pues buscar tus pies!
Patricia: ¿¡En mis rodillas?! Suelo tener los pies en el suelo…
Ángel: Pues parece mentira, porque te pasas el día con la cabeza en las nubes…
Me reí y me acabé el último trocito de carpaccio que me quedaba en el plato.
Ángel: ¿Te ha gustado? – me preguntó sonriendo.
Patricia: Me ha encantado. Eres un profesional en la cocina – afirmé.
Ángel: Digamos que sé cómo abrirle el apetito a una mujer…
Le miré sabiendo perfectamente que los tiros iban por otro lado. Él me devolvió la mirada, desafiante, queriendo ponerme nerviosa para tener el placer de que no pudiese soportarlo y cambiase de tema drásticamente. Pero hoy me sentía segura, me sentía lanzada, preparada para callarle la boca.
Patricia: Estoy segura de que aún se te resisten ciertas mujeres. Ciertas mujeres que… se niegan a abrir la boca… para probar bocado, claro – sonreí ingenuamente.
Ángel: Eso es porque no saben apreciar que la carne que yo pongo en el asador es la mejor del mercado.
Patricia: Pobres ingenuas sin paladar…
Ángel: ¿Tú tienes el paladar desarrollado?
Patricia: ¿Yo? Yo es que soy más de verduras, ¿sabes? – sonreí y le puse morritos mientras él soltaba una carcajada.
Ángel: ¿Y eso qué significa? ¿Que te van las tías o que eres más del rollo puritana?
Mierda, no pensé que se podía interpretar así. ¿Y ahora qué mierda le decía?
Patricia: Emm… Prefiero que te quedes con las dudas…
Ángel: Pues teniendo en cuenta que se te ha visto con varios hombres y supongo que harías cositas con ellos muy poco propias de una monjita… yo creo que estás dando vueltas para no decirme que no te atraigo.
Patricia: Verás, a mí un hombre me atrae imaginándome cómo es en la cama… y es que… tú no formas parte de esas ensoñaciones, Ángel – mentirosa…
Ángel: Bueno, pero eso puedo aclarártelo yo – se inclinó hacia mí en la mesa de aquel mini-jardín - Puedo ser el hombre más apasionado que haya probado las sábanas de tu cama… pero también el más dulce… Puedo ser tan salvaje que deje las marcas de mis dientes en tus labios… pero también tan romántico que te parecerá que estás soñando… Y sea como sea, Patricia Conde… en todas y cada una de las facetas que adopte… acabarás gritando mi nombre.
Patricia: No deberías prometer tanto, Ángel Martín… Además, ¿quién te asegura que te diese tantas oportunidades como facetas tienes?
Ángel: Me acabas de romper el corazón – dijo trágicamente.
Nos reímos y luego propuso bajar a dar una vuelta. Acepté y entramos en la casa para coger las chaquetas. Ángel fue hasta su habitación mientras yo le esperaba en la entrada; cuando le vi aparecer llevaba una botella de zumo en la mano.
Ángel: Es para no romper la tradición – sonrió.
Patricia: No, es porque eres un tacaño roñoso y no quieres pagar las copas…
Bajamos a la calle y estuvimos un par de horas dando vueltas mientras charlábamos animadamente hasta que nos decidimos a sentarnos en las escaleras del patio de una finca. Debíamos haber andado un par de kilómetros, pero no nos habíamos dado cuenta por lo entretenida de la charla. Una de las cosas que me gustaban de estar con Ángel es que nunca se nos agotaban los temas de conversación. Las horas se nos hacían cortas cuando estábamos juntos y ni siquiera éramos capaces de advertir que el tiempo pasaba a la misma velocidad que si estuviésemos separados. Cuando miré el reloj, me asombré de la hora.
Patricia: Te das cuenta de que esto es portada de cualquier revista, ¿verdad?
Ángel: ¿El qué?
Patricia: Son las cinco de la mañana y la bellísima Patricia Conde se está tomando un zumo de naranja de brick hombro a hombro con su compañero de trabajo Ángel Martín sentados en los escalones de un patio cualquiera… ¿Te vas ubicando?
Ángel: Sí. Sólo que eso sería demasiado light para introducirlo en una revista. Ellos más bien dirían algo parecido a que esto – levantó la botella de plástico – es… peché, por ejemplo… Y que estamos dándole al alcohol cual par de jóvenes en un botellón descontrolado. Y que hemos zumbado como monos esta noche – añadió un par de segundos después.
Ambos nos reímos.
Patricia: ¿Te imaginas que desde aquel tejado – señalé hacia uno de los edificios – hay un par de paparazzi haciéndonos fotos?
Ángel: Creo que entonces preferirían pillarnos en una situación más comprometida…
Patricia: ¿Zumbando como monos? – reí.
Ángel: Por ejemplo. O bastaría con que yo hiciese esto…- pasó su brazo por mis hombros – para que aumentasen el zoom y nos sacasen mil fotos por segundo…
Patricia: Eso sería provocarles un poquito, ¿no? – susurré.
Ángel: No… provocarles sería si yo cogiese tu mentón, girase tu carita de princesa hacia la mía… - mientras iba hablando realizaba los actos que iba describiendo, poniéndome visiblemente nerviosa – y… te besase…
Cerré los ojos preparándome a lo que venía, aspirando todo el aire que me fuese posible para poder contener el aliento sin ahogarme. Sus labios se juntaron en un delicado roce con los míos, haciendo que mil sensaciones distintas recorrieran mi espalda. Frío, calor, dudas, deseo… mucho deseo… juntándose todas en un torbellino de emociones dispares entre sí pero electrizantes al darse juntas.
El sonido de algo que, a bastante distancia de nosotros, caía al suelo nos hizo separarnos lentamente, aún mirándonos a los ojos, aún confidentes de ese beso que en nuestras cabezas todavía no había llegado a su fin.
Patricia: ¿Qué ha sido eso? – pregunté en voz baja, tratando de rellenar el silencio, pues en realidad a ninguno de los dos nos importaba nuestro alrededor, pero ambos necesitábamos urgentemente que alguno rompiese el hielo.
Ángel: Creo que uno de los paparazzi ha caído desde el tejado hasta el suelo – sonrió.
Patricia: Estos paparazzi… ya no tienen sangre para sustos… - bromeé.
Capítulo 6
Ya en mi casa, miré la cocina tan desastrada que tenía… Suspiré y me decidí a limpiarla o de lo contrario el friegue avanzaría por el pasillo hasta mi cuarto. Me puse unos guantes y saqué la botella de Fairy, pensando en que esa vez no tendría suficiente con una gota… Había algunos platos cuya mierda estaba tan incrustada que incluso temía borrar el dibujo del fondo de tanto rascar para sacar la grasa.
En cuanto acabé me tumbé en el sofá y tapé mi rostro con un brazo. Mis tripas sonaron con fuerza, recordándome que, con todo lo que había tardado en limpiar la cocina, ya debía ser hora de comer. Como acababa de fregar y me daba muchísima pereza manchar ni un sólo tenedor cocinando, cogí el teléfono y marqué el número de un chino.
Tal y como realicé mi pedido y colgué, mi móvil empezó a sonar. Un sms. Me quedé tumbada en el sofá, ignorando por completo el frustrante sonidito… Total, era un sms, así que no sería algo urgente… de lo contrario, habrían llamado… Me encantaba hacer uso de la lógica aplastante, sobretodo cuando esta señalaba a mi favor.
Mirando al techo, me puse a pensar en hacía unas horas… La mañana me había resultado muy corta en compañía de Ángel, nunca pensé que la conexión que mostrábamos ante las cámaras también se extendiese fuera de nuestra vida en plató, pero lo cierto es que la complicidad que poco a poco habíamos ido forjando para mí valía su peso en oro.
Evidentemente, conocía muchas facetas de Ángel no sólo en el mundo laboral sino también en alguna que otra fiesta que habíamos celebrado con motivo de cumpleaños, fiestas, puentes, etcétera, en las galas… Pero lo cierto es que, entre nosotros dos, nunca habíamos quedado simplemente por quedar… Y me sentía tremendamente cómoda con el Ángel que había desconocido en esos casi cuatro años.
El timbre de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me levanté a abrir la puerta, donde un chico con poca cara de chino me ofreció unas bolsas que cogí, pagándole lo que debía y cerrando la puerta en cuanto desapareció por las escaleras.
Dejé las bolsas encima de la mesa y cogí el móvil que estaba justo al lado. Vaya, el sms era de Ángel. Lo abrí.
“Tarada, el zumo estaba delicioso… Me siento en la obligación de devolvértelo. Te invito a cenar esta noche a mi casa, ¿qué me dices? Un besito”.
Sonreí, arrepintiéndome de no haberlo leído antes.
“¿Cambias zumo por cena? Eres muy malo haciendo negocios, enano… Acepto. Oye, como cenamos en tu casa, no hace falta que me disfrace de diva, ¿no? Puedo ir de incógnito… jeje”.
“Esto es una orden: déjate los tacones en casa que hoy no quiero mirar hacia arriba a no ser que sea para ver cómo brillan las estrellas… ¿A las 21.00h te va bien?"
Me reí y contesté lo más rápido que pude para no hacerle esperar.
“Perfecto. Intuyo de tu poca cortesía que no vas a venir a recogerme… Así que cogeré mi coche. =P”
Saqué los tallarines fritos y empecé a comérmelos mientras esperaba la respuesta de Ángel. Diez minutos después, sonó la musiquita.
“Yo pongo la cena, no el desplazamiento. ¿=P? ¿Qué mierda es eso, Patricia?”
“Gira tu móvil hacia la derecha y verás una carita con la lengua fuera. ¡Jodido ludita! ¡Hay que explicártelo todo!”
“Que et fotin!* -_- (Dani me ha enseñado a poner esta carita). [¡Que te jodan!*]
Sonreí y dejé el móvil en la mesa. Me llené la boca de tallarines y fui hasta la cocina masticando para coger una botella de agua.
Gracias a Dios, el teléfono no volvió a sonar en toda la tarde, por lo que pude echarme una buena siesta de dos horas a pata suelta y con la boca abierta… seguro que incluso había roncado, pero ¿qué más me daba?
Me desperté de buen humor: ningún sueño enigmático había frustrado el par de horitas de descanso que me había tomado, así que estaba realmente descansada, tranquila y con muy poco tiempo para adecentarme.
Bostecé mirándome al espejo, poniendo caras y posturas raras con las caderas, provocando mi propia risa. Hacía el tonto hasta cuando estaba sola… quizá tenía un problema mental de verdad…
Me cepillé el pelo y me lo dejé suelto, para que el olor al champú se notase más con cada movimiento mío. Iba a ponerme un vestidito azul con el que me sentía de lo más cómoda, pero decidí que para estar en casa de Ángel era mejor ser fiel a mi estilo: vaqueros y camiseta a lo sport, con Converse, por supuesto, Ángel me había pedido que abandonase los tacones.
Volví a mirarme al espejo: vale, no iba monísima de la muerte, pero iba lo suficientemente decente como para salir de casa sin que la policía anti - mal gusto me condenase a tres años de prisión. Bah, siempre podría pedirle al chándal de la Esteban que declarase en mi favor…
Busqué durante un cuarto de hora las llaves del coche y durante un cuarto de hora las llaves de mi casa. En cuanto tuve ambas en mi poder, salí de casa, bajé las escaleras y las volví a subir: se me había olvidado cerrar con llave la puerta… tanto buscarlas para luego no usarlas…
Cuando llegué tenía un dolor de cabeza espantoso por haber soportado el constante y agobiante tráfico de Madrid, pero se me pasó en cuanto Ángel abrió la puerta con su sonrisa medicinal.
Patricia: Anda, ¿te has afeitado?
Ángel: Sí… una tarada me ha dicho esta mañana que le pica mi barba…
Patricia: Qué desconsiderada…
Ángel: ¿Pasas?
Patricia: Yo es que soy más de frutos secos...
Ángel: Vale, apaga la ventanita de tu cerebro que tiene de título “Chistes malos de la altura de laSexta” y la cena irá de maravilla…
Me reí y entré en su casa. Él cerró la puerta y me pidió que me acomodara mientras acababa de hacer la cena, pero le ignoré y le seguí a la cocina.
Patricia: Mmmm, huele muy bien… ¿Qué es?
Ángel: Carpaccio de ternera.
Patricia: ¿Y lo blanco? – lo toqué con el dedo.
Ángel: ¡Quita, gorrina! Capas finitas de queso, para darle saborcillo… Es que no me ha dado tiempo a hacer la salsa…
Patricia: ¿Eres pariente lejano de Arguiñano? Porque te mueves en la cocina que da gusto…
Ángel: Una de las penurias de haber vivido solo – sonrió.
Patricia: Vivías con Dani….
Ángel: Que era lo mismo que vivir solo, por lo menos en lo referente a comer.
Patricia: Por cierto, me gusta tu cocina – le halagué – Parece la barra de un bar. Es… original.
Se notaba que la cocina estaba reformada para que tomase esa forma; la mesa, o más bien la barra, era lo suficientemente alta como para quedar un poco más arriba de mi ombligo, bordeando la pila, el horno, nevera, microondas, étc. Incluso tenía una máquina de café como las que se veían en los bares.
Ángel: ¿Soy original? – sonrió bravuconamente.
Patricia: En realidad sólo quería llamarte de manera discreta “borracho”, ya sabes… el bar hasta en casa… si entro al baño, ¿encontraré un váter pegado a la pared?
Ángel: No, encontrarás unos calzoncillos que he dejado tirados cuando me he duchado.
Patricia: Mmm… calzoncillos sucios… qué… sexy… - puse cara de asco de manera exagerada mientras sonreía para disimular.
Ángel: Anda, vamos a cenar que esto ya está…
Patricia: ¡Uala, qué buena pinta! ¿Qué es?
Ángel: Atún a la plancha marinado en mantequilla – se sonrojó – En realidad se marina en mostaza, pero no me gusta y lo he hecho así…
Patricia: No sé qué significa marinar, así que me da igual, como si querías haberlo hecho con Ketchup.
Ángel: Coge ese plato y sígueme, por favor.
Salió de la cocina y pasó por el salón donde mi chaqueta reposaba en el sofá. Se acercó a un ventanal enorme y lo abrió, dejando que mis ojos admirasen un precioso mini-jardín que desconocía en casa de Ángel. Él se metió y dejó los platos que llevaba encima de una mesa situada en medio de tanta belleza. El suelo estaba lleno de césped de un precioso color verde que parecía sonreír bajo la luz de la luna. Al final de la terraza-jardín había una fuente pequeñita, modesta, que hacía que aquel lugar pareciese mágico. Todavía no acertaba a respirar, cuando me pidió que entrase al jardincito. Al acercarme un intenso olor a hierba húmeda me invadió y el bosque de mi sueño se me apareció ante los ojos pero no tuve tiempo para pensar en él porque Ángel ya me estaba hablando.
Ángel: Este es mi rinconcito especial. El césped lo planté yo y la fuente me costó una millonada. Bueno, y plantar el césped también, incluida la indemnización que le tuve que pagar al vecino de abajo porque al rascar el suelo para poner tierra fértil casi le hundo el techo… Un desastre… Pero me ha quedado chulo, ¿verdad?
Yo apenas atiné a sonreír como pude mientras el suave olor a césped húmedo impregnaba mis fosas nasales.
Reímos durante la cena recordando algunas de las fiestas a las que habíamos asistido, o la vez que, en una gala, antes de subir a recoger uno de los premios para Sé Lo Que Hicisteis… se me rompió un tacón y él se marchó corriendo y me trajo un par de zapatos preciosos que además hacían juego con mi vestido. Al preguntarle de dónde los había sacado me contestó que se los había pedido a Anne Igartiburu.
*Flashback*
Patricia: ¡Uala, Ángel! ¡Son preciosos! ¿De dónde los has sacado?
No me lo podía creer. Ángel me ofrecía un par de zapatos de tacón casi del mismo color que mi vestido mientras sonreía de manera enigmática.
Ángel: Se los he robado a la Yagüe…
Patricia: La Yagüe no tiene tanto gusto como para llevar estos tacones, enano… - me reí.
Ángel: No, qué va – se mordió el labio - Se los he pedido a Anne Igartiburu.
Patricia: ¿¡Has dejado a Anne descalza!?
Ángel: Sólo durante un ratito… Hasta que bajemos de recoger el premio… No ibas a subir descalza, Patricia. Y tampoco con un tacón sí y otro no, que parecerías el pirata pata-palo…
Patricia: Muchas gracias, pequeñín…
Ángel: Anda, trae aquí los pies…
Cogió el mantel de la mesa donde estaba sentada, que era de los típicos que caen hasta el suelo, y metió la cabeza dentro. Yo fruncí el ceño y sonreí sorprendida al notar sus manos resbalando por mis piernas hasta llegar a mis pies.
Patricia: Ángel, sal de ahí, esto empieza a parecer algo muy raro… - me reí sin pretenderlo porque me estaba haciendo cosquillas al tratar de quitarme el zapato.
Ángel: ¡Deja de reírte y parecerá lo más normal del mundo!
Consiguió quitarme los tacones y salió de debajo de la mesa, quedándose de rodillas en el suelo frente a mí y respirando entrecortadamente mientras se arreglaba la corbata.
Ángel: Ahí abajo hace mucho calor, ya te lo digo. Si se te cae un canapé no te agaches, no vale la pena…
Puso una rodilla en alto y apoyó mi pie descalzó en ella, calzándome el zapato de Anne con ternura, como si pies fuesen de oro o los tacones de cristal. Luego hizo lo mismo con el otro pie. Cuando ya iba a bajar el pie de su rodilla para no clavarle la aguja del tacón, él acarició mi tobillo suavemente, con tanta delicadeza como si acariciase la mejilla de un recién nacido. Levantó la vista y clavó sus ojos en los míos, provocando que respirase profundamente, mientras escuchaba su voz, algo ronca, susurrándome:
Ángel: Son de tu talla…
*Fin Flashback*
Ángel: ¡¡Cierto!! Menudo papelón hicimos, yo debajo de la mesa recogiendo pelusas y tú como una loca partiéndote de risa…
Patricia: Es que me hacías cosquillas… - puse morritos - ¿qué se supone que hacías tocándome tanto las piernas, picarón?
Ángel: Joder, ¡pues buscar tus pies!
Patricia: ¿¡En mis rodillas?! Suelo tener los pies en el suelo…
Ángel: Pues parece mentira, porque te pasas el día con la cabeza en las nubes…
Me reí y me acabé el último trocito de carpaccio que me quedaba en el plato.
Ángel: ¿Te ha gustado? – me preguntó sonriendo.
Patricia: Me ha encantado. Eres un profesional en la cocina – afirmé.
Ángel: Digamos que sé cómo abrirle el apetito a una mujer…
Le miré sabiendo perfectamente que los tiros iban por otro lado. Él me devolvió la mirada, desafiante, queriendo ponerme nerviosa para tener el placer de que no pudiese soportarlo y cambiase de tema drásticamente. Pero hoy me sentía segura, me sentía lanzada, preparada para callarle la boca.
Patricia: Estoy segura de que aún se te resisten ciertas mujeres. Ciertas mujeres que… se niegan a abrir la boca… para probar bocado, claro – sonreí ingenuamente.
Ángel: Eso es porque no saben apreciar que la carne que yo pongo en el asador es la mejor del mercado.
Patricia: Pobres ingenuas sin paladar…
Ángel: ¿Tú tienes el paladar desarrollado?
Patricia: ¿Yo? Yo es que soy más de verduras, ¿sabes? – sonreí y le puse morritos mientras él soltaba una carcajada.
Ángel: ¿Y eso qué significa? ¿Que te van las tías o que eres más del rollo puritana?
Mierda, no pensé que se podía interpretar así. ¿Y ahora qué mierda le decía?
Patricia: Emm… Prefiero que te quedes con las dudas…
Ángel: Pues teniendo en cuenta que se te ha visto con varios hombres y supongo que harías cositas con ellos muy poco propias de una monjita… yo creo que estás dando vueltas para no decirme que no te atraigo.
Patricia: Verás, a mí un hombre me atrae imaginándome cómo es en la cama… y es que… tú no formas parte de esas ensoñaciones, Ángel – mentirosa…
Ángel: Bueno, pero eso puedo aclarártelo yo – se inclinó hacia mí en la mesa de aquel mini-jardín - Puedo ser el hombre más apasionado que haya probado las sábanas de tu cama… pero también el más dulce… Puedo ser tan salvaje que deje las marcas de mis dientes en tus labios… pero también tan romántico que te parecerá que estás soñando… Y sea como sea, Patricia Conde… en todas y cada una de las facetas que adopte… acabarás gritando mi nombre.
Patricia: No deberías prometer tanto, Ángel Martín… Además, ¿quién te asegura que te diese tantas oportunidades como facetas tienes?
Ángel: Me acabas de romper el corazón – dijo trágicamente.
Nos reímos y luego propuso bajar a dar una vuelta. Acepté y entramos en la casa para coger las chaquetas. Ángel fue hasta su habitación mientras yo le esperaba en la entrada; cuando le vi aparecer llevaba una botella de zumo en la mano.
Ángel: Es para no romper la tradición – sonrió.
Patricia: No, es porque eres un tacaño roñoso y no quieres pagar las copas…
Bajamos a la calle y estuvimos un par de horas dando vueltas mientras charlábamos animadamente hasta que nos decidimos a sentarnos en las escaleras del patio de una finca. Debíamos haber andado un par de kilómetros, pero no nos habíamos dado cuenta por lo entretenida de la charla. Una de las cosas que me gustaban de estar con Ángel es que nunca se nos agotaban los temas de conversación. Las horas se nos hacían cortas cuando estábamos juntos y ni siquiera éramos capaces de advertir que el tiempo pasaba a la misma velocidad que si estuviésemos separados. Cuando miré el reloj, me asombré de la hora.
Patricia: Te das cuenta de que esto es portada de cualquier revista, ¿verdad?
Ángel: ¿El qué?
Patricia: Son las cinco de la mañana y la bellísima Patricia Conde se está tomando un zumo de naranja de brick hombro a hombro con su compañero de trabajo Ángel Martín sentados en los escalones de un patio cualquiera… ¿Te vas ubicando?
Ángel: Sí. Sólo que eso sería demasiado light para introducirlo en una revista. Ellos más bien dirían algo parecido a que esto – levantó la botella de plástico – es… peché, por ejemplo… Y que estamos dándole al alcohol cual par de jóvenes en un botellón descontrolado. Y que hemos zumbado como monos esta noche – añadió un par de segundos después.
Ambos nos reímos.
Patricia: ¿Te imaginas que desde aquel tejado – señalé hacia uno de los edificios – hay un par de paparazzi haciéndonos fotos?
Ángel: Creo que entonces preferirían pillarnos en una situación más comprometida…
Patricia: ¿Zumbando como monos? – reí.
Ángel: Por ejemplo. O bastaría con que yo hiciese esto…- pasó su brazo por mis hombros – para que aumentasen el zoom y nos sacasen mil fotos por segundo…
Patricia: Eso sería provocarles un poquito, ¿no? – susurré.
Ángel: No… provocarles sería si yo cogiese tu mentón, girase tu carita de princesa hacia la mía… - mientras iba hablando realizaba los actos que iba describiendo, poniéndome visiblemente nerviosa – y… te besase…
Cerré los ojos preparándome a lo que venía, aspirando todo el aire que me fuese posible para poder contener el aliento sin ahogarme. Sus labios se juntaron en un delicado roce con los míos, haciendo que mil sensaciones distintas recorrieran mi espalda. Frío, calor, dudas, deseo… mucho deseo… juntándose todas en un torbellino de emociones dispares entre sí pero electrizantes al darse juntas.
El sonido de algo que, a bastante distancia de nosotros, caía al suelo nos hizo separarnos lentamente, aún mirándonos a los ojos, aún confidentes de ese beso que en nuestras cabezas todavía no había llegado a su fin.
Patricia: ¿Qué ha sido eso? – pregunté en voz baja, tratando de rellenar el silencio, pues en realidad a ninguno de los dos nos importaba nuestro alrededor, pero ambos necesitábamos urgentemente que alguno rompiese el hielo.
Ángel: Creo que uno de los paparazzi ha caído desde el tejado hasta el suelo – sonrió.
Patricia: Estos paparazzi… ya no tienen sangre para sustos… - bromeé.
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
que grande eres, ahora lo confirmo
estoy enamorado de tu fic, a este paso terminare proponiendote cositas... jajaja
estoy enamorado de tu fic, a este paso terminare proponiendote cositas... jajaja
El Guaje- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 13/01/2010
Re: Lo que vi mientras soñaba
Demasiad capitulazo, para tan poco comentartio y cabeza como tengo hoy... Pero decirte que me has sacado muchas sonrisas, y después de un muy duro díia, es todo un lujazo para mi!! gracias
Me ha encantado lo de: =p jajajaj totalQ Angel total! q mierda es esa? Me he hecho muchísima gracia, y también me encanta, lo decidido q le veo, y el juego-tonteo q se traen, es delicioso! y lo bonito q me está pareciendo todo... genial!
Me ha encantado lo de: =p jajajaj totalQ Angel total! q mierda es esa? Me he hecho muchísima gracia, y también me encanta, lo decidido q le veo, y el juego-tonteo q se traen, es delicioso! y lo bonito q me está pareciendo todo... genial!
estrelitha- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
delicioso jajajajaja. A esta tía le afecta mucho estudiar tanto. Jo estrellita, te echo de menos, "vuelve, traéme la vida, vuelve, cúrame la herida, vuelve, sin ti no hay salida..." (canción de Bustamante para quien no la conozca. Viva la buena música. Espero que no me lea nadie de la SGAE porque me tocará pagar por esta reproducción ilícita de un fragmento de su consagrada canción)estrelitha escribió:el juego-tonteo q se traen, es delicioso!
Del fic no tengo mucho que decir y tengo todo por hablar ("nada que decir, todo por hablar, y mientras callamos duele más", Sergio Rivero: "a escondidas")
Si que eran largos los capis cari. Y son genialosos en cada una de sus palabras. Es increíble el estilado con que explicas hasta lo más tonto. Da igual lo que cuentes, todo lo haces divertido.
Puta genia…
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Cada vez que entro a tu fic voy dándole a la ruedita para ver si es largo largo hasta que me duelan los ojos o corto corto hasta quedarme con las ganas... sin duda, los largos me llegan más hondo... *_* aiiiinns!
Si es que el tonteo que se traen es... oggg... pobre señor paparazzi que estaba sobre el tejado (que vete a saber tú que coño haría un paparazzi a esas horas ahí... Ángel no vivirá en San Blás, ¿no?)
En fin, no me hagan caso.. salir un viernes una hora antes de clase me afecta... y más sabiendo a donde voy a ir esta tarde muajajaja (que no es el flash mob, pero me alegra la vida también )
Contéstame el sms, ¡PERRACA!
Si es que el tonteo que se traen es... oggg... pobre señor paparazzi que estaba sobre el tejado (que vete a saber tú que coño haría un paparazzi a esas horas ahí... Ángel no vivirá en San Blás, ¿no?)
En fin, no me hagan caso.. salir un viernes una hora antes de clase me afecta... y más sabiendo a donde voy a ir esta tarde muajajaja (que no es el flash mob, pero me alegra la vida también )
Contéstame el sms, ¡PERRACA!
p.a.t.r.ii- Mensajes : 440
Fecha de inscripción : 01/10/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
estoy sin palabras, enserio, no se ni que decirte
asi que ante este capitulazo te voy a dejar uno de mis mas cutres comentarios (si, más de lo normal)
simplemente me encanta, estas hecha una artista
asi que ante este capitulazo te voy a dejar uno de mis mas cutres comentarios (si, más de lo normal)
simplemente me encanta, estas hecha una artista
Re: Lo que vi mientras soñaba
Yaa, sé que los capis son excesivamente largos, lo siento!!! Si queréis puedo partirlos, no me supone ningún problema
Os dejo otro... largo, para variar... Lo sientooo.
Capítulo 7
De nuevo un ruido acompañado de un maullido nos hizo girarnos. Dos gatos perseguían a un tercero... probablemente el causante de tanto ruido.
Ángel: Nos ha salido peludo, nuestro paparazzi...
Ambos estábamos deseando repetir la experiencia, volver a acariciar nuestros labios con los del otro, besarnos sabiendo que ya nunca querríamos dejar de hacerlo.
Giré mi cuerpo hacia el suyo en una posición que nos permitiese más comodidad, Ángel me agarró por la cintura y con mi ayuda, me subió a sus rodillas, sentándome de lado sobre él. Acaricié su mejilla con una mano mientras con la otra jugaba con su pelo, despeinándole de delante hacia atrás, estirándole, guiando sus labios a mi cuello que ahora lamía y besaba a partes iguales, de forma sutil, suave, espontánea y sobretodo: excitante.
Sus manos recorrían mi espalda apretando y estirando la chaqueta que llevaba puesta, ascendiendo hasta enredarse en mi cabellera. Su lengua empujaba la mía, mis dientes mordían sus labios, ávidos de pasión, de un deseo irrefrenable, irracional, destructivo.
Nos separamos cuando el beso se hizo lo suficientemente largo como para acabar con el aire que habíamos guardado en nuestros pulmones, demasiado agotados para seguir, demasiado excitados para no hacerlo.
Quedamos frente a frente, su respiración agitada contra la mía; nuestros ojos leyendo los sentimientos del otro, miradas encendidas que pedían a gritos repetir una vez más, ir más allá, seguir descubriéndonos, guiándonos por un camino con mapa inexistente pero teniendo un rumbo fijo, con la certeza de que nunca íbamos a perdernos.
Miradas desatadas que hablaban por sí solas una vez más, sin intermediarios, sin voz, sin palabras que pudiesen confundirse en su significado; a fin de cuentas, de miradas nos habíamos alimentado en todo ese tiempo sin llegar a saciarnos jamás.
Una de sus manos divagó por mi mejilla, dibujando el contorno de mi mandíbula con la yema de sus dedos. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en la puerta de las escaleras donde estábamos sentados. Temblé ligeramente por el frío y me acomodé en su pecho buscando su calor corporal; él me rodeó con sus brazos y me besó en la cabeza mientras yo cerraba los ojos.
Ángel: Patricia… ¿te has dormido? – me susurró.
Negué con la cabeza y alcé mi rostro hasta el suyo para mirarle a los ojos.
Ángel: Escúchame – me cogió suavemente por el mentón para acaparar mi atención – Yo… me muero de ganas de hacerte el amor, Patricia, pero quiero hacer las cosas bien, quiero ir despacio contigo, que cada cosa surja en el momento adecuado y en una cama, por supuesto, no en plena calle – sonrió y le imité – Quiero que sepas que no sólo busco eso en ti, ¿entiendes?
Asentí y le besé el cuello mientras él me abrazaba más fuerte contra su cuerpo. Estuvimos un ratito más en esa postura, mientras Ángel de vez en cuando me acariciaba la espalda y el pelo, provocando que yo sonriese; nunca me hubiese imaginado que toda la frigidez de Ángel pudiese transformarse en la más cálida ternura.
Ángel: Deberíamos irnos… Es muy tarde…
Patricia: ¿Qué hora es? – murmuré sin moverme ni un centímetro.
Ángel: No sé… ¿05.30h de la mañana?
Joder, sí, era tarde.
Patricia: Vale, tienes razón – lentamente me separé de su cuerpo y me levanté, tendiéndole la mano para que él también lo hiciera – Todavía tenemos que ir hasta tu casa porque mi coche está por allí y yo todavía tengo que llegar a la mía y no quiero dormirme al volante…
Él me pasó el brazo por los hombros y echó a andar, haciendo que le siguiera. Hicimos el trayecto en silencio aunque de vez en cuando él me acercaba más a su cuerpo, o me acariciaba la espalda o simplemente me obligaba a detenerme y me besaba para luego sonreír y seguir andando. Era como si necesitásemos detenernos cada cierto tiempo para mirarnos a los ojos, besarnos y saber que todavía no estábamos durmiendo, que aquello era real, que estaba pasando y que podía seguir pasando todas las veces que nosotros quisiésemos.
Al final entre besos espontáneos, caricias tiernas, risas cómplices y carreras para entrar en calor, llegamos a mi coche. Me detuve a unos diez pasos de llegar y él me imitó, girándose para mirarme.
Patricia: Mi bolso está en tu casa, Ángel.
Ángel: Vaya por Dios… - dijo riéndose, como si ya contase con ello - ¿No tienes las llaves del coche?
Patricia: Ni las del coche ni las de casa – reí.
Ángel: Pues… ¿subes? – señaló hacia su portal que nos quedaba a unos veinte metros.
Suspiré.
Patricia: Si subo trataré de violarte… - contesté con sinceridad.
Ángel: Ah… ¿Y qué hacemos? ¿Te lo tiro por el balcón?
Patricia: ¿¡Cómo osas preguntarle a una mujer si quiere que su bolso sea lanzado desde un ático!? – pregunté intentando poner cara de ofendida.
Ángel: Soy más fuerte que tú, así que sería yo quien te violase a ti...
Patricia: A ver, enano, si los dos nos peleamos por violarnos eso ni es violación ni nada, eso son dos personas muy calientes con mucha prisa...
Ángel: Yo sólo te doy una información verídica, ¿o es que alguna vez has visto que una mujer viole a un hombre?
Patricia: ¿¡Y tú qué sabrás lo que hace la mujer barbuda con los enanos de su circo!?
Suspiró y miró hacia el suelo, exasperado.
Ángel: ¿Quieres tu bolso o prefieres que empecemos a desvariar sobre otro tema?
Le miré con los brazos en cruz y levanté una ceja al escuchar sus palabras. Luego sonreí y le cogí de la mano, llevándole a rastras hasta su portal. Esperé a que sacase las llaves del bolsillo y abriese la puerta y luego nos metimos en el ascensor. Pulsó el 9 y nos miramos retándonos.
Sin comerlo ni beberlo, su lengua estaba dentro de mi boca, abriéndose paso, liberando toda la tensión que estábamos acumulando desde hacía ya rato. Sus manos empujaban mi trasero, elevándome y obligándome a enredar mis piernas alrededor de su cintura; mis brazos en su cuello, estirando de su pelo, besándonos con ansias, profundamente, sin dar tregua a nuestros pulmones que ya empezaban a quejarse por la falta de oxígeno.
Las puertas del ascensor se abrieron y Ángel me sacó todavía en brazos, sin separar nuestros labios; se acercó a la puerta y separó nuestros rostros, tratando de encontrar la cerradura donde poder meter la llave, pero mi lengua recorriendo su cuello le distraía, provocando que yo misma sonriese al notar como su mano dudaba entre abrir la puerta de su casa o recorrer mi cuerpo. Intenté ayudarle a decidirse dejándome resbalar un poquito, rozando su virilidad, lo que hizo que pusiese la mano con la que sostenía las llaves debajo de mi trasero, intentando subirme hasta donde estaba antes, pero apreté mis piernas con fuerza, creo que incluso haciéndole daño, provocando un sonoro gemido que se escapó de su boca.
Ángel: Joder, tarada, para, que no me dejas atinar a meter la llave…
Patricia: Es que eres muy lento, Ángel… - me quejé – a ver, ¿cuál es la llave?
Giré mi torso hacia la puerta, mientras él me sostenía por la cintura para evitar que mis dientes fuesen a dar con el suelo. La metí en la cerradura e intenté girar hacia la izquierda.
Ángel: Hacia el otro lado, Patricia, por tu madre…
Patricia: ¡No me estreses!
Giré llave como me decía y él se encargó de acabar de abrir la puerta de una patada, entrando de manera apresurada y dejándome caer sobre el sofá, para girarse todo seguido y, a la vez que se quitaba chaqueta y suéter, cerraba la puerta de la misma manera en que la había abierto.
Regresó semidesnudo hasta el sofá, arrodillándose cerca de mi rostro y besándome de nuevo, esta vez con ternura, mientras mis manos palpaban su espalda que se me antojó fuerte y dura. Mientras el beso se hacía más profundo, seguí divagando por su torso desnudo, sus hombros, cuyos músculos estaban tensos, sus brazos… Dibujé el contorno de su marcado pectoral y me separé de él para mirarle.
Tenía el pecho depiladito y una sonrisa tímida en su cara, mientras observaba pasivamente cómo acariciaba su cuerpo, evitando incluso respirar para que las caricias no cesaran. Mis manos treparon a su cuello y, aún sin separarlas, me enderecé para sentarme en el sofá frente a él, que permanecía de rodillas en el suelo. Mis labios entraron en juego, repasando cada rincón que mis manos ya habían tocado, notando la respiración ahora profunda de Ángel; al levantar la vista hacia su rostro, vi que mantenía los ojos cerrados y no pude evitar excitarme, dejar que mi imaginación volase…
Cuando ya estaba lamiendo el final de su barbilla, su desesperación se hizo latente. Con un gesto rápido, agarró mis piernas y las enredó alrededor de su cuerpo, levantándose del suelo y dejándose caer de espaldas sobre el sofá, conmigo encima.
Sus manos se colaron por mi camiseta, apretando suavemente mis caderas, regalándome caricias conforme más arriba subían. Alcé los brazos, esperando a que me desnudase y Ángel, después de sonreírme, se enderezó para hacerlo. Estiró de la camiseta y esta salió de forma limpia. Su boca se hizo dueña de la mía mientras sentía sus manos jugando con el cierre de mi sujetador. Diez segundos después, la prenda había volado hacia algún lugar de su salón y la mirada de Ángel paseaba por mi cuerpo desnudo.
Ángel: Eres perfecta… - susurró antes de besarme el cuello.
Patricia: Soy muchas horas en un gimnasio y una dieta maravillosa a base de cero gluten – bromeé.
Ángel: Eres inspiración, Patricia…
Su lengua recorrió ávidamente mis pechos, haciendo que un escalofrío de excitación recorriese mi espalda; enredé mis dedos en su pelo y estiré de esos cortos ricitos que tanto me gustaban. Gemí cuando succionó uno de mis pezones y clavé mis uñas en su espalda. Nunca lo habría creído si no fuese porque lo estaba experimentando, pero Ángel superaba con creces aquel sueño erótico que había tenido la noche anterior con él.
Bajé mis manos hasta la hebilla de su cinturón, desabrochándolo con las manos temblorosas de la excitación. Alcé mi cadera para poder deshacerme con facilidad de sus vaqueros y tanteé su miembro por encima de los bóxers, provocando que ahora el que no pudiese evitar gemir contra mis senos fuera él.
Ángel: Te estás metiendo en un terreno peligroso… - gimió.
Patricia: Me estoy metiendo dentro de tus bóxers – susurré en su oído con voz sensual.
Ángel: Oh, dios… ¡a la mierda la delicadeza!
Con rapidez hizo que nuestros cuerpos girasen en el sofá, quedando yo con la espalda apoyada en el mueble y él encima de mí, besándonos ahora con ansias, casi con furia, mientras una de sus manos se encargaba de hacer desaparecer mis pantalones y mi ropa interior. Notaba su miembro, ya erecto, sobre la cara interna de mis muslos, ejerciendo una presión excitante, provocando que notase la desesperación de sentirle dentro de mí.
Ángel: ¿Seguro que quieres hacerlo? – preguntó contra mi boca.
Patricia: ¡Qué va! ¡Ahora mismo me apetece jugar al póker!
Sonreímos. Acarició mi pelo y mientras me quitaba la única prenda que me quedaba, decía:
Ángel: Déjame marcar el ritmo, Patricia… Déjame hacerte el amor…
Asentí con la cabeza, tragando saliva, incapaz de pronunciar sonido alguno… Quería que esas fueran las últimas palabras que impregnasen nuestro silencio…
Le ayudé a deshacerse de sus bóxers y me besó en la frente. Puso sus manos bajo mi espalda y me acercó a él, haciendo que me sentara lentamente sobre su miembro, facilitándole la entrada en mí. Sus dedos se cerraban alrededor de mi cintura, impidiendo una penetración rápida, sin rodeos y sin… ternura. Empezaba a gustarme mucho el ritmo que Ángel me había prometido.
Su boca paseaba por mi cuello, mordiéndome la clavícula, besándome los hombros, lamiendo mi mandíbula mientras sus manos me enseñaban el ritmo pausado que Ángel quería para esa noche, para mí… Pronto comprendí que cuanto más lentas fuesen las embestidas, más profundas serían, llegando a apreciar lo excitante del momento.
Puse una de mis manos en su nuca guiando su boca hasta la mía, robándole uno de sus besos, manteniendo el vaivén de mis caderas, gimiendo quedamente, notándole temblar bajo mi cuerpo, nuestros gemidos ahogados, sus ojos apretados, su cara de contracción esperándome para llegar juntos al orgasmo… Fue todo un cúmulo de cosas que me hizo explotar, alcanzando el éxtasis y el clímax a la vez que él.
Mi frente, perlada de sudor, se apoyó en su pecho, tratando ambos de recuperar el aliento, todavía sin llegar a creernos que eso estuviese pasando. Noté sus dedos recorriendo mi espalda de abajo a arriba, haciéndome cosquillas y ambos nos dejamos resbalar hasta el sofá, Ángel apoyando su espalda y yo encima de él, respirando con dificultad mientras mi oído acomodado en su pecho sentía latir con fuerza su corazón. Sus brazos rodeaban mi espalda, apretándome contra su cuerpo de vez en cuando, tratando inútilmente de resguardarme del frío. No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, pero empezaba a temblar de tener la espalda desnuda.
Ángel: ¿Tienes frío? – me susurró.
Levanté el rostro y apoyé mi barbilla en su pecho para poder mirarle a la cara.
Patricia: Un poquito – separé mis dedos unos milímetros mientras sonreía – Pero es que estoy tan cómoda…
Ángel: Vas a resfriarte por ir con el culo al aire.
Patricia: Qué va, tomo mucho zumo de naranja… Por mis venas no corre sangre, corre vitamina C.
Ángel: Aún así, Patricia, nos vamos a la cama.
Patricia: ¿Por qué no desayunamos? Te invito a algo, venga – saqué morritos.
Hizo girar nuestros cuerpos y noté cierto alivio al sentir mi espalda en la zona que Ángel ya había calentado con su cuerpo. Él sonrió y me besó cortamente en los labios, levantándose todo seguido y desperezándose. Mis ojos recorrieron su cuerpo desnudo mientras él buscaba su ropa por el suelo. Se puso sus bóxers y los vaqueros, acercándome mi ropa interior y mis pantalones.
Ángel: Tu camiseta debe estar por aquí… - se agachó y la buscó debajo de la mesa – Emm… o quizá no… A ver, Ángel, recuerda… La desnudaste y tiraste la camiseta haciaa… Ni idea, Patricia. ¿Te saco una mía?
Patricia: Por favor - le pedí mientras me abrochaba el sujetador.
Desapareció por el pasillo mientras yo me ponía las braguitas y los pantalones, regresando dos minutos después con una camiseta del Barça en sus manos. Se inclinó para besarme y me la dio.
Ángel: Me la regaló Dani para que fuese a un Madrid-Barça con él y con Flo… Sólo la gasté esa vez así que está nuevecita – sonrió.
Le di la vuelta para verla por detrás y me encontré con que llevaba puestas incluso las letras: A.MARTÍN. Sonreí sin quererlo… Dani y sus regalos… Me puse la camiseta sin renegar y comprobé que me quedaba grande y ancha, pero indudablemente cómoda.
Ángel: Qué guapa… - me cogió por la cintura y me acercó a él.
Patricia: Querrás decir: Què maca! – puse las manos sobre su pecho, aún desnudo, y le besé.
Sus manos se entrelazaron al final de mi cintura, profundizando el beso, mi lengua se colaba por su boca, rozando sus labios… Aprovechó que me separé para tomar aire y me mordió suavemente el labio inferior, sonriendo como sólo él sabía hacer, contagiándome a mí también, como sólo él sabía contagiarme.
Os dejo otro... largo, para variar... Lo sientooo.
Capítulo 7
De nuevo un ruido acompañado de un maullido nos hizo girarnos. Dos gatos perseguían a un tercero... probablemente el causante de tanto ruido.
Ángel: Nos ha salido peludo, nuestro paparazzi...
Ambos estábamos deseando repetir la experiencia, volver a acariciar nuestros labios con los del otro, besarnos sabiendo que ya nunca querríamos dejar de hacerlo.
Giré mi cuerpo hacia el suyo en una posición que nos permitiese más comodidad, Ángel me agarró por la cintura y con mi ayuda, me subió a sus rodillas, sentándome de lado sobre él. Acaricié su mejilla con una mano mientras con la otra jugaba con su pelo, despeinándole de delante hacia atrás, estirándole, guiando sus labios a mi cuello que ahora lamía y besaba a partes iguales, de forma sutil, suave, espontánea y sobretodo: excitante.
Sus manos recorrían mi espalda apretando y estirando la chaqueta que llevaba puesta, ascendiendo hasta enredarse en mi cabellera. Su lengua empujaba la mía, mis dientes mordían sus labios, ávidos de pasión, de un deseo irrefrenable, irracional, destructivo.
Nos separamos cuando el beso se hizo lo suficientemente largo como para acabar con el aire que habíamos guardado en nuestros pulmones, demasiado agotados para seguir, demasiado excitados para no hacerlo.
Quedamos frente a frente, su respiración agitada contra la mía; nuestros ojos leyendo los sentimientos del otro, miradas encendidas que pedían a gritos repetir una vez más, ir más allá, seguir descubriéndonos, guiándonos por un camino con mapa inexistente pero teniendo un rumbo fijo, con la certeza de que nunca íbamos a perdernos.
Miradas desatadas que hablaban por sí solas una vez más, sin intermediarios, sin voz, sin palabras que pudiesen confundirse en su significado; a fin de cuentas, de miradas nos habíamos alimentado en todo ese tiempo sin llegar a saciarnos jamás.
Una de sus manos divagó por mi mejilla, dibujando el contorno de mi mandíbula con la yema de sus dedos. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en la puerta de las escaleras donde estábamos sentados. Temblé ligeramente por el frío y me acomodé en su pecho buscando su calor corporal; él me rodeó con sus brazos y me besó en la cabeza mientras yo cerraba los ojos.
Ángel: Patricia… ¿te has dormido? – me susurró.
Negué con la cabeza y alcé mi rostro hasta el suyo para mirarle a los ojos.
Ángel: Escúchame – me cogió suavemente por el mentón para acaparar mi atención – Yo… me muero de ganas de hacerte el amor, Patricia, pero quiero hacer las cosas bien, quiero ir despacio contigo, que cada cosa surja en el momento adecuado y en una cama, por supuesto, no en plena calle – sonrió y le imité – Quiero que sepas que no sólo busco eso en ti, ¿entiendes?
Asentí y le besé el cuello mientras él me abrazaba más fuerte contra su cuerpo. Estuvimos un ratito más en esa postura, mientras Ángel de vez en cuando me acariciaba la espalda y el pelo, provocando que yo sonriese; nunca me hubiese imaginado que toda la frigidez de Ángel pudiese transformarse en la más cálida ternura.
Ángel: Deberíamos irnos… Es muy tarde…
Patricia: ¿Qué hora es? – murmuré sin moverme ni un centímetro.
Ángel: No sé… ¿05.30h de la mañana?
Joder, sí, era tarde.
Patricia: Vale, tienes razón – lentamente me separé de su cuerpo y me levanté, tendiéndole la mano para que él también lo hiciera – Todavía tenemos que ir hasta tu casa porque mi coche está por allí y yo todavía tengo que llegar a la mía y no quiero dormirme al volante…
Él me pasó el brazo por los hombros y echó a andar, haciendo que le siguiera. Hicimos el trayecto en silencio aunque de vez en cuando él me acercaba más a su cuerpo, o me acariciaba la espalda o simplemente me obligaba a detenerme y me besaba para luego sonreír y seguir andando. Era como si necesitásemos detenernos cada cierto tiempo para mirarnos a los ojos, besarnos y saber que todavía no estábamos durmiendo, que aquello era real, que estaba pasando y que podía seguir pasando todas las veces que nosotros quisiésemos.
Al final entre besos espontáneos, caricias tiernas, risas cómplices y carreras para entrar en calor, llegamos a mi coche. Me detuve a unos diez pasos de llegar y él me imitó, girándose para mirarme.
Patricia: Mi bolso está en tu casa, Ángel.
Ángel: Vaya por Dios… - dijo riéndose, como si ya contase con ello - ¿No tienes las llaves del coche?
Patricia: Ni las del coche ni las de casa – reí.
Ángel: Pues… ¿subes? – señaló hacia su portal que nos quedaba a unos veinte metros.
Suspiré.
Patricia: Si subo trataré de violarte… - contesté con sinceridad.
Ángel: Ah… ¿Y qué hacemos? ¿Te lo tiro por el balcón?
Patricia: ¿¡Cómo osas preguntarle a una mujer si quiere que su bolso sea lanzado desde un ático!? – pregunté intentando poner cara de ofendida.
Ángel: Soy más fuerte que tú, así que sería yo quien te violase a ti...
Patricia: A ver, enano, si los dos nos peleamos por violarnos eso ni es violación ni nada, eso son dos personas muy calientes con mucha prisa...
Ángel: Yo sólo te doy una información verídica, ¿o es que alguna vez has visto que una mujer viole a un hombre?
Patricia: ¿¡Y tú qué sabrás lo que hace la mujer barbuda con los enanos de su circo!?
Suspiró y miró hacia el suelo, exasperado.
Ángel: ¿Quieres tu bolso o prefieres que empecemos a desvariar sobre otro tema?
Le miré con los brazos en cruz y levanté una ceja al escuchar sus palabras. Luego sonreí y le cogí de la mano, llevándole a rastras hasta su portal. Esperé a que sacase las llaves del bolsillo y abriese la puerta y luego nos metimos en el ascensor. Pulsó el 9 y nos miramos retándonos.
Sin comerlo ni beberlo, su lengua estaba dentro de mi boca, abriéndose paso, liberando toda la tensión que estábamos acumulando desde hacía ya rato. Sus manos empujaban mi trasero, elevándome y obligándome a enredar mis piernas alrededor de su cintura; mis brazos en su cuello, estirando de su pelo, besándonos con ansias, profundamente, sin dar tregua a nuestros pulmones que ya empezaban a quejarse por la falta de oxígeno.
Las puertas del ascensor se abrieron y Ángel me sacó todavía en brazos, sin separar nuestros labios; se acercó a la puerta y separó nuestros rostros, tratando de encontrar la cerradura donde poder meter la llave, pero mi lengua recorriendo su cuello le distraía, provocando que yo misma sonriese al notar como su mano dudaba entre abrir la puerta de su casa o recorrer mi cuerpo. Intenté ayudarle a decidirse dejándome resbalar un poquito, rozando su virilidad, lo que hizo que pusiese la mano con la que sostenía las llaves debajo de mi trasero, intentando subirme hasta donde estaba antes, pero apreté mis piernas con fuerza, creo que incluso haciéndole daño, provocando un sonoro gemido que se escapó de su boca.
Ángel: Joder, tarada, para, que no me dejas atinar a meter la llave…
Patricia: Es que eres muy lento, Ángel… - me quejé – a ver, ¿cuál es la llave?
Giré mi torso hacia la puerta, mientras él me sostenía por la cintura para evitar que mis dientes fuesen a dar con el suelo. La metí en la cerradura e intenté girar hacia la izquierda.
Ángel: Hacia el otro lado, Patricia, por tu madre…
Patricia: ¡No me estreses!
Giré llave como me decía y él se encargó de acabar de abrir la puerta de una patada, entrando de manera apresurada y dejándome caer sobre el sofá, para girarse todo seguido y, a la vez que se quitaba chaqueta y suéter, cerraba la puerta de la misma manera en que la había abierto.
Regresó semidesnudo hasta el sofá, arrodillándose cerca de mi rostro y besándome de nuevo, esta vez con ternura, mientras mis manos palpaban su espalda que se me antojó fuerte y dura. Mientras el beso se hacía más profundo, seguí divagando por su torso desnudo, sus hombros, cuyos músculos estaban tensos, sus brazos… Dibujé el contorno de su marcado pectoral y me separé de él para mirarle.
Tenía el pecho depiladito y una sonrisa tímida en su cara, mientras observaba pasivamente cómo acariciaba su cuerpo, evitando incluso respirar para que las caricias no cesaran. Mis manos treparon a su cuello y, aún sin separarlas, me enderecé para sentarme en el sofá frente a él, que permanecía de rodillas en el suelo. Mis labios entraron en juego, repasando cada rincón que mis manos ya habían tocado, notando la respiración ahora profunda de Ángel; al levantar la vista hacia su rostro, vi que mantenía los ojos cerrados y no pude evitar excitarme, dejar que mi imaginación volase…
Cuando ya estaba lamiendo el final de su barbilla, su desesperación se hizo latente. Con un gesto rápido, agarró mis piernas y las enredó alrededor de su cuerpo, levantándose del suelo y dejándose caer de espaldas sobre el sofá, conmigo encima.
Sus manos se colaron por mi camiseta, apretando suavemente mis caderas, regalándome caricias conforme más arriba subían. Alcé los brazos, esperando a que me desnudase y Ángel, después de sonreírme, se enderezó para hacerlo. Estiró de la camiseta y esta salió de forma limpia. Su boca se hizo dueña de la mía mientras sentía sus manos jugando con el cierre de mi sujetador. Diez segundos después, la prenda había volado hacia algún lugar de su salón y la mirada de Ángel paseaba por mi cuerpo desnudo.
Ángel: Eres perfecta… - susurró antes de besarme el cuello.
Patricia: Soy muchas horas en un gimnasio y una dieta maravillosa a base de cero gluten – bromeé.
Ángel: Eres inspiración, Patricia…
Su lengua recorrió ávidamente mis pechos, haciendo que un escalofrío de excitación recorriese mi espalda; enredé mis dedos en su pelo y estiré de esos cortos ricitos que tanto me gustaban. Gemí cuando succionó uno de mis pezones y clavé mis uñas en su espalda. Nunca lo habría creído si no fuese porque lo estaba experimentando, pero Ángel superaba con creces aquel sueño erótico que había tenido la noche anterior con él.
Bajé mis manos hasta la hebilla de su cinturón, desabrochándolo con las manos temblorosas de la excitación. Alcé mi cadera para poder deshacerme con facilidad de sus vaqueros y tanteé su miembro por encima de los bóxers, provocando que ahora el que no pudiese evitar gemir contra mis senos fuera él.
Ángel: Te estás metiendo en un terreno peligroso… - gimió.
Patricia: Me estoy metiendo dentro de tus bóxers – susurré en su oído con voz sensual.
Ángel: Oh, dios… ¡a la mierda la delicadeza!
Con rapidez hizo que nuestros cuerpos girasen en el sofá, quedando yo con la espalda apoyada en el mueble y él encima de mí, besándonos ahora con ansias, casi con furia, mientras una de sus manos se encargaba de hacer desaparecer mis pantalones y mi ropa interior. Notaba su miembro, ya erecto, sobre la cara interna de mis muslos, ejerciendo una presión excitante, provocando que notase la desesperación de sentirle dentro de mí.
Ángel: ¿Seguro que quieres hacerlo? – preguntó contra mi boca.
Patricia: ¡Qué va! ¡Ahora mismo me apetece jugar al póker!
Sonreímos. Acarició mi pelo y mientras me quitaba la única prenda que me quedaba, decía:
Ángel: Déjame marcar el ritmo, Patricia… Déjame hacerte el amor…
Asentí con la cabeza, tragando saliva, incapaz de pronunciar sonido alguno… Quería que esas fueran las últimas palabras que impregnasen nuestro silencio…
Le ayudé a deshacerse de sus bóxers y me besó en la frente. Puso sus manos bajo mi espalda y me acercó a él, haciendo que me sentara lentamente sobre su miembro, facilitándole la entrada en mí. Sus dedos se cerraban alrededor de mi cintura, impidiendo una penetración rápida, sin rodeos y sin… ternura. Empezaba a gustarme mucho el ritmo que Ángel me había prometido.
Su boca paseaba por mi cuello, mordiéndome la clavícula, besándome los hombros, lamiendo mi mandíbula mientras sus manos me enseñaban el ritmo pausado que Ángel quería para esa noche, para mí… Pronto comprendí que cuanto más lentas fuesen las embestidas, más profundas serían, llegando a apreciar lo excitante del momento.
Puse una de mis manos en su nuca guiando su boca hasta la mía, robándole uno de sus besos, manteniendo el vaivén de mis caderas, gimiendo quedamente, notándole temblar bajo mi cuerpo, nuestros gemidos ahogados, sus ojos apretados, su cara de contracción esperándome para llegar juntos al orgasmo… Fue todo un cúmulo de cosas que me hizo explotar, alcanzando el éxtasis y el clímax a la vez que él.
Mi frente, perlada de sudor, se apoyó en su pecho, tratando ambos de recuperar el aliento, todavía sin llegar a creernos que eso estuviese pasando. Noté sus dedos recorriendo mi espalda de abajo a arriba, haciéndome cosquillas y ambos nos dejamos resbalar hasta el sofá, Ángel apoyando su espalda y yo encima de él, respirando con dificultad mientras mi oído acomodado en su pecho sentía latir con fuerza su corazón. Sus brazos rodeaban mi espalda, apretándome contra su cuerpo de vez en cuando, tratando inútilmente de resguardarme del frío. No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, pero empezaba a temblar de tener la espalda desnuda.
Ángel: ¿Tienes frío? – me susurró.
Levanté el rostro y apoyé mi barbilla en su pecho para poder mirarle a la cara.
Patricia: Un poquito – separé mis dedos unos milímetros mientras sonreía – Pero es que estoy tan cómoda…
Ángel: Vas a resfriarte por ir con el culo al aire.
Patricia: Qué va, tomo mucho zumo de naranja… Por mis venas no corre sangre, corre vitamina C.
Ángel: Aún así, Patricia, nos vamos a la cama.
Patricia: ¿Por qué no desayunamos? Te invito a algo, venga – saqué morritos.
Hizo girar nuestros cuerpos y noté cierto alivio al sentir mi espalda en la zona que Ángel ya había calentado con su cuerpo. Él sonrió y me besó cortamente en los labios, levantándose todo seguido y desperezándose. Mis ojos recorrieron su cuerpo desnudo mientras él buscaba su ropa por el suelo. Se puso sus bóxers y los vaqueros, acercándome mi ropa interior y mis pantalones.
Ángel: Tu camiseta debe estar por aquí… - se agachó y la buscó debajo de la mesa – Emm… o quizá no… A ver, Ángel, recuerda… La desnudaste y tiraste la camiseta haciaa… Ni idea, Patricia. ¿Te saco una mía?
Patricia: Por favor - le pedí mientras me abrochaba el sujetador.
Desapareció por el pasillo mientras yo me ponía las braguitas y los pantalones, regresando dos minutos después con una camiseta del Barça en sus manos. Se inclinó para besarme y me la dio.
Ángel: Me la regaló Dani para que fuese a un Madrid-Barça con él y con Flo… Sólo la gasté esa vez así que está nuevecita – sonrió.
Le di la vuelta para verla por detrás y me encontré con que llevaba puestas incluso las letras: A.MARTÍN. Sonreí sin quererlo… Dani y sus regalos… Me puse la camiseta sin renegar y comprobé que me quedaba grande y ancha, pero indudablemente cómoda.
Ángel: Qué guapa… - me cogió por la cintura y me acercó a él.
Patricia: Querrás decir: Què maca! – puse las manos sobre su pecho, aún desnudo, y le besé.
Sus manos se entrelazaron al final de mi cintura, profundizando el beso, mi lengua se colaba por su boca, rozando sus labios… Aprovechó que me separé para tomar aire y me mordió suavemente el labio inferior, sonriendo como sólo él sabía hacer, contagiándome a mí también, como sólo él sabía contagiarme.
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
Ehhhhhhhhhhhhhh ¿Qué decir? ¿Mas perfecto no podía ser el capitulo, no? Te has propuest calentarnos y que nos enamoremos aun mas de angel, verdad? es eso a q sí? Pues lo has conseguido, enhorabuena!
Me has despistado con angel diciendole q qeria ir despacio,jajaja q buena! menos mal, q sino, zumban alli en la calle.
Lo dicho, delicoso, es un fic delicioso, y escribes de una forma deliciosa, bueno qué coño? perfecta! tan sensual, tan sexual, y tan bonito a la vez, con sus toques picarones y graciosos, perfecto kela, perfecto. ¿Es pronto para la plataforma de fic eterno? porque yo ya lo estoy deseando!
Me has despistado con angel diciendole q qeria ir despacio,jajaja q buena! menos mal, q sino, zumban alli en la calle.
Lo dicho, delicoso, es un fic delicioso, y escribes de una forma deliciosa, bueno qué coño? perfecta! tan sensual, tan sexual, y tan bonito a la vez, con sus toques picarones y graciosos, perfecto kela, perfecto. ¿Es pronto para la plataforma de fic eterno? porque yo ya lo estoy deseando!
estrelitha- Mensajes : 115
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: Lo que vi mientras soñaba
yo no se como hacerte un comentario decente si en cada capi te superas, me dejas sin palabras, es autenticamente perfecto...
está frase me ha llegado...
"Ángel: Eres inspiración, Patricia…"
sigue artistaza y a mi para nada se me hacen largos los capis
está frase me ha llegado...
"Ángel: Eres inspiración, Patricia…"
sigue artistaza y a mi para nada se me hacen largos los capis
Re: Lo que vi mientras soñaba
TÍIIIIIIIIIAAA!!!ÑAAA no te pongo un 10, te pongo un 18!!!wiiiiii (ojitos de clau) será tan genial, ñaaai, jo, es que estoy demasiado emocionada y nosé si podré comentarte bien..xD
jo, es perfecto, esque destacaría algo pero todo el fic, cada movimiento que hacen es excitisiosoo (he unido excitante y delicioso) y he muerto con lo de la puerta jajajajaj me meaba, jajajajaj cuando Patri gira hacia la izquierda xD jijij
en fin, que te quiero un montón kelón y que sigas, que lo haces divinamente y eres una artistazaaa!!!!
quieres que te cante una canción como me haces tú?yo te canto
When marimba rhythms start to play
Dance with me, make me sway
Like a lazy ocean hugs the shore
Hold me close, sway me more
ñaai, como me hubiera gustado estar ahí coño xD suertudas!
jo, es perfecto, esque destacaría algo pero todo el fic, cada movimiento que hacen es excitisiosoo (he unido excitante y delicioso) y he muerto con lo de la puerta jajajajaj me meaba, jajajajaj cuando Patri gira hacia la izquierda xD jijij
en fin, que te quiero un montón kelón y que sigas, que lo haces divinamente y eres una artistazaaa!!!!
quieres que te cante una canción como me haces tú?yo te canto
When marimba rhythms start to play
Dance with me, make me sway
Like a lazy ocean hugs the shore
Hold me close, sway me more
ñaai, como me hubiera gustado estar ahí coño xD suertudas!
copito- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/12/2009
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