FIC COLECTIVO
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Jaume G. Espuña
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FIC COLECTIVO
Bueno, pues hecha la mudanza de este fic, aqui va la lista de participantes...
PARTICIPANTES
1-belero
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3-Albeta
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Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
<<Querida Patricia.
Si estás leyendo esta carta, significará que yo ya me habré ido para siempre, que ya no estaré más a tu lado, haciendote sin pretenderlo daño. Tranquila, allí donde estoy ya no podré dañar a nadie, tan solo a mi mismo.
Te he querido más que a mi propia vida, pero no he sabido decirlo a tiempo, expresarlo en los momentos oportunos... He dejado escapar multitud de trenes, de la estación de tu mirada, me he quedado de masiadas veces con la mirada vacía en el andén de mis temores, viendo como te alejabas, sin dejar de mirarme...
Comprendí, demasiado tarde, que tu tambien habías sentido algo. Lo entendí todo el día que te di aquella noticia que te partió el alma y se llevó lejos la mía; cuando vi tus ojos oscurecerse de aquella manera, como si una tormenta se hubiera apoderado de ellos. Yo debería estar feliz por lo que se avecinaba, pero no lo estaba, porque en lugar de pensar en ella, me pasaba las horas pensando en tí...
Pensando en la primera vez que nos vimos en el despacho de Emilio, en ese momento ya percibí que había algo especial. El primer programa, ese en el que tan nervioso me puse, pero no por las cámaras, si no por estar sentado a menos de un metro tuyo. La primera nochevieja, esa en la que me enfadé contigo porque te vi demasiado hermosa como para lograr contenerme...
Eran tantos los recuerdos hermosos que tú me habías proporcionado... intenté recordad, y me di cuenta de que solo sabía comportarme como un gañan insensible cuando estaba a tu lado... en aquella nochevieja intenté cortar las celebraciones y los abrazos, porque no quería verte feliz cuando yo lo estaba pasando mal, y vi aquella sombra en tus ojos por primera vez...
Luego en elgunos de los programas, como a la vuelta de esas navidades, cuando me dijiste que era poca cosa y yo te respondí airado que con tacones y moño tambien seria alto... te disgustaste por como te hable, lo vi en tu mirada...
claro que ha habido momentos buenos, muchos, demasiados como para no haber caido enamorado a tus pies, era algo inevitable... pero se que te he hecho daño demasiadas veces, tú misma me lo dijiste ya, cuando intentaste arreglar las cosas conmigo, menguar la distancia que yo había puesto entre nosotros...
"No lo soporto más, estás haciendo que venir a trabajar, que vivir, me sea insoportable... por favor Ángel, cambia, vuelve a mí...te... lo necesito"
esas fueron tus palabras, que se grabaron a fuego en mi mente, y esas palabras me hicieron darme cuenta de que mi sola presencia te hacía daño. Por eso mi vida aqui ya no tiene ningun sentido...
Cuando hayas leido esta carta ya habrá cogido un Avión a ninguna parte, a mi peculiar mundo de nunca jamás, donde dejaré que los años pasen consumiendome, hasta el momento en que la parca venga a buscarme... Y mi ultimo pensamiento será el mismo que cada minuto de mi miserable vida... en mi ultimo suspiro, pensaré en tí.
Espero que algún día me perdones.
A. Martín >>
Patricia terminó de leer la carta, no había esperado hasta estar en casa, como él le había pedido, la había leido nada mas quedarse sola en su camerino. Se secó las lágrimar con la manga de la chaquetita de punto que llevaba.
--Yo no quería echarte de mi vida... quería que volvieses a mí, a mirarme como antes, a amarme... como yo te amo a tí - susurró mientras apretaba el papel sobre su pecho...
se quedó pensatiba un segundo, su país de nunca jamás... eso le sonaba, si... ¿Dónde había dicho Ángel que se sintió como un niño? Nueva York ¡Ahí pretendía irse!
Patricia cogió el bolso y salió a toda velocidad de su camerino, sus zapatos producían un ritmico golpeteo en el suelo...
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A cada zancada que daba, por cada paso que mis pies avanzaban, sentía a Ángel más lejos de mí.
No sabía ni siquiera a dónde me dirigía, sólo sentía el impulso irrefrenable de correr.
En un primer momento salí corriendo porque pensé que Ángel podría estar en cualquier parte… en su camerino, en su coche, en su casa, en el aeropuerto, en Nueva York, pero me desengañé al recordar que la carta decía que para cuando yo la hubiese leído él ya estaría rumbo a la ciudad que nunca duerme…
Me paré un segundo, necesitaba releerla. No podía ser real, no podía marcharse y dejarme con mil preguntas, con mil por qué sin respuestas. Empecé a llorar mientras alisaba el papel, tratando de encontrar alguna clave en su letra, tratando de encontrar alguna señal que me dijese que todo era una broma, que mañana estaría de nuevo allí aunque fuese para tratarme con indiferencia como en esos últimos tiempos.
Era increíble ver la facilidad con la que el ser humano se aferraba a la incredulidad ante lo desconocido, ante una situación que hacía daño… Era tan sencillo como quedarse quieta, con la vista desenfocada y la boca abierta, murmurando sin darte cuenta las frases de rigor: “No es posible”, “No puede hacerme esto a mí”, “Todo es una broma”…
Las lágrimas resbalaban traicioneramente por mis mejillas, haciendo que mi apariencia fuera la de alguien frágil, alguien a quien su muro, su máximo apoyo, acababa de derrumbarse, demolido por los recuerdos… Esos recuerdos que todavía golpeaban las paredes de mi cabeza, los mismos que inventaron el dolor y mataron cruelmente las esperanzas de las que me había ido alimentando poco a poco y sin llegar a empacharme.
¿Por qué Ángel siempre elegía el camino difícil? ¿Por qué siempre se decantaba por lo que más le convenía? ¿No se daba cuenta de que me estaba destrozando desde hacía tiempo?
Yo no quería nada de lo que había pasado, nada de lo que estaba pasando… sólo quería que Ángel volviese a ser el mismo de siempre, ése que se esforzaba por sacarme una sonrisa, el mismo que se contagiaba con mis carcajadas, el que me miraba como si yo fuese una bella obra de arte, el que me hacía sentir especial…
Pero jamás me hubiese imaginado que mis palabras fuesen el detonante de tan drástica decisión. Lo único que quería conseguir era un cambio en su actitud, no que saliese corriendo a coger el primer vuelo a miles de kilómetros de distancia.
Eché a correr de nuevo mientras arrugaba el trozo de papel y lo metía en mi bolso. Las lágrimas apenas me dejaban ver por dónde pisaba, pero no importaba, conocía el camino hacia mi coche a la perfección.
Mil frases de la carta venían a mi cabeza:
“Si estás leyendo esta carta, significará que yo ya me habré ido para siempre, que ya no estaré más a tu lado…”
“… En lugar de pensar en ella, me pasaba las horas pensando en tí...”
“… No quería verte feliz cuando yo lo estaba pasando mal…”
Y en todas y cada una de ellas se intercalaban mis palabras… las que tanto debería haber callado…
"No lo soporto más, estás haciendo que venir a trabajar, que vivir, me sea insoportable... por favor Ángel, cambia, vuelve a mí...te... lo necesito".
Retumbaban en mi cabeza, me impedían escuchar cualquier otra cosa que no fuese las mismas palabras repetidas una y otra vez sin descanso.
Abrí el coche y me metí dentro, tratando de relajarme o de lo contrario me resultaría imposible conducir, podría ser que todavía llegase a tiempo… Ángel no contaba con que yo había leído la carta con una hora de antelación y me corría prisa ver si todavía podía alcanzarle…
Era imposible que su avión hubiese salido ya, hacía escasa media hora que el programa había acabado, no podía haber llegado al aeropuerto y haberse metido en el avión… no podía irse…
Arranqué el coche y salí de Globomedia a toda velocidad, quería llegar cuanto antes al aeropuerto y si para ello tenía que saltarme STOPS, semáforos en rojo, atropellar ancianitas… lo haría sin dudarlo ni un solo instante.
Con una mano busqué mi teléfono por el bolso mientras con la otra sujetaba el volante. En cuanto di con él, marqué el número de Ángel…
“El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura…”
No, la jodida voz de la amargura… Odiaba a esa tipeja que siempre aparecía en los momentos más inoportunos…
_________________
Capítulo 3
Miro a mi alrededor con un nudo en la garganta. Esta va a ser la última vez que vea este edificio en el que he estado encerrado durante más de tres años. No puedo evitar pensar en más de un momento en este sitio, grabando sketches justo por donde yo estoy pisando, conversaciones con la gente del equipo antes de irnos... Pero sobretodo, no puedo evitar pensar en todos los momentos compartidos con ella.
Antes de subir al coche, miro hacia el de ella. Y sin poderlo evitar, pienso en todas las veces que se ha despedido de mi, subiendo en él, con sus gafas de sol y su sonrisa siempre presente. Suspiro y entro en mi coche. Mi equipaje me espera en casa.
Pongo la llave en el contacto, quito el freno de mano y pongo marcha atrás. Una vez he salido de mi plaza de aparcamiento, pongo primera y salgo de allí, por última vez. Tengo la necesidad de mirar por el retrovisor, una vez más, a Globomedia. Pero una vez salgo, ya no hay vuelta atrás, voy a irme, voy a dejar de hacer sufrir a Patricia, voy a olvidarla...
Aparco el coche cerca de la que ha sido mi casa durante muchos años. Lo cierro por última vez y me dirijo hacia el portal. Entro, saludo al portero y me dirijo hacia mi piso. Abro la puerta y me encuentro todos los muebles tapados con sábanas. Me dirijo a mi habitación y allí veo dos maletas enormes, allí esta toda mi ropa, mis zapatos, algunos recuerdos... solo lo necesario. Cojo las dos maletas y me dirijo a la puerta, sino, llegaré tarde. Miro toda la casa por última vez y cierro la puerta con llave. Bajo, tiro las llaves dentro del buzón y me despido del portero. Un taxi me está esperando abajo. Con su ayuda meto las dos maletas en el maletero y diciéndole la dirección, me lleva al aeropuerto.
Mientras el taxista me lleva hacia allí, dando una pequeña vuelta innecesaria, voy mirando lo que ha sido mi ciudad en los últimos años, pensando en todo lo que he llegado a vivir allí. Buenos momentos, malos momentos, penas, alegrías, borracheras, resacas, risas...
Hemos llegado- el taxista me saca de mis pensamientos. Tras decirme el coste del viaje que me duele en el alma pagar, bajamos los dos y me ayuda con las maletas.
Gracias- le contesto cuando ya tengo mis dos maletas en el suelo. El taxista me hace un gesto en la cabeza y se va.
Entro en el aeropuerto, me queda hora y media para coger el avión rumbo a mi destino. Para matar el tiempo, decido hacer la cola kilométrica para facturar las maletas. Sin que yo sea consciente, empiezo a mirar a mi alrededor. Cada vez que veo una cabellera rubia mi corazón se sobresalta. No tengo que verla, no debo verla, y sin embargo, es lo único que quiero hacer en estos momentos...
Saco el móvil del bolsillo y decido enviar un mensaje.
“Hablamos en cuanto llegue, mantendremos el contacto. Gracias por todo, tío. Ángel”
Apago el móvil y lo desmonto para tirar la tarjeta a la basura una vez facture.
Borrón y cuenta nueva. Empezar de cero.
oOo
¡Madita voz! ¿¡Por qué está apagado!? No debe estar volando ya, no ha tenido tiempo desde que se ha ido... no puede ser. Vuelvo a marcar un número de teléfono y espero a que me atiendan.
Punto de información Aeropuerto de Barajas, ¿dígame?
Hola, buenas tardes... llamaba para saber cuando sale el próximo avión hacía Nueva York- contesto con la voz acelerada.
Hasta las diez de la noche no sale ninguno. Pero no quedan asientos libres.- le dijo la señora al otro lado del teléfono, con voz de cansada.
Vale, gracias. Adiós!- colgué sin esperar que la señora dijera nada más, ya tenía la información que quería.
Una vez con esa información, cambio mi rumbo. Tiene que estar aún en casa, aún le quedan algo menos de tres horas para coger el avión. Tengo que conseguir verle, decirle que se quede, que no me deje aquí sola, en Madrid...
Llego a su casa y veo su coche aparcado. Algo dentro de mi se calma, pero rápidamente se vuelve a acelerar. Aparco el coche en una de las calles cerca de su piso y corro hacia el portal. Cuando llego allí, busco desesperadamente el piso de Ángel y empiezo a llamar. Tiene que contestar, su coche está aquí, tiene que estar en casa, está en casa, su coche está aquí...
Pasan cinco minutos y sigue sin contestar, pero no me rindo, su coche está ahí, tiene que estar en casa. Tengo que poder hablar con él.
El portero me está mirando desde que estoy llamando un timbre y se dirige a mi. Abre la puerta y yo me tiro encima de él, tengo que entrar, aporrear la puerta, hacer que Ángel sepa que irse no es la solución, que la solución es quedarse aquí, en Madrid, conmigo...
Un momento!- me dice el portero cogiendome del brazo- ¿Dónde crees que vas?
¡Tengo que pararle! ¡No puede irse! ¡Su coche está ahí, tiene que estar en casa!- le grito al hombre intentando soltarme.
¿Está hablando de Ángel? ¿Del cuarto tercera?- me pregunta.
Sí, tiene que estar, ¡su coche sigue ahí!- sigo diciendo sin parar. Tiene que estar, no puede irse...
Lo siento, pero se ha ido. Llevaba dos maletas y ha cogido un taxi.- una vez me dice eso, algo en mi se derrumba. Me quedo completamente estática y miro a aquel hombre que me mira con pena. La primera lágrima cae.
No puede haberse ido ya. Su avión no sale hasta las diez, ¡tiene que estar en casa!
Señorita, se ha ido, lo he visto con mis ojos.- me dice mirándome fijamente.- De verdad.
Y esta vez, le creo. Asiento y me quedo como si no tuviera vida, como si fuera un muñeco al que tienen que sujetar unas cuerdas. Solo puedo mantenerme en pie. Respiro hondo mientras mi cerebro piensa a toda velocidad. Se ha ido, pero estará en el aeropuerto, estará allí... Mi mente vuelve a activarse.
Gracias- le dijo al portero, y salgo a la calle como un rayo.
Vuelvo a subirme al coche y, sin perder ni un segundo, me pongo en marcha, rumbo al aeropuerto.
oOo
Ni la música consigue evadirme de mis pensamientos. Apago el mp3 y lo guardo en el bolsillo. Ya han hecho el primer aviso para mi vuelo, pero me retengo a subir, hay algo que me diga que espere, que aparecerá. Sé que tengo que irme, pero necesito verla. Pedirle perdón en persona y después, irme para siempre. Sin mirar atrás. Dejándola para que forme parte de mi pasado...
Doy un paseo por el aeropuerto. Veo a parejas despidiéndose en un dulce beso. Familias enteras felices por poder irse unos días de vacaciones. Grupos de adolescentes ilusionados ya que seguramente será su primer viaje sin sus padres. Gente que espera a amigos y familiares. Gente que, sola, coge un avión rumbo a algún destino, para desconectar.
Y luego, estoy yo.
Un alma rota, que vagabundea por ese aeropuerto, huyendo, escapando de su vida, con remordimientos por engañar a la persona que más quiere en el mundo.
Último aviso para los pasajeros del vuelo de Iberia con destino Barcelona- El Prat. Embarquen por la puerta dos.- se oye la voz por el megáfono, una voz que entraban ganas de pedirle un Big Mac y unas patatas fritas.
Miro a mi alrededor, nadie se percata de mi presencia, como si fuera invisible. Me dirijo hacia la puerta dos y doy el billete a la chica que esta allí. Lo pica y me dirijo hacia un pequeño pasillo que da al avión. Cuando llego allí, una azafata me indica mi sitio. Me siento en mi sitio y respiro hondo. Nunca me ha gustado volar.
oOo
Aparco en el aeropuerto y entro corriendo. Tiene que estar allí. Su avión no ha salido, tiene que estar allí...
Me pongo a mirar los paneles, así sabré por que zona buscarlo y todo será más fácil. Pero hay uno que llama mi atención...
“Iberia. Destino Barcelona- El Prat. En hora.”
Miro por uno de los ventanales... el avión está despegando...
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Seguí mirando todos y cada uno de los destinos que había en la pantalla. El chico no me había mentido, no había ningún vuelo a Nueva York en las próximas horas.
No me valía de nada echarme a correr e intentar que parasen ese avión con todas mis fuerzas, así que me senté unos segundos y saqué mi móvil del bolso.
Patricia: ¡No me digas que no sabes nada! –Le grité en cuanto descolgó el teléfono-
Dani: ¿De qué? –Preguntó Dani desconcertado-
Patricia: Dime donde está Ángel… Por favor. –Intenté no parecer desesperada, pero no lo conseguí-
Dani: Me mandó un mensaje hace casi una hora para decirme que llamaría en cuanto llegara…
Patricia: ¿En cuánto llegara a dónde, Dani? -¿Tenía que sacárselo todo con cuentagotas?-
Dani: Juro que no lo sé… -No le creí y solté una carcajada nerviosa- Te lo prometo… No me lo dijo porque sabía que sería el primero al que…
Patricia: Al que yo llamaría… -Concluí por él-
Dani: Sí…
Cuando ya tuve claro que no me estaba mintiendo, me relajé un poco y tuve una idea. Saqué mi agenda y un bolígrafo del bolso.
Patricia: Dime las direcciones de los sitios que le gustan a Ángel de Barcelona. Empieza por su casa, la de sus padres, su cafetería favorita, ¡todo!
Dani me dio la información que le pedía y corrí al mostrador más cercano.
Patricia: Necesito un billete para el próximo vuelo a Barcelona –Le dije al chico convencida-
Me arregló todo para el siguiente viaje. El avión salía en tres cuartos de hora y yo ni siquiera llevaba una blusa para cambiarme. Me dio igual y aproveché el cuarto de hora que me sobraba antes de tener que embarcar para acercarme a una tienda a por algo de comer.
Embarqué en cuanto lo tuve todo y me senté deseando que no me estuviera equivocando de lugar y alguna de las direcciones que me había facilitado Dani fuera la correcta.
Cuando llegué a Barcelona, me acerqué hasta la parada de taxis del aeropuerto y le enseñé mi lista a uno de ellos.
Patricia: ¿Podría decirme cuál de estos sitios está más cerca?
Taxista: Este de aquí… -Me respondió señalándome la dirección de la casa de los padres de Ángel-
Patricia: Pues vamos…
No me importó que me estuviera engañando para sacarme los cuartos, pero deseaba llegar lo antes posible a algún lugar que me diera una pista de su paradero.
Llegamos, pagué y me bajé nerviosa del coche. Conocía a los padres de Ángel de un par de veces que habían estado en el programa viendo a su hijo, pero no sabía lo que iba a decirles cuando me abrieran la puerta. Me acerqué.
Madre: ¿Patricia? –Preguntó asombrada y sonriendo ampliamente- ¿Qué haces aquí? –Me acerqué a ella y le di un abrazo-
Patricia: Pues… Mire, le seré sincera… -Ella se separó de mí y me miró preocupada- Su hijo y yo hemos tenido algunos problemas y…
Madre: Ay hija, ya lo sé… Si se os notaba en el programa y todo… -Sonreí con tristeza-
Patricia: El caso es que me dejó una nota y me dijo que se iba, que no volvería a molestarme… Y yo… Yo necesito decirle que me duele más su ausencia. –María me abrazó con fuerza y me hizo pasar-
María: ¿Y has pensado que podría estar aquí?
Patricia: Estoy casi segura de que se ha venido a Barcelona y he empezado por vuestra casa… Pero no está, ¿no? –Le pregunté decepcionada y sin aceptar su invitación de sentarme a su lado en el sillón-
María: No, cariño… Nos llamó ayer y no nos dijo que fuese a venir ni nada por el estilo… ¿Qué más sitios has pensado visitar? –Saqué el papel donde las tenía apuntadas y se lo enseñé- Seguramente acertarás con alguno de estos… Ve a su casa primero, le encantaba estar ahí, siempre nos lo decía… -Le sonreí-
Patricia: Estoy encantadísima de verte pero…
María: Lo sé, tienes que irte… -Asentí sonriendo y ella me acercó a la puerta- Si lo encuentras y se arregla todo…
Patricia: Nos pasamos por aquí antes de volvernos, ¿vale? –Volvió a abrazarme y me marché a toda prisa-
Me subí en el primer taxi que vi y le di la dirección de su casa. No estaba lejos, llegamos en unos diez minutos.
Mi corazón comenzó a bombear con fuerza. Estaba nerviosísima porque, si cuando llegué a casa de sus padres no tenía ni idea de lo que iba a decirles, peor sería cuando lo encontrase.
Toqué en el timbre varias veces y nadie me abrió. Estaba empezando a derrumbarme pero algo dentro de mí me decía que le encontraría, que había vuelto a su ciudad y que podría decirle a la cara todo lo que sentía. Que nos perdonaríamos y volvería a sentir sus brazos envolviéndome con fuerza y su dulce aliento en mi cuello. Pero en aquella casa no parecía haber nadie y me rendí.
En las dos cafeterías que me había dicho Dani tampoco estaba y volví andando a su casa por si le veía de casualidad dando un paseo. No hubo suerte y cogí el móvil de nuevo.
Patricia: Dani, no está en ninguno de los sitios que me dijiste y ya no sé a donde ir… -Noté mi voz cansada y me senté en las escaleras del portal apoyando todo el peso de mi cabeza sobre el brazo que tenía libre- ¿No se te ocurren más sitios?
Dani: Pues… No sé Patri, no sé… -Él también estaba nervioso y necesitaba tanto como yo saber donde se encontraba su amigo. Traté de no ser muy dura pero tenía que insistirle-
Patricia: ¿Nunca te habló de algún parque, un lugar al que le gustase ir a pensar…?
Dani: Espera un momento… -Sonreí ante su repentino cambio de ánimo- Sus padres tienen una casita en una urbanización bastante aislada y sé que él tenía llaves de allí. Le encantaba ir a escribir, decía que le relajaba y esas cosas…
Patricia: Cuando vuelva te invito a una mariscada… -Le prometí para agradecérselo-
Dani: Me conformo con que lo encuentres y arregléis las cosas…
Patricia: Tú sabes que le quiero, ¿verdad?
Dani: Y tú sabes que él te quiere a ti, ¿no?
Patricia: Nos queremos tanto que nos hacemos daño…
Dani: Porque no habéis sabido entenderos… Pero el amor mueve montañas Patri, te lo digo yo… -Hubo un pequeño silencio- Suerte.
Patricia: Muchísimas gracias guapo.
Dani: Si sabes algo…
Patricia: Te aviso con lo que sea, tranquilo.
……………………………
Dani: Si sabes algo…
Patricia: Te aviso con lo que sea, tranquilo.
…
Apoyada en el portal de la que había sido su casa durante mucho tiempo volví a llamar a un taxi y me senté en el escalón a esperar. Dos minutos, tres, cuatro… no podía aguantar más, estaba desesperada y no dejaba de mover las manos, que me sudaban ligeramente.
De pronto una brisa helada interrumpió mis pensamientos, empezaba a anochecer y con ello el frío comenzaba a calar en mis huesos. Me pasé mi bufanda de punto rosa pálido por el cuello con más fuerza y me encogí aún más en la escalera, a esperar.
Al cabo de diez minutos, cuando algunos de mis huesos empezaban a engarrotarse, vi unas luces aparecer y una pita hizo que levantara mis ojos del suelo. Miré durante unos segundos el coche, y luego, me levanté cogiendo el bolso y me metí dentro, en el asiento del copiloto.
-¿Puede llevarme a esta dirección, por favor?
-No veo por qué no, señorita. –Miré al taxista con una media sonrisa y volví a poner mis ojos en la carretera. –
-¿Lleva mucho tiempo ahí fuera?
-Un poco, pero no se preocupe, estoy bien
-Tiene aspecto de cansada
-Ya…
-¿Sabe? Lo cierto es que su cara me suena
-Me lo suelen decir mucho
-¿No es usted Carolina Cerezuela? –Comencé a reírme tras aquel comentario, y le miré sonriente. –
-No, me llamo Patricia Conde
-¡Ah! La rubia loca de la sexta… perdone, pero mi cabeza ya no es lo que era. –Seguí riéndome, era realmente entrañable. –
-Sí, esa misma… -Dije mirando hacia la carretera otra vez. – Y puede tutearme.
El hombre asintió y siguió conduciendo. Yo no dejaba de mirar las luces que alumbraban las calles con una fuerza increíble y realmente mágica. Sin duda, me encantaba esta ciudad…
-¿Falta mucho?
-Ya estamos llegando
Cada segundo estaba más nerviosa que el anterior, y aunque el hombre lo notaba, no me decía nada. De pronto nos adentramos en una urbanización preciosa, las casas eran enormes y me llamaron muchísimo la atención a simple vista. Sus tejados terminaban en forma de pico, y eso hacía que tuvieran muchísima similitud con castillos antiguos.
También adoraba sus paredes de piedra rojiza, algunas estaban cubiertas por unas enredaderas enormes y de un verde brillante.
El hombre se paró en frente de una que me había cautivado desde el otro extremo de la calle. Tenía un color amarillo pálido y su tejado era color teja. El marco de las ventanas era de madera y tenía una enorme chimenea, como las que yo soñaba de pequeña al leer cuentos de princesitas.
-¿Quiere un autógrafo o una foto? –Le pregunté al taxista. –
-No hace falta hija, ve a buscarlo ya, seguro que él también desea verte.
Me quedé mirándole absorta unos segundos, y cuando reaccioné no pude hacer otra cosa que acercarme y darle un beso en la mejilla. Sentía la necesidad después de todo, si Ángel estaba aquí iba a estarle agradecida durante el resto de mi vida. Él me sonrió y me animó a salir, y tras cerrar la puerta, arrancó y se esfumó por la carretera.
Me di la vuelta y me paré a contemplar aquella casa, hacía muchísimo más frío que antes pero no me importaba, era increíblemente preciosa.
Finalmente, me armé de valor y tras colocarme de nuevo mi bufanda di unos pasos hacia la puerta que daba al jardín.
Inspeccioné las paredes por todos lados pero no hubo ni rastro de un portero que me incitara a llamar, así que busqué entrar por todos los medios a la casa y lo conseguí. Al lograr abrir la puerta mis manos comenzaron a temblar aún más, y estoy segura de que mis ojos brillaban como nunca.
Ya estaba dentro, y mis nervios comenzaban a salir de mí con una fuerza brutal. Llevé mi cabeza hacia el lado derecho del jardín, algo me decía que debía ir hacia allí, e hice caso a mi instinto.
Subí las pequeñas escaleras y comencé a andar por el trozo de cemento que no tenía hierba y que estaba pegado a la casa.
Me encontré con la ventana que daba al salón, y no pude evitar asomarme. Lo primero que vi fueron unos sillones enormes colocados con forma de L frente a una televisión no muy grande, y el resto, estanterías llenas y llenas de libros y hojas sueltas. Sonreí, típico de Ángel.
Seguí andando y llegué a la esquina de la casa, me daba miedo girar y poderme encontrar cualquier cosa, o más bien me daba miedo girar y no encontrarlo a él. Respiré profundamente y bordeé la pared como si nada estuviera pasando por mi cabeza, como si estuviera allí por mera casualidad.
Esta vez me encontré con un trozo de jardín más amplio, un par de sillas colocadas en él, y al final una sombra captó toda mi atención. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al instante.
Me acerqué cuidadosamente hasta aquel banco de madera que daba hacia unas vistas preciosas de Barcelona, y mientras mi habitual nudo en la garganta aparecía, lo observé desde algunos metros de distancia.
Allí estaba, con una de sus camisas blancas.
Apoyé mi mano en su hombro, y entre esta acción y que estaba completamente helada, se sobresaltó.
Respiré hondo.
Sin ni siquiera girarse, noté como su pecho se hinchaba para coger aire y comenzar a hablar.
-Sabía que darías conmigo y que cualquier intento de esconderme no serviría de nada, sabía que no te rendirías…
-Ángel… -Mi voz comenzó a temblar y pude notar como una lágrima se me escapaba sin yo quererlo. Él, aún sin verme, me cogió de la mano y me dio un suave beso en ella para tranquilizarme.
-Ven, siéntate. –Dijo por fin dirigiendo sus ojos a los míos y señalándome el hueco del banco que quedaba libre. Sin soltar su mano le hice caso y me coloqué a su lado. –
No podía evitar que mis ojos se quedaran absortos con los suyos, eran como imanes de polos opuestos…
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No podía evitar que mis ojos se quedaran absortos con los suyos, eran como imanes de polos opuestos…
De golpe me desperté, estaba fria y entumecida, sentada en el escalón del portal del antiguopiso de ángel. Me sentí decepcionada, aquel sueño había sido tan real... De golpe me di cuenta de algo... ¡Me había quedado dormida en plana calle! comprobé mis bolsillos y mi bolso, vale, estaba todo.
Me puse de pié, y caminé sin rumbo durante horas. estaba cansada, pero no podía permanecer quieta... necesitaba a Ángel mucho más que descansar. De pronto me encontré en el paseo de gracia, ante mi la pedrera... perfecta, impresionante... seguí bajando hacia la plaza cataluña, la casa batlló... ¡Me habría gustado tanto que éngel me acompañase mientras me mostraba aquellas joyas!
Crucé los brazos, estaba helada, y continué caminando, ramblas abajo ya... no sabía ni a donde iba, pero algo me decía que continuase... al llegar a la altura de la calle de la boquería un escalofrio recorrió mi espalda.Me detuve,alcé la mirada...
Algo me hizo detenerme,un escalofrío, una sensación extraña, como cuando alguien te observa... me giré, nadie conocido,nadie me miraba,sin embargo,mis ojos no podían apartarse de aquel portal... me sentía como atraida, como llamada por aquellas puertas cerradas...
¡Menuda tontería pensé! A este paso jamás encontraré a Ángel ¿Barcelona es demasiado grande!... Volví a subir por las ramblas, alejándome de aquel lugar...
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Me dolía tanto haberme separado de Patricia, haberme separado de la razón de mi vida... pero era necesario, era lo mejor.
Caminaba por la calle de la boquería, envuelto en mi abrigo oscuro, sosteniendo la bolsa donde llevaba la caja de mi nuevo teléfono... tal vez debería llamar a Dani.
Algo me hizo levantar la mirada, mirar hacia las ramblas... Entonces la vi, caminaba cabozbaja, con los braos cruzados sobre el pecho, triste muy triste. Sentí el impulso de correr hacie ella, pero me contuve y me quedémirandola.
De pronto sus pasos se detuvieron, yo me pegué a la pared en un acto reflejo ¿Patricia no debía verme! ¡Si me hablaba, si me veia! No necesitaba una salida...
Mis inquietos ojos encontraron un portal abierto, me introduje rapidamente en él y cerrél a puerta casi completamente,solo dejé una rendija por la que controlas que se iba. ¡Justo a tiempo, cuando cerré ella se volvió y miró justamente en esta dirección, sus ojos se clavaron intensamente en el portal.
contuve la respiración, parecía que estaba a punto de avanzar hasta aqui y descubrirme en mi escondite improvisado. Volví a respirar tranquilo cuando la vi abandonar el lugar.
Me volví, apye mi epalda en la madera de la puerta y me dejé resbalar hasta el suelo... Una lagrima mojó mi rostro.
--Adios Patricia... te echaré de menos...
Y me quedé en el suelo, envuelto en lagrimasde amargura. treté de introducir la tarjeta en mi nuevo teléfono, tras un par de torpes intentos lo logré.necesitaba llamarle, hablar con un amigo. Por fin marqué su numero, pero aquella maldita voz salto a la primera.
--El numero al que llama no se encuentra disponible en estos momentos, intentelo de nuevo mas tarde...
--¡Maldita sea! - grité a la soledad del portal.
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Otra vez estaba sin rumbo, perdida en mitad de aquella ciudad que no era la mia. Necesitaba hablar con alguien, saqué mi telefono y marquésu numero...
-- ¡Hola rubia! ¿Sabes algo?
--Hola dani - respondí destrozada...
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Si estás leyendo esta carta, significará que yo ya me habré ido para siempre, que ya no estaré más a tu lado, haciendote sin pretenderlo daño. Tranquila, allí donde estoy ya no podré dañar a nadie, tan solo a mi mismo.
Te he querido más que a mi propia vida, pero no he sabido decirlo a tiempo, expresarlo en los momentos oportunos... He dejado escapar multitud de trenes, de la estación de tu mirada, me he quedado de masiadas veces con la mirada vacía en el andén de mis temores, viendo como te alejabas, sin dejar de mirarme...
Comprendí, demasiado tarde, que tu tambien habías sentido algo. Lo entendí todo el día que te di aquella noticia que te partió el alma y se llevó lejos la mía; cuando vi tus ojos oscurecerse de aquella manera, como si una tormenta se hubiera apoderado de ellos. Yo debería estar feliz por lo que se avecinaba, pero no lo estaba, porque en lugar de pensar en ella, me pasaba las horas pensando en tí...
Pensando en la primera vez que nos vimos en el despacho de Emilio, en ese momento ya percibí que había algo especial. El primer programa, ese en el que tan nervioso me puse, pero no por las cámaras, si no por estar sentado a menos de un metro tuyo. La primera nochevieja, esa en la que me enfadé contigo porque te vi demasiado hermosa como para lograr contenerme...
Eran tantos los recuerdos hermosos que tú me habías proporcionado... intenté recordad, y me di cuenta de que solo sabía comportarme como un gañan insensible cuando estaba a tu lado... en aquella nochevieja intenté cortar las celebraciones y los abrazos, porque no quería verte feliz cuando yo lo estaba pasando mal, y vi aquella sombra en tus ojos por primera vez...
Luego en elgunos de los programas, como a la vuelta de esas navidades, cuando me dijiste que era poca cosa y yo te respondí airado que con tacones y moño tambien seria alto... te disgustaste por como te hable, lo vi en tu mirada...
claro que ha habido momentos buenos, muchos, demasiados como para no haber caido enamorado a tus pies, era algo inevitable... pero se que te he hecho daño demasiadas veces, tú misma me lo dijiste ya, cuando intentaste arreglar las cosas conmigo, menguar la distancia que yo había puesto entre nosotros...
"No lo soporto más, estás haciendo que venir a trabajar, que vivir, me sea insoportable... por favor Ángel, cambia, vuelve a mí...te... lo necesito"
esas fueron tus palabras, que se grabaron a fuego en mi mente, y esas palabras me hicieron darme cuenta de que mi sola presencia te hacía daño. Por eso mi vida aqui ya no tiene ningun sentido...
Cuando hayas leido esta carta ya habrá cogido un Avión a ninguna parte, a mi peculiar mundo de nunca jamás, donde dejaré que los años pasen consumiendome, hasta el momento en que la parca venga a buscarme... Y mi ultimo pensamiento será el mismo que cada minuto de mi miserable vida... en mi ultimo suspiro, pensaré en tí.
Espero que algún día me perdones.
A. Martín >>
Patricia terminó de leer la carta, no había esperado hasta estar en casa, como él le había pedido, la había leido nada mas quedarse sola en su camerino. Se secó las lágrimar con la manga de la chaquetita de punto que llevaba.
--Yo no quería echarte de mi vida... quería que volvieses a mí, a mirarme como antes, a amarme... como yo te amo a tí - susurró mientras apretaba el papel sobre su pecho...
se quedó pensatiba un segundo, su país de nunca jamás... eso le sonaba, si... ¿Dónde había dicho Ángel que se sintió como un niño? Nueva York ¡Ahí pretendía irse!
Patricia cogió el bolso y salió a toda velocidad de su camerino, sus zapatos producían un ritmico golpeteo en el suelo...
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A cada zancada que daba, por cada paso que mis pies avanzaban, sentía a Ángel más lejos de mí.
No sabía ni siquiera a dónde me dirigía, sólo sentía el impulso irrefrenable de correr.
En un primer momento salí corriendo porque pensé que Ángel podría estar en cualquier parte… en su camerino, en su coche, en su casa, en el aeropuerto, en Nueva York, pero me desengañé al recordar que la carta decía que para cuando yo la hubiese leído él ya estaría rumbo a la ciudad que nunca duerme…
Me paré un segundo, necesitaba releerla. No podía ser real, no podía marcharse y dejarme con mil preguntas, con mil por qué sin respuestas. Empecé a llorar mientras alisaba el papel, tratando de encontrar alguna clave en su letra, tratando de encontrar alguna señal que me dijese que todo era una broma, que mañana estaría de nuevo allí aunque fuese para tratarme con indiferencia como en esos últimos tiempos.
Era increíble ver la facilidad con la que el ser humano se aferraba a la incredulidad ante lo desconocido, ante una situación que hacía daño… Era tan sencillo como quedarse quieta, con la vista desenfocada y la boca abierta, murmurando sin darte cuenta las frases de rigor: “No es posible”, “No puede hacerme esto a mí”, “Todo es una broma”…
Las lágrimas resbalaban traicioneramente por mis mejillas, haciendo que mi apariencia fuera la de alguien frágil, alguien a quien su muro, su máximo apoyo, acababa de derrumbarse, demolido por los recuerdos… Esos recuerdos que todavía golpeaban las paredes de mi cabeza, los mismos que inventaron el dolor y mataron cruelmente las esperanzas de las que me había ido alimentando poco a poco y sin llegar a empacharme.
¿Por qué Ángel siempre elegía el camino difícil? ¿Por qué siempre se decantaba por lo que más le convenía? ¿No se daba cuenta de que me estaba destrozando desde hacía tiempo?
Yo no quería nada de lo que había pasado, nada de lo que estaba pasando… sólo quería que Ángel volviese a ser el mismo de siempre, ése que se esforzaba por sacarme una sonrisa, el mismo que se contagiaba con mis carcajadas, el que me miraba como si yo fuese una bella obra de arte, el que me hacía sentir especial…
Pero jamás me hubiese imaginado que mis palabras fuesen el detonante de tan drástica decisión. Lo único que quería conseguir era un cambio en su actitud, no que saliese corriendo a coger el primer vuelo a miles de kilómetros de distancia.
Eché a correr de nuevo mientras arrugaba el trozo de papel y lo metía en mi bolso. Las lágrimas apenas me dejaban ver por dónde pisaba, pero no importaba, conocía el camino hacia mi coche a la perfección.
Mil frases de la carta venían a mi cabeza:
“Si estás leyendo esta carta, significará que yo ya me habré ido para siempre, que ya no estaré más a tu lado…”
“… En lugar de pensar en ella, me pasaba las horas pensando en tí...”
“… No quería verte feliz cuando yo lo estaba pasando mal…”
Y en todas y cada una de ellas se intercalaban mis palabras… las que tanto debería haber callado…
"No lo soporto más, estás haciendo que venir a trabajar, que vivir, me sea insoportable... por favor Ángel, cambia, vuelve a mí...te... lo necesito".
Retumbaban en mi cabeza, me impedían escuchar cualquier otra cosa que no fuese las mismas palabras repetidas una y otra vez sin descanso.
Abrí el coche y me metí dentro, tratando de relajarme o de lo contrario me resultaría imposible conducir, podría ser que todavía llegase a tiempo… Ángel no contaba con que yo había leído la carta con una hora de antelación y me corría prisa ver si todavía podía alcanzarle…
Era imposible que su avión hubiese salido ya, hacía escasa media hora que el programa había acabado, no podía haber llegado al aeropuerto y haberse metido en el avión… no podía irse…
Arranqué el coche y salí de Globomedia a toda velocidad, quería llegar cuanto antes al aeropuerto y si para ello tenía que saltarme STOPS, semáforos en rojo, atropellar ancianitas… lo haría sin dudarlo ni un solo instante.
Con una mano busqué mi teléfono por el bolso mientras con la otra sujetaba el volante. En cuanto di con él, marqué el número de Ángel…
“El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura…”
No, la jodida voz de la amargura… Odiaba a esa tipeja que siempre aparecía en los momentos más inoportunos…
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Capítulo 3
Miro a mi alrededor con un nudo en la garganta. Esta va a ser la última vez que vea este edificio en el que he estado encerrado durante más de tres años. No puedo evitar pensar en más de un momento en este sitio, grabando sketches justo por donde yo estoy pisando, conversaciones con la gente del equipo antes de irnos... Pero sobretodo, no puedo evitar pensar en todos los momentos compartidos con ella.
Antes de subir al coche, miro hacia el de ella. Y sin poderlo evitar, pienso en todas las veces que se ha despedido de mi, subiendo en él, con sus gafas de sol y su sonrisa siempre presente. Suspiro y entro en mi coche. Mi equipaje me espera en casa.
Pongo la llave en el contacto, quito el freno de mano y pongo marcha atrás. Una vez he salido de mi plaza de aparcamiento, pongo primera y salgo de allí, por última vez. Tengo la necesidad de mirar por el retrovisor, una vez más, a Globomedia. Pero una vez salgo, ya no hay vuelta atrás, voy a irme, voy a dejar de hacer sufrir a Patricia, voy a olvidarla...
Aparco el coche cerca de la que ha sido mi casa durante muchos años. Lo cierro por última vez y me dirijo hacia el portal. Entro, saludo al portero y me dirijo hacia mi piso. Abro la puerta y me encuentro todos los muebles tapados con sábanas. Me dirijo a mi habitación y allí veo dos maletas enormes, allí esta toda mi ropa, mis zapatos, algunos recuerdos... solo lo necesario. Cojo las dos maletas y me dirijo a la puerta, sino, llegaré tarde. Miro toda la casa por última vez y cierro la puerta con llave. Bajo, tiro las llaves dentro del buzón y me despido del portero. Un taxi me está esperando abajo. Con su ayuda meto las dos maletas en el maletero y diciéndole la dirección, me lleva al aeropuerto.
Mientras el taxista me lleva hacia allí, dando una pequeña vuelta innecesaria, voy mirando lo que ha sido mi ciudad en los últimos años, pensando en todo lo que he llegado a vivir allí. Buenos momentos, malos momentos, penas, alegrías, borracheras, resacas, risas...
Hemos llegado- el taxista me saca de mis pensamientos. Tras decirme el coste del viaje que me duele en el alma pagar, bajamos los dos y me ayuda con las maletas.
Gracias- le contesto cuando ya tengo mis dos maletas en el suelo. El taxista me hace un gesto en la cabeza y se va.
Entro en el aeropuerto, me queda hora y media para coger el avión rumbo a mi destino. Para matar el tiempo, decido hacer la cola kilométrica para facturar las maletas. Sin que yo sea consciente, empiezo a mirar a mi alrededor. Cada vez que veo una cabellera rubia mi corazón se sobresalta. No tengo que verla, no debo verla, y sin embargo, es lo único que quiero hacer en estos momentos...
Saco el móvil del bolsillo y decido enviar un mensaje.
“Hablamos en cuanto llegue, mantendremos el contacto. Gracias por todo, tío. Ángel”
Apago el móvil y lo desmonto para tirar la tarjeta a la basura una vez facture.
Borrón y cuenta nueva. Empezar de cero.
oOo
¡Madita voz! ¿¡Por qué está apagado!? No debe estar volando ya, no ha tenido tiempo desde que se ha ido... no puede ser. Vuelvo a marcar un número de teléfono y espero a que me atiendan.
Punto de información Aeropuerto de Barajas, ¿dígame?
Hola, buenas tardes... llamaba para saber cuando sale el próximo avión hacía Nueva York- contesto con la voz acelerada.
Hasta las diez de la noche no sale ninguno. Pero no quedan asientos libres.- le dijo la señora al otro lado del teléfono, con voz de cansada.
Vale, gracias. Adiós!- colgué sin esperar que la señora dijera nada más, ya tenía la información que quería.
Una vez con esa información, cambio mi rumbo. Tiene que estar aún en casa, aún le quedan algo menos de tres horas para coger el avión. Tengo que conseguir verle, decirle que se quede, que no me deje aquí sola, en Madrid...
Llego a su casa y veo su coche aparcado. Algo dentro de mi se calma, pero rápidamente se vuelve a acelerar. Aparco el coche en una de las calles cerca de su piso y corro hacia el portal. Cuando llego allí, busco desesperadamente el piso de Ángel y empiezo a llamar. Tiene que contestar, su coche está aquí, tiene que estar en casa, está en casa, su coche está aquí...
Pasan cinco minutos y sigue sin contestar, pero no me rindo, su coche está ahí, tiene que estar en casa. Tengo que poder hablar con él.
El portero me está mirando desde que estoy llamando un timbre y se dirige a mi. Abre la puerta y yo me tiro encima de él, tengo que entrar, aporrear la puerta, hacer que Ángel sepa que irse no es la solución, que la solución es quedarse aquí, en Madrid, conmigo...
Un momento!- me dice el portero cogiendome del brazo- ¿Dónde crees que vas?
¡Tengo que pararle! ¡No puede irse! ¡Su coche está ahí, tiene que estar en casa!- le grito al hombre intentando soltarme.
¿Está hablando de Ángel? ¿Del cuarto tercera?- me pregunta.
Sí, tiene que estar, ¡su coche sigue ahí!- sigo diciendo sin parar. Tiene que estar, no puede irse...
Lo siento, pero se ha ido. Llevaba dos maletas y ha cogido un taxi.- una vez me dice eso, algo en mi se derrumba. Me quedo completamente estática y miro a aquel hombre que me mira con pena. La primera lágrima cae.
No puede haberse ido ya. Su avión no sale hasta las diez, ¡tiene que estar en casa!
Señorita, se ha ido, lo he visto con mis ojos.- me dice mirándome fijamente.- De verdad.
Y esta vez, le creo. Asiento y me quedo como si no tuviera vida, como si fuera un muñeco al que tienen que sujetar unas cuerdas. Solo puedo mantenerme en pie. Respiro hondo mientras mi cerebro piensa a toda velocidad. Se ha ido, pero estará en el aeropuerto, estará allí... Mi mente vuelve a activarse.
Gracias- le dijo al portero, y salgo a la calle como un rayo.
Vuelvo a subirme al coche y, sin perder ni un segundo, me pongo en marcha, rumbo al aeropuerto.
oOo
Ni la música consigue evadirme de mis pensamientos. Apago el mp3 y lo guardo en el bolsillo. Ya han hecho el primer aviso para mi vuelo, pero me retengo a subir, hay algo que me diga que espere, que aparecerá. Sé que tengo que irme, pero necesito verla. Pedirle perdón en persona y después, irme para siempre. Sin mirar atrás. Dejándola para que forme parte de mi pasado...
Doy un paseo por el aeropuerto. Veo a parejas despidiéndose en un dulce beso. Familias enteras felices por poder irse unos días de vacaciones. Grupos de adolescentes ilusionados ya que seguramente será su primer viaje sin sus padres. Gente que espera a amigos y familiares. Gente que, sola, coge un avión rumbo a algún destino, para desconectar.
Y luego, estoy yo.
Un alma rota, que vagabundea por ese aeropuerto, huyendo, escapando de su vida, con remordimientos por engañar a la persona que más quiere en el mundo.
Último aviso para los pasajeros del vuelo de Iberia con destino Barcelona- El Prat. Embarquen por la puerta dos.- se oye la voz por el megáfono, una voz que entraban ganas de pedirle un Big Mac y unas patatas fritas.
Miro a mi alrededor, nadie se percata de mi presencia, como si fuera invisible. Me dirijo hacia la puerta dos y doy el billete a la chica que esta allí. Lo pica y me dirijo hacia un pequeño pasillo que da al avión. Cuando llego allí, una azafata me indica mi sitio. Me siento en mi sitio y respiro hondo. Nunca me ha gustado volar.
oOo
Aparco en el aeropuerto y entro corriendo. Tiene que estar allí. Su avión no ha salido, tiene que estar allí...
Me pongo a mirar los paneles, así sabré por que zona buscarlo y todo será más fácil. Pero hay uno que llama mi atención...
“Iberia. Destino Barcelona- El Prat. En hora.”
Miro por uno de los ventanales... el avión está despegando...
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Seguí mirando todos y cada uno de los destinos que había en la pantalla. El chico no me había mentido, no había ningún vuelo a Nueva York en las próximas horas.
No me valía de nada echarme a correr e intentar que parasen ese avión con todas mis fuerzas, así que me senté unos segundos y saqué mi móvil del bolso.
Patricia: ¡No me digas que no sabes nada! –Le grité en cuanto descolgó el teléfono-
Dani: ¿De qué? –Preguntó Dani desconcertado-
Patricia: Dime donde está Ángel… Por favor. –Intenté no parecer desesperada, pero no lo conseguí-
Dani: Me mandó un mensaje hace casi una hora para decirme que llamaría en cuanto llegara…
Patricia: ¿En cuánto llegara a dónde, Dani? -¿Tenía que sacárselo todo con cuentagotas?-
Dani: Juro que no lo sé… -No le creí y solté una carcajada nerviosa- Te lo prometo… No me lo dijo porque sabía que sería el primero al que…
Patricia: Al que yo llamaría… -Concluí por él-
Dani: Sí…
Cuando ya tuve claro que no me estaba mintiendo, me relajé un poco y tuve una idea. Saqué mi agenda y un bolígrafo del bolso.
Patricia: Dime las direcciones de los sitios que le gustan a Ángel de Barcelona. Empieza por su casa, la de sus padres, su cafetería favorita, ¡todo!
Dani me dio la información que le pedía y corrí al mostrador más cercano.
Patricia: Necesito un billete para el próximo vuelo a Barcelona –Le dije al chico convencida-
Me arregló todo para el siguiente viaje. El avión salía en tres cuartos de hora y yo ni siquiera llevaba una blusa para cambiarme. Me dio igual y aproveché el cuarto de hora que me sobraba antes de tener que embarcar para acercarme a una tienda a por algo de comer.
Embarqué en cuanto lo tuve todo y me senté deseando que no me estuviera equivocando de lugar y alguna de las direcciones que me había facilitado Dani fuera la correcta.
Cuando llegué a Barcelona, me acerqué hasta la parada de taxis del aeropuerto y le enseñé mi lista a uno de ellos.
Patricia: ¿Podría decirme cuál de estos sitios está más cerca?
Taxista: Este de aquí… -Me respondió señalándome la dirección de la casa de los padres de Ángel-
Patricia: Pues vamos…
No me importó que me estuviera engañando para sacarme los cuartos, pero deseaba llegar lo antes posible a algún lugar que me diera una pista de su paradero.
Llegamos, pagué y me bajé nerviosa del coche. Conocía a los padres de Ángel de un par de veces que habían estado en el programa viendo a su hijo, pero no sabía lo que iba a decirles cuando me abrieran la puerta. Me acerqué.
Madre: ¿Patricia? –Preguntó asombrada y sonriendo ampliamente- ¿Qué haces aquí? –Me acerqué a ella y le di un abrazo-
Patricia: Pues… Mire, le seré sincera… -Ella se separó de mí y me miró preocupada- Su hijo y yo hemos tenido algunos problemas y…
Madre: Ay hija, ya lo sé… Si se os notaba en el programa y todo… -Sonreí con tristeza-
Patricia: El caso es que me dejó una nota y me dijo que se iba, que no volvería a molestarme… Y yo… Yo necesito decirle que me duele más su ausencia. –María me abrazó con fuerza y me hizo pasar-
María: ¿Y has pensado que podría estar aquí?
Patricia: Estoy casi segura de que se ha venido a Barcelona y he empezado por vuestra casa… Pero no está, ¿no? –Le pregunté decepcionada y sin aceptar su invitación de sentarme a su lado en el sillón-
María: No, cariño… Nos llamó ayer y no nos dijo que fuese a venir ni nada por el estilo… ¿Qué más sitios has pensado visitar? –Saqué el papel donde las tenía apuntadas y se lo enseñé- Seguramente acertarás con alguno de estos… Ve a su casa primero, le encantaba estar ahí, siempre nos lo decía… -Le sonreí-
Patricia: Estoy encantadísima de verte pero…
María: Lo sé, tienes que irte… -Asentí sonriendo y ella me acercó a la puerta- Si lo encuentras y se arregla todo…
Patricia: Nos pasamos por aquí antes de volvernos, ¿vale? –Volvió a abrazarme y me marché a toda prisa-
Me subí en el primer taxi que vi y le di la dirección de su casa. No estaba lejos, llegamos en unos diez minutos.
Mi corazón comenzó a bombear con fuerza. Estaba nerviosísima porque, si cuando llegué a casa de sus padres no tenía ni idea de lo que iba a decirles, peor sería cuando lo encontrase.
Toqué en el timbre varias veces y nadie me abrió. Estaba empezando a derrumbarme pero algo dentro de mí me decía que le encontraría, que había vuelto a su ciudad y que podría decirle a la cara todo lo que sentía. Que nos perdonaríamos y volvería a sentir sus brazos envolviéndome con fuerza y su dulce aliento en mi cuello. Pero en aquella casa no parecía haber nadie y me rendí.
En las dos cafeterías que me había dicho Dani tampoco estaba y volví andando a su casa por si le veía de casualidad dando un paseo. No hubo suerte y cogí el móvil de nuevo.
Patricia: Dani, no está en ninguno de los sitios que me dijiste y ya no sé a donde ir… -Noté mi voz cansada y me senté en las escaleras del portal apoyando todo el peso de mi cabeza sobre el brazo que tenía libre- ¿No se te ocurren más sitios?
Dani: Pues… No sé Patri, no sé… -Él también estaba nervioso y necesitaba tanto como yo saber donde se encontraba su amigo. Traté de no ser muy dura pero tenía que insistirle-
Patricia: ¿Nunca te habló de algún parque, un lugar al que le gustase ir a pensar…?
Dani: Espera un momento… -Sonreí ante su repentino cambio de ánimo- Sus padres tienen una casita en una urbanización bastante aislada y sé que él tenía llaves de allí. Le encantaba ir a escribir, decía que le relajaba y esas cosas…
Patricia: Cuando vuelva te invito a una mariscada… -Le prometí para agradecérselo-
Dani: Me conformo con que lo encuentres y arregléis las cosas…
Patricia: Tú sabes que le quiero, ¿verdad?
Dani: Y tú sabes que él te quiere a ti, ¿no?
Patricia: Nos queremos tanto que nos hacemos daño…
Dani: Porque no habéis sabido entenderos… Pero el amor mueve montañas Patri, te lo digo yo… -Hubo un pequeño silencio- Suerte.
Patricia: Muchísimas gracias guapo.
Dani: Si sabes algo…
Patricia: Te aviso con lo que sea, tranquilo.
……………………………
Dani: Si sabes algo…
Patricia: Te aviso con lo que sea, tranquilo.
…
Apoyada en el portal de la que había sido su casa durante mucho tiempo volví a llamar a un taxi y me senté en el escalón a esperar. Dos minutos, tres, cuatro… no podía aguantar más, estaba desesperada y no dejaba de mover las manos, que me sudaban ligeramente.
De pronto una brisa helada interrumpió mis pensamientos, empezaba a anochecer y con ello el frío comenzaba a calar en mis huesos. Me pasé mi bufanda de punto rosa pálido por el cuello con más fuerza y me encogí aún más en la escalera, a esperar.
Al cabo de diez minutos, cuando algunos de mis huesos empezaban a engarrotarse, vi unas luces aparecer y una pita hizo que levantara mis ojos del suelo. Miré durante unos segundos el coche, y luego, me levanté cogiendo el bolso y me metí dentro, en el asiento del copiloto.
-¿Puede llevarme a esta dirección, por favor?
-No veo por qué no, señorita. –Miré al taxista con una media sonrisa y volví a poner mis ojos en la carretera. –
-¿Lleva mucho tiempo ahí fuera?
-Un poco, pero no se preocupe, estoy bien
-Tiene aspecto de cansada
-Ya…
-¿Sabe? Lo cierto es que su cara me suena
-Me lo suelen decir mucho
-¿No es usted Carolina Cerezuela? –Comencé a reírme tras aquel comentario, y le miré sonriente. –
-No, me llamo Patricia Conde
-¡Ah! La rubia loca de la sexta… perdone, pero mi cabeza ya no es lo que era. –Seguí riéndome, era realmente entrañable. –
-Sí, esa misma… -Dije mirando hacia la carretera otra vez. – Y puede tutearme.
El hombre asintió y siguió conduciendo. Yo no dejaba de mirar las luces que alumbraban las calles con una fuerza increíble y realmente mágica. Sin duda, me encantaba esta ciudad…
-¿Falta mucho?
-Ya estamos llegando
Cada segundo estaba más nerviosa que el anterior, y aunque el hombre lo notaba, no me decía nada. De pronto nos adentramos en una urbanización preciosa, las casas eran enormes y me llamaron muchísimo la atención a simple vista. Sus tejados terminaban en forma de pico, y eso hacía que tuvieran muchísima similitud con castillos antiguos.
También adoraba sus paredes de piedra rojiza, algunas estaban cubiertas por unas enredaderas enormes y de un verde brillante.
El hombre se paró en frente de una que me había cautivado desde el otro extremo de la calle. Tenía un color amarillo pálido y su tejado era color teja. El marco de las ventanas era de madera y tenía una enorme chimenea, como las que yo soñaba de pequeña al leer cuentos de princesitas.
-¿Quiere un autógrafo o una foto? –Le pregunté al taxista. –
-No hace falta hija, ve a buscarlo ya, seguro que él también desea verte.
Me quedé mirándole absorta unos segundos, y cuando reaccioné no pude hacer otra cosa que acercarme y darle un beso en la mejilla. Sentía la necesidad después de todo, si Ángel estaba aquí iba a estarle agradecida durante el resto de mi vida. Él me sonrió y me animó a salir, y tras cerrar la puerta, arrancó y se esfumó por la carretera.
Me di la vuelta y me paré a contemplar aquella casa, hacía muchísimo más frío que antes pero no me importaba, era increíblemente preciosa.
Finalmente, me armé de valor y tras colocarme de nuevo mi bufanda di unos pasos hacia la puerta que daba al jardín.
Inspeccioné las paredes por todos lados pero no hubo ni rastro de un portero que me incitara a llamar, así que busqué entrar por todos los medios a la casa y lo conseguí. Al lograr abrir la puerta mis manos comenzaron a temblar aún más, y estoy segura de que mis ojos brillaban como nunca.
Ya estaba dentro, y mis nervios comenzaban a salir de mí con una fuerza brutal. Llevé mi cabeza hacia el lado derecho del jardín, algo me decía que debía ir hacia allí, e hice caso a mi instinto.
Subí las pequeñas escaleras y comencé a andar por el trozo de cemento que no tenía hierba y que estaba pegado a la casa.
Me encontré con la ventana que daba al salón, y no pude evitar asomarme. Lo primero que vi fueron unos sillones enormes colocados con forma de L frente a una televisión no muy grande, y el resto, estanterías llenas y llenas de libros y hojas sueltas. Sonreí, típico de Ángel.
Seguí andando y llegué a la esquina de la casa, me daba miedo girar y poderme encontrar cualquier cosa, o más bien me daba miedo girar y no encontrarlo a él. Respiré profundamente y bordeé la pared como si nada estuviera pasando por mi cabeza, como si estuviera allí por mera casualidad.
Esta vez me encontré con un trozo de jardín más amplio, un par de sillas colocadas en él, y al final una sombra captó toda mi atención. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al instante.
Me acerqué cuidadosamente hasta aquel banco de madera que daba hacia unas vistas preciosas de Barcelona, y mientras mi habitual nudo en la garganta aparecía, lo observé desde algunos metros de distancia.
Allí estaba, con una de sus camisas blancas.
Apoyé mi mano en su hombro, y entre esta acción y que estaba completamente helada, se sobresaltó.
Respiré hondo.
Sin ni siquiera girarse, noté como su pecho se hinchaba para coger aire y comenzar a hablar.
-Sabía que darías conmigo y que cualquier intento de esconderme no serviría de nada, sabía que no te rendirías…
-Ángel… -Mi voz comenzó a temblar y pude notar como una lágrima se me escapaba sin yo quererlo. Él, aún sin verme, me cogió de la mano y me dio un suave beso en ella para tranquilizarme.
-Ven, siéntate. –Dijo por fin dirigiendo sus ojos a los míos y señalándome el hueco del banco que quedaba libre. Sin soltar su mano le hice caso y me coloqué a su lado. –
No podía evitar que mis ojos se quedaran absortos con los suyos, eran como imanes de polos opuestos…
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No podía evitar que mis ojos se quedaran absortos con los suyos, eran como imanes de polos opuestos…
De golpe me desperté, estaba fria y entumecida, sentada en el escalón del portal del antiguopiso de ángel. Me sentí decepcionada, aquel sueño había sido tan real... De golpe me di cuenta de algo... ¡Me había quedado dormida en plana calle! comprobé mis bolsillos y mi bolso, vale, estaba todo.
Me puse de pié, y caminé sin rumbo durante horas. estaba cansada, pero no podía permanecer quieta... necesitaba a Ángel mucho más que descansar. De pronto me encontré en el paseo de gracia, ante mi la pedrera... perfecta, impresionante... seguí bajando hacia la plaza cataluña, la casa batlló... ¡Me habría gustado tanto que éngel me acompañase mientras me mostraba aquellas joyas!
Crucé los brazos, estaba helada, y continué caminando, ramblas abajo ya... no sabía ni a donde iba, pero algo me decía que continuase... al llegar a la altura de la calle de la boquería un escalofrio recorrió mi espalda.Me detuve,alcé la mirada...
Algo me hizo detenerme,un escalofrío, una sensación extraña, como cuando alguien te observa... me giré, nadie conocido,nadie me miraba,sin embargo,mis ojos no podían apartarse de aquel portal... me sentía como atraida, como llamada por aquellas puertas cerradas...
¡Menuda tontería pensé! A este paso jamás encontraré a Ángel ¿Barcelona es demasiado grande!... Volví a subir por las ramblas, alejándome de aquel lugar...
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Me dolía tanto haberme separado de Patricia, haberme separado de la razón de mi vida... pero era necesario, era lo mejor.
Caminaba por la calle de la boquería, envuelto en mi abrigo oscuro, sosteniendo la bolsa donde llevaba la caja de mi nuevo teléfono... tal vez debería llamar a Dani.
Algo me hizo levantar la mirada, mirar hacia las ramblas... Entonces la vi, caminaba cabozbaja, con los braos cruzados sobre el pecho, triste muy triste. Sentí el impulso de correr hacie ella, pero me contuve y me quedémirandola.
De pronto sus pasos se detuvieron, yo me pegué a la pared en un acto reflejo ¿Patricia no debía verme! ¡Si me hablaba, si me veia! No necesitaba una salida...
Mis inquietos ojos encontraron un portal abierto, me introduje rapidamente en él y cerrél a puerta casi completamente,solo dejé una rendija por la que controlas que se iba. ¡Justo a tiempo, cuando cerré ella se volvió y miró justamente en esta dirección, sus ojos se clavaron intensamente en el portal.
contuve la respiración, parecía que estaba a punto de avanzar hasta aqui y descubrirme en mi escondite improvisado. Volví a respirar tranquilo cuando la vi abandonar el lugar.
Me volví, apye mi epalda en la madera de la puerta y me dejé resbalar hasta el suelo... Una lagrima mojó mi rostro.
--Adios Patricia... te echaré de menos...
Y me quedé en el suelo, envuelto en lagrimasde amargura. treté de introducir la tarjeta en mi nuevo teléfono, tras un par de torpes intentos lo logré.necesitaba llamarle, hablar con un amigo. Por fin marqué su numero, pero aquella maldita voz salto a la primera.
--El numero al que llama no se encuentra disponible en estos momentos, intentelo de nuevo mas tarde...
--¡Maldita sea! - grité a la soledad del portal.
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Otra vez estaba sin rumbo, perdida en mitad de aquella ciudad que no era la mia. Necesitaba hablar con alguien, saqué mi telefono y marquésu numero...
-- ¡Hola rubia! ¿Sabes algo?
--Hola dani - respondí destrozada...
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Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
Dani: ¡Hola rubia! ¿Sabes algo?
Patricia: Hola Dani - respondí destrozada...
Sentía sensaciones contradictorias; por una parte quería hablar con Dani, contarle el recorrido que había hecho, desahogarme… pero por otro lado sabía que Dani no iba a ser capaz de ayudarme, de aconsejarme otros lugares donde seguir buscándole, así que esa llamada me estaba restando tiempo…
Dani: ¿Sabes algo o seguimos igual?
Patricia: Nada, Dani, nada – contesté completamente frustrada.
Dani: Escúchame, ¿quieres que coja un vuelo hasta Barcelona? Cuatro ojos ven más que dos…
Patricia: Puestos a poner ojos en el asunto deberíamos poner un anuncio en el periódico: “Se busca enano cobarde que sale corriendo en cuanto las cosas se ponen feas. Responde al nombre de Ángel Martín” – genial, ya había empezado a ironizar… eso era cosa del mal humor.
Al otro lado del teléfono se hizo el silencio, supuse que Dani no sabría qué decir, de manera que decidí calmar la situación poniéndome seria.
Patricia: No, Dani, tranquilo, no hace falta que vengas. Creo que esto es algo… - callé pues no quería decir esa palabra.
Dani: ¿Personal? – vaya, si lo llego a saber sí que la habría dicho – Tranquila, Patri, si te entiendo. Tendrás ganas de matar a Ángel tú solita…
Patricia: No, es sólo que si le encuentro… - no le iba a encontrar, estaba segurísima – si le encuentro… pienso que me daría más detalles si tú no… estuvieses… delante.
Dani: Vamos, que te sobro.
Patricia: Un poco, pero no te lo tomes en ese plan. Yo agradezco mucho lo que estás haciendo para ayudarme, Dani, y espero que lo sepas.
Dani: Lo sé, no estás sola en esto. Espera, rubia, que me entra una llamada... – se hizo el silencio durante un par de segundos - Nada, es un número que no conozco. Bueno, Patricia, si necesitas algo, si averiguas algo, llámame, ¿vale? Yo también estoy preocupado.
Patricia: Claro. Lo mismo te digo, guapo. Un besito.
Colgué con la sensación de que estaba cada vez más lejos de encontrar a Ángel, de abrazarle, de pedirle que no se separara nunca de mi, de decirle que no me importaba en absoluto el pasado, que sólo quería darnos una oportunidad, la oportunidad que ya nos merecimos aquella vez y que el tiempo se encargó de derrumbar.
Miré a mi alrededor; estaba parada en la calle, sumergida en mi mundo al igual que cientos de personas que pasaban por mi lado en esos momentos, con cara de despreocupación algunos, otros aislándose mientras escuchaban música, otros con muecas de enfado y stress… Me fijé en un chico joven que apenas llegaría a la mayoría de edad, iba hablando por el móvil, riéndose en voz alta de la conversación que estaba manteniendo vía telefónica… Esos jóvenes… cambiaban de móvil con una felicidad desbordante, siempre preocupados de llevar el último modelo y los más idiotas culminando el final de su nick con su número de teléfono… Su número de teléfono…
Dani… Le entraba una llamada… Teléfono desconocido… ¡¡¡ÁNGEL!!!
Ángel se había deshecho de su anterior número para que no pudiese localizarle, pero eso no significaba que no se hubiese hecho con otro teléfono para no estar incomunicado al cien por cien… ¿Y si ese número era Ángel? Tenía que serlo, estaba segura, tenía un presentimiento… Saqué el iPhone, que casi se me cae de las manos por los nervios, y busqué en la agenda el número de Dani. Descolgó al primer tono.
Dani: ¿Le has encontrado?
Patricia: Dame el número del teléfono que te ha llamado mientras hablabas conmigo – ordené sin dar más detalles.
Dani: ¿Qué? ¿Para qué?
Patricia: Tú dámelo, tengo una sensación extraña.
Dani: ¿Crees que es Ángel? ¿Y piensas llamar sin saber quién es? ¿Y si es mi casero?
Patricia: ¡¡Dame el jodido número, Daniel!!
Dani: Vale, vale… Te lo mando en un sms.
Colgué y esperé completamente inquieta a que entrase la señal de un nuevo sms permanecía esperando a ser leído en mi Bandeja de Entrada. Ya estaba a punto de llamar al avioncitos otra vez cuando un sobre apareció en la pantalla; abrí el sms y salí corriendo para buscar una cabina telefónica, porque era evidente que si Ángel estaba detrás de ese móvil, nunca me contestaría al reconocer mi número. Después de correr por unas cuantas manzanas, encontré una cabina libre y me apresuré a meterme dentro, echando unas cuantas monedas y marcando los dígitos que aparecían, desafiantes, en la pantalla de mi iPhone.
Un tono… otro… otro… Si no me contestaba nadie iba a enloquecer… Ya estaba empezando a lloriquear cuando me descolgaron.
Voz: ¿Sí?
Me dio un vuelco el corazón. Era él.
Patricia: ¿Ángel? Ángel, por favor, ¿dónde estás? Por favor, Ángel, dime dónde estás, necesito que hablemos, no puedes irte… - no lograba controlar mis lágrimas.
Ángel: ¿Patricia? Patricia… no puedo quedarme, sabes que no puedo. Sólo conseguiría hacerte daño, hacerle daño a todo el mundo y no puedo. No me busques más, sé que estás en Barcelona…
Patricia: Ángel, no puedes hacerme eso…
Ángel: Tampoco puedo amargarte la vida imponiéndote mi presencia.
Miré a través del cristal de la cabina… De nuevo gente, no la misma que hacía media hora… pero sí las mismas acciones… Andar lento o deprisa, los cascos en las orejas, el móvil agarrado… Abrí los ojos desmesuradamente, solté el teléfono y salí corriendo hacia un semáforo.
----------------------------------------------------------------------
Ángel: Patricia… ¿Patricia? ¿sigues ahí?
Me frené en la acera porque el semáforo estaba en rojo y no podía cruzar. Miré el móvil y pregunté un par de veces si seguía al otro lado, pero nadie me contestó. Un cosquilleo recorrió mi nuca, como cuando un desconocido te mira fijamente a los ojos, como cuando alguien te está observando desde lo lejos… Escuché cómo gritaban mi nombre y me giré lentamente.
Lo primero que recuerdo fue una larga melena rubia cayendo encima de mí, un intenso olor a caramelo y… un dolor increíble en mi mejilla izquierda…
Patricia me había encontrado.
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Lo primero que recuerdo fue una larga melena rubia cayendo encima de mí, un intenso olor a caramelo y… un dolor increíble en mi mejilla izquierda…
Patricia me había encontrado.
Llevé una de mis manos a la mejilla izquierda y levanté la mirada hacia ella. Rabia, ira, tristeza, dolor... eso es lo que me decían sus ojos algo rojos mientras alguna lágrima se escapaba de ellos. No pude sostener la mirada y miré al suelo.
-¿Por qué?- oí que me preguntaba- ¿Por qué, Ángel?
-Tenía que hacerlo.- noté un dolor en mi mejilla derecha y miré a Patricia sorprendido.
-No, no tenías que hacerlo, Ángel, no tenías.- me miraba con rabia, parecía que me odiaba... y yo no podía sostener la mirada.- Eres un cobarde, Ángel, un jodido cobarde. Puedo entender que quisieras desconectar y te fueras unos días, puedo entenderlo. ¿Pero desaparecer de un día para otro? ¿Y despidiéndote con una nota?- se acercó a mi, amenazante- ¡Eso no se hace!- dijo dándome golpes en el pecho a cada palabra- ¿Tú sabes lo preocupados que estábamos Dani y yo ¿No verdad? No te preocupaba que estuviera buscándote, que estuviera preocupada, no... el señorito tenía que desaparecer, quedarse incomunicado y alejarse de... de su pasado... así no podrás llegar a superarlo. Huir no es la solución, ¡joder!
-Patricia...
-¡Ni Patricia ni leches, Ángel! ¿Me has visto huir a mí? ¿Lo he hecho?- me preguntó- ¡No! He seguido allí, al pie del cañón, intentando llevarlo de la mejor manera posible, ¿y tú que has hecho? Decidir que lo mejor, para ti evidentemente, es huir, volver a tu antigua vida donde no tenías tantas preocupaciones y eras más o menos feliz...- puso sus manos en mi pecho y me empujó- Cobarde. Das pena.- se giró, alejándose de mí.
Estaba bloqueado. Sabía que no debía dejarla ir, que tenía que explicarle mis razones, que entendiera porque había huido aunque siguiera pensando que era un cobarde. Pero tenía que decírselo. El semáforo ya había pasado de rojo a verde unas cuantas veces, pero yo seguía allí, parado como un idiota y mirando a Patricia que cada vez estaba más lejos. No sé que fue lo que hizo que empezara a andar, pero de repente, me encontré corriendo para poder atrapar a Patricia.
-Patricia, ¡espera!- ella no se paró y yo hice un último sprint. La cogí del brazo y la giré. Su fachada de odio se había derrumbado y ahora solo se veía dolor. Las lágrimas escapaban de sus ojos sin descanso y a mi se me rompió el alma- Lo siento...- me acerqué a ella y la besé. Un beso corto, sin querer nada más, solo eso. Un beso. Me separé de ella que me miró sin entender nada y yo giré y me fui corriendo.
Volvía a huir, lo sabía. Pero no tenía valor para contarle porque, para decirle todo lo que pasaba por mi cabeza. Corrí hasta llegar a mi refugio y saqué el móvil.
-Tío, soy yo- dije cuando descolgaron.
-¿Eres tonto o que te pasa?- dijo Dani al otro lado- Estaba preocupado, como coño te vas sin decirme nada, sin decir donde te vas solo un asqueroso mensaje diciéndome que ya me llamarás...- oía que paraba un momento, solo para respirar y calmarse- Patricia está por Barcelona, buscándote. ¿Me oyes? ¡ESTÁ BUSCÁNDOTE, ZOPENCO!
-Dani, cálmate. Sé que Patricia está en Barcelona...me la acabo de cruzar.
-¿Qué?- preguntó Dani sorprendido.
-Pues eso...
-¿Y qué te ha dicho? ¿Y qué le has dicho? ¿Le has explicado por qué has huido? ¿Por qué aún no me lo has contado a mi? Tío, ¡di algo!
-Dani, para.- dije intentando que se calmara un poco- Solo verme me ha dado una bofetada y...
-¿Y...?- me instó Dani al otro lado.
-Pensaba que iba a matarme. Me ha dicho que soy un cobarde...
-Lo eres...- corroboró.
-Vale, sí. Me ha dicho que era un cobarde por huir, que esa no era la solución, que por qué me había ido así sin decir nada...
-¿Y qué le has dicho?- me preguntó, Dani. No contesté, me quedé callado y Dani me entendió- ¿No habrás sido capaz?
-¿No habré sido capaz de qué?- evité contestarle, no quería escuchar otra vez lo cobarde que era.
-¿Cómo que de qué? Ángel... no le has dicho nada, ¿verdad? Te has quedado callado- asentí sin decir ni una palabra, no me veía, pero estaba seguro que volvería a interpretar ese silencio.- Lo has hecho... de puta madre, Ángel, de puta madre. ¿Tú eres tonto o qué?
-Probablemente... sobretodo porque la besé y me fui- tuve que apartar el teléfono de mi oreja para no quedarme sordo.
-¿¡QUÉ!? ¡ERES IDIOTA, ÁNGEL! ¡COMPLETAMENTE IDIOTA!- chilló Dani- ¿Por qué has hecho eso?
-No pude evitarlo... ha sido un impulso. Lo necesitaba.
-Claro, lo necesitabas... la última vez que también lo necesitaste, acabaste huyendo...- al decirme eso, no pude evitar pensar en como había empezado todo eso, cual había sido la razón de mi huida...
Iba por los pasillos de Globomedia. Hacía unas horas había dado un paso importante en mi relación... éyo y mi chica iríamos a vivir juntos. Pero aunque estaba contento, convencido de mi decisión, necesitaba decírselo a ella, saber qué opinaba.
La encontré rápido, sabía donde encontrarla a esa hora y llamé a la puerta de su camerino.
-Adelante- oí al otro lado. Abrí la puerta y entré cerrando la puerta tras de mi.- Hola, Ángel- dijo Patricia sonriendo.
-Hola-dije- Necesito contarte algo.- le dije directo, sin rodeos, ella desde el sofá, me miraba con curiosidad.
-Dime.
-Verás... mi chica y yo nos vamos a vivir juntos.- vi como la mirada de Patricia se oscurecía, como bajaba la mirada y miraba al suelo, triste, quizás algo dolida. Me acerqué a ella y me agaché poniéndome a su altura- ¿Estás bien?
-Sí, estoy bien- dijo Patricia intentando disimular- es solo que me ha sorprendido. Pero me alegro por ti, de verdad.- sonreí, mentir no se le daba bien.
-No se te da bien mentir. Pero quiero que sepas algo- ella levantó la mirada, fijándola en la mía, tuve que respirar para tranquilizarme- Quiero que sepas que aunque empiece una nueva etapa en mi vida, aunque ahora viva con mi chica... tú serás mi tarada favorita.- Patricia volvió a bajar la mirada y vi como una lágrima se escapaba de sus ojos. La cogí por la barbilla, levantando su rostro y con la otra mano, secando esa lágrima rebelde. Nuestras miradas quedaron conectadas, como tantas otras veces y me acerqué a ella. No pude evitarlo, no quise evitarlo... La besé.
Pero Patricia me apartó, no quiso responderme a ese beso.
- Ya no Ángel... ya no.- se levantó del sofá en el que estaba sentada y se fue, dejándome allí, de rodillas en el suelo, sin entender que era lo que había pasado.
-Daniel... cállate- me arrepentía de haberle llamado.
-Duele oír la verdad, ¿a que sí? Pues te jodes.
-Vete a la mierda, Dani- y colgué. No había hecho bien, la estaba cagando en cada paso que daba, pero toda esa situación me estaba desbordando. Patricia seguía por Barcelona, Dani no me era de ayuda y yo... necesitaba estar al lado de ella y a la vez, estar lo más lejos posible.
_________________
En un momento dado dejé de caminar y me detuve con la extraña sensación de no saber a donde iba. Me quedé quieta mirando a mí alrededor y observando el tumulto de gente que pasaba por mi lado. Mujeres con bolsas de supermercados, hombres hablando por teléfono, parejas arrastrando carritos de bebés…
Me sentí perdida. Estaba en una ciudad en la que probablemente hubiese visto cosas preciosas de no ser por las razones que me habían llevado hasta ella.
Tomé aire y me aparté del paso de la gente, sentándome en las escaleras de entrada a un edificio y refugiándome en ellas de mi miedo, de la rabia que me invadía en ese momento. Era una escena estúpida, yo era una estúpida por pensar que todo se arreglaría cuando le encontrara, que no volvería a huir de mí sin darme una explicación.
Justo cuando mis ojos estaban a punto de estallar en un llanto incontrolable, noté como vibraba mi móvil en el bolso. No sabía en qué momento le había quitado el sonido, pero lo cierto es que no lograba oírlo.
Patricia: Hola… -Dije intentando no parecer abatida- Mierda… -Murmuré en cuanto me di cuenta de que no lo había conseguido-
Dani: Lo siento, Patri… Lo siento mucho. –Fue lo que escuché al otro lado del teléfono de otra voz que también me había sonado bastante afligida- No sabía que tuviese un amigo tan subnormal… Algún día se le pasará… Algún día te dará sus explicaciones, que seguro que las tiene…
Patricia: Pero no sé si cuando llegue ese día voy a quererlas, Dani… -Silencio- No hablemos de esto ahora, por favor… Bastante mal me siento ya.
Dani: ¿Qué vas a hacer ahora? –Sonreí irónicamente, ni yo misma lo sabía…-
Patricia: Pues me buscaré un hotel y volveré mañana a Madrid… -Le contesté sin pensar, procurando no preocuparlo más-
Dani: ¿No lo vas a intentar más?
Patricia: Estoy cansada… Llevo todo el día aquí, no he probado bocado desde hace horas, tengo frío… -Volví a quedarme callada mientras me pasaba la mano por los ojos para evitar derramar las lágrimas que significarían que estaba hundida- Me besó… -Dije más para mí que para él. Y rompí a llorar de nuevo sin poder evitarlo.- Me besó antes de dejarme tirada en un sitio que no conozco… Sin saber si tenía donde quedarme, sin invitarme siquiera a dormir en su casa esta noche… Me siento mal, Dani… He hecho todo esto y ahora siento que no se lo merecía.
Dani: Yo…
Patricia: Shh… Sé que eres su amigo y que te está doliendo que yo te diga todo esto a ti… Tranquilo, ¿vale? No digas nada de lo que te vayas a arrepentir luego.
Dani: De verdad que lo siento, Patri… Siento muchísimo que te haya tocado vivir una de las únicas locuras que ha hecho Ángel en toda su vida… -Sonreí levemente entre lágrimas-
Patricia: Ya bueno, siempre tiene que haber una primera vez para todo…
Dani: Sí… -Susurró sin más, aunque yo noté que no había dicho todo lo que quería-
Patricia: Oye… Te dejo que se me está haciendo tarde y tengo que buscar un sitio donde quedarme.
Dani: Vale… Si pasa algo, lo que sea y a la hora que sea…
Patricia: Te aviso, no te preocupes más… Un beso y gracias por todo.
Dani: Hasta mañana… -Fue lo último que oí antes de colgar y tirar de nuevo el móvil dentro del bolso sin ninguna delicadeza-
Me incorporé sin estar segura de lo que iba a hacer y comencé a caminar sin ningún destino. Cuando me quise dar cuenta, algunos de los edificios que veía me resultaban familiares y volví a pararme y mirarlo todo con mucha atención.
Había vuelto al lugar donde discutí con Ángel. Ni siquiera sabía como lo había hecho pero allí estaba, apoyada en la pared de un restaurante, observando la acera donde tuvo lugar la bronca. Con la mirada perdida y con muchísimo más frío del que sentía antes.
Busqué un lugar donde resguardarme un poco y suspiré al ver otras escaleras bastante amplias en la acera de enfrente. Otra cosa no, pero las escaleras de Barcelona me las iba a conocer perfectamente.
Crucé la calle y me senté en ellas, acurrucándome entre mis brazos y apoyando mi cabeza en la pared.
Me molestaba un poco el aire frío y penetrante pero llegó un momento en el que me pareció dejar de sentirlo.
Un hombre abrigado hasta las cejas se me acercó y casi sin mirarme me dejó unas monedas al lado del bolso. No sentí ni la más mínima tentación de levantarme y explicarle que se había equivocado. Ni siquiera me moví a recogerlas.
……………………..
Patricia: Hola Dani - respondí destrozada...
Sentía sensaciones contradictorias; por una parte quería hablar con Dani, contarle el recorrido que había hecho, desahogarme… pero por otro lado sabía que Dani no iba a ser capaz de ayudarme, de aconsejarme otros lugares donde seguir buscándole, así que esa llamada me estaba restando tiempo…
Dani: ¿Sabes algo o seguimos igual?
Patricia: Nada, Dani, nada – contesté completamente frustrada.
Dani: Escúchame, ¿quieres que coja un vuelo hasta Barcelona? Cuatro ojos ven más que dos…
Patricia: Puestos a poner ojos en el asunto deberíamos poner un anuncio en el periódico: “Se busca enano cobarde que sale corriendo en cuanto las cosas se ponen feas. Responde al nombre de Ángel Martín” – genial, ya había empezado a ironizar… eso era cosa del mal humor.
Al otro lado del teléfono se hizo el silencio, supuse que Dani no sabría qué decir, de manera que decidí calmar la situación poniéndome seria.
Patricia: No, Dani, tranquilo, no hace falta que vengas. Creo que esto es algo… - callé pues no quería decir esa palabra.
Dani: ¿Personal? – vaya, si lo llego a saber sí que la habría dicho – Tranquila, Patri, si te entiendo. Tendrás ganas de matar a Ángel tú solita…
Patricia: No, es sólo que si le encuentro… - no le iba a encontrar, estaba segurísima – si le encuentro… pienso que me daría más detalles si tú no… estuvieses… delante.
Dani: Vamos, que te sobro.
Patricia: Un poco, pero no te lo tomes en ese plan. Yo agradezco mucho lo que estás haciendo para ayudarme, Dani, y espero que lo sepas.
Dani: Lo sé, no estás sola en esto. Espera, rubia, que me entra una llamada... – se hizo el silencio durante un par de segundos - Nada, es un número que no conozco. Bueno, Patricia, si necesitas algo, si averiguas algo, llámame, ¿vale? Yo también estoy preocupado.
Patricia: Claro. Lo mismo te digo, guapo. Un besito.
Colgué con la sensación de que estaba cada vez más lejos de encontrar a Ángel, de abrazarle, de pedirle que no se separara nunca de mi, de decirle que no me importaba en absoluto el pasado, que sólo quería darnos una oportunidad, la oportunidad que ya nos merecimos aquella vez y que el tiempo se encargó de derrumbar.
Miré a mi alrededor; estaba parada en la calle, sumergida en mi mundo al igual que cientos de personas que pasaban por mi lado en esos momentos, con cara de despreocupación algunos, otros aislándose mientras escuchaban música, otros con muecas de enfado y stress… Me fijé en un chico joven que apenas llegaría a la mayoría de edad, iba hablando por el móvil, riéndose en voz alta de la conversación que estaba manteniendo vía telefónica… Esos jóvenes… cambiaban de móvil con una felicidad desbordante, siempre preocupados de llevar el último modelo y los más idiotas culminando el final de su nick con su número de teléfono… Su número de teléfono…
Dani… Le entraba una llamada… Teléfono desconocido… ¡¡¡ÁNGEL!!!
Ángel se había deshecho de su anterior número para que no pudiese localizarle, pero eso no significaba que no se hubiese hecho con otro teléfono para no estar incomunicado al cien por cien… ¿Y si ese número era Ángel? Tenía que serlo, estaba segura, tenía un presentimiento… Saqué el iPhone, que casi se me cae de las manos por los nervios, y busqué en la agenda el número de Dani. Descolgó al primer tono.
Dani: ¿Le has encontrado?
Patricia: Dame el número del teléfono que te ha llamado mientras hablabas conmigo – ordené sin dar más detalles.
Dani: ¿Qué? ¿Para qué?
Patricia: Tú dámelo, tengo una sensación extraña.
Dani: ¿Crees que es Ángel? ¿Y piensas llamar sin saber quién es? ¿Y si es mi casero?
Patricia: ¡¡Dame el jodido número, Daniel!!
Dani: Vale, vale… Te lo mando en un sms.
Colgué y esperé completamente inquieta a que entrase la señal de un nuevo sms permanecía esperando a ser leído en mi Bandeja de Entrada. Ya estaba a punto de llamar al avioncitos otra vez cuando un sobre apareció en la pantalla; abrí el sms y salí corriendo para buscar una cabina telefónica, porque era evidente que si Ángel estaba detrás de ese móvil, nunca me contestaría al reconocer mi número. Después de correr por unas cuantas manzanas, encontré una cabina libre y me apresuré a meterme dentro, echando unas cuantas monedas y marcando los dígitos que aparecían, desafiantes, en la pantalla de mi iPhone.
Un tono… otro… otro… Si no me contestaba nadie iba a enloquecer… Ya estaba empezando a lloriquear cuando me descolgaron.
Voz: ¿Sí?
Me dio un vuelco el corazón. Era él.
Patricia: ¿Ángel? Ángel, por favor, ¿dónde estás? Por favor, Ángel, dime dónde estás, necesito que hablemos, no puedes irte… - no lograba controlar mis lágrimas.
Ángel: ¿Patricia? Patricia… no puedo quedarme, sabes que no puedo. Sólo conseguiría hacerte daño, hacerle daño a todo el mundo y no puedo. No me busques más, sé que estás en Barcelona…
Patricia: Ángel, no puedes hacerme eso…
Ángel: Tampoco puedo amargarte la vida imponiéndote mi presencia.
Miré a través del cristal de la cabina… De nuevo gente, no la misma que hacía media hora… pero sí las mismas acciones… Andar lento o deprisa, los cascos en las orejas, el móvil agarrado… Abrí los ojos desmesuradamente, solté el teléfono y salí corriendo hacia un semáforo.
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Ángel: Patricia… ¿Patricia? ¿sigues ahí?
Me frené en la acera porque el semáforo estaba en rojo y no podía cruzar. Miré el móvil y pregunté un par de veces si seguía al otro lado, pero nadie me contestó. Un cosquilleo recorrió mi nuca, como cuando un desconocido te mira fijamente a los ojos, como cuando alguien te está observando desde lo lejos… Escuché cómo gritaban mi nombre y me giré lentamente.
Lo primero que recuerdo fue una larga melena rubia cayendo encima de mí, un intenso olor a caramelo y… un dolor increíble en mi mejilla izquierda…
Patricia me había encontrado.
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Lo primero que recuerdo fue una larga melena rubia cayendo encima de mí, un intenso olor a caramelo y… un dolor increíble en mi mejilla izquierda…
Patricia me había encontrado.
Llevé una de mis manos a la mejilla izquierda y levanté la mirada hacia ella. Rabia, ira, tristeza, dolor... eso es lo que me decían sus ojos algo rojos mientras alguna lágrima se escapaba de ellos. No pude sostener la mirada y miré al suelo.
-¿Por qué?- oí que me preguntaba- ¿Por qué, Ángel?
-Tenía que hacerlo.- noté un dolor en mi mejilla derecha y miré a Patricia sorprendido.
-No, no tenías que hacerlo, Ángel, no tenías.- me miraba con rabia, parecía que me odiaba... y yo no podía sostener la mirada.- Eres un cobarde, Ángel, un jodido cobarde. Puedo entender que quisieras desconectar y te fueras unos días, puedo entenderlo. ¿Pero desaparecer de un día para otro? ¿Y despidiéndote con una nota?- se acercó a mi, amenazante- ¡Eso no se hace!- dijo dándome golpes en el pecho a cada palabra- ¿Tú sabes lo preocupados que estábamos Dani y yo ¿No verdad? No te preocupaba que estuviera buscándote, que estuviera preocupada, no... el señorito tenía que desaparecer, quedarse incomunicado y alejarse de... de su pasado... así no podrás llegar a superarlo. Huir no es la solución, ¡joder!
-Patricia...
-¡Ni Patricia ni leches, Ángel! ¿Me has visto huir a mí? ¿Lo he hecho?- me preguntó- ¡No! He seguido allí, al pie del cañón, intentando llevarlo de la mejor manera posible, ¿y tú que has hecho? Decidir que lo mejor, para ti evidentemente, es huir, volver a tu antigua vida donde no tenías tantas preocupaciones y eras más o menos feliz...- puso sus manos en mi pecho y me empujó- Cobarde. Das pena.- se giró, alejándose de mí.
Estaba bloqueado. Sabía que no debía dejarla ir, que tenía que explicarle mis razones, que entendiera porque había huido aunque siguiera pensando que era un cobarde. Pero tenía que decírselo. El semáforo ya había pasado de rojo a verde unas cuantas veces, pero yo seguía allí, parado como un idiota y mirando a Patricia que cada vez estaba más lejos. No sé que fue lo que hizo que empezara a andar, pero de repente, me encontré corriendo para poder atrapar a Patricia.
-Patricia, ¡espera!- ella no se paró y yo hice un último sprint. La cogí del brazo y la giré. Su fachada de odio se había derrumbado y ahora solo se veía dolor. Las lágrimas escapaban de sus ojos sin descanso y a mi se me rompió el alma- Lo siento...- me acerqué a ella y la besé. Un beso corto, sin querer nada más, solo eso. Un beso. Me separé de ella que me miró sin entender nada y yo giré y me fui corriendo.
Volvía a huir, lo sabía. Pero no tenía valor para contarle porque, para decirle todo lo que pasaba por mi cabeza. Corrí hasta llegar a mi refugio y saqué el móvil.
-Tío, soy yo- dije cuando descolgaron.
-¿Eres tonto o que te pasa?- dijo Dani al otro lado- Estaba preocupado, como coño te vas sin decirme nada, sin decir donde te vas solo un asqueroso mensaje diciéndome que ya me llamarás...- oía que paraba un momento, solo para respirar y calmarse- Patricia está por Barcelona, buscándote. ¿Me oyes? ¡ESTÁ BUSCÁNDOTE, ZOPENCO!
-Dani, cálmate. Sé que Patricia está en Barcelona...me la acabo de cruzar.
-¿Qué?- preguntó Dani sorprendido.
-Pues eso...
-¿Y qué te ha dicho? ¿Y qué le has dicho? ¿Le has explicado por qué has huido? ¿Por qué aún no me lo has contado a mi? Tío, ¡di algo!
-Dani, para.- dije intentando que se calmara un poco- Solo verme me ha dado una bofetada y...
-¿Y...?- me instó Dani al otro lado.
-Pensaba que iba a matarme. Me ha dicho que soy un cobarde...
-Lo eres...- corroboró.
-Vale, sí. Me ha dicho que era un cobarde por huir, que esa no era la solución, que por qué me había ido así sin decir nada...
-¿Y qué le has dicho?- me preguntó, Dani. No contesté, me quedé callado y Dani me entendió- ¿No habrás sido capaz?
-¿No habré sido capaz de qué?- evité contestarle, no quería escuchar otra vez lo cobarde que era.
-¿Cómo que de qué? Ángel... no le has dicho nada, ¿verdad? Te has quedado callado- asentí sin decir ni una palabra, no me veía, pero estaba seguro que volvería a interpretar ese silencio.- Lo has hecho... de puta madre, Ángel, de puta madre. ¿Tú eres tonto o qué?
-Probablemente... sobretodo porque la besé y me fui- tuve que apartar el teléfono de mi oreja para no quedarme sordo.
-¿¡QUÉ!? ¡ERES IDIOTA, ÁNGEL! ¡COMPLETAMENTE IDIOTA!- chilló Dani- ¿Por qué has hecho eso?
-No pude evitarlo... ha sido un impulso. Lo necesitaba.
-Claro, lo necesitabas... la última vez que también lo necesitaste, acabaste huyendo...- al decirme eso, no pude evitar pensar en como había empezado todo eso, cual había sido la razón de mi huida...
Iba por los pasillos de Globomedia. Hacía unas horas había dado un paso importante en mi relación... éyo y mi chica iríamos a vivir juntos. Pero aunque estaba contento, convencido de mi decisión, necesitaba decírselo a ella, saber qué opinaba.
La encontré rápido, sabía donde encontrarla a esa hora y llamé a la puerta de su camerino.
-Adelante- oí al otro lado. Abrí la puerta y entré cerrando la puerta tras de mi.- Hola, Ángel- dijo Patricia sonriendo.
-Hola-dije- Necesito contarte algo.- le dije directo, sin rodeos, ella desde el sofá, me miraba con curiosidad.
-Dime.
-Verás... mi chica y yo nos vamos a vivir juntos.- vi como la mirada de Patricia se oscurecía, como bajaba la mirada y miraba al suelo, triste, quizás algo dolida. Me acerqué a ella y me agaché poniéndome a su altura- ¿Estás bien?
-Sí, estoy bien- dijo Patricia intentando disimular- es solo que me ha sorprendido. Pero me alegro por ti, de verdad.- sonreí, mentir no se le daba bien.
-No se te da bien mentir. Pero quiero que sepas algo- ella levantó la mirada, fijándola en la mía, tuve que respirar para tranquilizarme- Quiero que sepas que aunque empiece una nueva etapa en mi vida, aunque ahora viva con mi chica... tú serás mi tarada favorita.- Patricia volvió a bajar la mirada y vi como una lágrima se escapaba de sus ojos. La cogí por la barbilla, levantando su rostro y con la otra mano, secando esa lágrima rebelde. Nuestras miradas quedaron conectadas, como tantas otras veces y me acerqué a ella. No pude evitarlo, no quise evitarlo... La besé.
Pero Patricia me apartó, no quiso responderme a ese beso.
- Ya no Ángel... ya no.- se levantó del sofá en el que estaba sentada y se fue, dejándome allí, de rodillas en el suelo, sin entender que era lo que había pasado.
-Daniel... cállate- me arrepentía de haberle llamado.
-Duele oír la verdad, ¿a que sí? Pues te jodes.
-Vete a la mierda, Dani- y colgué. No había hecho bien, la estaba cagando en cada paso que daba, pero toda esa situación me estaba desbordando. Patricia seguía por Barcelona, Dani no me era de ayuda y yo... necesitaba estar al lado de ella y a la vez, estar lo más lejos posible.
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En un momento dado dejé de caminar y me detuve con la extraña sensación de no saber a donde iba. Me quedé quieta mirando a mí alrededor y observando el tumulto de gente que pasaba por mi lado. Mujeres con bolsas de supermercados, hombres hablando por teléfono, parejas arrastrando carritos de bebés…
Me sentí perdida. Estaba en una ciudad en la que probablemente hubiese visto cosas preciosas de no ser por las razones que me habían llevado hasta ella.
Tomé aire y me aparté del paso de la gente, sentándome en las escaleras de entrada a un edificio y refugiándome en ellas de mi miedo, de la rabia que me invadía en ese momento. Era una escena estúpida, yo era una estúpida por pensar que todo se arreglaría cuando le encontrara, que no volvería a huir de mí sin darme una explicación.
Justo cuando mis ojos estaban a punto de estallar en un llanto incontrolable, noté como vibraba mi móvil en el bolso. No sabía en qué momento le había quitado el sonido, pero lo cierto es que no lograba oírlo.
Patricia: Hola… -Dije intentando no parecer abatida- Mierda… -Murmuré en cuanto me di cuenta de que no lo había conseguido-
Dani: Lo siento, Patri… Lo siento mucho. –Fue lo que escuché al otro lado del teléfono de otra voz que también me había sonado bastante afligida- No sabía que tuviese un amigo tan subnormal… Algún día se le pasará… Algún día te dará sus explicaciones, que seguro que las tiene…
Patricia: Pero no sé si cuando llegue ese día voy a quererlas, Dani… -Silencio- No hablemos de esto ahora, por favor… Bastante mal me siento ya.
Dani: ¿Qué vas a hacer ahora? –Sonreí irónicamente, ni yo misma lo sabía…-
Patricia: Pues me buscaré un hotel y volveré mañana a Madrid… -Le contesté sin pensar, procurando no preocuparlo más-
Dani: ¿No lo vas a intentar más?
Patricia: Estoy cansada… Llevo todo el día aquí, no he probado bocado desde hace horas, tengo frío… -Volví a quedarme callada mientras me pasaba la mano por los ojos para evitar derramar las lágrimas que significarían que estaba hundida- Me besó… -Dije más para mí que para él. Y rompí a llorar de nuevo sin poder evitarlo.- Me besó antes de dejarme tirada en un sitio que no conozco… Sin saber si tenía donde quedarme, sin invitarme siquiera a dormir en su casa esta noche… Me siento mal, Dani… He hecho todo esto y ahora siento que no se lo merecía.
Dani: Yo…
Patricia: Shh… Sé que eres su amigo y que te está doliendo que yo te diga todo esto a ti… Tranquilo, ¿vale? No digas nada de lo que te vayas a arrepentir luego.
Dani: De verdad que lo siento, Patri… Siento muchísimo que te haya tocado vivir una de las únicas locuras que ha hecho Ángel en toda su vida… -Sonreí levemente entre lágrimas-
Patricia: Ya bueno, siempre tiene que haber una primera vez para todo…
Dani: Sí… -Susurró sin más, aunque yo noté que no había dicho todo lo que quería-
Patricia: Oye… Te dejo que se me está haciendo tarde y tengo que buscar un sitio donde quedarme.
Dani: Vale… Si pasa algo, lo que sea y a la hora que sea…
Patricia: Te aviso, no te preocupes más… Un beso y gracias por todo.
Dani: Hasta mañana… -Fue lo último que oí antes de colgar y tirar de nuevo el móvil dentro del bolso sin ninguna delicadeza-
Me incorporé sin estar segura de lo que iba a hacer y comencé a caminar sin ningún destino. Cuando me quise dar cuenta, algunos de los edificios que veía me resultaban familiares y volví a pararme y mirarlo todo con mucha atención.
Había vuelto al lugar donde discutí con Ángel. Ni siquiera sabía como lo había hecho pero allí estaba, apoyada en la pared de un restaurante, observando la acera donde tuvo lugar la bronca. Con la mirada perdida y con muchísimo más frío del que sentía antes.
Busqué un lugar donde resguardarme un poco y suspiré al ver otras escaleras bastante amplias en la acera de enfrente. Otra cosa no, pero las escaleras de Barcelona me las iba a conocer perfectamente.
Crucé la calle y me senté en ellas, acurrucándome entre mis brazos y apoyando mi cabeza en la pared.
Me molestaba un poco el aire frío y penetrante pero llegó un momento en el que me pareció dejar de sentirlo.
Un hombre abrigado hasta las cejas se me acercó y casi sin mirarme me dejó unas monedas al lado del bolso. No sentí ni la más mínima tentación de levantarme y explicarle que se había equivocado. Ni siquiera me moví a recogerlas.
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Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
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Gilipollas, cobarde, más que cobarde… Repetía una y otra vez en mi cabeza.
Desde que hablé con Dani no dejaba de insultarme a mí mismo sin evitar pensar que no servía de nada saber lo que era si no hacía algo para remediarlo.
Me levanté del suelo apoyado en la pared y me separé con miedo. Llevaba casi dos horas en la misma postura y los músculos habían empezado a entumecerse.
Era de noche. Casi no quedaba gente en la calle y el frío calaba los huesos.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, cabizbajo y a punto de ponerme a llorar. La situación me estaba desbordando y solo quería tener la oportunidad de ser valiente por una vez y atreverme a buscarla y explicarle que ella se merecía un tío que no fuese capaz de mentirle, que no la hiriera y que siempre estuviera ahí para protegerla y quererla.
Yo, de esos requisitos solo cumplía el último. La amaba, la quería más que a nada en el mundo y aún así había sido capaz de alejarme de ella por no hacer sufrir innecesariamente a mi chica.
Patricia ni siquiera sabía que tenía novia la primera vez que nos besamos. Y yo ni siquiera estaba pensando en ella cuando lo hicimos.
Acabábamos de partir el año juntos por primera vez. En la tele, sí, pero aún así me resultaba especial tenerla a mi lado ese día.
El año 2007 aún era un recién nacido que solo contaba con unos minutos en los que la gente gritaba, bebía y se lanzaba confeti de todas las marcas y colores por encima.
Patricia y yo nos abrazamos justo cuando felicitábamos a la pequeña parte de España a la que le gusta innovar y nos había elegido a nosotros en nuestro primer año. Fue un abrazo guionizado y que ni siquiera disfruté porque se me pasó demasiado rápido.
……….
……….
Patricia: Bueno, ¿qué? ¿No me a felicitar bien? –Me preguntó ya en el backstage, donde solo estábamos nosotros y los compañeros a los que también les había tocado pringar en fin de año-
Ángel: ¿No te ha servido el abrazo de antes? –Sonrió y me acercó una copa. Probablemente me la acercó demasiado y ella también, hasta casi rozarme el pecho con sus manos-
Patricia: El de antes era de mentira… -Susurró mientras depositaba la bebida en mis manos y se separaba un poco de mí-
Yo di un trago bastante largo y volví a dejarla sobre la mesa. Me aproximé a ella despacio.
Ángel: Feliz año, Patricia. –Le dije sonriendo mientras la abrazaba-
Patricia: Feliz año, Ángel… -Respondió apoyando su cabeza en mi hombro y consolidando el abrazo- Y que este no sea el último, ¿no?
Ángel: Que sea el primero de muchos. –Contesté mientras Patricia se soltaba de mis brazos y se quedaba a pocos centímetros de mí, mirándome- ¿Pasa algo? –Pregunté en voz baja, como si no quisiera que dejara de clavar sus ojos en los míos, pero a la vez, muriéndome de ganas de saber por qué lo hacía-
Patricia: Mi madre… -Comenzó a decir nerviosa- Ella decía que los años había que empezarlos besándote con la persona que más quieras y… -Instintivamente, pensé en mi chica, en que estaría pasando la noche vieja con su familia y echándome de menos- Tú eres el único que está aquí ahora… ¿Qué hacemos? –Era muy mala inventando excusas pero a mí me hacía mucha gracia-
Ángel: No sé… ¿Qué sugieres? –Le pregunté sutilmente, arrimándome más a ella y haciendo que retrocediera un poco-
Patricia: Sugiero que me beses… -Susurró con los ojos cerrados, sonrojándose-
Terminé de acercarme y llevé una de mis manos a su mejilla ardiendo a pesar del frío. Ella, instintivamente, movió la cabeza hacia ese lado y besó la palma con timidez. Temblé con ese simple contacto y esa señal me hizo querer continuar.
Patricia apoyó su mano sobre mi hombro y yo la atraje hacia mi cuerpo. Nuestros labios estaban a escasos centímetros y yo notaba como su corazón latía con fuerza en su pecho. No estaba realmente seguro de donde acababan sus latidos y empezaban los míos pero tampoco era momento para pensar.
Rozó suavemente sus labios con los míos y comenzamos a investigarnos sin ningún atisbo de prisa en nuestros movimientos. Pronto nuestras lenguas interrumpieron y no pudimos evitar darles el protagonismo que nos solicitaban.
No sabía si era por el momento mágico que habíamos elegido para hacerlo. Lo que sí tenía claro era que estaba siendo el beso más dulce que me habían dado en mi vida.
Patricia: Feliz año, Ángel. –Susurró en mi oído mientras volvía a abrazarme-
Ángel: Felicidades… -Respondí del mismo modo-
Y allí estaba… Tirada en el suelo de un portal, abrazándose ella misma y probablemente durmiendo. Debía estar demasiado cansada y muerta de frío. Casi no llevaba abrigo y estaba completamente seguro de que ni siquiera había comido nada desde que llegó.
Por primera vez me sentí desgraciado al verla. Ya tenía claro que era un cobarde y que huía siempre de las cosas que sabía que me harían daño. Pero ella había ido a buscarme, estaba tumbada en una calle por la que probablemente la hubiese llevado a pasear en nuestro primer viaje a Barcelona. Si no hubiese sido tan egoísta de pensar solo en mí y no tener en cuenta lo que ella quería.
Me acerqué y me quité la chaqueta. Me senté a su lado y la tapé con ella, frotándole los hombros para hacerla entrar en calor.
Patricia: ¿Qué haces aquí, Ángel? –Preguntó sin necesidad de levantar la vista de la pared-
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Me acerqué y me quité la chaqueta. Me senté a su lado y la tapé con ella, frotándole los hombros para hacerla entrar en calor.
Patricia: ¿Qué haces aquí, Ángel? –Preguntó sin necesidad de levantar la vista de la pared-
…
No contesté y apoyé mi cabeza en el otro lado de la pared, aunque uno de mis brazos todavía estaba tímidamente alrededor de su cuerpo.
Patricia: ¿Por qué me haces esto? Me besas, luego me dejas tirada en la calle, y ahora vienes a buscarme... –Dijo con voz frágil. –
Ángel: Patr…
Patricia: Cállate, ahora no quiero oírte. No tengo más fuerzas ni ganas.
Aparté mi brazo de su espalda y giré del todo hacia el lado contrario.
Sentí como me miró de reojo y yo hice lo mismo, pero ella apartó rápidamente la vista hacia otro lado.
Poco a poco fui cerrando los ojos, fui dejando de oír todo lo que me rodeaba…
oOo
El ruido de un pequeño sollozo hizo que, después de un rato, me despertara.
Me giré y la vi, encogida en posición fetal, con la coleta deshecha y gran parte de la pintura corrida por toda su cara. Me miraba, y aunque no tuviera derecho a nada en aquel momento sabía que me estaba pidiendo ayuda a gritos. Me tallé los ojos y me levanté.
La agarré por la cintura y la levanté aunque ella hacia fuerza, inconsciente o conscientemente, por quedarse allí.
Ángel: Me parece bien que no quieras hablarme, pero ahora mismo vamos a irnos de aquí
Patricia: ¿Por qué no te vas ya y me dejas? Puedes coger tu chaqueta, no la quiero
Ángel: Está bien… que no sea porque lo he intentado.
Acto seguido salí por el portal y me quedé bastante rato por fuera, esperando a que Patricia se durmiera en aquellas incómodas escaleras para poder llevarla a otro sitio. Cuando volví a entrar estaba encogida sobre un escalón, todavía con las marcas del recorrido de las lágrimas por su rostro y las manos entre las piernas, dándose un poco de calor. Su cabeza yacía sobre el frío mármol.
La cargué como pude y caminé con ella a cuestas durante un rato, hasta llegar a mi coche.
Después la senté en el asiento del copiloto sin hacer demasiado ruido, y yo me subí en el otro lado.
Estuve pensando un buen rato dónde llevarla, no podía dejar que se despertara y me viera con ella porque aunque fuera lo que llevaba pidiendo desde que llegó, se cabrearía aún más. La conocía perfectamente.
Cuando se me ocurrió un buen lugar, arranqué y me dirigí hacia allí lo más rápido posible.
Recepcionista: Buenas noches, ¿qué desea?
Ángel: Habitación para uno, por favor.
Tras darme las llaves, la subí a la habitación y, con cuidado, le quité los zapatos. La acosté sobre la blanca cama y saqué una manta del armario para taparla.
Luego, cogí un trozo de papel y un bolígrafo, y le dejé una nota sobre la mesilla de noche, justo al lado del teléfono.
Cuando llegué a casa estaba casi amaneciendo…
oOo
Nada más abrir los ojos presentí que no iba a ser un buen día. Despertarme en un sitio que no conozco es de las cosas que menos me apasionan en esta vida, y encima, tenía un horrible dolor de espalda.
Enseguida adiviné que era una habitación de hotel, todo estaba demasiado ordenado y el logo del mismo estaba sobre la manta que me abrigaba.
Me levanté como pude y tras abrir la cortina para ver las vistas e intentar ubicarme un poco, estuve más tranquila. Sabía donde estaba y podría llegar fácilmente al aeropuerto para volver a Madrid…
El sonido del teléfono de la habitación me sacó de mi ensimismamiento.
Patricia: ¿Sí?
Recepción: ¿Señorita Conde?
Patricia: Sí, soy yo
Recepción: Sólo queríamos saber si estaba despierta, vamos a subirle enseguida el desayuno que nos encargó anoche.
Patricia: Claro… no hay problema.
Tras colgar supe que todo había sido idea de Ángel, sobre todo por la nota en el papel amarillo que había dejado sobre la mesa:
“Perdona por no haberme quedado ahí, pero no tengo dinero para pagar una habitación doble, y lo que me faltaba era cogerte dinero sin permiso. Tienes todo el día pagado, no me hagas el feo y por lo menos, aprovecha. Si después de leer esto quieres seguir sabiendo de mí, puedes llamarme... Un beso.”
Después de leer esto me surgían bastantes dudas, pero me había pagado un día en el hotel, lo último que quería hacer era quedarme en estas cuatro paredes encerrada.
Enseguida tocaron en la puerta y me dirigí a abrir.
-Su desayuno señorita. –Dijo un amable botones vestido con un uniforme color vino. –
-Muchísimas gracias. –Cogí el carro con la comida y tras sonreírle amablemente, cerré la puerta. –
Una vez dentro de la habitación me senté en la cama y me paré a observar todo lo que me habían traído. Tostadas, café, zumo de naranja, algo de fruta… no estaba acostumbrada a desayunar tanto pero ciertamente, hoy tenía hambre. Justo a un lado de la bandeja había algunas rosas de varios colores, y sonreí inconscientemente, le conocía mejor de lo que él creía…
oOo
Y allí la dejé, intentando recompensarla por todo lo que le había hecho.
Pero, aunque pensara que estaba lejos, me encontraba más cerca de lo que probablemente podía imaginarse…
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Y allí la dejé, intentando recompensarla por todo lo que le había hecho.
Pero, aunque pensara que estaba lejos, me encontraba más cerca de lo que probablemente podía imaginarse…
Y allí estaba yo, donde me había pasado toda la noche... Sabía perfectamente que Patricia nada más despertar tenía la costumbre de abrir la ventana o el balcón y tomar unos minutos en aire de la mañana, ella misma me lo había contado.
Y ahí estaba, apostado en la acera de enfrente del hotel, donde había pasado toda la noche, sin importarme el frio, mirando a cada instante la ventana de su hab´tación, por si la luz se encendía, por si decidía asomarse... Y lo hizo, primero vi un sutil movimiento en las cortinas, finalmente las hojoas de la ventana se abrieron de par en par, dejando ver la perfecta imagen de una Patricia Conde recien levantada...
Tan hermosa como siempre, tan perfecta en su misma imperfección que sentí como mi alma se prendaba un poco más de ella... Era la primera vez que veía esa imagen y un corrientazo sacudió mi espalda. Patricia miraba a lo lejos, oteando el paisaje de la ciudad...
"Mírame... mirame preciosa... deja que esa mirada tuya me encuentre.... aqui abajo... vamos, Patricia... Mirame y dedicame esa sonrisa tuya y... y sere tuyo para siempre... volvere a ti... vamos, vamos mirame..." Eso estaba pensando yo, nervioso, con el alma en vilo... pero no lo hizo, se tocó cuidadosamente el pelo y regresó al interior de la habitación, sin tan siquiera dirigir su mirada en la dirección donde yo estaba.
Apenado y cabizbajo, me encaminé al único lugar de Barcelona donde me llegaba a sentir solo, aislado del mundo, cómodo en mis momentos más tristes... bajé por aquella calle, paralela a las ramblas y camine, primero por El passeig de colon, hasta la plaça Pau villa y crucé la Barceloneta hasta llegar a la playa...
Ascendí por el passeig maritim de la barceloneta hasta la altura del espigon del gas. Crucé la arena y me adentre caminando por la parte superior de las rocas... llegué al borde y me senté, con las rodillas entre mis brazos, mirando la inmensidad azul del mare nostrum.
Allí, cerca de doscientos metros adentrado en aquel mar, que esa mañana presentaba un oleaje que en ocasiones llegaba a salpicarme levemente, me sentí solo, en paz conmigo mismo y con mis turbulentos pensamientos...
No sabía que hacer... No sabía que sentir...HAsta hacía unas semanas creia que lo que sentía por Patricia era una amistad mal entendida por mi parte... Creia amar a mi chica, por eso me decidí a dar aquel paso. Patricia, su reacción, lo que sentí al darle la noticia... fue como un portazo, como si algo en mi interior se partiera ante la fatalidad como un palillo bajo el peso de un transatlántico...
Me di cuenta de que la amaba, de que amaba a Patricia... Y esa misma noche, al llegar a casa y ver a mi chica, esperandome ansiosa por contarme su dia y saber del mio... no pude... y cometí el segundo error...
>>Llegué a casa con el deseo de estar solo, de relajarme y pensar. Deposité pesadamente las llaves en la mesita de la entrada, esa que ella había comprado para mi. arrastre mis pies hasta el salón mientras me quitaba la chupa de cuero y la arroje en una silla. Me giré y la vi, sentada en el sofá, mirandome anelante, sonriente...
--¡Hola cariño! - dijo levantandose del asiento y corriendo a abrazarme.
--¿Que haces aquí? - Esa fue mi unica y abatida respuesta...
-- Bueno que... He decidido que no merece la pena esperar más ¿no? Total, que mas da esperar tres dias más o venirme ya...
Apreté los labios, bajé el rostro y la miré con gesto de preocupación, torciendo el gesto...
--Yo...
--¿Pasa algo Ángel? - Me dijo preocupada...
-- Yo...Joder cariño - suspiré - Como te digo yo esto ahora...
--¿Decirme qué? - me agarró las manos y las puso a la altura de su corazón, yo sin darme cuenta las retire bruscamente - Ángel cielo me estas preocupando...
--No podemos hacer esto... no está bien... - mi frente se perló de sudor frio y mis manos temblaron por los nervios -. Tu no puedes venir aqui así, ahora... yo...yo... no puedo seguir con esto...
-- Venga cariño, es normal que tengas miedo... Yo tambien lo tengo, además es normal que estes algo perdido, he adelantado los planes, pero ya veras como nos ira bien... no tienes que temer nada...
--No Emma, no lo entiendes... - hice una pausa para tragar algo de saliba - Que no puedo seguir con esto... con lo nuestro - Me miró estupefacta.
--¿Me... me estás dejando? - su mirada reflejaba disgusto - ¿Así, ahora?
--No puedo seguir engañandote más, ni engañandome a mi... Pense que te quería pero no... porque siento que... no se lo que siento y ella... y estoy muy perdido porque... - estaba divagando, típico en mi cuando ni yo sabia bien que queria decir o que estaba sintiendo...
--Es ella ¿verdad? - la mire sin comprender - Es Patricia... La quieres.
--Yo... ¿Cómo... Cómo lo sabes?
--Vamos Ángel, me hago la tonta pero no lo sois... Tengo ojos ¿Sabes? No había mas que mirar el programa para darse cuenta de que sientes algo... y lo peor, que ella lo siente por tí - Parecía enfadada, pero no gritaba - Desde que comenzó el programa llevo conformandome con las migajas de tus miradas, de tus sonrisas, de tus palabras dulces... porque se las dedicabas todas a ella... pero a mi me bastaba eso, porque veia que te esforzabas por quererme, porque me hacias sentir especial a tu manera... porque sabia que querias quererme... Incluso hace unos meses parecía que todo iba bien, que lo habias superado y me querias como la querias a ella... pero veo que todo ha sido un espejismo... - agarró su chaqueta y una maleta en la que yo ni siquiera habia reparado - ¡Tu dices que ya no puedes seguir engañandome, pero soy yo la que no va a consentirlo más! Porque me merezco más, me merezco que me quieran... y tú, por mas que me duaela, nunca lo haras...
Dio media vuelta y salio de mi casa, dejando su juego de llaves en la entrada.
--Sí, te mereces algo mejor que yo... -dije ya para mi -. Y Patricia también...
Trate de aguantar, de soportarlo, pero no pude, y una vez mas me vencio la cobardía... y escapé.<<
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Terminé el desayuno y busque mi movil... esa mañana, al asomarme al balcon habia sentido a Ángel cerca, su dolor...
--¿Dani?
--Uhmmm Buenos dias rubia - me legó su vos somnolienta -. ¿Que quieres?
--Necesito saber algo...
--Diiiime - dijo cansado.
--¿Hay algun sitio en Barcelona donde Ángel acuda para estar solo?
-- ¿Para que quieres saber eso?
--Es una corazonada... Dani ¿Lo hay o no?
--Uhmmm... déjame pensar...
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Gilipollas, cobarde, más que cobarde… Repetía una y otra vez en mi cabeza.
Desde que hablé con Dani no dejaba de insultarme a mí mismo sin evitar pensar que no servía de nada saber lo que era si no hacía algo para remediarlo.
Me levanté del suelo apoyado en la pared y me separé con miedo. Llevaba casi dos horas en la misma postura y los músculos habían empezado a entumecerse.
Era de noche. Casi no quedaba gente en la calle y el frío calaba los huesos.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, cabizbajo y a punto de ponerme a llorar. La situación me estaba desbordando y solo quería tener la oportunidad de ser valiente por una vez y atreverme a buscarla y explicarle que ella se merecía un tío que no fuese capaz de mentirle, que no la hiriera y que siempre estuviera ahí para protegerla y quererla.
Yo, de esos requisitos solo cumplía el último. La amaba, la quería más que a nada en el mundo y aún así había sido capaz de alejarme de ella por no hacer sufrir innecesariamente a mi chica.
Patricia ni siquiera sabía que tenía novia la primera vez que nos besamos. Y yo ni siquiera estaba pensando en ella cuando lo hicimos.
Acabábamos de partir el año juntos por primera vez. En la tele, sí, pero aún así me resultaba especial tenerla a mi lado ese día.
El año 2007 aún era un recién nacido que solo contaba con unos minutos en los que la gente gritaba, bebía y se lanzaba confeti de todas las marcas y colores por encima.
Patricia y yo nos abrazamos justo cuando felicitábamos a la pequeña parte de España a la que le gusta innovar y nos había elegido a nosotros en nuestro primer año. Fue un abrazo guionizado y que ni siquiera disfruté porque se me pasó demasiado rápido.
……….
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Patricia: Bueno, ¿qué? ¿No me a felicitar bien? –Me preguntó ya en el backstage, donde solo estábamos nosotros y los compañeros a los que también les había tocado pringar en fin de año-
Ángel: ¿No te ha servido el abrazo de antes? –Sonrió y me acercó una copa. Probablemente me la acercó demasiado y ella también, hasta casi rozarme el pecho con sus manos-
Patricia: El de antes era de mentira… -Susurró mientras depositaba la bebida en mis manos y se separaba un poco de mí-
Yo di un trago bastante largo y volví a dejarla sobre la mesa. Me aproximé a ella despacio.
Ángel: Feliz año, Patricia. –Le dije sonriendo mientras la abrazaba-
Patricia: Feliz año, Ángel… -Respondió apoyando su cabeza en mi hombro y consolidando el abrazo- Y que este no sea el último, ¿no?
Ángel: Que sea el primero de muchos. –Contesté mientras Patricia se soltaba de mis brazos y se quedaba a pocos centímetros de mí, mirándome- ¿Pasa algo? –Pregunté en voz baja, como si no quisiera que dejara de clavar sus ojos en los míos, pero a la vez, muriéndome de ganas de saber por qué lo hacía-
Patricia: Mi madre… -Comenzó a decir nerviosa- Ella decía que los años había que empezarlos besándote con la persona que más quieras y… -Instintivamente, pensé en mi chica, en que estaría pasando la noche vieja con su familia y echándome de menos- Tú eres el único que está aquí ahora… ¿Qué hacemos? –Era muy mala inventando excusas pero a mí me hacía mucha gracia-
Ángel: No sé… ¿Qué sugieres? –Le pregunté sutilmente, arrimándome más a ella y haciendo que retrocediera un poco-
Patricia: Sugiero que me beses… -Susurró con los ojos cerrados, sonrojándose-
Terminé de acercarme y llevé una de mis manos a su mejilla ardiendo a pesar del frío. Ella, instintivamente, movió la cabeza hacia ese lado y besó la palma con timidez. Temblé con ese simple contacto y esa señal me hizo querer continuar.
Patricia apoyó su mano sobre mi hombro y yo la atraje hacia mi cuerpo. Nuestros labios estaban a escasos centímetros y yo notaba como su corazón latía con fuerza en su pecho. No estaba realmente seguro de donde acababan sus latidos y empezaban los míos pero tampoco era momento para pensar.
Rozó suavemente sus labios con los míos y comenzamos a investigarnos sin ningún atisbo de prisa en nuestros movimientos. Pronto nuestras lenguas interrumpieron y no pudimos evitar darles el protagonismo que nos solicitaban.
No sabía si era por el momento mágico que habíamos elegido para hacerlo. Lo que sí tenía claro era que estaba siendo el beso más dulce que me habían dado en mi vida.
Patricia: Feliz año, Ángel. –Susurró en mi oído mientras volvía a abrazarme-
Ángel: Felicidades… -Respondí del mismo modo-
Y allí estaba… Tirada en el suelo de un portal, abrazándose ella misma y probablemente durmiendo. Debía estar demasiado cansada y muerta de frío. Casi no llevaba abrigo y estaba completamente seguro de que ni siquiera había comido nada desde que llegó.
Por primera vez me sentí desgraciado al verla. Ya tenía claro que era un cobarde y que huía siempre de las cosas que sabía que me harían daño. Pero ella había ido a buscarme, estaba tumbada en una calle por la que probablemente la hubiese llevado a pasear en nuestro primer viaje a Barcelona. Si no hubiese sido tan egoísta de pensar solo en mí y no tener en cuenta lo que ella quería.
Me acerqué y me quité la chaqueta. Me senté a su lado y la tapé con ella, frotándole los hombros para hacerla entrar en calor.
Patricia: ¿Qué haces aquí, Ángel? –Preguntó sin necesidad de levantar la vista de la pared-
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Me acerqué y me quité la chaqueta. Me senté a su lado y la tapé con ella, frotándole los hombros para hacerla entrar en calor.
Patricia: ¿Qué haces aquí, Ángel? –Preguntó sin necesidad de levantar la vista de la pared-
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No contesté y apoyé mi cabeza en el otro lado de la pared, aunque uno de mis brazos todavía estaba tímidamente alrededor de su cuerpo.
Patricia: ¿Por qué me haces esto? Me besas, luego me dejas tirada en la calle, y ahora vienes a buscarme... –Dijo con voz frágil. –
Ángel: Patr…
Patricia: Cállate, ahora no quiero oírte. No tengo más fuerzas ni ganas.
Aparté mi brazo de su espalda y giré del todo hacia el lado contrario.
Sentí como me miró de reojo y yo hice lo mismo, pero ella apartó rápidamente la vista hacia otro lado.
Poco a poco fui cerrando los ojos, fui dejando de oír todo lo que me rodeaba…
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El ruido de un pequeño sollozo hizo que, después de un rato, me despertara.
Me giré y la vi, encogida en posición fetal, con la coleta deshecha y gran parte de la pintura corrida por toda su cara. Me miraba, y aunque no tuviera derecho a nada en aquel momento sabía que me estaba pidiendo ayuda a gritos. Me tallé los ojos y me levanté.
La agarré por la cintura y la levanté aunque ella hacia fuerza, inconsciente o conscientemente, por quedarse allí.
Ángel: Me parece bien que no quieras hablarme, pero ahora mismo vamos a irnos de aquí
Patricia: ¿Por qué no te vas ya y me dejas? Puedes coger tu chaqueta, no la quiero
Ángel: Está bien… que no sea porque lo he intentado.
Acto seguido salí por el portal y me quedé bastante rato por fuera, esperando a que Patricia se durmiera en aquellas incómodas escaleras para poder llevarla a otro sitio. Cuando volví a entrar estaba encogida sobre un escalón, todavía con las marcas del recorrido de las lágrimas por su rostro y las manos entre las piernas, dándose un poco de calor. Su cabeza yacía sobre el frío mármol.
La cargué como pude y caminé con ella a cuestas durante un rato, hasta llegar a mi coche.
Después la senté en el asiento del copiloto sin hacer demasiado ruido, y yo me subí en el otro lado.
Estuve pensando un buen rato dónde llevarla, no podía dejar que se despertara y me viera con ella porque aunque fuera lo que llevaba pidiendo desde que llegó, se cabrearía aún más. La conocía perfectamente.
Cuando se me ocurrió un buen lugar, arranqué y me dirigí hacia allí lo más rápido posible.
Recepcionista: Buenas noches, ¿qué desea?
Ángel: Habitación para uno, por favor.
Tras darme las llaves, la subí a la habitación y, con cuidado, le quité los zapatos. La acosté sobre la blanca cama y saqué una manta del armario para taparla.
Luego, cogí un trozo de papel y un bolígrafo, y le dejé una nota sobre la mesilla de noche, justo al lado del teléfono.
Cuando llegué a casa estaba casi amaneciendo…
oOo
Nada más abrir los ojos presentí que no iba a ser un buen día. Despertarme en un sitio que no conozco es de las cosas que menos me apasionan en esta vida, y encima, tenía un horrible dolor de espalda.
Enseguida adiviné que era una habitación de hotel, todo estaba demasiado ordenado y el logo del mismo estaba sobre la manta que me abrigaba.
Me levanté como pude y tras abrir la cortina para ver las vistas e intentar ubicarme un poco, estuve más tranquila. Sabía donde estaba y podría llegar fácilmente al aeropuerto para volver a Madrid…
El sonido del teléfono de la habitación me sacó de mi ensimismamiento.
Patricia: ¿Sí?
Recepción: ¿Señorita Conde?
Patricia: Sí, soy yo
Recepción: Sólo queríamos saber si estaba despierta, vamos a subirle enseguida el desayuno que nos encargó anoche.
Patricia: Claro… no hay problema.
Tras colgar supe que todo había sido idea de Ángel, sobre todo por la nota en el papel amarillo que había dejado sobre la mesa:
“Perdona por no haberme quedado ahí, pero no tengo dinero para pagar una habitación doble, y lo que me faltaba era cogerte dinero sin permiso. Tienes todo el día pagado, no me hagas el feo y por lo menos, aprovecha. Si después de leer esto quieres seguir sabiendo de mí, puedes llamarme... Un beso.”
Después de leer esto me surgían bastantes dudas, pero me había pagado un día en el hotel, lo último que quería hacer era quedarme en estas cuatro paredes encerrada.
Enseguida tocaron en la puerta y me dirigí a abrir.
-Su desayuno señorita. –Dijo un amable botones vestido con un uniforme color vino. –
-Muchísimas gracias. –Cogí el carro con la comida y tras sonreírle amablemente, cerré la puerta. –
Una vez dentro de la habitación me senté en la cama y me paré a observar todo lo que me habían traído. Tostadas, café, zumo de naranja, algo de fruta… no estaba acostumbrada a desayunar tanto pero ciertamente, hoy tenía hambre. Justo a un lado de la bandeja había algunas rosas de varios colores, y sonreí inconscientemente, le conocía mejor de lo que él creía…
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Y allí la dejé, intentando recompensarla por todo lo que le había hecho.
Pero, aunque pensara que estaba lejos, me encontraba más cerca de lo que probablemente podía imaginarse…
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Y allí la dejé, intentando recompensarla por todo lo que le había hecho.
Pero, aunque pensara que estaba lejos, me encontraba más cerca de lo que probablemente podía imaginarse…
Y allí estaba yo, donde me había pasado toda la noche... Sabía perfectamente que Patricia nada más despertar tenía la costumbre de abrir la ventana o el balcón y tomar unos minutos en aire de la mañana, ella misma me lo había contado.
Y ahí estaba, apostado en la acera de enfrente del hotel, donde había pasado toda la noche, sin importarme el frio, mirando a cada instante la ventana de su hab´tación, por si la luz se encendía, por si decidía asomarse... Y lo hizo, primero vi un sutil movimiento en las cortinas, finalmente las hojoas de la ventana se abrieron de par en par, dejando ver la perfecta imagen de una Patricia Conde recien levantada...
Tan hermosa como siempre, tan perfecta en su misma imperfección que sentí como mi alma se prendaba un poco más de ella... Era la primera vez que veía esa imagen y un corrientazo sacudió mi espalda. Patricia miraba a lo lejos, oteando el paisaje de la ciudad...
"Mírame... mirame preciosa... deja que esa mirada tuya me encuentre.... aqui abajo... vamos, Patricia... Mirame y dedicame esa sonrisa tuya y... y sere tuyo para siempre... volvere a ti... vamos, vamos mirame..." Eso estaba pensando yo, nervioso, con el alma en vilo... pero no lo hizo, se tocó cuidadosamente el pelo y regresó al interior de la habitación, sin tan siquiera dirigir su mirada en la dirección donde yo estaba.
Apenado y cabizbajo, me encaminé al único lugar de Barcelona donde me llegaba a sentir solo, aislado del mundo, cómodo en mis momentos más tristes... bajé por aquella calle, paralela a las ramblas y camine, primero por El passeig de colon, hasta la plaça Pau villa y crucé la Barceloneta hasta llegar a la playa...
Ascendí por el passeig maritim de la barceloneta hasta la altura del espigon del gas. Crucé la arena y me adentre caminando por la parte superior de las rocas... llegué al borde y me senté, con las rodillas entre mis brazos, mirando la inmensidad azul del mare nostrum.
Allí, cerca de doscientos metros adentrado en aquel mar, que esa mañana presentaba un oleaje que en ocasiones llegaba a salpicarme levemente, me sentí solo, en paz conmigo mismo y con mis turbulentos pensamientos...
No sabía que hacer... No sabía que sentir...HAsta hacía unas semanas creia que lo que sentía por Patricia era una amistad mal entendida por mi parte... Creia amar a mi chica, por eso me decidí a dar aquel paso. Patricia, su reacción, lo que sentí al darle la noticia... fue como un portazo, como si algo en mi interior se partiera ante la fatalidad como un palillo bajo el peso de un transatlántico...
Me di cuenta de que la amaba, de que amaba a Patricia... Y esa misma noche, al llegar a casa y ver a mi chica, esperandome ansiosa por contarme su dia y saber del mio... no pude... y cometí el segundo error...
>>Llegué a casa con el deseo de estar solo, de relajarme y pensar. Deposité pesadamente las llaves en la mesita de la entrada, esa que ella había comprado para mi. arrastre mis pies hasta el salón mientras me quitaba la chupa de cuero y la arroje en una silla. Me giré y la vi, sentada en el sofá, mirandome anelante, sonriente...
--¡Hola cariño! - dijo levantandose del asiento y corriendo a abrazarme.
--¿Que haces aquí? - Esa fue mi unica y abatida respuesta...
-- Bueno que... He decidido que no merece la pena esperar más ¿no? Total, que mas da esperar tres dias más o venirme ya...
Apreté los labios, bajé el rostro y la miré con gesto de preocupación, torciendo el gesto...
--Yo...
--¿Pasa algo Ángel? - Me dijo preocupada...
-- Yo...Joder cariño - suspiré - Como te digo yo esto ahora...
--¿Decirme qué? - me agarró las manos y las puso a la altura de su corazón, yo sin darme cuenta las retire bruscamente - Ángel cielo me estas preocupando...
--No podemos hacer esto... no está bien... - mi frente se perló de sudor frio y mis manos temblaron por los nervios -. Tu no puedes venir aqui así, ahora... yo...yo... no puedo seguir con esto...
-- Venga cariño, es normal que tengas miedo... Yo tambien lo tengo, además es normal que estes algo perdido, he adelantado los planes, pero ya veras como nos ira bien... no tienes que temer nada...
--No Emma, no lo entiendes... - hice una pausa para tragar algo de saliba - Que no puedo seguir con esto... con lo nuestro - Me miró estupefacta.
--¿Me... me estás dejando? - su mirada reflejaba disgusto - ¿Así, ahora?
--No puedo seguir engañandote más, ni engañandome a mi... Pense que te quería pero no... porque siento que... no se lo que siento y ella... y estoy muy perdido porque... - estaba divagando, típico en mi cuando ni yo sabia bien que queria decir o que estaba sintiendo...
--Es ella ¿verdad? - la mire sin comprender - Es Patricia... La quieres.
--Yo... ¿Cómo... Cómo lo sabes?
--Vamos Ángel, me hago la tonta pero no lo sois... Tengo ojos ¿Sabes? No había mas que mirar el programa para darse cuenta de que sientes algo... y lo peor, que ella lo siente por tí - Parecía enfadada, pero no gritaba - Desde que comenzó el programa llevo conformandome con las migajas de tus miradas, de tus sonrisas, de tus palabras dulces... porque se las dedicabas todas a ella... pero a mi me bastaba eso, porque veia que te esforzabas por quererme, porque me hacias sentir especial a tu manera... porque sabia que querias quererme... Incluso hace unos meses parecía que todo iba bien, que lo habias superado y me querias como la querias a ella... pero veo que todo ha sido un espejismo... - agarró su chaqueta y una maleta en la que yo ni siquiera habia reparado - ¡Tu dices que ya no puedes seguir engañandome, pero soy yo la que no va a consentirlo más! Porque me merezco más, me merezco que me quieran... y tú, por mas que me duaela, nunca lo haras...
Dio media vuelta y salio de mi casa, dejando su juego de llaves en la entrada.
--Sí, te mereces algo mejor que yo... -dije ya para mi -. Y Patricia también...
Trate de aguantar, de soportarlo, pero no pude, y una vez mas me vencio la cobardía... y escapé.<<
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Terminé el desayuno y busque mi movil... esa mañana, al asomarme al balcon habia sentido a Ángel cerca, su dolor...
--¿Dani?
--Uhmmm Buenos dias rubia - me legó su vos somnolienta -. ¿Que quieres?
--Necesito saber algo...
--Diiiime - dijo cansado.
--¿Hay algun sitio en Barcelona donde Ángel acuda para estar solo?
-- ¿Para que quieres saber eso?
--Es una corazonada... Dani ¿Lo hay o no?
--Uhmmm... déjame pensar...
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Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
Dani: Uhmmm… déjame pensar…
Patricia: Un lugar al que Ángel iría si necesitase pensar… si necesitase estar solo y arrepentirse de todo…
Dani: Sí, sí, ya lo sé, Patricia, estoy pensando… - me callé esperando una respuesta no tardó mucho en llegar - ¡Al mare nostrum!
Patricia: ¿Ángel se ha ido a misa a rezar? – pregunté completamente extrañada, no le pegaba para nada…
Dani: ¿Qué misa ni qué…? Es el mediterráneo, Patricia; está en la playa de la Barceloneta… Te explico: hay una larga hilera de rocas que se adentran en mar… el espigón del gas, que se llama… Ángel solía ir mucho a sentarse allí…
Patricia: ¿Y cómo llego?
Una vez me hubo explicado cómo llegar, salí corriendo a coger un taxi que me llevase hasta el paseo marítimo.
Dentro del taxi me puse a pensar, a tratar de tranquilizarme, aferrándome a la idea de que estar desquiciada de los nervios no me era de ayuda en esos momentos. Debía mantener la mente fría, despejada, para saber barajar mis cartas y saber qué hacer en todo momento… Sobretodo si Ángel no estaba donde yo esperaba.
Se me estaba acabando el ingenio, ya no sabía en qué lugares rebuscar para encontrarle, ni qué decirle para que no saliese corriendo de nuevo. Quizá si supiese por qué actuaba como lo estaba haciendo, todo sería más fácil; podría aceptarlo u oponerme derrumbando las absurdas teorías que su cerebro pudiese haber organizado… Pero no sabía nada, era una completa ignorante en lo que a los motivos de la huida Ángel se trataba. Y me dolía que no se hubiese molestado en contarme sus miedos, sus dudas, o como mínimo en despedirse como realmente me merecía, no con una nota inconclusa y sin explicaciones de ningún tipo…
El taxista me señaló hacia la hilera de rocas que me había descrito Dani. A la altura en la que estaba no se veía a nadie allí y mi corazón dio un vuelco de la angustia. Estuve a punto de derrumbarme, de llorar y de gritarle al taxista para no sentirme tan mal conmigo misma, pero me tragué mi orgullo y mi dolor y le pagué el viaje, saliendo del coche y dirigiéndome hacia las rocas. Me sentía sin fuerzas, ya no tenía más ganas de seguir buscando, esta había sido mi última oportunidad y había fallado. Ángel no estaba allí y probablemente nunca hubiese estado…
Seguí caminando, con las manos en los bolsillos, y conforme más me acercaba al espigón, mejor perspectiva de este tenía. Me daba algo de vértigo caminar por allí, procuraba hacerlo por en medio de las rocas, clavando bien el pie para no resbalar. Ni siquiera sabía qué hacía avanzando hasta el final, pero quería sentirme cerca de Ángel y el mar me recordaba tanto a él… Me fijé en que, en una de las rocas de abajo, había un hombre sentado, con las manos en los bolsillos de su chaqueta verde militar y la espalda curvada hacia delante. Esa chaqueta… me recordaba tanto a Ángel… esa postura despreocupada, la manera en la que echó los hombros hacia atrás…
Patricia: ¡Ángel!
Alzó la cabeza y su espalda se puso rígida. Sonreí, era él, estaba segurísima. Eché a andar más deprisa, resbalándome en un par de ocasiones, mientras él apoyaba una mano en el suelo para girarse a mirarme. Su rostro me saludó, sorprendido, y sentí un inmenso alivio por tercera vez en aquel viaje.
Ángel: ¿Qué haces aquí? ¿Cómo… cómo has llegado? – se levantó del suelo, nervioso, y se dio unas palmadas en el culo para quitarse la arena.
Patricia: Estoy en una ciudad que no es la mía, de la que no conozco una santa mierda y la cual me he recorrido de arriba abajo en un único día yendo especialmente a aquellos lugares que tú frecuentabas cuando vivías aquí… ¿qué narices es lo que te sorprende a estas alturas?
Me miró con el semblante muy serio y asintió, dándome la razón. Intuí que, siendo tan brusca, no iba a conseguir absolutamente nada de lo que me propusiese y traté de relajarme, de suavizar la voz. Le abracé, pegando mi cuerpo al mío, para asegurarme de que nada era un engaño, que realmente estaba allí.
Patricia: ¿A la tercera va la vencida? – le susurré en el oído.
Ángel: ¿Qué?
Patricia: Que si podemos sentarnos a hablar, Ángel – me separé y le miré de frente - Sin que me beses y salgas corriendo, o sin que me abrigues con tu chaqueta y me lleves a un hotel mientras duermo… ¿Sería posible mantener una conversación como los dos adultos que se supone que somos?
Me dio la espalda y volvió a sentarse en las rocas; yo le imité, sin querer girar la cabeza para mirarle, admirando simplemente lo lejano que me resultaba el horizonte. No pude reprimirme y miré a Ángel, cuya mirada también estaba perdida en algún lugar concreto del mar; le tenía a mi lado y, sin embargo, me parecía que estaba tan lejos como el mismo horizonte.
De vez en cuando, las olas que iban a romperse en aquellas rocas nos salpicaban tímidamente, como tratando de empujarnos a entablar conversación; miré hacia abajo y sentí vértigo: nunca me había gustado ir hasta las rocas de las playas, pues eran demasiado resbaladizas y yo demasiado torpe.
Ángel: ¿Hoy no me golpeas? – su voz calmó mi angustia y sonreí sin quererlo.
Patricia: No, la última vez no me sirvió de mucho…
Asintió sin mirarme.
Patricia: ¿Por qué, Ángel? Y respóndeme, por favor – exigí – el silencio no es más que un breve espacio para dar tregua a las palabras, así que, no lo uses en exceso.
Ángel: Por miedo, Patricia.
Patricia: Sí, eso es evidente, pero ¿miedo a qué?
Me miró, esta vez de frente, como tratando de tantear mi humor para saber qué respuesta darme.
Ángel: Miedo a hacerte daño, a hacerme daño, a que me odiases por ser un imbécil, a no saber darte lo que necesitases, a no saber tratarte como te mereces… Miedo a tantas cosas que ni siquiera me permito ser yo mismo. Simple miedo, Patricia… ¿Qué habrías hecho tú?
Patricia: Yo me habría quedado allí, al pie del cañón. Y habría sido fuerte o como mínimo habría aparentado serlo.
Ángel: Yo no soy fuerte. Y nunca se me dio bien aparentar – contestó secamente mientras se levantaba y se alejaba.
Abrí la boca completamente sorprendida, ladeando un poco la cabeza mientras le veía alejarse cada vez más.
Patricia: ¡Ángel Martín Gómez! – se giró para mirarme - ¡Como des un solo paso más, te juro que me cabreo de verdad! ¿Para qué quieres huir otra jodida vez? ¿Es que no te das cuenta de que volveré a buscarte? ¿Te gusta que sienta la angustia de no saber dónde estás, lo que sientes, lo que haces…? ¿No te das cuenta de que si no te tengo cerca me siento vacía?
Empecé a llorar de nuevo.
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Patricia: ¡Ángel Martín Gómez! – se giró para mirarme - ¡Como des un solo paso más, te juro que me cabreo de verdad! ¿Para qué quieres huir otra jodida vez? ¿Es que no te das cuenta de que volveré a buscarte? ¿Te gusta que sienta la angustia de no saber dónde estás, lo que sientes, lo que haces…? ¿No te das cuenta de que si no te tengo cerca me siento vacía?
Empecé a llorar de nuevo.
Ángel se giró y me miró abatido, derrumbado, con los ojos llenos de lágrimas. Nunca le había visto así y me sorprendió a la vez que conmovió. Vi que miraba al suelo, que suspiraba y volvía a levantar la vista hacia mí.
- Lo que me gustaría es tener entre mis brazos, Patricia. Abrazarte, besarte sin sentirme culpable luego, sin sentir que estoy haciendo daño a alguien. Me gustaría poder amarte sin temores ni arrepentimientos- le miraba como si no hubiera nada más, atenta a cada una de las palabras de él, que salían desde lo más profundo de su alma. Vi que volvía a bajar la mirada y siguió hablando, sin mirarme- Pero no puedo, Patricia- cayó de rodillas al suelo en esas rocas. Estaba segura que se había hecho daño, pero pareció no importarle.- Porque cada vez que te siento cerca mi pecho se contrae… siento un nudo en la garganta y parece que alguien me haya atado con mil cadenas que hacen que quede completamente paralizado.
Ángel seguía llorando, lloraba desconsolado mostrando por primera vez sus sentimientos más profundos delante de otra persona… delante de mí. Y yo no podía dejar de mirarle, no podía dejar de sentir todo lo que estaba sufriendo, porque parte de ese dolor era por mi culpa… pero deseaba que siguiera hablando, quería seguir escuchando toda su historia.
- ¿Sabes? No puedes decirme que no me doy cuenta que sin mí estás vacía- le miré asombrada por esas palabras- No puedes decirme eso, porque yo sin ti no es que esté vacío, Patricia, estoy muerto, helado, frío… porque mi corazón es tuyo… porque te lo entregué hace tiempo atrás… porque si no estás cerca, cada latido me duele en el alma y parece que me cuesta hasta respirar.- me miró a los ojos, enrojecidos por las lágrimas, al igual que los míos- ¿sabes lo que duele eso? ¿Sabes lo que duele sentir que te arrancan el corazón cuando desapareces? ¿Cuándo te enfadas conmigo o te vas dolida por una de mis reacciones? ¿Lo sabes?- asentí despacio e intenté acariciarle el rostro, pero el me paró y cogió mi mano. Se la quedó mirando un rato, como si quisiera memorizarla y volvió a levantar la mirada sin soltarme de la mano.- Daría mis manos- tragué saliva, porque sabía lo que las manos significaban para Ángel, la música, el piano…- sin pensarlo ni un segundo, me arrancaría los ojos, la lengua y las orejas si así pudiese estar siempre contigo. Pero tengo miedo, sí, soy un maldito cobarde porque tengo miedo a fastidiarlo todo… por qué, ¿Qué soy yo a tu lado? No soy nada, me siento pequeño a tu lado, diminuto… porque tú brillas, eres como una estrella y estás demasiado lejos para lo que yo puedo ofrecerte… no puedo pedir que te pongas a mi altura, porque yo no te merezco…
Ángel no podía seguir hablando, las lágrimas le estaban ahogando, el llanto se apoderó de él y yo no pude más que abrazarle, consolarle como si fuera un niño pequeño, acariciándole la cabeza para que se calmara y dándole pequeños besos en la frente y la coronilla. Poco a poco, Ángel fue calmándose, aunque su respiración seguía siendo algo entrecortada.
- Ya… ya está chiquitín… no llores más, por favor…- le dije susurrando y dándole otro beso en su cabeza.- No sufras más, por favor, no te tortures así… sé valiente por una vez. Haz lo que el corazón te está pidiendo a gritos.- Ángel me miró, los ojos enrojecidos e hinchados y se separó algo de mí.
- Es una locura, Patricia… es un error. No podemos… no debemos…- decía él levantándose de esas rocas y haciendo que yo me levantara detrás de él.
- Pero queremos- dije yo, decidida a no dejarle marchar- Queremos, ¿verdad? Tú te mueres por que pase, lo veo en tus ojos… y yo… te quería antes, te quiero ahora… y te querré siempre. No lo hagas más difícil.
- Patricia… yo…- leí su mirada, sabía que iba a marcharse otra vez, que volvería a abandonarme y yo, como una tonta volvería a buscarle, a intentar dar con él. Antes que pudiera terminar de hablar, me acerqué a él y le abracé.
- No te despidas de mi, Ángel, aún no… por favor.- le susurré. Noté como las manos de Ángel se posaban en mi cintura y como me abrazada, muy fuerte, como si quisiera que nos uniéramos en una sola persona. No pude evitar que más lágrimas salieran de mis ojos... y Ángel me consoló.
Me abrazó mucho rato, me acarició el pelo, me dio besos en la frente hasta notar que me iba calmando, como antes yo había hecho con él. ¿Por qué era tan cobarde? ¿Por qué no podía reconocer de una vez que todo lo que habíamos pasado juntos significaba algo? ¿Qué aunque lo hubiésemos querido evitar, nos queríamos demasiado?
Cuando notó que ya no lloraba, se separó de mí y yo no hice nada por retenerlo. Nos quedamos mirando, uno frente al otro. Yo no quería acercarme, bueno, sí quería, pero no debía. Ángel se volvería a ir, volvería a huir y a mi ya no me quedaban muchas fuerzas para perseguirle.
Pero él parecía tener otros planes. Vi como sus ojos solo miraban mis labios, como se iba acercando despacio…
- No lo hagas, Ángel. No me beses si vas a volver a irte.- dije con los ojos cerrados, como cuando era pequeña: si yo no veo, ellos no me verán a mí. Noté la mano de Ángel acariciando mi mejilla y cerré los ojos con más fuerza aún- Por favor…- le supliqué, susurrando.
- No puedo evitarlo- dijo Ángel demasiado cerca de mí. Abrí los ojos y tuve que apartarme un poco para poder verle bien.
Estaba decidida a hacerlo, lo iba a hacer y nada me lo iba a impedir, ni tan solo él. Lo miré, una última vez y empecé a andar hacía la playa.
- ¿Te vas?- preguntó Ángel, totalmente descolocado.
- No tiene sentido que vaya persiguiéndote como una idiota, cuando tú vas a seguir huyendo… estoy cansada Ángel. Esta era la última oportunidad que te daba… y la has desaprovechado. Si algún día quieres volver… estaré allí, esperándote, porque te voy a seguir queriendo como nadie te ha querido. Pero si vuelves… que sea porque quieres y no porque yo no paro de acosarte. Espero que volvamos a vernos- me giré y seguía andando, pero me detuvo. Me giré, vi la desesperación en sus ojos, su dolor, su rabia… pero no podía afectarme. No tenía que afectarme.
Sin ser muy brusca, me solté de su mano y seguía andando… sabía perfectamente lo que Ángel estaba pensando. Y esperaba acertar en su decisión.
oOo
¡Se va! ¡Realmente se va! ¿Por qué? ¿Por qué ahora que me he abierto, que he soltado todo lo que siento se marcha? ¿Por qué es tan jodidamente retorcida?
No puedo dejar que se vaya, tengo que hacer algo para que permanezca a mi lado, sea donde sea, sea la hora que sea… La quiero y es una locura, porque lo es, pero quiero estar a su lado… ser lo primero que vea cuando se despierte y lo último antes de dormirse. Quiero abrazarla mientras duerme, velar sus sueños…
¡NO PUEDE IRSE AHORA!
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¡NO PUEDE IRSE AHORA!
Me quedé observándola con la mirada desenfocada y casi sin percatarme de lo que estaba sucediendo.
Caminaba despacio, arrastrando los pies, cabizbaja y con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta.
Comencé a seguirla a bastante distancia y vi como giraba hacia la derecha metiéndose en el paseo de la playa, entre las personas que, ajenas a lo que estaba sucediendo, paseaban tranquilos.
Se detuvo unos minutos después, asomándose a la barandilla con los brazos apoyados y sacándose un cigarrillo del bolsillo del pantalón. Pidió fuego a una señora y empezó a fumar mirando al mar.
Decidí ser valiente por una vez en mi vida y me coloqué tras ella, sin tocarla.
Ángel: Sabes que no me gusta que fumes… -Resopló sin mirarme- ¿Puedes escucharme un momento? –Pregunté sujetándola de un brazo para que se girara-
Patricia: No estoy sorda, Ángel… -Susurró sin darse la vuelta y dando una calada al cigarro- Creo que ha quedado claro todo lo que querías decir, ¿no?
Ángel: No… -Negué colocándome a su lado y apoyándome también en la barandilla-
Patricia: Estoy harta de que seas un cobarde y de tener que ser yo siempre la valiente de los dos, la que te sigue cuando huyes, la que se va a otra ciudad sin siquiera saber si estás ahí… Se acabó, Ángel… No puedo más –Por fin me miró y yo me derrumbé al ver que había vuelto a llorar-
Ángel: Necesito que seas valiente una vez más… Solo una vez, Patricia. No te lo pediría si no lo necesitara de verdad… -Ella sonrió sarcásticamente-
Patricia: ¿Y no sería lo mismo que dejaras tú de ser cobarde?
Ángel: Es más fácil para ti ser valiente… -Aclaré volviéndome hacia ella y quedando a escasos centímetros de su cuerpo-
Patricia: ¿Qué quieres que haga? –Preguntó dándose por vencida-
Ángel: Bésame –Sus ojos se abrieron como platos pero no se movió ni un milímetro- Haz lo que sea para que no vuelva a huir, consigue que me quede a tu lado, que intente hacerte feliz y deje de dañarte… Hazlo por mí.
Patricia: No puedo… -Dijo echándose a llorar de nuevo-
Ángel: ¿Por qué? –Pregunté yo colocando mi mano sobre la suya-
Patricia: Porque no podría soportar besarte y que volvieras a irte como me hiciste antes, Ángel…
Ángel: Te juro que no lo haré… -Prometí comenzando a acariciarle los dedos- Solo quiero cerciorarme de que vale la pena luchar por lo nuestro y vencer mi miedo a hacernos daño…
Patricia devolvió la vista al horizonte y yo solté su mano para hacer lo mismo mientras pensaba algo para arreglar todo el mal que había hecho.
De pronto, tuve una idea que no sabía si funcionaría, pero era lo único que se me había ocurrido y no quería desaprovechar más el tiempo.
Ángel: ¿Me haces un último favor? –Ella me miró de nuevo y asintió levemente- Ven conmigo, por favor…
Comencé a andar despacio hasta una parte aislada de la playa. Ella me seguía en silencio y pronto tuve la necesidad de quitarme la chaqueta y esperar a que llegara a mi altura.
Patricia: No hace falta… -Dijo incluso antes de que se la diera-
Ángel: Tengo calor y tú tienes frío, solo quiero que no te pongas mala, ¿vale? No soportaría hacerte más daño…
Patricia: Coger la gripe no es mi mayor preocupación ahora mismo, la verdad… -Dijo sonriendo sarcásticamente-
Ángel: Hazlo por mí, para que tenga algo más que deberte…
Cogió la chaqueta y se la echó por los hombros. Yo le sonreí y seguimos andando sin hablar.
Patricia: ¿Dónde vamos? –Preguntó cuando ya llevábamos casi 10 minutos caminando sin rumbo-
Ángel: Ya hemos llegado… -Le contesté bajando a la arena y quitándome los zapatos-
Patricia: ¿Por qué bajas?
Ángel: Haces muchas preguntas… -Le respondí sonriendo-
Ella hizo lo mismo que yo y poco a poco nos dirigimos a la orilla de la playa. Me tumbé boca arriba en la arena colocando los brazos tras la nuca y cerré los ojos. Noté que ella se sentaba a mi lado y sonreí imperceptiblemente.
Ángel: Túmbate –Le pedí poniéndome de perfil hacia ella-
Se acostó y en el momento en que cerró los ojos, noté que empezaba a llorar de nuevo y me fue imposible no acercar la yema de mis dedos a sus mejillas para limpiarle las lágrimas que comenzaban a caer por ellas. Se estremeció ante el contacto pero no abrió los ojos.
Ángel: Me apetece besarte… -Le susurré tan cerca de sus labios que pude notar como se le tensaban todos los músculos del cuerpo-
Patricia: Pues hazlo… -Respondió del mismo modo-
Ángel: No volveré a hacerte daño... -Afirmé antes de acercarme a sus labios y besarlos dulcemente-
_________________
El besó comenzó a profundizarse y, cuando se dieron cuenta, él ya estaba sobre ella rodeando su cuerpo con sus fuertes brazos. Un móvil comenzó a vibrar, y se separaron escasos centímetros.
-Ángel… -Dijo ella un tanto sonrojada, entre el frío y la situación. –
-¿Qué?
-Ahora no… -Respondió riéndose. –
-¿¡Qué dices!? ¡Es tu móvil, tarada!
-¿Seguro?
-¡Sí! -Le besó en la nariz y se apartó, colocándose de nuevo a su lado. Ella se lo sacó del bolsillo y miró por qué ese maldito aparato había interrumpido aquello. –
-Mierda
-¿Pasa algo?
-No, me encanta decir mierda siempre que puedo
-Ah…
-¡Claro que pasa algo, Ángel! –Se quejó dándole un codazo. – Había reservado un vuelo para Madrid dentro de una hora…
-¡¿Por qué?!
-Pues porque en el fondo pensaba que serías tan cobarde que me dejarías sola otra vez. –Dijo observándole, con una mirada entre tierna y algo rencorosa. –
-Ya… -suspiró. – ¿Entonces te vas ya?
-¿Me voy? ¿Cómo que me voy? Querrás decir nos vamos –Le preguntó girándose, y poniéndose sobre su lado izquierdo. Él también se dio la vuelta y se colocó sobre su lado derecho, en frente de ella. –
-¿Nos? No… yo… yo prefiero quedarme aquí
-Ángel por favor, no vuelvas a empezar, y después de esto menos…
-Vine para quedarme, lo sabías y lo sabes
-¡Pero no puedes hacer esto! –Se levantó, y ni siquiera le importó estar llena de arena. – Pensaba que ahora todo iba a ser diferente, pero por lo que veo estaba muy equivocada… ¡he sido una idiota!
-No seas así, puedes quedarte aquí, además…
-No Ángel, no, no me pidas que me quede… ¿para qué? ¿Para perseguirte 23 horas del día y para dormir en un hotel? ¿Para llorar cada vez que te vea huir?
-Per…
-¡Vete a la mierda!
Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia el paseo. No pudo evitar soltar alguna lágrima, quizás por toda la rabia contenida, y de pronto empezó a correr. Corrió como nunca lo había hecho, sentía ganas de alejarse de todos los rincones de aquella ciudad que tanto le recordaban a él, seguramente por su belleza y su tranquilidad.
-¡Patricia!
Oyó su voz a lo lejos, pero ni siquiera se detuvo a mirar hacia detrás.
La gente la observaba y no comprendían qué pasaba, algunos parecían querer pararla y ayudarla, tenía cara de cansada y a sus ojeras se le sumaba todo el maquillaje que ahora tenía corrido bajo sus lágrimas.
Él la perseguía, no soportaba ver como intentaba escaparse y como hacía oídos sordos a sus gritos, pero a pesar de todo lo entendía porque no podía dejarla luchando por los dos.
Esquivaba a toda la multitud que a esas horas paseaba tranquilamente por aquellas calles ya iluminadas.
Por fin la alcanzó, cuando ella no podía más y tuvo que pararse en una pequeña farola.
-¿Quieres escucharme? –Preguntó con la respiración entrecortada. –
-Esa es una pregunta estúpida, llevo corriendo diez minutos para alejarme de ti y aún así me persigues. ¡Me persigues y me haces daño, Ángel! ¿No lo entiendes? –Su voz era desgarradora y apenas podía respirar, se sentía frágil y pequeña. –
-Voy a irme contigo Patricia.
-¡Que no, que no quiero oírte! Ya no me sirven tus excusas de… espera… ¿Qué?
-Si aún quieres…
-¿¡Pero… por qué me haces esto?! –Contestó gritándole y, con sus últimas fuerzas, le golpeaba en el pecho. Sus brazos apenas podían hacer daño. Él la agarró y la apretó contra su cuerpo, intento calmarla y darle un poco de calor. –
-Perdóname… te juro que algún día voy a recompensarte por todo esto. –Ahora, abrazados en una esquina de la calle, pasaban inadvertidos para todo el mundo. Ella sollozaba pero se dejaba abrazar, y él acariciándole el pelo, daba gracias por tenerla de la manera que fuera. –
Entraron a un pequeño restaurante, que a esa hora de la noche todavía estaba vacío. Pidió un vaso de agua para ella, y cuando estuvo más tranquila, se subieron en un taxi dispuestos a ir al aeropuerto.
oOo
Llegaron y, después de confirmar la hora del vuelo y sacar el billete de Ángel, se sentaron a esperar.
-¿Quieres comer algo?
-Puede. –Sonrió. –
-Vale, voy a buscar cualquier cosa, no te muevas de aquí
-El que se va de los sitios sin avisar eres tú… -Le contestó ella susurrando, pero Ángel pudo escucharlo y se agachó para ponerse a su altura. –
-Y por suerte tengo una pesada que no deja de perseguirme para que me de cuenta de lo perfecta que es…
-Déjate de rollos y tráeme la comida, o las que se van a ir de aquí serán mis tripas. – Él la imitó molesto, y luego se levantó de nuevo y se dirigió a la cafetería. –
Patricia soltó una carcajada y vio como se alejaba. Sonrió. Enseguida se dio cuenta de que se había dejado la cartera sobre la silla, y sintió tanta curiosidad por abrirla que no pudo evitarlo. Al hacerlo, volvió a sonreír, pero esta vez no de la misma manera. Le sorprendió tanto que entre tantas fotos tuviera una de los dos juntos que se levantó y lo alcanzó.
-Toma, no creo que te vayan a regalar lo que compres… tu cara de pena no es lo suficientemente buena -Dijo tocándole el hombro, haciendo que se diera la vuelta. – Ah, por cierto, tranquilo que no la he abierto…
-Ya, eso no te lo crees ni tú
-Bueno, sólo un poquito, pero no he visto las fotos que tienes dentro…
-¡Te dije que no te movieras!
Se rió y corrió de nuevo hasta la silla. Se abrigó con su chaqueta y cerró los ojos, dejando de escuchar el ruido y el bullicio que le rodeaba…
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Se rió y corrió de nuevo hasta la silla. Se abrigó con su chaqueta y cerró los ojos, dejando de escuchar el ruido y el bullicio que le rodeaba…
Angel regresó minutos después con las manos vacías, se acerco por detras a Patricia, tratando de sorprenderla.
-- Vale, cariño, acabo de sentirme completamente estúpido... El chico del burguer e ha mirado mal cuando le he pedidalgo sin gluten... ¿Patricia?
Angel la tocó el hombro y Patricia calló de costado, desfallecida.
--¡Patricia! - rodeó las sillas y se agachó junto a ella - ¡Patricia! ¿Estás bien? ¡Dios mio! ¿Que te ha pasado? - estaba realmente asustado. Comenzóa zarandearla casi desesperado, al borde del llanto - ¡Patricia por favor, contéstame!
Patricia seguí sin responder,junto a engel se acercó una señora que trato de ayudar abanicando a Patricia. Una joven azafata se acercó para ayudar, tranquilizaron a ángel un poco.
Patricia recuperó el conocimiento poco a poco.
-Uhmmm ¿Que ha pasado?
-Te has desmayado bonita - dijo la señora - tu novio se ha asustado de verdad... Tienes suerte¡Parece tan dulce y atento!
Patricia sonrio levemente.
-Lo es, aunque un poco terco.
-Bueno, bueno - dijo la señora entre risas - nosotros nos vamos - pero haz un favor y tomate este caramelit, no sea que te falte azucar - tendio un caramelo de fresa a Patricia, que lo acepto gustosa.
Pronto les dejaron solos. Ángel se sentó junto a Patricia,que se recostó en su hombro mientras el acariciaba su rubia melena.
-- Me has asustado ¿sabes?
-- Era mi pequeña venganza...
--¿Que te ha pasado?
-- Creo que tiene que ver algo el hecho de haerme pasado dos dias sin comer, buscandote por barcelona - bromeo ella.
--Lo siento... ¿Ves? Hasta sin pretenderlo te hago daño...
--No digas sandeces Ángel... ha sido una simple lipotimia.
--De verdad estás bien? ¿Podras viajar?
--Que si pesado... pero necesitaria comer algo...
--No había nada sin gluten... solo he conseguido un par de manzanas y he comprado caramelos...
-- Con las manzanas me vale cielo - dijo agarrando la que angel le tendía y mordiandola habida - está arenosa - se quejó y angel la miro apenado- pero no es culpa tuya, es cosa de las camaras frigorificas...
--Recuerdame que te debo una cena... - dijo Ángel.
--¿Una? Me debes una vida completa de cenas, cariño... una vida completa...
Ambos rieron y se miraron felices Aunque Ángel seguía preocupado por Patricia. Tras devorar las dos manzans y beberse la cocacola ligth que ángel le trajo, Patricia parecía estar mucho mejor.
-- Necesito un cigarro...
--Patricia, que no quiero que fumes... sabes que es malo...
-- ¡Por dios!¡Como sois los ex-fumadores compulsivos! ademas con lo poquitoque fumo yo- dijo Patricia poniendo morritos.
--Pero ese poquito es malo para tí- angel la señalo cariñosamente - y una enorme tentación para mí...
--Valeee... Prometo que nunca fumaré delante de ti... -dijo y dio a ángel un beso en la cara - Todo sea por no hacer sufrir a mi enanito gruñón...
Angel la miró haciendose el enfadado, pero no puedo evitar reir. Instantes después los altavoces anunciaron su vuelo, se pusieron en pie y sacaron sus billetes...
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Patricia: Un lugar al que Ángel iría si necesitase pensar… si necesitase estar solo y arrepentirse de todo…
Dani: Sí, sí, ya lo sé, Patricia, estoy pensando… - me callé esperando una respuesta no tardó mucho en llegar - ¡Al mare nostrum!
Patricia: ¿Ángel se ha ido a misa a rezar? – pregunté completamente extrañada, no le pegaba para nada…
Dani: ¿Qué misa ni qué…? Es el mediterráneo, Patricia; está en la playa de la Barceloneta… Te explico: hay una larga hilera de rocas que se adentran en mar… el espigón del gas, que se llama… Ángel solía ir mucho a sentarse allí…
Patricia: ¿Y cómo llego?
Una vez me hubo explicado cómo llegar, salí corriendo a coger un taxi que me llevase hasta el paseo marítimo.
Dentro del taxi me puse a pensar, a tratar de tranquilizarme, aferrándome a la idea de que estar desquiciada de los nervios no me era de ayuda en esos momentos. Debía mantener la mente fría, despejada, para saber barajar mis cartas y saber qué hacer en todo momento… Sobretodo si Ángel no estaba donde yo esperaba.
Se me estaba acabando el ingenio, ya no sabía en qué lugares rebuscar para encontrarle, ni qué decirle para que no saliese corriendo de nuevo. Quizá si supiese por qué actuaba como lo estaba haciendo, todo sería más fácil; podría aceptarlo u oponerme derrumbando las absurdas teorías que su cerebro pudiese haber organizado… Pero no sabía nada, era una completa ignorante en lo que a los motivos de la huida Ángel se trataba. Y me dolía que no se hubiese molestado en contarme sus miedos, sus dudas, o como mínimo en despedirse como realmente me merecía, no con una nota inconclusa y sin explicaciones de ningún tipo…
El taxista me señaló hacia la hilera de rocas que me había descrito Dani. A la altura en la que estaba no se veía a nadie allí y mi corazón dio un vuelco de la angustia. Estuve a punto de derrumbarme, de llorar y de gritarle al taxista para no sentirme tan mal conmigo misma, pero me tragué mi orgullo y mi dolor y le pagué el viaje, saliendo del coche y dirigiéndome hacia las rocas. Me sentía sin fuerzas, ya no tenía más ganas de seguir buscando, esta había sido mi última oportunidad y había fallado. Ángel no estaba allí y probablemente nunca hubiese estado…
Seguí caminando, con las manos en los bolsillos, y conforme más me acercaba al espigón, mejor perspectiva de este tenía. Me daba algo de vértigo caminar por allí, procuraba hacerlo por en medio de las rocas, clavando bien el pie para no resbalar. Ni siquiera sabía qué hacía avanzando hasta el final, pero quería sentirme cerca de Ángel y el mar me recordaba tanto a él… Me fijé en que, en una de las rocas de abajo, había un hombre sentado, con las manos en los bolsillos de su chaqueta verde militar y la espalda curvada hacia delante. Esa chaqueta… me recordaba tanto a Ángel… esa postura despreocupada, la manera en la que echó los hombros hacia atrás…
Patricia: ¡Ángel!
Alzó la cabeza y su espalda se puso rígida. Sonreí, era él, estaba segurísima. Eché a andar más deprisa, resbalándome en un par de ocasiones, mientras él apoyaba una mano en el suelo para girarse a mirarme. Su rostro me saludó, sorprendido, y sentí un inmenso alivio por tercera vez en aquel viaje.
Ángel: ¿Qué haces aquí? ¿Cómo… cómo has llegado? – se levantó del suelo, nervioso, y se dio unas palmadas en el culo para quitarse la arena.
Patricia: Estoy en una ciudad que no es la mía, de la que no conozco una santa mierda y la cual me he recorrido de arriba abajo en un único día yendo especialmente a aquellos lugares que tú frecuentabas cuando vivías aquí… ¿qué narices es lo que te sorprende a estas alturas?
Me miró con el semblante muy serio y asintió, dándome la razón. Intuí que, siendo tan brusca, no iba a conseguir absolutamente nada de lo que me propusiese y traté de relajarme, de suavizar la voz. Le abracé, pegando mi cuerpo al mío, para asegurarme de que nada era un engaño, que realmente estaba allí.
Patricia: ¿A la tercera va la vencida? – le susurré en el oído.
Ángel: ¿Qué?
Patricia: Que si podemos sentarnos a hablar, Ángel – me separé y le miré de frente - Sin que me beses y salgas corriendo, o sin que me abrigues con tu chaqueta y me lleves a un hotel mientras duermo… ¿Sería posible mantener una conversación como los dos adultos que se supone que somos?
Me dio la espalda y volvió a sentarse en las rocas; yo le imité, sin querer girar la cabeza para mirarle, admirando simplemente lo lejano que me resultaba el horizonte. No pude reprimirme y miré a Ángel, cuya mirada también estaba perdida en algún lugar concreto del mar; le tenía a mi lado y, sin embargo, me parecía que estaba tan lejos como el mismo horizonte.
De vez en cuando, las olas que iban a romperse en aquellas rocas nos salpicaban tímidamente, como tratando de empujarnos a entablar conversación; miré hacia abajo y sentí vértigo: nunca me había gustado ir hasta las rocas de las playas, pues eran demasiado resbaladizas y yo demasiado torpe.
Ángel: ¿Hoy no me golpeas? – su voz calmó mi angustia y sonreí sin quererlo.
Patricia: No, la última vez no me sirvió de mucho…
Asintió sin mirarme.
Patricia: ¿Por qué, Ángel? Y respóndeme, por favor – exigí – el silencio no es más que un breve espacio para dar tregua a las palabras, así que, no lo uses en exceso.
Ángel: Por miedo, Patricia.
Patricia: Sí, eso es evidente, pero ¿miedo a qué?
Me miró, esta vez de frente, como tratando de tantear mi humor para saber qué respuesta darme.
Ángel: Miedo a hacerte daño, a hacerme daño, a que me odiases por ser un imbécil, a no saber darte lo que necesitases, a no saber tratarte como te mereces… Miedo a tantas cosas que ni siquiera me permito ser yo mismo. Simple miedo, Patricia… ¿Qué habrías hecho tú?
Patricia: Yo me habría quedado allí, al pie del cañón. Y habría sido fuerte o como mínimo habría aparentado serlo.
Ángel: Yo no soy fuerte. Y nunca se me dio bien aparentar – contestó secamente mientras se levantaba y se alejaba.
Abrí la boca completamente sorprendida, ladeando un poco la cabeza mientras le veía alejarse cada vez más.
Patricia: ¡Ángel Martín Gómez! – se giró para mirarme - ¡Como des un solo paso más, te juro que me cabreo de verdad! ¿Para qué quieres huir otra jodida vez? ¿Es que no te das cuenta de que volveré a buscarte? ¿Te gusta que sienta la angustia de no saber dónde estás, lo que sientes, lo que haces…? ¿No te das cuenta de que si no te tengo cerca me siento vacía?
Empecé a llorar de nuevo.
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Patricia: ¡Ángel Martín Gómez! – se giró para mirarme - ¡Como des un solo paso más, te juro que me cabreo de verdad! ¿Para qué quieres huir otra jodida vez? ¿Es que no te das cuenta de que volveré a buscarte? ¿Te gusta que sienta la angustia de no saber dónde estás, lo que sientes, lo que haces…? ¿No te das cuenta de que si no te tengo cerca me siento vacía?
Empecé a llorar de nuevo.
Ángel se giró y me miró abatido, derrumbado, con los ojos llenos de lágrimas. Nunca le había visto así y me sorprendió a la vez que conmovió. Vi que miraba al suelo, que suspiraba y volvía a levantar la vista hacia mí.
- Lo que me gustaría es tener entre mis brazos, Patricia. Abrazarte, besarte sin sentirme culpable luego, sin sentir que estoy haciendo daño a alguien. Me gustaría poder amarte sin temores ni arrepentimientos- le miraba como si no hubiera nada más, atenta a cada una de las palabras de él, que salían desde lo más profundo de su alma. Vi que volvía a bajar la mirada y siguió hablando, sin mirarme- Pero no puedo, Patricia- cayó de rodillas al suelo en esas rocas. Estaba segura que se había hecho daño, pero pareció no importarle.- Porque cada vez que te siento cerca mi pecho se contrae… siento un nudo en la garganta y parece que alguien me haya atado con mil cadenas que hacen que quede completamente paralizado.
Ángel seguía llorando, lloraba desconsolado mostrando por primera vez sus sentimientos más profundos delante de otra persona… delante de mí. Y yo no podía dejar de mirarle, no podía dejar de sentir todo lo que estaba sufriendo, porque parte de ese dolor era por mi culpa… pero deseaba que siguiera hablando, quería seguir escuchando toda su historia.
- ¿Sabes? No puedes decirme que no me doy cuenta que sin mí estás vacía- le miré asombrada por esas palabras- No puedes decirme eso, porque yo sin ti no es que esté vacío, Patricia, estoy muerto, helado, frío… porque mi corazón es tuyo… porque te lo entregué hace tiempo atrás… porque si no estás cerca, cada latido me duele en el alma y parece que me cuesta hasta respirar.- me miró a los ojos, enrojecidos por las lágrimas, al igual que los míos- ¿sabes lo que duele eso? ¿Sabes lo que duele sentir que te arrancan el corazón cuando desapareces? ¿Cuándo te enfadas conmigo o te vas dolida por una de mis reacciones? ¿Lo sabes?- asentí despacio e intenté acariciarle el rostro, pero el me paró y cogió mi mano. Se la quedó mirando un rato, como si quisiera memorizarla y volvió a levantar la mirada sin soltarme de la mano.- Daría mis manos- tragué saliva, porque sabía lo que las manos significaban para Ángel, la música, el piano…- sin pensarlo ni un segundo, me arrancaría los ojos, la lengua y las orejas si así pudiese estar siempre contigo. Pero tengo miedo, sí, soy un maldito cobarde porque tengo miedo a fastidiarlo todo… por qué, ¿Qué soy yo a tu lado? No soy nada, me siento pequeño a tu lado, diminuto… porque tú brillas, eres como una estrella y estás demasiado lejos para lo que yo puedo ofrecerte… no puedo pedir que te pongas a mi altura, porque yo no te merezco…
Ángel no podía seguir hablando, las lágrimas le estaban ahogando, el llanto se apoderó de él y yo no pude más que abrazarle, consolarle como si fuera un niño pequeño, acariciándole la cabeza para que se calmara y dándole pequeños besos en la frente y la coronilla. Poco a poco, Ángel fue calmándose, aunque su respiración seguía siendo algo entrecortada.
- Ya… ya está chiquitín… no llores más, por favor…- le dije susurrando y dándole otro beso en su cabeza.- No sufras más, por favor, no te tortures así… sé valiente por una vez. Haz lo que el corazón te está pidiendo a gritos.- Ángel me miró, los ojos enrojecidos e hinchados y se separó algo de mí.
- Es una locura, Patricia… es un error. No podemos… no debemos…- decía él levantándose de esas rocas y haciendo que yo me levantara detrás de él.
- Pero queremos- dije yo, decidida a no dejarle marchar- Queremos, ¿verdad? Tú te mueres por que pase, lo veo en tus ojos… y yo… te quería antes, te quiero ahora… y te querré siempre. No lo hagas más difícil.
- Patricia… yo…- leí su mirada, sabía que iba a marcharse otra vez, que volvería a abandonarme y yo, como una tonta volvería a buscarle, a intentar dar con él. Antes que pudiera terminar de hablar, me acerqué a él y le abracé.
- No te despidas de mi, Ángel, aún no… por favor.- le susurré. Noté como las manos de Ángel se posaban en mi cintura y como me abrazada, muy fuerte, como si quisiera que nos uniéramos en una sola persona. No pude evitar que más lágrimas salieran de mis ojos... y Ángel me consoló.
Me abrazó mucho rato, me acarició el pelo, me dio besos en la frente hasta notar que me iba calmando, como antes yo había hecho con él. ¿Por qué era tan cobarde? ¿Por qué no podía reconocer de una vez que todo lo que habíamos pasado juntos significaba algo? ¿Qué aunque lo hubiésemos querido evitar, nos queríamos demasiado?
Cuando notó que ya no lloraba, se separó de mí y yo no hice nada por retenerlo. Nos quedamos mirando, uno frente al otro. Yo no quería acercarme, bueno, sí quería, pero no debía. Ángel se volvería a ir, volvería a huir y a mi ya no me quedaban muchas fuerzas para perseguirle.
Pero él parecía tener otros planes. Vi como sus ojos solo miraban mis labios, como se iba acercando despacio…
- No lo hagas, Ángel. No me beses si vas a volver a irte.- dije con los ojos cerrados, como cuando era pequeña: si yo no veo, ellos no me verán a mí. Noté la mano de Ángel acariciando mi mejilla y cerré los ojos con más fuerza aún- Por favor…- le supliqué, susurrando.
- No puedo evitarlo- dijo Ángel demasiado cerca de mí. Abrí los ojos y tuve que apartarme un poco para poder verle bien.
Estaba decidida a hacerlo, lo iba a hacer y nada me lo iba a impedir, ni tan solo él. Lo miré, una última vez y empecé a andar hacía la playa.
- ¿Te vas?- preguntó Ángel, totalmente descolocado.
- No tiene sentido que vaya persiguiéndote como una idiota, cuando tú vas a seguir huyendo… estoy cansada Ángel. Esta era la última oportunidad que te daba… y la has desaprovechado. Si algún día quieres volver… estaré allí, esperándote, porque te voy a seguir queriendo como nadie te ha querido. Pero si vuelves… que sea porque quieres y no porque yo no paro de acosarte. Espero que volvamos a vernos- me giré y seguía andando, pero me detuvo. Me giré, vi la desesperación en sus ojos, su dolor, su rabia… pero no podía afectarme. No tenía que afectarme.
Sin ser muy brusca, me solté de su mano y seguía andando… sabía perfectamente lo que Ángel estaba pensando. Y esperaba acertar en su decisión.
oOo
¡Se va! ¡Realmente se va! ¿Por qué? ¿Por qué ahora que me he abierto, que he soltado todo lo que siento se marcha? ¿Por qué es tan jodidamente retorcida?
No puedo dejar que se vaya, tengo que hacer algo para que permanezca a mi lado, sea donde sea, sea la hora que sea… La quiero y es una locura, porque lo es, pero quiero estar a su lado… ser lo primero que vea cuando se despierte y lo último antes de dormirse. Quiero abrazarla mientras duerme, velar sus sueños…
¡NO PUEDE IRSE AHORA!
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¡NO PUEDE IRSE AHORA!
Me quedé observándola con la mirada desenfocada y casi sin percatarme de lo que estaba sucediendo.
Caminaba despacio, arrastrando los pies, cabizbaja y con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta.
Comencé a seguirla a bastante distancia y vi como giraba hacia la derecha metiéndose en el paseo de la playa, entre las personas que, ajenas a lo que estaba sucediendo, paseaban tranquilos.
Se detuvo unos minutos después, asomándose a la barandilla con los brazos apoyados y sacándose un cigarrillo del bolsillo del pantalón. Pidió fuego a una señora y empezó a fumar mirando al mar.
Decidí ser valiente por una vez en mi vida y me coloqué tras ella, sin tocarla.
Ángel: Sabes que no me gusta que fumes… -Resopló sin mirarme- ¿Puedes escucharme un momento? –Pregunté sujetándola de un brazo para que se girara-
Patricia: No estoy sorda, Ángel… -Susurró sin darse la vuelta y dando una calada al cigarro- Creo que ha quedado claro todo lo que querías decir, ¿no?
Ángel: No… -Negué colocándome a su lado y apoyándome también en la barandilla-
Patricia: Estoy harta de que seas un cobarde y de tener que ser yo siempre la valiente de los dos, la que te sigue cuando huyes, la que se va a otra ciudad sin siquiera saber si estás ahí… Se acabó, Ángel… No puedo más –Por fin me miró y yo me derrumbé al ver que había vuelto a llorar-
Ángel: Necesito que seas valiente una vez más… Solo una vez, Patricia. No te lo pediría si no lo necesitara de verdad… -Ella sonrió sarcásticamente-
Patricia: ¿Y no sería lo mismo que dejaras tú de ser cobarde?
Ángel: Es más fácil para ti ser valiente… -Aclaré volviéndome hacia ella y quedando a escasos centímetros de su cuerpo-
Patricia: ¿Qué quieres que haga? –Preguntó dándose por vencida-
Ángel: Bésame –Sus ojos se abrieron como platos pero no se movió ni un milímetro- Haz lo que sea para que no vuelva a huir, consigue que me quede a tu lado, que intente hacerte feliz y deje de dañarte… Hazlo por mí.
Patricia: No puedo… -Dijo echándose a llorar de nuevo-
Ángel: ¿Por qué? –Pregunté yo colocando mi mano sobre la suya-
Patricia: Porque no podría soportar besarte y que volvieras a irte como me hiciste antes, Ángel…
Ángel: Te juro que no lo haré… -Prometí comenzando a acariciarle los dedos- Solo quiero cerciorarme de que vale la pena luchar por lo nuestro y vencer mi miedo a hacernos daño…
Patricia devolvió la vista al horizonte y yo solté su mano para hacer lo mismo mientras pensaba algo para arreglar todo el mal que había hecho.
De pronto, tuve una idea que no sabía si funcionaría, pero era lo único que se me había ocurrido y no quería desaprovechar más el tiempo.
Ángel: ¿Me haces un último favor? –Ella me miró de nuevo y asintió levemente- Ven conmigo, por favor…
Comencé a andar despacio hasta una parte aislada de la playa. Ella me seguía en silencio y pronto tuve la necesidad de quitarme la chaqueta y esperar a que llegara a mi altura.
Patricia: No hace falta… -Dijo incluso antes de que se la diera-
Ángel: Tengo calor y tú tienes frío, solo quiero que no te pongas mala, ¿vale? No soportaría hacerte más daño…
Patricia: Coger la gripe no es mi mayor preocupación ahora mismo, la verdad… -Dijo sonriendo sarcásticamente-
Ángel: Hazlo por mí, para que tenga algo más que deberte…
Cogió la chaqueta y se la echó por los hombros. Yo le sonreí y seguimos andando sin hablar.
Patricia: ¿Dónde vamos? –Preguntó cuando ya llevábamos casi 10 minutos caminando sin rumbo-
Ángel: Ya hemos llegado… -Le contesté bajando a la arena y quitándome los zapatos-
Patricia: ¿Por qué bajas?
Ángel: Haces muchas preguntas… -Le respondí sonriendo-
Ella hizo lo mismo que yo y poco a poco nos dirigimos a la orilla de la playa. Me tumbé boca arriba en la arena colocando los brazos tras la nuca y cerré los ojos. Noté que ella se sentaba a mi lado y sonreí imperceptiblemente.
Ángel: Túmbate –Le pedí poniéndome de perfil hacia ella-
Se acostó y en el momento en que cerró los ojos, noté que empezaba a llorar de nuevo y me fue imposible no acercar la yema de mis dedos a sus mejillas para limpiarle las lágrimas que comenzaban a caer por ellas. Se estremeció ante el contacto pero no abrió los ojos.
Ángel: Me apetece besarte… -Le susurré tan cerca de sus labios que pude notar como se le tensaban todos los músculos del cuerpo-
Patricia: Pues hazlo… -Respondió del mismo modo-
Ángel: No volveré a hacerte daño... -Afirmé antes de acercarme a sus labios y besarlos dulcemente-
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El besó comenzó a profundizarse y, cuando se dieron cuenta, él ya estaba sobre ella rodeando su cuerpo con sus fuertes brazos. Un móvil comenzó a vibrar, y se separaron escasos centímetros.
-Ángel… -Dijo ella un tanto sonrojada, entre el frío y la situación. –
-¿Qué?
-Ahora no… -Respondió riéndose. –
-¿¡Qué dices!? ¡Es tu móvil, tarada!
-¿Seguro?
-¡Sí! -Le besó en la nariz y se apartó, colocándose de nuevo a su lado. Ella se lo sacó del bolsillo y miró por qué ese maldito aparato había interrumpido aquello. –
-Mierda
-¿Pasa algo?
-No, me encanta decir mierda siempre que puedo
-Ah…
-¡Claro que pasa algo, Ángel! –Se quejó dándole un codazo. – Había reservado un vuelo para Madrid dentro de una hora…
-¡¿Por qué?!
-Pues porque en el fondo pensaba que serías tan cobarde que me dejarías sola otra vez. –Dijo observándole, con una mirada entre tierna y algo rencorosa. –
-Ya… -suspiró. – ¿Entonces te vas ya?
-¿Me voy? ¿Cómo que me voy? Querrás decir nos vamos –Le preguntó girándose, y poniéndose sobre su lado izquierdo. Él también se dio la vuelta y se colocó sobre su lado derecho, en frente de ella. –
-¿Nos? No… yo… yo prefiero quedarme aquí
-Ángel por favor, no vuelvas a empezar, y después de esto menos…
-Vine para quedarme, lo sabías y lo sabes
-¡Pero no puedes hacer esto! –Se levantó, y ni siquiera le importó estar llena de arena. – Pensaba que ahora todo iba a ser diferente, pero por lo que veo estaba muy equivocada… ¡he sido una idiota!
-No seas así, puedes quedarte aquí, además…
-No Ángel, no, no me pidas que me quede… ¿para qué? ¿Para perseguirte 23 horas del día y para dormir en un hotel? ¿Para llorar cada vez que te vea huir?
-Per…
-¡Vete a la mierda!
Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia el paseo. No pudo evitar soltar alguna lágrima, quizás por toda la rabia contenida, y de pronto empezó a correr. Corrió como nunca lo había hecho, sentía ganas de alejarse de todos los rincones de aquella ciudad que tanto le recordaban a él, seguramente por su belleza y su tranquilidad.
-¡Patricia!
Oyó su voz a lo lejos, pero ni siquiera se detuvo a mirar hacia detrás.
La gente la observaba y no comprendían qué pasaba, algunos parecían querer pararla y ayudarla, tenía cara de cansada y a sus ojeras se le sumaba todo el maquillaje que ahora tenía corrido bajo sus lágrimas.
Él la perseguía, no soportaba ver como intentaba escaparse y como hacía oídos sordos a sus gritos, pero a pesar de todo lo entendía porque no podía dejarla luchando por los dos.
Esquivaba a toda la multitud que a esas horas paseaba tranquilamente por aquellas calles ya iluminadas.
Por fin la alcanzó, cuando ella no podía más y tuvo que pararse en una pequeña farola.
-¿Quieres escucharme? –Preguntó con la respiración entrecortada. –
-Esa es una pregunta estúpida, llevo corriendo diez minutos para alejarme de ti y aún así me persigues. ¡Me persigues y me haces daño, Ángel! ¿No lo entiendes? –Su voz era desgarradora y apenas podía respirar, se sentía frágil y pequeña. –
-Voy a irme contigo Patricia.
-¡Que no, que no quiero oírte! Ya no me sirven tus excusas de… espera… ¿Qué?
-Si aún quieres…
-¿¡Pero… por qué me haces esto?! –Contestó gritándole y, con sus últimas fuerzas, le golpeaba en el pecho. Sus brazos apenas podían hacer daño. Él la agarró y la apretó contra su cuerpo, intento calmarla y darle un poco de calor. –
-Perdóname… te juro que algún día voy a recompensarte por todo esto. –Ahora, abrazados en una esquina de la calle, pasaban inadvertidos para todo el mundo. Ella sollozaba pero se dejaba abrazar, y él acariciándole el pelo, daba gracias por tenerla de la manera que fuera. –
Entraron a un pequeño restaurante, que a esa hora de la noche todavía estaba vacío. Pidió un vaso de agua para ella, y cuando estuvo más tranquila, se subieron en un taxi dispuestos a ir al aeropuerto.
oOo
Llegaron y, después de confirmar la hora del vuelo y sacar el billete de Ángel, se sentaron a esperar.
-¿Quieres comer algo?
-Puede. –Sonrió. –
-Vale, voy a buscar cualquier cosa, no te muevas de aquí
-El que se va de los sitios sin avisar eres tú… -Le contestó ella susurrando, pero Ángel pudo escucharlo y se agachó para ponerse a su altura. –
-Y por suerte tengo una pesada que no deja de perseguirme para que me de cuenta de lo perfecta que es…
-Déjate de rollos y tráeme la comida, o las que se van a ir de aquí serán mis tripas. – Él la imitó molesto, y luego se levantó de nuevo y se dirigió a la cafetería. –
Patricia soltó una carcajada y vio como se alejaba. Sonrió. Enseguida se dio cuenta de que se había dejado la cartera sobre la silla, y sintió tanta curiosidad por abrirla que no pudo evitarlo. Al hacerlo, volvió a sonreír, pero esta vez no de la misma manera. Le sorprendió tanto que entre tantas fotos tuviera una de los dos juntos que se levantó y lo alcanzó.
-Toma, no creo que te vayan a regalar lo que compres… tu cara de pena no es lo suficientemente buena -Dijo tocándole el hombro, haciendo que se diera la vuelta. – Ah, por cierto, tranquilo que no la he abierto…
-Ya, eso no te lo crees ni tú
-Bueno, sólo un poquito, pero no he visto las fotos que tienes dentro…
-¡Te dije que no te movieras!
Se rió y corrió de nuevo hasta la silla. Se abrigó con su chaqueta y cerró los ojos, dejando de escuchar el ruido y el bullicio que le rodeaba…
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Se rió y corrió de nuevo hasta la silla. Se abrigó con su chaqueta y cerró los ojos, dejando de escuchar el ruido y el bullicio que le rodeaba…
Angel regresó minutos después con las manos vacías, se acerco por detras a Patricia, tratando de sorprenderla.
-- Vale, cariño, acabo de sentirme completamente estúpido... El chico del burguer e ha mirado mal cuando le he pedidalgo sin gluten... ¿Patricia?
Angel la tocó el hombro y Patricia calló de costado, desfallecida.
--¡Patricia! - rodeó las sillas y se agachó junto a ella - ¡Patricia! ¿Estás bien? ¡Dios mio! ¿Que te ha pasado? - estaba realmente asustado. Comenzóa zarandearla casi desesperado, al borde del llanto - ¡Patricia por favor, contéstame!
Patricia seguí sin responder,junto a engel se acercó una señora que trato de ayudar abanicando a Patricia. Una joven azafata se acercó para ayudar, tranquilizaron a ángel un poco.
Patricia recuperó el conocimiento poco a poco.
-Uhmmm ¿Que ha pasado?
-Te has desmayado bonita - dijo la señora - tu novio se ha asustado de verdad... Tienes suerte¡Parece tan dulce y atento!
Patricia sonrio levemente.
-Lo es, aunque un poco terco.
-Bueno, bueno - dijo la señora entre risas - nosotros nos vamos - pero haz un favor y tomate este caramelit, no sea que te falte azucar - tendio un caramelo de fresa a Patricia, que lo acepto gustosa.
Pronto les dejaron solos. Ángel se sentó junto a Patricia,que se recostó en su hombro mientras el acariciaba su rubia melena.
-- Me has asustado ¿sabes?
-- Era mi pequeña venganza...
--¿Que te ha pasado?
-- Creo que tiene que ver algo el hecho de haerme pasado dos dias sin comer, buscandote por barcelona - bromeo ella.
--Lo siento... ¿Ves? Hasta sin pretenderlo te hago daño...
--No digas sandeces Ángel... ha sido una simple lipotimia.
--De verdad estás bien? ¿Podras viajar?
--Que si pesado... pero necesitaria comer algo...
--No había nada sin gluten... solo he conseguido un par de manzanas y he comprado caramelos...
-- Con las manzanas me vale cielo - dijo agarrando la que angel le tendía y mordiandola habida - está arenosa - se quejó y angel la miro apenado- pero no es culpa tuya, es cosa de las camaras frigorificas...
--Recuerdame que te debo una cena... - dijo Ángel.
--¿Una? Me debes una vida completa de cenas, cariño... una vida completa...
Ambos rieron y se miraron felices Aunque Ángel seguía preocupado por Patricia. Tras devorar las dos manzans y beberse la cocacola ligth que ángel le trajo, Patricia parecía estar mucho mejor.
-- Necesito un cigarro...
--Patricia, que no quiero que fumes... sabes que es malo...
-- ¡Por dios!¡Como sois los ex-fumadores compulsivos! ademas con lo poquitoque fumo yo- dijo Patricia poniendo morritos.
--Pero ese poquito es malo para tí- angel la señalo cariñosamente - y una enorme tentación para mí...
--Valeee... Prometo que nunca fumaré delante de ti... -dijo y dio a ángel un beso en la cara - Todo sea por no hacer sufrir a mi enanito gruñón...
Angel la miró haciendose el enfadado, pero no puedo evitar reir. Instantes después los altavoces anunciaron su vuelo, se pusieron en pie y sacaron sus billetes...
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Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
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Angel la miró haciendose el enfadado, pero no puedo evitar reir. Instantes después los altavoces anunciaron su vuelo, se pusieron en pie y sacaron sus billetes...
Patricia caminaba a paso seguro hacia la puerta de embarque, en un momento dado quiso hacerle un comentario a Ángrl y se giró para mirarlo, pero no lo encontró a su lado. En un primer impulso creyó que había vuelto a huir, a escapar de ella dominado por la cobardía, pero al examinar detenidamente el lugar, lo encontro, unos cuantos pasos por detras de ella, quieto, con la mirada clavada el el billete de avión.
Patricia se acercó hasta él.
-- Ángel ¿Te encuentras bien, te pasa algo?
--¿No podiamos volver en Ave verdad? Tenia que ser avión, otra vez avión...
--Es más rapido y cómodo - Ángel fue a decir algo pero ella no le dejó - y sí, ya se que es mas caro, pero yo no soy catalana ¿recuerdas?
Ángel sonrió de medio lado mientras patricia comenzaba a alejarrse de nuevo. bajó la vista de nuevo al pasaje...
--No es por el precio...esque no creo que logre aguantar...- dijo susurrando. No pudo continuar porque Patricia había vuelto a retroceder al comprobar que estaba detenido y ahora le arrastraba de la mano rezongando, como si él fuese un crio de 5 años.
Llegaron hasta la joven azafata que estaba comprobando sus tarjetas de embarque, todo correcto, les devolvió los billetes y se introdujeron en el pasillo "finger" que les conduciría al avión.
Ángel se detuvo cuando había dado escasos pasos, miraba ese pasillo enmmoquetado en gris, pero no lo veía, su mirada estaba perdida, con una expresión hierática en el rostro. Patricia, nufando y algo molesta volvió hacia él...
--Jodido enano de los huevos... que día me estas dando ¿eh? Primero me hace jugar el perro y al gato por toda Barcelona y ahora se me pone tonto en el avión - dijo mientras lo empujaba, obligandole a avanzar - Chiquillo, no podras decir que no te quiero, porque en un solo día me estás dando más trabajo que un hijo tonto en diez años...
-- Eso es porque no has convivido con Dani- dijo ñangel en voz baja, algo temblorosa. Patricia se echó a reir.
--No, no he convivido con Dani, y le dejo ese dudoso privilegio a tu hermanita - dijo sarcastica - seguro que ella se lo pasa mejor que yo jajaja. - y dió a Ángel una sonora palmada en el trasero.
Ese inesperado gesto sacó a Ángel de su letargo. avanzó algo mas seguro y llegó a la puerta del avión, donte les indicaron cuales serían sus asientos durante el vuelo. Aunque los movinmientos de Ángel seguían pareciendo algo mecánicos, como si estuviera entumecido, ambos se sentaron en sus sitios, o casi...
--¡Ah...No! Patricia cambiame el sitio anda...
--¿Por qué?
--Ehmmm... esque... estoy acostumbrado a conducir, necesito ir en el asiento de la izquierda... Además, asi te dejo que disfrutes tú de la ventanilla - dijo frotandose la nuca - jejeje.
--Bueno, vale, como quieras - dijo Patricia encogiendose de hombros, mientas ella no miraba, Ángel resopló con cara de "ha colado" - Pero luego no me pidas que me cambie...
--Descuida, no lo haré...
Una vez sentados, se pusieron el cinturón de seguridad. Pero patricia tuvo que soltar una de las suyas...
--No se para qué nos hacen ponernos cinturon de seguridad...¿Qué pasa?¿que si el avion se cae desde 10000 pies de altura y llevamos el cinturón puesto no nos va a pasar nada? ¡Que idiotez! Nos haremos tortilla, como todo quisque...
--Patricia vaaaa...por favor... - Ángel estaba en su asiento, con un rictus incipiente en la cara. Cuando el aeroplano comenzó a moverse para enfilar la pista, Ángel perdió el color del rostro y gotas de sudor comenzaron a perlas su frente. Patricia, que estaba peleandose con un extraño bulto, no se había dado cuenta.
--¿Sabes lo que me fascina de los aviones? - dijo sin mirarle - que pesando tanto puedan volar, si, ya se que es por no se que historia de la velocidad y el empuje del aire... pero aun así, cada vez que veo uno no puedo evitar pensar, se va a caer, va a hacer fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu puggggfffffsssssss... sin supervivientes... ¡Hablando de supervivientes! ¿Has visto viven?
--Aaaajam - respondio tembloroso Ángel.
--¡QUe buena peli! aunque un poco desagradable, esos pobres chicos, despues de no matarse cuando el avion se estrella... ahi en mitad del monte, helados de frio, comiendose a sus amigos...
--Pa... Patricia...
-- ¿qué Ángel? - Por fin lo miró, justo en el momento en que el avión cogía velocidad para despegar, y justo cuando Ángel cerró los ojos - ¡Estas blanco!¿estás bien?
--No...
--¿Te pasa algo? Sudas...¿Tienes fiebre?
--Siiii... y n...noo.
Patricia trató de agarrar la mano de Ángel, pero no pudo. Dirigió su mirada hacia ellas y se sorprendió bastante, Ángel tenía los nudillos blancos de la fuerza, los brazos y todo él tenso. Se aferraba fuertemente a los reposabrazos, tanto, que hasta había clavado las uñas en el acolchado....
--Ángel... ¡Me estás asustando! ¿qué te pasa cielo? - dijo agarrandole las mejillas, el avión acabava de despegar-. Abre los ojos ¡Mírame!
--¡Tengo miedo!¿Vale? - dijo Ángel de golpe, casi gritando, y abriendo los ojos en un rictus de pánico - No me gustan los aviones, me da miedo volar... lo paso fatal...Y tú... tú no ayudas...
La respiración de ángel era convulsa, agitada. No hacía ni dos días que había tenido que soportar ese mismo calvario y no estaba preparado para revivirlo tan pronto.
--¡Ay pobre! Perdona cielo -dijo acariciandole el brazo- No te preocupes corazón, que yo estoy contigo chiquitín...
--No se hasta que punto es eso bueno ¿eh?
Xuando se pudieron quitar los cinturones, patricia hizo a ángel inclinarse un pocio hacie ella y que apoyade la cabeza en ella, que se giro hacia él.
--Cierra los ojos, mi vida - y comenzó a acariciarle el pelo, mientras notaba como su respiración se iba relajando poco a poco - que en un ratito pasará... no sabía nada, perdoname, soy tan burra a veces... es lo que triene estar tarada - aunque no lo vio, patricia sintió que ángel sonreia - que no tengo filtro... ¿Sabes? yo había tenido una idea cojonuda para matar esta horita... - dijo susurrandole sin dejar de acariciarle - Tú, yo... los aseos del avión... ya sabes... pero creo que eso va a ser un poco dificil - notó como ángel le daba un pequeño beso en la parte de piel de su pecho que dejaba libre la camisa, y ella le besó en la coronilla - Tienes entradas, pero el acartón aún no clarea demasiado... aún te queda pelo para rato, que lo sepas gruñoncito...aunque ahora pareces más mudito, pero sin las orejas, las orejas de mudito las tiene el avioncitos... ¡Mira, muy propio el mote en esta situación! . Angel rió de nuevo, aunque conteniendose - ¿Ve? decir dos mil chorradas por minuto a veces es hasta util, te mantengo entretenido y así ni te enteras del vuelo...
Ángel se pegó más contra el cuerpo de Patricia...
--¿Sabes? Si pudiese estar así siempre, no me importaría que mi vida fuese un vuelo eterno...
-- Hay que joderse con el enano... ¡Hasta cagadito vivo me dice cosas bonitas!
--Creo que es la primera vez que te digo algo así...
--Pero esque tú no sabes lo hermoso que suena un "tarada de los huevos" salido de tu boquita... eso es música para mis oidos... asique imaginate cuando me dices algo agradable...
--Estás loca ¿Lo sabías?
--No Ángel, estoy enamorada, desde hace demasiado tiempo. Enamorada de un chico guapo y un tanto introvertido, que se defiende del mundo escudando su timidez y dulzura bajo una capa de hostilidad rematada con una mascara de gruñon empedernido... De un chico que parece que vive amargado y lo que hace es endulzar la vida de todos los que coinciden con él... De un chulazo un poquito acomplejado, que trata de disimularlo haciendo descaradas y sangrantes bromas sobre el motivo de su complejo, pero que en el fondo es la persona más grande y perfecta que te puedas imaginar...
--¿Sí? Menuda joyita de chico...¿Me lo presentarás?
--No hace falta, ahora mismo tiene su cabeza a poyada en mi entreteto...
--Pero mira que eres burra...
--Perdona pitufillo mío... esque despues de tanto azucar, había que contrarestar un poco ¿¿¿no???
--Te quiero...
--¡Ay! Dimelo en catalán, que me po... me gusta... - y le acaricio la mejilla.
--T'estimo... ¿Ibas a decir que el catalán te pone? - dijo levantando la cabeza y mirandola a los ojos.
--Ehhh... yo tembién te timo...
--se dice T'estimo... Y no has contestado a mi pregunta...
>>Señoires pasajeros, les rogamos que se abrochen sus cinturones de seguridad, El avión tomara tierra en breves minutos<<
--Ufff, salvada por la campana... - dijo Patricia.
--Salvada...claro... ¡Que sepas que en cuanto salga de esta maquina infernal pienso repetirte esa pregunta!
--Eso será si yo te dejo...
--¿Y como piensas impedirmelo? - dijo él, levantando una ceja.
--AAAAAAAh, ya lo verás - respondió Patricia desafiante.
El avión comenzó a descender, y las uñas de Ángel volvieron a fundirse con el acolchado del reposabrazos. Mientras Patricia sonreia picaruela a su lado...
_________________
El avión aterrizó mejor de lo que esperaba y conseguí relajarme un poco y mirarla intentando sonreírle para tranquilizarla a ella también.
Nuestras manos seguían entrelazadas y ella acariciaba la mía dulcemente mientras miraba la pista de aterrizaje por la ventanilla.
Tiré suavemente de su brazo y me miró sonriendo y llevándose nuestras manos unidas a sus labios, besando el dorso de la mía.
Patricia: ¿Mejor? –Volví a sonreírle-
Ángel: Sí… -Susurré-
La gente comenzó a coger sus equipajes de mano y a salir del avión ordenadamente. Nosotros nos quedamos en nuestros asientos esperando a que se despejara un poco el pasillo.
Patricia: Siento haber sido tan brusca… no tenía ni idea de que tenías miedo a volar… -Dijo acercándose a mi cara y besando la comisura de mis labios-
Ángel: No pasa nada… -Le respondí levantándome para coger mi bolso- ¿Vamos? –Patricia se levantó y caminó hasta la rampa de salida detrás de mí-
Caminamos de la mano detrás del tumulto de gente que se dirigía a por sus maletas. Nosotros no teníamos nada que recoger e íbamos directamente a la salida.
Ángel: ¿Te pone el catalán? –Pregunté soltando el bolso en el suelo y poniéndome frente a ella, agarrándola de la cintura-
Patricia: Necesito ir al baño… -Me contestó sonriendo suavemente- Luego lo hablamos, ¿vale? –Me dio un pico y se giró para dirigirse al baño-
Fui tras ella y noté como comprobaba que no hubiese nadie para luego cogerme de la mano y meterme dentro de uno de los individuales.
Ángel: ¿Qué haces? –Pregunté sobresaltado-
Patricia: Dímelo otra vez… -Me ordenó antes de llevar su boca a mi cuello y comenzar a succionar mi nuez-
Ángel: Patri… -Comencé a decir entrecortadamente- Sabes que no soporto que hagas eso…
Patricia: Dime que me quieres otra vez y te dejaré… -Dijo mientras continuaba haciendo aquello que me volvía tan loco y a su vez empezaba a meter las manos bajo mi camiseta-
Ángel: Esta vez no te vas a salir con la tuya… -Susurré cerca de su oído, provocándole ese cosquilleo que consigue estremecerla unos segundos casi imperceptibles-
Patricia: ¿Ah no? –Preguntó ella haciéndose la inocente y mordiéndose el labio inferior-
Ángel: No… -Fue lo último que dije antes de llevar mis manos a la cremallera de sus pantalones y proceder a desabrochárselos con ansia-
Patricia soltó una carcajada nerviosa e intentó quitarse la camiseta. La detuve y agarré sus manos tras su espalda mientras mordía sus labios sin demasiado cuidado, intentando no hacerle daño pero con intención de que se rindiera.
Patricia: ¿Por qué no me sueltas?
Ángel: No quiero que te desnudes… -Contesté bajándome los pantalones y agachándome para hacer lo mismo con los suyos-
Patricia: ¿Qué? –Preguntó extrañada-
Ángel: Esto será lo que se llama un “aquí te pillo, aquí te pongo cachonda” –Respondí haciéndola reír-
Patricia: No es exactamente así… en realidad la frase es… -Callé sus palabras con besos y bajé lentamente su ropa interior logrando que cruzara las piernas inquieta-
Ángel: No me interesan los dichos ahora, Patricia… -Fue lo último que dije antes de terminar de desnudarme de cintura para abajo-
Me introduje en ella despacio, mirándola a los ojos como siempre hacía. Había intentado no hacerlo porque quería que realmente pareciera que quería echar un polvo y no hacerle el amor. Pero me fue imposible no mirarla, no clavar mis ojos en sus preciosos y brillantes ojos marrones. Esos que añoraba desde antes de conocerla, esos que sonríen cuando ella sonríe y lloran cuando ella llora.
Se abrazó fuertemente a mi cuerpo y levantó las piernas colgándose de mí, revolviendo mi pelo con una de sus manos.
Llevé una de las mías a su muslo e intenté mantenerla pegada a mí el mayor tiempo posible, lo necesitaba.
Ángel: T’estimo… -Susurré en su oído aún dentro de ella-
Patricia: Yo también, cariño… -Respondió del mismo modo-
Ángel: ¿Te pone o no te pone? –Pregunté rompiendo el momento y haciéndola reír-
Patricia: Me pones tú –Afirmó- Hablando catalán, hablando español, diciendo monólogos, leyendo el periódico, cogiéndome de la mano, susurrándome que me quieres… me pones de todas las formas y maneras… ¿Te vale?
Ángel: Claro que me vale…
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Ángel: ¿Te pone o no te pone? –Pregunté rompiendo el momento y haciéndola reír-
Patricia: Me pones tú –Afirmó- Hablando catalán, hablando español, diciendo monólogos, leyendo el periódico, cogiéndome de la mano, susurrándome que me quieres… me pones de todas las formas y maneras… ¿Te vale?
Ángel: Claro que me vale…
-
Nunca había sido muy partidaria de este tipo de momentos, pero con Ángel era diferente. No sólo por el hecho de que me mirara a los ojos, sino porque me transmitía una magia que, sin él saberlo, me encantaba.
En cuanto notamos que la puerta del baño se abría, me pegó contra la pared y me tapó la boca con una de sus manos.
-¿Qué haces Ángel? –Pregunté como pude. –
-Hay alguien fuera
-¿Y qué más da?
-Como que ¿y qué más da? ¿Piensas seguir aquí –hizo su particular gesto de zumbar –
mientras la gente nos oye?
-Cosas peores se han visto…
-¡Estás enferma!
Puse mi mano derecha sobre una de sus nalgas y le sonreí. Sabía que en el fondo el también quería…
-No Patricia, ni se te ocurra
Me acerqué y le mordí el labio inferior mientras rodeaba su espalda, por encima de su camisa, con mis manos. Me di cuenta de cómo enseguida se puso nervioso, y ahora pasé a recorrer por todo su cuello mi lengua, haciendo que empezara a no saber ni qué hacer
-Vale, muy bien
-A ti te pone esto, ¿a que sí?
Sin responderme volvió a introducirse en mí, y al ni siquiera esperármelo, no pude aguantar gritar de placer en aquel momento. Ángel disfrutaba, pero no sólo por lo obvio, también por haber conseguido ponerme mala de verdad.
La velocidad cada vez era más frenética, mis piernas empezaban a temblar y no podía moverme siquiera, me tenía agarrada y aprisionada contra la pared.
-Angel…
-¿Qué pasa? ¿Quieres que pare?
-No, joder, ¿Cómo me preguntas eso?
-Pensaba…
-Pues no pienses tanto y sigue, así –Al decir esto noté como su cara cambiaba, se sorprendió demasiado y yo no pude evitar reírme con una carcajada sonora. –
Se separó un poco para mirarme a los ojos, estoy segura de que le encantaba mirar mi cara en aquel momento, que no podía ser otra que de placer. Al cabo de poco y entre gritos y jadeos llegamos al clímax a la vez.
Noté como se corría dentro de mí, y tras quedarse así unos segundos, me besó y se separó. No pude hacer otra cosa que sonreírle.
-Si no nos han pillado es que el que estaba ahí fuera era sordo.
-Pues lo que se ha perdido. –Dije recogiendo mis vaqueros del suelo. Él se rió y después, hizo lo mismo. –
-Estás loca…
-Y lo que te gusta.
Le volví a sonreír y abrimos la puerta un poco nerviosos, pero completamente satisfechos. No había nadie.
-¿Ves? No había nadie… es que eres tonto…
Justamente, al terminar esta frase, oímos el ruido de una cisterna en uno de los baños laterales al nuestro. Ángel me miró y yo le miré, y como si de un acto reflejo se tratara nos cogimos de la mano y salimos corriendo por todo el pasillo del aeropuerto.
Llegamos a la parada de taxis en pocos minutos, y sin saber qué hacer, nos subimos a uno.
-A la calle León, por favor
-¿Qué haces, Ángel?
-Hay que decirle a Dani que ya estoy aquí, ¿no crees?
-¿Tiene que ser ahora? ¡Ya tendrás tiempo para eso!
-Patricia, es mi amigo…
-¿Y si le avisamos por móvil?
-A mí me gustaría que me avisaran pero para saber a dónde tengo que ir. –El taxista se giró y es que en medio de la discusión ni nos habíamos percatado de que seguía ahí. –
-¡Llévenos al lugar que más le guste de Madrid! Que no sean las típicas tabernas de jamón con cerveza, los sitios donde se reúne con sus amigos, los bares donde va a ver los partidos de fútbol…
-O sea, sin ser las tabernas. –Puntualizó Ángel. –
-Sí… eso… -Dije mordiéndome una uña, pensativa. –
El taxista bufó y arrancó.
-
Al cabo de un rato estábamos en frente de un enorme edificio, y tenía a Patricia a mi lado… gritando.
-Tú te crees… ¡le decimos el lugar más bonito de Madrid y nos trae a su casa!
-Si al hombre le gusta…
-¡Ángel! –Me gritó dándome un ligero codazo. –
-Bueno, podríamos ahora mismo estar incomunicados, o no tener nada para comer, o no tener ni idea de cómo volver a casa…
-Tengo hambre. –Dijo cruzándose de brazos y sentándose en la acera. –
-Sí, la verdad es que yo también…
-Tú es que has perdido muchas energías hoy. – Me dijo acariciándome la barbilla y sonriéndo. La cogí en brazos, simulando un saco de patatas, y anduve por toda la calle buscando un restaurante decente para comer. –
-¡Ángel! ¡Bájame! ¡Ángel bájame o grito que me quieres violar!
-¿No serás tú la que quieres violarme a mí?
-Voy a gritar…
La bajé y, después de prometerle que no se lo haría más, entramos a un italiano que hacía esquina con otra calle.
_________________
CONTINUAMOS....
Angel la miró haciendose el enfadado, pero no puedo evitar reir. Instantes después los altavoces anunciaron su vuelo, se pusieron en pie y sacaron sus billetes...
Patricia caminaba a paso seguro hacia la puerta de embarque, en un momento dado quiso hacerle un comentario a Ángrl y se giró para mirarlo, pero no lo encontró a su lado. En un primer impulso creyó que había vuelto a huir, a escapar de ella dominado por la cobardía, pero al examinar detenidamente el lugar, lo encontro, unos cuantos pasos por detras de ella, quieto, con la mirada clavada el el billete de avión.
Patricia se acercó hasta él.
-- Ángel ¿Te encuentras bien, te pasa algo?
--¿No podiamos volver en Ave verdad? Tenia que ser avión, otra vez avión...
--Es más rapido y cómodo - Ángel fue a decir algo pero ella no le dejó - y sí, ya se que es mas caro, pero yo no soy catalana ¿recuerdas?
Ángel sonrió de medio lado mientras patricia comenzaba a alejarrse de nuevo. bajó la vista de nuevo al pasaje...
--No es por el precio...esque no creo que logre aguantar...- dijo susurrando. No pudo continuar porque Patricia había vuelto a retroceder al comprobar que estaba detenido y ahora le arrastraba de la mano rezongando, como si él fuese un crio de 5 años.
Llegaron hasta la joven azafata que estaba comprobando sus tarjetas de embarque, todo correcto, les devolvió los billetes y se introdujeron en el pasillo "finger" que les conduciría al avión.
Ángel se detuvo cuando había dado escasos pasos, miraba ese pasillo enmmoquetado en gris, pero no lo veía, su mirada estaba perdida, con una expresión hierática en el rostro. Patricia, nufando y algo molesta volvió hacia él...
--Jodido enano de los huevos... que día me estas dando ¿eh? Primero me hace jugar el perro y al gato por toda Barcelona y ahora se me pone tonto en el avión - dijo mientras lo empujaba, obligandole a avanzar - Chiquillo, no podras decir que no te quiero, porque en un solo día me estás dando más trabajo que un hijo tonto en diez años...
-- Eso es porque no has convivido con Dani- dijo ñangel en voz baja, algo temblorosa. Patricia se echó a reir.
--No, no he convivido con Dani, y le dejo ese dudoso privilegio a tu hermanita - dijo sarcastica - seguro que ella se lo pasa mejor que yo jajaja. - y dió a Ángel una sonora palmada en el trasero.
Ese inesperado gesto sacó a Ángel de su letargo. avanzó algo mas seguro y llegó a la puerta del avión, donte les indicaron cuales serían sus asientos durante el vuelo. Aunque los movinmientos de Ángel seguían pareciendo algo mecánicos, como si estuviera entumecido, ambos se sentaron en sus sitios, o casi...
--¡Ah...No! Patricia cambiame el sitio anda...
--¿Por qué?
--Ehmmm... esque... estoy acostumbrado a conducir, necesito ir en el asiento de la izquierda... Además, asi te dejo que disfrutes tú de la ventanilla - dijo frotandose la nuca - jejeje.
--Bueno, vale, como quieras - dijo Patricia encogiendose de hombros, mientas ella no miraba, Ángel resopló con cara de "ha colado" - Pero luego no me pidas que me cambie...
--Descuida, no lo haré...
Una vez sentados, se pusieron el cinturón de seguridad. Pero patricia tuvo que soltar una de las suyas...
--No se para qué nos hacen ponernos cinturon de seguridad...¿Qué pasa?¿que si el avion se cae desde 10000 pies de altura y llevamos el cinturón puesto no nos va a pasar nada? ¡Que idiotez! Nos haremos tortilla, como todo quisque...
--Patricia vaaaa...por favor... - Ángel estaba en su asiento, con un rictus incipiente en la cara. Cuando el aeroplano comenzó a moverse para enfilar la pista, Ángel perdió el color del rostro y gotas de sudor comenzaron a perlas su frente. Patricia, que estaba peleandose con un extraño bulto, no se había dado cuenta.
--¿Sabes lo que me fascina de los aviones? - dijo sin mirarle - que pesando tanto puedan volar, si, ya se que es por no se que historia de la velocidad y el empuje del aire... pero aun así, cada vez que veo uno no puedo evitar pensar, se va a caer, va a hacer fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu puggggfffffsssssss... sin supervivientes... ¡Hablando de supervivientes! ¿Has visto viven?
--Aaaajam - respondio tembloroso Ángel.
--¡QUe buena peli! aunque un poco desagradable, esos pobres chicos, despues de no matarse cuando el avion se estrella... ahi en mitad del monte, helados de frio, comiendose a sus amigos...
--Pa... Patricia...
-- ¿qué Ángel? - Por fin lo miró, justo en el momento en que el avión cogía velocidad para despegar, y justo cuando Ángel cerró los ojos - ¡Estas blanco!¿estás bien?
--No...
--¿Te pasa algo? Sudas...¿Tienes fiebre?
--Siiii... y n...noo.
Patricia trató de agarrar la mano de Ángel, pero no pudo. Dirigió su mirada hacia ellas y se sorprendió bastante, Ángel tenía los nudillos blancos de la fuerza, los brazos y todo él tenso. Se aferraba fuertemente a los reposabrazos, tanto, que hasta había clavado las uñas en el acolchado....
--Ángel... ¡Me estás asustando! ¿qué te pasa cielo? - dijo agarrandole las mejillas, el avión acabava de despegar-. Abre los ojos ¡Mírame!
--¡Tengo miedo!¿Vale? - dijo Ángel de golpe, casi gritando, y abriendo los ojos en un rictus de pánico - No me gustan los aviones, me da miedo volar... lo paso fatal...Y tú... tú no ayudas...
La respiración de ángel era convulsa, agitada. No hacía ni dos días que había tenido que soportar ese mismo calvario y no estaba preparado para revivirlo tan pronto.
--¡Ay pobre! Perdona cielo -dijo acariciandole el brazo- No te preocupes corazón, que yo estoy contigo chiquitín...
--No se hasta que punto es eso bueno ¿eh?
Xuando se pudieron quitar los cinturones, patricia hizo a ángel inclinarse un pocio hacie ella y que apoyade la cabeza en ella, que se giro hacia él.
--Cierra los ojos, mi vida - y comenzó a acariciarle el pelo, mientras notaba como su respiración se iba relajando poco a poco - que en un ratito pasará... no sabía nada, perdoname, soy tan burra a veces... es lo que triene estar tarada - aunque no lo vio, patricia sintió que ángel sonreia - que no tengo filtro... ¿Sabes? yo había tenido una idea cojonuda para matar esta horita... - dijo susurrandole sin dejar de acariciarle - Tú, yo... los aseos del avión... ya sabes... pero creo que eso va a ser un poco dificil - notó como ángel le daba un pequeño beso en la parte de piel de su pecho que dejaba libre la camisa, y ella le besó en la coronilla - Tienes entradas, pero el acartón aún no clarea demasiado... aún te queda pelo para rato, que lo sepas gruñoncito...aunque ahora pareces más mudito, pero sin las orejas, las orejas de mudito las tiene el avioncitos... ¡Mira, muy propio el mote en esta situación! . Angel rió de nuevo, aunque conteniendose - ¿Ve? decir dos mil chorradas por minuto a veces es hasta util, te mantengo entretenido y así ni te enteras del vuelo...
Ángel se pegó más contra el cuerpo de Patricia...
--¿Sabes? Si pudiese estar así siempre, no me importaría que mi vida fuese un vuelo eterno...
-- Hay que joderse con el enano... ¡Hasta cagadito vivo me dice cosas bonitas!
--Creo que es la primera vez que te digo algo así...
--Pero esque tú no sabes lo hermoso que suena un "tarada de los huevos" salido de tu boquita... eso es música para mis oidos... asique imaginate cuando me dices algo agradable...
--Estás loca ¿Lo sabías?
--No Ángel, estoy enamorada, desde hace demasiado tiempo. Enamorada de un chico guapo y un tanto introvertido, que se defiende del mundo escudando su timidez y dulzura bajo una capa de hostilidad rematada con una mascara de gruñon empedernido... De un chico que parece que vive amargado y lo que hace es endulzar la vida de todos los que coinciden con él... De un chulazo un poquito acomplejado, que trata de disimularlo haciendo descaradas y sangrantes bromas sobre el motivo de su complejo, pero que en el fondo es la persona más grande y perfecta que te puedas imaginar...
--¿Sí? Menuda joyita de chico...¿Me lo presentarás?
--No hace falta, ahora mismo tiene su cabeza a poyada en mi entreteto...
--Pero mira que eres burra...
--Perdona pitufillo mío... esque despues de tanto azucar, había que contrarestar un poco ¿¿¿no???
--Te quiero...
--¡Ay! Dimelo en catalán, que me po... me gusta... - y le acaricio la mejilla.
--T'estimo... ¿Ibas a decir que el catalán te pone? - dijo levantando la cabeza y mirandola a los ojos.
--Ehhh... yo tembién te timo...
--se dice T'estimo... Y no has contestado a mi pregunta...
>>Señoires pasajeros, les rogamos que se abrochen sus cinturones de seguridad, El avión tomara tierra en breves minutos<<
--Ufff, salvada por la campana... - dijo Patricia.
--Salvada...claro... ¡Que sepas que en cuanto salga de esta maquina infernal pienso repetirte esa pregunta!
--Eso será si yo te dejo...
--¿Y como piensas impedirmelo? - dijo él, levantando una ceja.
--AAAAAAAh, ya lo verás - respondió Patricia desafiante.
El avión comenzó a descender, y las uñas de Ángel volvieron a fundirse con el acolchado del reposabrazos. Mientras Patricia sonreia picaruela a su lado...
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El avión aterrizó mejor de lo que esperaba y conseguí relajarme un poco y mirarla intentando sonreírle para tranquilizarla a ella también.
Nuestras manos seguían entrelazadas y ella acariciaba la mía dulcemente mientras miraba la pista de aterrizaje por la ventanilla.
Tiré suavemente de su brazo y me miró sonriendo y llevándose nuestras manos unidas a sus labios, besando el dorso de la mía.
Patricia: ¿Mejor? –Volví a sonreírle-
Ángel: Sí… -Susurré-
La gente comenzó a coger sus equipajes de mano y a salir del avión ordenadamente. Nosotros nos quedamos en nuestros asientos esperando a que se despejara un poco el pasillo.
Patricia: Siento haber sido tan brusca… no tenía ni idea de que tenías miedo a volar… -Dijo acercándose a mi cara y besando la comisura de mis labios-
Ángel: No pasa nada… -Le respondí levantándome para coger mi bolso- ¿Vamos? –Patricia se levantó y caminó hasta la rampa de salida detrás de mí-
Caminamos de la mano detrás del tumulto de gente que se dirigía a por sus maletas. Nosotros no teníamos nada que recoger e íbamos directamente a la salida.
Ángel: ¿Te pone el catalán? –Pregunté soltando el bolso en el suelo y poniéndome frente a ella, agarrándola de la cintura-
Patricia: Necesito ir al baño… -Me contestó sonriendo suavemente- Luego lo hablamos, ¿vale? –Me dio un pico y se giró para dirigirse al baño-
Fui tras ella y noté como comprobaba que no hubiese nadie para luego cogerme de la mano y meterme dentro de uno de los individuales.
Ángel: ¿Qué haces? –Pregunté sobresaltado-
Patricia: Dímelo otra vez… -Me ordenó antes de llevar su boca a mi cuello y comenzar a succionar mi nuez-
Ángel: Patri… -Comencé a decir entrecortadamente- Sabes que no soporto que hagas eso…
Patricia: Dime que me quieres otra vez y te dejaré… -Dijo mientras continuaba haciendo aquello que me volvía tan loco y a su vez empezaba a meter las manos bajo mi camiseta-
Ángel: Esta vez no te vas a salir con la tuya… -Susurré cerca de su oído, provocándole ese cosquilleo que consigue estremecerla unos segundos casi imperceptibles-
Patricia: ¿Ah no? –Preguntó ella haciéndose la inocente y mordiéndose el labio inferior-
Ángel: No… -Fue lo último que dije antes de llevar mis manos a la cremallera de sus pantalones y proceder a desabrochárselos con ansia-
Patricia soltó una carcajada nerviosa e intentó quitarse la camiseta. La detuve y agarré sus manos tras su espalda mientras mordía sus labios sin demasiado cuidado, intentando no hacerle daño pero con intención de que se rindiera.
Patricia: ¿Por qué no me sueltas?
Ángel: No quiero que te desnudes… -Contesté bajándome los pantalones y agachándome para hacer lo mismo con los suyos-
Patricia: ¿Qué? –Preguntó extrañada-
Ángel: Esto será lo que se llama un “aquí te pillo, aquí te pongo cachonda” –Respondí haciéndola reír-
Patricia: No es exactamente así… en realidad la frase es… -Callé sus palabras con besos y bajé lentamente su ropa interior logrando que cruzara las piernas inquieta-
Ángel: No me interesan los dichos ahora, Patricia… -Fue lo último que dije antes de terminar de desnudarme de cintura para abajo-
Me introduje en ella despacio, mirándola a los ojos como siempre hacía. Había intentado no hacerlo porque quería que realmente pareciera que quería echar un polvo y no hacerle el amor. Pero me fue imposible no mirarla, no clavar mis ojos en sus preciosos y brillantes ojos marrones. Esos que añoraba desde antes de conocerla, esos que sonríen cuando ella sonríe y lloran cuando ella llora.
Se abrazó fuertemente a mi cuerpo y levantó las piernas colgándose de mí, revolviendo mi pelo con una de sus manos.
Llevé una de las mías a su muslo e intenté mantenerla pegada a mí el mayor tiempo posible, lo necesitaba.
Ángel: T’estimo… -Susurré en su oído aún dentro de ella-
Patricia: Yo también, cariño… -Respondió del mismo modo-
Ángel: ¿Te pone o no te pone? –Pregunté rompiendo el momento y haciéndola reír-
Patricia: Me pones tú –Afirmó- Hablando catalán, hablando español, diciendo monólogos, leyendo el periódico, cogiéndome de la mano, susurrándome que me quieres… me pones de todas las formas y maneras… ¿Te vale?
Ángel: Claro que me vale…
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Ángel: ¿Te pone o no te pone? –Pregunté rompiendo el momento y haciéndola reír-
Patricia: Me pones tú –Afirmó- Hablando catalán, hablando español, diciendo monólogos, leyendo el periódico, cogiéndome de la mano, susurrándome que me quieres… me pones de todas las formas y maneras… ¿Te vale?
Ángel: Claro que me vale…
-
Nunca había sido muy partidaria de este tipo de momentos, pero con Ángel era diferente. No sólo por el hecho de que me mirara a los ojos, sino porque me transmitía una magia que, sin él saberlo, me encantaba.
En cuanto notamos que la puerta del baño se abría, me pegó contra la pared y me tapó la boca con una de sus manos.
-¿Qué haces Ángel? –Pregunté como pude. –
-Hay alguien fuera
-¿Y qué más da?
-Como que ¿y qué más da? ¿Piensas seguir aquí –hizo su particular gesto de zumbar –
mientras la gente nos oye?
-Cosas peores se han visto…
-¡Estás enferma!
Puse mi mano derecha sobre una de sus nalgas y le sonreí. Sabía que en el fondo el también quería…
-No Patricia, ni se te ocurra
Me acerqué y le mordí el labio inferior mientras rodeaba su espalda, por encima de su camisa, con mis manos. Me di cuenta de cómo enseguida se puso nervioso, y ahora pasé a recorrer por todo su cuello mi lengua, haciendo que empezara a no saber ni qué hacer
-Vale, muy bien
-A ti te pone esto, ¿a que sí?
Sin responderme volvió a introducirse en mí, y al ni siquiera esperármelo, no pude aguantar gritar de placer en aquel momento. Ángel disfrutaba, pero no sólo por lo obvio, también por haber conseguido ponerme mala de verdad.
La velocidad cada vez era más frenética, mis piernas empezaban a temblar y no podía moverme siquiera, me tenía agarrada y aprisionada contra la pared.
-Angel…
-¿Qué pasa? ¿Quieres que pare?
-No, joder, ¿Cómo me preguntas eso?
-Pensaba…
-Pues no pienses tanto y sigue, así –Al decir esto noté como su cara cambiaba, se sorprendió demasiado y yo no pude evitar reírme con una carcajada sonora. –
Se separó un poco para mirarme a los ojos, estoy segura de que le encantaba mirar mi cara en aquel momento, que no podía ser otra que de placer. Al cabo de poco y entre gritos y jadeos llegamos al clímax a la vez.
Noté como se corría dentro de mí, y tras quedarse así unos segundos, me besó y se separó. No pude hacer otra cosa que sonreírle.
-Si no nos han pillado es que el que estaba ahí fuera era sordo.
-Pues lo que se ha perdido. –Dije recogiendo mis vaqueros del suelo. Él se rió y después, hizo lo mismo. –
-Estás loca…
-Y lo que te gusta.
Le volví a sonreír y abrimos la puerta un poco nerviosos, pero completamente satisfechos. No había nadie.
-¿Ves? No había nadie… es que eres tonto…
Justamente, al terminar esta frase, oímos el ruido de una cisterna en uno de los baños laterales al nuestro. Ángel me miró y yo le miré, y como si de un acto reflejo se tratara nos cogimos de la mano y salimos corriendo por todo el pasillo del aeropuerto.
Llegamos a la parada de taxis en pocos minutos, y sin saber qué hacer, nos subimos a uno.
-A la calle León, por favor
-¿Qué haces, Ángel?
-Hay que decirle a Dani que ya estoy aquí, ¿no crees?
-¿Tiene que ser ahora? ¡Ya tendrás tiempo para eso!
-Patricia, es mi amigo…
-¿Y si le avisamos por móvil?
-A mí me gustaría que me avisaran pero para saber a dónde tengo que ir. –El taxista se giró y es que en medio de la discusión ni nos habíamos percatado de que seguía ahí. –
-¡Llévenos al lugar que más le guste de Madrid! Que no sean las típicas tabernas de jamón con cerveza, los sitios donde se reúne con sus amigos, los bares donde va a ver los partidos de fútbol…
-O sea, sin ser las tabernas. –Puntualizó Ángel. –
-Sí… eso… -Dije mordiéndome una uña, pensativa. –
El taxista bufó y arrancó.
-
Al cabo de un rato estábamos en frente de un enorme edificio, y tenía a Patricia a mi lado… gritando.
-Tú te crees… ¡le decimos el lugar más bonito de Madrid y nos trae a su casa!
-Si al hombre le gusta…
-¡Ángel! –Me gritó dándome un ligero codazo. –
-Bueno, podríamos ahora mismo estar incomunicados, o no tener nada para comer, o no tener ni idea de cómo volver a casa…
-Tengo hambre. –Dijo cruzándose de brazos y sentándose en la acera. –
-Sí, la verdad es que yo también…
-Tú es que has perdido muchas energías hoy. – Me dijo acariciándome la barbilla y sonriéndo. La cogí en brazos, simulando un saco de patatas, y anduve por toda la calle buscando un restaurante decente para comer. –
-¡Ángel! ¡Bájame! ¡Ángel bájame o grito que me quieres violar!
-¿No serás tú la que quieres violarme a mí?
-Voy a gritar…
La bajé y, después de prometerle que no se lo haría más, entramos a un italiano que hacía esquina con otra calle.
_________________
CONTINUAMOS....
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: FIC COLECTIVO
Me encanta este fic, porque para hacer los capitulos personas diferentes parece que lo haya hecho una sola... Genial, pero cuando seguis con la obra de arte??
famososenlaweb- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 31
Localización : Barcelona
Re: FIC COLECTIVO
Bonita pregunta... de quién es el turno?
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: FIC COLECTIVO
Le toca a Belero... Que hace mil que no sé de él...
p.a.t.r.ii- Mensajes : 440
Fecha de inscripción : 01/10/2009
Re: FIC COLECTIVO
Belero se ha vuelto aire... ¿?
Vamos, que me uno al ídem de Clau... Y "DEJEN" DE ARRASTRARME A "SUS" MALDITOS OFFTOPICS!!!!! Yo antes era normal...
Vamos, que me uno al ídem de Clau... Y "DEJEN" DE ARRASTRARME A "SUS" MALDITOS OFFTOPICS!!!!! Yo antes era normal...
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: FIC COLECTIVO
Yo sé donde esta Belero... lo tengo raptado.
No, en realidad no... xDDDD Pero no creo que tarde en dar señales de vida, tranquilidad, sigue vivo jajajaja Sino, le saltamos el turno y que escriba Kela, pero esperamos ya hasta después de fiestas, no? Porque aún quedan unos días de comidas familiares y mierdas varias...
No, en realidad no... xDDDD Pero no creo que tarde en dar señales de vida, tranquilidad, sigue vivo jajajaja Sino, le saltamos el turno y que escriba Kela, pero esperamos ya hasta después de fiestas, no? Porque aún quedan unos días de comidas familiares y mierdas varias...
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: FIC COLECTIVO
Me encanta Estoy deseando leer más
Rebee- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 20/12/2009
Edad : 29
Re: FIC COLECTIVO
Chicas! Que hacemos con esto?
No contéis con Belero... dudo mucho que vuelva a aparecer por aquí. (quien dice dudar, dice estar casi convencida)
No contéis con Belero... dudo mucho que vuelva a aparecer por aquí. (quien dice dudar, dice estar casi convencida)
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: FIC COLECTIVO
A mí me sobra el casi...
Retomamooos?
Retomamooos?
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: FIC COLECTIVO
Retomemos pues! womans power!
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: FIC COLECTIVO
KeLa_13 escribió:A mí me sobra el casi...
Retomamooos?
Cierto, mejor sin el casi xDDDD
Por mi, sí, tenemos que darle vidilla a esto!
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: FIC COLECTIVO
te tocaba a ti... no, querida??? xDDDDDD
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: FIC COLECTIVO
Sí, amoooRRRR
Era por si queríais cambiar el orden, o algo así
EJEM, EJEEEEM... JEEEEEEEEEM...
Era por si queríais cambiar el orden, o algo así
EJEM, EJEEEEM... JEEEEEEEEEM...
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: FIC COLECTIVO
Claaaaro, cambiar el orden... cambiarlo...
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: FIC COLECTIVO
Te toca a ti Kela, ahora el orden quedaría así:
1. KeLa_13
2. Albeta
3. cLau-90
4. patri (y sus puntitos xD)
PD: Sí... cambiar el orden... JA!
1. KeLa_13
2. Albeta
3. cLau-90
4. patri (y sus puntitos xD)
PD: Sí... cambiar el orden... JA!
Última edición por Albeta el Jue Ene 14, 2010 1:35 am, editado 2 veces
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: FIC COLECTIVO
guay!!!! pues allá vamos!!! xD
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: FIC COLECTIVO
Cuando dices "allá vamos...", te refieres a que me dejáis el día de mañana para escribir, verdad????
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
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