La hora del Ángelus
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Jaume G. Espuña
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La hora del Ángelus
RECOPILATORIO FIC
La hora del Ángelus
Como cada mañana estaba trabajando en su campo, abriendo cicatrices en la tierra con su azadón. Sus brazos, habituados al trabajo duro, se tensionaban por el esfuerzo y el sudor comenzaba a recorrer su espalda desnuda.
Aquella mañana del 5 de octubre, que parecía más una mañana de verano, el sol apretaba fuerte. El silencio reinante fue roto por el agudo grito de hierro, la campana de la iglesia anunciaba con su metálica lengua las doce. La hora del Ángelus.
Como era costumbre Dejó de trabajar, se irguió mirando al cielo y descubrió su cabeza, sujetando su raído gorro de campesino entre las manos.
-- El Ángel del señor anunció a María, que concibió por obra y gracia del espíritu santo… - El campesino murmuraba devotamente la oración. Una ves hubo concluido, se caló el sombrero de paja y agarró el azadón.
Levantó la herramienta por encima de su cabeza y descargó el golpe sobre el magullado terruño, pero esta vez ocurrió algo inesperado. El terreno cedió bajo sus pies, apareciendo un perfecto socavón que lo engulló.
Tras dolerse unos instantes por el tremendo golpe examinó el hoyo donde se encontraba. Parecía que la tierra se había replegado bajo el golpe, descubriendo así un espacio que había permanecido oculto en las entrañas de la tierra…
En el centro creyó ver una caja, cubierta aún por una fina capa de tierra. Se acercó y con su mano retiró un poco de aquel polvo. Efectivamente había una caja de madera, bastante deteriorada, pero lo suficientemente fuerte como para no poder ser abierta con las manos.
Pensó en olvidar aquello y alejarse, pero la curiosidad fue más fuerte. Buscó su herramienta y golpeó la madera con fuerza, que se astilló y partió. El el interior del cajón pudo ver el bulto de algo envuelto en lo que parecían paños blancos.
Sacó aquel paquete de tela del interior de la caja y lo desenvolvió. Lo que vió le dejó maravillado, aquel maravilloso rostro lleno de vida a pesar de ser de piedra… Mandíbula recta, los ojos más hermosos que había visto jamás… el cabello dorado…
Desenvolvió completamente la figura, se trataba de una talla de María Santísima, la imagen más hermosa que nunca había visto. No podía dejar de mirarla, sus ojos no se podían apartar de aquel rostro…
Cubrió la figura con los paños y la cargó a su espalda. Salió del agujero y se dirigió hacia su humilde casa. El peso lo abrumaba, pero cuando estaba apunto de ceder, la imagen de aquel rostro se le presentaba ante los ojos y le devolvía el vigor.
Llegó a su morada, depositó la imagen sobre la mesa y la descubrió. Se quedó allí observándola sin poder apartar sus ojos de ella, de la mujer más hermosa de la tierra…
Se sintió culpable ¡Era la madre de nuestro señor! Pero era tan hermosa…
Y continuó mirándola, no supo por cuanto tiempo, simplemente seguía allí plantado, como hipnotizado.
Cuando escuchó aquella voz áspera llamándolo ya estaba atardeciendo .No sabía cuanto tiempo había trascurrido allí sentado frente a la figura.
-- ¡Ángel, amigo! ¿Estás en casa? – Aquel trueno que su amigo tenía por voz le llegaba amortiguado desde el exterior -. ¡Traigo la cena!
Cubrió apresuradamente la figura con los paños y abrió la puerta. Ante sí apareció la imponente figura de Daniel, sujetando un par de liebres.
-- ¡Veo que has vuelto a labrar los campos!
-- Ya era hora de reanudar mi vida – dijo ángel - ¡Pero pasa dentro y preparemos esas liebres!
Ambos amigos se sentaron junto al hogar y se centraron en la tarea de despellejar y arreglar las liebres. No hablaban, trabajaban en silencio. Cuando estuvieron listas las ensartaron y las colocaron sobre la lumbre para que se asasen…
-- Ángel ¿qué tal estás?
--Algo mejor…
--Ya hace dos meses que Manuela nos dejó para siempre – pudo ver como la expresión de rostro de Ángel cambiaba por completo – Lo siento, amigo, pero debes superarlo…
Ángel se abrazó a su amigo, necesitaba desahogarse.
-- Es que recé tanto… Le rogué tantas veces a Dios que se me llevara a mi y no a ella… ¡Pero no escucha, Dios no escucha nuestras oraciones!
Ángel estaba llorando. Era la primera vez que Daniel veia a su amigo llorar y eso le hacía sentir un sabor amargo en la boca del estómago.
-- Lo se… Ángel, lo sé… Pero no debes perder la fe… ¿Sin fe que nos queda? – Daniel estaba también al borde del llanto.
Dejó a su amigo en la incómoda banqueta y se preparó para colocar la mesa. Cogió un par de escudillas de la alacena, unas jarras de barro vidriado para beber y la hogaza de Pan de pueblo. Se acercó a la mesa y cuando fue a retirar aquel bulto envuelto en paños Ángel saltó de la silla.
-- ¡No la toques! – exclamó como fuera de si.
--¿Qué no toque qué? – dijo Daniel extrañado, mientras dejaba en una zona libre de la mesa los que llevaba en las manos.
--A la virgen… es mía – la voz de su amigo era solo un susurro.
--¿Qué virgen?
Ángel se acercó a la mesa y desenvolvió la talla, mostrándosela a su amigo Daniel.
-- Es realmente hermosa…
--Si que lo es – respondió Ángel mientras acariciaba suavemente el rostro de piedra con los dedos y la miraba intensamente. Daniel, mientras tanto, lo miraba a él. Su amigo estaba peor de lo que en un principio parecía.
-- ¿Dónde la encontraste?
-- En mi campo, es mía… solo mía…
Ángel estaba como ausente. Cargó con la pesada imagen y la depositó sobre el aparador. Daniel no dijo nada, colocó la mesa y abrió la despensa, de la tinaja de la esquina extrajo una jarra de vino tinto, que colocó sobre la mesa, en el centro.
Apartaron las liebres del fuego porque estaban listas y las depositaron en una fuente. Se sirvieron y comenzaron a comerlas con los dedos y el delicioso pan de pueblo. De vez en cuando se ayudaban con un generoso trago de buen vino.
Daniel estaba sentado junto a su amigo, habían terminado con la jarra de vino. Aquél día estaba siendo extraño. Hacía unos minutos que un estruendo rasgó el silencio de la tarde y una lluvia casi torrencial había comenzado a caer.
-- ¡Caramba! Justo ahora que estaba a punto de irme se pone a llover.
-- No importa Daniel… Esta noche te quedas aquí – dijo su amigo. Daniel fue a protestar porque sabía que Ángel solo disponía de un lecho, pero su amigo lo calló poniendo un dedo sobre sus labios – Te voy a decir una cosa… Mi colchón es tu colchón…
Daniel abrió profundamente los ojos.
-- ¡Eh!¡Eh! No pretenderás que durmamos juntos ¿Verdad?
-- No idiota, tu dormirás en mi cama… Yo puedo dormir aquí, sobre una manta junto a la chimenea…
Daniel no estaba muy de acuerdo con aquello, pero sabía que cuando su amigo tomaba una decisión era imposible hacerlo variar de opinión… Era la famosa testarudez de los Martín.
-- Yo aún no tengo sueño – dijo Daniel.
-- Yo tampoco - secundó su amigo.
Tras unos instantes de incómodo silencio, Daniel rompió el mutismo.
-- ¿Qué vas a hacer con ella?
-- ¿Qué boy a hacer con quien?
-- Con la imagen de la virgen – dijo señalando en dirección al aparador donde estaba la figura -. ¿Vas a llevarla a la iglesia?
-- ¿perdona? – Dijo Ángel extrañado.
--Que si la vas a llevar a la iglesia.
Ángel negaba con la cabeza.
-- No, se queda aquí… Es mía.
Daniel asintió en silencio, mirando a su amigo con cierta ternura… Ángel era un par de años mayor que él, pero Daniel no podía evitar pensar que en ocasiones necesitaba su ayuda y protección.
Los ojos de Ángel se habían vuelto a extraviar en aquella talla. Daniel la miró y un escalofrío recorrió su espalda. Era tan perfecta, tan humana… Parecía tan llena de vida que en cualquier momento iba a ponerse de pié y a pasearse delante de ellos.
--Es hermosa ¿Verdad? – le preguntó Ángel sin apartar los ojos de la figura.
--Es… Rara – concluyó Daniel, era cierto, era rara… y lo que más llamaba la atención era que aquella imagen de la virgen tenía todos los atributos que la identificaban como tal… todos, menos el niño Jesús, que brillaba por su ausencia.
El silencio volvió a inundar la estancia. Pasados unos minutos, Daniel volvió a hablar a su amigo.
--¿Te has enterado de las noticias?
--¿Qué noticias?-preguntó Ángel mirando por fin a su amigo.
-- En una semana más o menos llegará el Marqués y traerá con él a su prometida…
-- ¿Gonzalo el sangriento se casa? – Así era como conocían en aquella comarca al Marqués, famoso por los sanguinarios castigos que imponía a sus vasallos.
--Eso parece… Las noticias hablan de que la prometida es hija de un prohombre de castilla la vieja. Dicen que es bastante caprichosa pero todo un derroche de hermosura…
-- Pues compadezco a la pobre muchacha… ¡No sabe lo que le espera!
-- No, no creo que se lo imagine… - Terció Daniel -. ¡Bueno, Ya es tarde!
-- Sí, es tarde, vayamos a dormir.
Daniel, recostado en el lecho de su amigo poco tardó en dormirse. Ángel, sin embargo, no durmió en toda la noche, contemplando extasiado la enigmática figura.
La mañana había llegado. Cuando Daniel se despertó. Ángel ya se había marchado a su labor. Él ya lo había imaginado porque su amigo solía levantarse al despuntar el alba. Encontró sobre la mesa un tazón con leche fresca y pan, su desayuno…
Así era Ángel, un detallista empedernido y con complejo de Padre. Se habían conocido años atrás, cuando Daniel era un pobre huérfano sin padre.
Ángel se había hecho su amigo y se había estado preocupando por él desde entonces, al igual que también Daniel se preocupaba por Ángel. Más que amigos podían considerarse hermanos.
Con el tiempo Daniel había llegado a ser el Vocero del Marqués, el encargado de difundir las noticias y los mandatos del noble. Ángel podría haber llegado lejos, muy lejos, porque tenía un talento fuera de lo normal, pero en su huerto era feliz y había preferido ayudar a promocionar a su amigo.
Daniel, además de aquella profunda amistad, sentía que tenía una importante deuda de gratitud hacia aquel pequeño campesino que era su amigo.
Buscó su zurrón, el día anterior había sido el cumpleaños de su amigo, pero no le había dicho nada porque sabía que su amigo no tenía ánimos para celebrarlo, sin embargo no podía ignorarlo por completo.
Daniel sabía que la música era muy importante en la vida de su amigo, sin embargo Ángel había tenido que vender el viejo laúd que le había dejado su padre para poder sobrevivir. Un día, gracias a su puesto en casa del Marqués consiguió el dinero suficiente y compró un buen laúd nuevo para su amigo. Lo sacó del zurrón y lo depositó sobre la mesa.
Mientras tanto, en los campos, Ángel seguía labrando la tierra para prepararla tras la cosecha. No dejaba de pensar en la figura encontrada el día anterior. Daba gracias a Dios por haberle concedido el regalo más hermoso que podía haber deseado.
Aquella mañana regresó a casa antes de la hora del Ángelus. Al entrar vio sobre la mesa el Laúd… lo cogió, lo acarició y una lágrima asomó al balcón de sus ojos… Miró al cielo y rectificó, dando esta vez gracias a Dios por haberle concedido los dos mejores regalos que podía haber imaginado… La hermosa talla y su amigo, su hermano, Daniel.
Se sentó en la banqueta sosteniendo el instrumento con cariño y tañó las cuerdas. Se dio cuenta de que había perdido soltura por la falta de práctica, pero el sonido metálico le reconfortó.
Miró la estatua, le pareció que le estaba sonriendo, a él… ¿Era eso posible? Meneó la cabeza y volvió a mirar… Ahí estaba el hermoso rostro con su habitual expresión hierática. Su imaginación le había jugado una mala pasada, eso era todo.
Recordó de pronto que se había citado con Miguel, el tabernero, para llevarle algunas piezas de caza. Básicamente unas cuantas perdices y dos conejos Se puso una vieja camisa de lana blanca que, a pesar de estar limpia, había adquirido un intrigante color parduzco con el tiempo. Agarró las piezas y se dispuso a recorrer a pié la distancia que separaba su casa del pueblo.
A mitad de camino gritó la campana, se detuvo, descubrió su testa y rezó, esta vez pensando en SU virgen, Al terminar prosiguió camino, llegando al pueblo en poco tiempo. Se sentó en el pilón de la plaza, una de sus esparteñas se había desatado, molestándole al caminar.
Un poco más tarde entró en la taberna. Un corpulento hombre, de unos 40 años, se acercó a él dando grandes voces. Olía un poco a vino y siempre le había hecho gracia el tamaño de la cabeza de Miguel pero, tenía que reconocerlo, era un aragonés bastante majo.
--¡Angelico! ¿Has traido la caza?
-- Aquí está – dijo levantando la mano con la que la acarreaba.
-- ¡Hortensia acércate y agarra esta suculenta caza! – voceó miguel -. ¡Qué está pidiendo cazuela!
Una mujer mayor, de menuda estatura se acercó sonriendo y cargó las aves y los conejos, Sonrió el silencio y se marchó. Hortensia era una viuda de la localidad que se encargaba de la cocina de la taberna.
Miguel agarró a Ángel por la nuca, haciendo que se le arrimara y hablando con él se dirigieron a un cuartucho en un extremo de la sala. Una vez allí Miguel abrió un pequeño cofre que parecía de plomo y sacó unas cuantas monedas de plata.
-- Doce perdices y dos conejos- dijo miguel volviéndose hacia Ángel - ¡Aquí está la paga!
Entregó las monedas a Ángel, que sin contarlas las depositó en su bolsa.
-- ¿No las cuentas?
-- No hace falta, Miguel, confio en ti.
--¡Cualquier día te estafarán Angelico! Te fias demasiado de la gente…
--De momento no me va mal – dijo mientras ataba la bolsa a su cinturón y daba media vuelta para salir. Cuando ya había dado un par de pasos hacia la salida miguel lo llamó.
--Ángel – el interpelado se volvió hacia quien le llamaba y miguel le arrojó una pequeña moneda de oro que agarró al vuelo.
--¿Y esto? – preguntó Ángel.
--Por las molestias – respondió Miguel sonriendo ampliamente - ¡Anda vete!
Ángel sonrió a miguel y se despidió con una inclinación de cabeza. Salió alegremente y en mitad de la desierta sala volteó la moneda en el aire y volvió a atraparla. Estaba feliz. Se alejó silbando una alegre melodía.
Se acercó al mercado y consiguió algo de embutido, carne de vaca para el estofado y algunas verduras que él no producía. Pasó por la tahona, lo haría con un día de retraso, pero había decidido celebrar su cumpleaños. Compró una enorme hogaza de pan y una coca que presentaba un especto delicioso.
Pasó por casa de Roberto, el bodeguero, y compró un poco del mejor vino del que disponía. Roberto era un pobre hombre al que le costaba hablar porque se trababa y en ocasiones eso hacía que a la gente le cayese mal, pero a Ángel le resultaba simpático.
Cargado como iba se acercó hasta la casona palaciega del Marqués, donde trabajaba (y por ese motivo residía) su gran amigo Daniel. Entró por la cocina y se encontró a Cristina, la joven criada de la casa; le pidió que llamase a su amigo y en poco tiempo estuvieron juntos.
--Pero dónde vas con tanta carga, alma de cántaro – dijo Daniel con alegría, y que esa era una de las escasas ocasiones en que Ángel había puesto sus pies de payés en la lujosa casa del marqués -. ¿Tienes complejo de mula?
--Vengo para invitarte esta tarde a mi casa, que ayer nos quedó algo por celebrar – la sonrisa de Daniel iluminó su cara y pareció encoger su espesa y negra barba - ¡Hoy las viandas las pongo yo!
Y tal como había llegado se fue, silbando su alegre melodía. Cuando llegó a lo alto de la colina, a mitad del camino de vuelta a casa, se volvió y contempló sonriendo el mar a lo lejos. Aquella inmensidad azul le parecía tan misteriosa y a la vez tan atrayente… le encantaba aquella imagen, le reconfortaba.
Continuó mirando el infinito mar durante unos instantes, tras los cuales decidió continuar la marcha. Al llegar a su hogar no se permitió ni un segundo de descanso. Encendió el fuego en el hogar, salió y acarreó un cántaro de agua desde su pequeño pozo, que vertió en una olla de hierro que colgó de un gancho sobre la lumbre.
Troceó la carne de vaca, preparó algunas verduras y lo vertió todo en el agua hirviente. Una pizca de sal, aquel bien que era tan abundante en una zona costera y sin embargo tan valioso que casi no se lo podía permitir.
Preparó la coca en un gran plato de la famosa loza de Talavera, una herencia de la familia de su difunta esposa que no utilizaba casi nunca… Preparó el vino para que estuviera en condiciones óptimas para ser escanciado. ¡Todo le parecía poco para recibir a su querido amigo en un día como aquel! El día en que había decidido seguir adelante y olvidar el pasado…
Al atardecer su amigo llegó, vocinglero como siempre, anunciando su presencia con el estallido de su voz.
--¡Carai! Muchacho ¿A que se debe tal despliegue?
-- Ayer fue mi cumpleaños - dijo simple y llanamente, acompañando sus palabras de una amplia sonrisa que en raras ocasiones se dejaba ver.
-- Lo se… lo se ¿Viste tú regalo?
--¿Si lo vi preguntas? ¡Pues claro! – Ángel lo miraba emocionado – ¡Pero no tenías que haberte molestado!
--¿Dices que no debí molestarme en hacer el mejor regalo al amigo que se preocupó de mi desde la niñez? ¿A mi propio hermano? – Ángel estaba tan emocionado por las palabras de su amigo que una solitaria lágrima descendía por su rostro -. Pero… ¿Lloras? ¡Ven aquí! – dijo Daniel, abrazando a Ángel -. ¿No estábamos celebrando?
--Sí, si…- Dijo ángel secándose las lágrimas -. Ahora que caigo ¡tendrás sed! – dijo mientras se levantaba en busca del vino.
--¡Traigo la boca de esparto y más hambre que el perro un ciego!- exclamó Daniel -. Y ese olorcillo que me llega de la olla no ayuda a calmar mi estómago.
Ángel no pudo evitar reírse, sirvió una jarra de vino a su amigo y llenó las escudillas con una abundante ración del sabroso estofado. Rebanó la hogaza y comieron con avidez.
--Para ser un hombre solo no te las apañas mal – decía Daniel -. ¡Esto de aquí, amigo mío, es un bocado digno de reyes! – hablaba con la boca llena y señalando el plato – Y este vinillo… Libaciones dignas de obispo…
Ángel estalló en una sonora carcajada, le fascinaba ver cuan exagerado podía llegar a ser Daniel, porque, de acuerdo, no tenía mala mano para los guisos… Pero tampoco era para tanto.
Cuando hubieron vaciado sus platos por segunda vez, Ángel sacó la coca, ofreciéndole a su amigo un buen pedazo.
-- Me asombras Ángel – dijo - Este banquete te habrá costado una pequeña fortuna…
--¡Todo es poco para celebrar con un hermano!- Dijo feliz Ángel – Además ¡Yo nunca he oído a nadie decir que los hijos de Cataluña son unos rácanos miserables! ¿Y tú?
Daniel negó con la cabeza. Hablaron largo y tendido, y en un momento de la noche Ángel tocó para Daniel y también para su virgen, allí presente. Cuando hubo terminado los dos amigos presentaban los ojos inundados en lágrimas. El uno de agradecimiento, el otro de felicidad por ver alegre e ilusionado a su amigo del alma.
Siendo ya noche cerrada, ambos salieron al exterior y subieron, ayudados de una sólida escala de madera, el tejado de la pequeña casa. Allí tumbados, mirando el firmamento cuajado de estrellas, percibiendo el lejano olor a salitre, como tantas veces habían hecho siendo niños, Daniel habló a Ángel.
--¿te he hablado alguna vez de mi padre? – la voz de Daniel sonaba melancólica.
--No, solo se que murió siendo tu niño y que viniste aquí junto a tu madre…
-- Vivíamos en Barcelona ¿sabes? – No, ángel no lo sabía -. Mi padre era estibador y mi madre hilandera…
--¿Tu padre era un Bastaix? – dijo Ángel admirado, aquellos hombres, capaces de soportar pesos enormes sobre sus espaldas, eran toda una leyenda en Cataluña.
--Sí, el más fuerte y grande de ellos… Pero un día cargó demasiado y se rompió bajo el peso del fardo… - Se podía notar en su voz como trataba de contener el llanto.
Ángel no dijo nada, guardó silencio esperando a que su amigo se repusiera y continuase hablando.
--Recuerdo la tarde de su entierro, Santa María del Mar estaba repleta con sus compañeros, a mi padre lo querían mucho… Luego tuvimos problemas para subsistir, lo que mi madre ganaba no daba ni para malcomer una persona… y decidió venir aquí, a su pueblo natal – hizo una pausa -. Pero las cosas no mejoraron… Aquí no había trabajo para una hilandera y ella no sabía hacer otra cosa… Por otro lado si hubiéramos permanecido en Barcelona yo habría terminado convertido en un raterillo de mala muerte…
--Pero salisteis adelante… más o menos.
--Subsistimos un tiempo, pero… ¿a qué precio? Tú no imaginas lo que es ver a tu madre, vestida con esos colores chillones, sin poder cubrirse ni de la lluvia y usada por un hombre y otro, y otro… ¡Llegué a odiarla!
--Lo hizo por ti, Daniel…- dijo Ángel tratando de consolarlo, ya que había comenzado a llorar -. No la culpes por eso…
-- No la culpo por eso – Daniel sorbió por la nariz – La culpo por haberme dejado solo…
-- Al menos tú conociste el amor de tu madre… La mía murió al nacer yo - Daniel no se había acordado de eso y se sintió mal por habérselo hecho recordar a su amigo en aquel día.
--Pero un día mi suerte cambió por completo – Daniel sonreía ahora.
--¿Qué pasó? – preguntó Ángel.
--Que un niño de unos diez años me encontró en el bosque, agazapado en unos matorrales, sucio hasta las cejas y casi muerto de hambre y frío. Que ese niño se hizo pronto mi amigo y que ese niño y su padre me acogieron en su humilde y pequeña casa, haciéndome sentir que de nuevo tenía una familia que me quería…
--¿A si? – preguntó Ángel haciéndose el molesto -. ¿Y quien era ese niño si puede saberse?
--Pues creo que era un tal Ángel Martín, pero no me hagas mucho caso… mi memoria ya no es lo que era…
Ambos se miraron, iluminados como estaban por la clara luz de la luna y no pudieron evitar reírse por los buenos recuerdos.
--Sabes Daniel…
--¿Qué?
--A veces recuerdo aquellas noches de nuestra niñez, durmiendo en aquellos jergones cerca del hogar para no pasar frío…
--Yo también, Ángel, fueron buenos momentos…
--Lo echo de menos… A veces por las noches me siento tan solo que echo en falta una respiración conocida o una voz amiga que me consuele…
Los dos guardaron silencio mirando las estrellas.
-- ¿Daniel?
-- Dime
--¿Pasarás aquí la noche?
--¿Dónde quieres que vaya a esta horas?
Volvieron a mirar el cielo.
--¿Ángel?
--¿Sí?
-- A ti lo que te hace falta es una mujer…
--Puede – dijo Ángel encogiéndose de hombros.
--No, puede no. ¡Seguro!
Y los dos comenzaron a reir por aquella ocurrencia, como cuando eran niños.
Un par de días tras aquella celebración, que habían transcurrido con la habitual rutina de trabajo y visitas de su amigo, Ángel regresaba de sus campos, caminando bajo una intensa lluvia.
Tras doblar un recodo del camino vio una vieja carreta encallada en el fango que se había formado. Junto al carro una mujer, empapada y llena de barro hasta la cintura azuzaba a un escuálido rocín, tratando de infundirle fuerzas para sacar la rueda del lodazal.
Al otro lado del camino estaba José, era un muchacho anormal, un tanto retrasado y de mal corazón. José era oficialmente el tonto del pueblo y además dañino. Se reía de la mujer, que hacía vanos esfuerzos para liberar la carreta.
--¿Necesita ayuda? – preguntó ángel.
--Se lo agradecería en el alma ¡Me he quedado encallada!
Ángel se acercó a la parte trasera de la carreta, apoyó su hombro y afianzó sus brazos. Ancló lo mejor que pudo sus pies al barrizal y exclamó:
--¡Haga que el caballo tire! – gritaba Ángel imponiéndose a la tormenta -. ¡Ahora!
La mujer gritó al caballo, que a pesar de su famélico aspecto trabajó con todas sus fuerzas. Ángel comenzó a empujar, los músculos de sus brazos se endurecieron por el esfuerzo, su cuello se tensionó al máximo asemejándose al de un toro, las venas que lo surcaban parecían a punto de estallar…
La cara de Ángel estaba congestionada por la fuerza que estaba ejerciendo, pero finalmente, la carreta pudo ser liberada.
--Ya está. Procure no meterse en más charcas de barro…
--Muchísimas gracias mi nombre es Pilar, pero puedes llamarme Pili…
--¡Pili! ¡Pili! ¡Pilingui, zorra, meretriz! –gritaba José desde lejos, burlandose de la joven. Ángel sintió un arrebato de ira y acercándose a José le descargó un golpe en mitad de la cara -. ¡Aaaaaaaaasesinoo! – dijo José mientras huía.
Cuando se volvió hacia la mujer y pudo observarla, se dio cuenta de sus vestiduras, de llamativos colores… No llevaba capa alguna. Sus formas eran exuberantes, sus pechos abundantes y su rostro poseía una belleza un tanto salvaje, pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos, grandes y tan claros como el azul del cielo.
--Muchas gracias…
--Ángel…
--Muchas gracias Ángel, pero ya estoy acostumbrada… - dijo sincera -. El chico tenía razón, soy lo que se dice una mujer de mala vida…
-- Esa no es razón para faltar al respeto a nadie – dijo Ángel – ¿Hacia donde vas?
--Al pueblo.
--¿Tienes dónde quedarte esta noche? – Pilar negó con la cabeza – Entonces puedes venir a mi casa…
A pilar se le abrieron los ojos desmesuradamente, en aquel momento a Ángel se le asemejó a una rana.
--¿Estás seguro? La gente podría murmurar…
--Me importa poco lo que digan por ahí – dijo restándole importancia al asunto -. Además mi casa no está dentro del pueblo.
-- Acepto – dijo tímidamente Pilar.
Como cada mañana estaba trabajando en su campo, abriendo cicatrices en la tierra con su azadón. Sus brazos, habituados al trabajo duro, se tensionaban por el esfuerzo y el sudor comenzaba a recorrer su espalda desnuda.
Aquella mañana del 5 de octubre, que parecía más una mañana de verano, el sol apretaba fuerte. El silencio reinante fue roto por el agudo grito de hierro, la campana de la iglesia anunciaba con su metálica lengua las doce. La hora del Ángelus.
Como era costumbre Dejó de trabajar, se irguió mirando al cielo y descubrió su cabeza, sujetando su raído gorro de campesino entre las manos.
-- El Ángel del señor anunció a María, que concibió por obra y gracia del espíritu santo… - El campesino murmuraba devotamente la oración. Una ves hubo concluido, se caló el sombrero de paja y agarró el azadón.
Levantó la herramienta por encima de su cabeza y descargó el golpe sobre el magullado terruño, pero esta vez ocurrió algo inesperado. El terreno cedió bajo sus pies, apareciendo un perfecto socavón que lo engulló.
Tras dolerse unos instantes por el tremendo golpe examinó el hoyo donde se encontraba. Parecía que la tierra se había replegado bajo el golpe, descubriendo así un espacio que había permanecido oculto en las entrañas de la tierra…
En el centro creyó ver una caja, cubierta aún por una fina capa de tierra. Se acercó y con su mano retiró un poco de aquel polvo. Efectivamente había una caja de madera, bastante deteriorada, pero lo suficientemente fuerte como para no poder ser abierta con las manos.
Pensó en olvidar aquello y alejarse, pero la curiosidad fue más fuerte. Buscó su herramienta y golpeó la madera con fuerza, que se astilló y partió. El el interior del cajón pudo ver el bulto de algo envuelto en lo que parecían paños blancos.
Sacó aquel paquete de tela del interior de la caja y lo desenvolvió. Lo que vió le dejó maravillado, aquel maravilloso rostro lleno de vida a pesar de ser de piedra… Mandíbula recta, los ojos más hermosos que había visto jamás… el cabello dorado…
Desenvolvió completamente la figura, se trataba de una talla de María Santísima, la imagen más hermosa que nunca había visto. No podía dejar de mirarla, sus ojos no se podían apartar de aquel rostro…
Cubrió la figura con los paños y la cargó a su espalda. Salió del agujero y se dirigió hacia su humilde casa. El peso lo abrumaba, pero cuando estaba apunto de ceder, la imagen de aquel rostro se le presentaba ante los ojos y le devolvía el vigor.
Llegó a su morada, depositó la imagen sobre la mesa y la descubrió. Se quedó allí observándola sin poder apartar sus ojos de ella, de la mujer más hermosa de la tierra…
Se sintió culpable ¡Era la madre de nuestro señor! Pero era tan hermosa…
Y continuó mirándola, no supo por cuanto tiempo, simplemente seguía allí plantado, como hipnotizado.
Cuando escuchó aquella voz áspera llamándolo ya estaba atardeciendo .No sabía cuanto tiempo había trascurrido allí sentado frente a la figura.
-- ¡Ángel, amigo! ¿Estás en casa? – Aquel trueno que su amigo tenía por voz le llegaba amortiguado desde el exterior -. ¡Traigo la cena!
Cubrió apresuradamente la figura con los paños y abrió la puerta. Ante sí apareció la imponente figura de Daniel, sujetando un par de liebres.
-- ¡Veo que has vuelto a labrar los campos!
-- Ya era hora de reanudar mi vida – dijo ángel - ¡Pero pasa dentro y preparemos esas liebres!
Ambos amigos se sentaron junto al hogar y se centraron en la tarea de despellejar y arreglar las liebres. No hablaban, trabajaban en silencio. Cuando estuvieron listas las ensartaron y las colocaron sobre la lumbre para que se asasen…
-- Ángel ¿qué tal estás?
--Algo mejor…
--Ya hace dos meses que Manuela nos dejó para siempre – pudo ver como la expresión de rostro de Ángel cambiaba por completo – Lo siento, amigo, pero debes superarlo…
Ángel se abrazó a su amigo, necesitaba desahogarse.
-- Es que recé tanto… Le rogué tantas veces a Dios que se me llevara a mi y no a ella… ¡Pero no escucha, Dios no escucha nuestras oraciones!
Ángel estaba llorando. Era la primera vez que Daniel veia a su amigo llorar y eso le hacía sentir un sabor amargo en la boca del estómago.
-- Lo se… Ángel, lo sé… Pero no debes perder la fe… ¿Sin fe que nos queda? – Daniel estaba también al borde del llanto.
Dejó a su amigo en la incómoda banqueta y se preparó para colocar la mesa. Cogió un par de escudillas de la alacena, unas jarras de barro vidriado para beber y la hogaza de Pan de pueblo. Se acercó a la mesa y cuando fue a retirar aquel bulto envuelto en paños Ángel saltó de la silla.
-- ¡No la toques! – exclamó como fuera de si.
--¿Qué no toque qué? – dijo Daniel extrañado, mientras dejaba en una zona libre de la mesa los que llevaba en las manos.
--A la virgen… es mía – la voz de su amigo era solo un susurro.
--¿Qué virgen?
Ángel se acercó a la mesa y desenvolvió la talla, mostrándosela a su amigo Daniel.
-- Es realmente hermosa…
--Si que lo es – respondió Ángel mientras acariciaba suavemente el rostro de piedra con los dedos y la miraba intensamente. Daniel, mientras tanto, lo miraba a él. Su amigo estaba peor de lo que en un principio parecía.
-- ¿Dónde la encontraste?
-- En mi campo, es mía… solo mía…
Ángel estaba como ausente. Cargó con la pesada imagen y la depositó sobre el aparador. Daniel no dijo nada, colocó la mesa y abrió la despensa, de la tinaja de la esquina extrajo una jarra de vino tinto, que colocó sobre la mesa, en el centro.
Apartaron las liebres del fuego porque estaban listas y las depositaron en una fuente. Se sirvieron y comenzaron a comerlas con los dedos y el delicioso pan de pueblo. De vez en cuando se ayudaban con un generoso trago de buen vino.
Daniel estaba sentado junto a su amigo, habían terminado con la jarra de vino. Aquél día estaba siendo extraño. Hacía unos minutos que un estruendo rasgó el silencio de la tarde y una lluvia casi torrencial había comenzado a caer.
-- ¡Caramba! Justo ahora que estaba a punto de irme se pone a llover.
-- No importa Daniel… Esta noche te quedas aquí – dijo su amigo. Daniel fue a protestar porque sabía que Ángel solo disponía de un lecho, pero su amigo lo calló poniendo un dedo sobre sus labios – Te voy a decir una cosa… Mi colchón es tu colchón…
Daniel abrió profundamente los ojos.
-- ¡Eh!¡Eh! No pretenderás que durmamos juntos ¿Verdad?
-- No idiota, tu dormirás en mi cama… Yo puedo dormir aquí, sobre una manta junto a la chimenea…
Daniel no estaba muy de acuerdo con aquello, pero sabía que cuando su amigo tomaba una decisión era imposible hacerlo variar de opinión… Era la famosa testarudez de los Martín.
-- Yo aún no tengo sueño – dijo Daniel.
-- Yo tampoco - secundó su amigo.
Tras unos instantes de incómodo silencio, Daniel rompió el mutismo.
-- ¿Qué vas a hacer con ella?
-- ¿Qué boy a hacer con quien?
-- Con la imagen de la virgen – dijo señalando en dirección al aparador donde estaba la figura -. ¿Vas a llevarla a la iglesia?
-- ¿perdona? – Dijo Ángel extrañado.
--Que si la vas a llevar a la iglesia.
Ángel negaba con la cabeza.
-- No, se queda aquí… Es mía.
Daniel asintió en silencio, mirando a su amigo con cierta ternura… Ángel era un par de años mayor que él, pero Daniel no podía evitar pensar que en ocasiones necesitaba su ayuda y protección.
Los ojos de Ángel se habían vuelto a extraviar en aquella talla. Daniel la miró y un escalofrío recorrió su espalda. Era tan perfecta, tan humana… Parecía tan llena de vida que en cualquier momento iba a ponerse de pié y a pasearse delante de ellos.
--Es hermosa ¿Verdad? – le preguntó Ángel sin apartar los ojos de la figura.
--Es… Rara – concluyó Daniel, era cierto, era rara… y lo que más llamaba la atención era que aquella imagen de la virgen tenía todos los atributos que la identificaban como tal… todos, menos el niño Jesús, que brillaba por su ausencia.
El silencio volvió a inundar la estancia. Pasados unos minutos, Daniel volvió a hablar a su amigo.
--¿Te has enterado de las noticias?
--¿Qué noticias?-preguntó Ángel mirando por fin a su amigo.
-- En una semana más o menos llegará el Marqués y traerá con él a su prometida…
-- ¿Gonzalo el sangriento se casa? – Así era como conocían en aquella comarca al Marqués, famoso por los sanguinarios castigos que imponía a sus vasallos.
--Eso parece… Las noticias hablan de que la prometida es hija de un prohombre de castilla la vieja. Dicen que es bastante caprichosa pero todo un derroche de hermosura…
-- Pues compadezco a la pobre muchacha… ¡No sabe lo que le espera!
-- No, no creo que se lo imagine… - Terció Daniel -. ¡Bueno, Ya es tarde!
-- Sí, es tarde, vayamos a dormir.
Daniel, recostado en el lecho de su amigo poco tardó en dormirse. Ángel, sin embargo, no durmió en toda la noche, contemplando extasiado la enigmática figura.
La mañana había llegado. Cuando Daniel se despertó. Ángel ya se había marchado a su labor. Él ya lo había imaginado porque su amigo solía levantarse al despuntar el alba. Encontró sobre la mesa un tazón con leche fresca y pan, su desayuno…
Así era Ángel, un detallista empedernido y con complejo de Padre. Se habían conocido años atrás, cuando Daniel era un pobre huérfano sin padre.
Ángel se había hecho su amigo y se había estado preocupando por él desde entonces, al igual que también Daniel se preocupaba por Ángel. Más que amigos podían considerarse hermanos.
Con el tiempo Daniel había llegado a ser el Vocero del Marqués, el encargado de difundir las noticias y los mandatos del noble. Ángel podría haber llegado lejos, muy lejos, porque tenía un talento fuera de lo normal, pero en su huerto era feliz y había preferido ayudar a promocionar a su amigo.
Daniel, además de aquella profunda amistad, sentía que tenía una importante deuda de gratitud hacia aquel pequeño campesino que era su amigo.
Buscó su zurrón, el día anterior había sido el cumpleaños de su amigo, pero no le había dicho nada porque sabía que su amigo no tenía ánimos para celebrarlo, sin embargo no podía ignorarlo por completo.
Daniel sabía que la música era muy importante en la vida de su amigo, sin embargo Ángel había tenido que vender el viejo laúd que le había dejado su padre para poder sobrevivir. Un día, gracias a su puesto en casa del Marqués consiguió el dinero suficiente y compró un buen laúd nuevo para su amigo. Lo sacó del zurrón y lo depositó sobre la mesa.
Mientras tanto, en los campos, Ángel seguía labrando la tierra para prepararla tras la cosecha. No dejaba de pensar en la figura encontrada el día anterior. Daba gracias a Dios por haberle concedido el regalo más hermoso que podía haber deseado.
Aquella mañana regresó a casa antes de la hora del Ángelus. Al entrar vio sobre la mesa el Laúd… lo cogió, lo acarició y una lágrima asomó al balcón de sus ojos… Miró al cielo y rectificó, dando esta vez gracias a Dios por haberle concedido los dos mejores regalos que podía haber imaginado… La hermosa talla y su amigo, su hermano, Daniel.
Se sentó en la banqueta sosteniendo el instrumento con cariño y tañó las cuerdas. Se dio cuenta de que había perdido soltura por la falta de práctica, pero el sonido metálico le reconfortó.
Miró la estatua, le pareció que le estaba sonriendo, a él… ¿Era eso posible? Meneó la cabeza y volvió a mirar… Ahí estaba el hermoso rostro con su habitual expresión hierática. Su imaginación le había jugado una mala pasada, eso era todo.
Recordó de pronto que se había citado con Miguel, el tabernero, para llevarle algunas piezas de caza. Básicamente unas cuantas perdices y dos conejos Se puso una vieja camisa de lana blanca que, a pesar de estar limpia, había adquirido un intrigante color parduzco con el tiempo. Agarró las piezas y se dispuso a recorrer a pié la distancia que separaba su casa del pueblo.
A mitad de camino gritó la campana, se detuvo, descubrió su testa y rezó, esta vez pensando en SU virgen, Al terminar prosiguió camino, llegando al pueblo en poco tiempo. Se sentó en el pilón de la plaza, una de sus esparteñas se había desatado, molestándole al caminar.
Un poco más tarde entró en la taberna. Un corpulento hombre, de unos 40 años, se acercó a él dando grandes voces. Olía un poco a vino y siempre le había hecho gracia el tamaño de la cabeza de Miguel pero, tenía que reconocerlo, era un aragonés bastante majo.
--¡Angelico! ¿Has traido la caza?
-- Aquí está – dijo levantando la mano con la que la acarreaba.
-- ¡Hortensia acércate y agarra esta suculenta caza! – voceó miguel -. ¡Qué está pidiendo cazuela!
Una mujer mayor, de menuda estatura se acercó sonriendo y cargó las aves y los conejos, Sonrió el silencio y se marchó. Hortensia era una viuda de la localidad que se encargaba de la cocina de la taberna.
Miguel agarró a Ángel por la nuca, haciendo que se le arrimara y hablando con él se dirigieron a un cuartucho en un extremo de la sala. Una vez allí Miguel abrió un pequeño cofre que parecía de plomo y sacó unas cuantas monedas de plata.
-- Doce perdices y dos conejos- dijo miguel volviéndose hacia Ángel - ¡Aquí está la paga!
Entregó las monedas a Ángel, que sin contarlas las depositó en su bolsa.
-- ¿No las cuentas?
-- No hace falta, Miguel, confio en ti.
--¡Cualquier día te estafarán Angelico! Te fias demasiado de la gente…
--De momento no me va mal – dijo mientras ataba la bolsa a su cinturón y daba media vuelta para salir. Cuando ya había dado un par de pasos hacia la salida miguel lo llamó.
--Ángel – el interpelado se volvió hacia quien le llamaba y miguel le arrojó una pequeña moneda de oro que agarró al vuelo.
--¿Y esto? – preguntó Ángel.
--Por las molestias – respondió Miguel sonriendo ampliamente - ¡Anda vete!
Ángel sonrió a miguel y se despidió con una inclinación de cabeza. Salió alegremente y en mitad de la desierta sala volteó la moneda en el aire y volvió a atraparla. Estaba feliz. Se alejó silbando una alegre melodía.
Se acercó al mercado y consiguió algo de embutido, carne de vaca para el estofado y algunas verduras que él no producía. Pasó por la tahona, lo haría con un día de retraso, pero había decidido celebrar su cumpleaños. Compró una enorme hogaza de pan y una coca que presentaba un especto delicioso.
Pasó por casa de Roberto, el bodeguero, y compró un poco del mejor vino del que disponía. Roberto era un pobre hombre al que le costaba hablar porque se trababa y en ocasiones eso hacía que a la gente le cayese mal, pero a Ángel le resultaba simpático.
Cargado como iba se acercó hasta la casona palaciega del Marqués, donde trabajaba (y por ese motivo residía) su gran amigo Daniel. Entró por la cocina y se encontró a Cristina, la joven criada de la casa; le pidió que llamase a su amigo y en poco tiempo estuvieron juntos.
--Pero dónde vas con tanta carga, alma de cántaro – dijo Daniel con alegría, y que esa era una de las escasas ocasiones en que Ángel había puesto sus pies de payés en la lujosa casa del marqués -. ¿Tienes complejo de mula?
--Vengo para invitarte esta tarde a mi casa, que ayer nos quedó algo por celebrar – la sonrisa de Daniel iluminó su cara y pareció encoger su espesa y negra barba - ¡Hoy las viandas las pongo yo!
Y tal como había llegado se fue, silbando su alegre melodía. Cuando llegó a lo alto de la colina, a mitad del camino de vuelta a casa, se volvió y contempló sonriendo el mar a lo lejos. Aquella inmensidad azul le parecía tan misteriosa y a la vez tan atrayente… le encantaba aquella imagen, le reconfortaba.
Continuó mirando el infinito mar durante unos instantes, tras los cuales decidió continuar la marcha. Al llegar a su hogar no se permitió ni un segundo de descanso. Encendió el fuego en el hogar, salió y acarreó un cántaro de agua desde su pequeño pozo, que vertió en una olla de hierro que colgó de un gancho sobre la lumbre.
Troceó la carne de vaca, preparó algunas verduras y lo vertió todo en el agua hirviente. Una pizca de sal, aquel bien que era tan abundante en una zona costera y sin embargo tan valioso que casi no se lo podía permitir.
Preparó la coca en un gran plato de la famosa loza de Talavera, una herencia de la familia de su difunta esposa que no utilizaba casi nunca… Preparó el vino para que estuviera en condiciones óptimas para ser escanciado. ¡Todo le parecía poco para recibir a su querido amigo en un día como aquel! El día en que había decidido seguir adelante y olvidar el pasado…
Al atardecer su amigo llegó, vocinglero como siempre, anunciando su presencia con el estallido de su voz.
--¡Carai! Muchacho ¿A que se debe tal despliegue?
-- Ayer fue mi cumpleaños - dijo simple y llanamente, acompañando sus palabras de una amplia sonrisa que en raras ocasiones se dejaba ver.
-- Lo se… lo se ¿Viste tú regalo?
--¿Si lo vi preguntas? ¡Pues claro! – Ángel lo miraba emocionado – ¡Pero no tenías que haberte molestado!
--¿Dices que no debí molestarme en hacer el mejor regalo al amigo que se preocupó de mi desde la niñez? ¿A mi propio hermano? – Ángel estaba tan emocionado por las palabras de su amigo que una solitaria lágrima descendía por su rostro -. Pero… ¿Lloras? ¡Ven aquí! – dijo Daniel, abrazando a Ángel -. ¿No estábamos celebrando?
--Sí, si…- Dijo ángel secándose las lágrimas -. Ahora que caigo ¡tendrás sed! – dijo mientras se levantaba en busca del vino.
--¡Traigo la boca de esparto y más hambre que el perro un ciego!- exclamó Daniel -. Y ese olorcillo que me llega de la olla no ayuda a calmar mi estómago.
Ángel no pudo evitar reírse, sirvió una jarra de vino a su amigo y llenó las escudillas con una abundante ración del sabroso estofado. Rebanó la hogaza y comieron con avidez.
--Para ser un hombre solo no te las apañas mal – decía Daniel -. ¡Esto de aquí, amigo mío, es un bocado digno de reyes! – hablaba con la boca llena y señalando el plato – Y este vinillo… Libaciones dignas de obispo…
Ángel estalló en una sonora carcajada, le fascinaba ver cuan exagerado podía llegar a ser Daniel, porque, de acuerdo, no tenía mala mano para los guisos… Pero tampoco era para tanto.
Cuando hubieron vaciado sus platos por segunda vez, Ángel sacó la coca, ofreciéndole a su amigo un buen pedazo.
-- Me asombras Ángel – dijo - Este banquete te habrá costado una pequeña fortuna…
--¡Todo es poco para celebrar con un hermano!- Dijo feliz Ángel – Además ¡Yo nunca he oído a nadie decir que los hijos de Cataluña son unos rácanos miserables! ¿Y tú?
Daniel negó con la cabeza. Hablaron largo y tendido, y en un momento de la noche Ángel tocó para Daniel y también para su virgen, allí presente. Cuando hubo terminado los dos amigos presentaban los ojos inundados en lágrimas. El uno de agradecimiento, el otro de felicidad por ver alegre e ilusionado a su amigo del alma.
Siendo ya noche cerrada, ambos salieron al exterior y subieron, ayudados de una sólida escala de madera, el tejado de la pequeña casa. Allí tumbados, mirando el firmamento cuajado de estrellas, percibiendo el lejano olor a salitre, como tantas veces habían hecho siendo niños, Daniel habló a Ángel.
--¿te he hablado alguna vez de mi padre? – la voz de Daniel sonaba melancólica.
--No, solo se que murió siendo tu niño y que viniste aquí junto a tu madre…
-- Vivíamos en Barcelona ¿sabes? – No, ángel no lo sabía -. Mi padre era estibador y mi madre hilandera…
--¿Tu padre era un Bastaix? – dijo Ángel admirado, aquellos hombres, capaces de soportar pesos enormes sobre sus espaldas, eran toda una leyenda en Cataluña.
--Sí, el más fuerte y grande de ellos… Pero un día cargó demasiado y se rompió bajo el peso del fardo… - Se podía notar en su voz como trataba de contener el llanto.
Ángel no dijo nada, guardó silencio esperando a que su amigo se repusiera y continuase hablando.
--Recuerdo la tarde de su entierro, Santa María del Mar estaba repleta con sus compañeros, a mi padre lo querían mucho… Luego tuvimos problemas para subsistir, lo que mi madre ganaba no daba ni para malcomer una persona… y decidió venir aquí, a su pueblo natal – hizo una pausa -. Pero las cosas no mejoraron… Aquí no había trabajo para una hilandera y ella no sabía hacer otra cosa… Por otro lado si hubiéramos permanecido en Barcelona yo habría terminado convertido en un raterillo de mala muerte…
--Pero salisteis adelante… más o menos.
--Subsistimos un tiempo, pero… ¿a qué precio? Tú no imaginas lo que es ver a tu madre, vestida con esos colores chillones, sin poder cubrirse ni de la lluvia y usada por un hombre y otro, y otro… ¡Llegué a odiarla!
--Lo hizo por ti, Daniel…- dijo Ángel tratando de consolarlo, ya que había comenzado a llorar -. No la culpes por eso…
-- No la culpo por eso – Daniel sorbió por la nariz – La culpo por haberme dejado solo…
-- Al menos tú conociste el amor de tu madre… La mía murió al nacer yo - Daniel no se había acordado de eso y se sintió mal por habérselo hecho recordar a su amigo en aquel día.
--Pero un día mi suerte cambió por completo – Daniel sonreía ahora.
--¿Qué pasó? – preguntó Ángel.
--Que un niño de unos diez años me encontró en el bosque, agazapado en unos matorrales, sucio hasta las cejas y casi muerto de hambre y frío. Que ese niño se hizo pronto mi amigo y que ese niño y su padre me acogieron en su humilde y pequeña casa, haciéndome sentir que de nuevo tenía una familia que me quería…
--¿A si? – preguntó Ángel haciéndose el molesto -. ¿Y quien era ese niño si puede saberse?
--Pues creo que era un tal Ángel Martín, pero no me hagas mucho caso… mi memoria ya no es lo que era…
Ambos se miraron, iluminados como estaban por la clara luz de la luna y no pudieron evitar reírse por los buenos recuerdos.
--Sabes Daniel…
--¿Qué?
--A veces recuerdo aquellas noches de nuestra niñez, durmiendo en aquellos jergones cerca del hogar para no pasar frío…
--Yo también, Ángel, fueron buenos momentos…
--Lo echo de menos… A veces por las noches me siento tan solo que echo en falta una respiración conocida o una voz amiga que me consuele…
Los dos guardaron silencio mirando las estrellas.
-- ¿Daniel?
-- Dime
--¿Pasarás aquí la noche?
--¿Dónde quieres que vaya a esta horas?
Volvieron a mirar el cielo.
--¿Ángel?
--¿Sí?
-- A ti lo que te hace falta es una mujer…
--Puede – dijo Ángel encogiéndose de hombros.
--No, puede no. ¡Seguro!
Y los dos comenzaron a reir por aquella ocurrencia, como cuando eran niños.
Un par de días tras aquella celebración, que habían transcurrido con la habitual rutina de trabajo y visitas de su amigo, Ángel regresaba de sus campos, caminando bajo una intensa lluvia.
Tras doblar un recodo del camino vio una vieja carreta encallada en el fango que se había formado. Junto al carro una mujer, empapada y llena de barro hasta la cintura azuzaba a un escuálido rocín, tratando de infundirle fuerzas para sacar la rueda del lodazal.
Al otro lado del camino estaba José, era un muchacho anormal, un tanto retrasado y de mal corazón. José era oficialmente el tonto del pueblo y además dañino. Se reía de la mujer, que hacía vanos esfuerzos para liberar la carreta.
--¿Necesita ayuda? – preguntó ángel.
--Se lo agradecería en el alma ¡Me he quedado encallada!
Ángel se acercó a la parte trasera de la carreta, apoyó su hombro y afianzó sus brazos. Ancló lo mejor que pudo sus pies al barrizal y exclamó:
--¡Haga que el caballo tire! – gritaba Ángel imponiéndose a la tormenta -. ¡Ahora!
La mujer gritó al caballo, que a pesar de su famélico aspecto trabajó con todas sus fuerzas. Ángel comenzó a empujar, los músculos de sus brazos se endurecieron por el esfuerzo, su cuello se tensionó al máximo asemejándose al de un toro, las venas que lo surcaban parecían a punto de estallar…
La cara de Ángel estaba congestionada por la fuerza que estaba ejerciendo, pero finalmente, la carreta pudo ser liberada.
--Ya está. Procure no meterse en más charcas de barro…
--Muchísimas gracias mi nombre es Pilar, pero puedes llamarme Pili…
--¡Pili! ¡Pili! ¡Pilingui, zorra, meretriz! –gritaba José desde lejos, burlandose de la joven. Ángel sintió un arrebato de ira y acercándose a José le descargó un golpe en mitad de la cara -. ¡Aaaaaaaaasesinoo! – dijo José mientras huía.
Cuando se volvió hacia la mujer y pudo observarla, se dio cuenta de sus vestiduras, de llamativos colores… No llevaba capa alguna. Sus formas eran exuberantes, sus pechos abundantes y su rostro poseía una belleza un tanto salvaje, pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos, grandes y tan claros como el azul del cielo.
--Muchas gracias…
--Ángel…
--Muchas gracias Ángel, pero ya estoy acostumbrada… - dijo sincera -. El chico tenía razón, soy lo que se dice una mujer de mala vida…
-- Esa no es razón para faltar al respeto a nadie – dijo Ángel – ¿Hacia donde vas?
--Al pueblo.
--¿Tienes dónde quedarte esta noche? – Pilar negó con la cabeza – Entonces puedes venir a mi casa…
A pilar se le abrieron los ojos desmesuradamente, en aquel momento a Ángel se le asemejó a una rana.
--¿Estás seguro? La gente podría murmurar…
--Me importa poco lo que digan por ahí – dijo restándole importancia al asunto -. Además mi casa no está dentro del pueblo.
-- Acepto – dijo tímidamente Pilar.
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
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Re: La hora del Ángelus
LA HORA DEL ANGELUS RECOP 2
Los dos caminaban pesadamente bajo la lluvia, Ángel guiaba al caballo. Caminaban en silencio, sin mirarse. Cuando llegaron a la casa, sin cruzarse con nadie, desengancharon el caballo, lo llevaron a la pequeñísima cuadra de que disponía la vivienda.
Una vez se habían ocupado del animal entraron a la vivienda. Ángel avivó la lumbre y echó un buen tronco. Buscó una manta y se acercó a Pilar.
-- Deberías quitarte esa ropa mojada.
Ella asintió y sin más comenzó a desnudarse. Ángel, ruborizado, extendió la manta, tapándola como pudo. Pilar sonreía ante el pudor de aquel campesino que ella no compartía. Una vez que estuvo desnuda le cogió la manta a Ángel y envolviéndose con ella se acurrucó junto a las llamas.
Ángel, que había comenzado a tiritar de frío se acercó al hogar para tratar de calentarse. Pilar se dio cuenta de aquello.
-- Ven aquí – dijo abriendo un poco la manta, Ángel la miraba desconcertado -. Deberías quitarte esa ropa y compartir la manta… -Notó como él se ruborizaba de nuevo – Solo para que entres en calor ¡Si te quedas así morirás de frío!
Ante aquel razonamiento Ángel no podía oponer objeción, claro que le avergonzaba la idea quedarse en cueros ante una mujer prácticamente desconocida.
--Desvístete, que yo no miro – Dijo Pilar comprendiendo la duda de su cara. Y cerró los ojos. Cuando notó que Ángel se colocaba a su lado lo ayudó a envolverse con la manta y tras ello abrió los ojos. Vio el rostro de ángel, colorado igual que un tomate y no pudo evitar sonreir.
Pilar se arrimó un poco más a él, para que sus cuerpos entrasen más rápidamente en calor. Cuando sus pieles, desnudas bajo la manta, entraron en contacto ambos sintieron un escalofrío.
Ángel la miró, parecía avergonzado. Ella le sonrió. Aquel era sin duda un hombre bueno y ella estaba tan agradecida… Trató de pensar la forma de pagarle aquel valioso favor, pero solamente se le ocurrió una, la única que conocía.
Miró a Ángel a los ojos mientras se inclinaba poco a poco hacia él. Ángel la miraba sin saber lo que se acercaba. Ella cerró los ojos y lo besó en los labios.
Al principio Ángel, estupefacto, no supo reaccionar, pero en segundos sus labios respondieron a aquel beso. No era un beso de amor, pero si muy agradable. Pilar acercó las manos de Ángel a su cuerpo, a sus generosos senos. Él comenzó a recorrer con la yema de sus dedos aquel cuerpo joven y turgente, ella con los suyos el cuerpo curtido y fornido de él.
Aún no había asimilado del todo lo que estaba pasando, pero se dejaba llevar. Su cuerpo, siendo como era el de un hombre joven y vigoroso, no tardó en reaccionar. Casi no podía pensar en aquel momento, pero recordó vagamente las palabras que Daniel le había dicho una noche… “Lo que te hace falta es una mujer, Ángel” y era cierto.
Poco después él estaba obre ella, penetrándola con vigor, pero a la vez con delicadeza. Sus respiraciones estaban agitadas debido a la fornicación. De repente notó algo extraño, ella se había detenido, ya no lo acariciaba, sólo su pecho se movía al compás de un llanto ahogado.
Ángel comprendió que los últimos gemidos que había escuchado no eran producto del placer. Se detuvo al instante y salió de ella, que permanecía tumbada sobre la manta, llorando. Ël agarró las manos de Pilar.
--¿Por qué lloras? – preguntó él preocupado - ¿He hecho algo mal? ¿Te he hecho daño?
Ella negó en silencio mientras seguía llorando.
--no es eso – susurraba – Eres perfecto, ha sido perfecto… Es solo que eres el primer hombre que no me trata como una fulana, que no me maltrata como a una alimaña...
Ángel seguía sosteniendo las manos de ella.
--¿Y eso es malo? – No quería ser grosero, pero no entendía nada.
--No…Eso es perfecto…pero no puedo hacerlo… no contigo.
--¿Por qué?
--Porque si sigo adelante, si me dejo llevar entre esos fuertes brazos tuyos que me hacen sentir tan bien... tan normal y decente… que me reconfortan… Me enamoraré de ti, y entonces no podré seguir haciendo lo que hago…
--Tal vez no haría falta que siguieras haciéndolo…
Ella besó las manos de Ángel y las acarició con la mejilla.
--No puedo hacerte eso Ángel… tú no debes amarme, ni intentarlo siquiera… y yo no debo permitírtelo… yo, yo no soy digna… Todos lo saben, serías el hazmerreír… - sollozó -. Estoy marcada…
Y se volvió mostrando la espalda a Ángel, estaba surcada de delgadas cicatrices producidas por crueles y continuadas zurras con juncos y varas flexibles. Él acarició las marcas.
--Es el precio de la mala vida – dijo ella.
Ángel no dijo nada, solamente besó aquellas cicatrices y abrazó a pilar.
-- Entonces seamos amigos…
--Seamos amigos –dijo ella, y poco tiempo después se quedó dormida acurrucada en el regazo de su nuevo amigo.
A la mañana siguiente Ángel se despertó en la manta, con la espalda un tanto dolorida. Miró a su alrededor, pero estaba solo. No había rastro de Pilar. Envuelto en la manta salió de la casa, efectivamente no estaban ni el carro ni el caballo.
Resignado volvió al interior de su vivienda. Seguramente podría verla en el pueblo, pero no le gustaba que se hubiese ido sin despedirse. Se vistió y tomo un desayuno bastante frugal, de un arcón sacó su ballesta, que como buen catalán utilizaba a la perfección, y su zurrón de caza.
Minutos más tarde estaba caminando entre la espesa maleza del bosque mediterráneo. Se agazapó tras un macizo de genistas. Allí cobijado del sol por las copas de los pinos esperó pacientemente a las primeras piezas.
Tras largas horas de inactividad, sin mover un solo músculo para no espantar a las bestias, un jabalí de buen tamaño se le puso a tiro. Apuntó su arma, que ya tenía preparada y disparó la flecha.
Hizo blanco en mitad del cuello del animal, atravesando su dura piel. Como cazador avezado que era sabía que no debía acercarse ahora al jabalí, así que lo dejó marchar, herido mortal, para luego localizarlo siguiendo el rastro de sangre.
Mientras caminaba en dirección al cadáver de la bestia recogió unas cuantas perdices que habían caído en sus trampas, y también una liebre que se había colado en una de ellas. Una vez localizada la presa, ya muerta, tiró de la flecha, extrayendo el proyectil para su posterior reutilización. El animal estaba claramente desangrado, así que con gran esfuerzo lo cargó a su fornida espalda y emprendió el camino de regreso a casa.
Tardó bastante en regresar ya que e peso de la alimaña le hacía caminar trabajosamente. Colgó el cadáver en el chamizo que tenía para tales menesteres y lo degolló, para que terminase de verter toda su sangre.
Estaba muy sudado, por lo que se decidió a visitar la poza, una espacie de piscina natural alimentada por un pequeño arroyo que caía en cascada entre unas peñas, Desde niño le encantaba bañarse en aquel lugar. Se desnudó, dejando sus ropas colocadas sobre un arbusto cercano y se zambulló en las aguas templadas por el sol.
Nadó y nadó durante horas, se frotó el cuerpo con arena blanca del fondo para eliminar la suciedad. Le relajaba tanto estar en el agua, sentir como si pudiese volar… que pasó horas en remojo. Cuando tuvo suficiente agua salió y se tumbó sobre una roca plana para recoger sobre su cuerpo los rayos del sol.
Estaba desnudo, estirado sobre la roca y mostrando sin pudor alguno todos sus atributos porque sabía que allí nadie podía verlo… Tan a gusto se sentía que se quedó traspuesto sintiendo la dureza y el calor que el sol había proporcionado a la roca.
Se despertó sobresaltado cuando escuchó el sonido de unas ramas partirse cerca. Sin embargo aunque despierto no movió ni un músculo. No sabía si algún animal estaba peligrosamente cerca.
Aguzó el oido y pudo escuchar el roce de unas ramas a su izquierda, lo suficientemente lejos. Saltó como un resorte y armó la ballesta. Apuntando al lugar del que provenía el ruido.
Silencio.
De pronto escuchó un murmullo y unas risas... Los animales no reían. Los arbustos se movieron y entra las ramas pudo percbir lo que le parecieron dos cabelleras rubias... Dos cabelleras de mujer.
Se puso increiblemente rojo en cuestión de segundos. De nuevo las risas. Se dió cuanta de la causa de la hilaridad de aquellas intrusas... Él estaba desnudo y a cada movimiento su "asunto" oscilaba de una forma muy notoria. Trató de tapase con la ballesta, pero no lo logró. Las risas ahora eran carcajadas vivas y se lanzó al agua, muerto de la vergüenza.
Desde la seguridad del agua pudo escuchar un ladrido a lo lejos y lo que parecía una voz de hombre gritar buscando a alguien. Los arbustos se movieron y ahora pudo ver claramente las nucas de las dos mujeres, que se alejaban.
Suspiró aliviado,salió de la poza y sin importarle ir completamete empapado, se puso las ropas y emprendió el regreso a casa. Salió del bosque y caminó hacia su hogar. ya a lo lejor pudo ver la oscura figura sentada frente a la puerta. Aquella peculiar forma de encojerse... A leguas de distancia podía reconocer a su amigo Daniel, y más si estaba molesto...
Cuando se acercó un poco, pero aún estaba lo suficientemente lejos como para poder confundir a una persona con otra Ángeldecidió tomr el pelo a su amigo.
-- ¿Quien vive? - preguntó a gritos desde lejos. Daniel se levantó y sin responder camino hacia él. Ángel lo apuntó con la ballesta -. ¡Alto! ¿Quien vive? ¡Contestad!
--Ángel... - Daniel parecía asustado, nunca le habán gustado las armas -. ¡Soy yo tu amio Daniel! ¡Baja eso, que las carga el diablo!
-- ¿Quien vive? - respondió su amigo, fingiendo desconfianza mientras casi se atraganta con la risa.
-- Venga Ángel... Buena broma, pero ya está bien ¿Tanto sol te ha reblandecido la sesera?
Ángel coenzó a reirse a carcajadas, había olvidado su pequeño incidente en el bosque.
-- Pues yo no le veo la gracia...
--Eso es porque no has visto tu cara cuando te he apuntado con la ballesta...
--¿Ni siquiera tendría que estar aquí ¿Sabes? - estaba enfadado de verdad -.Te he esperado más de tres horas... ¿Dónde estabas?
-- Me he dormido en la poza... -dijo Ángel.
--Muy típico de ti - Dani se cruzó de brazos.
-- ¿Típico? - Estaba empezando a molestarse, pero no se podia enfadar porque Dani en esa postura estaba muy gracioso -. Daniel, es la primera vez que me olvido...
--¿De mi? - bufó molesto-. Y yo quería contarte algo...
-- Venga cuéntame... - dijo ángel palmeandole la espalda.
-- ¡Ahora no se si quiero!
-- ¡¡AAAAAAHHHH!! ¡Daniel! - dijo abriendo la puerta de golpe y obligando a su amigo a entrar-. ¡A veces me desesperas!
Ángel ofreció a Daniel un trago de vino, a modo de ofrenda de paz.
--¿Qué es aquello tan importante que querías contarme? – Dijo sentándose junto a su amigo.
--¿De verdad te interesa? – miraba suspicaz -. Pensé que estarías demasiado cansado como para escucharme…
--Daniel, Por favor…
--Vale, vale… - Sonreía por fin -. ¿Recuerdas que te comenté que el marqués regresaba a casa?
--Sí… Con su prometida ¿Verdad? – Daniel asintió.
--Han llegado hoy… Pretenden hacer mañana su gran aparición en la iglesia…
--¿Porqué me cuentas esto?
--Porque quiero que estés presente – Daniel miró a los ojos a Ángel, que también lo miraba un tanto descompuesto -. Ya se que no has puesto un pié en la iglesia desde que… - bajó los ojos -. Necesito que estés allí.
--¿Por qué motivo?
--No puedo decírtelo, Ángel. – Se notaba por su tono que hablaba en serio -. Sólo puedo decirte que necesito que estés ahí… ¡Prométeme que estarás!
Ángel suspiró resignado, no le apetecía en lo más mínimo pisar aquellas losas ni sentarse en aquellos bancos donde tantos momentos había desperdiciado elevando al cielo unas plegarias que resultaron ignoradas, pero si su amigo necesitaba verle allí, allí estaría.
--Está bien, Iré.
Daniel abrazó a su amigo y apuró el vino.
--Tengo que irme ¡Es tarde! – y abandonó precipitadamente la casa.
Ángel se preparó para ir dormir, a la mañana siguiente debería levantarse al alba para cumplir con la promesa que había hecho a Daniel. Antes de ir al lecho miró durante unos instantes la talla de la virgen, se había dado cuenta de que no podía rezarle, pero la hablaba, la hablaba como hacía con Manuela; la hablaba como si fuera su mujer… y eso le turbaba y le desconcertaba a partes iguales.
Se pasó las manos por el rostro, tratando de despejar su mente de aquellos pensamientos antes de ir a dormir. Aquella noche soñó con la poza, con las risas y con los cabellos rubios…y con el rostro de su virgen.
La mañana del domingo Ángel se levantó temprano, muy temprano y no desayunó para guardar el ayuno preceptivo... Sacó del arcón su ropa buena, cuya mayor diferencia con la de diario era que estaba algo menos desgastada y se la puso.
Cuando empezó a caminar hacia el pueblo se dio cuanta de que iba rezongando, no le hacía mucha gracia aquello y si lo hacía era estrictamente porque Daniel se lo había pedido.
Cuando llegó al pueblo, al segundo toque de campana, vio a la gente caminando pesadamente hacia la iglesia. Se unió a ellos. A lo lejos le pareció ver el carro de Pilar. Entró en el templo, se dirigió a un banco y se postró de rodillas. Rezó como pudo, como tratando de excusarse por su ausencia de las ultimas semanas.
Minutos más tarde la iglesia estaba repleta y ni el marqués ni su amigo aparecían por ningún lado. Si Daniel no se presentaba iba a matarlo en cuanto lo viera. La ceremonia había comenzado, Justo cuando concluyó el canto del introito ocurrió algo que jamás nadie hubiera imaginado.
La puerta de la iglesia se abrió de golpe. Apareció Daniel, ataviado con unas ricas vestiduras, casi como las de un gentilhombre. Una levita de terciopelo, que con aquella luz no se diferenciaba si era negra o azul muy oscuro, y bordados de ricos materiales… Una camisa de fino hilo, cuello y puños de encaje blanco, calzado de calidad y con un gorro con unas enormes plumas… ¡Parecía todo un noble!
Con aso firme y ruidoso, solemne a más no poder se plantó ante las escalinatas del presbiterio, se giró hacia la feligresía, no sin buscar a Ángel y guiñarle un ojo. Pudo notar que Daniel estaba nervioso. Guardaba silencio.
Se sorprendió cuando su amigo elevó la mano derecha, en la que portaba una rica vara de madera noble, con incrustaciones de plata… Aquella vara apoyada en el suelo le llegaría a su amigo casi a la altura del codo. La alzó, haciendo que refulgiese… y descargó tres sonoros golpes en el suelo del templo. Reclamando toda la atención.
-- ¡Don Gonzalo de Aragón, Marqués de Vila del Bou y su prometida Patricia Esgueva Hija del Varón de Pincia!
Al terminar de hablar Daniel se inclinó hacia delante, en una profunda y teatral reverencia. Así se mantuvo, sosteniendo la vara en posición horizontal a la altura de su cabeza, estático.
Dos mozos abrieron la puerta de los pies de la iglesia, inundando de de luz el recinto. Una pareja comenzó a caminar solemnemente hacia el altar mayor. Eran el marqués y su prometida… Si Daniel, que era poco más que un criado, había aparecido ataviado con aquellas lujosas prendas, el marques y su prometida eran el paroxismo del lujo, él de negro riguroso, de ricas sedas y terciopelos, bordados en oro y plata con incrustaciones de pedrerías; Ella con un vestido de terciopelo verde botella, con ricos bordados en la falda y un corpiño adamascado con pedrerías e hilo de oro. Su paso era solemne. Cuando llegaron al altar se giraron hacia el pueblo, que los vitoreó.
Ángel pudo ver la tez morena del marqués, algunas lenguas decían que era hijo de la difunta marquesa y un lacayo moro que, curiosamente, el padre de Gonzalo el sangriento mandó ajusticiar poco después de nacer este. Su naríz ganchuda conferían cierto aire exótico a su rostro, pero también le hacía parecer terriblemente cruel cuando se enfadaba…
La joven prometida del marqués, sin embargo, llevaba la cabeza cubierta con una rica mantilla, de la que sobresalían unos hermosos bucles doraros, a judgar por sus manos su tez era pálida y perfecta. Su rostro, al ir cabizbaja, quedaba oculto a la vista.
Tras la noble pareja caminaban dos personas más, bien vestidas pero sin grandes lujos. Una era una mujer rubia, guapa, muy guapa y gracia al caminar. El otro un joven de aspecto sarmentoso y espigado, de pelo moreno y apariencia de no haber comido en un mes. Ellos fueron directamente a unos asientos del rincón. Debían ser sus criados.
Cuando por fin se retiraron a sus asientos reservados, Daniel pudo volver a erguirse. Buscó con su mirada a Ángel, que lo miraba orgulloso de su porte. Daniel parecía interrogarlo con la mirada ¿Lo he hecho bien? Y Ángel asentía en silencio…
La ceremonia transcurrió tediosa y larga como siempre, aquellos palabros en latín eran expulsados por la boca de los fieles, pero nadie sabía que estaban diciendo… Así que todo quedaba reducido a un acto mecánico y automatizado.
A la salida estaba lloviendo, la plebe salió a las escalinatas del templo, formando para ver y agasajar a su marqués. Cuando el marqués y su secretario, el joven espigado, salieron ignoraron la lluvia y montaron en sus caballos, por delante de la carroza que esperaba la llegada de la futura marquesa y su doncella personal.
Cuando las dos mujeres salieron del templo lo hicieron cubiertas con sendas capas oscuras, cuyas grandes capuchas les protegían de la lluvia; sin embargo, un charco se interponía entre ellas y el vehículo. La criada no lo dudó, se remango las faldas y cruzó el lodazal subiendo a la carroza, pero Doña Patricia miraba a hurtadillas, semioculta por la capucha hacia su futuro esposo, que permanecía impasible.
Daniel fue a ayudar a la prometida del marqués, pero este lo fulminó con la mirada, como recordándole que aquellas ropas no eran suyas y si las estropeaba respondería con algo más que con dineros.
Aunque todos sabían qué estaba esperando Doña Patricia, nadie se atrevía a dar el paso, Ángel entonces se adelantó al resto de ciudadanos, se despojó de su sobrecamisa y la depositó a modo de alfombra sobre el barro.
Se inclinó hacia la dama y le ofreció la mano. Ella la aceptó dubitativa, pero cuando lo hizo ambos sintieron un cosquilleo en sus dedos. Se miraron. Ángel solo podía ver la parte inferior del rostro de ella, su hermosa boca y su perfecta mandíbula… Sin entender por qué se sonrojó súbitamente, al igual que ella.
Ella lo miraba perpleja, paralizados los dos… El marqués comenzó a inquietarse y carraspeó.
-- Te conozco – susurró Patricia parta que nadie más la oyera, parecía sorprendida – Te he visto en mis sueños.
No dijo más, no volvió a mirarle, subió a la carroza y cerró la portezuela. Cabalgaduras y carroza emprendieron la marcha. Ángel seguía como congelado en el mismo lugar, perplejo y empapado por la lluvia.
De pronto Daniel apareció a su lado, recogió la sobrecamisa de su amigo y le habló.
-- Eres todo un caballero…
--Solo hice lo que ella esperaba – contestó Ángel distraido.
--Sí, pero no tú, no un payés… Al marqués no le ha gustado nada.
--¡Pues que se fastidie! – miró Daniel y sonrió -. Tampoco creo que le haga mucha gracia que regreses con esas ropas empapadas…
-- ¡Bah! En palacio hay docenas de trajes como este… No creo que se moleste porque me quede con él… Y de todas maneras, no va a enterarse.
Daniel palmeó sonriendo la espalda de Ángel y se dirigieron a la taberna.
-- ¡Te invito a desayunar, Ángel! Que no se tú pero mis tripas llevan rato largo protestando por la falta de sustento…
--Y las mías Daniel, y las mías.
Y así los dos riendo se encaminaron hacia el establecimiento de Miguel.
Ya en la taberna, devorando unas enormes rebanadas de pan tostado con tomate, aceite y sal, unas pequeñísimas virutas de jamón y un delicioso queso; Ángel y Daniel hablaban animadamente.
-- Has hecho hoy una entrada triunfal…
--No me hacía mucha gracia el plan del marqués de interrumpir la misa, pero he de reconocer que ha sido un gran golpe de efecto.
--¡Y que ropas! Pareces tú el marqués… H asido tan,,, tan… ¡Me he emocionado y todo al verte!
--¡Qué idiota eres Ángel! – Daniel hablaba con la boca llena -. ¿Has visto a la castellana?
--¿A la prometida del marqués? No… en la iglesia, con la mantilla no la veía bien, y luego llevaba la capucha… Solo he visto sus labios…
--Te parecerá extraño, pero yo tampoco la he visto, pasa el día encerrada en sus habitaciones… El único contacto que tiene con el exterior es a través de su criada… Una joven muy hermosa, con una melena rubia ¡Muy simpática! Creo que se llama Berta…
--Te gusta ¿eh? – dijo Ángel levantado una ceja .
-- Es muy bonita… Pero apenas habla con nadie, como su señora, que…– Daniel bajó la voz -. He oido comentar a otros criados que Doña Patricia está muy melancólica, como apagada y triste… Creo que no desea estar aquí.
--Pues tiene una sonrisa muy hermosa…
--¿Cómo sabes que…?
--Porque cuando la he ayudado a auparse a la carroza me ha sonreido – Daniel abrió desmesuradamente los ojos -. Tímidamente… y me ha susurrado algo…
--¿Te ha hablado? – Daniel acababa de dejar caer un trozo de queso sobre la mesa -. No me lo puedo creer… ¿Ha hablado a un payés?
--Sí, me ha dicho algo muy raro, que me conocía de sus sueños – ángel bajó la voz tambien -. Creo que está un poco loca. ¡Ah! – volvió a alzar la voz-. ¿Te estás poniendo tú muy pesadito con lo de que sólo soy un payés! ¿Es algo malo o que? – realmente se había llegado a molestar por esos comentarios…
--Ya sabes que no hay nada de malo… es solo que me sorprende que alguien como ella se haya rebajado a hablar con alguien como…
--¿Cómo yo? – estaba enfadado -. ¿Hablar con alguien como yo es rebajarse?
--No, no pero ya sabes que los nobles os ven como…
--¿Os ven? ¿Has dicho “os”? – Ángel había comenzado a gritar a su amigo, muy enfadado, y cada vez más alterado -. ¡Te recuerdo que alguien como yo te acogió y te alimentó cuando no tenías ni un mendrugo de pan que meterte en la boca! ¡Te recuerdo que fue mi padre y luego fui yo los que nos sacrificamos para sacarte adelante! ¡Te recuerdo que yo, un payés, renuncié a mis planes y mis sueños para hacer posibles los tuyos! –se puso de pié -. ¡¿Tan poco vale todo eso para ti!? ¡Dime! ¡Por qué para mí tu siempre has sido un hermano, un igual! Daniel ¡Tú eres como yo! ¡No te confundas!
--Ángel… yo…
--¡Y si desprecias a los payeses me estás despreciando a mí y a mi padre! ¡Te rechazas incluso a ti mismo! – Daniel intentó hablar, pero ángel no le dejo -. ¡Piensa en ello!
Ángel dio media vuelta y se marcho, dejando a Daniel con tres palmos de narices.
--¡Idiota testarudo! – exclamó Daniel dando un golpe en la mesa.
Una mujer,ataviada con un llamativo vestido, muy atractiva, se acercó a él; colocó la mano en su hombro y dijo.
--Le has ofendido... me ha parecido que no era tu intención, pero lo has hecho.
Daniel la miró entre sorprendido y enfadado.
--¿Tú quien eres?
--Alguien que no conoce toda la historia que ángel ha mencionado, pero se que es un hombre bueno y noble al que han dolido tus palabras...
--Pero yo no hablaba por mí... yo no lo rechazo... ¡Es mi hermano y le quiero!
--Pues me parece que vas a tener que demostrarselo...- dijo la mujer mirándolo compasiva -. Ve a hablar con él.
--Es demasiado testarudo... ¡no querrá ni verme!
--Nadie ha dicho que vaya a resultar sencillo...
Los dos caminaban pesadamente bajo la lluvia, Ángel guiaba al caballo. Caminaban en silencio, sin mirarse. Cuando llegaron a la casa, sin cruzarse con nadie, desengancharon el caballo, lo llevaron a la pequeñísima cuadra de que disponía la vivienda.
Una vez se habían ocupado del animal entraron a la vivienda. Ángel avivó la lumbre y echó un buen tronco. Buscó una manta y se acercó a Pilar.
-- Deberías quitarte esa ropa mojada.
Ella asintió y sin más comenzó a desnudarse. Ángel, ruborizado, extendió la manta, tapándola como pudo. Pilar sonreía ante el pudor de aquel campesino que ella no compartía. Una vez que estuvo desnuda le cogió la manta a Ángel y envolviéndose con ella se acurrucó junto a las llamas.
Ángel, que había comenzado a tiritar de frío se acercó al hogar para tratar de calentarse. Pilar se dio cuenta de aquello.
-- Ven aquí – dijo abriendo un poco la manta, Ángel la miraba desconcertado -. Deberías quitarte esa ropa y compartir la manta… -Notó como él se ruborizaba de nuevo – Solo para que entres en calor ¡Si te quedas así morirás de frío!
Ante aquel razonamiento Ángel no podía oponer objeción, claro que le avergonzaba la idea quedarse en cueros ante una mujer prácticamente desconocida.
--Desvístete, que yo no miro – Dijo Pilar comprendiendo la duda de su cara. Y cerró los ojos. Cuando notó que Ángel se colocaba a su lado lo ayudó a envolverse con la manta y tras ello abrió los ojos. Vio el rostro de ángel, colorado igual que un tomate y no pudo evitar sonreir.
Pilar se arrimó un poco más a él, para que sus cuerpos entrasen más rápidamente en calor. Cuando sus pieles, desnudas bajo la manta, entraron en contacto ambos sintieron un escalofrío.
Ángel la miró, parecía avergonzado. Ella le sonrió. Aquel era sin duda un hombre bueno y ella estaba tan agradecida… Trató de pensar la forma de pagarle aquel valioso favor, pero solamente se le ocurrió una, la única que conocía.
Miró a Ángel a los ojos mientras se inclinaba poco a poco hacia él. Ángel la miraba sin saber lo que se acercaba. Ella cerró los ojos y lo besó en los labios.
Al principio Ángel, estupefacto, no supo reaccionar, pero en segundos sus labios respondieron a aquel beso. No era un beso de amor, pero si muy agradable. Pilar acercó las manos de Ángel a su cuerpo, a sus generosos senos. Él comenzó a recorrer con la yema de sus dedos aquel cuerpo joven y turgente, ella con los suyos el cuerpo curtido y fornido de él.
Aún no había asimilado del todo lo que estaba pasando, pero se dejaba llevar. Su cuerpo, siendo como era el de un hombre joven y vigoroso, no tardó en reaccionar. Casi no podía pensar en aquel momento, pero recordó vagamente las palabras que Daniel le había dicho una noche… “Lo que te hace falta es una mujer, Ángel” y era cierto.
Poco después él estaba obre ella, penetrándola con vigor, pero a la vez con delicadeza. Sus respiraciones estaban agitadas debido a la fornicación. De repente notó algo extraño, ella se había detenido, ya no lo acariciaba, sólo su pecho se movía al compás de un llanto ahogado.
Ángel comprendió que los últimos gemidos que había escuchado no eran producto del placer. Se detuvo al instante y salió de ella, que permanecía tumbada sobre la manta, llorando. Ël agarró las manos de Pilar.
--¿Por qué lloras? – preguntó él preocupado - ¿He hecho algo mal? ¿Te he hecho daño?
Ella negó en silencio mientras seguía llorando.
--no es eso – susurraba – Eres perfecto, ha sido perfecto… Es solo que eres el primer hombre que no me trata como una fulana, que no me maltrata como a una alimaña...
Ángel seguía sosteniendo las manos de ella.
--¿Y eso es malo? – No quería ser grosero, pero no entendía nada.
--No…Eso es perfecto…pero no puedo hacerlo… no contigo.
--¿Por qué?
--Porque si sigo adelante, si me dejo llevar entre esos fuertes brazos tuyos que me hacen sentir tan bien... tan normal y decente… que me reconfortan… Me enamoraré de ti, y entonces no podré seguir haciendo lo que hago…
--Tal vez no haría falta que siguieras haciéndolo…
Ella besó las manos de Ángel y las acarició con la mejilla.
--No puedo hacerte eso Ángel… tú no debes amarme, ni intentarlo siquiera… y yo no debo permitírtelo… yo, yo no soy digna… Todos lo saben, serías el hazmerreír… - sollozó -. Estoy marcada…
Y se volvió mostrando la espalda a Ángel, estaba surcada de delgadas cicatrices producidas por crueles y continuadas zurras con juncos y varas flexibles. Él acarició las marcas.
--Es el precio de la mala vida – dijo ella.
Ángel no dijo nada, solamente besó aquellas cicatrices y abrazó a pilar.
-- Entonces seamos amigos…
--Seamos amigos –dijo ella, y poco tiempo después se quedó dormida acurrucada en el regazo de su nuevo amigo.
A la mañana siguiente Ángel se despertó en la manta, con la espalda un tanto dolorida. Miró a su alrededor, pero estaba solo. No había rastro de Pilar. Envuelto en la manta salió de la casa, efectivamente no estaban ni el carro ni el caballo.
Resignado volvió al interior de su vivienda. Seguramente podría verla en el pueblo, pero no le gustaba que se hubiese ido sin despedirse. Se vistió y tomo un desayuno bastante frugal, de un arcón sacó su ballesta, que como buen catalán utilizaba a la perfección, y su zurrón de caza.
Minutos más tarde estaba caminando entre la espesa maleza del bosque mediterráneo. Se agazapó tras un macizo de genistas. Allí cobijado del sol por las copas de los pinos esperó pacientemente a las primeras piezas.
Tras largas horas de inactividad, sin mover un solo músculo para no espantar a las bestias, un jabalí de buen tamaño se le puso a tiro. Apuntó su arma, que ya tenía preparada y disparó la flecha.
Hizo blanco en mitad del cuello del animal, atravesando su dura piel. Como cazador avezado que era sabía que no debía acercarse ahora al jabalí, así que lo dejó marchar, herido mortal, para luego localizarlo siguiendo el rastro de sangre.
Mientras caminaba en dirección al cadáver de la bestia recogió unas cuantas perdices que habían caído en sus trampas, y también una liebre que se había colado en una de ellas. Una vez localizada la presa, ya muerta, tiró de la flecha, extrayendo el proyectil para su posterior reutilización. El animal estaba claramente desangrado, así que con gran esfuerzo lo cargó a su fornida espalda y emprendió el camino de regreso a casa.
Tardó bastante en regresar ya que e peso de la alimaña le hacía caminar trabajosamente. Colgó el cadáver en el chamizo que tenía para tales menesteres y lo degolló, para que terminase de verter toda su sangre.
Estaba muy sudado, por lo que se decidió a visitar la poza, una espacie de piscina natural alimentada por un pequeño arroyo que caía en cascada entre unas peñas, Desde niño le encantaba bañarse en aquel lugar. Se desnudó, dejando sus ropas colocadas sobre un arbusto cercano y se zambulló en las aguas templadas por el sol.
Nadó y nadó durante horas, se frotó el cuerpo con arena blanca del fondo para eliminar la suciedad. Le relajaba tanto estar en el agua, sentir como si pudiese volar… que pasó horas en remojo. Cuando tuvo suficiente agua salió y se tumbó sobre una roca plana para recoger sobre su cuerpo los rayos del sol.
Estaba desnudo, estirado sobre la roca y mostrando sin pudor alguno todos sus atributos porque sabía que allí nadie podía verlo… Tan a gusto se sentía que se quedó traspuesto sintiendo la dureza y el calor que el sol había proporcionado a la roca.
Se despertó sobresaltado cuando escuchó el sonido de unas ramas partirse cerca. Sin embargo aunque despierto no movió ni un músculo. No sabía si algún animal estaba peligrosamente cerca.
Aguzó el oido y pudo escuchar el roce de unas ramas a su izquierda, lo suficientemente lejos. Saltó como un resorte y armó la ballesta. Apuntando al lugar del que provenía el ruido.
Silencio.
De pronto escuchó un murmullo y unas risas... Los animales no reían. Los arbustos se movieron y entra las ramas pudo percbir lo que le parecieron dos cabelleras rubias... Dos cabelleras de mujer.
Se puso increiblemente rojo en cuestión de segundos. De nuevo las risas. Se dió cuanta de la causa de la hilaridad de aquellas intrusas... Él estaba desnudo y a cada movimiento su "asunto" oscilaba de una forma muy notoria. Trató de tapase con la ballesta, pero no lo logró. Las risas ahora eran carcajadas vivas y se lanzó al agua, muerto de la vergüenza.
Desde la seguridad del agua pudo escuchar un ladrido a lo lejos y lo que parecía una voz de hombre gritar buscando a alguien. Los arbustos se movieron y ahora pudo ver claramente las nucas de las dos mujeres, que se alejaban.
Suspiró aliviado,salió de la poza y sin importarle ir completamete empapado, se puso las ropas y emprendió el regreso a casa. Salió del bosque y caminó hacia su hogar. ya a lo lejor pudo ver la oscura figura sentada frente a la puerta. Aquella peculiar forma de encojerse... A leguas de distancia podía reconocer a su amigo Daniel, y más si estaba molesto...
Cuando se acercó un poco, pero aún estaba lo suficientemente lejos como para poder confundir a una persona con otra Ángeldecidió tomr el pelo a su amigo.
-- ¿Quien vive? - preguntó a gritos desde lejos. Daniel se levantó y sin responder camino hacia él. Ángel lo apuntó con la ballesta -. ¡Alto! ¿Quien vive? ¡Contestad!
--Ángel... - Daniel parecía asustado, nunca le habán gustado las armas -. ¡Soy yo tu amio Daniel! ¡Baja eso, que las carga el diablo!
-- ¿Quien vive? - respondió su amigo, fingiendo desconfianza mientras casi se atraganta con la risa.
-- Venga Ángel... Buena broma, pero ya está bien ¿Tanto sol te ha reblandecido la sesera?
Ángel coenzó a reirse a carcajadas, había olvidado su pequeño incidente en el bosque.
-- Pues yo no le veo la gracia...
--Eso es porque no has visto tu cara cuando te he apuntado con la ballesta...
--¿Ni siquiera tendría que estar aquí ¿Sabes? - estaba enfadado de verdad -.Te he esperado más de tres horas... ¿Dónde estabas?
-- Me he dormido en la poza... -dijo Ángel.
--Muy típico de ti - Dani se cruzó de brazos.
-- ¿Típico? - Estaba empezando a molestarse, pero no se podia enfadar porque Dani en esa postura estaba muy gracioso -. Daniel, es la primera vez que me olvido...
--¿De mi? - bufó molesto-. Y yo quería contarte algo...
-- Venga cuéntame... - dijo ángel palmeandole la espalda.
-- ¡Ahora no se si quiero!
-- ¡¡AAAAAAHHHH!! ¡Daniel! - dijo abriendo la puerta de golpe y obligando a su amigo a entrar-. ¡A veces me desesperas!
Ángel ofreció a Daniel un trago de vino, a modo de ofrenda de paz.
--¿Qué es aquello tan importante que querías contarme? – Dijo sentándose junto a su amigo.
--¿De verdad te interesa? – miraba suspicaz -. Pensé que estarías demasiado cansado como para escucharme…
--Daniel, Por favor…
--Vale, vale… - Sonreía por fin -. ¿Recuerdas que te comenté que el marqués regresaba a casa?
--Sí… Con su prometida ¿Verdad? – Daniel asintió.
--Han llegado hoy… Pretenden hacer mañana su gran aparición en la iglesia…
--¿Porqué me cuentas esto?
--Porque quiero que estés presente – Daniel miró a los ojos a Ángel, que también lo miraba un tanto descompuesto -. Ya se que no has puesto un pié en la iglesia desde que… - bajó los ojos -. Necesito que estés allí.
--¿Por qué motivo?
--No puedo decírtelo, Ángel. – Se notaba por su tono que hablaba en serio -. Sólo puedo decirte que necesito que estés ahí… ¡Prométeme que estarás!
Ángel suspiró resignado, no le apetecía en lo más mínimo pisar aquellas losas ni sentarse en aquellos bancos donde tantos momentos había desperdiciado elevando al cielo unas plegarias que resultaron ignoradas, pero si su amigo necesitaba verle allí, allí estaría.
--Está bien, Iré.
Daniel abrazó a su amigo y apuró el vino.
--Tengo que irme ¡Es tarde! – y abandonó precipitadamente la casa.
Ángel se preparó para ir dormir, a la mañana siguiente debería levantarse al alba para cumplir con la promesa que había hecho a Daniel. Antes de ir al lecho miró durante unos instantes la talla de la virgen, se había dado cuenta de que no podía rezarle, pero la hablaba, la hablaba como hacía con Manuela; la hablaba como si fuera su mujer… y eso le turbaba y le desconcertaba a partes iguales.
Se pasó las manos por el rostro, tratando de despejar su mente de aquellos pensamientos antes de ir a dormir. Aquella noche soñó con la poza, con las risas y con los cabellos rubios…y con el rostro de su virgen.
La mañana del domingo Ángel se levantó temprano, muy temprano y no desayunó para guardar el ayuno preceptivo... Sacó del arcón su ropa buena, cuya mayor diferencia con la de diario era que estaba algo menos desgastada y se la puso.
Cuando empezó a caminar hacia el pueblo se dio cuanta de que iba rezongando, no le hacía mucha gracia aquello y si lo hacía era estrictamente porque Daniel se lo había pedido.
Cuando llegó al pueblo, al segundo toque de campana, vio a la gente caminando pesadamente hacia la iglesia. Se unió a ellos. A lo lejos le pareció ver el carro de Pilar. Entró en el templo, se dirigió a un banco y se postró de rodillas. Rezó como pudo, como tratando de excusarse por su ausencia de las ultimas semanas.
Minutos más tarde la iglesia estaba repleta y ni el marqués ni su amigo aparecían por ningún lado. Si Daniel no se presentaba iba a matarlo en cuanto lo viera. La ceremonia había comenzado, Justo cuando concluyó el canto del introito ocurrió algo que jamás nadie hubiera imaginado.
La puerta de la iglesia se abrió de golpe. Apareció Daniel, ataviado con unas ricas vestiduras, casi como las de un gentilhombre. Una levita de terciopelo, que con aquella luz no se diferenciaba si era negra o azul muy oscuro, y bordados de ricos materiales… Una camisa de fino hilo, cuello y puños de encaje blanco, calzado de calidad y con un gorro con unas enormes plumas… ¡Parecía todo un noble!
Con aso firme y ruidoso, solemne a más no poder se plantó ante las escalinatas del presbiterio, se giró hacia la feligresía, no sin buscar a Ángel y guiñarle un ojo. Pudo notar que Daniel estaba nervioso. Guardaba silencio.
Se sorprendió cuando su amigo elevó la mano derecha, en la que portaba una rica vara de madera noble, con incrustaciones de plata… Aquella vara apoyada en el suelo le llegaría a su amigo casi a la altura del codo. La alzó, haciendo que refulgiese… y descargó tres sonoros golpes en el suelo del templo. Reclamando toda la atención.
-- ¡Don Gonzalo de Aragón, Marqués de Vila del Bou y su prometida Patricia Esgueva Hija del Varón de Pincia!
Al terminar de hablar Daniel se inclinó hacia delante, en una profunda y teatral reverencia. Así se mantuvo, sosteniendo la vara en posición horizontal a la altura de su cabeza, estático.
Dos mozos abrieron la puerta de los pies de la iglesia, inundando de de luz el recinto. Una pareja comenzó a caminar solemnemente hacia el altar mayor. Eran el marqués y su prometida… Si Daniel, que era poco más que un criado, había aparecido ataviado con aquellas lujosas prendas, el marques y su prometida eran el paroxismo del lujo, él de negro riguroso, de ricas sedas y terciopelos, bordados en oro y plata con incrustaciones de pedrerías; Ella con un vestido de terciopelo verde botella, con ricos bordados en la falda y un corpiño adamascado con pedrerías e hilo de oro. Su paso era solemne. Cuando llegaron al altar se giraron hacia el pueblo, que los vitoreó.
Ángel pudo ver la tez morena del marqués, algunas lenguas decían que era hijo de la difunta marquesa y un lacayo moro que, curiosamente, el padre de Gonzalo el sangriento mandó ajusticiar poco después de nacer este. Su naríz ganchuda conferían cierto aire exótico a su rostro, pero también le hacía parecer terriblemente cruel cuando se enfadaba…
La joven prometida del marqués, sin embargo, llevaba la cabeza cubierta con una rica mantilla, de la que sobresalían unos hermosos bucles doraros, a judgar por sus manos su tez era pálida y perfecta. Su rostro, al ir cabizbaja, quedaba oculto a la vista.
Tras la noble pareja caminaban dos personas más, bien vestidas pero sin grandes lujos. Una era una mujer rubia, guapa, muy guapa y gracia al caminar. El otro un joven de aspecto sarmentoso y espigado, de pelo moreno y apariencia de no haber comido en un mes. Ellos fueron directamente a unos asientos del rincón. Debían ser sus criados.
Cuando por fin se retiraron a sus asientos reservados, Daniel pudo volver a erguirse. Buscó con su mirada a Ángel, que lo miraba orgulloso de su porte. Daniel parecía interrogarlo con la mirada ¿Lo he hecho bien? Y Ángel asentía en silencio…
La ceremonia transcurrió tediosa y larga como siempre, aquellos palabros en latín eran expulsados por la boca de los fieles, pero nadie sabía que estaban diciendo… Así que todo quedaba reducido a un acto mecánico y automatizado.
A la salida estaba lloviendo, la plebe salió a las escalinatas del templo, formando para ver y agasajar a su marqués. Cuando el marqués y su secretario, el joven espigado, salieron ignoraron la lluvia y montaron en sus caballos, por delante de la carroza que esperaba la llegada de la futura marquesa y su doncella personal.
Cuando las dos mujeres salieron del templo lo hicieron cubiertas con sendas capas oscuras, cuyas grandes capuchas les protegían de la lluvia; sin embargo, un charco se interponía entre ellas y el vehículo. La criada no lo dudó, se remango las faldas y cruzó el lodazal subiendo a la carroza, pero Doña Patricia miraba a hurtadillas, semioculta por la capucha hacia su futuro esposo, que permanecía impasible.
Daniel fue a ayudar a la prometida del marqués, pero este lo fulminó con la mirada, como recordándole que aquellas ropas no eran suyas y si las estropeaba respondería con algo más que con dineros.
Aunque todos sabían qué estaba esperando Doña Patricia, nadie se atrevía a dar el paso, Ángel entonces se adelantó al resto de ciudadanos, se despojó de su sobrecamisa y la depositó a modo de alfombra sobre el barro.
Se inclinó hacia la dama y le ofreció la mano. Ella la aceptó dubitativa, pero cuando lo hizo ambos sintieron un cosquilleo en sus dedos. Se miraron. Ángel solo podía ver la parte inferior del rostro de ella, su hermosa boca y su perfecta mandíbula… Sin entender por qué se sonrojó súbitamente, al igual que ella.
Ella lo miraba perpleja, paralizados los dos… El marqués comenzó a inquietarse y carraspeó.
-- Te conozco – susurró Patricia parta que nadie más la oyera, parecía sorprendida – Te he visto en mis sueños.
No dijo más, no volvió a mirarle, subió a la carroza y cerró la portezuela. Cabalgaduras y carroza emprendieron la marcha. Ángel seguía como congelado en el mismo lugar, perplejo y empapado por la lluvia.
De pronto Daniel apareció a su lado, recogió la sobrecamisa de su amigo y le habló.
-- Eres todo un caballero…
--Solo hice lo que ella esperaba – contestó Ángel distraido.
--Sí, pero no tú, no un payés… Al marqués no le ha gustado nada.
--¡Pues que se fastidie! – miró Daniel y sonrió -. Tampoco creo que le haga mucha gracia que regreses con esas ropas empapadas…
-- ¡Bah! En palacio hay docenas de trajes como este… No creo que se moleste porque me quede con él… Y de todas maneras, no va a enterarse.
Daniel palmeó sonriendo la espalda de Ángel y se dirigieron a la taberna.
-- ¡Te invito a desayunar, Ángel! Que no se tú pero mis tripas llevan rato largo protestando por la falta de sustento…
--Y las mías Daniel, y las mías.
Y así los dos riendo se encaminaron hacia el establecimiento de Miguel.
Ya en la taberna, devorando unas enormes rebanadas de pan tostado con tomate, aceite y sal, unas pequeñísimas virutas de jamón y un delicioso queso; Ángel y Daniel hablaban animadamente.
-- Has hecho hoy una entrada triunfal…
--No me hacía mucha gracia el plan del marqués de interrumpir la misa, pero he de reconocer que ha sido un gran golpe de efecto.
--¡Y que ropas! Pareces tú el marqués… H asido tan,,, tan… ¡Me he emocionado y todo al verte!
--¡Qué idiota eres Ángel! – Daniel hablaba con la boca llena -. ¿Has visto a la castellana?
--¿A la prometida del marqués? No… en la iglesia, con la mantilla no la veía bien, y luego llevaba la capucha… Solo he visto sus labios…
--Te parecerá extraño, pero yo tampoco la he visto, pasa el día encerrada en sus habitaciones… El único contacto que tiene con el exterior es a través de su criada… Una joven muy hermosa, con una melena rubia ¡Muy simpática! Creo que se llama Berta…
--Te gusta ¿eh? – dijo Ángel levantado una ceja .
-- Es muy bonita… Pero apenas habla con nadie, como su señora, que…– Daniel bajó la voz -. He oido comentar a otros criados que Doña Patricia está muy melancólica, como apagada y triste… Creo que no desea estar aquí.
--Pues tiene una sonrisa muy hermosa…
--¿Cómo sabes que…?
--Porque cuando la he ayudado a auparse a la carroza me ha sonreido – Daniel abrió desmesuradamente los ojos -. Tímidamente… y me ha susurrado algo…
--¿Te ha hablado? – Daniel acababa de dejar caer un trozo de queso sobre la mesa -. No me lo puedo creer… ¿Ha hablado a un payés?
--Sí, me ha dicho algo muy raro, que me conocía de sus sueños – ángel bajó la voz tambien -. Creo que está un poco loca. ¡Ah! – volvió a alzar la voz-. ¿Te estás poniendo tú muy pesadito con lo de que sólo soy un payés! ¿Es algo malo o que? – realmente se había llegado a molestar por esos comentarios…
--Ya sabes que no hay nada de malo… es solo que me sorprende que alguien como ella se haya rebajado a hablar con alguien como…
--¿Cómo yo? – estaba enfadado -. ¿Hablar con alguien como yo es rebajarse?
--No, no pero ya sabes que los nobles os ven como…
--¿Os ven? ¿Has dicho “os”? – Ángel había comenzado a gritar a su amigo, muy enfadado, y cada vez más alterado -. ¡Te recuerdo que alguien como yo te acogió y te alimentó cuando no tenías ni un mendrugo de pan que meterte en la boca! ¡Te recuerdo que fue mi padre y luego fui yo los que nos sacrificamos para sacarte adelante! ¡Te recuerdo que yo, un payés, renuncié a mis planes y mis sueños para hacer posibles los tuyos! –se puso de pié -. ¡¿Tan poco vale todo eso para ti!? ¡Dime! ¡Por qué para mí tu siempre has sido un hermano, un igual! Daniel ¡Tú eres como yo! ¡No te confundas!
--Ángel… yo…
--¡Y si desprecias a los payeses me estás despreciando a mí y a mi padre! ¡Te rechazas incluso a ti mismo! – Daniel intentó hablar, pero ángel no le dejo -. ¡Piensa en ello!
Ángel dio media vuelta y se marcho, dejando a Daniel con tres palmos de narices.
--¡Idiota testarudo! – exclamó Daniel dando un golpe en la mesa.
Una mujer,ataviada con un llamativo vestido, muy atractiva, se acercó a él; colocó la mano en su hombro y dijo.
--Le has ofendido... me ha parecido que no era tu intención, pero lo has hecho.
Daniel la miró entre sorprendido y enfadado.
--¿Tú quien eres?
--Alguien que no conoce toda la historia que ángel ha mencionado, pero se que es un hombre bueno y noble al que han dolido tus palabras...
--Pero yo no hablaba por mí... yo no lo rechazo... ¡Es mi hermano y le quiero!
--Pues me parece que vas a tener que demostrarselo...- dijo la mujer mirándolo compasiva -. Ve a hablar con él.
--Es demasiado testarudo... ¡no querrá ni verme!
--Nadie ha dicho que vaya a resultar sencillo...
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: La hora del Ángelus
La hora del Angelus rec 3
Ángel había llegado a su casa, se había despojado de la camisa, que permanecía arrugada junto a la puerta. Agarró el hacha y se dispuso a partir leña, era su forma de descargas.
--¡Maldito imbecil!- Descargó la herramienta sobre el tarugo, partiendolo en dos de un solo golpe - ¡Qué se habrá creido!
Agarró otro tarugo y lo colocó sobre el tocón que servia de banco de trabajo.
-- ¡Si no fuera por mi no tendría nada!- Nuevo golpe, nuevo tarugo partido-. ¿Y se las da de importante! ¡Cómo si no fuera un payés más!
Repitió la misma operación de antes. Renegando de su amigo… Realmente no estaba enfadado por el comentario en si, ni siquiera pensaba que Daniel hubiera hablado desde sus propias convicciones. Lo que le dolía, lo que le ponía iracundo era que esos comentarios, por mucho que le doliesen eran ciertos… Para un noble un payés no era mucho más que una mula de carga…
Pero… ¿Por qué le habría hablado ella? No, no quería pensar más en eso, descargó el hacha y esta vez falló, el tarugo solo se astilló levemente. Agarró la herramienta y la lanzó al aire lejos de si, con todas sus energías.
Ángel se enfadaba pocas veces, demasiadas pocas veces, pero cuando lo hacía podía llegar a ser terrible. Se metió en casa y quedó ante la imagen de la virgen, al mirarla se turbó más de lo que ya era habitual, había algo en ella que le resultaba nuevo, extraño y familiar a la vez…
Parecía reconocer los rasgos… ¡Claro! Pensó ¡Llevo mirándola días y días! Pero hoy parecía mirarle con reproche, con pena…
-- Lo se… Se que Daniel no tiene la culpa de nada… Pero se podría haber callado esos comentarios… ¡Me ha ofendido y no pienso dar mi brazo a torcer fácilmente! – miró a la imagen -. Si me miras así no puedo… ¡Debí ser yo el que acudiese a la escuela parroquial… me habría gustado tanto aprender a escribir y poder componer mis versos! – Ángel tenía gran facilidad para la composición de versos y relatos -.¡Podría haberme labrado un gran futuro! Aprender quizás el manejo de la espada… Podría haber sido un gran caballero… Tener un porvenir… pero… vino él, un hermano… ¡Por fín! ¡Ya no estaría solo! Y lo sacrifiqué, lo sacrificamos todo por él, porque era más joven y tal vez sacaría mejor provecho que yo…
Miró de nuevo a la talla de la virgen.
-- No pienses mal… no me arrepiento de nada de lo que hice, porque lo hice por él, porque le quiero como un hermano y mi padre lo quiso como un hijo… Pero a veces me pregunto que habría pasado, como sería todo si él…
Se dio cuenta de que estaba hablando con una piedra como si pudiese contestarle, se enfadó consigo mismo y lanzó una tela sobre la imagen, cubriéndola escasamente. Salió de la casa y se encaminó a algún lugar.
Hacía unas horas que había dejado de llover, sus pasos lo conducían inconscientemente hacia el bosque, hacia aquel lugar mágico ara él que era la poza. Cuando llegó vio que aquella tarde la poza no estaba tan solitaria como siempre. Sentada sobre la hierva, de espaldas a donde él se encontraba había una joven rubia, que jugueteaba con las florecillas que sus manos alcanzaban. Parecía triste.
No supo por qué, pero se escondió entre la genista, como si estuviera acechando a un jabalí y la contempló. La joven había empezad a tararear una triste melodía mientras elaboraba una corona de flores. Cuando la tuvo lista se la colocó en la cabeza y siguió tarareando.
Una brisa se levantó y la joven sintió algo extraño, como si una cálida mano recorriese su espalda. Se giró y clavó sus ojos justo en el macizo de genista donde ángel se escondía, pero no le vio. Ella sonrió para si misma por haber creido que en realidad había alguien allí y siguió con su propia melancolía.
Cuando la muchacha fijó la mirada en aquella dirección el corazón de ángel dio un vuelco. Ese rostro, dulce, perfecto… Esos ojos marrones, límpidos y atrayentes, ensombrecidos por la tristeza… esas mejillas, la mandíbula recta…
Le pareció el ser más hermoso del mundo, tan delicada y frágil… y tan familiar. Él siguió contemplandola de manera inocente, aquella imagen tan bella era digna de ser memorizada… Un conejo blanco se acercó dando saltitos hasta la joven, que lo acogió entre sus brazos. Ángel no pudo evitar sonreir
--Hola conejito… ¿Tú tambien te sientes perdido? No ¿Verdad? Tú estás en tu casita, en tu bosque – la joven acariciaba la cabecita del animal -. Es un bosque muy bonito… casi tan bonito como los de mi casa… - la joven había comenzado a sollozar -. ¡Pero está tan lejos!
Al escuchar esas palabras el corazón de Ángel se contrajo… ¿sería posible que aquella joven fuera…?no, sus ropas eran as propias de una criada, tal vez lo fuera… sí, seguramente.
El conejo saltó de los brazos de la joven y se alejó un poco.
--¿Te vas? ¿No te da pena dejarme aquí sola?
El conejo retrocedió hasta ella y luego volvió a avanzar en dirección a la poza.
--¿Quieres que te siga? – dijo levantándose.
El conejo se acercó dando pequeños saltos hasta en borde de la poza, ella lo siguió curiosa. Se tumbó en la orilla e introdujo su mano en el agua, moviéndola de lado a lado.
-- Está templadita…
El conejo permanecía a su lado. La joven se puso en pié, se despojó de su vestido y de la ropa interior y se introdujo en el agua. Ángel, al ver esta imagen, no pudo evitar ruborizarse, pero no pudo evitar seguir mirando. Cuando la chica llegó al centro de la poza se sumergió, quedando la corona de flores flotando sobre la límpida y vibrante superficie del agua.
No salía a la superficie, Ángel se preocupó y se acercó a la orilla de la poza, poniéndose en cuclillas y escrutando el agua, intentando localizar a la muchacha. De pronto, ella salió a la superficie inesperadamente, justo delante de Ángel, salpicándolo de agua.
Durante unos instantes se miraron intensamente, en silencio, escrutando cada uno los ojos del otro…
--¡Hola!
Ángel perdió el equilibrio y calló de culo, sonrojandose.
--Ho..hola – respondió tímido él. La joven le sonrió.
--¿Cómo te llamas?
--Án… Ángel… me llamo Ángel…
--Y eso es lo que pareces… - dijo ella en un susurro -. Mi nombre es Pa...¡Paloma! me llamo Paloma…
Ella seguía en el agua, él se sentó bien, cerca de la orilla, mirándola.
-- Eres preciosa…- murmuró Ángel.
--¿Qué? No te he oido bien…- dijo ella sonriendo tímida.
--Que tienes un nombre precoso…- respondió turbado.
--¿te importaría…? –la joven miraba hacia su ropa, él se giró y cerró los ojos -. ¡Ya puedes mirar!
Cuando se volvió a la joven llevaba solo la camisola interior y las enaguas, pero no parecía sentir vergüenza, al fin y al cabo, no estaba ya desnuda. Ángel si se sentí extraño.
--¿Eres de por aquí?
--Sí, nací aquí… ¿Y tú?
--Yo no… Yo soy de muy lejos. He venido aquí con… con… ¡Con mi señora! – de golpe se puso colorada y él no preguntó más. Tras unos instantes inmersos en un incómodo silencio ella habló -. ¿Ángel?
-- ¿Si?
--Eres simpático… me caes bien.
--Tú también me caes bien…
Ella lo miró de nuevo, intensamente y alzó su mano, él mirándola igual alzó también la suya… Sus dedos se rozaron tímidamente, sintiendo ambos un hormigueo especial, como si una corriente les recorriera el cuerpo. Sus manos se buscaron y finalmente e entrelazaron, sus miradas se intensificaron…
Cada vez estaban más cerca, sus rostros cada vez a menos escasos centímetros… Ella cerró los ojos y suspiró… finalmente sus labios se unieron en un tímido y tierno beso, fugaz, demasiado fugaz pero que los hizo sentir un millón de sensaciones juntas.
Se miraron, se ruborizaron más de lo que ya estaban y volvieron a besarse, dulce y suavemente. Les gustaba aquella sensación y no querían que aquel momento terminase nunca…
Y ahí estaban los dos, unidos en un inocente beso, sin malicia, cuando de repente ella se separó y se puso colorada.
--No puedo…no debo
--¿Por qué? – preguntó él
--Porque no soy una mujer libre…
--¿Qué te ata?- preguntó Ángel -. ¿Es por tu señora?
Ella asintió en silencio, bajando la vista…
-- Angel, quiero decirte algo, pero no se como hacerlo…
--De la unica manera posible, confiando en mi… - Ángel y había notado que ella callaba algo, algo importante, pero preferia que fuese ella quien lo dejara salir, sin preguntas sin forzarlo.
--Estando a tu lado, en este lugar, siento como si mi alma se expandiera y los problemas carecieran de importancia…
--Lo mismo siento yo al ver el mar…
La joven abrió inmensamente los ojos, asombrada…
--He… he oido que es precioso… ¿es verdad eso?
--¿Perdona? – preguntó Ángel sin saber muy bien a que se referia.
--El mar… ¿es tan bonito como dicen?
--¿Nunca… nunca has visto el mar? –Él estaba cada vez más extrañado, le parecía imposible que alguien nunca hubiera visto el mar, claro, él había crecido a su lado…
-- Nunca – negó ella inocente, Ángel bajó la vista comprendiendo e hizo un pequeño ruido de confirmación -. Bueno… ¿cómo es? ¿Es verdad que hay aguas tan claras que algunas noches puedes ver la luna llena reflejada en ellas? – Estaba realmente ilusionada.
Él la miró enternecido.
-- Ajam… Sí…- y de nuevo bajó los ojos.
--¿Y que en noches calmadas, si escuchas con el corazón las olas te explican en su murmullo como es el cielo?
Él la miró, asombrado por su inocencia, con los ojos rebosantes de cariño y le sonrió…
--Igual... igual esta un poco exagerado… es bonito si, pero eso del cielo… vamos… - se acercó a ella susurrando -. No quiero que te decepciones…
--Angel… Me da miedo morir sin ver el mar…
--No te preocupes, yo me encargo de que tu sueño se haga realidad, te llevaré a ver el mar…
--¿Me lo prometes? – dijo ella ilusionada.
--Te lo prometo – respondió el con los ojos llenitos de amor.
Ella guardó silencio, mirando el rostro de él que, poniendose en pié, agarró la mano de ella obligandola a seguirle.
--¿Donde vamos? – preguntó ella.
--Ya lo verás…
Y asi, corriendo los dos por el bosque, con la felicidad pintada en la cara continuaban ajenos a lo que ocurría en el palacio del marqués.
La puerta de la alcoba se abrió lentamente, la cabellera rubia de Berta, la doncella de la Señora Patricia asomó por el quicio, mirando a ambos lados, salió y rápidamente cerró con al llavín. Correteaba silenciosa por el corredor, mirando hacia atrás por si era descubierta, cuando de golpe chocó contra alguien. La sangre se le heló en las venas pensando que podría tratarse del marqués, pero cuando escuchó la voz, su rostro pasó del blanco enfermizo al escarlata del rubor.
--¿Pero muchacha, donde vás con tanta prisa que arrollas al personal?
--Precisamente a buscarte Daniel...
--¿A buscarme a mí?
--Sí - los ojos de ella se encontraron con los de él - porque... porque...
Daniel se había acercado lentamente a ella y ahora sus labios rozaban los de la muchacha,, en un casto y temeroso beso.
--¿qué haces?
--Besarte...
--eso ya lo veo, no soy tonta... pero ¿Por qué?
--Porque te quiero...
Berta se ruborizó. de repente escucharon unos pasos avanzando popr el pasillo y berta empujó a Daniel introiduciendolo en un pequeño recodo, quedando en contacto, cuerpo con cuerpo, rostro con rostro, sus ojos volvieron a juntarse, otro beso... per no, ella interrumpió.
--Daniel... Tengo un problema...
--¿De que se trata?
--Doña Patricia ha desaparecido... Me ha pedido que me encerrase en su alcoba suplantandola por un momento mientras ella se escapaba a dar un breve paseo... pero eso fue hace horas y aún no ha regresado... ¡Por favor, ayúdame, ayúdame a buscarla!
--Está bien, te ayudaré... vuelve a la habitación... y confía en mi, la traere de vuelta...
Ángel había llegado a su casa, se había despojado de la camisa, que permanecía arrugada junto a la puerta. Agarró el hacha y se dispuso a partir leña, era su forma de descargas.
--¡Maldito imbecil!- Descargó la herramienta sobre el tarugo, partiendolo en dos de un solo golpe - ¡Qué se habrá creido!
Agarró otro tarugo y lo colocó sobre el tocón que servia de banco de trabajo.
-- ¡Si no fuera por mi no tendría nada!- Nuevo golpe, nuevo tarugo partido-. ¿Y se las da de importante! ¡Cómo si no fuera un payés más!
Repitió la misma operación de antes. Renegando de su amigo… Realmente no estaba enfadado por el comentario en si, ni siquiera pensaba que Daniel hubiera hablado desde sus propias convicciones. Lo que le dolía, lo que le ponía iracundo era que esos comentarios, por mucho que le doliesen eran ciertos… Para un noble un payés no era mucho más que una mula de carga…
Pero… ¿Por qué le habría hablado ella? No, no quería pensar más en eso, descargó el hacha y esta vez falló, el tarugo solo se astilló levemente. Agarró la herramienta y la lanzó al aire lejos de si, con todas sus energías.
Ángel se enfadaba pocas veces, demasiadas pocas veces, pero cuando lo hacía podía llegar a ser terrible. Se metió en casa y quedó ante la imagen de la virgen, al mirarla se turbó más de lo que ya era habitual, había algo en ella que le resultaba nuevo, extraño y familiar a la vez…
Parecía reconocer los rasgos… ¡Claro! Pensó ¡Llevo mirándola días y días! Pero hoy parecía mirarle con reproche, con pena…
-- Lo se… Se que Daniel no tiene la culpa de nada… Pero se podría haber callado esos comentarios… ¡Me ha ofendido y no pienso dar mi brazo a torcer fácilmente! – miró a la imagen -. Si me miras así no puedo… ¡Debí ser yo el que acudiese a la escuela parroquial… me habría gustado tanto aprender a escribir y poder componer mis versos! – Ángel tenía gran facilidad para la composición de versos y relatos -.¡Podría haberme labrado un gran futuro! Aprender quizás el manejo de la espada… Podría haber sido un gran caballero… Tener un porvenir… pero… vino él, un hermano… ¡Por fín! ¡Ya no estaría solo! Y lo sacrifiqué, lo sacrificamos todo por él, porque era más joven y tal vez sacaría mejor provecho que yo…
Miró de nuevo a la talla de la virgen.
-- No pienses mal… no me arrepiento de nada de lo que hice, porque lo hice por él, porque le quiero como un hermano y mi padre lo quiso como un hijo… Pero a veces me pregunto que habría pasado, como sería todo si él…
Se dio cuenta de que estaba hablando con una piedra como si pudiese contestarle, se enfadó consigo mismo y lanzó una tela sobre la imagen, cubriéndola escasamente. Salió de la casa y se encaminó a algún lugar.
Hacía unas horas que había dejado de llover, sus pasos lo conducían inconscientemente hacia el bosque, hacia aquel lugar mágico ara él que era la poza. Cuando llegó vio que aquella tarde la poza no estaba tan solitaria como siempre. Sentada sobre la hierva, de espaldas a donde él se encontraba había una joven rubia, que jugueteaba con las florecillas que sus manos alcanzaban. Parecía triste.
No supo por qué, pero se escondió entre la genista, como si estuviera acechando a un jabalí y la contempló. La joven había empezad a tararear una triste melodía mientras elaboraba una corona de flores. Cuando la tuvo lista se la colocó en la cabeza y siguió tarareando.
Una brisa se levantó y la joven sintió algo extraño, como si una cálida mano recorriese su espalda. Se giró y clavó sus ojos justo en el macizo de genista donde ángel se escondía, pero no le vio. Ella sonrió para si misma por haber creido que en realidad había alguien allí y siguió con su propia melancolía.
Cuando la muchacha fijó la mirada en aquella dirección el corazón de ángel dio un vuelco. Ese rostro, dulce, perfecto… Esos ojos marrones, límpidos y atrayentes, ensombrecidos por la tristeza… esas mejillas, la mandíbula recta…
Le pareció el ser más hermoso del mundo, tan delicada y frágil… y tan familiar. Él siguió contemplandola de manera inocente, aquella imagen tan bella era digna de ser memorizada… Un conejo blanco se acercó dando saltitos hasta la joven, que lo acogió entre sus brazos. Ángel no pudo evitar sonreir
--Hola conejito… ¿Tú tambien te sientes perdido? No ¿Verdad? Tú estás en tu casita, en tu bosque – la joven acariciaba la cabecita del animal -. Es un bosque muy bonito… casi tan bonito como los de mi casa… - la joven había comenzado a sollozar -. ¡Pero está tan lejos!
Al escuchar esas palabras el corazón de Ángel se contrajo… ¿sería posible que aquella joven fuera…?no, sus ropas eran as propias de una criada, tal vez lo fuera… sí, seguramente.
El conejo saltó de los brazos de la joven y se alejó un poco.
--¿Te vas? ¿No te da pena dejarme aquí sola?
El conejo retrocedió hasta ella y luego volvió a avanzar en dirección a la poza.
--¿Quieres que te siga? – dijo levantándose.
El conejo se acercó dando pequeños saltos hasta en borde de la poza, ella lo siguió curiosa. Se tumbó en la orilla e introdujo su mano en el agua, moviéndola de lado a lado.
-- Está templadita…
El conejo permanecía a su lado. La joven se puso en pié, se despojó de su vestido y de la ropa interior y se introdujo en el agua. Ángel, al ver esta imagen, no pudo evitar ruborizarse, pero no pudo evitar seguir mirando. Cuando la chica llegó al centro de la poza se sumergió, quedando la corona de flores flotando sobre la límpida y vibrante superficie del agua.
No salía a la superficie, Ángel se preocupó y se acercó a la orilla de la poza, poniéndose en cuclillas y escrutando el agua, intentando localizar a la muchacha. De pronto, ella salió a la superficie inesperadamente, justo delante de Ángel, salpicándolo de agua.
Durante unos instantes se miraron intensamente, en silencio, escrutando cada uno los ojos del otro…
--¡Hola!
Ángel perdió el equilibrio y calló de culo, sonrojandose.
--Ho..hola – respondió tímido él. La joven le sonrió.
--¿Cómo te llamas?
--Án… Ángel… me llamo Ángel…
--Y eso es lo que pareces… - dijo ella en un susurro -. Mi nombre es Pa...¡Paloma! me llamo Paloma…
Ella seguía en el agua, él se sentó bien, cerca de la orilla, mirándola.
-- Eres preciosa…- murmuró Ángel.
--¿Qué? No te he oido bien…- dijo ella sonriendo tímida.
--Que tienes un nombre precoso…- respondió turbado.
--¿te importaría…? –la joven miraba hacia su ropa, él se giró y cerró los ojos -. ¡Ya puedes mirar!
Cuando se volvió a la joven llevaba solo la camisola interior y las enaguas, pero no parecía sentir vergüenza, al fin y al cabo, no estaba ya desnuda. Ángel si se sentí extraño.
--¿Eres de por aquí?
--Sí, nací aquí… ¿Y tú?
--Yo no… Yo soy de muy lejos. He venido aquí con… con… ¡Con mi señora! – de golpe se puso colorada y él no preguntó más. Tras unos instantes inmersos en un incómodo silencio ella habló -. ¿Ángel?
-- ¿Si?
--Eres simpático… me caes bien.
--Tú también me caes bien…
Ella lo miró de nuevo, intensamente y alzó su mano, él mirándola igual alzó también la suya… Sus dedos se rozaron tímidamente, sintiendo ambos un hormigueo especial, como si una corriente les recorriera el cuerpo. Sus manos se buscaron y finalmente e entrelazaron, sus miradas se intensificaron…
Cada vez estaban más cerca, sus rostros cada vez a menos escasos centímetros… Ella cerró los ojos y suspiró… finalmente sus labios se unieron en un tímido y tierno beso, fugaz, demasiado fugaz pero que los hizo sentir un millón de sensaciones juntas.
Se miraron, se ruborizaron más de lo que ya estaban y volvieron a besarse, dulce y suavemente. Les gustaba aquella sensación y no querían que aquel momento terminase nunca…
Y ahí estaban los dos, unidos en un inocente beso, sin malicia, cuando de repente ella se separó y se puso colorada.
--No puedo…no debo
--¿Por qué? – preguntó él
--Porque no soy una mujer libre…
--¿Qué te ata?- preguntó Ángel -. ¿Es por tu señora?
Ella asintió en silencio, bajando la vista…
-- Angel, quiero decirte algo, pero no se como hacerlo…
--De la unica manera posible, confiando en mi… - Ángel y había notado que ella callaba algo, algo importante, pero preferia que fuese ella quien lo dejara salir, sin preguntas sin forzarlo.
--Estando a tu lado, en este lugar, siento como si mi alma se expandiera y los problemas carecieran de importancia…
--Lo mismo siento yo al ver el mar…
La joven abrió inmensamente los ojos, asombrada…
--He… he oido que es precioso… ¿es verdad eso?
--¿Perdona? – preguntó Ángel sin saber muy bien a que se referia.
--El mar… ¿es tan bonito como dicen?
--¿Nunca… nunca has visto el mar? –Él estaba cada vez más extrañado, le parecía imposible que alguien nunca hubiera visto el mar, claro, él había crecido a su lado…
-- Nunca – negó ella inocente, Ángel bajó la vista comprendiendo e hizo un pequeño ruido de confirmación -. Bueno… ¿cómo es? ¿Es verdad que hay aguas tan claras que algunas noches puedes ver la luna llena reflejada en ellas? – Estaba realmente ilusionada.
Él la miró enternecido.
-- Ajam… Sí…- y de nuevo bajó los ojos.
--¿Y que en noches calmadas, si escuchas con el corazón las olas te explican en su murmullo como es el cielo?
Él la miró, asombrado por su inocencia, con los ojos rebosantes de cariño y le sonrió…
--Igual... igual esta un poco exagerado… es bonito si, pero eso del cielo… vamos… - se acercó a ella susurrando -. No quiero que te decepciones…
--Angel… Me da miedo morir sin ver el mar…
--No te preocupes, yo me encargo de que tu sueño se haga realidad, te llevaré a ver el mar…
--¿Me lo prometes? – dijo ella ilusionada.
--Te lo prometo – respondió el con los ojos llenitos de amor.
Ella guardó silencio, mirando el rostro de él que, poniendose en pié, agarró la mano de ella obligandola a seguirle.
--¿Donde vamos? – preguntó ella.
--Ya lo verás…
Y asi, corriendo los dos por el bosque, con la felicidad pintada en la cara continuaban ajenos a lo que ocurría en el palacio del marqués.
La puerta de la alcoba se abrió lentamente, la cabellera rubia de Berta, la doncella de la Señora Patricia asomó por el quicio, mirando a ambos lados, salió y rápidamente cerró con al llavín. Correteaba silenciosa por el corredor, mirando hacia atrás por si era descubierta, cuando de golpe chocó contra alguien. La sangre se le heló en las venas pensando que podría tratarse del marqués, pero cuando escuchó la voz, su rostro pasó del blanco enfermizo al escarlata del rubor.
--¿Pero muchacha, donde vás con tanta prisa que arrollas al personal?
--Precisamente a buscarte Daniel...
--¿A buscarme a mí?
--Sí - los ojos de ella se encontraron con los de él - porque... porque...
Daniel se había acercado lentamente a ella y ahora sus labios rozaban los de la muchacha,, en un casto y temeroso beso.
--¿qué haces?
--Besarte...
--eso ya lo veo, no soy tonta... pero ¿Por qué?
--Porque te quiero...
Berta se ruborizó. de repente escucharon unos pasos avanzando popr el pasillo y berta empujó a Daniel introiduciendolo en un pequeño recodo, quedando en contacto, cuerpo con cuerpo, rostro con rostro, sus ojos volvieron a juntarse, otro beso... per no, ella interrumpió.
--Daniel... Tengo un problema...
--¿De que se trata?
--Doña Patricia ha desaparecido... Me ha pedido que me encerrase en su alcoba suplantandola por un momento mientras ella se escapaba a dar un breve paseo... pero eso fue hace horas y aún no ha regresado... ¡Por favor, ayúdame, ayúdame a buscarla!
--Está bien, te ayudaré... vuelve a la habitación... y confía en mi, la traere de vuelta...
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: La hora del Ángelus
La hora del Angelus Recopilacion 4
Hacía tiempo que habían dejado de correr, ella ya había perdido el aliento. Ahora caminaban, cuando llegaron a cierto punto, antes de doblar el ultimo recodo Ángel se detuvo y la miró a los ojos.
--¿Confias en mi?
--Más que en nadie de este mundo.
Él asintió y rasgando la tela de su ropa, saco una tira con la que tapó los ojos a la chica…
--Pero así no puedo caminar – dijo ella.
--No te hará falta – y con las mismas la cargó en brazos, recorriendo asi en ultimo trecho del camino. Ella notó como descendían una pendiente y una Sueve brisa revolvió su cabello… un olor especial llegó hasta su nariz, no lo reconocía, no sabía donde estaba…
Ángel la dejó en el suelo, la rodeó por la espalda y susurró al oido…
--¿Estás preparada?
--Sí – dijo ella sin saber muy bien a qué.
Entonces ángel quitó ta venda, dejandola caer… Ante los ojos de la muchacha se abrió la inmensidad azul del mar, que se extendía hasta hacerse uno con el cielo…
El juego de luces y reflejos del atardecer sobre las aguas ofrecía un espectáculo insuperable para la vista.
--¿Esto es…?
--El mar…
--Es enorme y hermoso…
Ella se volvió hacia él, una lágrima pugnaba por resbalar sobre su delicado rostro. Ella estaba notablemente emocionada… Se abrazó intensamente a él, hundiendo el rostro en su cuello.
--No es tan hermoso como tú Patricia…
Ella se separó bruscamente de él y lo miró a los ojos…
--Sí, se quien eres… tu forma de moverte, tus manos suaves y delicadas no son las de una criada… el tacto de tu piel, la forma de tus labios… todo es único en ti, todo es especial y maravilloso…
Ella lo miraba desconcertada, casi con miedo…
--¿No… No te importa?
--¿Te importa a ti?
Patricia negó con la cabeza… se abrazó de nuevo a él, rompiendo en llanto…
--Ángel… nunca me he sentido así, nunca… cuando me besas tú siento como si un millón de mariposas revoloteasen en mi estómago… como si el tiempo se parase en ese instante… me siento feliz… cuando me besa él, las pocas veces que lo ha logrado, solo siento asco… de él y de mi misma…
--Shhhhhhhhhhhh… calla mi niña, no pienses en eso ahora – Ángel trataba de reconfortarla, la sentó en la arena y de nuevo la rodeó entre sus brazos -. Te quiero…
--Te amo –respondió ella – te amo y te maldigo – lloraba al hablar, pero no se separaba de él ni un milímetro – porque se que esto no es posible… que no nos está permitido este amor… porque eres el hombre más maravilloso de la tierra y ahora que te he conocido, que he probado tus besos, no podré vivir sin tenerte a mi lado, sin sentirte junto a mi…
--Patricia –susurraba él -. En esta vida nada hay imposible…
--¡Sí lo hay! Por más doloroso que nos resulte, sí lo hay…- sollozó de nuevo -. En unas semanas me caso con ese… con ese… ¡Monstruo! Y nadie podrá impedirlo… Él no lo consentirá… y le he visto mandar desollar vivo a un niño por derramar un poco de vino en su mesa… no quiero imaginar lo que sería capaz de hacer si…
Ángel acalló de una sola vez palabras y llanto, sus labios buscaron los de ella, uniendolos en uno solo, se besaron tiernamente…
--Llévame… llévame contigo, llévame lejos de aqui, donde nadie nos encuentre...– dijo ella suavemente a su oido -. Soy tuya y de nadie más…
Ángel sin mediar palabra la cargó de nuevo en sus brazos y puso rumbo a su casa, por el camino no hablaban ya que ella le había rodeado el cuello con los brazos y lo besaba, en la cara, los labios, el cuello…
Cuando llegaron a casa de Ángel ya había oscurecido. Entraron besándose, acariciandose… no hubo palabras solo miradas de amor, de necesidad y de miedo, si de miedo.
Porque los ojos de ella parecían gritar de deseo hacia él y de pánico por lo que estaban a punto de hacer. Ella era doncella, no había conocido varón, y se suponía que asó debía ser hasta su matrimonio, sin embargo allí estaba, a punto de entregarse a un payes del que se había enamorado como una colegiala.
Las manos de ambos recorrían sus cuerpos en un baile nervioso. Él la guió hasta el lecho.
--¿estás segura?
--Tengo miedo…
--¿Por qué?
--De hacer esto, de que Gonzalo se entere y tome represalias, voy a ser su mujer… si no llego…
--¿Quieres hacerlo?
--Quiero ser tuya intensamente, pero temo por ti.
Ángel la miró, besó su rostro y se apartó.
--Si no estás segura del todo será mejor esperar…
Ella sonrió. Caminaron hacia la sala, de pronto Ángel se dio cuenta, al ver a Patricia y a la virgen juntas… Sus rasgos, eran iguales… Ella miró haciia donde miraba él y se sorprendió…
--Creo que estabamos destinados a conocernos desde hace tiempo…
--¿Por qué dices eso?
--Yo te vi en mis sueños, llevo meses soñando contigo, con tu rostro, con tus manos… y tú, tú tenías esta imagen que es una réplica perfecta mía… es todo tan…
--¿Fascinante?
--Iba a decir inquietante, desconcertante incluso… pero si, fascinante…
Seguían hablando cuando la puerta se abrió de par en par, apareció Daniel, sin aliento.
--¡Ángel, tienes que ayudarme! ¡Doña Patricia a desaparecido y debo encontrarla antes de que el marques se de cuenta de su ausencia! Berta la está cubriendo pero…
Ángel lo miraba fijamente, de pronto Danaiel se dio cuenta de que su amigo no estaba solo. Miró a la mujer y abrió la boca, sin palabras.
--Estoy aquí –dijo Patricia dando un paso al frente.
--¿Qué significa esto? – preguntó Daniel a su amigo, que no supo responder.
--No es momento para preguntas – dijo Patricia -. Regresemos a casa antes de que la cosa empeore.
Ella parecía resuelta, pero nada más lejos de la realidad, miró a Ángel rota, deshecha, suplicandole con la mirada… pero él nada podía hacer en ese momento y los dos lo sabían.
Ángel los vió alejarse, sin poder hacer nada, sin poder despedirse de ella...
Cuando Patricia y Daniel llegaron a casa del marqués ya era noche cerrada. Entraron por la puerta de las caballerizas tratando de no ser vistos. Caminaban ya por el corredor cuando una chica que les pareció Berta cruzó como una exalación junto a ellos, perecía estar llorando.
Daniel se extrañó, pero siguió caminando, escoltando a Patricia hasta su alcoba. Al entrar en la habitación se llevaron una desagradable sorpresa, el marqués estaba en el centro de la estancia, sujetando una vara flexible en la mano y con la mirada iraculda.
--¿¡¿Quien la ha encontrado?!?
Daniel bajó la mirada...
--Yo señor marqués...
--¿Dónde estaba?
Por un momento Daniel pensó en decir la verdad, estuvo a punto de responder impulsivamente, pero entonces recordó la cara de felicidad que tenía su amigo suando los encontró juntos... ¿Era posible que angel amase a Doña Patricia? No lo sabía, pero no quería hacer daño a su amigo...
--En el bosque... creo que se había extraviado...
Patricia lo miró agradecida, el marqués miró a su prometida...
--Yo... salí a dar un paseo y me perdí...
-- ¡¡¡Sabes que te está prihibido salir de la casa, y mucho menos sola!!!
Estaba tan furioso que escupía al hablar. levantó la vara, iba a descargarla sobre patricia... En aquel momento la mano de Daniel sujetó la muñeca del marqués en alto, en un gesto temerario por parte del criado. Gonzalo lo miró furioso...
--Ahora no - susurró daniel - no antes de la boda...
--¿Que? - gritó gonzalo.
--Si ella se queja y su padre anula el enlace quedareis como un patán ante el pueblo y la corte... ¡Esperad a la boda! Tras ella podreis hacer lo que querais con vuestra esposa... será vuestra...
Las palabras de Daniel parecieron causar efecto en el marqués que bajó la mano y se calmó. Patricia miraba con recelo a Daniel, casi con odio... si ella supiera lo que le habia costado al muchacho pronunciar esas palabras, él mimsmo se dio asco al escucharse, pero lo hizo npara evitar que fuera agredida... porque él ya sabía de los límites, o la ausencia de los mismos, del marqués en lo que a violencia se referia...
--¡Encadenadla a la cama! ¡Que no vuelva a salr sin mi consentimiento!
Daniuel miró a Patricia, suplicandole comprensión. ella esquivó su mirada. Patricia fue encadenada en presencia de Daniel...
--Podreis encadenar mi cierpo... pero nunca lograreis encadenar mi corazón... ¡Mi amor nunca será para el marqués! ¡Nunca!
gritó patricia.
--Eso espero - susurró Daniel, pero lo suficientemente fuerte como para que Patricia pudiese oirlo -. Eso espero...
y salió de la habitación. Se encaminó a las cocinas... cuando llegó las criadas estaban muy agitadas, una de ellas se plantó ante él.
--No entres - el la apartó bruscamente -. ¡No deber verla asi!
Daniel entró en la cocina, sobre la mesa, boca abajo y con las ropas abiertas estaba Berta. Envuelta en un mar de lágrimas y gritos de dolor. Su espalda estaba abierta en multitud de surcos rojos, sangrantes... el marqués... la había destrozado la espalda, la tenía en carne viva. Daniel se precipitó hacia la mesa y se agachó junto a Berta.
--Dios santo ¿Te lo ha hecho él? - ella gimió -, ¿Te ha descubierto verdad? - gimio de nuevo.
Daniel agarró la mano de ella y la besó con delicadeza, luego la apretó...
--Te juro que pagará por ello... Tarde o temprano pagará por sus pecados...
Una de las criadas mas ancianas se acercó a Daniel y lo apartó un poco.
--No somos capaces de curarla... no sabemos como... - berta aulló - Busca a alguien que pueda ayudarnos...
Daniel no se lo pensó, besó a Berta en la húmeda frente y salió disparado en busca de alguien... ¿un médico? no disponian de uno en Vila del Bou ¿Barbero corujano? ese carnicero ya estaría borracho... ¿a quien recurrir?
En esos pensamientos estaba cuando se topó de frente con ella.
--Pilar... tal vez tú puedas ayudarme...
--¿Que te ocurre Daniel? Te veo desesperado ¿Qué es lo que necesitas?
--¡Se trata de Berta! ¡El marqués la ha azotado, tiene la espalda deshecha y no sabemos como curarla!
Sin saber por qué, en la conversación que habían tenido antes en la taberna había aparecido la confianza, los dos pensaban que el otro era de fiar, por eso ahora Daniel le pedía ayuda.
-- Has tenido suerte, tengo experiencia en ese tipo de heridas... Creo que podre ayudarte, no será la primera vez que cure una espalda azotada...
--¿Estás segura?
Pilar le mostró la espalda.
--Y al igual que yó muchas compañeras a las que ayudé a curar... como ves, no solo los nobles azotan a las mujeres...
y en silencio, pero a paso veloz los dos emprendieron la marcha hacie la casa del marqués. Al llegar entraron a las cocinas, donde estaba berta, igual que cuando Danuel se había ido, llorando por el dolor. En seguida Pilar se hizo cargo de la situación.
--Traedme vino, agua caliente y paños limpios...
Nadie parecía moverse hasta que Daniel bramó con su potente vozarrón.
--¡¡Hacedla caso o todas terminareis igual que berta!!
Las criadas comenzarpn a moverse...
-- ¿Teneis agua de azahar? - una de las criadas asintió -. Traedla ¡Rapido!
Cuando consiguió todo lo solicitado enjugó la espalda de Berta con el agua y los paños, limpiando los restos de sangre seca y coagulada, porteriormente restañó la herida con ayuda del vino, cuyo alcohol hizo estremecerse a Berta y finalmente la calmó con agua de azahar, que supuestamente tenía propiedades analgesicas...
--Ahora traedme unas vendas limpias ¡Rápido!
De nuevo todas las mujeres estaban paralizadas, esta vez no por duda o desprecio...
--Haced lo que se os pide.
Era la voz del marqués, que había aparecido en la sala y estaba observando silencioso la escena, con el ajetreo no habían reparado en él Daniel ni Pilar, pero no así el resto de la servidumbre. CUmpliendo la orden del marqués las vendas limpias fueron traidas y la espalda de Berta envuelta con cuidado.
Daniel se llevó Berta al dormitorio, la mujer permanecía sorprendentemente tranquila.
--¿Quien sois? - preguntó el marqués - ¿Qué haceis en mi casa?
-- Soy Pilar... He venido porque se me ha requerido para curar a una herida...
--Pero no sois más que una ramera... - sentenció el marqués acercándose a ella -. Y muy bella por cierto.
Se acercó más y sujetó el rostro de pilar con una mano, mientras con la otra escrutaba las faldas de la mujer.
--¿Está el marqués buscando desahogo? - dijo Pilar desafiante.
--¿Está esta furcia dispuesta a proporcionarmelo?
Pilar no podía evitar sentir asco y odiio hacia aquel homobre, pero recordó lo que era y resignada se sentó en la mesa, se arremangó las faldas y se abrió para él.
El Marqués la poseyó en las coninas, de una manera humillante, salvaje y cruel, como él era. >Cuando hubo terminado con ella, se sintió la mujer más humillada del planeta.
--No te vayas muy lejos de esta casa - dijo gonzalo antes de abandonar la sala -. es muy posible que vuelvas a hacerme falta...
Pilar se quedó en silencio, Daniel salió de un arco camuflado entre las sombras, con la mano sore su daga.
--¡Ese malnacido! ¿Te ha forzado?
--Daniel - dijo ella - recuerda lo que soy...
el asintió.
--Algún día pagará por todo...
--Y ese día está cerca - dijo pilar altanera-. dejame que me gane su confianza y...
Pilar remató la frase lanzando una ciruela madura contra la pared, la fruta de fragmentó en mil pedazos. Pilar comenzó a reir, sus ojos parecían desprendes fuego...
Los trozos de ciruela resbalaban pesadamente por las piedras del muro. Pilar seguía riendo…
La rutina invadió la vida de los habitantes de Vila del Bou, Patricia encadenada a su cama, languideciendo de soledad; Ángel trabajando sus campos y su caza taciturno, sin hablar casi con su amigo Daniel, al que cada vez le costaba más estar cerca del Marqués…
Gonzalo seguía tan cruel como siempre, desahogando ahora sus necesidades en Pilar, que seguía maquinando un plan y había llegado a entablar una cierta amistad con Berta, que al fin había reconocido que se había enamorado de Daniel…
El resto de habitantes del pueblo poco había cambiado, Miguel seguia con su posada, junto con hortensia la viuda, Roberto continuaba vendiendo sus caldos, Tino, el panadero se levantaba antes que el sol para hacer su masa… El pobre secretario del marqués, Alberto, seguia pareciendo fuera de lugar allá donde fuese su señor…
Las únicas novedades aparentes habían sido el cambio de actitud de Jose, que pasó de ser un chico medio tonto y problemático a un chico medio tonto que admiraba como a un ser mitológico a Ángel… el único que se había enfrentado a él, dejandole en su lugar… y la verdad es que no perdía la oportunidad en cantar las alabanzas a Ángel, a su fuerza, a su bravura…, podeis imaginar.
La otra noticia fue la llegada de un joven fraile, aparentemente venido para ayudar a preparar los esponsales que estaban proximos, digamos que era el encargado de limpiar la negra alma del marqués… duro trabajo tenía el muchacho, ese tal Mario, que era de buen comer y mejor humor…
Y así, entre monotonía y tedio fueron pasando las horas, los días, las semanas… y finalmente llegó aquella mañana, tan ansiada por unos y tan temida por Ángel.
El día despertó claro, era señal de hielos, noviembre, este año especialmente cruel, de presentaba mediado cuando de madrugada, abrigado lo mejor que podía, Daniel golpeó tres veces su puerta.
Cuando ángel abrió, Daniel apareció tapando el hueco, con la altura del individuo y envuelto en ropas gruesas como estaba resultaba más imponente de lo habitual. Cuando habló una columna de vaho se elevó desde su barbado rostro al cielo.
-- Sabes que día es hoy ¿Verdad?
--Claro que lo se – dijo ángel bajando la vista -. Hoy es el primer día del fin de mi vida…
--¿Por qué dices tales cosas? – Daniel se veía compungido. Entró en la casa para resguardarse del frío y su amigo cerró el postigo.
--Porque es lo que siento… Daniel, tú no lo comprendes… Hoy se casa con otro hombre la mujer a la que amo… Nunca te he contado esto, pero… ¿recuerdas mi virgen?
--¿La que encontraste en el campo?
--Sí, esa misma… ¿Reparaste en el parecido con Patricia?
--Si, bueno… tienen un cierto aire similar…
--Son idénticas… y mi obsesión con la figura, esa obsesión que me comía las entrañas los primeros días… no era obsesión, era amor, amor hacia la imagen, pero no a la virgen, si no hacia Patricia… al mirarla sentía que mi vida debía hacerse una con la suya y al principio eso me turbaba, me hacía sentir mal… hasta que la conoci… hasta que vi a ese ángel caido del cielo… ¡La amo! ¿Lo entiendes? ¡La amo! Y nunca más podré ser feliz sin ella…
Mientras tanto, en el palacio se producía una escena similar.
Berta se acercó a su señora, cargando con la fuente donde portaba su desayuno. Patricia lloraba tendida en la cama, tan absorta en su dolor que no se percató de cuando fue liberada de sus cadenas.
Berta se sentó a su lado…
--Mi señora – dijo retirando un mechón de pelo del rostro de Patricia - ¿Comereis algo?
--No quiero comer, quiero dejarme morir de hambre…
--¿Pero no sabeis que día es hoy?
-- El día más aciago de toda mi existencia… el día que me privara por siempre del amor verdadero y de cualquier posibilidad de ser feliz… ¡Desearía tanto que hoy terminasen mis días!
--No digáis tales cosas… tal vez seais feliz con el marqués – Ni Patricia ni Berta creian esas palabras-. Tal vez no os reclame como espora en el lecho – eso ya era otra cosa -. Pues para esos menesteres ya cuenta con Pilar…
--Me da pena, es una buena mujer… No no seré feliz jamás, porque ya no tendré el hombre que amo…
--¿Seguis con eso? Señora, es un joven apuesto y fornido… pero no es para vos… ¿Para una aventura? Quizas… pero…
--Berta, esta vez no es capricho…
--Lo se, solo trato de autoconvencerme para convencerla a usted…
--¿Convencerme de que? ¿De que me olvide del unico ser al que he amado sin reservas? ¿de que deje de lado al hombre que, ye sea Dios, ya sean los hados del destino pusieron en mi mente y en mis sueños antes siquiera de conocerle? No, Berta, no puedes pedirme que renuncie a ese amor…
--¡Cómo sabeis que es el hombre con quien soñasteis?
--Su rostro, su bello rostro es igual al de mis sueños, con esas pecas… esos ojos melancolicos y profundos… su mirada puede leer en mi como lo hacia la de mis sueños… y sus manos… Soñe… ¡Soñe que sus manos me recorrían! y si, en mis sueños tambien eran las de un campesino, un payés como dicen en estas tierras ¡pero hacían que mi piel se tornase de gallina, transformaban mis carnes en una masa trémula!… y sus manos reales ¡con solo una caricia lograron eso y más, mucho más!… ¿Aún dudas de que sea él?
--No lo dudo, pero…¿Podreis olvidarlo?
-- ¡Nunca! ¡Nunca! Antes morir… - dijo Patricia entre lágrimas -. ¡Lo amo! ¿Lo entiendes? ¡Lo amo! Y nunca más podré ser feliz sin él…
Poco después, cuando el sol hería con sus primeras saetas de luz la oscura piel de la noche helada, la comitiva partía hacia Barcelona…
Vila del Bou en pleno había sido convocada para asistir a los desposorios de su señor, con la clara misión de vitorearle o arroparle, bajo pena capital claro, en tal crucial momento.
Daniel se vió obligado a marchar la mayor parte del trayecto junto al marqués, pero de vez en cuando descolgaba su cabalgadura hasta la altura del carro de Pilar, donde viajaba también Ángel…
Ángel permanecía en silencio, rumiando en su interior en dolor ulceroso que le producía aquella jornada triste, pero no podia evitar que sus ojos gritasen angustiados, voceando su pesar a los cuatro vientos. Pilar trató de reconfortarlo una última vez…
--Lo que no puede ser no puede ser… debes resignarte…
--¿Tú lo harías?
--Yo lo hice hace demasiado tiempo…
--¿Y?
--Fue el mayor error de mi vida – aquellas fueron las últimas palabras del trayecto.
Poco después estaban entrando ya en la bella y grandiosa ciudad de Barcelona, curiosa, si duda, rodeada de muros por tres de sus flancos, pero irrealmente desprotegida por el mar… ¿Nadie había pensado levantar un muro a lo largo del litoral? No tenía por que ser tan potente como en resto, pero… ¿esperar asi los ataques… a Porta gayola?
Sin saberlo Daniel y ángel iban dando vueltas a la misma idea sobre la ciudad, quien sabe, quizás en unos años alguien levantase ese muro… y en unos siglos todo aquello estaría irreconocible… seguro que hasta y habría puerto… y más de uno, en unos siglos… y no como entonces que las naves debían embarrancar en las arenas de la playa.
Pero a pesar de sus carencias defensivas o logisticas, Barcelona desprendía un aura, un encanto especial, algo que hacía que te enamorases de la ciudad nada más poner un pié en ella, que deseases volver tras recorres algunas de sus calles y que deseases pasar el resto de tus días allí tras conocerla al completo…
Y esa aura mágica, estaban seguros los dos amigos, no haría si no incrementarse con el paso de los años.
Poco después, tras atravesar los muros, recorriendo algunas calles llegaron a los alrededores de la Catedral de santa Eulalia, magnifica en toda su obra excepto en la fachada de los pies, inconclusa y precariamente cerrada con un muro de mampostería… curiosamente habían conservado el portal románico del templo anterior.
Entraron al recinto por una puerta lateral, la llamada de San Ivo, que hacía las veces de entrada principal… Daniel les había conseguido sitio en el interior del templo. Cuando entraron se quedaron maravillados por la altura de las bóvedas , casi iguales, pero que inundaban el interior del recinto de una luz maravillosa, se acomodaron como pudieron, unos en el templo, otros en los alrededores… aún faltaban horas para el inicio de la ceremonia. Daniel los dejó acomodados y se encaminó a la entrada, donde debía esperar a los contrayentes para anunciar su llegada…
Pilar miró a Ángel, ambos compungidos. Y se dio cuenta por primera vez del bulto que llevaba consigo.
--¿Que traes?
-- Un regalo de bodas para el marqués…
Pilar lo miró preocupada, aquel tono no le había gustado en lo más mínimo…
Pilar miró a Ángel, ambos compungidos. Y se dio cuenta por primera vez del bulto que llevaba consigo.
--¿Que traes?
-- Un regalo de bodas para el marqués…
Pilar lo miró preocupada, aquel tono no le había gustado en lo más mínimo…
--Ángel¿qué has traido? sabes que no vas a poder acercarte...
--Y no hará falta - dijo Ángel mientras desenvolvía el bulto, pilar apreció la cebeza de piedra de la imagen mariana y suspiró aliviada, pero Ángel continuó abriendo los paños y la lividez invadió en rostro de Pilar, entre los paños, disimulada contra la espalda de la virgen estaba la ballesta de Ángel, cargada, esperando a ser disparada.
--¡Estás loco! ¿Quieres suicidarte? si haces eso no saldrás vivo de la catedral...
los ojos de ángel miraron a Pilar sin comprender...
--No puedo permitir que se casen... no puedo...
--Ángel, Por Dios, piensa... sabes que odio al marqués casi tanto como tú... que Berta y Daniel sueñan con aniquilarlo... se está ganando enemistades incluso entre el seno de sus ayegados... ¡Hasta Alberto, su secretario, se le está volviendo poco a poco en contra! Pero tenemos un plan y ese plan pasa por la boda... Por favor ángel n o lo estropees ahora...
--quiero verle muerto...
--Y le verás... muerto y devorado por los pajaros carroñeros... ahora esconde eso que viene jose...
--Jose? Dios , que querra ahora!
--No lo se pero ya sabes que desde que le pegaste te sigue a todas partes...
Jose llegó, con su paso torpon y su mirada ppoco viva hasta donde estaban ellos...
--Hola Pilar, hola Ángel - bajó los ojos y estrujó su gorrito entre las manos - ¿Puedo ponerme aqui?
--Claro sientate...
--Si, pero no molestes - añadió Pilar.
Pasó bastante tiempo, hacía rato que el interior de la catedral estaba calmado... las naves laterales para la plebe, muy pocos sentados, la mayoria en pie, medio hacinados... la asistencia del vulgo había sido expreso deseo de Gonzalo. Las naves centrales, para la nobleza... por cierto algo escasa, el marqués tampoco tenía grandes relaciones con la aristocracia catalana.
Minutos, eternos minutos, angel ya no sabía que hacer para mantener su mente distraida, Pilar hacía tiempo que había echado a Jose porque no dejaba de tararear una molesta musiquilla... De pronto un estruendo invadió el templo, la procesion de introito comenzó, el obispo bajo palio, incensarios abriendo la marcha, perfumando en insalubre aire de humanidad... al llegar al altar, de espaldas a la "grey" el sacerdote comenzó con una breve retahila en latín y pronto se abrieron las puertas de la catedral...
se reprodujo una escena similar a la acontecida en Vila del Bou, solo que esta vez Daniel era el vocero principal e iba acompañado de otros dos, ataviados con algo menos de lujo. Daniel en la Nave principal, los otros en las laterales... La penetrante voz de Daniel invadió las bovedas catedraliciasm reverberando intensamente, los otros dos, de voz mas debil, repitieron el mensaje... La misma pose de dani, haciendo la teatral y estática reverencia... el estruendo de los acordes y el coro inundandolo todo...
y apareció el marqués, tan resplandeciente que parecía una joya, de tan recamados bordados en oro que portaba y una vez hubo llegado al altar, la música cambió por otra más suave, más femenina, más mágica... Y el séquito de 16 damas de honor comenzó a pasar ante ellos, luego sola en el centro caminaba Patricia, Hermosa, resplandeciente, como un Ángel venido del cielo... su rostro estaba tapado, pero sus sollozos eran claramente audibles, avanzaba al altar entre lágrimas de amargura... un batallón de pajes enanos sostenian la inmensa cola del vestido de Patricia... que finalmente llegó al altar...
En aquel momento las sienes de angel latieron con fuerza, todo le dio vueltas ante su vista nublada... se estaba clavando las uñas en las palmas de las manos y mordía su lengua hasta sangrar... estaba ocurriendo, había comenzado...
Y no se dió cuenta de más, porque calló desplomado, invadido por la ira y la desesperación, paseandose precariamente por el filo del barranco de la locura...
Cuando despertó vio a Pilar a su lado, que lo refrescaba echandole aire con sus manos, todo debía haber terminado ya porque el pueblo estaba vitoreando a los marqueses de Vila del Bou... Se puso en pie y los vio pasar de largo... Gonzalo saludando al pueblo, alzando el mentó orgulloso, Patricia encogida, casi siendo arrastrada por el que ya era su marido... aquello le dolio el el alma...
--¡Maldito seas Gonzalo de Aragón! ¡Maldita sea tu estirpe de malnacidos!- escupió al cielo y señaló - ¡Maldito tú por permitirlo!- Grito - Y maldito yo por no morir en este instante...- ahora si voz era un susurro sollozante.
Ángel cayó de rodillas en el suelo, llevando sus manos a su rostro comenzó a llorar amargamente... mientras la catedral se iba quedando desierta, le gente iba en busca de las mesas repoletas de viandad que habísn sido colocadas en los elrededores del templo.
De pronto una mano, que sintió amiga, se posó en su hombro, Pilar y Ángel miraron hacia aquel extraño que no lo era en absoluto, Era el gigante Daniel, y tras él caminaba berta.
-- ¿Hoy no tendrás ganas de fiesta verdad? - preguntó Daniel.
--Ninguna - respondió angel.
--Yo tenia pensado pasarme por Santa María del Mar, para hacer una visita a mi Padre... si quieres acompañarme...
Ángel aceptó, y los cuatro encaminaron sus pasos a la costa, hacia el born, hacia Santa Maria del mar. Tras la breve visita al túmulo del padere de Daniel aquel admirable Bastaixo se encaminaron a la playa, se sentaron en la arena y comieron de las castas que llevaban las mujeres...
De pronto Ángel comenzó a llorar.
--Por qué lloras -preguntó Daniel.
--Daniel, hoy es un día duro para nuestro amigo Ángel - dijo Berta- tiene motivos para llorar, y le sobran para regalarnos a nosotros...
--El mar... me recuerda a ella...
y la mirada de ángel se perdio en la inmensidad de las aguas, y por unos minutos nadie dijo nada más. Hasta que fue el propio Ángel quien rompió el silencio...
--Algunas veces desearía poder volar, como las aves, e irme lejos, muy lejos... más allá de donde alcanza la vista... más allá de los límites de la tierra - bajó la vista- Pero los payeses como yo estamos atados, encadenados de por vida a una tierra que trabajamos pero que no termina de ser nuestra... - agarró un puñado de arena, que levantó y dejó escapar entre sus dedos - no somos nada, como estos granos de arena que arrastra el viento, eso somos, marionetas en manos de otros...
sus amogis le miraban, como sin saber que hacer, no sabian si interrumpirle, si decir algo... solo sabian que aquellas melancolicas palabras tenian razon. Los ojos de ángel se clavaron en los de sus compañeros.
--Quiero verle muerto... - Los otros tres le miraron- ¿Y vosotros? - Asintieron-. Hagamos un juramento...
Los cuatro juntaron sus manos en el centro del espacio que quedaba entre ellos...
-- Por ver morir al marqués - dijo angel.
--Por que pague por sus pecadod - añadio Berta.
--Por verle sufrir como el ha hecho sufrir a personas inocentes - habló Daniel.
--Por verle arrastrado por el fango del oprobio - Pilar...
Ángel tomó de nuevo la palabra.
--Por que veamos nuestra sangre derramada que Gonzalo de Aragón pagará por todo lo que ha hecho ¿Jurais?
--Juramos -contestaron todos.
--Por vuestra vida?
--Juramos
--Por vuestro honor?
--Juramos
--Que el que rompa esta promesa se pudra entre las llamas de infierno...
-- Que así sea - terminó el juramento.
Aquella misma noche, en la que por las plazas de barcelona aún se veían hogeras y pequeños conatos de fiesta, en el palacio donde se alojaban Patricia permanecía tendida en el lecho, hablando con Berta:
--Búscale... Búscale y entregale esta carta... hazle ver que lo amo... que la lea, que se la lean, pero que sepa lo que dice, porque esas palabras encierran mi corazón y mi alma...
Berta fue a decir algo a su señore, pero no pudo, porque en ese instante entro Gonzalo en la alcoba, abriebdo violentamenta la puerta y tambaleandose completamente borracho.
Berta se retiró no sin lanzar una significativa mirada a Patricia, "lo hare" le decia silenciosamente. Una vez Berta hubo salido, Gonzalo se acercó al lecho...
Apestaba a vino...
--¿Como está mi mu... mu... mujjjjercitaa? - dijo sentandose en al colchón junto a ella.
-- Tal y como puedes verme - dijo Patricia en un tono duro.
--Ven aquí pre... prezosia - Ya no controlaba ni la lengua. La abrazó y trató de besarla, pero Patricia forcejeó y lo contuvo.
--Estas borracho ¡Eres un maldito cerdo!
--¡Seré un cerdo, pero tú eres mi esposa! - exclamó gonzalo, que arrebató a Patricia las colchas que la cubrían y agarrandola por los tobillos la obligó a tumbarse completamente.
--¡Dejame animal! ¡Nunca fornicarás conmigo! - dijo ella resistiendose.
Gonzalo se había puesto inestablemente en pie y nervioso trataba de aglojar los coldones de su ropa... con dedos torpes extrajo du miembro flaccido y obligó a Patricia a tocarlo, a masturbarlo para tratar de lograr una erección...
Ella lo hizo con asco, conteniendo la arcada, mirando hacia otro lado...
Gonzalo rasgó el camisón de Patricia y se tumbó sobre ella sujetandola por las muñecas... su miembro no estaba duro y tras un forcejeo no logró penetrarla. Patricia apretaba los dientes, sabía que era inutil gritar, nadie la socorrería...
Gonzalo se desplomó sobre ella, dormido, sin haber logrado consumar debido a su estado etilico... Patricis respiró aliviada, pero a la vez sintió asco por sentir el peso de Gonzalo sobre ella, ese miembro flaccido rozando sus muslos...
Como pudo se apartó de él y se acercó a la ventana, necesitaba aire fresco...
Sacó la cabeza por el hueco y vomitó... no pudo evitarlo, por suerte nadie pasaba por alli en ese instante. Comenzó a llorar... acababa de ser consciente del infierno en el que se había visto inmersa...
Esa noche se había librado, pero por la mañana el efecto del alcohol se habría disipado, y si Gonzalo se daba cuenta de que no había consumado... la forzaria al amanecer.
Su mente pensó rauda... se acercó al lecho y con una aguja de su labor se pinchó el dedo meñique y manchó con unas gotas de sangre las sábanas... rogó para que no se despertara y arañó la espalda de Gonzalo lígeramente, e´l ya tenía algunos arañazos por los brazos y señales de sus uñas, pero nunca venía de más algo más de decoración...
Se quedó lejos de él la mayor parte de la noche... pero cuando comenzaba a despuntar el alba, se introdujo en el lecho y fingió dormir. Pudo notar como él se arrimaba a su cuerpo y lasaba su brazo, aún dormido por su vientre...
Su estómago dio un vuelco... pero aguantó la arcada.
Minutos después Goonzalo de despertó y vio orguyoso las manchas de sangre, creyó a pies juntillas haber consumado y despertó a Patricia...
--¡Ja ja! mujer... ¡Que bien lo pasamos anoche! - la agarró con fuerza, casi con violencia la cara - ¿Te gustó preciosa?
--Me das asco ¡Jamás volverás a tocarme! - dijo ella fingiendo que la había violado - ¡Nunca volverás a acercarte a mi o pagarás las consecuencias!
--A si? -dijo Gonzalo - ¿Qué me harás?
--Trata de averiguarlo - la mirada de Patricia desprendia fulgores de ira y odio.
Gonzalo la abofeteó.
--¡Maldita niña insolente! - dijo airado - ¡Claro que no volveré a tocarte. Solo me he casado contigo por interés! Ohhh ¿Pensabas que te amaba? ¡Me das asco! - Mentía, él se sentia atraido por ella, pero si la boda fue por interés -. Pero gracias a esta unión tu padre se verá obligado a ayudarme en mis empresas...
Gonzalo se alejó frotandose las manos, abrio la puerta y antes de salir riendo como un desquiciado la dedicó una última mirada.
Berta se dispuso a cumplir el encargo de su señora, aun que tardó bastante en encontrar un momento propicio. Fue en el camino de regreso a Vila del Bou cuando al fin pudo escaparse y acercarse al carretón de Pilar, donde viajaba Ángel.
Sin mayor tardanza, sin mediar casi palabra le entregó, de la forma mas discreta posible la nota. Ángel entregó las riendas de la bestia de tiro a Pilar y se dispuso a leer lo siguiente…
>>Mi queridisimo Ángel:
Mi corazón se rompió en mil pedazos cuando me vi caminando hacia aquel altar, porque no eras tú quien me esperaba, porque no era a ti a quien iba a unir mi vida…
Espero, amor mío, que algún día puedas perdonarme… Te amaré siempre…
Tuya, Patricia.<<
Ángel sintió como su pecho se henchía de emoción, decidio responder a aquel reclamo, a aquella suplica de perdón de su Patricia, de su Ángel, de su todo…
En cuanto puso un pie en Vila del Bou, sin tan siquiera pasar por su casa encamino sus pasos hasta la posada taberna, esperó unos minutos a que apareciese Miguel y lo abordó…
--Necesito un pliego, pluma y tinta… se que tu tienes – miguel lo miró extrañado -. Es cuestión de vida o muerte…
--No hace falta que me expliques nada – le dijo Miguel apoyando su mano en el hombro del payés y haciendolo pasar – Es solo que me sorprende tu urgencia, solo eso…
--Necesito escribir una nota… es cuestion…
--Si, ya lo dijiste, de vida o muerte – le dijo entregandole los útiles de escritura - ¿Quién es ella?
Ángel no respondió, bajo la vista.
--Ya… Sin preguntas ¿No? Está bien, te dejaré solo para que escribas esa importante nota.
Y salio a la sala, donde sorprendentemente ya se había congregado un nutrido grupo de personas.
Ángel escribió la nota, que guardo en su pecho, bajo su camisa, y salio agradeciendo el favor, al camino, para buscar a Berta…
No la encontró, tres dias pasaron hasta que pudo entregarle a la muchacha la misiva… Berta, rauda se la entregó a su señora…
>>Amada Patricia, mi Ángel, mi todo…
No tengo nada que perdonarte, no tuviste elección… También mi corazón se deshizo en llanto y gritos desgarrados cuando te vi unida a él…
Mi alma se quiebra al pensar que es él quien yace contigo en el tálamo nupcial y no yo… Te amo, te amo, te amo…
Llorando por tu amor, Ángel.<<
Ella respondió veloz y se repitió el proceso, desgraciadamente, pasaba casi una semana entre carta y carta, ya que era difícil encontrar los momentos oportunos sin levantar la menos sospecha… y así fueron pasando lentamente los días, las semanas…
>>Mi amor:
Hoy he soñado de nuevo contigo, como antaño, antes de conocernos. Tus vigorosas manos recorrían mi piel, tus labios se regalaban con los mios…¡Ha sido tan real!
Solo quiero que sepas que nunca he yacido con este monstruo al que me hacen llamar marido… y él ha demostrado no tener mayor interés en mi…
Ansiando volver a ver tus ojos, te espera Patricia.<<
______________________________________________
>>Mi pequeña, mi sol…
Me has hecho el hombre más feliz de este mundo, sabiendo que no te han forzado, que conservas tu virtud… Desde aquel aciago día, el tiempo pasa más despacio, se eternizan las horas porque no dejo de pensar en ti, en como recuperarte en como tenerte…
Hoy he vuelto a la cala, a aquella cala donde descubrimos nuestro amor, donde conociste el mar… y, por un instante, me he sentido de nuevo entre tus brazos.
Mi alma languidece sin tus besos. Ángel<<
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>>Mi cielo:
Necesito verte, mi corazón tiene fuerzas para seguir latiendo porque guarda la esperanza de reencontrarse contigo… te amo, te necesito, tengo sed de ti…
Mis brazos añoran los tuyos, mis labios lloran tu ausencia, mi cuerpo reclama al fin conocer el tuyo…
Mañana Gonzalo parte hacia la corte, para tratar unos asuntos con su majestad… estaré sola, por favor confirma con unas letras tu presencia y lo organizaremos todo…
Ansiandote, Patricia…<<
Esta última nota fue inmediatamente contestada por Ángel, al que miguel le había regalado ya los utiles de escritura, pues les estaba dando él mejor uso.
Antes siquiera de que Berta hiciese amago de irse de su casa hacia el palacio, la respuesta ya estaba lista. Berta la recogio sonriente, desde que este juego comenzó su señora estaba más animada, ansiosa por recibir esos pliegos amarillentos que Ángel le hacia llegar…
Corrió por el palacio y al llegar a los aposentos de su señora, se sentón rauda en el lecho, junto a ella.
..¿Traes respuesta?
--Traigo, señora…
Y sacó el pliego de entre sus pechos para entregarselo a Patricia…
>>Mi estrella, mi reina.
No dudes ni por un instante que estaré a tu lado, aunque sea lo último que haga, porque te amo, porque eres mi aire y mi agua, mi pan y mi energía… la fuerza viva que nutre los campos mana de tu pecho y yo la ansio con toda mi alma…
Esperame, que acudire junto a ti…
Tu amante esclavo. Ángel<<
Patricia apretó la carta en su pecho y sus ojos se llenaron de ilusión… Rápidamente ella y Berta comenzaron a maquinar un plan…
Y llegó el ansiado día, ángel encamino sus temerosos pasos hasta la torre del Marques, donde le esperaba su amada. Llegó ya oscurecido a la puerta de las cocinas, donde le esperaba silenciosa la fiel Berta.
Le hizo pasar a la estancia, ahora desierta...
--Daniel está con el Marqués ¿Verdad?
Los ojos de Berta se llenaron de amor y anelo, asintió en silencio.
-- En palacio solo estamos los criados, la señora y yo... La guardia no molestará... nadie os molestará...
-- Berta, ¿tu crees que hacemos lo correcto?
--Lo que el amor guis puede ser arriesgado, pero siempre es correcto - dijo en un tono un tanto sombrio-. Si hay alguna novedad acudiré a avisaros... Ahora ¡Corred! ¡No perdais más vuestro tiempo en charlas insustanciales!
Y angel se lanzó al corredor, desierto, alumbrado solo por los tenues destellos de la luna que se colaban a traves de los ventanales. Detuvo sus pasos ante aquella puerta, su puerta... La unica entreabierta de la casa. Por la rendija le llegaba la tililante luz de las antorchas y candeleros.
Empijo suavemente el postigo, cuyos goznes chirriaron por el peso, y penetró al recinto de luz...
--Te esperaba ansiosa - dijo la cálida voz de Patricia -. Por un momento creí que ya no vendrías...
-- Prometí que estaría a tu lado, aunque fuera mi ultima accion en esta vida...
--Y has cumplido...
--No aún no...
Ángel se acercó tímidamente hasta el sillón que patricia ocupaba, lo rodeó y se colocó en cucliyas ante ella...
-- Cuando estoy contigo no puedo evitar sentirme pequeño, insignificante... tu belleza me abruma, la grandeza de tu ser me eclipsa y me encandila - dijo mirándola arrobado...
-- Por favor mi Ángel, mi cielo... tú eres hermoso - dijo obligandolo a ponerse en pié, lo mismo que ella hizo. frente a el agarró sus manos - tú eres grande y bello, noble y leal... - besó los dedos de sus encayecidas manos - y solo a ti te amo...
--Me amas - dijo él acercandose mucho el rostro de ella, con claro gesto de enamorado - y debería estar feliz... y sin embargo sufro... sufro por no tenerte, por no poder estar a tu lado, por no poder hacerte feliz cada tarde despues de las comidas... Vivo porque me amas y muero porque te amo...
--Guarda silencio - dijo poniendo sus dedos sobre la boca de ángel- guarda silencio y no pierdas mas el tiempo... no permitas que los dedos del alba nos roben este instante amor mio... - condujo los dedos de ñel hacia su escote - No pienses más, no temas, se valiente ...
--Soy valiente - repitio él.
--Hazme el amor...- pidió casi suplicante Patricia, al tiempo que cerraba los ojos-. Hazme tuya... Hazme vibrar como a las cuerdas de tu laud... sou tuya, soy un instrumento en tua manos y solo tu debes tañir mis cuerdas...
Ángel se mostraba nervioso, quizas tímido...
--Patricia yo...
--Haz música con tus manos, deja que tu cuerpo toque en mi la mas hermosa de las melodías...
Y no hicieron falta más palabras de aliento, no se demostraron más dudas... el tiempo corria en su contra y ellos, solo querian amarse por toda la eternidad.
Sus labios se encontraron de nuevo, en un magico y calido beso, en el que entraron en juego sus lenguas, pero mucho más, porque sus almas irrumpieron en aquella danza, complicando el ritmo, haciendolo más intrincado, y sus cuerpos se unieron, sus manos comenzaron a explorarse, a arrancar sus ropas...
Era un momento lleno de avidez, pues llevaban demasiado tiempo necesitandose, pero a la vez pausado, la lujuria, presente, por que negarlo, dejaba paso sin complicaciones a la ternura y el amor... Pronto estuvieron los dos desnudos, sin tapujos ni ropajes que los diferenciaran, admirandose mutuamente como si el otro fuera el ser más perfecto que jamás hubiera visto el uno...
y de pronto Patricia rió...
-- ¿Por que ries? - dijo Ángel extrañado...
-- tu... cosa - dijo Patricia, ruborizandose y señalando el miembro de ángel - me está señalando...¿es normal que esté así?...
--¿No...bueno, si, en esta situación si... - Ángel se ruborizó ligeramente - ¿Nunca habias visto ninguna?
-- la de gonzalo - dijo Patricia desviando la vista - pero no era ni por asomo así... la... la tuya es grande... enorme -dijo conteniendo la risa - y parece... dura.
--lo está...
--Puedo... -dijo Patricia alargando tímida, pero a la vez curiosa su mano.
--¿Tocar? Por supuesto... soy todo tuyo - Al ver que Patricia no terminaba de decidirse, en un gesto de osadía, Ángel condujo la mano de ella hasta su miembro, Patricia primero lo tocó tímidamente con la punta de sus dedos y se ruborizó al instante... pero al ver que el rostro de Ángel denotaba confianza, pronto lo agarró y lo palpó con seguridad, incluso lo acarició...
--Está duro...
--Te lo dije
--Y caliente - añadio ella con timidez -. me gusta...
--De eso se trata - dijo Ángel, agarrando la mano de Patricia -. Pero si lo sigues acariciando de esa manera, la fiesta terminará demasiado pronto...
Patricia hizo amago de retirar su mano, pero él no la dejó, la atrajo hacia si y la besó en los labios, al tiempo que acariciaba el centro de placer de ella, que sin poder contenerse gimió y mordió el labio inferior de él.
Patricia hizo amago de retirar su mano, pero él no la dejó, la atrajo hacia si y la besó en los labios, al tiempo que acariciaba el centro de placer de ella, que sin poder contenerse gimió y mordió el labio inferior de él.
-- Esto... es... todo... asi??
--Es incluso mejor - respondió Ángel.
--Enseñamelo - Dijo Patricia con la voz entrecortada. Ángel la cargó en sus brazos mientras besaba su cuello y sus senos... Patricia estaba descubriendo un inmenso mundo de nuevas sensaciones, a cada cual más placentera y sorprendente. La depositó con delicadeza en el lecho, besandola, recorriendo la linea imaginaria que unia sus labios con su pecho, su hombligo, su centro...
Ángel atacó su centro mismo de placer con su lengua.Patricia suspiró fuertemente al tiempo que habria desesuradamente los ojos debido al placery a la sospresa...
Ángel continuaba su labor, sin tregua, sin desfallecer... cada roce de su lengua y sus dedos en el clítoris de ella se traducía en un pequeño brinco de su cuerpo, que reaccionaba se manera subita a los estímulos...
En un momento dado Ángel ejerció succión en su clitoris y patricia gimió, agarrandolo por la nuca y manteniendolo en ella, prolongando aquella nueva, excitante, calida y erótica caricia...
-- No... se qué... me haces.... - gimio de nuevo - pero me estas matandoooooooaaaa AAAAAAAHHHHH
El cuerpo de patricia comenzó a sentir grandes oleadas de un placer nunca antes imaginado, se contrajo, apretó más la cara de Ángel contra su sexo y clavó los pies y la cabeza en el lecho... Arqueandose, alzando sus caderas incontroladas, corcovando y gorgeando de placer, gritando, gimiendo... Aquella había sido la mejor experiencia de Patricia(tambien la primera) y creia haber llegado al cielo...
Se dejó caer desfallecida en el colchón. Ángel se limpiódiscretamente y repto por sobre el cuerpo de ella hasta llegar a sus labios... que besó con ganas, casi con ira, y fue correspondido con la misma intensidad...
--Dime...- Patricia respiraba co dificultad - Es todo an intenso??tan... tan agradable??
Ls dudas de Patricia era razonables, ansiaba a la vez que temia el momento que se avecinaba...
-- Es mejor...y estas a punto de descubrirlo...
Se miraron a los ojos durante unos instantes, y volvieron besarse, a fundir sus labios, sus cuerpos y sus almas en una sola, nueva, grande y perfecta... Ángel se despegó de los labios de ella,sonrió y atacó los pezones de Patricia... que esperaban duros, erectos... espectantes y avidos de estímulo...
Ella se retordió de nuevo, estaba feliz y sobreexcitada por las caricias, mordiscos y besos que ángel le propinaba en todo el cuerpo...
Hub un momento, en que sin saber muy bien por qué, sintió la necesidad de abrirse, de separar las piernas, lo hizo por instinto, y se estremeció, temblo de arriba a abajo al darse cuenta de que había facilitado el ingreso de Ángel an su cuerpo...
Y tenía miedo, pero lo estaba deseando...
Hacía tiempo que habían dejado de correr, ella ya había perdido el aliento. Ahora caminaban, cuando llegaron a cierto punto, antes de doblar el ultimo recodo Ángel se detuvo y la miró a los ojos.
--¿Confias en mi?
--Más que en nadie de este mundo.
Él asintió y rasgando la tela de su ropa, saco una tira con la que tapó los ojos a la chica…
--Pero así no puedo caminar – dijo ella.
--No te hará falta – y con las mismas la cargó en brazos, recorriendo asi en ultimo trecho del camino. Ella notó como descendían una pendiente y una Sueve brisa revolvió su cabello… un olor especial llegó hasta su nariz, no lo reconocía, no sabía donde estaba…
Ángel la dejó en el suelo, la rodeó por la espalda y susurró al oido…
--¿Estás preparada?
--Sí – dijo ella sin saber muy bien a qué.
Entonces ángel quitó ta venda, dejandola caer… Ante los ojos de la muchacha se abrió la inmensidad azul del mar, que se extendía hasta hacerse uno con el cielo…
El juego de luces y reflejos del atardecer sobre las aguas ofrecía un espectáculo insuperable para la vista.
--¿Esto es…?
--El mar…
--Es enorme y hermoso…
Ella se volvió hacia él, una lágrima pugnaba por resbalar sobre su delicado rostro. Ella estaba notablemente emocionada… Se abrazó intensamente a él, hundiendo el rostro en su cuello.
--No es tan hermoso como tú Patricia…
Ella se separó bruscamente de él y lo miró a los ojos…
--Sí, se quien eres… tu forma de moverte, tus manos suaves y delicadas no son las de una criada… el tacto de tu piel, la forma de tus labios… todo es único en ti, todo es especial y maravilloso…
Ella lo miraba desconcertada, casi con miedo…
--¿No… No te importa?
--¿Te importa a ti?
Patricia negó con la cabeza… se abrazó de nuevo a él, rompiendo en llanto…
--Ángel… nunca me he sentido así, nunca… cuando me besas tú siento como si un millón de mariposas revoloteasen en mi estómago… como si el tiempo se parase en ese instante… me siento feliz… cuando me besa él, las pocas veces que lo ha logrado, solo siento asco… de él y de mi misma…
--Shhhhhhhhhhhh… calla mi niña, no pienses en eso ahora – Ángel trataba de reconfortarla, la sentó en la arena y de nuevo la rodeó entre sus brazos -. Te quiero…
--Te amo –respondió ella – te amo y te maldigo – lloraba al hablar, pero no se separaba de él ni un milímetro – porque se que esto no es posible… que no nos está permitido este amor… porque eres el hombre más maravilloso de la tierra y ahora que te he conocido, que he probado tus besos, no podré vivir sin tenerte a mi lado, sin sentirte junto a mi…
--Patricia –susurraba él -. En esta vida nada hay imposible…
--¡Sí lo hay! Por más doloroso que nos resulte, sí lo hay…- sollozó de nuevo -. En unas semanas me caso con ese… con ese… ¡Monstruo! Y nadie podrá impedirlo… Él no lo consentirá… y le he visto mandar desollar vivo a un niño por derramar un poco de vino en su mesa… no quiero imaginar lo que sería capaz de hacer si…
Ángel acalló de una sola vez palabras y llanto, sus labios buscaron los de ella, uniendolos en uno solo, se besaron tiernamente…
--Llévame… llévame contigo, llévame lejos de aqui, donde nadie nos encuentre...– dijo ella suavemente a su oido -. Soy tuya y de nadie más…
Ángel sin mediar palabra la cargó de nuevo en sus brazos y puso rumbo a su casa, por el camino no hablaban ya que ella le había rodeado el cuello con los brazos y lo besaba, en la cara, los labios, el cuello…
Cuando llegaron a casa de Ángel ya había oscurecido. Entraron besándose, acariciandose… no hubo palabras solo miradas de amor, de necesidad y de miedo, si de miedo.
Porque los ojos de ella parecían gritar de deseo hacia él y de pánico por lo que estaban a punto de hacer. Ella era doncella, no había conocido varón, y se suponía que asó debía ser hasta su matrimonio, sin embargo allí estaba, a punto de entregarse a un payes del que se había enamorado como una colegiala.
Las manos de ambos recorrían sus cuerpos en un baile nervioso. Él la guió hasta el lecho.
--¿estás segura?
--Tengo miedo…
--¿Por qué?
--De hacer esto, de que Gonzalo se entere y tome represalias, voy a ser su mujer… si no llego…
--¿Quieres hacerlo?
--Quiero ser tuya intensamente, pero temo por ti.
Ángel la miró, besó su rostro y se apartó.
--Si no estás segura del todo será mejor esperar…
Ella sonrió. Caminaron hacia la sala, de pronto Ángel se dio cuenta, al ver a Patricia y a la virgen juntas… Sus rasgos, eran iguales… Ella miró haciia donde miraba él y se sorprendió…
--Creo que estabamos destinados a conocernos desde hace tiempo…
--¿Por qué dices eso?
--Yo te vi en mis sueños, llevo meses soñando contigo, con tu rostro, con tus manos… y tú, tú tenías esta imagen que es una réplica perfecta mía… es todo tan…
--¿Fascinante?
--Iba a decir inquietante, desconcertante incluso… pero si, fascinante…
Seguían hablando cuando la puerta se abrió de par en par, apareció Daniel, sin aliento.
--¡Ángel, tienes que ayudarme! ¡Doña Patricia a desaparecido y debo encontrarla antes de que el marques se de cuenta de su ausencia! Berta la está cubriendo pero…
Ángel lo miraba fijamente, de pronto Danaiel se dio cuenta de que su amigo no estaba solo. Miró a la mujer y abrió la boca, sin palabras.
--Estoy aquí –dijo Patricia dando un paso al frente.
--¿Qué significa esto? – preguntó Daniel a su amigo, que no supo responder.
--No es momento para preguntas – dijo Patricia -. Regresemos a casa antes de que la cosa empeore.
Ella parecía resuelta, pero nada más lejos de la realidad, miró a Ángel rota, deshecha, suplicandole con la mirada… pero él nada podía hacer en ese momento y los dos lo sabían.
Ángel los vió alejarse, sin poder hacer nada, sin poder despedirse de ella...
Cuando Patricia y Daniel llegaron a casa del marqués ya era noche cerrada. Entraron por la puerta de las caballerizas tratando de no ser vistos. Caminaban ya por el corredor cuando una chica que les pareció Berta cruzó como una exalación junto a ellos, perecía estar llorando.
Daniel se extrañó, pero siguió caminando, escoltando a Patricia hasta su alcoba. Al entrar en la habitación se llevaron una desagradable sorpresa, el marqués estaba en el centro de la estancia, sujetando una vara flexible en la mano y con la mirada iraculda.
--¿¡¿Quien la ha encontrado?!?
Daniel bajó la mirada...
--Yo señor marqués...
--¿Dónde estaba?
Por un momento Daniel pensó en decir la verdad, estuvo a punto de responder impulsivamente, pero entonces recordó la cara de felicidad que tenía su amigo suando los encontró juntos... ¿Era posible que angel amase a Doña Patricia? No lo sabía, pero no quería hacer daño a su amigo...
--En el bosque... creo que se había extraviado...
Patricia lo miró agradecida, el marqués miró a su prometida...
--Yo... salí a dar un paseo y me perdí...
-- ¡¡¡Sabes que te está prihibido salir de la casa, y mucho menos sola!!!
Estaba tan furioso que escupía al hablar. levantó la vara, iba a descargarla sobre patricia... En aquel momento la mano de Daniel sujetó la muñeca del marqués en alto, en un gesto temerario por parte del criado. Gonzalo lo miró furioso...
--Ahora no - susurró daniel - no antes de la boda...
--¿Que? - gritó gonzalo.
--Si ella se queja y su padre anula el enlace quedareis como un patán ante el pueblo y la corte... ¡Esperad a la boda! Tras ella podreis hacer lo que querais con vuestra esposa... será vuestra...
Las palabras de Daniel parecieron causar efecto en el marqués que bajó la mano y se calmó. Patricia miraba con recelo a Daniel, casi con odio... si ella supiera lo que le habia costado al muchacho pronunciar esas palabras, él mimsmo se dio asco al escucharse, pero lo hizo npara evitar que fuera agredida... porque él ya sabía de los límites, o la ausencia de los mismos, del marqués en lo que a violencia se referia...
--¡Encadenadla a la cama! ¡Que no vuelva a salr sin mi consentimiento!
Daniuel miró a Patricia, suplicandole comprensión. ella esquivó su mirada. Patricia fue encadenada en presencia de Daniel...
--Podreis encadenar mi cierpo... pero nunca lograreis encadenar mi corazón... ¡Mi amor nunca será para el marqués! ¡Nunca!
gritó patricia.
--Eso espero - susurró Daniel, pero lo suficientemente fuerte como para que Patricia pudiese oirlo -. Eso espero...
y salió de la habitación. Se encaminó a las cocinas... cuando llegó las criadas estaban muy agitadas, una de ellas se plantó ante él.
--No entres - el la apartó bruscamente -. ¡No deber verla asi!
Daniel entró en la cocina, sobre la mesa, boca abajo y con las ropas abiertas estaba Berta. Envuelta en un mar de lágrimas y gritos de dolor. Su espalda estaba abierta en multitud de surcos rojos, sangrantes... el marqués... la había destrozado la espalda, la tenía en carne viva. Daniel se precipitó hacia la mesa y se agachó junto a Berta.
--Dios santo ¿Te lo ha hecho él? - ella gimió -, ¿Te ha descubierto verdad? - gimio de nuevo.
Daniel agarró la mano de ella y la besó con delicadeza, luego la apretó...
--Te juro que pagará por ello... Tarde o temprano pagará por sus pecados...
Una de las criadas mas ancianas se acercó a Daniel y lo apartó un poco.
--No somos capaces de curarla... no sabemos como... - berta aulló - Busca a alguien que pueda ayudarnos...
Daniel no se lo pensó, besó a Berta en la húmeda frente y salió disparado en busca de alguien... ¿un médico? no disponian de uno en Vila del Bou ¿Barbero corujano? ese carnicero ya estaría borracho... ¿a quien recurrir?
En esos pensamientos estaba cuando se topó de frente con ella.
--Pilar... tal vez tú puedas ayudarme...
--¿Que te ocurre Daniel? Te veo desesperado ¿Qué es lo que necesitas?
--¡Se trata de Berta! ¡El marqués la ha azotado, tiene la espalda deshecha y no sabemos como curarla!
Sin saber por qué, en la conversación que habían tenido antes en la taberna había aparecido la confianza, los dos pensaban que el otro era de fiar, por eso ahora Daniel le pedía ayuda.
-- Has tenido suerte, tengo experiencia en ese tipo de heridas... Creo que podre ayudarte, no será la primera vez que cure una espalda azotada...
--¿Estás segura?
Pilar le mostró la espalda.
--Y al igual que yó muchas compañeras a las que ayudé a curar... como ves, no solo los nobles azotan a las mujeres...
y en silencio, pero a paso veloz los dos emprendieron la marcha hacie la casa del marqués. Al llegar entraron a las cocinas, donde estaba berta, igual que cuando Danuel se había ido, llorando por el dolor. En seguida Pilar se hizo cargo de la situación.
--Traedme vino, agua caliente y paños limpios...
Nadie parecía moverse hasta que Daniel bramó con su potente vozarrón.
--¡¡Hacedla caso o todas terminareis igual que berta!!
Las criadas comenzarpn a moverse...
-- ¿Teneis agua de azahar? - una de las criadas asintió -. Traedla ¡Rapido!
Cuando consiguió todo lo solicitado enjugó la espalda de Berta con el agua y los paños, limpiando los restos de sangre seca y coagulada, porteriormente restañó la herida con ayuda del vino, cuyo alcohol hizo estremecerse a Berta y finalmente la calmó con agua de azahar, que supuestamente tenía propiedades analgesicas...
--Ahora traedme unas vendas limpias ¡Rápido!
De nuevo todas las mujeres estaban paralizadas, esta vez no por duda o desprecio...
--Haced lo que se os pide.
Era la voz del marqués, que había aparecido en la sala y estaba observando silencioso la escena, con el ajetreo no habían reparado en él Daniel ni Pilar, pero no así el resto de la servidumbre. CUmpliendo la orden del marqués las vendas limpias fueron traidas y la espalda de Berta envuelta con cuidado.
Daniel se llevó Berta al dormitorio, la mujer permanecía sorprendentemente tranquila.
--¿Quien sois? - preguntó el marqués - ¿Qué haceis en mi casa?
-- Soy Pilar... He venido porque se me ha requerido para curar a una herida...
--Pero no sois más que una ramera... - sentenció el marqués acercándose a ella -. Y muy bella por cierto.
Se acercó más y sujetó el rostro de pilar con una mano, mientras con la otra escrutaba las faldas de la mujer.
--¿Está el marqués buscando desahogo? - dijo Pilar desafiante.
--¿Está esta furcia dispuesta a proporcionarmelo?
Pilar no podía evitar sentir asco y odiio hacia aquel homobre, pero recordó lo que era y resignada se sentó en la mesa, se arremangó las faldas y se abrió para él.
El Marqués la poseyó en las coninas, de una manera humillante, salvaje y cruel, como él era. >Cuando hubo terminado con ella, se sintió la mujer más humillada del planeta.
--No te vayas muy lejos de esta casa - dijo gonzalo antes de abandonar la sala -. es muy posible que vuelvas a hacerme falta...
Pilar se quedó en silencio, Daniel salió de un arco camuflado entre las sombras, con la mano sore su daga.
--¡Ese malnacido! ¿Te ha forzado?
--Daniel - dijo ella - recuerda lo que soy...
el asintió.
--Algún día pagará por todo...
--Y ese día está cerca - dijo pilar altanera-. dejame que me gane su confianza y...
Pilar remató la frase lanzando una ciruela madura contra la pared, la fruta de fragmentó en mil pedazos. Pilar comenzó a reir, sus ojos parecían desprendes fuego...
Los trozos de ciruela resbalaban pesadamente por las piedras del muro. Pilar seguía riendo…
La rutina invadió la vida de los habitantes de Vila del Bou, Patricia encadenada a su cama, languideciendo de soledad; Ángel trabajando sus campos y su caza taciturno, sin hablar casi con su amigo Daniel, al que cada vez le costaba más estar cerca del Marqués…
Gonzalo seguía tan cruel como siempre, desahogando ahora sus necesidades en Pilar, que seguía maquinando un plan y había llegado a entablar una cierta amistad con Berta, que al fin había reconocido que se había enamorado de Daniel…
El resto de habitantes del pueblo poco había cambiado, Miguel seguia con su posada, junto con hortensia la viuda, Roberto continuaba vendiendo sus caldos, Tino, el panadero se levantaba antes que el sol para hacer su masa… El pobre secretario del marqués, Alberto, seguia pareciendo fuera de lugar allá donde fuese su señor…
Las únicas novedades aparentes habían sido el cambio de actitud de Jose, que pasó de ser un chico medio tonto y problemático a un chico medio tonto que admiraba como a un ser mitológico a Ángel… el único que se había enfrentado a él, dejandole en su lugar… y la verdad es que no perdía la oportunidad en cantar las alabanzas a Ángel, a su fuerza, a su bravura…, podeis imaginar.
La otra noticia fue la llegada de un joven fraile, aparentemente venido para ayudar a preparar los esponsales que estaban proximos, digamos que era el encargado de limpiar la negra alma del marqués… duro trabajo tenía el muchacho, ese tal Mario, que era de buen comer y mejor humor…
Y así, entre monotonía y tedio fueron pasando las horas, los días, las semanas… y finalmente llegó aquella mañana, tan ansiada por unos y tan temida por Ángel.
El día despertó claro, era señal de hielos, noviembre, este año especialmente cruel, de presentaba mediado cuando de madrugada, abrigado lo mejor que podía, Daniel golpeó tres veces su puerta.
Cuando ángel abrió, Daniel apareció tapando el hueco, con la altura del individuo y envuelto en ropas gruesas como estaba resultaba más imponente de lo habitual. Cuando habló una columna de vaho se elevó desde su barbado rostro al cielo.
-- Sabes que día es hoy ¿Verdad?
--Claro que lo se – dijo ángel bajando la vista -. Hoy es el primer día del fin de mi vida…
--¿Por qué dices tales cosas? – Daniel se veía compungido. Entró en la casa para resguardarse del frío y su amigo cerró el postigo.
--Porque es lo que siento… Daniel, tú no lo comprendes… Hoy se casa con otro hombre la mujer a la que amo… Nunca te he contado esto, pero… ¿recuerdas mi virgen?
--¿La que encontraste en el campo?
--Sí, esa misma… ¿Reparaste en el parecido con Patricia?
--Si, bueno… tienen un cierto aire similar…
--Son idénticas… y mi obsesión con la figura, esa obsesión que me comía las entrañas los primeros días… no era obsesión, era amor, amor hacia la imagen, pero no a la virgen, si no hacia Patricia… al mirarla sentía que mi vida debía hacerse una con la suya y al principio eso me turbaba, me hacía sentir mal… hasta que la conoci… hasta que vi a ese ángel caido del cielo… ¡La amo! ¿Lo entiendes? ¡La amo! Y nunca más podré ser feliz sin ella…
Mientras tanto, en el palacio se producía una escena similar.
Berta se acercó a su señora, cargando con la fuente donde portaba su desayuno. Patricia lloraba tendida en la cama, tan absorta en su dolor que no se percató de cuando fue liberada de sus cadenas.
Berta se sentó a su lado…
--Mi señora – dijo retirando un mechón de pelo del rostro de Patricia - ¿Comereis algo?
--No quiero comer, quiero dejarme morir de hambre…
--¿Pero no sabeis que día es hoy?
-- El día más aciago de toda mi existencia… el día que me privara por siempre del amor verdadero y de cualquier posibilidad de ser feliz… ¡Desearía tanto que hoy terminasen mis días!
--No digáis tales cosas… tal vez seais feliz con el marqués – Ni Patricia ni Berta creian esas palabras-. Tal vez no os reclame como espora en el lecho – eso ya era otra cosa -. Pues para esos menesteres ya cuenta con Pilar…
--Me da pena, es una buena mujer… No no seré feliz jamás, porque ya no tendré el hombre que amo…
--¿Seguis con eso? Señora, es un joven apuesto y fornido… pero no es para vos… ¿Para una aventura? Quizas… pero…
--Berta, esta vez no es capricho…
--Lo se, solo trato de autoconvencerme para convencerla a usted…
--¿Convencerme de que? ¿De que me olvide del unico ser al que he amado sin reservas? ¿de que deje de lado al hombre que, ye sea Dios, ya sean los hados del destino pusieron en mi mente y en mis sueños antes siquiera de conocerle? No, Berta, no puedes pedirme que renuncie a ese amor…
--¡Cómo sabeis que es el hombre con quien soñasteis?
--Su rostro, su bello rostro es igual al de mis sueños, con esas pecas… esos ojos melancolicos y profundos… su mirada puede leer en mi como lo hacia la de mis sueños… y sus manos… Soñe… ¡Soñe que sus manos me recorrían! y si, en mis sueños tambien eran las de un campesino, un payés como dicen en estas tierras ¡pero hacían que mi piel se tornase de gallina, transformaban mis carnes en una masa trémula!… y sus manos reales ¡con solo una caricia lograron eso y más, mucho más!… ¿Aún dudas de que sea él?
--No lo dudo, pero…¿Podreis olvidarlo?
-- ¡Nunca! ¡Nunca! Antes morir… - dijo Patricia entre lágrimas -. ¡Lo amo! ¿Lo entiendes? ¡Lo amo! Y nunca más podré ser feliz sin él…
Poco después, cuando el sol hería con sus primeras saetas de luz la oscura piel de la noche helada, la comitiva partía hacia Barcelona…
Vila del Bou en pleno había sido convocada para asistir a los desposorios de su señor, con la clara misión de vitorearle o arroparle, bajo pena capital claro, en tal crucial momento.
Daniel se vió obligado a marchar la mayor parte del trayecto junto al marqués, pero de vez en cuando descolgaba su cabalgadura hasta la altura del carro de Pilar, donde viajaba también Ángel…
Ángel permanecía en silencio, rumiando en su interior en dolor ulceroso que le producía aquella jornada triste, pero no podia evitar que sus ojos gritasen angustiados, voceando su pesar a los cuatro vientos. Pilar trató de reconfortarlo una última vez…
--Lo que no puede ser no puede ser… debes resignarte…
--¿Tú lo harías?
--Yo lo hice hace demasiado tiempo…
--¿Y?
--Fue el mayor error de mi vida – aquellas fueron las últimas palabras del trayecto.
Poco después estaban entrando ya en la bella y grandiosa ciudad de Barcelona, curiosa, si duda, rodeada de muros por tres de sus flancos, pero irrealmente desprotegida por el mar… ¿Nadie había pensado levantar un muro a lo largo del litoral? No tenía por que ser tan potente como en resto, pero… ¿esperar asi los ataques… a Porta gayola?
Sin saberlo Daniel y ángel iban dando vueltas a la misma idea sobre la ciudad, quien sabe, quizás en unos años alguien levantase ese muro… y en unos siglos todo aquello estaría irreconocible… seguro que hasta y habría puerto… y más de uno, en unos siglos… y no como entonces que las naves debían embarrancar en las arenas de la playa.
Pero a pesar de sus carencias defensivas o logisticas, Barcelona desprendía un aura, un encanto especial, algo que hacía que te enamorases de la ciudad nada más poner un pié en ella, que deseases volver tras recorres algunas de sus calles y que deseases pasar el resto de tus días allí tras conocerla al completo…
Y esa aura mágica, estaban seguros los dos amigos, no haría si no incrementarse con el paso de los años.
Poco después, tras atravesar los muros, recorriendo algunas calles llegaron a los alrededores de la Catedral de santa Eulalia, magnifica en toda su obra excepto en la fachada de los pies, inconclusa y precariamente cerrada con un muro de mampostería… curiosamente habían conservado el portal románico del templo anterior.
Entraron al recinto por una puerta lateral, la llamada de San Ivo, que hacía las veces de entrada principal… Daniel les había conseguido sitio en el interior del templo. Cuando entraron se quedaron maravillados por la altura de las bóvedas , casi iguales, pero que inundaban el interior del recinto de una luz maravillosa, se acomodaron como pudieron, unos en el templo, otros en los alrededores… aún faltaban horas para el inicio de la ceremonia. Daniel los dejó acomodados y se encaminó a la entrada, donde debía esperar a los contrayentes para anunciar su llegada…
Pilar miró a Ángel, ambos compungidos. Y se dio cuenta por primera vez del bulto que llevaba consigo.
--¿Que traes?
-- Un regalo de bodas para el marqués…
Pilar lo miró preocupada, aquel tono no le había gustado en lo más mínimo…
Pilar miró a Ángel, ambos compungidos. Y se dio cuenta por primera vez del bulto que llevaba consigo.
--¿Que traes?
-- Un regalo de bodas para el marqués…
Pilar lo miró preocupada, aquel tono no le había gustado en lo más mínimo…
--Ángel¿qué has traido? sabes que no vas a poder acercarte...
--Y no hará falta - dijo Ángel mientras desenvolvía el bulto, pilar apreció la cebeza de piedra de la imagen mariana y suspiró aliviada, pero Ángel continuó abriendo los paños y la lividez invadió en rostro de Pilar, entre los paños, disimulada contra la espalda de la virgen estaba la ballesta de Ángel, cargada, esperando a ser disparada.
--¡Estás loco! ¿Quieres suicidarte? si haces eso no saldrás vivo de la catedral...
los ojos de ángel miraron a Pilar sin comprender...
--No puedo permitir que se casen... no puedo...
--Ángel, Por Dios, piensa... sabes que odio al marqués casi tanto como tú... que Berta y Daniel sueñan con aniquilarlo... se está ganando enemistades incluso entre el seno de sus ayegados... ¡Hasta Alberto, su secretario, se le está volviendo poco a poco en contra! Pero tenemos un plan y ese plan pasa por la boda... Por favor ángel n o lo estropees ahora...
--quiero verle muerto...
--Y le verás... muerto y devorado por los pajaros carroñeros... ahora esconde eso que viene jose...
--Jose? Dios , que querra ahora!
--No lo se pero ya sabes que desde que le pegaste te sigue a todas partes...
Jose llegó, con su paso torpon y su mirada ppoco viva hasta donde estaban ellos...
--Hola Pilar, hola Ángel - bajó los ojos y estrujó su gorrito entre las manos - ¿Puedo ponerme aqui?
--Claro sientate...
--Si, pero no molestes - añadió Pilar.
Pasó bastante tiempo, hacía rato que el interior de la catedral estaba calmado... las naves laterales para la plebe, muy pocos sentados, la mayoria en pie, medio hacinados... la asistencia del vulgo había sido expreso deseo de Gonzalo. Las naves centrales, para la nobleza... por cierto algo escasa, el marqués tampoco tenía grandes relaciones con la aristocracia catalana.
Minutos, eternos minutos, angel ya no sabía que hacer para mantener su mente distraida, Pilar hacía tiempo que había echado a Jose porque no dejaba de tararear una molesta musiquilla... De pronto un estruendo invadió el templo, la procesion de introito comenzó, el obispo bajo palio, incensarios abriendo la marcha, perfumando en insalubre aire de humanidad... al llegar al altar, de espaldas a la "grey" el sacerdote comenzó con una breve retahila en latín y pronto se abrieron las puertas de la catedral...
se reprodujo una escena similar a la acontecida en Vila del Bou, solo que esta vez Daniel era el vocero principal e iba acompañado de otros dos, ataviados con algo menos de lujo. Daniel en la Nave principal, los otros en las laterales... La penetrante voz de Daniel invadió las bovedas catedraliciasm reverberando intensamente, los otros dos, de voz mas debil, repitieron el mensaje... La misma pose de dani, haciendo la teatral y estática reverencia... el estruendo de los acordes y el coro inundandolo todo...
y apareció el marqués, tan resplandeciente que parecía una joya, de tan recamados bordados en oro que portaba y una vez hubo llegado al altar, la música cambió por otra más suave, más femenina, más mágica... Y el séquito de 16 damas de honor comenzó a pasar ante ellos, luego sola en el centro caminaba Patricia, Hermosa, resplandeciente, como un Ángel venido del cielo... su rostro estaba tapado, pero sus sollozos eran claramente audibles, avanzaba al altar entre lágrimas de amargura... un batallón de pajes enanos sostenian la inmensa cola del vestido de Patricia... que finalmente llegó al altar...
En aquel momento las sienes de angel latieron con fuerza, todo le dio vueltas ante su vista nublada... se estaba clavando las uñas en las palmas de las manos y mordía su lengua hasta sangrar... estaba ocurriendo, había comenzado...
Y no se dió cuenta de más, porque calló desplomado, invadido por la ira y la desesperación, paseandose precariamente por el filo del barranco de la locura...
Cuando despertó vio a Pilar a su lado, que lo refrescaba echandole aire con sus manos, todo debía haber terminado ya porque el pueblo estaba vitoreando a los marqueses de Vila del Bou... Se puso en pie y los vio pasar de largo... Gonzalo saludando al pueblo, alzando el mentó orgulloso, Patricia encogida, casi siendo arrastrada por el que ya era su marido... aquello le dolio el el alma...
--¡Maldito seas Gonzalo de Aragón! ¡Maldita sea tu estirpe de malnacidos!- escupió al cielo y señaló - ¡Maldito tú por permitirlo!- Grito - Y maldito yo por no morir en este instante...- ahora si voz era un susurro sollozante.
Ángel cayó de rodillas en el suelo, llevando sus manos a su rostro comenzó a llorar amargamente... mientras la catedral se iba quedando desierta, le gente iba en busca de las mesas repoletas de viandad que habísn sido colocadas en los elrededores del templo.
De pronto una mano, que sintió amiga, se posó en su hombro, Pilar y Ángel miraron hacia aquel extraño que no lo era en absoluto, Era el gigante Daniel, y tras él caminaba berta.
-- ¿Hoy no tendrás ganas de fiesta verdad? - preguntó Daniel.
--Ninguna - respondió angel.
--Yo tenia pensado pasarme por Santa María del Mar, para hacer una visita a mi Padre... si quieres acompañarme...
Ángel aceptó, y los cuatro encaminaron sus pasos a la costa, hacia el born, hacia Santa Maria del mar. Tras la breve visita al túmulo del padere de Daniel aquel admirable Bastaixo se encaminaron a la playa, se sentaron en la arena y comieron de las castas que llevaban las mujeres...
De pronto Ángel comenzó a llorar.
--Por qué lloras -preguntó Daniel.
--Daniel, hoy es un día duro para nuestro amigo Ángel - dijo Berta- tiene motivos para llorar, y le sobran para regalarnos a nosotros...
--El mar... me recuerda a ella...
y la mirada de ángel se perdio en la inmensidad de las aguas, y por unos minutos nadie dijo nada más. Hasta que fue el propio Ángel quien rompió el silencio...
--Algunas veces desearía poder volar, como las aves, e irme lejos, muy lejos... más allá de donde alcanza la vista... más allá de los límites de la tierra - bajó la vista- Pero los payeses como yo estamos atados, encadenados de por vida a una tierra que trabajamos pero que no termina de ser nuestra... - agarró un puñado de arena, que levantó y dejó escapar entre sus dedos - no somos nada, como estos granos de arena que arrastra el viento, eso somos, marionetas en manos de otros...
sus amogis le miraban, como sin saber que hacer, no sabian si interrumpirle, si decir algo... solo sabian que aquellas melancolicas palabras tenian razon. Los ojos de ángel se clavaron en los de sus compañeros.
--Quiero verle muerto... - Los otros tres le miraron- ¿Y vosotros? - Asintieron-. Hagamos un juramento...
Los cuatro juntaron sus manos en el centro del espacio que quedaba entre ellos...
-- Por ver morir al marqués - dijo angel.
--Por que pague por sus pecadod - añadio Berta.
--Por verle sufrir como el ha hecho sufrir a personas inocentes - habló Daniel.
--Por verle arrastrado por el fango del oprobio - Pilar...
Ángel tomó de nuevo la palabra.
--Por que veamos nuestra sangre derramada que Gonzalo de Aragón pagará por todo lo que ha hecho ¿Jurais?
--Juramos -contestaron todos.
--Por vuestra vida?
--Juramos
--Por vuestro honor?
--Juramos
--Que el que rompa esta promesa se pudra entre las llamas de infierno...
-- Que así sea - terminó el juramento.
Aquella misma noche, en la que por las plazas de barcelona aún se veían hogeras y pequeños conatos de fiesta, en el palacio donde se alojaban Patricia permanecía tendida en el lecho, hablando con Berta:
--Búscale... Búscale y entregale esta carta... hazle ver que lo amo... que la lea, que se la lean, pero que sepa lo que dice, porque esas palabras encierran mi corazón y mi alma...
Berta fue a decir algo a su señore, pero no pudo, porque en ese instante entro Gonzalo en la alcoba, abriebdo violentamenta la puerta y tambaleandose completamente borracho.
Berta se retiró no sin lanzar una significativa mirada a Patricia, "lo hare" le decia silenciosamente. Una vez Berta hubo salido, Gonzalo se acercó al lecho...
Apestaba a vino...
--¿Como está mi mu... mu... mujjjjercitaa? - dijo sentandose en al colchón junto a ella.
-- Tal y como puedes verme - dijo Patricia en un tono duro.
--Ven aquí pre... prezosia - Ya no controlaba ni la lengua. La abrazó y trató de besarla, pero Patricia forcejeó y lo contuvo.
--Estas borracho ¡Eres un maldito cerdo!
--¡Seré un cerdo, pero tú eres mi esposa! - exclamó gonzalo, que arrebató a Patricia las colchas que la cubrían y agarrandola por los tobillos la obligó a tumbarse completamente.
--¡Dejame animal! ¡Nunca fornicarás conmigo! - dijo ella resistiendose.
Gonzalo se había puesto inestablemente en pie y nervioso trataba de aglojar los coldones de su ropa... con dedos torpes extrajo du miembro flaccido y obligó a Patricia a tocarlo, a masturbarlo para tratar de lograr una erección...
Ella lo hizo con asco, conteniendo la arcada, mirando hacia otro lado...
Gonzalo rasgó el camisón de Patricia y se tumbó sobre ella sujetandola por las muñecas... su miembro no estaba duro y tras un forcejeo no logró penetrarla. Patricia apretaba los dientes, sabía que era inutil gritar, nadie la socorrería...
Gonzalo se desplomó sobre ella, dormido, sin haber logrado consumar debido a su estado etilico... Patricis respiró aliviada, pero a la vez sintió asco por sentir el peso de Gonzalo sobre ella, ese miembro flaccido rozando sus muslos...
Como pudo se apartó de él y se acercó a la ventana, necesitaba aire fresco...
Sacó la cabeza por el hueco y vomitó... no pudo evitarlo, por suerte nadie pasaba por alli en ese instante. Comenzó a llorar... acababa de ser consciente del infierno en el que se había visto inmersa...
Esa noche se había librado, pero por la mañana el efecto del alcohol se habría disipado, y si Gonzalo se daba cuenta de que no había consumado... la forzaria al amanecer.
Su mente pensó rauda... se acercó al lecho y con una aguja de su labor se pinchó el dedo meñique y manchó con unas gotas de sangre las sábanas... rogó para que no se despertara y arañó la espalda de Gonzalo lígeramente, e´l ya tenía algunos arañazos por los brazos y señales de sus uñas, pero nunca venía de más algo más de decoración...
Se quedó lejos de él la mayor parte de la noche... pero cuando comenzaba a despuntar el alba, se introdujo en el lecho y fingió dormir. Pudo notar como él se arrimaba a su cuerpo y lasaba su brazo, aún dormido por su vientre...
Su estómago dio un vuelco... pero aguantó la arcada.
Minutos después Goonzalo de despertó y vio orguyoso las manchas de sangre, creyó a pies juntillas haber consumado y despertó a Patricia...
--¡Ja ja! mujer... ¡Que bien lo pasamos anoche! - la agarró con fuerza, casi con violencia la cara - ¿Te gustó preciosa?
--Me das asco ¡Jamás volverás a tocarme! - dijo ella fingiendo que la había violado - ¡Nunca volverás a acercarte a mi o pagarás las consecuencias!
--A si? -dijo Gonzalo - ¿Qué me harás?
--Trata de averiguarlo - la mirada de Patricia desprendia fulgores de ira y odio.
Gonzalo la abofeteó.
--¡Maldita niña insolente! - dijo airado - ¡Claro que no volveré a tocarte. Solo me he casado contigo por interés! Ohhh ¿Pensabas que te amaba? ¡Me das asco! - Mentía, él se sentia atraido por ella, pero si la boda fue por interés -. Pero gracias a esta unión tu padre se verá obligado a ayudarme en mis empresas...
Gonzalo se alejó frotandose las manos, abrio la puerta y antes de salir riendo como un desquiciado la dedicó una última mirada.
Berta se dispuso a cumplir el encargo de su señora, aun que tardó bastante en encontrar un momento propicio. Fue en el camino de regreso a Vila del Bou cuando al fin pudo escaparse y acercarse al carretón de Pilar, donde viajaba Ángel.
Sin mayor tardanza, sin mediar casi palabra le entregó, de la forma mas discreta posible la nota. Ángel entregó las riendas de la bestia de tiro a Pilar y se dispuso a leer lo siguiente…
>>Mi queridisimo Ángel:
Mi corazón se rompió en mil pedazos cuando me vi caminando hacia aquel altar, porque no eras tú quien me esperaba, porque no era a ti a quien iba a unir mi vida…
Espero, amor mío, que algún día puedas perdonarme… Te amaré siempre…
Tuya, Patricia.<<
Ángel sintió como su pecho se henchía de emoción, decidio responder a aquel reclamo, a aquella suplica de perdón de su Patricia, de su Ángel, de su todo…
En cuanto puso un pie en Vila del Bou, sin tan siquiera pasar por su casa encamino sus pasos hasta la posada taberna, esperó unos minutos a que apareciese Miguel y lo abordó…
--Necesito un pliego, pluma y tinta… se que tu tienes – miguel lo miró extrañado -. Es cuestión de vida o muerte…
--No hace falta que me expliques nada – le dijo Miguel apoyando su mano en el hombro del payés y haciendolo pasar – Es solo que me sorprende tu urgencia, solo eso…
--Necesito escribir una nota… es cuestion…
--Si, ya lo dijiste, de vida o muerte – le dijo entregandole los útiles de escritura - ¿Quién es ella?
Ángel no respondió, bajo la vista.
--Ya… Sin preguntas ¿No? Está bien, te dejaré solo para que escribas esa importante nota.
Y salio a la sala, donde sorprendentemente ya se había congregado un nutrido grupo de personas.
Ángel escribió la nota, que guardo en su pecho, bajo su camisa, y salio agradeciendo el favor, al camino, para buscar a Berta…
No la encontró, tres dias pasaron hasta que pudo entregarle a la muchacha la misiva… Berta, rauda se la entregó a su señora…
>>Amada Patricia, mi Ángel, mi todo…
No tengo nada que perdonarte, no tuviste elección… También mi corazón se deshizo en llanto y gritos desgarrados cuando te vi unida a él…
Mi alma se quiebra al pensar que es él quien yace contigo en el tálamo nupcial y no yo… Te amo, te amo, te amo…
Llorando por tu amor, Ángel.<<
Ella respondió veloz y se repitió el proceso, desgraciadamente, pasaba casi una semana entre carta y carta, ya que era difícil encontrar los momentos oportunos sin levantar la menos sospecha… y así fueron pasando lentamente los días, las semanas…
>>Mi amor:
Hoy he soñado de nuevo contigo, como antaño, antes de conocernos. Tus vigorosas manos recorrían mi piel, tus labios se regalaban con los mios…¡Ha sido tan real!
Solo quiero que sepas que nunca he yacido con este monstruo al que me hacen llamar marido… y él ha demostrado no tener mayor interés en mi…
Ansiando volver a ver tus ojos, te espera Patricia.<<
______________________________________________
>>Mi pequeña, mi sol…
Me has hecho el hombre más feliz de este mundo, sabiendo que no te han forzado, que conservas tu virtud… Desde aquel aciago día, el tiempo pasa más despacio, se eternizan las horas porque no dejo de pensar en ti, en como recuperarte en como tenerte…
Hoy he vuelto a la cala, a aquella cala donde descubrimos nuestro amor, donde conociste el mar… y, por un instante, me he sentido de nuevo entre tus brazos.
Mi alma languidece sin tus besos. Ángel<<
_____________________________
>>Mi cielo:
Necesito verte, mi corazón tiene fuerzas para seguir latiendo porque guarda la esperanza de reencontrarse contigo… te amo, te necesito, tengo sed de ti…
Mis brazos añoran los tuyos, mis labios lloran tu ausencia, mi cuerpo reclama al fin conocer el tuyo…
Mañana Gonzalo parte hacia la corte, para tratar unos asuntos con su majestad… estaré sola, por favor confirma con unas letras tu presencia y lo organizaremos todo…
Ansiandote, Patricia…<<
Esta última nota fue inmediatamente contestada por Ángel, al que miguel le había regalado ya los utiles de escritura, pues les estaba dando él mejor uso.
Antes siquiera de que Berta hiciese amago de irse de su casa hacia el palacio, la respuesta ya estaba lista. Berta la recogio sonriente, desde que este juego comenzó su señora estaba más animada, ansiosa por recibir esos pliegos amarillentos que Ángel le hacia llegar…
Corrió por el palacio y al llegar a los aposentos de su señora, se sentón rauda en el lecho, junto a ella.
..¿Traes respuesta?
--Traigo, señora…
Y sacó el pliego de entre sus pechos para entregarselo a Patricia…
>>Mi estrella, mi reina.
No dudes ni por un instante que estaré a tu lado, aunque sea lo último que haga, porque te amo, porque eres mi aire y mi agua, mi pan y mi energía… la fuerza viva que nutre los campos mana de tu pecho y yo la ansio con toda mi alma…
Esperame, que acudire junto a ti…
Tu amante esclavo. Ángel<<
Patricia apretó la carta en su pecho y sus ojos se llenaron de ilusión… Rápidamente ella y Berta comenzaron a maquinar un plan…
Y llegó el ansiado día, ángel encamino sus temerosos pasos hasta la torre del Marques, donde le esperaba su amada. Llegó ya oscurecido a la puerta de las cocinas, donde le esperaba silenciosa la fiel Berta.
Le hizo pasar a la estancia, ahora desierta...
--Daniel está con el Marqués ¿Verdad?
Los ojos de Berta se llenaron de amor y anelo, asintió en silencio.
-- En palacio solo estamos los criados, la señora y yo... La guardia no molestará... nadie os molestará...
-- Berta, ¿tu crees que hacemos lo correcto?
--Lo que el amor guis puede ser arriesgado, pero siempre es correcto - dijo en un tono un tanto sombrio-. Si hay alguna novedad acudiré a avisaros... Ahora ¡Corred! ¡No perdais más vuestro tiempo en charlas insustanciales!
Y angel se lanzó al corredor, desierto, alumbrado solo por los tenues destellos de la luna que se colaban a traves de los ventanales. Detuvo sus pasos ante aquella puerta, su puerta... La unica entreabierta de la casa. Por la rendija le llegaba la tililante luz de las antorchas y candeleros.
Empijo suavemente el postigo, cuyos goznes chirriaron por el peso, y penetró al recinto de luz...
--Te esperaba ansiosa - dijo la cálida voz de Patricia -. Por un momento creí que ya no vendrías...
-- Prometí que estaría a tu lado, aunque fuera mi ultima accion en esta vida...
--Y has cumplido...
--No aún no...
Ángel se acercó tímidamente hasta el sillón que patricia ocupaba, lo rodeó y se colocó en cucliyas ante ella...
-- Cuando estoy contigo no puedo evitar sentirme pequeño, insignificante... tu belleza me abruma, la grandeza de tu ser me eclipsa y me encandila - dijo mirándola arrobado...
-- Por favor mi Ángel, mi cielo... tú eres hermoso - dijo obligandolo a ponerse en pié, lo mismo que ella hizo. frente a el agarró sus manos - tú eres grande y bello, noble y leal... - besó los dedos de sus encayecidas manos - y solo a ti te amo...
--Me amas - dijo él acercandose mucho el rostro de ella, con claro gesto de enamorado - y debería estar feliz... y sin embargo sufro... sufro por no tenerte, por no poder estar a tu lado, por no poder hacerte feliz cada tarde despues de las comidas... Vivo porque me amas y muero porque te amo...
--Guarda silencio - dijo poniendo sus dedos sobre la boca de ángel- guarda silencio y no pierdas mas el tiempo... no permitas que los dedos del alba nos roben este instante amor mio... - condujo los dedos de ñel hacia su escote - No pienses más, no temas, se valiente ...
--Soy valiente - repitio él.
--Hazme el amor...- pidió casi suplicante Patricia, al tiempo que cerraba los ojos-. Hazme tuya... Hazme vibrar como a las cuerdas de tu laud... sou tuya, soy un instrumento en tua manos y solo tu debes tañir mis cuerdas...
Ángel se mostraba nervioso, quizas tímido...
--Patricia yo...
--Haz música con tus manos, deja que tu cuerpo toque en mi la mas hermosa de las melodías...
Y no hicieron falta más palabras de aliento, no se demostraron más dudas... el tiempo corria en su contra y ellos, solo querian amarse por toda la eternidad.
Sus labios se encontraron de nuevo, en un magico y calido beso, en el que entraron en juego sus lenguas, pero mucho más, porque sus almas irrumpieron en aquella danza, complicando el ritmo, haciendolo más intrincado, y sus cuerpos se unieron, sus manos comenzaron a explorarse, a arrancar sus ropas...
Era un momento lleno de avidez, pues llevaban demasiado tiempo necesitandose, pero a la vez pausado, la lujuria, presente, por que negarlo, dejaba paso sin complicaciones a la ternura y el amor... Pronto estuvieron los dos desnudos, sin tapujos ni ropajes que los diferenciaran, admirandose mutuamente como si el otro fuera el ser más perfecto que jamás hubiera visto el uno...
y de pronto Patricia rió...
-- ¿Por que ries? - dijo Ángel extrañado...
-- tu... cosa - dijo Patricia, ruborizandose y señalando el miembro de ángel - me está señalando...¿es normal que esté así?...
--¿No...bueno, si, en esta situación si... - Ángel se ruborizó ligeramente - ¿Nunca habias visto ninguna?
-- la de gonzalo - dijo Patricia desviando la vista - pero no era ni por asomo así... la... la tuya es grande... enorme -dijo conteniendo la risa - y parece... dura.
--lo está...
--Puedo... -dijo Patricia alargando tímida, pero a la vez curiosa su mano.
--¿Tocar? Por supuesto... soy todo tuyo - Al ver que Patricia no terminaba de decidirse, en un gesto de osadía, Ángel condujo la mano de ella hasta su miembro, Patricia primero lo tocó tímidamente con la punta de sus dedos y se ruborizó al instante... pero al ver que el rostro de Ángel denotaba confianza, pronto lo agarró y lo palpó con seguridad, incluso lo acarició...
--Está duro...
--Te lo dije
--Y caliente - añadio ella con timidez -. me gusta...
--De eso se trata - dijo Ángel, agarrando la mano de Patricia -. Pero si lo sigues acariciando de esa manera, la fiesta terminará demasiado pronto...
Patricia hizo amago de retirar su mano, pero él no la dejó, la atrajo hacia si y la besó en los labios, al tiempo que acariciaba el centro de placer de ella, que sin poder contenerse gimió y mordió el labio inferior de él.
Patricia hizo amago de retirar su mano, pero él no la dejó, la atrajo hacia si y la besó en los labios, al tiempo que acariciaba el centro de placer de ella, que sin poder contenerse gimió y mordió el labio inferior de él.
-- Esto... es... todo... asi??
--Es incluso mejor - respondió Ángel.
--Enseñamelo - Dijo Patricia con la voz entrecortada. Ángel la cargó en sus brazos mientras besaba su cuello y sus senos... Patricia estaba descubriendo un inmenso mundo de nuevas sensaciones, a cada cual más placentera y sorprendente. La depositó con delicadeza en el lecho, besandola, recorriendo la linea imaginaria que unia sus labios con su pecho, su hombligo, su centro...
Ángel atacó su centro mismo de placer con su lengua.Patricia suspiró fuertemente al tiempo que habria desesuradamente los ojos debido al placery a la sospresa...
Ángel continuaba su labor, sin tregua, sin desfallecer... cada roce de su lengua y sus dedos en el clítoris de ella se traducía en un pequeño brinco de su cuerpo, que reaccionaba se manera subita a los estímulos...
En un momento dado Ángel ejerció succión en su clitoris y patricia gimió, agarrandolo por la nuca y manteniendolo en ella, prolongando aquella nueva, excitante, calida y erótica caricia...
-- No... se qué... me haces.... - gimio de nuevo - pero me estas matandoooooooaaaa AAAAAAAHHHHH
El cuerpo de patricia comenzó a sentir grandes oleadas de un placer nunca antes imaginado, se contrajo, apretó más la cara de Ángel contra su sexo y clavó los pies y la cabeza en el lecho... Arqueandose, alzando sus caderas incontroladas, corcovando y gorgeando de placer, gritando, gimiendo... Aquella había sido la mejor experiencia de Patricia(tambien la primera) y creia haber llegado al cielo...
Se dejó caer desfallecida en el colchón. Ángel se limpiódiscretamente y repto por sobre el cuerpo de ella hasta llegar a sus labios... que besó con ganas, casi con ira, y fue correspondido con la misma intensidad...
--Dime...- Patricia respiraba co dificultad - Es todo an intenso??tan... tan agradable??
Ls dudas de Patricia era razonables, ansiaba a la vez que temia el momento que se avecinaba...
-- Es mejor...y estas a punto de descubrirlo...
Se miraron a los ojos durante unos instantes, y volvieron besarse, a fundir sus labios, sus cuerpos y sus almas en una sola, nueva, grande y perfecta... Ángel se despegó de los labios de ella,sonrió y atacó los pezones de Patricia... que esperaban duros, erectos... espectantes y avidos de estímulo...
Ella se retordió de nuevo, estaba feliz y sobreexcitada por las caricias, mordiscos y besos que ángel le propinaba en todo el cuerpo...
Hub un momento, en que sin saber muy bien por qué, sintió la necesidad de abrirse, de separar las piernas, lo hizo por instinto, y se estremeció, temblo de arriba a abajo al darse cuenta de que había facilitado el ingreso de Ángel an su cuerpo...
Y tenía miedo, pero lo estaba deseando...
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: La hora del Ángelus
Menudo currazo te has pegado poniendo otra vez todo el fic... no quiero ni pensar lo que te va a ocupar la otra... jajajajajaja
Y nada... a ver si sigues, que nos dejaste a medias... DOS VECES!!!! (esto de ayudarte con el copiar pegar me ha hecho recordarlo... jajajaja)
Y nada... a ver si sigues, que nos dejaste a medias... DOS VECES!!!! (esto de ayudarte con el copiar pegar me ha hecho recordarlo... jajajaja)
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: La hora del Ángelus
Tú estás mal de la cabeza. Es un detalle que te dejo ahí. Has pensado en tratamiento psiquiátrico? Pastillas para relajarte? Para dormir? Tila? Kilos y kilos de tila?!?!
Bueno, qué... nuevo capi?
Bueno, qué... nuevo capi?
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: La hora del Ángelus
Albeta escribió:Menudo currazo te has pegado poniendo otra vez todo el fic... no quiero ni pensar lo que te va a ocupar la otra... jajajajajaja
Y nada... a ver si sigues, que nos dejaste a medias... DOS VECES!!!! (esto de ayudarte con el copiar pegar me ha hecho recordarlo... jajajaja)
nada nada, en la otra en link y ya esta jajaja que si no muero jejeje
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: La hora del Ángelus
De links nada! que los links se quedan obsoletos. Aquí las cosas se hacen bien o no se hacen (quería usar el icono)Jaume G. Espuña escribió:nada nada, en la otra en link y ya esta jajaja que si no muero jejeje
Si quieres te ayudo
Ah! y yo sí que me acordaba de que nos habías dejado a medias. Con el infierno no perdono jeje
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: La hora del Ángelus
La hora del Ángelus. Cap 1 Despues Mudanza
Y tenía miedo, pero lo estaba deseando...
Y a oesar de su miedo, de pronto sintió la necesidad, el impulso de hacer algo, Apoyó sus manos en el fuerte pecho de Ángel, que estaba sobre ella, y lo empujó. Él en un primer momento protestó ante aquel gesto, pero cuendo vio que lo tumbaba y se sentaba a horcajadas sobre sus piernas sonrió.
-- Ahora te toca a tí - dijo Patricia, que se inclunó hasta que sus labios quedaron en contacto con el pecho de Ángel. Fue recorriendo su abdomen, dandole suaves besos y de vez en cuando aplicando una ligera succión.
Bajando cada vez más dibujó una linea imaginaria que atravesaba su pecho, su vientre duro, pasando y deteniendose un instante en el ombligo de él... acercandose peligrosamente a su pubis. Patricia, ahora a cuatro patas sobre el cuerpo de Ángel, lo miró a los ojos, que centellearon como las ascuas encendidas de una hoguera, y sin necesidad de palabras él supo lo que iba a venir y cerró los ojos.
Ella guió sus labios hasta el miembro de Ángel y rodeó su glande con ellos, besandolo suávemente, ante ese contacto el cuerpo de Ángel se estremeció. Patricia no pudo evitar sonreir ligeramente, se sentía extraña, pero ya no dudaba. Sus miedos iniciales ante lo que iba a hacer se disiparon al instante, el tacto del miembro de Ángel había resultado cálido y suave. sabía a limpio y a piel y le resultaba increiblemente excitante.
Pronto se decidió a recorrer con la lengua toda la longitud, mayuor de lo que se esperaba, que aquel pulsante trozo de carne, llegó desde la base hasta la punta y trazó pequeños circulos en el glande de Ángel, lo que hizo que él dejara escapar unos notorios gemidos de placer y que arrugase la sabana entre sus manos.
Por un instante, Patricia alzó la cabeza y lo miró directamente a los ojos, que ya tenia abiertos y que mostraban una expresión a medio camino entra el desconcierto, la satisfacción y el más intenso de los placeres, y ella no pudo evitar sonreir de nuevo.
Ahora se acercó de nuevo, respirando unos instantes directamente sobre el pene de Ángel, abrió los labios y lo introdujo, un tanto temerosa en su boca. Temerosa de no saber hacerlo, da hacerle daño e incluso de atraganterse... Y sorprendida, sorprendida porque resultaba más grande de lo que parecía, de que casi le dolían las comisuras de los labios debido al grosor, y sorprendida porque podía sentir las pulsaciones del corazón de Ángel con su lengua...
Por puro instinto retrajo los dientes, bajó hasta donde pudo sin atragantarse y aplicando succión, fue sacando lentamente aquel falo de su boca...
--Aaaahhhh - gritaba Ángel mientras su cuerpo se tensaba - Dios mío... detente...-Patrricis repitió la operación, ahora acariciandolo suavemente con su mano - Uhhhmmmm ... no.... no pares....
A pesar de que solo lograba introducir algo mas de la mitad de aquel mastil en su interior Patricia se ayudaba de sus manos para estimularlo, lo que hacía por un lado estremecerse a Ángel y por otro sonreir a ella, que se sentía más excitada que en toda su vida...
De pronto una idea se pasó por su cabeza, relajó la garganta y trató de intruducirse el pene hasta su base... Al principio sintió nauseas, pero aguantando un poco lo logro, aunque su garganta emitió un curioso sonido involuntario, como un gruñidito guitural...
Aquello hizo que ángel perdiese toda noción de autocontrol y, sujetandola por la cabeza, comenzó a mover sus caderas, introduciendo y sacando su falo de la boca de ella, produciendo una especie de chapoteo que llegaba a resultar al tiempo comico y excitante. Patricia no opuso resistencia, le dejó hacer...
Ella respiraba con dificultad mientras trataba de retener la saliba dentro de su boca, aunque en ocasiones un hilillo se le escapaba. La respiración de Ángel, mezclada con quejidos, gruñidos, gemidos y diversos bufidos era acelerada´. Así continuaron hasta que poniendo su mano en su bajo vientre lo frenó, lo miró a los ojos y volvió a recorrer el pene con la lengua, suavemente, recuperando ella el control y marcando su propio ritmo...
VOlvió a succionar con fuerza, pasó jugando los dientes por el glande de él, de nuevo su lengua entro en juego con sus vertiginosos movimientos circulares... Ángel se estramecía, respiraba entrecortadamente, no podia hablar, solo gemir...
De nuevo Patricia tragó y succiónó, lo acarició y apretó, hasta que notó como el cuerpo de Ángel se tensaba hasta el limite, como la espalda de él se arqueraba y su miembro comensaba a pulsar... Y se apartó, mirando a ángel a los ojos, sujetando el falo con la mano al tiempo que las pulsaciones aumentaban y los gemidor y gruñidos de Ángel llenaban la habitación... potentes chorros de semen salieron disparados de su miembro, una, dos, tres, cuatro veces... cayendo en la sabana, en su pecho, en su vientre... resbalando por el tronco de su falo hasta llegar a los dedos de Patricia, que lo miraba estrañada... sin saber identificar aquel liquido caliente, espeso y blanquecino...
Ángel parecía ahora desfallecido, Patricia, a gatas sobre él, se aqcercó hasta sus labios, donde se fundieron en un apasionado beso... de nuevo se separó y se sentó en las rodillas de él, lo miró y sintió un nuevo impulso. Ángel sorprendido vió como ella se inclinaba sobre él y con la lengua limpiaba su vientre... Patricia no supo identificar aquel sabor, pero lo encontro calido y espeso... no sab´ria decidirse si era un sabor agradable o no... lo miró a los ojos y sonrió...
--Estás loca - dijo él, entre jadeos cansados.
--Te estoy descubriendo - respondió patricia, mientras sin dejar de mirarle lo limpiaba suavemente con la sabana - y de momento me estas encantando.
Una vez le hubo limpiado, se tumbó junto a él, que introdujo sus dedos en la enmarañada y rubia cabellera de ella, y comenzó a acariciarla de nuevo... Ella sintió escalofríos y se lanzó a los labios de él, besandose pausada y prolongadamente, explorandose con los dedos, jugando a excitarse de nuevo...
--¿Quieres que continue? - Preguntó él...
-- No pierdas tu tiempo y sigue hasta que el alba hiera nuestras pupilas...
Y a oesar de su miedo, de pronto sintió la necesidad, el impulso de hacer algo, Apoyó sus manos en el fuerte pecho de Ángel, que estaba sobre ella, y lo empujó. Él en un primer momento protestó ante aquel gesto, pero cuendo vio que lo tumbaba y se sentaba a horcajadas sobre sus piernas sonrió.
-- Ahora te toca a tí - dijo Patricia, que se inclunó hasta que sus labios quedaron en contacto con el pecho de Ángel. Fue recorriendo su abdomen, dandole suaves besos y de vez en cuando aplicando una ligera succión.
Bajando cada vez más dibujó una linea imaginaria que atravesaba su pecho, su vientre duro, pasando y deteniendose un instante en el ombligo de él... acercandose peligrosamente a su pubis. Patricia, ahora a cuatro patas sobre el cuerpo de Ángel, lo miró a los ojos, que centellearon como las ascuas encendidas de una hoguera, y sin necesidad de palabras él supo lo que iba a venir y cerró los ojos.
Ella guió sus labios hasta el miembro de Ángel y rodeó su glande con ellos, besandolo suávemente, ante ese contacto el cuerpo de Ángel se estremeció. Patricia no pudo evitar sonreir ligeramente, se sentía extraña, pero ya no dudaba. Sus miedos iniciales ante lo que iba a hacer se disiparon al instante, el tacto del miembro de Ángel había resultado cálido y suave. sabía a limpio y a piel y le resultaba increiblemente excitante.
Pronto se decidió a recorrer con la lengua toda la longitud, mayuor de lo que se esperaba, que aquel pulsante trozo de carne, llegó desde la base hasta la punta y trazó pequeños circulos en el glande de Ángel, lo que hizo que él dejara escapar unos notorios gemidos de placer y que arrugase la sabana entre sus manos.
Por un instante, Patricia alzó la cabeza y lo miró directamente a los ojos, que ya tenia abiertos y que mostraban una expresión a medio camino entra el desconcierto, la satisfacción y el más intenso de los placeres, y ella no pudo evitar sonreir de nuevo.
Ahora se acercó de nuevo, respirando unos instantes directamente sobre el pene de Ángel, abrió los labios y lo introdujo, un tanto temerosa en su boca. Temerosa de no saber hacerlo, da hacerle daño e incluso de atraganterse... Y sorprendida, sorprendida porque resultaba más grande de lo que parecía, de que casi le dolían las comisuras de los labios debido al grosor, y sorprendida porque podía sentir las pulsaciones del corazón de Ángel con su lengua...
Por puro instinto retrajo los dientes, bajó hasta donde pudo sin atragantarse y aplicando succión, fue sacando lentamente aquel falo de su boca...
--Aaaahhhh - gritaba Ángel mientras su cuerpo se tensaba - Dios mío... detente...-Patrricis repitió la operación, ahora acariciandolo suavemente con su mano - Uhhhmmmm ... no.... no pares....
A pesar de que solo lograba introducir algo mas de la mitad de aquel mastil en su interior Patricia se ayudaba de sus manos para estimularlo, lo que hacía por un lado estremecerse a Ángel y por otro sonreir a ella, que se sentía más excitada que en toda su vida...
De pronto una idea se pasó por su cabeza, relajó la garganta y trató de intruducirse el pene hasta su base... Al principio sintió nauseas, pero aguantando un poco lo logro, aunque su garganta emitió un curioso sonido involuntario, como un gruñidito guitural...
Aquello hizo que ángel perdiese toda noción de autocontrol y, sujetandola por la cabeza, comenzó a mover sus caderas, introduciendo y sacando su falo de la boca de ella, produciendo una especie de chapoteo que llegaba a resultar al tiempo comico y excitante. Patricia no opuso resistencia, le dejó hacer...
Ella respiraba con dificultad mientras trataba de retener la saliba dentro de su boca, aunque en ocasiones un hilillo se le escapaba. La respiración de Ángel, mezclada con quejidos, gruñidos, gemidos y diversos bufidos era acelerada´. Así continuaron hasta que poniendo su mano en su bajo vientre lo frenó, lo miró a los ojos y volvió a recorrer el pene con la lengua, suavemente, recuperando ella el control y marcando su propio ritmo...
VOlvió a succionar con fuerza, pasó jugando los dientes por el glande de él, de nuevo su lengua entro en juego con sus vertiginosos movimientos circulares... Ángel se estramecía, respiraba entrecortadamente, no podia hablar, solo gemir...
De nuevo Patricia tragó y succiónó, lo acarició y apretó, hasta que notó como el cuerpo de Ángel se tensaba hasta el limite, como la espalda de él se arqueraba y su miembro comensaba a pulsar... Y se apartó, mirando a ángel a los ojos, sujetando el falo con la mano al tiempo que las pulsaciones aumentaban y los gemidor y gruñidos de Ángel llenaban la habitación... potentes chorros de semen salieron disparados de su miembro, una, dos, tres, cuatro veces... cayendo en la sabana, en su pecho, en su vientre... resbalando por el tronco de su falo hasta llegar a los dedos de Patricia, que lo miraba estrañada... sin saber identificar aquel liquido caliente, espeso y blanquecino...
Ángel parecía ahora desfallecido, Patricia, a gatas sobre él, se aqcercó hasta sus labios, donde se fundieron en un apasionado beso... de nuevo se separó y se sentó en las rodillas de él, lo miró y sintió un nuevo impulso. Ángel sorprendido vió como ella se inclinaba sobre él y con la lengua limpiaba su vientre... Patricia no supo identificar aquel sabor, pero lo encontro calido y espeso... no sab´ria decidirse si era un sabor agradable o no... lo miró a los ojos y sonrió...
--Estás loca - dijo él, entre jadeos cansados.
--Te estoy descubriendo - respondió patricia, mientras sin dejar de mirarle lo limpiaba suavemente con la sabana - y de momento me estas encantando.
Una vez le hubo limpiado, se tumbó junto a él, que introdujo sus dedos en la enmarañada y rubia cabellera de ella, y comenzó a acariciarla de nuevo... Ella sintió escalofríos y se lanzó a los labios de él, besandose pausada y prolongadamente, explorandose con los dedos, jugando a excitarse de nuevo...
--¿Quieres que continue? - Preguntó él...
-- No pierdas tu tiempo y sigue hasta que el alba hiera nuestras pupilas...
Jaume G. Espuña- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Edad : 37
Re: La hora del Ángelus
Solo voy a decirte algo...
COMO QUIERES QUE ME PONGA A ESTUDIAR DE NUEVO!!!!
Está visto que una no puede hacer un descanso, que entra aquí, se encuentra con estas cosas y se altera... en fin... ahora en serio (o no... xD) me ha gustado mucho como lo has descrito todo, las inseguridades de Patricia a la hora de meterse... eso, en la boca, pero aunque insegura, con decisión.
COMO QUIERES QUE ME PONGA A ESTUDIAR DE NUEVO!!!!
Está visto que una no puede hacer un descanso, que entra aquí, se encuentra con estas cosas y se altera... en fin... ahora en serio (o no... xD) me ha gustado mucho como lo has descrito todo, las inseguridades de Patricia a la hora de meterse... eso, en la boca, pero aunque insegura, con decisión.
Albeta- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Edad : 34
Re: La hora del Ángelus
ufff es genial como describes cada detalle, cada movimiento...
si es que no puedo decir nada coherente ante esto
sigue por dios!!!
si es que no puedo decir nada coherente ante esto
sigue por dios!!!
Re: La hora del Ángelus
SANTO DIOS DE MI VIDA!!!
te digo lo mismo que Albeta... cómo quieres que siga estudiando ahora?? CÓMO??
JO-DER, esto es una felación bien contada y lo demás es tontería. Qué bueno el detalle de él moviendo las caderas jajajajaja
te digo lo mismo que Albeta... cómo quieres que siga estudiando ahora?? CÓMO??
JO-DER, esto es una felación bien contada y lo demás es tontería. Qué bueno el detalle de él moviendo las caderas jajajajaja
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: La hora del Ángelus
Y después de esto... cómo voy a mirar a una monjita a la cara? Ah, no, calla, que ya no tengo que hacerlo... Joooolll...
Amén, Belero. Amén.
KeLa_13- Mensajes : 343
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: La hora del Ángelus
Yo sí tengo que hacerlo, y seguiré haciéndolo tan tranquila... nos ha jodío mayo con las flores!!!...
im-prezionante!!!
im-prezionante!!!
cLau-90- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Localización : -
Re: La hora del Ángelus
Dios Belero...de aqui al infierno.
Viva el infierno... estamos hechos todos unos pervertidos sexuales
Para que luego digan que la juventud de hoy día no sabemos que hacer y que siempre parecemos aburridos...me rio yo de esa frase. A la petanca es a lo que no jugamos no.
Necesito segundas partes (y si las hay terceras, cuartas...etc tambien quiero ejemplares) porque aunque dicen que nunca fueron buenas... yo creo que con esta parejita todo vale ¿no?
Me retiro a visualizar...jajaja no, anda no. Jajajaja que me muero con este capi. Viva.
La primera vez que comento en este fic y mira que afortunada, en un capi asi...XDDDD.
Viva el infierno... estamos hechos todos unos pervertidos sexuales
Para que luego digan que la juventud de hoy día no sabemos que hacer y que siempre parecemos aburridos...me rio yo de esa frase. A la petanca es a lo que no jugamos no.
Necesito segundas partes (y si las hay terceras, cuartas...etc tambien quiero ejemplares) porque aunque dicen que nunca fueron buenas... yo creo que con esta parejita todo vale ¿no?
Me retiro a visualizar...jajaja no, anda no. Jajajaja que me muero con este capi. Viva.
La primera vez que comento en este fic y mira que afortunada, en un capi asi...XDDDD.
tuckylina- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 10/12/2009
Re: La hora del Ángelus
esta genial!! siguee!
pupi99- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 16/01/2010
Edad : 31
Localización : en mi casa...aburrida xD
Re: La hora del Ángelus
es GENIAL.... porfavor sigue k me esta matando el esperar!!!!!!
reboltosa05- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/02/2010
Edad : 32
Localización : ciudad real
Re: La hora del Ángelus
Chicas, siento deciros que dudo que Jaume siga el fic xD
Si os fijáis en la fecha del último capi, lo subió hace 5 meses. De hecho estaba el primero hasta que habéis comentado vosotras, porque se van ordenando cronológicamente y era el más antiguo.
Es una pena, porque el tío escribe bastante bien, pero desapareció del mapa hace mucho ya xD
Si os fijáis en la fecha del último capi, lo subió hace 5 meses. De hecho estaba el primero hasta que habéis comentado vosotras, porque se van ordenando cronológicamente y era el más antiguo.
Es una pena, porque el tío escribe bastante bien, pero desapareció del mapa hace mucho ya xD
Legna- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009
Re: La hora del Ángelus
Legna escribió:Chicas, siento deciros que dudo que Jaume siga el fic xD
Si os fijáis en la fecha del último capi, lo subió hace 5 meses. De hecho estaba el primero hasta que habéis comentado vosotras, porque se van ordenando cronológicamente y era el más antiguo.
Es una pena, porque el tío escribe bastante bien, pero desapareció del mapa hace mucho ya xD
T_T, gracias
pupi99- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 16/01/2010
Edad : 31
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