LA NANA SECRETA DE LAS ESTRELLAS.

-¡Ya te ocuparás luego del trabajo! – Dijo arrastrándolo hacia su coche. – Ahora llévame allí… Si eso es cierto, Ángel ya ha pasado demasiado solo…



Los dos viajaban en el coche de Dani, Patricia iba mirando hacia delante, con la mirada abstraída. Pronto llegaron al hospital, aparcaron donde pudieron y entraron, Una vez en el ascensor Dani se giró hacia Patricia.

-Déjame que hable con Ángel antes de entrar ¿Vale? – Patricia lo miró desconcertada. – Él no sabe que tú sabes lo de su hija…

-Está bien, esperaré en el pasillo.

Salieron del ascensor y caminaron por el pasillo, al acercarse a una de las habitaciones Dani volvió a girarse hacia Patricia y mediante señas, le indicó que esperase junto a la puerta.

Dani llamó suavemente a la puerta a pesar de que estaba abierta. En el interior de la habitación estaba Ángel, sentad junto a la cama en no de esos incómodos sillones de hospital, inclinado hacia delante, con el mentón apoyado en las manos. En la cama, una preciosa niñita con el pelo negro, brillante y liso y cara de ángel dormitaba con na de ss manitas sobre el pecho.

-¿Puedo pasar? – Dijo suavemente.

-¡Dani!- Dijo Ángel levantando la vista del suelo - ¿Qué haces aquí? ¿Pero tú está tonto? – dijo levantándose y acercándose a él. - ¿Qué haces que no estás en el trabajo?

-Mira Ángel… Estooo… - decía Dani rascándose la cabeza.

- Ha venido a traerme a mí – Terció Patricia, plantándose en la puerta de la habitación.

Ángel parecía desconcertado, miraba a Patricia y a Dani alternativamente, la expresión de su rostro cambió súbitamente, agarró a Dani de la chaqueta y lo sacó de la habitación.

-¿Qué hace ella aquí? – Dijo una vez en el pasillo, inclinándose hacia delante y señalando primero a su amigo y luego a su habitación; se le veía molesto. - ¡Tú no entiendes lo que es un secreto! ¿no?

-Lo siento tío, se me escapó…

-¡No, si la culpa es mía! – Dijo Ángel pasando su mano sobre su boca. - Si es que sabía que la terminarías cagando…

-Bueno, vale tío… Lo hecho, hecho está… - Dijo Dani tratando de zanjar la discusión, porque menudo día llevaba. – Se me ha escapado ¿Vale? Pero ahora tienes a Patricia ahí plantada…

-Se te ha escapado, se te ha escapado – dijo Ángel. – Tú si que no te vas a escapar cuando te pille ¡Es que, es que… no se ni lo que te hago!

-Va Ángel, macho, ¡Que es Patricia! Tampoco es tan grave…

-Ya, no es tan grave… -dijo Ángel volviendo a la habitación mientras miraba a su amigo de soslayo. – ya te diré yo si es grave o no…

-Ya, no es tan grave… -dijo Ángel volviendo a la habitación mientras miraba a su amigo de soslayo. – ya te diré yo si es grave o no…



Mientras Dani y Ángel discutían en el pasillo, en el interior de la habitación la niña había despertado. Patricia, que se dio cuenta se acercó lentamente a la cama.

-Hola- dijo Patricia con voz suave.

-Hola…

-¿Sabes quien soy? - la niña asintió con la cabeza - ¿A, si?

-Eres amiga de mi papá - dijo la niña distraídamente, jugueteando con la sábana.

-¿Y nos ves por la tele? - la niña volvió a asentir y Patricia sonrió. - ¿Puedo sentarme a tu ladito?

-Bueno - respondió Abril poniéndose colorada, tras unos segundos de silencio añadió. - ¿Eres una princesa?

Patricia pareció desconcertada.

-¿Te parezco una princesa? - Abril asintió de nuevo.- ¿Y eso?

-Yo también soy una princesa ¡Mi papá me lo dice siempre!

-Claro que lo eres, eres la princesa más guapa que he visto nunca...

-Mi papá también dice que tú eres una princesa - dijo Abril mirando a Patricia con aquellos ojos iguales a los de su padre en expresión y dulzura y sonriendo generosamente. - Dice que eres la princesa del cabello de oro y la boca de fresa... y que por eso somos sus dos princesas...

Patricia sonreía escuchando a la niña, aunque aquella ultima frase le pasó desapercibida ya que sus pensamientos estaban rescatando aquel recuerdo...

>>Acababan de dar las primeras campanadas de la sexta, entraron de nuevo al edificio frotándose las manos por el frio. Ángel caminaba por delante de Patricia, como siempre haciéndose al desinteresado. Ella lo detuvo poniendo la mano en el hombro de él.

-¿No crees que falta algo?

-No - dijo Ángel, hemos dado cuatro cuartos y doce campanadas. Hemos dicho feliz año nuevo y hemos brindado... No, está todo...

Patricia sonrió ante el comentario de Ángel.

-Dicen que para entrar bien en el año hay dar un beso... - dijo entre risas.

-Pues cuando llegues a casa ya sabes...

-Así no vale, tiene que ser en los primeros minutos... y con quien hayas tenido al lado

-¿Estás tratando de decirme algo?

-¿Tratando? Solo me falta hacerte señales luminosas...

-¿Quieres que yo... a tí?

-No te sorprendas tanto. - Dijo ella. - Es año nuevo, estoy cariñosa...

Patricia parecía estar de broma, pero en su interior estaba apremiando a Ángel a hacer algo.

-No pienso besarte Patri... - Ángel no pudo terminar aquella frase porque Patricia apresó sus labios con los suyos. Fue un beso breve pero intenso. Cuando se separaron ella lo miró a los ojos y sonrió...

-¿Ves? Tampoco era tan difícil - Ángel la miraba con los ojos entrecerrados y una media sonrisa en la cara. - ¡Qué! ¿No te ha gustado?

-Los he visto mejores. - Dijo Ángel picándola - Pero no ha estado mal... algo corto...

-¿No tienes nada bueno que decir a mi beso?

-No... - Patricia lo miró poniendo morritos - Bueno, sí, sabes a fresa... eso no ha estado mal...
Comenzaron a caminar de nuevo, en silencio. De pronto Ángel comenzó a reír.

-Fresa... Me gusta el sabor a fresa...

Dijo ángel, como si estuviera pensando en voz alta.<<

-No puedo creer que se acuerde de eso… - Dijo Patricia en voz baja.

-¡¡¡Papá!!! – Gritó Abril, sobresaltando a Patricia.

-¡¡¡Papá!!! – Gritó Abril, sobresaltando a Patricia.




La niña había visto como su padre hacía amago de entrar e la habitación y volvía a darse la vuelta. Ángel hizo caso omiso a la llamada de su hija para decirle algo a su amigo Dani.

-Está hablando con Dani. - le dijo Patricia – Enseguida viene…

-¿Ha venido el tito Dani? – Preguntó la niña abriendo los ojos.

-Sí cariño, ha venido el tío Dani – Dijo Ángel a su hija. – Pero solo va a estar un ratito, que Patricia y él tienen que irse al trabajo… ¿Quieres decirle algo?

La niña asintió y Dani se acercó hasta la cama y se agachó un poco, la niña se colgó de su cuello. Algo debió decir a Dani en secreto, ya que él miro a Ángel y patricia, sonrió y respondió algo al oido de la niña, que asintió y ambos rieron.

Mientras Patricia hablaba con Ángel.

-No te enfades con Dani, el no quería decírmelo – Patricia hablaba en voz baja – Pero ya sabes lo pesada que puedo llegar a ponerme, quería saber donde estabas, me dijo que tenias dificultades, yo compare esas dificultades con mi lavadora estropeada y se le escapó…

-Es que no tiene boca, tiene un megáfono…. Toodo lo suelta…¡Y ya si os juntáis el hambre con las ganas de comer!

-Ahora entiendo muchas cosas, Angel…

Dani besó en la frente a la niña y se acercó a Ángel. Se acercó a sus amigos y les interrumpió.

-Bueno Tío, tenemos que irnos…

-Vale, esta tarde os veo – dijo Ángel dando un golpecito en la espalda a su amigo. – Y gracias por venir Patricia…

-De mi no hace falta que te despidas. – dijo ella.- Que tengo intención de quedarme hasta la tarde…

-¿Que? – preguntó Ángel. - ¡NO!, no hace falta que te…

-La decisión esta tomada Ángel – Patricia se volvió hacia Dani – Puedes irte, a mi ya me acercará Ángel…

-Ni se te ocurra moverte – se giró hacia Patricia. – Patri.. Por favor, teneis que iros, que tu tienes que prepararte para el programa y Dani tiene que hacer el guión…

-¡Te estoy diciendo que me quedo!

-Papá…. – Decía la niña.

-¡yo te digo que tienes que irte!

-Papá…

-¿Qué? – Dijo Ángel volviéndose hacia la cama.

-Que el tito Dani ya se ha ido…

Ángel se asomó al pasillo, con el tiempo justo para ver la espalda de Dani alejandose hacia el ascensor…

-¡Tú no tienes vergüenza! – gritó Ángel provocando que una enfermera le mandase callar. En ese momento, sin ni siquiera volverse y entrando en e ascensor, Dani alzó la mano izquierda a modo de despedida, Ángel lo miró con la boca abierta hasta que las puertas del ascensor se cerraron.

Volvió al interior de la habitación, dónde le esperaba Patricia con una sonrisa triunfante…

-¿Tú siempre te sales con la tuya?

-Si me lo propongo sí, ya sabes que soy muy inteligente…

-Y siempre tienes que quedar por encima, como el aceite. – rezongó Ángel.

-Quedar por encima de ti tampoco es tan difícil, Ángel. –Respondió Patricia, causando que Ángel la mirase con los ojos entrecerrados.

La niña estaba entretenida jugando con algunos muñecos que le había llevado su padre. Ángel estaba embobado mirando a su hija y Patricia permanecía ensimismada mirando a Ángel protagonizar aquella escena que nunca se habría imaginado…

Finalmente, Patricia se colocó junto a Ángel y le hablo en vos baja.

-Eres un embustero…

-¿Yo? Nunca he mentido – Dijo Ángel poniendo cara de extrañeza y encogiéndose de hombros. - Simplemente he ocultado cierta información…

-Ya – Dijo Patricia mirándole a la cara y cruzándose de brazos. – Te recuerdo que has dicho como un millón de veces que no tienes ni quieres hijos…

-Y no he mentido ¿Tú ves niños por algún lado? – Patricia abrió los ojos y la boca y señaló hacia la cama con la mano en un claro ademán de “¿Y ella que?” – Eso no es un niño, Patricia, eso de ahí es una niña, es decir hija…

-Joder Ángel – dijo Patricia Sonriendo. – Luego la tarada soy yo…

Ángel Sonrió y pestañeó un par de veces, poniendo cara de no haber roto nunca un plato.

-¿Y lo de que no quieres más hijos? ¿También quieres decir que no quieres niños o eso es más en general? – dijo patricia acompañando sus palabras con un gesto circular de su mano.

-Pues claro que va por los niños ¡Dan mucha guerra!. – Dijo Ángel acercándose mas a ella y hablándole a su oído, luego se separó de ella y la miró intensamente a los ojos. – Además, yo siempre he preferido las niñas…

-Pues a mi me riñes si me comporto como una niña – dijo Patricia sin dejar de mirarle y acercando mas su rostro al de él.

-¿Quieres un café? - Dijo Ángel rompiendo la magia del momento.

-Bueno – dijo Patricia, deseando estrangularle y darle patadas en el hígado.

Visiblemente nervioso, Ángel salió de la habitación en busca de esos cafés.

Visiblemente nervioso, Ángel salió de la habitación en busca de esos cafés.




-Siempre hace lo mismo – pensó Patricia. De pronto se acordó de los cuchicheos que se traian Dani y Abril y se acercó a la niña. – Abril… ¿Puedo saber qué le has dicho a Dani o era un secreto?

La niña la miró y sonrió.

-Le he dicho que me gustaría que mi mamá fuera una princesa tan guapa como tú…- La niña se puso colorada al instante.

Patricia pestañeó unas cuantas veces.

-Vaya… Muchas gracias – dijo colocándose el pelo detrás de la oreja. - ¿Y Dani que te ha dicho?

La niña miró hacia las sabanas, dudó por un instante y luego miró a Patricia con cara compungida…

-Que solo falta que la princesa le de un beso al sapo… -Hizo una pequeña pausa - ¡Pero mi papá no es un sapo! ¿A que no?

-No, tu papá no es un sapo… -Patricia sonrió antes de continuar -es más como….

-¿Cómo el príncipe azul?- Dijo Abril ilusionada.

-Bueno Azul es, sin duda, y pequeñico… - Dijo Patricia poniendo cara de niña traviesa que trata de disimular. La niña le lanzó una mirada desconcertada. – Sí, tu papá es un principe, que algún día encontrará a una princesa que suspire por él como las de los cuentos…

-¿De verdad?

-De verdad – dijo Patricia mirando melancólica a la niña. – Y la hará muy feliz… Tu padre hará muy feliz a sus dos princesas ¡Ya verás! – Dijo reposando su mano sobre la barriga de la niña, que respingó debido al cosquilleo que le produjo aquel contacto.

-¡Cosquillas no! – Chilló la niña.

-¿Tienes cosquillas? – pregunto maliciosamente Patricia, lanzándose a hacer suaves cosquillas a la hija de Ángel.

Cuando Ángel regresó a la habitación encontró a las dos retorciéndose por las cosquillas y riéndose como locas.

-¡No se os puede dejar solas! – dijo Ángel desde la puerta, se acercó a ellas y tendió uno de esos maravillosos cafés de máquina de hospital – Me pregunto cual de las dos es más niña…

Patricia levantó la mano riendo, lo que ninguno de los dos se esperaba era ver a Abril, con semblante serio, señalando acusadoramente a Patricia.

Patricia y Ángel, sentados en sendas sillas a los pies de la cama de la niña, charlaban entretenidamente tomándose el café. Poco a poco pasó la mañana y llegó la una. Una enfermera subió la comida para Abril y Ángel aprovechó para ir al servicio.

-Abril – Dijo Patricia. - ¿Te importa si me llevo ya a tu papá?

-No – la niña remachó la palabra negando con la cabeza. – Pero me tienes que prometer que esta tarde vendrás otro poquito…

-Está bien – Respondió Patricia. – Esta tarde te traeré un regalo ¿Vale?

-Vale – Dijo Abril sonriendo ampliamente.

Justo en aquel momento Ángel salió del aseo y fue interceptado por Patricia, que lo agarró del brazo. Ángel trató de protestar, pero ella fue más rápida.

-Tu hija me ha dado permiso para secuestrarte un poco así que no te resistas – Dijo arrastrándolo fuera de la habitación.