PROPUESTA: Escena

estrelitha escribió:Luego lo subo Legnita, no te pongas nerviosa!

jajaja ok! qué jodía eres pa cambiar mis nicks eh! eres lo peorcito.
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Guanchitos, tu escena genial!! Eres única haciendo fics de rubia loca y enano gruñón! Tiene mucho que ver lo bien que se te da el humor. (aunque yo además tengo el honor de saber que también se te dan muy bien los realistas jojojo Tienes que continuar ese fic, en serio…)

Mi momento favorito ha sido este:
“- Regular.

En cuanto escuchó eso, se acercó más a mí y humedecí mis labios.
Lentamente se aproximó a mi oído para susurrarme:

- ¿Y ahora?

- Eh… no lo sé. – Me estaban entrando unos calores que juraría que conozco a la culpable de ellos. Traté de aparentar normalidad. Ella mordió la línea que marcaba mi mandíbula y se acercó a mi cuello, por el que pasó la lengua y succionó en determinados lugares.

- ¿Y ahora?

- Eh… un poquito más cómodo sí. – Dije, con la voz entrecortada.”
Me encanta cómo lo lleva todo ella a su terreno, su facilidad para domarle y la sinceridad de él a la hora de responder xD

Y por supuesto, el GRANDIOSO final:
“Ella se dio la vuelta y volvió a entrar en el ascensor, con su eterna sonrisa. Me abrazó y me susurró al oído:

- Si quieres nos saltamos la parte de hablar del tiempo. Prefiero que hagamos el amor.

Tan loca para unas cosas y tan cuerda para otras.
Se cierran las puertas. Planta 1… STOP.”

buah genial todos!
Karmen, el tuyo muy bien, me ha gustado mucho, la historia que iban contando... aiss precioso
Estrelitha, que decir del tuyo, si es que todo lo que escribes es genial, estás hecha una artistaza y ya me apetecía leer algo tuyo de nuevo. Ya estoy esperando con ganas para leer el otro
Guanchitos, buah, me encantan los fics de loca-enano gruñón, te ha quedado genial y muy original
cuanta artista hay por este foro...

ME han gustado mucho los fics! que se anime mas gente ! el de rubia loka le keda genial apatri ejej

Pues aquí está el mío, que por fin lo he podido terminar <3




Si lo hubiera sabido desde el principio hubiera bajado por las escaleras. Pero no, aquel día no. Y encima, él también tenía que coger el ascensor. Que casualidad. Intentó darse la vuelta pero ya la había visto, y lo suyo no era parecer una miedica ni una perdedora. Era demasiado orgullosa. Así que suspiró hondo y se paró delante de la puerta. Pulsó el botón, y cuando las puertas se abrieron entró. Rápido, deseando que aquel incómodo momento pasara lo antes posible. Ilusa de ella.

En cuanto la vio corriendo y en aquella dirección supo para dónde iba. En realidad podía haber bajado por las escaleras, pero estaba harto de no afrontar las cosas. Al menos, si no le daba la oportunidad de hablar, tendría que aguantarlo las horas necesarias.
Esperó a que ella entrara para hacerlo después. Después de todo tampoco le hacía mucha ilusión la idea, pero si se daba la vuelta y salía seguro que pensaba lo de siempre: “Siempre evitando los problemas, Ángel Martín”.

Se colocó de pie, en la esquina, justo enfrente del espejo. Se colocaba el flequillo, y tarareaba una especie de canción que utilizaba para distraerse. También lo estaba mirando a él por el rabillo del ojo, pero no se daba cuenta. Miraba sólo hacia el frente, hacia la puerta, esperando a que se abrieran para poder salir y no tener que pasar por lo de siempre. Gritos, insultos camuflados en miradas. Que a veces duelen más. Luego dirigió sus ojos hacia el marcador de plantas.

Tres. Como las veces que le había mirado desde que entró, a pesar de haberse prometido que no lo haría. Luego dos, como las veces que había abierto ligeramente la boca para decirle algo. Por supuesto que no había llegado a hablarle. Y, por fin, una. Sería llegar al cero y no verla más hasta la hora de siempre. Un alivio, aunque un alivio que le pesaba mucho.

Pero de repente escuchó un ruido. Y ella también. Lo pudo ver en su cara. Ambos se agarraron a la barra metálica que estaba fijada a la pared, aunque cada uno por un extremo.
Cuando dirigió sus ojos al marcador para ver por qué planta iban se encontró con que se había parado. Estaba apagado. Posiblemente ya habían llegado a la cero, o estaban entre dos. La miró, y directamente volvió a llevar sus ojos al suelo. Ella hizo lo mismo, aunque él no se dio cuenta.

Se paró enfrente de la puerta, dándole un par de golpes. Él la miraba sentado desde hacía ya un rato. Quería decirle que era inútil, que sería mejor esperar. Nadie les iba a oír. Pero, como siempre, siguió callado. No era momento para llevarle la contraria.

Al cabo de unos minutos y aún sin rendirse, sintió como empezaba a encontrarse más cansada. Y sudaba más. Y respiraba más despacio. Pero no se paró. Quería salir de allí.

Ángel: Para ya. –Intentó ser lo más claro y conciso posible. –
Patricia: ¿Y cuál es tu plan? ¿Qué me quede ahí sentada en el suelo sin hacer nada?
Ángel: Mi plan es que no malgastes lo poco que nos queda de oxígeno
Patricia: Mira, hazme un favor, cállate y déjame.

Él suspiró. Sabía que era inútil, pero lo quiso intentar. Por él, por ella, por los dos. Y porque no era el mejor momento para discutir. Pero parecía que no se daba cuenta.

Pasó varios minutos más intentando recibir respuesta del exterior. Pero nada. Al final terminó rindiéndose. Su cerebro le pedía seguir, pero su cuerpo ya no le respondía. Cada vez hacía más calor.
Se sentó justo donde estaba antes, al fondo a la izquierda. Y él, a la derecha.

Miró el reloj. Seguro que no les daba tiempo de llegar al programa. Parecía increíble que lo más que le preocupaba, teniéndolo a él al lado, fuera eso. Lo miró, casi inconscientemente. Estaba sentado justo a su lado pero en el otro extremo, con la cabeza apoyada en la pared de metal. Pudo ver como su cuello sudaba. Y sus manos. Y parte de su camisa. “Joder, Patricia, deja de fijarte en eso”. Dobló la cabeza hacia atrás y se apoyo. Luego sacó el móvil, y después de ver que no había cobertura volvió a guardarlo. No le iba a servir de nada.

No entendía como podía ser tan cabezota. Y lo peor es que veía que tenía una botella de agua en la mano y ni siquiera se acercaba a pedirle, a pesar de estar completamente seca y muriéndose de calor. Pensó en ofrecerle, pero luego pensó que quizás sería mejor no ponérselo tan fácil. La abrió, intentando hacer un poco más de ruido de lo normal. Y luego se la llevó a la boca, provocando que ella le mirara. Se pasó la lengua por los labios, pero luego volvió a girar la cabeza. Sí, era completamente cabezota.

La puso en el suelo, y la rodó para que quedara cerca de ella. Se miraron.

Patricia: ¿Qué haces? –Preguntó frunciendo el ceño. –
Ángel: Yo que tú la cogería.
Patricia: No quiero
Ángel: Júralo
Patricia: ¿Te importaría mucho dejarme en paz?
Ángel: Sí
Patricia: Eres un pesado tío. –Dijo cogiendo la botella y abriéndola. Luego tragó un poco. –
Ángel: No hace falta que me la devuelvas
Patricia: Oye, yo no le doy pena a nadie. –Dijo tirándosela, prácticamente. Luego se intentó abrir un poco más el escote del vestido, pero no pudo. Desistió. –

Él sólo la miró, y luego le sonrió. Más por pena que por otra cosa. Ella intentó girarse para no verle. No se podía creer que a pesar de tenerlo ahí, a escasos centímetros, realmente lo tuviera tan lejos. Y sí, probablemente sólo era culpa suya. Pero mejor así. Había visto que se estaban acercando mucho, bastante, más de lo que ella podía permitirse. Y antes de poner en peligro algo, mejor prevenirlo. Lo peor es que últimamente notaba como podía controlarse menos, y como todo había ido aumentando. Las ganas de acercarse. De sentirle cerca. Y comenzaba a ser muy brusca, pero ya no sabía que hacer.

Justo cuando lo miró ya tenía la camisa desabrochada. No se la había quitado del todo pero le daba igual, y ni siquiera sabía si había sido adrede o la tenía así desde que había entrado. No, se hubiera fijado. Realmente iba a aguantar muy poco si seguía así.

Patricia: ¿Crees que nos estarán buscando? –Él la miró sorprendido, más que por la pregunta, porque le hubiera hablado. –
Ángel: No lo sé. Supongo. –Si había decidido bajarse del burro no iba a ser él quien le dijera que no. –
Patricia: ¿Es normal que esté mareada?
Ángel: Sí. –Le dijo sonriendo. – ¿Quieres más agua?
Patricia: ¡Qué no!

Él pensó que sería no mejor forzar. Así que simplemente siguió sentado donde estaba, con la diferencia de que ella se había acercado un poco más. Aunque fuera un par de centímetros él lo notaba. Luego pudo ver como empezaba a darse aire inútilmente con la palma de la mano, o como se apoyaba en la pared de metal para refrescarse el cuello y la espalda.

Ángel: Estate quieta, así te vas a cansar más. –Le dijo poniendo la palma de su mano llena de agua en su nuca. –
Patricia: Te dije que no quería agua…
Ángel: ¿Te han dicho alguna vez que eres una cabezota? –Dijo mojándose la mano de nuevo y pasándosela por el cuello de nuevo. –
Patricia: Que va… -ironizó. Él soltó una carcajada. Hacía mucho tiempo que no se reía así con ella. – Ya está, no te preocupes más, estoy mejor
Ángel: ¿Segura?
Patricia: ¿Te mentiría yo?

Él se quedó pensando, y ella se dio cuenta.

Patricia: Vale, un poco, pero esta vez es en serio
Ángel: Oye, ¿me dejas que te pregunte algo?
Patricia: Si no necesito muchas palabras para contestar…
Ángel: ¿Qué te pasa?
Patricia: No empieces Ángel, por favor. Aquí no.
Ángel: ¿Aquí no? ¿Y dónde? ¿Qué pretendes? ¿Qué cuando salgamos hagas como si nada?
Patricia: Eso si es que salimos…
Ángel: ¿Qué has dicho?
Patricia: ¡Nada!
Ángel: ¿Me vas a contestar? –Ella suspiró, y luego se acercó un poco más arrastrándose por el suelo. –
Patricia: ¿Has tenido miedo alguna vez? Sí, ¿verdad?
Ángel: ¿A qué viene eso?
Patricia: ¿Has tenido miedo de alguien? ¿Miedo de la reacción que te provoca una sola persona sin necesidad de tener mucho contacto? ¿Miedo a arriesgar muchísimas cosas por algo que no debería estar pasando?
Ángel: Per… no sé…
Patricia: Pues que suerte. –Soltó sin más. A él le hizo gracia la cara que puso, pero no se rió. Rompió la distancia que quedaba entre los dos y terminó sentado justo a su lado. –
Ángel: ¿Por? ¿Tienes miedo de mí a caso? –Ella la miró. No se lo podía creer. –
Patricia: No. De ti no.
Ángel: Pensaba que sí.
Patricia: ¿Pero sabes de qué tengo miedo?
Ángel: No. –Ella le cogió su mano. Y como siempre, como cada vez que lo hacía, un escalofrío recorría su cuerpo. –
Patricia: Tengo miedo de esto –dijo mientras hacía que la mano de él contactara con sus mejillas. – y de esto –volvió a pronunciar llevándola hacia su nuca de nuevo. – y de esto también –sentenció mientras obligaba a Ángel a tocar sus labios con su dedo índice. – Pero no de ti.

Él no supo que decir. No podía ser sólo del calor. Era prácticamente imposible. Se quedó inmóvil, mirándola. Y pudo ver su miedo, incluso su vergüenza.

Patricia: ¿Qué nos ha pasado?

Tampoco le contestó. Estaba completamente bloqueado. La tenía demasiado cerca, menos de lo que deseaba pero más de lo que se podía permitir.

Ángel: He intentado averiguarlo muchas veces, créeme

Y justo en ese momento sintió como ella se resbalaba por la pared hasta quedar con los pies encogidos en el suelo. Lo miró asustado. Respiraba rápido, con ansias, deseando aire. Más que nunca. Él le intentaba dar aire con cualquier cosa. Pero tuvo que respirar hondo, porque nada, nada iba a servir. Menos aquello que estaba pensando desde hace rato, y que le hubiera gustado no hacer nunca.
Mentira. Le hubiera gustado. Mucho. Sólo que no debía.

Ángel: A ver… ahora estate quieta, ¿vale? –dijo, como si ella pudiera oírle. En realidad todavía tenía esa esperanza. – Sé que no quier… no debo… bueno, que no tengo que hacer esto, no me veo con derecho, pero no se me ocurre nada mejor… -puso sus piernas alrededor de su cintura para acomodarse mejor. Luego comenzó a desabrochar los botones. – No sé porque hacen estos vestidos tan incómodos, joder… mira, igual que este momento. –Se rió. Era muy absurdo, pero notó un ligero parpadeo en su cara. –
Patricia: Oye, a mí no me has dejado quitarte la camisa, eso es trampa. –Él volvió a reírse. – Mira como la tienes sudada.
Ángel: Voy a pasar por alto el comentario porque parece que ya estás recuperando el aire
Patricia: Precisamente por eso te deberías de extrañar todavía más…

Luego lo miró. Y se dio cuenta de la posición en la que estaban. Ni siquiera había tenido oportunidad de darse cuenta.

Patricia: ¿Era necesario que te subieras encima?
Ángel: Sí, es que quería comprobar si con el peso me pegabas un grito
Patricia: Pues ya te puedes levantar. –dijo seria. –

Él se sintió completamente avergonzado. Era increíble como pasaba de ser como una niña a ser más que una mujer.
Se apoyó de nuevo en la pared.

Patricia: ¿Pero qué haces? No, ahora me toca a mí. –Él levantó una ceja. – Y no me mires así. Va, acuéstate
Ángel: ¿Pero qué dices?
Patricia: No voy a acostarte yo, eso me parece demasiado…

Le hizo caso, sólo por no verla discutir. Bueno, en realidad por más cosas.
Ella se subió encima, justo como había hecho él antes.

Patricia: Ahora vas a probar de tu propia medicina. –Dijo con voz grave. –
Ángel: Pero yo no estoy semi inconsciente…
Patricia: Tienes dos opciones… o te pego para que lo estés, o te lo haces

Él la miró, y resoplando, cerró los ojos y disimuló una pequeña sonrisa.

Patricia: A ver… ¿sabes que antes te estaba oyendo, verdad? –Dijo mientras le desdoblaba los bordes de la camisa. – Ningún hombre me había dicho al quitarme una camisa que no tenía derecho a hacerlo… a no ser algún estilista que me la haya quitado antes de tiempo –contestó riéndose, y provocándole a él una sonrisa. – Y precisamente tú tienes más derecho que ninguno, siempre lo has tenido, aunque no lo supieras. –dijo bajando el tono, desabrochándole los botones. – No es el tipo de cosas que se suelen decir por las mañanas… “hey, tío, ¡buenos días! Oye, cuando quieras puedes desnudarme” –Otra carcajada. Él la agarró por inercia de la cintura. – ¿Y eso? –dijo ella sorprendida. –

Él abrió los ojos y la vio sonriéndole cerca. Tanto que pudo contar otra vez todos sus lunares. Ya había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho.

Ángel: ¿Me la quitas ya o me la quito? –Ella se rió. Y luego terminó de quitársela, mientras él se incorporaba para sentarse de nuevo. –
Patricia: Ah, ¿pero te vas a sentar ya?
Ángel: Me duel

Y antes de poder terminar, sintió sus labios sobre los suyos. Mojados. Finos. Suaves. Mejor de lo que se lo había podido imaginar. Colocó sus manos detrás de su cuello, justo en la nuca. Y él jugó con su pelo. Largo, y también suave.

De repente notaron una luz. Todo se había encendido dentro del ascensor. Los pisos descendían. Pero a ellos no les importó.

Las puertas se abrieron, y ellos ya se habían puesto en pie. Uno en la derecha y otro en la izquierda. Como al principio. Y se dieron cuenta de que nadie les estaba esperando. Luego se fijaron en la hora, ya eran casi las tres y media.

Ángel: Pues ya sabes lo que toca ahora…
Patricia: ¿Fingir? –Dijo saliendo del ascensor delante de él. Asintió. –
Ángel: Pero lo hemos hecho siempre, ¿no?
Patricia: Sí. Desde el primer día.

Le soltó de la mano y se fue hacia el plató, aunque antes tendría que cambiarse. Tenía demasiado calor. Se giró a mitad del pasillo y lo vio mirándola, y, como todos o casi todos los días tuvo que reprimir sus ganas de tirarse sobre él. Pero como nunca o casi nunca ya no tenía ganas de huir por sentir lo que sentía, sin querer. O bueno, sí que quería hacerlo. Pero con él.

A un hotel, a un supermercado, a un edificio, a unas oficinas. Con ascensor.

ohhhhhhhhhhhh que chulo clau!!!!!!! me encanto la conversacion!!!!!!!!!!! me parece muy realista!!!!!!!!!!!!!!! no me sorprenderia k tuviesen una conversacion/encuentro así y luego siguiese cada uno con su vida

Genial, entiendo que te haya costado, porque es una obra de arte... Lo digo de verdad.
Me dejas sin palabras, si a tu edad hubiera escrito la mitad de bien,a la mia escribiría tres veces mejor, seguro!

Me ha encantado, a parte de por lo bien escrito que está, por la situación que has creado, por el ambiente que le has dado, todo. Genial. Grande Clau, muy grande!

Voy comentando todos, q como se me amontonen, me agobiaré y dejaré de hacerlo jaja (es lo q me pasaba al final ocn los fics)

Besos y seguid participando, que es genial, tengo que darle la enhorabuena a la ideadora, o bueno no, q luego se lo cree demasiado ENHORABUENA

estrelitha escribió:Genial, entiendo que te haya costado, porque es una obra de arte... Lo digo de verdad.
Me dejas sin palabras, si a tu edad hubiera escrito la mitad de bien,a la mia escribiría tres veces mejor, seguro!

Me ha encantado, a parte de por lo bien escrito que está, por la situación que has creado, por el ambiente que le has dado, todo. Genial. Grande Clau, muy grande!

Voy comentando todos, q como se me amontonen, me agobiaré y dejaré de hacerlo jaja (es lo q me pasaba al final ocn los fics)

Besos y seguid participando, que es genial, tengo que darle la enhorabuena a la ideadora, o bueno no, q luego se lo cree demasiado ENHORABUENA

Gracias
Y bueno, ya que nombro tu comentario, aprovecho para ahorrarme palabras y decir que estoy de acuerdo en todo tu análisis sobre el fic de Clau.

COLEGA mía.... Como ya leí la primera parte ayer y te lo fui destacando sobre la marcha, procedo a destacar las cosas que me han molado de la segunda parte:

"Patricia: Tengo miedo de esto –dijo mientras hacía que la mano de él contactara con sus mejillas. – y de esto –volvió a pronunciar llevándola hacia su nuca de nuevo. – y de esto también –sentenció mientras obligaba a Ángel a tocar sus labios con su dedo índice. – Pero no de ti."

"La tenía demasiado cerca, menos de lo que deseaba pero más de lo que se podía permitir."

"Era increíble como pasaba de ser como una niña a ser más que una mujer."

"Ningún hombre me había dicho al quitarme una camisa que no tenía derecho a hacerlo… a no ser algún estilista que me la haya quitado antes de tiempo –contestó riéndose, y provocándole a él una sonrisa. – Y precisamente tú tienes más derecho que ninguno, siempre lo has tenido, aunque no lo supieras."
NOSOTRAS SÍ LO SABEMOS

"Él abrió los ojos y la vio sonriéndole cerca. Tanto que pudo contar otra vez todos sus lunares. Ya había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho."

"Luego se fijaron en la hora, ya eran casi las tres y media.

Ángel: Pues ya sabes lo que toca ahora…
Patricia: ¿Fingir? –Dijo saliendo del ascensor delante de él. Asintió. –
Ángel: Pero lo hemos hecho siempre, ¿no?"

A mi tambien me gusta mucho la parte del final en k le dice lo de ¿fingir? lo que hemso echo siempre. me parece muy realista

genial, todo, cada palabra, cada coma,me ha encantado
enserio, no se que decirte, que me encanta tu forma de escirbir y lo sabes
perdón por esta birria de comentario XD
artistaza!

Emm... subo la mía y me pongo YA a leer todos los de ustedes. Espero que les guste.

Calor. Mucho calor.
Agobiante claustrofobia y para colmo hacía rato que había empezado a experimentar la
sensación de necesitar agua tanto como respirar para seguir viviendo.

Se conformaba con mojar los labios, con tragar aunque solo fuera una vez, algo que no fuese saliva.
Él en cambio estaba tranquilo.

Tenía calor, sí. Y sed, también. Pero no se sentía encerrado y eso le ayudaba a mantener la calma.

Hacía rato que se habían dejado caer al suelo de aquel ascensor que normalmente les parecía amplio y que ahora notaban demasiado pequeño para ambos.

Patricia: ¿Te das cuenta de que llevamos aquí más de una hora y nadie nos ha echado de menos? –Preguntó separándose el cuello de la camisa con los dedos, algo exhausta-
Ángel: Eso es porque ya hemos hecho el programa… que si no ya nos habrían sacado por los pelos. –Bromeó, mucho más calmado que su compañera-
Patricia: No sé cómo puedes estar tan tranquilo sabiendo que en cualquier momento podríamos quedarnos sin aire y morir asfixiados… -Ángel sonrió-
Ángel: También nos podemos desplomar y morir aplastados… -Patricia le lanzó su bolso con fuerza, golpeándole el brazo-

Ella se arrastró por el suelo con intención de coger lo que le había tirado y después se quedó sentada a su lado. Demasiado cerca, pensó él cuando al bajar la mirada pudo ver levemente su escote perlado de sudor. Sí, demasiado cerca y demasiados botones desabrochados, reiteró antes de dirigir su mirada al frente.
Patricia: ¿Puedo? –Preguntó después de un rato en silencio, señalándole sus muslos y haciendo ademán de tumbarse-

Ángel: ¿Eh? Sí, claro… acuéstate.

Patricia se tumbó acomodando la cabeza sobre los muslos de Ángel, boca arriba. Cerró los ojos y suspiró. Él la imitó.

Patricia: ¿Me haces cosquillas? Necesito relajarme un poco…
Él abrió los ojos y fue entonces cuando deseó no ser un hombre con instintos.
Se había desabrochado la camiseta del todo y lo que antes solo se entreveía, ahora se advertía más de la cuenta.

Con miedo, llevó la mano hasta su tripa y comenzó a rozarla levemente con las yemas de sus dedos. De la parte baja del sujetador a la cintura del pantalón. Despacio y sintiendo más seguridad cada vez.

Patricia: Me refería a cosquillas en el brazo. –Dijo innecesariamente tarde-
Ángel: Claro, perdona… -Se excusó antes de intentar apartar la mano y llevarla al brazo de ella. Patricia le detuvo agarrándosela con firmeza-
Patricia: No te preocupes, me gustan más ahí… -Sonrió y volvió a dejar la mano de Ángel sobre su tripa. Él volvió a hacerle cosquillas después de unos segundos de reflexión.-

Y otra vez ese silencio que tanto les incomodaba a ambos, que siempre tenían una idiotez que decir para sacarle una sonrisa al otro.

Pero en ese momento no estaban concentrados en eso ni mucho menos.
Patricia se centró en respirar pausadamente y Ángel, sin embargo, intentó por todos los medios no mirar su torso medio desnudo.

Patricia: ¿Tú no tienes calor? –Preguntó sin abrir los ojos-
Ángel: Demasiado. –Respondió sin pensar, haciéndola sonreír-
Patricia: Quítate la camiseta si quieres, que no te va a ver nadie… -Le dijo incorporándose del suelo para hacérselo más fácil-
Ángel: No hace falta Patri, de verdad…
Patricia: No seas idiota, Ángel… chorreas de sudor. –Insistió-

Y antes de que él volviera a rechistarle, dirigió sus manos a los botones de su camiseta y comenzó a desabrocharlos lentamente, sin apartar la mirada de su pecho, mientras él no perdía de vista sus carnosos labios. Esos que siempre le habían llamado la atención pero que nunca le habían pedido ser besados. Nunca, hasta ese momento.

Patricia: Separa un poquito la espalda de la pared, que así es imposible, corazón… -Él se relamió los labios antes de zarandear la cabeza para borrar los sucios pensamientos que comenzaban a poblarle la mente-
Ángel: Ah, sí… lo siento. –Se disculpó separándose del normalmente frío metal del ascensor-

Ella estiró aún más sus manos y le sacó la camiseta en un ágil movimiento que a él le impresionó.

Patricia: Vaya enano… así que lo que se entreveía bajo tu ropa no eran lorzas, ¿eh? –Bromeó, lanzándo la camiseta al suelo. Él sonrió-
Ángel: ¿Qué creías? Mis buenas horas de gimnasio me han costado mis abdominales, guapa… -Le siguió el juego levantándo uno de sus brazos para enseñarle los músculos-
Patricia: Sí… mucha carne hay, pero seguro que no serás capaz de levantar más de veinte kilos… -Y aunque había sido parte de la broma, él se lo tomó más como un reto-
Ángel: Sí, claro… porque seguro que todo el mundo es capaz de hacer esto, ¿no? –Preguntó agarrándola de la cintura con fuerza y casi dejándola caer sobre sus piernas, frente a él-
Patricia le miró a los ojos y a él le pareció que brillaban más que nunca.

Estaban cerca. Tan cerca que podían besarse con solo mover un poquito sus labios.
Y ella decidió que ya habían jugado demasiado tiempo a mirarse y se deshizo de la poca distancia que había entre sus bocas. Rozando sus labios con los de él.
Él en un principio no reaccionó y ella no pudo evitar reírse sin separarse de su boca. Ángel también sonrió.

Patricia: ¿Qué te hace tanta gracia? –Preguntó antes comenzar a acariciarle la mejilla con el dorso de su mano-
Ángel: ¿Y a ti? –Rebatió antes de besarla de nuevo-
Patricia: Que no me besaras.
Ángel: Pues si sé que te vas a reír así, no te hubiese besado ahora tampoco… -Patricia separó su cara de la de él y enseguida se le borró la sonrisa- Estás preciosa cuando te ríes, ¿sabes? –Y volvió a lanzarse a los labios de ella, esta vez mucho más seguro que la anterior-

El beso fue subiendo de intensidad conforme sus cuerpos iban pidiendo más contacto entre ambos. Sus lenguas entraron en el prohibido juego y también las manos de Ángel, que pasaron del pelo de Patricia a acariciar su espalda bajando hasta casi tocar su trasero.
No estaban cómodos en el suelo, así que ella se incorporó y le tendió la mano para que se levantara, él no la entendió.

Patricia: Si puedes conmigo sentado también podrás de pie, ¿no? –Ángel se rió y se levantó-
Ángel: Y mucho mejor, lista. –La arrinconó contra la pared y agarrándola de uno de sus muslos le hizo entender que quería que le rodeara con las piernas, cosa que ella hizo-

Empezaban a sobrarle los pantalones, los zapatos y todo lo que no fuera la piel del otro.
Jadeos, pasión, extasis, besos, manos, lenguas, sudor.

Patricia: ¡Basta ya de preliminares! –Gritó contra su boca mientras hacía fuerza para separarse de la pared y se desabrochaba el sujetador-
Ángel: Vale, tigresa… yo lo hacía por ti, ¿eh? –Patricia sonrió y antes de tirar la prenda al suelo se acercó a su oreja-
Patricia: Yo te quiero a ti, dentro de mí, ya.
Ángel: Clar… claro… no sé en que estaría yo pensando… -Respondió nervioso, comenzando a quitarse los zapatos con la ayuda de sus pies-

Patricia se soltó para poder terminar de quitarse los pantalones y él hizo lo mismo con los suyos, sin dejar de mirarla, exitándose más al verla desnudándose para él.
Pero la detuvo en cuanto la vio con intenciones de desprenderse de la última prenda que la cubría y llevó sus manos hasta el elástico de las braguitas y se las bajó él, rozando deliberadamente la piel de sus piernas y haciendo que un pequeño gemido se escapara de su boca.

Y ella casi no esperó a que terminara de quitárselas para lanzarse a por los boxer de él, tirando de ellos con desesperación mientras le besaba de nuevo. Segundos sin tocarse se les hacían eternos.

Ángel: Ven, anda… -Le dijo agarrándola de una mano y pegándola a su cuerpo-
Patricia: ¿Qué te he dicho, Áng… -Pero antes si quiera de que acabara la frase, se introdujo dentro de ella haciendo que se estremeciera- Así me gusta, un chico obediente. –Murmuró entre jadeos-
Ángel: Siento decirte que estoy un poquito incómodo… -Murmuró apoyándola en una de las barandillas, casi sentándola sobre ella porque ya casi no podía sujetarla-
Patricia: ¡Cabrón, que está helada! –Chilló-
Ángel: Creo que es lo único frío que queda aquí, ¿eh? –Bromeó retomando el ritmo de las embestidas-
Patricia: Ni se te ocurra parar ahora, enano de los cojones.
Ángel: ¿Por qué me insultas si te estoy haciendo subir al cielo?
Patricia: Con este calor yo creo que más bien me estás bajando al infierno. –Él le sonrió y, cogiéndola de nuevo en peso, se dejó caer al suelo con ella encima, extasiado- ¿Ya no puedes más? –Preguntó con una sonrisa sarcástica que a él le hizo mucha gracia-
Ángel: Un día que no estemos encerrados y sin aire, te demuestro de lo que soy capaz.
Patricia: Eso será si quiero, ¿no?
Ángel: Querrás.

Y Patricia, ya sin fuerzas para volver a rebatirle, le abrazó.

Patricia: Ahora ya no sé si quiero que nos saquen… -Susurró mientras le acariciaba el pelo-
Ángel: Yo siempre preferiré la cama para estas cosas.

p.a.t.r.ii escribió:Patricia: Ahora ya no sé si quiero que nos saquen… -Susurró mientras le acariciaba el pelo-
Ángel: Yo siempre preferiré la cama para estas cosas.

JODIDA CRACK xDDDDDDDDDDDDD eres la mejóh, Ripley! has hecho que dejara de estudiar para leerte, mira que tiene mérito... a ver si hablamos prontito ^^ y me ha encantado el resto por supuesto!! tenías que venir tú a poner cositas subidas de tono porque sino.... ya te dije de la primera parte que me gustó muchísimo, así que nothing..
te quiero! <3

PD: gracias a todas, me alegro de que les haya gustado el mío!

Como a ti te lo he destacado paso por paso entero por el msn, creo que no hace falta que me repita xD Son muchas las cosas que me han gustado, ya lo sabes. Detallico tras detallico que lo hace tan bonico!!
Eres una artista como la copa de un pino jodida canariona asquerosa!

Joder estoy entrando aquí y comentando, lo que no he hecho en semanas... Pero si la chica de Ohana sube algo, hay que lerrlo y comentarlo como prioridad, porque nunca decepciona. Será cosa de las islas (así, genérico) que da mucha artista. Me ha encantado, principio diferente, ahorrándote detalles innecesarios, verdad? total, todos sabemos que vana qedarse encerrados, y centrándose en los realmente importantes, como que ella le quiero dentro ya o que él prefiera la cama! jajajaja Claro que sí. Genial bajada al infierno patrii, tus puntitos siguen sin fallarte!

Más!!! queremos más fics!!

Buah... yo no sé ni qué decir de los que he leído, en serio...

Me he quedado MUY muerta con el de Clau. Lo había leído casi todo pero me faltaba el final y he flipado de lo lindo. Siempre le digo que me gusta más su forma de escribir que la mía xD un día estábamos analizando esto (creo que era con Clau, a lo mejor me equivoco xDDD) y quedamos en que a ella se le daba mejor describir las sensaciones y a mí escribir los diálogos. Algún día llegaremos a escribir un libro juntas y triunfaremos, a lo Federico Moccia... ya verán

De estrellita... DIOS.
Te has lucido, en serio... pero como siempre, ¿no? porque yo siempre me quedo con la boca abierta cuando leo algo tuyo y además me encana que me des consejos por privados sobre mis fics, siempre me ayudan mucho. Eres una artista y quiero leer mááás

Y a mi guanchitos decirle que escribiendo a la Patri loca es una CRACK, pero no solo en ese sentido... lo es SIEMPRE. Me parto con ella pero también me gusta cuando escribe cosicas serias... Aiss Carol... no sabes lo que te quiero!!! parece una chorrada, pero es verdad jajaja

Y los demás los leeré en cuanto tenga un segundico, lo prometo!

p.a.t.r.ii escribió:Me he quedado MUY muerta con el de Clau. Lo había leído casi todo pero me faltaba el final y he flipado de lo lindo. Siempre le digo que me gusta más su forma de escribir que la mía xD un día estábamos analizando esto (creo que era con Clau, a lo mejor me equivoco xDDD) y quedamos en que a ella se le daba mejor describir las sensaciones y a mí escribir los diálogos. Algún día llegaremos a escribir un libro juntas y triunfaremos, a lo Federico Moccia... ya verán

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA lo dicho, crack xD y sí, era conmigo! cómo no va a ser conmigo? analizas esto con alguien más? CON QUIÉN??????!!! CON QUIÉN!!
triunfaremos, claro que sí, y sino es por eso será por construir el verdadero muro de separación de provincias! ya verás!

jajaja me ha matado la frase final de Ángel xD
Bueno a ver, voy a repetirme un poco... jajaja genial!!!
si es que no se que decir, me ha encantado
encima con infierno, ¿que más se puede pedir?

Aquí está el otro, que cierta "persona" me presiona, y chantajea...

<< Guerra de sexos >>

Patricia: - Buenos días- Saludó al llegar al ascensor, mientras se quitaba las gafas de sol.

Ángel: - Vaya cara de sueño traes.

Patricia: - Lo tengo- asintió- mucho.

Ángel: - ¿Saliste anoche?

Patricia: - Bueno, algo así- dijo sonriendo y llevando su vista a algún punto imaginario de su memoria.

Esta escena totalmente normal entre dos compañeros de trabajo, era una reciente novedad entre ellos. Ambos sabían quién la había motivado, porque uno de ellos jamás se fue, mientras que el otro, parecía que acababa de despertar de un largo período de letargo. Y ambos, estaban expectantes, a la vez que ilusionados ante aquello.

Ella feliz, aunque de vez en cuando tratara de parecer impasible ante su vuelta, él ansioso, por demostrar que volvía a ser él, el de siempre, o más él que nunca.

Y volvieron a sus piques, a sus juegos, a sus encuentros y reencuentros, a su especial forma de entenderse y desentenderse el uno del otro, cuando lo consideraban oportuno. Volvieron a esos pequeños pasos que cuando les acercaban, siempre parecía que lo hacían demasiado, y tenían que volver atrás, por miedo a no encontrar otro camino. Pero nunca se lo dirían, entre otras cosas, porque ambos lo sabían, porque entre ellos, sobraban según qué palabras, porque la química que había entre esta pareja tan peculiar, hacía que en el momento menos pensado, sin que siquiera sucediera nada especial, cualquiera pudiera sentir que sobraba, que sus palabras jamás tendrían las respuestas que si era uno de ellos dos, el que las provocaba. Era como, si aunque nadie supiera porqué, todo el mundo fuera consciente de que él era una prioridad para ella, de la misma forma en que también lo era ella para él. Podían estar días sin hablar, sin mirarse a los ojos, de verdad, podían incluso estar semanas sin verse, pero sabían que era algo circunstancial, sabían que en el momento en que aquello cesara, en que algo o alguien hiciera que uno de los dos girara la cabeza o pronunciara una palabra, siempre iba a estar allí el otro, al otro lado de la mesa, o del teléfono. Porque así eran ellos, como dos amigos que viéndose todos los días, necesitaban recordarse, de vez en cuando, que allí estaban. Y en los últimos días, eso hacían a diario, verse y hablarse, recordarse quiénes eran y cómo eran cuando estaban juntos. Siempre bromeando, siempre tildándolo todo con humor e ironías, porque esa era su forma de comunicarse, esa era la forma en que se atrevían a entenderse, porque en el fondo, ambos tenían miedo, ambos sabían lo diferente que era lo suyo, y aunque sabían que podía ser algo mejor, también eran conscientes y habían sufrido que fuera algo mucho peor. Por eso se conformaban y disfrutaban de la relación que fuera que tuvieran; no podrían llamarse amigos, ni tampoco compañeros, pero no necesitaban poner nombre a lo suyo, simplemente él era Ángel, y ella Patricia, tan diferentes que podían llegar a ser iguales. Y era por eso que ella no necesitó preguntarle el porqué de su vuelta, ni mucho menos el de su distanciamiento, porque era parte de su pacto, simple y maravillosamente estar, siempre, para que cuando el otro quisiera volver, no tuviera que buscarle, porque suficiente sufrían el tiempo en que se alejaban, como para hacer más difícil el tiempo de volver.

Y tal vez por todo eso, un día, a ella se le escapó un Bienvenido acompañado de una sonrisa, que sólo ambos entendieron, y que jamás se explicaron.

El ascensor llegó y ambos entraron. Y él apretó el botón del cuarto piso.

Patricia: - Que poco caballero eres.

Ángel: - ¿Por?

Patricia: - Por no preguntarme a qué piso iba yo antes.- dijo haciéndose la ofendida.

Ángel: - Eso es porque había pensado invitarte a un café para que te despejaras- Dijo sabiendo responder rápidamente a su ataque.

Patricia: - Ahm!- dijo cortada- Muy amable… pero no me gusta el café. – dijo levantando una ceja. Él se sorprendió. El ascensor paró en el primer piso y entró una chica.

Ángel: - ¿Y qué desayunas? ¿Un vasito de leche con cola-cao? ¿Y te lo prepara tu mami también?- A él también le gustaba la leche con cacao, pero mucho más hacerle rabiar, cosa que algunos días, los días que había dormido poco, los que llegaba con gafas de sol, o los que algo no había salido como esperaba, era muy fácil.

Patricia: - Pero que idiota eres! Pues zumo, leche, tostadas, cereales, fruta…

Ángel: - Joder, debes estar sobrealimentada.

La chica que había entrado y estaba oyendo toda la conversación, dejó escapar una risilla.

Patricia: - Imbécil, no todo, depende del día pues una cosa u otra.- Dijo ella molesta de que le dejara mal delante de alguien.

Chica: - Hasta luego- dijo girándose y sonriéndole a él, al llegar al tercer piso e ir a salir.

Ángel: - Hasta luego.

Patricia: - ¿Le conoces?

Ángel: - No.

Patricia: - Pues le gustas- le dijo como si tratara de advertirle.

Ángel: - ¿Yo? ¿Por qué?

Patricia: - No lo sé, la verdad, ni idea de porqué podrías gustar a alguien. Seguramente porque no te conoce.

Ángel: - No, imbécil, que por qué dices eso.

Patricia: - ¿No lo has visto?

Ángel: - ¿El qué?

Patricia: - Pues como te ha sonreído.

Él se rió.

Ángel: - Pero mujer eso es ser amable, nada más.

Patricia: - Como sois los tíos, no sabéis leer ente líneas.

Ángel: - Como sois las tías, que veis mas allá de donde no hay.

En ese momento el ascensor hizo un ruido y se quedó parado. Ella del movimiento cayó sobre él, apoyándole sobre la pared, quedando ambos a pocos centímetros.

Patricia: - Perdón- se disculpó nerviosa al verse encima de él.

Ángel: - ¡Cuidao, que te caes!- Dijo él que se quedó sujetándola por los brazos y mirándole. – Cuidao… que te caes- repitió lentamente sin apartar la mirada, ni a ella, solo sujetándola, porque en ese momento se había quedado bloqueado y sólo supo reaccionar repitiendo esas palabras que se habían quedado vagando por su mente. Y agradeció que tuvieran algo de sentido, porque si hubieran sido: bocadillo de chorizo, le habría dicho: - Bocadillo de chorizo. Y tal vez ella hubiera gritado por estar encerrado en el ascensor con un desequilibrado mental.

Patricia: - Bueno, haz algo ¿no?- dijo nerviosa, y volviendo a su estado normal, que era apoyando su peso sobre sus propios pies y no sobre él.

Y los dos se quedaron callados. Mientras él volvía a su estado de plena conciencia, como había hecho ella, y apretaba a varios botones e intentaba, inútilmente, abrir la puerta.

Ángel: - ¿Yo? ¿Y tú qué? Llama a los de seguridad.

Patricia: - ¿Y cómo se supone que tengo que hacerlo?

Ángel: - ¿Con el móvil tal vez?

Patricia: - ¿Y que te hace pensar que lo tengo?

Ángel: - ¿Qué estás enganchada y siempre lo llevas encima?- contestó burlón.

Patricia: - Pues mira que casualidad que justo ahora no lo llevo, te jodes.

Ángel: - ¿Me jodo? – preguntó levantando una ceja- Nos jodemos los dos, bonita, que a
ver como salimos de aquí.

Se dio cuenta que tenía razón y se calló.

Patricia: - ¿Has apretado a la tecla de la campanita?

Ángel: - ¿Tú que crees?

Patricia: - Joder, y yo qué sé- Le respondió alterada- Pues piensa otra solución.

Ángel: - ¿Y qué quieres que haga?

Patricia: - Lo que sea - le decía mientras él empujaba la puerta y tocaba los botones, esperando que milagrosamente se pusiera en marcha de nuevo- Abre la puerta, haz algo, tú eres el hombre.

Ángel: - ¿Y?

Patricia: - Como que… ¿y? – dijo indignada e imitándole de forma burlona- Se supone que los hombres hacéis ese tipo de cosas ¿no? Colgar cuadros, arreglar el fregadero cuando se atasca, cambiar bombillas, sacar a señoritas de ascensores…

Ángel: - Bueno, pero es que yo no veo ninguna señorita por aquí- dijo para seguir haciéndole rabiar.

Patricia: - Tienes razón, ni yo a ningún hombre…- y a él le provocó la forma en que ella le miró al decir esa frase. Le provocó hasta límites insospechados. Porque si alguna vez había tenido alguna duda de si aquel juego, de si aquella química que había entre ellos, era real o simplemente un papel que les gustaba interpretar a ambos, en ese preciso instante se dio cuenta, que no, que era tan real, como el pinchazo que acababa de sentir en su estómago, obligándole a actuar.

Y como si las palabras de ambos hubieran sido dardos directos a su orgullo, sintieron la necesidad de demostrar al otro lo equivocado que estaba.

Ángel: - Ya está bien de tonterías- dijo girándose hacia ella, y lanzándose a besarle. Acción a la que le siguió una bofetada por parte de ella cuando consiguió vencer a sus propios impulsos y separarse, porque en el fondo, aunque intentara disimular, le había costado mucho esfuerzo hacerlo, pero era lo que tocaba, porque ella era una señorita… ¿o no?

Patricia: - ¿Qué coño haces, Ángel? ¿Estás imbécil?- Preguntó nerviosa y aún exhausta por aquello, con la respiración acelerada, y el pintalabios corrido, más porque no se lo esperaba que porque no le gustara.

Pero él, lejos de disculparse y hacer como si nada, volvió a besarle, porque aquella mirada, y la forma en que aún sin ella esperarlo le había recibido, le decían que lo deseaba tanto como él… Y por lo menos que no hubiera sido en vano aquella hostia que se acababa de llevar.

Y ella no se resistió más, porque la verdad era que no quería hacerlo, y ambos lo sabían. Así que dejó de oponerse y fueron sus lenguas las que parecieron seguir con su guerra. Y ella quería ganarla… ¡vaya si quería!

Patricia: - ¡Te vas a enterar!- dijo empujándole a él sobre la pared de enfrente y mirándole desafiante. Y volvieron a besarse sin medida, sin nada de delicadeza y con toda la pasión que en ese momento les recorría. Jugaba con sus dientes, mordiendo su labio inferior, pasando luego a su cuello y la zona de su barbilla y mentón, rozando su cuerpo contra el suyo de forma tan sucia que poco tardó en hacerle reaccionar, como ella quería. Sonrió, y bajó la mano hasta la cintura de su pantalón, porque un poco más abajo, sabía que aún no debía tocar.

Patricia: - Vaya… Ya nos hemos despertado todos- dijo pícaramente y él se sintió algo herido en su masculinidad, porque temía que fuera a ir demasiado rápido todo, porque estaba realmente excitado, demasiada tensión sexual contenida durante demasiado tiempo y resolviéndose de la forma más insospechada. Así que decidió y consiguió acordar con su cuerpo el hacerse con el mando de la situación, sujetando sus brazos por detrás de su espalda con una sola mano, y deshaciendo la coleta que llevaba con la otra, metiendo su mano entre en su pelo y besándole con prisas, con humedad, con una brusquedad, que a ninguno de los dos molestaba. Arrinconándola contra una esquina, y subiéndole la falda hasta las caderas, para pasar con su mano directamente a la acción. Quería comprobar que no se había excitado tontamente.

Ángel: - Sí, tienes razón, creo que ya estás más despejada.- Dijo sonriéndole, porque ella tampoco había sido insensible a sus besos ni a los roces de su cuerpo contra su dureza. Le miró seria, y con la respiración ya agitada, jugaba a apartar su boca de la suya, a no dejarse besar, como venganza por no dejarle libre sus manos, y a él le volvía loco que lo hiciera, le encantaba buscarle con su boca, y que ella se lo estuviera poniendo difícil, porque cuando conseguía hacerse con ella, era un logro, era un desahogo el conseguir besarle y lo hacía con más pasión y euforia de lo que podría considerarse normal en esa situación, y era aún más increíble la sensación de que ella también le besara de esa misma manera, cuando acababan encontrándose.

Patricia: - Estamos locos, lo sabes ¿Verdad?

Ángel: - Sí- confirmó, mientras seguían rozándose.

Patricia: - Con todos los momentos en que podría pasar esto, y tenemos que ir a elegir éste- decía entre gemidos, y llevando las manos a la cremallera de su pantalón en cuánto consiguió liberarlas, porque cuando quería tenía mucha fuerza, y en ese momento… quería.

Ángel: - A mi no me parece tan mala idea…- decía a la vez que ella introducía su mano en el interior de su bóxers y le miraba sonriendo.

Patricia: - Eso suponía…- dijo moviendo su mano sutilmente, y viendo como reaccionaba él.

Y se volvieron a besar mientras, él conseguía bajar sus bragas, y ella dejaba que cayeran al suelo a la vez que le desnudaba a él, que volvió a acariciarle, a frotar su sexo, porque aquello no eran caricias, ni sutilezas, y ella le miró nerviosa.

Patricia: - Déjate de tonterías, que no hay tiempo.- Dijo entre gemidos y poniendo una pierna alrededor de su cintura, momento que él aprovechó para introducirse dentro de ella de forma concisa y rápida, no pudiendo, ella, evitar gemir con fuerza, casi chillar. Él se sorprendió ante tanta expresividad, y le miró y le tapó la boca.

Ángel: - No chilles tanto, loca, que van a oírnos- Pero ella no podía ni escucharle, y no espero a que él se moviera para seguir dándose placer. Él ante su insistencia, dejó de pensar en todo, y en si podría haber alguien fuera y comenzó a entrar y salir de ella con fuerza, dejándose llevar por tanto deseo contenido. Llenándole cómo le pedía, sin contención, sin miramientos.

Patricia: - Joder… Ángel… me estás matando- dijo jadeando y sujetándose a su cabeza y su pelo, mientras su espalda, subía y bajaba pegada a aquella pared. Y él se excitó aún más al escucharle. Sí, quería matarle de placer, quería que siempre recordara aquel polvo, y que quisiera repetirlo, porque ahora que habían dado aquel paso, ya no podrían volver atrás, y eso era algo que los dos sabían. Habían atravesado aquella línea, así que ahora tendrían que seguir adelante… Y siguió adelante, penetrándole, sujetando su pierna y apretando su culo, guiándole para poder entrar con profundidad, no pudiendo él tampoco evitar hacer ruidos que indicaban su gran excitación también, notándole cada vez más húmeda, notando como latía su interior. Todo crecía, todo aumentaba de intensidad, de fuerza, de ritmo, empezaban a agotarse por la postura, pero no podían pensar en ello.

Patricia: - Más rápido Ángel, más por favor - le dijo casi rogando, y totalmente fuera de sí, palabras que le hicieron a él recobrar la fuerza que necesitaba en ese momento y hacer lo que pedía- Así, así- seguía guiándole ella entre jadeos, siendo prácticamente embestida contra la pared del ascensor. Pero les daba igual, en ese momento podrían decirles que si seguían haciendo aquello, podrían caer junto al ascensor al vacío, que no les hubiera importado nada. Respiraban jadeando, ella subió su otra pierna a su cintura, abrazándose a él, con ambas y notándole mucho más dentro, moviéndose ella sobre él, que le sujetaba con fuerza apoyándole contra la propia puerta, a punto de explotar los dos, pero sin llegar a hacerlo, escuchando ahora voces al otro lado. Por lo que él con ella en brazos le apoyó contra otra pared.

Patricia: - No puedo más- volvió a gemir a la vez que el volvía a introducirse en ella: - Ni yo- de un solo golpe, momento en que ella se contrajo, y sintió como una descarga que traspasaba su cuerpo, sintiendo él, como su miembro se sentía totalmente atrapado y mojado, compartiendo ambos una excitación que ya no podía ser mayor y dejándose llevar por ella hasta el final.

Él dejó de hacer fuerza, porque no la tenía ya, y cayó con ella aún en brazos, quedando sentada sobre él. Tenían la suficiente vergüenza como para no poder mirarse a la cara… el suficiente cariño como para besarse en aquel momento sin tener qué decir nada, significara lo que significara… Y la suficiente confianza como para poder seguir siendo ellos…

Ángel: - Oye- dijo llamando su atención para que le mirara, y ella giró la cara hacia él, moviendo la cabeza y animándole a seguir hablando.- ¿Aprieto ya al botón de la campana? ¿O te apetece que nos quedemos un ratito más?- Le dijo guiñándole un ojo.

Ella abrió la boca mucho, y luego puso morritos, como si no pudiera creerse lo que estaba oyendo…

Patricia: - ¿No habías apretado…?- dijo haciéndose la sorprendida y acusándole con su dedo índice en la mejilla.- Que fuerte me parece, Ángel Martín, has provocado todo esto, voy a llamar a Berta ya mismo para contárselo- dijo sacando el móvil del bolsillo y riéndose, porque ambos podían haber evitado el estar encerrados, pero ninguno había querido hacerlo.

Los dos estallaron en una carcajada.

Ángel: - Menudo par de idiotas estamos hechos…

Patricia: - Sí, pero así es más divertido ¿no?

Los dos se levantaron y trataron de adecentarse.

Él tocó la sirena y en apenas unos segundos un seguridad les abrió la puerta con la llave del ascensor. Nada más abrirse las puertas había varias personas esperando a subir… Pero se quedaron parados mirándoles y sin atreverse a entrar.

Ángel: - ¿Suben?- dijo el poniendo una mano en el sensor de la puerta para que no se cerrara.

Patricia: - ¿A qué piso van?- dijo llevando la mano hasta el panel de botones

Ambos con gran amabilidad, y con cierta sonrisa de satisfacción y descaro, que no podían disimular.

Ninguno les contestó ni hizo el ademán de querer pasar. Ellos se miraron y se encogieron de hombros y él apretó el cuatro.

Patricia: - ¿Crees que nos habrán oído?- preguntó en cuanto se cerraron las puertas.

Ángel: - Pues es muy probable…- dijo cogiéndole de la cintura y apretándole contra sí para volverle a besar. Ella dejó de besarle y mirando hacia delante dijo seria: - Un momento, un momento.

Ángel:- ¿Qué pasa?- preguntó asustado y separándose un poco de ella para mirarle.

Patricia: - ¿Otra vez has vuelto a apretar el botón sin preguntarme?

Él se rió.

Ángel: - Mujer, es que quiero invitarte a… ¿una coca- cola litgh?- preguntó intentando no equivocarse otra vez.

Patricia: - Pero si yo ya estoy despejada…- dijo sonriéndole- y relajada.

Ángel: - Ya, pero tenemos muchas cosas de las que hablar, ¿no crees?- dijo ladeando la cabeza y buscando su mirada.

Patricia: - Sí, el piso cuarto está bien- dijo haciendo como pensaba en todo lo que acaba de pasar y asintiendo- Muy bien… Aunque si volviéramos a quedarnos encerrados tampoco pasaría nada, ¿no? – dijo llevando su mano hasta el botón de Stop

Ángel: - Patricia….- le advirtió.

Patricia: - Es broma… es broma.

Y por fin, después de varios minutos, la pelea más absurda y productiva de todas las que habían tenido, y un buen orgasmo, llegaron a su destino.

Ángel: - Señorita- dijo extendiendo la mano y ofreciéndole salir primero cuando la puerta se hubo abierto del todo.

Ella sonrió porque recordó que había sido el detonante de la discusión.

Patricia: - Caballero- dijo sonriéndole y haciendo como que agachaba su cabeza en señal de respeto, al pasar justo por su lado y salir de alli.

Ángel: - ¿Sabes qué?- dijo repentinamente, frenándola y cogiéndole por la cintura para meterle justo en una de las habitaciones de al lado de la cafetería.

Patricia: - ¿Qué?- dijo con su cara pegada a la suya y apoyada contra la puerta.

Ángel: - Que he pensado que me gustas más cuando no te comportas como una señorita.

Patricia: - Y a mi cuando no sabes abrir puertas de ascensores.

Los dos sonrieron y se besaron.

Ángel: - Y digo yo, que… lo de hablar… también lo podemos dejar para otro momento, ¿no?-

Le dijo sonriendo, justo antes de volver a subir su falta hasta su cadera, para poner la mano sobre ella.

Patricia: - Sí, eso estaba pensando yo también… Empezabas a parecerme un tío demasiado raro…

Los dos se rieron y volvieron a besarse. Resolviendo por segunda vez aquella mañana, lo que tantos años habían tratado de entender, sin darse cuenta, hasta ese momento, de que lo único que tenían que hacer era dejarse llevar por ello, y no tratar de explicarlo.


Fin

Que cerda soy! Se me ha ido un poco posiblemente, pero me debo a mi público! jajaja

dios dios dios dios diooos
fantástico, perfecto, excelente, maravilloso, estupendo, inmejorable, magnífico!!!!!
y el párrafo largo del principio...
buah, genial

Me debo a mi público dice... A TI SE TE HA SUBIDO LA FAMA A LA CABEZA, fulana! Pero sabes qué? Que es lógico xD
Cerda? Nunca se es lo suficientemente cerdo. Me cautivas, en serio. Me matas.

Quería destacar cosas, juro que quería, pero... resulta que he destacado párrafos enteros que ocupan en total 2 hojas de word, así que tendré que sintetizar.
El primer párrafo... increíble. Verdad tras verdad.

La conversación picándose, muy buena, sobre todo cuando Patri le dice que le gusta a la chica. Qué celosona.

El momento clave, espectacular. Me refiero a cuando él nota un pinchazo en el estómago y decide lanzarse al fin.

Lo he flipado muchísimo cuando has desvelado que él no le dio a la campana y ella sí llevaba el móvil encima. Ha sido un puntazo. Y además un puntazo muy importante.

"Los dos se rieron y volvieron a besarse. Resolviendo por segunda vez aquella mañana, lo que tantos años habían tratado de entender, sin darse cuenta, hasta ese momento, de que lo único que tenían que hacer era dejarse llevar por ello, y no tratar de explicarlo."
Creo que de eso no hace falta que diga nada, pero lo voy a decir. ME HAS TOCADO LA PATATA. Haces que, después de todo, a una le queden esperanzas.

Esperamos, cariñito, próximas creaciones tuyas. Ahora que la bestia ha despertado espero que sea por mucho tiempo.

JAMÁS HABÍA VISTO TANTO ALARDE ARTÍSTICO JUNTO.

Amén a todas. Ya os lo digo. AMÉN. Vivan los ascensores, viva Legna que es una puta loca a la que le gusta desvariar, viva vuestra perfecta forma de escribir Y OLÉ A TODAS!!!!

A ver, por partes… o por fics, mayormente.

Karmen: el detalle de lo del viaje me ha parecido INCREÍBLE… ooggghhh, qué precioso, por favor!!! Ha sido muy románticoo!!! Todo lo que le dice Ángel… No me importaría irme al mismísimo volcán de kgfhñldfkjdfhj o como leches se llame (es algo parecido, en verdad…) si fuese con él… Precioso.

Estrelitha: el primero… En momentos así sólo soy capaz de mentar a la ex de Chandler, Janice, OH-DIOS-MÍO. (Sí, qué pasa? Todavía vivo aferrada al recuerdo de Friends, sniff sniff). Me encantan las contestaciones que se van pegando ambos, jajajajaja, lo del campo de amapolas me ha matado, porque te juro que por un momento he visto a Patricia correr toda despreocupada por ahí xDDD. El momento de “te huelen los pies” JAJAJAJAJAJAJA. Sublime, muy en tu línea. YUHU! Siempre es un placer leer algo tuyo aunque sea de capi único.

Guanchitos: dioooos, no sabes lo mucho que me has hecho reír, tíaaa!! Jajajajajajajajaja. Qué arteeeee, clavas a la locaaa!!! Y eso de que conforme más se acercaba ella, más cómodo se sentía él… OMG, increíble!!! Y el final!!!! O sea, te hago la ola, te aplaudo y te tiro confetti! Qué puta craack!!!!

Clau: a ti te lo dije por msn, pero sabes qué? Que me importa un rábano repetirme!!!! ERES UNA PUTA DIOSA ESCRIBIENDO!!!!!! Te lo dije una vez (creo que más de una en realidad) no dejes de escribir nunca!! Pero NUNCA!! Me da igual que escribas pángel o no, como si quieres escribir las aventuras de Snoopy, pero no pierdas ese hábito de escritura porque vales!!!!! Pero tú has visto la obra de arte que has hecho? Buufff, te adoro!!!!

Patriiii: Me chifla también cómo escribes y la imaginación que tienes, tía… Lo de las cosquillas (que se refería en el brazo! xDD) me ha matado, jajajaja. Estoy acostumbrada a partirme contigo de la risa, pero te juro que hay puntazos en tus fics que me dejan con las lágrimas en los ojos y el dolor de tripa post-risa. Y claro, en este fic no iba a ser menos. El final de este también me ha encantado, la acotación de Ángel xDDDD. ARTIIIISTA.

Estrelitha de nuevo: sabes? Amo a esa cierta “persona” que te ha chantajeado. Santo dios, pero cómo coj**** lo haces para escribir así de jodid****** bien??? Y encima, no contenta con eso, metes de cada frasaza de lo más realista que me dejas con la boca abierta y la mandíbula más desencajada de lo que ya la tengo… Sólo tú podías superarte con el fic. Los piques que se llevan, mortales, lo de preguntar antes al piso, o de la señorita y el hombre, jaja.
“Y era por eso que ella no necesitó preguntarle el porqué de su vuelta, ni mucho menos el de su distanciamiento, porque era parte de su pacto, simple y maravillosamente estar, siempre, para que cuando el otro quisiera volver, no tuviera que buscarle, porque suficiente sufrían el tiempo en que se alejaban, como para hacer más difícil el tiempo de volver.”
Lo has clavado, tía. Puedes darte una palmadita en la espalda de mi parte? Y un abrazo, ya de paso, por escribir así.
Jajaja.

Dios mioooooooo este último fic!!! me ha encanto el parrafafo del principio es que dice tantas verdades.... yo creo que la relacion que tienen ellos dos es tal y como la has descrito tu en este parrafos si esq entre esto y los programazos k hay ultimamente tengo el pangel subido y eso k hace meses ya estaba a emepzando a no creer en el

Bueno, a "petición" (y digo "petición" por decir algo, porque está claro que si me llego a negar me rebana el cuello en cuanto nos viésemos de nuevo..) de Legna... subo la escena que escribí, abandoné y no subí en su día por lo perra que soy ^^
Yuhuuu!!!!
No sé para qué quiere que la suba si ya la ha leído medio foro... Os amooo!!! JAJAJAJAJAJA.


Nunca subas por las escaleras si en el edificio hay ascensor.



La puerta de Globomedia se rindió ante la fuerza que ejercía como cada mañana la mano de Patricia Conde empujándola.
Como siempre apareció con la misma sonrisa, con sus grandes gafas de sol ocultando la falta de sueño de todas esas fiestas que no se quería perder; en una mano su móvil de última generación, la otra libre para saludar al guardia de seguridad que tras el mostrador.

Se acercó sin dejar de sonreír a las escaleras, las miró con el ceño fruncido y dio media vuelta para acercarse al ascensor; esa día cada escalón le recordaba a una montaña y total, ella ya contaba un cuerpazo de diez, ¿para qué subir por las escaleras pudiendo mirarse en el espejo del cómodo ascensor?

La puerta que conecta con el garaje se abrió pesadamente y Patricia divisó a Ángel, su compañero de trabajo, sosteniendo un café y andando haciendo equilibrios para que este no se cayese.

Patricia: ¡Venga, venga, Angelito, tú puedes! Cuidado con esa baldosa que se mueve… ¡Oléééé! ¡Eso es arte llevando un café y lo que hacen los camareros es tontería!

Ángel la miró con una ceja fruncida y los labios entreabiertos hasta que llegó a su altura y le dio al botón del ascensor para llamarlo, ignorándola por completo.

Ángel: Me alegro de que hayas llegado puntual, tenemos que grabar un par de sketches.
Patricia: ¿Cuándo no he llegado yo puntual?

La miró sonriendo levemente y poniendo los ojos en blanco.

Ángel: No vas a hacerme contestar a eso, ¿verdad?

Ella se puso un dedo en los labios sonriendo.

Patricia: ¿Quieres mantener el café dentro del vaso o prefieres salir a presentar con una mancha en tu preciosa camisa blanca?

Ángel simplemente se dedicó a sonreír mientras agachaba la cabeza. Después de un breve silencio, Patricia se decidió a hablar de nuevo.

Patricia: ¿De qué son los sketches?
Ángel: Tonterías, ya sabes. De los que estamos haciendo últimamente tú y yo.
Patricia: Me encantan, son divertidísimos – sonrió contagiando a Ángel.

Por fin el ascensor llegó y ambos se metieron dentro disimulando el deseo de que nadie más tuviese que usarlo. Eran aquellos pequeños momentos juntos, sin cámaras, los que hacían de ese trabajo algo único, momentos en los que apenas se atrevían a mirarse por miedo a que todo lo que llevaban reprimiendo durante años saltase en sólo diez minutos de descontrol. Pero aún sin mirarse, se intuían, sentían los nervios del otro, mezclándolos con los propios, atreviéndose muy discretamente a mirarse rápidamente y a volver a clavar la vista en el suelo.

Y cuando ya empezaban a sentirse como niños pequeños, el ascensor se quedó parado con un bote brusco en el que a Ángel se le cayó el café al suelo. Sin poder ni querer evitarlo, Patricia empezó a reírse por la cara de decepción de su compañero mientras él se dedicaba a observar el vaso de plástico vacío y la mancha de café extendida en el suelo del ascensor.

Ángel: Deja de reírte – Patricia paró en el acto, disimulando una sonrisa - ¿Nos hemos quedado encerrados?
Patricia: Bagh, no pasa nada, dentro de tres segundos empezará a subir de nuevo.
Ángel: Uno, dos y tres. No sube.

Patricia se puso a mirar los botones del ascensor y apretó uno en concreto.

Patricia: La sirena no funciona.
Ángel: Me cago en Globomedia, en laSexta y en el gilipollas que decidió que ese botón no era tan importante…

Se puso a su lado y empezó a toquetear los botones piso por piso esperando que así el ascensor funcionase de nuevo, mientras maldecía entre dientes.

Patricia: Bueno, tranquilo, no pasa nada. Cuando vean que no vuelves a la Sala de Guionistas se pondrán nerviosos y decidirán ir a buscarte y quizá con un poco de suerte se den cuenta de que estamos aquí encerrados…
Ángel: ¿Te imaginas que no nos pueden sacar y nos toca hacer el programa desde aquí?
Patricia: ¿Te imaginas que se hunde el ascensor y nos matamos?

Ambos se empezaron a reír absurdamente.

Patricia: Si llego a saber que íbamos a morir encerrados en el ascensor, te juro que le rayo el coche al imbécil que ha aparcado en mi sitio hoy…
Ángel: Oye, no vamos a morir… y ya se lo rayaste ayer…

Se rió de nuevo mientras Ángel la miraba sonriendo.

Patricia: Me da que tenemos para rato, así que yo voy a sentarme – se dejó resbalar poco a poco por una de las paredes del ascensor hasta que su culo tocó suelo.

Ángel la imitó sentándose enfrente de ella para quedar cara a cara. Aquel ascensor apestaba al café que se había caído y en el que ahora estaban apoyando sus culos de la manera más despreocupada posible.

El calor empezaba a agobiarles en silencio. Patricia cada vez respiraba más profundamente y Ángel comenzaba a ponerse nervioso al escucharla soltar el aire entre discretos jadeos que para él no resultaban inadvertidos. Cerró los ojos, tratando de concentrarse en otra cosa, pero aquel era el único sonido que escuchaba. Pensó en el ruido de una locomotora antigua, en el chu-chu de un tren, en el jaleo constante de los albañiles de una obra e incluso en una pieza de Beethoven, pero sin darse cuenta, él también había empezado a respirar más fuerte y mucho más acelerado, aunque el motivo era bien distinto. Abrió los ojos y se arrepintió enormemente de haberlo hecho: Patricia había empezado a arremangarse la camiseta, dejando ver su ombligo, su vientre plano, su piel tersa.

Volvió a cerrar los ojos con más fuerza aún, apretando la mandíbula y tratando de olvidar la visión que para él resultaba tan excitante. Dobló las rodillas contra su pecho procurando que no se notase lo caliente que se estaba poniendo por momentos y para cuando se atrevió a abrir los ojos de nuevo, encontró los de Patricia pendientes de él. La respiración se le cortó durante un par de segundos en los que no pudo dejar de mirarla, deseando que no hubiese reparado en lo contento que iba, pero ella sí lo había hecho, mirándole con una mezcla de sensualidad y diversión en el rostro mientras dejaba resbalar una mano entre sus pechos, siguiendo por su vientre y apoyándola intencionadamente en el botón del vaquero.

Le encantaba provocarle, le encantaba ver cómo, de la forma más banal y simple posible, era capaz de hacer que se sonrojase y apretase los puños contra sus rodillas.

Ángel, que había hecho con sus ojos el mismo viaje que la mano de Patricia, clavó sus ojos en los de ella una vez más, casi suplicándole que no siguiese con aquel juego, que no se desabrochase el pantalón y a la vez pidiéndole que lo hiciese. Había comenzado a sudar levemente mientras ella, que parecía impasible, demostraba tener el control de aquella situación, exactamente igual que siempre. Por ser más lanzada que él contaba con la ventaja de su timidez.

Sin que Ángel pudiese hacer nada para evitarlo, Patricia empujó sus piernas con el pie y él las estiró instintivamente dejando ver el bulto creciente de su pantalón. Echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, algo avergonzado por haberse puesto así con la que era su compañera de trabajo, pero para cuando volvió a abrirlos se dio cuenta de que no tenía motivos para sentirse apurado, quizá sí extraño, pero a fin de cuentas llevaban cuatro años provocándose, jugando con frases de doble sentido y se atraían demasiado como para que algo así no pasase entre ellos.

Sin apenas darse cuenta de qué había pasado para llegar a eso vio a Patricia gateando hacia él, situando su boca a escasos centímetros de su rostro. Ángel entreabrió los labios pasándose la lengua por ellos inconscientemente, humedeciéndolos en un gesto que a Patricia le hizo suspirar.

Aún a cuatro patas, cerró los ojos propiciando que Ángel la imitase y comenzó a acercarse a él hasta que sus labios quedaron pegados. La ternura que ambos habían tratado de poner a ese momento desapareció como si nunca hubiese existido cuando sus lenguas entraron en juego y en sus bocas.

Llevó una mano a la nuca de Patricia y la enredó en su pelo, profundizando el beso. Ahora la tenía junto a él, ahora estaban besándose y quizá era el momento y el lugar menos adecuado pero sentía las irrefrenables ansias de hacerle todo aquello que ya le había hecho en sueños. Quería saber si la Patricia real reaccionaría como lo hacía la Patricia de sus sueños ante determinados estímulos.

Ella arqueó la espalda conteniendo un escalofrío cuando Ángel se enderezó para tener el control de la situación. Puso una mano sobre su pecho empujándole un poco mientras con la otra mano acariciaba su espalda colándola por su camisa. Se echó a reír cuando sintió cómo Ángel le estiraba del pantalón sin poder bajárselo y, todavía besándole, comenzó a levantarse, haciendo que él también lo hiciese.

Las manos de Ángel volvieron a atacar el pantalón de Patricia, el botón con el que ella había estado jugando hacía unos pocos minutos y que ahora él desabrochaba rápidamente, casi con desesperación. Dejó que su boca se deslizase por su cuello, lamiéndolo pasionalmente mientras la mordía con suavidad para no dejar marcas acusadoras que señalasen la evidencia de lo que había pasado en aquel ascensor.

Las manos de Patricia rodearon su cuello, apoyándose en su nuca y apretándole más contra su cuerpo.

Patricia: ¿Llevas protección?
Ángel: ¿De verdad te importa eso ahora? – jadeó contra su piel, provocándole un gemido.
Patricia: En verdad no…

Con algo de prisa y desesperación, comenzó a desabrocharle el vaquero con tanta facilidad que parecía que ya lo hubiese hecho otras veces. Sin esperar ni un segundo más, coló sus manos por la gomilla del calzoncillo y apretó las nalgas con sus manos consiguiendo que Ángel echase hacia atrás los hombros y, movido por la pasión del momento, mordiese su cuello olvidándose de mantener la delicadeza para no dejarle marcas.

Se separaron apenas cinco segundos para deshacerse de vaqueros y ropa interior y volvieron a unirse en un beso desenfrenado.

Ángel la cogió por los muslos y la empotró contra el espejo del ascensor, subiéndosela a brazos mientras ella enredaba sus piernas en su cintura. Las manos de él comenzaron a estirar de la camiseta blanca que llevaba ella, queriendo quitársela y, cuando por fin lo consiguió, comenzó a acariciar su cuerpo con sus labios, ejerciendo la presión necesaria en los puntos más concretos de su cuerpo mientras ella arqueaba la espalda al entrar en contacto con el frío del cristal. Cuando estaba lamiendo su escote, Patricia le cogió por el pelo y estiró hacia atrás, besándole ansiosamente.

No pudieron reprimirse durante mucho más tiempo por lo que Ángel guió su miembro hacia el sexo de ella, penetrándola suavemente y esperando a que se acostumbrase a su tamaño y grosor, pero Patricia sin querer perder más tiempo comenzó a moverse agarrándose a sus hombros.

Las manos de ambos iban y venían, recorriendo sus cuerpos, estirándose del pelo, arañándose la piel. Gemían como si tuviesen la seguridad de que no podían escucharles, y aunque sabían perfectamente que no era así, aquello les excitaba aún más; se habían contenido durante demasiado tiempo y quedaba claro que no iban a hacerlo durante ese rato, durase lo que durase.

Ambos se obligaban a no pensar, a dejarse llevar, a sentir el momento y disfrutarlo al máximo. Sabían perfectamente que era posible que se arrepintiesen de lo que estaban haciendo, pero lo preferían antes que culparse de que sencillamente aquello no pasase. A fin de cuentas, ya llevaban arrepintiéndose durante cuatro años y se merecían unos minutos de locura, de desfogue, de pasión… Era lo que ambos deseaban, era lo que ambos querían que pasase desde hacía ya demasiado tiempo.

No valía la pena darle vueltas en aquel momento, no ahora que estaba juntos, solos, sintiéndose como nunca antes lo habían hecho. Y, como si se hubiesen comunicado sin palabras, el ritmo comenzó a menguar. Pero no por ello la profundidad cedió, sino al contrario, era como si aquel ritmo más pausado y tranquilo les permitiese expresarse mejor, dejando ver que aquello era algo más que un simple desfogue o un polvo sin compromiso.

Sin que Ángel abandonase la penetración, separó sus bocas, con la respiración alterada, la frente perlada en sudor. Patricia buscó sus labios, pero él negó con la cabeza tras dejar que le besase cortamente.

Ángel: No quiero perderme nada. Quiero hacerte el amor mirándote a los ojos.

Y a Patricia aquello le hizo sonreír. No sólo por lo que había dicho, sino por lo que había querido decir utilizando aquel término. Podría haber dicho cualquier otra cosa, incluso podría haber omitido aquel comentario, pero había decidido no hacerlo.

Los ojos de Patricia se clavaron en los de Ángel y, sin hacer nada para evitarlo, conectaron. Conectaron de tal manera que ninguno de los dos pudo separar su mirada del otro, porque por fin podían leerse sin complejos, sin buscar seguridad en las losas del suelo.

No se sentían incómodos ni tampoco azorados a pesar de encontrarse en una situación nueva para ellos. Patricia apoyó su frente en la de él, cerrando los ojos y suspirando quedamente contra su rostro mientras apoyaba sus manos en sus hombros, rodeando su nuca, acariciándole el pelo, arqueando su espalda para permitir estar más pegada a él.

Ángel le pasó sus manos por la espalda, tratando de darle el calor que el frío del espejo le había negado durante todo ese rato en que la había tenido cargada en sus brazos. Patricia agradeció el gesto besándole la punta de la nariz.

Comenzó a moverse sobre él, sujetándose con más fuerza a su cintura y también a sus hombros. Notaba que el final ya estaba cerca, sentía el fuego arder recorriendo su vientre y, tratando de hacer un esfuerzo para no chillar, se aferró a su pelo y estiró de él, haciendo que los gemidos que no podía disimular se mezclasen con los de Ángel, que también estaba a punto del alcanzar el orgasmo más placentero de su vida.

Un último gemido llenó las paredes de aquel ascensor. Y, durante unos instantes en los que Ángel se dejó resbalar hacia el suelo sobre el cuerpo de Patricia, nada rompió aquel silencio excepto las respiraciones resquebrajadas de ellos, sus corazones latiendo desorbitadamente…

Ángel levantó un brazo y lo apoyó rodeando la cabeza de Patricia, acariciando el pelo que caía despeinado por el suelo. Rodó haciéndose a un lado y se puso junto a ella, mirándola mientras ella mantenía los ojos cerrados. Le pareció la imagen más bella del mundo y deseó que la dura base sobre la que estaban incómodamente tumbados fuese una cama.

Patricia abrió los ojos y giró el rostro hacia él. Volvieron a conectar, esta vez más sonrientes, más tranquilos, con más aire en sus pulmones.

Patricia: ¿Siempre te brillan tanto los ojos cuando acabas de hacer el amor?

La sonrisa de Ángel se ensanchó ante la pregunta; nunca dejaría de sorprenderle. Sólo ella era capaz de pronunciar esas primeras palabras después de hacerlo por primera vez con él, sólo ella era capaz de romper el hielo con tanta naturalidad, como si aquello fuese algo normal entre ellos, como si contase desde el principio con que tarde y temprano acabarían cediendo a sus impulsos y regalándose uno de los mejores momentos de sus vidas.

Y, sabiendo la respuesta que quería darle y que a la vez coincidía con la respuesta que ella esperaba, se inclinó para besarla y le susurró suavemente contra sus labios:

Ángel: Cuando acabo de hacer el amor, sí.

Notó cómo sonreía bajo sus labios y sintió su mano acariciando su espalda suavemente, dibujando líneas por su cuerpo, repasando sus brazos y su pelo mientras disfrutaba del beso que estaban compartiendo.

Se separaron al escuchar golpes y voces en el exterior del ascensor.

Voz: ¿Siguen ahí?

Se miraron apurados y contestaron a gritos.

Voz: Se han quedado entre dos pisos.
Ángel: ¿Y eso qué coño significa?
Voz: Que como no hay cuarto de máquinas, tenemos que subirles a pulso.
Patricia: ¿¡A pulso!? ¿Qué significa a pulso? – gritó y luego se giró a Ángel - ¿Qué significa a pulso?

Él se limitó a encogerse de hombros.

Voz: Significa que uno de nosotros va a subir hasta los ganchos de elevación y tirará de la polea de desvío para subirles mientras el otro se queda para abrir las puertas. Es un proceso lento, pero no se preocupen, en diez minutos estarán fuera.
Ángel: Dígame que el tío que va a subirnos a brazo es Chuck Norris o empezaré a preocuparme seriamente…
Voz: No, hombre, no. No va a subirles a brazo, va a hacer girar la polea, por eso va a ser más largo el proceso.
Patricia: Ah, bueno, me quedo más tranquila… ¡sobre todo porque no sé qué cojones significa eso!
Voz: Ustedes quédense tranquilos.

Escucharon cómo el mismo hombre que se había comunicado con ellos, discutía con otro hasta que dejaron de oírles.

Cinco minutos después notaron que el ascensor se movía bruscamente hacia arriba y volvía a bajar momentáneamente.

Patricia: ¡¡Eh, eh, eh!! ¿¡Qué coño es eso!?
Voz: Les están subiendo, tranquilos. Ya tengo las puertas abiertas y puedo tocar el techo del ascensor – les avisó.

Ángel y Patricia se miraron de nuevo y, alentándose el uno al otro para darse prisa, recogieron su ropa del suelo y comenzaron a ponérsela de manera apurada.

Patricia: Esos pantalones son los míos – siseó.
Ángel: ¿Dónde están mis calzoncillos?
Patricia: Pasa de tus calzoncillos; los vaqueros también tapan, ¿o es que quieres presentarle tus pelotas al ascensorista?

Se vistieron con tanta prisa que parecía que les había adecentado un ciego torpe. Patricia se giró hacia el espejo y empezó a peinarse el pelo con los dedos, como si pudiera desenredar los nudos que Ángel le había hecho al despeinarla.

Patricia: ¡He perdido un pendiente!

Se agachó para buscarlos mientras Ángel la miraba exasperado.

Ángel: ¿¡De verdad estás buscando un puto pendiente!?
Patricia: ¡Eran unos Cartier preciosos que costaban más que tu casa! ¡Como lo haya perdido, te mato!
Ángel: ¿Me matas? ¿¡Me matas!? ¡Y yo qué culpa tengo!
Patricia: Si no te excitases con tanta facilidad no lo habría perdido…
Ángel: ¡Eras tú la que me estaba provocando desnudándose!
Patricia: ¡¡Aquí la única víctima soy yo!!
Ángel: ¿Y eso por qué?
Patricia: ¡Porque no encuentro el pendiente! – volvió a fijar su mirada en el suelo - ¡¡Lo tengo!!
Ángel: ¿Has encontrado tu Cartier? – dijo poniéndole especial retintín a la marca.
Patricia: No, he encontrado mi tanga debajo de tus botas – sonrió mostrándoselo –Voy a ponérmelo.

Ángel la cogió por un brazo antes de que comenzase a desnudarse.

Ángel: ¡Para, tarada! ¿No te das cuenta de que ya hay una rendija hacia el exterior? Podrían verte toda la amapola…
Patricia: Genial ¿y dónde lo meto?
Ángel: Trae – lo cogió y se lo metió hecho un guiñapo en el bolsillo trasero.

La rendija fue haciéndose más grande conforme el ascensor iba subiendo entre golpes.

Patricia: ¡Eh, ya le veo los pies! – se giró hacia Ángel, susurrándole – Y lleva las botas llenas de mierda, por cierto…

Ambos se rieron y esperaron pacientemente un minuto, el suficiente tiempo como para que el hueco del ascensor se hubiese ensanchado lo necesario como para que ambos cupieran por él.

Primero salió Patricia, ayudada por el ascensorista que la cogió de las manos tirando de ella y también por Ángel, que la ayudaba a auparse para que pudiese salir. Cuando le tocó el turno a él, dio un salto y se agarró a la salida haciendo fuerza con los codos. Con esfuerzo, levantó su rodilla hacia el hueco y reptó hasta conseguir sacar la otra pierna.

Una vez fuera, se tiró en el suelo con los brazos y piernas completamente abiertos y respiró hondo todo el aire que faltaba en el ascensor. Vio a Patricia a su lado ofreciéndole una botella de agua de la que ella había bebido con anterioridad; la cogió y bebió de ella con desesperación, sintiéndose cansado, agotado y sin fuerzas.

Patricia: Si Martina Klein no se hubiese empeñado en subir por el ascensor, tú y yo aún estaríamos ahí dentro…
Ángel: Mmmm, Martina Klein, ¿eh? Tendré que darle las gracias… - la miró sonriendo bravuconamente y ella le dio un golpe en el hombro – Era broma, tonta.
Patricia: Ya, ya…

Ambos se rieron, agradecieron a los ascensoristas su hábil esfuerzo al librarles de su encierro y se movieron en la misma dirección hacia la cafetería.

Ángel: ¿Sabes qué?
Patricia: ¿Qué?
Ángel: Tengo las pelotas irritadas por culpa del roce del vaquero.

Ella se rió escandalosamente, como hacía siempre que Ángel soltaba algún comentario burdo.

Patricia: Y pensar que estuve a punto de subir por las escaleras…
Ángel: ¿En serio? ¿Me habrías dejado solo en el ascensor?

Ella se paró en seco en el pasillo y él hizo lo mismo para poder mirarla.

Patricia: Subí por el ascensor porque sabía que esa era tu hora del café…
Ángel: Esa es mi hora del café porque sé que es la hora a la que llegas…

Se acercó lentamente a él y le cogió del cuello de la camisa, mordiéndose el labio inferior mientras Ángel sonreía mirándola.

Patricia: Ven… - susurró empujándole contra una puerta cercana – Tengo ganas de besarte…

Se dejó besar de nuevo por esos labios que le volvían loco hasta que recordó que tenía un guión por hacer y que, probablemente, media Sala de Guionistas estarían buscándole con cara de asesinos.

Ángel: Espera, espera, el guión… No he hecho el guión.

A ella pareció importarle muy poco, pero se separó unos segundos después, enseñándole el tanga que le había quitado del bolsillo trasero sin que él se diese cuenta.

Patricia: De acuerdo, corazón… Llámame esta noche… Quiero comprobar si es cierto lo de que tus ojos brillan cuando acabas de hacer el amor…

Salió por la puerta meneando el trasero exageradamente de lado a lado mientras con una de sus manos sostenía en alto su tanga, sabiéndose observada por Ángel.

Ángel: Lo haré… Claro que te llamaré – murmuró más bien para sí mismo.

vale, como te he ido copiando por msn todo lo que me gustaba/hacía gracia simplemente te voy a decir que eres una crack y que te voy a matar por ni siquiera haberme mencionado que estabas escribiendo esto, pero bueno, como todavía tengo que pensar un plan puedes salir a la calle sin sentirte observada (a no ser que vayas como Patricia, agarrando un tanga en alto y meneándote sin control)

ai, si es que... que chimbi más artista <3 ERES LO PUT* MEJOOOOOOOOOOR! (ya me dirás tú que soluciona un asterisco en una palabra que ya se sabe como termina, pero bueno)

jo-der, que grande, me ha encantado!!
pero como podeis escribir tan jodidamente bien? xD
me ha encantado, de principio a fin, genial!

Pues quería que lo subieras para que las demás pudieran disfrutar de esta pequeña obra de arte. Y mira, tanto que dices que lo había leído medio foro, Clau no lo había hecho [Claudia, no hace falta que me des las gracias, de verdad]

Me encanta cómo describes la llegada de los dos. Tienes unos detallicos geniales. Son demasiados detalles y puntazos, así que me voy a limitar a destacar las VERDADES (que ya sabes que a mí es lo que más me gusta):

“Por fin el ascensor llegó y ambos se metieron dentro disimulando el deseo de que nadie más tuviese que usarlo. Eran aquellos pequeños momentos juntos, sin cámaras, los que hacían de ese trabajo algo único, momentos en los que apenas se atrevían a mirarse por miedo a que todo lo que llevaban reprimiendo durante años saltase en sólo diez minutos de descontrol. Pero aún sin mirarse, se intuían, sentían los nervios del otro, mezclándolos con los propios, atreviéndose muy discretamente a mirarse rápidamente y a volver a clavar la vista en el suelo.”

“Echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, algo avergonzado por haberse puesto así con la que era su compañera de trabajo, pero para cuando volvió a abrirlos se dio cuenta de que no tenía motivos para sentirse apurado, quizá sí extraño, pero a fin de cuentas llevaban cuatro años provocándose, jugando con frases de doble sentido y se atraían demasiado como para que algo así no pasase entre ellos.”

“Ahora la tenía junto a él, ahora estaban besándose y quizá era el momento y el lugar menos adecuado pero sentía las irrefrenables ansias de hacerle todo aquello que ya le había hecho en sueños.”

“Sabían perfectamente que era posible que se arrepintiesen de lo que estaban haciendo, pero lo preferían antes que culparse de que sencillamente aquello no pasase. A fin de cuentas, ya llevaban arrepintiéndose durante cuatro años y se merecían unos minutos de locura, de desfogue, de pasión… Era lo que ambos deseaban, era lo que ambos querían que pasase desde hacía ya demasiado tiempo.”

Los ojos de Patricia se clavaron en los de Ángel y, sin hacer nada para evitarlo, conectaron. Conectaron de tal manera que ninguno de los dos pudo separar su mirada del otro, porque por fin podían leerse sin complejos, sin buscar seguridad en las losas del suelo.

Sólo ella era capaz de pronunciar esas primeras palabras después de hacerlo por primera vez con él, sólo ella era capaz de romper el hielo con tanta naturalidad, como si aquello fuese algo normal entre ellos, como si contase desde el principio con que tarde y temprano acabarían cediendo a sus impulsos y regalándose uno de los mejores momentos de sus vidas.