-*Ship Ángel & Patri*-
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

4 participantes

Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  Manya. Vie Feb 19, 2010 10:30 pm

... Sí.

Truenos y órganos y demás efectos de horror.

La inspiración hizo toctoc en mi puerta y yo la dejé pasar. Y aquí vuelvo con el capítulo tres de esta aberración. Advierto que es lo primero que escribo desde hace un año por lo menos. Incoherencias por todos lados y lo de siempre, mi estilo ha vuelto más extraño que nunca.

Nada me pertenece, principalmente porque son personas y no son de nadie (bueno, se pertenecen un poquillo entre ellos, pero shh).

¡OJO! Hay Dángel, M2, Dani/Ángel. Pero es principalmente Pángel, así que no os tiréis de los pelos, que ya lo sabíais las que lo leísteis antes. (?)

POR CIERTO. Sólo tenía guardado el capítulo uno, el dos no lo encuentro por ninguna parte. Recuerdo que el dos era capítulo de relleno, pero si alguien por casualidad lo tiene, agradecería enormemente y con favores del tipo a su gusto si me lo pudiera dar.

Así que eso. No es que me haya equivocado cuando ponga III en vez de II.

Y en fines del fin. Valor y al toro.


________________________________________________________________________



I.
El rumor corre como la pólvora por el pueblo. Las gentes cuchichean, se miran con desconfianza, y continúan dándole a la lengua. El veneno de su voz baila y se convierte en un aterrador presagio.

La boca de la princesa ya no huele a sonrisa.

Cuentan que su garganta duele tanto que no deleita a los oídos. Y que sus ojos ya no saben a chocolate, que ahora sólo hay un vacío rugoso; una oscuridad asfixiante, maldita.

El panadero, de rostro afable y carrillos abundantes, niega con la cabeza. ¿Qué le pasará a la princesa? Tal vez lo que le haga falta sea un buen bollo para endulzar sus penas.

Justo enfrente, a unos escasos metros, el pescadero mira con ojos entornados el horizonte. ¿Por qué ya el precioso palacio hecho de nubes no posee aquel rosa tan tierno? Tal vez lo que le haga falta a la princesa sea una buena pieza de su pescado más fresco, para protegerse en un escudo de espinas de los males.

En el puesto de al lado se halla la frutera. Mientras se restriega las manos contra su delantal blanco capta la conversación de dos clientas. Y no puede evitar entristecerse. Se muerde el labio inferior y, entregándole a Josefina su bolsa de naranjas, piensa. ¿Qué le pasará a la princesa, qué le pasará? Tal vez lo que le haga falta sea un puñado de sus fresas más rojas, para tintar sus labios y clamar a los amores.

Ah, pero no todos comparten el pesar de unos, ni el regodeo de otros. Hay, en el hueco del tercer árbol a la derecha, allí por el bosque, un pequeño enano con cara agria que está harto de tanto oír de la tal princesa. ¡Hasta el ruiseñor echa un quejumbroso canto por ella! No le encuentra sentido. Para él, la princesa no es más que una niña mimada; una niña mimada y horriblemente empalagosa que con un chasqueo de sus dedos tiene a medio reino a su disposición. ¿Por qué habría que preocuparse por uno de sus berrinches de consentida? ¡Já! Ya tiene suficiente con sobrevivir a las lluvias en su huequecito y discutir con sus vecinos por su parte de musgo.

A la mierda con la princesita.

Saca la cabeza por en medio de su improvisada cortina de hojas de palmera y frunce la nariz. Los pájaros, graznando, hacen cosquillas al cielo; y este, a carcajada limpia, parece que va a llorar de un momento a otro. Con un gruñido, cierra bruscamente la cortinilla y regresa al cobijo de su hogar.

—¿Ángeeeel?

Mierda. No, no está. No piensa contestar a esa voz rasposa y profunda.

—Ángel, sé que estás ahí, así que abre la puerta o soplo —dice con sorna el tonto de Daniel. Ángel chasquea la lengua y, con fastido, corre a un lado las hojas y le mira con cara de pocos amigos.

Observa su sonrisa irónica, sus facciones manchadas de tierra, su barba sin podar y sus harapos de campesino. Se está rascando la nuca con una de sus —para él— enormes manos, y al verlo salir de su escondrijo, alza la misma en un supuesto saludo.

—¿Qué quieres? —pregunta con sequedad Ángel.

—¿Te has enterado de lo de la princesa?

Genial. Vamos, de puta madre. ¡De putísima madre!

—No —miente. A ver si le deja en paz.

Daniel ensancha los ojos teatralmente y luego, con su voz cascada, deja escapar una risa airosa. Sabe que miente. Ángel frunce un poquito los labios y odia más que nunca a su amigo en ese momento.

—Vale, es que no me importa, la verdad —replica con honestidad el enano. Si ni siquiera la conocía.

—¿Y?

... A veces—rectifica: siempre— Daniel parecía tonto.

—¿Cómo que "y"? —suspira pesadamente y se deja caer, sentándose, en el filo del agujero—. Pues que me la suda.

Dani finge una mueca de indignación y se inclina hacia Ángel. Siente el torrente de su aliento sobre él, agobiándolo levemente. Qué grande es, piensa.

—¿Acaso no has oído las leyendas que se cuentan sobre ella? —pregunta, con un estudiado tono de voz que pretende ser interesante.

Claro que las ha escuchado. ¿Quién no? Se sabía de memoria que las viejas recitaban arcaicas poesías donde la coronaban con cabellos prestados por Apolo, pómulos donde las manzanas retozaban; que el cacao se sacó de una lágrima suya y que en su boca brillaban diamantes.

Si usaba la lógica, creía Ángel, no era para nada hermosa. Debía de ser un monstruo. ¿Quién, en su sano juicio, encontraría bello tener el pelo en llamas, dos manzanas en la cara, onzas de chocolate por ojos y diamantes por dientes? Venga ya, las hierbas que cosechaba eran para pócimas curativas, no para fumárselas.

—Por supuesto que he escuchado esas patrañas —responde, dejando caer los párpados para recalcar la poca gracia que le hacía—. No se habla de otra cosa; pero —levanta un diminuto dedo y lo pone sobre sus labios—, ¿alguien la ha visto? Según tengo entendido, jamás se ha dejado ver. ¿Cómo podemos saber, entonces, que lo que cuentan es verídico?

Daniel abre la boca y la cierra. Vaya, no había caído en eso.

—Digamos que... —farfulla, volviendo a rascarse la nuca con nerviosismo—. Soñar es gratis, ¿no?

A eso se le llama razonamiento.

Ángel niega con la cabeza y se levanta. Se limpia, sin razón, los pantalones que lleva y le dirige una significatoria mirada a su —literalmente— gran amigo.

—¿Solo has venido para eso? —cuestiona con contenida rabia. Estaba malgastando preciosos minutos, y su infusión de menta se estaba enfriando.

El humilde campesino inclina el cuello hacia arriba y, entrecerrando instintivamente un ojo, comenta:

—Tiene pinta de ir a llover, ¿eh?

—... Vete un poquito a la mierda. Ahora, dime: ¿para qué has venido? —desconfiado, Ángel se cruza de brazos. Daniel despegaba los ojos de él en demasiadas ocasiones, y eso sólo podía significar problemas.

—Es que, bueno... ¿Qué te parece si vamos al castillo?

Hale, así, de sopetón.

—¿Qué te parece si me dejas en paz y te vas por donde has venido? —le echa una mirada irritada y se vuelve para dentro de su cálido agujero. ¿Por qué se tendría que haber hecho amigo de ese idiota?

Desde afuera le oye protestar. Que si son amigos. Que si se lo debe (¿cómo?). Que si hace frío (este muchacho debería saber seguir el hilo de una queja, digo yo...). Que si va a llover. Que si anda, por favor.

Qué tío más pesado.

Grita un no bien alto y claro. Ni de coña, vamos. No iba a saciar la curiosidad infantil del campesino.

—Venga, Ángel, por favor —ruega. Se pasa una mano por el pelo, y, exasperado por el silencio, añade—: ¡Por favor!—junta las manos, simulando una plegaria que nadie ve—. ¡Por favor, por favor, por favor!

Se está empezando a cansar. Normalmente, Ángel tiene paciencia con las extravaganzas de su amigo; pero esta era demasiado absurda. ¡No tenían ningún motivo para ir! Además, era tan solo un antojo del gigantón, así que...

—¡Ángel! —casi grita, completamente frustrado—. ¡Si vienes conmigo, te promento no volver a molestarte en... en un mes! ¡Y además, te dejaré beber de mi hidromiel! Y, y... ¡Y te haré una casa nueva en la rica madera de los castaños! ¡Venga, por favor! Podemos hasta ganar dinero. ¡Tres sacos de oro, me ha prometido el viejo tabernero!

Así que eso era. Aprieta los dientes, y siente un aberrante asco; ¿por tres sacos de oro va a obligarle a ir?

Pe-pero... ¿Dejarlo en paz? ¿Había oído bien? ¡Madre mía: era una oportunidad de oro!

Vuelve a asomarse con lentitud y sus ojos se topan con los otros, suplicantes. Le recuerda a un perro abandonado un día de lluvia, con el pelo aplastado patéticamente y... ¡Espera! ¿Está lloviendo?

Se aparta en el momento justo en el que una gota inmensa de agua se precipita al vacío. Benditos reflejos.

—¡Dani, está lloviendo! —señala, con las orbes castañas empañadas en absoluto horror. Dani le mira con ojos inexpresivos; vale, había dicho algo evidente, pero el gigantón tendría que haberlo entendidoa la primera. Antes de perder los nervios, resopla y añade—: ¡No podemos salir ahora; me ahogaré!

El humano recapacita unos segundos. Eso es cierto. Las gotas de lluvia podrían devorar a Ángel en cuestión de segundos; y, al fin y al cabo, no iba a poner en ese peligro a su enano favorito. Esboza una sonrisa de medio lado al caer en cuenta de que tiene un gorro. Su ingenio no tiene límites.

—Ven, vamos —extiende las palmas de las manos hacia él sin abandonar la sonrisa, ahora tranquilizadora—. Sube.

Ángel mira las manos abiertas con cierto pánico. El agua le aterra. Y, oh, Dios mío... Las gotas que estan muriendo contra la piel de Dani se asemejan a lagunas.

—Confía en mí.

Traga saliva y mira al humano. La mirada fiel y cálida le hace tranquilizarse instintivamente. Con la respiración agitada, salta hacia él, cayendo en la mullida e improvisada colchoneta. Levanta los ojos y le vuelve a contemplar. Su sonrisa de colmillos pronunciados le da ganas de patearlo.

—¿Estás bien, pequeñín? —pregunta Dani, absolutamente divertido. Sin darle tiempo a una contestación ofensiva, lo lleva a su cabeza—. Vamos, métete debajo del sombrero.

—P-pero... El sombrero tiene pequeños agujeros... —vacila para nada seguro de eso. Dani bufa y le amenaza con dejarle a la intemperie. Cómo negarse a eso.

Con un esfuerzo sobrehumano para su diminuto tamaño, levanta el objeto y se mete rápidamente dentro. Tiene el corazón acelerado. Le da miedo el agua, ¿lo había dicho ya? Se acomoda en el pelo sorprendentemente suave de Daniel y lucha por mantenerse en calma.

—¿Listo? —la voz retumba, más cavernosa que nunca, contra el rasposo material—. Adelante, pues.

Ángel no contesta. Está demasiado asustado para articular palabra sin que sea un ridículo hilillo de algo parecido al habla.

Decide, acurrucándose sobre la maraña oscura, cerrar los ojos para descansar; pero nunca, jamás, para caer en el sueño. Debe de estar alerta a cualquier peligro.

Como es de esperar, aplastando la nariz contra el agradable olor a campo de Daniel, se queda dormido.

________________________________________________________________________


—¿Te has fijado, Twister? El aire hoy vuelve a tener ese fétido olor a rabia.

Se está cepillando el pelo. A cada cepillado, se vuelve más hermoso y más brillante. Cuando termina, deja con delicadeza el peine decorado con un gran corazón y suelta un trémulo suspiro.

Se levanta y pasa de largo de una bolsa a rebosar de chucherías; cuando llega al amplio balcón, se apoya en la barandilla de mármol y echa una mirada a su alrededor.

Últimamente la Tierra había estado sollozando. Lloraba, bajito, al anochecer; cuando creía que nadie la oía. Pero la princesa sí lo hacía. Y le dolía tanto, le daba tanta pena, que lloraba con ella. La comprendía. Estaba igual de sola que ella; sabía lo mucho que hería la soledad. Sí, tenía a Twister; tenía a su Mero Guardián también. Y a sus pequeños revoltosos habitantes de las cuevas. Pero... había un vacío que retorcía su interior.

Cada mañana, cuando el primer rayo del Sol venía a jugar con sus pestañas largas y espesas, ella se levantaba y salía a saludar a las flores, con una enorme e infantil sonrisa. Les decía lo bonitas que estaban... Pero ellas sólo la ignoraban con un frío silencio.

Era tan horrible.

Toma aire y, estirando sus labios —que ya dolían— en una forzada sonrisa, sale a darle los buenos días a su pequeño reino particular.

-—¡Buenos días! —canturrea. Las flores mantienen la cabeza gacha—. ¿Cómo... cómo estáis?

Un pétalo arrugado y enfermizo se desprende de los demás. Se da por contestada y aguanta las ganas de llorar.

A su lado, Twister gime.


________________________________________________________________________


Un brusco movimiento le hace abrir los ojos. ¿Qué demonios había sido eso? Se incorpora con dificultad sobre el pelo de Daniel y, caminando hacia uno de los múltiples agujeros que surcan el sombrero de su compañero, otea con la vista entornada.

—¿Qué pasa? ¿Hemos llegado?

-—¿Ya te has despertado, dormilón? —responde burlonamente. Ángel le da un pisotón con todas sus enanísticas fuerzas y ríe—. No, no hemos llegado. Pero ya ha parado de llover, puedes salir de ahí si quieres.

-Sí, porque aquí empieza a hace calor...

Levanta forzosamente el sombrero y se deja resbalar hacia el hombro de Dani. Se sienta allí y echa un vistazo curioso alrededor.

—¿Dónde estamos?

Dani, con una mueca en los labios, le contesta:

—¿Estás ciego o qué?

El enano suelta un bufido. Claro que sabe dónde están; están perdidos en la puta nada. Pero, joder, es sólo por decir algo. Pues que se joda, ahora no le va a hablar en todo lo que queda de camino.

—... Venga, tío, no te piques —dice Dani—. Sólo era una broma.

Ángel, sintiéndose triunfador, ríe por lo bajo.

—Si lo sé, era sólo por fastidiar.

—Enano cabrón.

—Gigante barbudo.

Daniel vuelve a sonreír con suavidad. No sabe por qué, pero los momentos con el enano no los cambiaría por nada del mundo. Aún recuerda cuando lo rescató de las zarpas de aquel pajarraco, alertado por sus gritos de auxilio. Cómo olvidar su tembloroso cuerpo apretándose contra el suyo y esa sensación de haber salvado una vida.

Después de cruzar el claro y traspasar el río —con los respectivos ataques de pánico del enano—, el penetrante olor a algodón de azúcar se hace más potente. Ángel contrae los labios con disgusto; era repulsivo. Si de verdad existía la tal princesa, la iba a denunciar por contaminar el aire de esa forma.

—... Será mejor que descansemos —murmura Dani con voz extraña. Ángel, sorprendido, se da cuenta de que ya es de noche.

—Sí, claro.

Entre las enormes raíces que sobresalen del suelo, el humano se sienta, procurando moverse lo mínimo para no poner en peligro a su pequeño amigo. Echa la cabeza hacia atrás y no es hasta entonces que se percata de lo mucho que le duele.

—Buenas noches.

Dani no contesta, pero siente cómo se acerca y se apoya contra su cuello; y, más tarde, cómo su respiración se tranquiliza, se acompasa al son del sueño. Con una mano se acomoda el sombrero sobre los ojos y se maldice mentalmente por haberse sonrojado.

________________________________________________________________________


La princesa mira, aterrada, el rostro pálido que se asoma por las montañas. No, otra vez no.

Busca desesperadamente a Twister; no quiere molestar a su Mero Guardián, que a estas horas duerme plácidamente en su pequeño recinto de caramelo líquido. Lo llama con voz temblorosa, pero no acude.

Siente las lágrimas agolparse en sus ojos, esperando su turno para saltar y bailar una única melodía con el viento.

Pero el aullido que nace de la tierra la paraliza. Un chillido horripilante que traspasa su piel y muerde su alma con fiereza.

No puede soportarlo más y rompe a llorar. Se sujeta la cabeza entre las manos, temblorosa. Cuando las lágrimas explotan contra el suelo esponjoso, lo pintan todo de chocolate.

Desde la oscuridad del cuarto, al lado de una montaña de peluches, los ojos de Twister brillan. Nota el dolor de su ama como si fuera el propio, pero no se acerca.

Hasta que el sol vuelva para llevarse el lamento de la Tierra, permanecerá allí.
Manya.
Manya.

Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 09/02/2010
Localización : Arkham Asylum.

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  Manya. Vie Feb 19, 2010 10:32 pm

III.

El mundo es una pompa caliente de caramelo fundido en la yema de su dedo. Borboteante de dulzor, pegajoso de lujos y empalagoso como el estruendo de su risa haciéndole cosquillas a las paredes.

Lagos chocolate lo contempla en un silencio de infantil curiosidad. Lagos chocolate espera. Lagos chocolate tiene hambre.

La jauría de serpientes doradas que coronan su cabeza se agitan con delicadeza cuando se inclina peligrosamente hacia abajo, contemplando ese mundo, su mundo; tan frágil y tan tentador de conducir a una extinción húmeda entre sus labios ávidos de más. Sería tan fácil. Tan sencillo.

Le aturde, le apabulla el sentimiento de saberse dueña del destino de esa pequeña burbuja, de que signifique tanto y a la vez nada.

La lengua se abre camino y se arrastra, destruye— rosa y suave y mortal.

—Al fin y al cabo —musita—, no tengo con quién compartirlo.

Y Twister gime, despacio, oliendo esa sonrisa putrefacta de soledad que se dibuja grotescamente sobre la tersa piel de la princesa.


________________________________________________________________________


—Y te parece normal.

Hace calor.

—¿A ti no?

No se atreve a beber agua por miedo a que esté contaminada. Además, ese color rosáceo es bastante sospechoso.

—Tanto como ese sano color rosa del río.

El campesino le mira de reojo, enarcando una ceja. El aire huele a naturaleza. El gorro de paja le sirve como una sombrilla gigante, y por una vez se alegra de ser enano.

—Oye, que a lo mejor es el agua light de la princesa. Para gustos colores, ¿no? —y los labios se le estiran hacia arriba, todo colmillos afilados y sonrisa de acabodehacerunjuegodepalabraschulísimoapreciamitalento.

Ángel suspira. Agita la cabeza. Su amigo es tonto del culo.

—O sea, que te parece normal estar arriesgándonos a morir devorados por sabe Dios qué coño habite este bosque por tres putas bolsas de oro.

Nota el gruñido vibrarle en la garganta a Dani.

—A mí me parece una buena oferta —refunfuña. Sí. Está refunfuñando. Con el ceño fruncido y todo.

Si no fuera tan pequeño…

—Si no fuera tan pequeño, ten por seguro que te daría una leche que te peinaría para atrás.

Pero Dani no escucha. Está demasiado ocupado haciéndose el ofendido.

—No seas crío, tío —dice Ángel—. Acepta que es una gilipollez y una simple excusa para irle con el chisme de la princesa al pueblo. Admítelo, tienes alma de maruja.

Uno, dos, tres—

Conseguido. Ahí vuelven a estar esa ristra de dientes de película.

Ángel va a añadir que es de tontos sonreír cuando te insultan, pero le corta la enorme mano de Daniel suspendida en el aire a pocos centímetros de su cara.

—Hay alguien —susurra con esa voz tan cavernosa que por un instante cree sentirse temblar.

Contiene la respiración, mirando fijamente la expresión de su amigo. Su mandíbula apretada no le tranquiliza en lo absoluto.

—¿Qué pasa? —pregunta con un hilo de voz.

Dani mueve los labios un instante, pidiéndole silencio.

Crujidos.

Algo se arrastra.

Una risa aguda.


—Dani…

—Métete en el sombrero.

Ángel duda un momento.

—Ahora.

Y entonces entiende la tensión de su amigo. Asaltadores de caminos. Ladrones de enanos, más bien. Había gente que cazaba enanos o bien por diversión, o bien para utilizarlos en robos debido a su pequeño tamaño. Por eso los enanos tenían tan mala fama, por eso él vivía apartado en su agujero del árbol.

Traga saliva y trepa lo más rápido que puede por el cuello de Dani para meterse bajo el sombrero. Intenta no enredarse con la enzarzada y desaliñada pelambrera del tonto gigantón, aunque ya no sabe ni dónde pone los pies. Está demasiado asustado.

El corazón le late tan rápido que le duele en el pecho. Entorna los ojos, asomándose a uno de los múltiple huecos entre paja y paja, esperando la aparición de quien será el fin de su estúpido viaje y su estúpida tranquila vida todo por culpa de su estúpido amigo y su estúpida idea de ir a hacerle una estúpida visita a la estúpida princesa para ganarse tres estúpidos sacos de estúpido oro.

Estúpido Dani. Estúpido ser infernal que acaba de emerger de entre el follaje con su oh toda poderosa mirada sanguinaria y su apabullante altura y su ferocidad asesina y su…



¿Un niño?

Un niño.

Parpadea. Pero no desaparece. Allí está, no más de medio metro y unos ojos enormes desbordantes de una curiosidad que no quiere pensar que le parece escalofriante porque es sólo un niño.

Lo primero que nota es que va descalzo. Los bajos de los pantalones están hechos trizas, las mangas son una tira desgarrada junto otra. También se da cuenta de que la ropa no es de su talla. A juzgar por el aspecto en conjunto, deduce que las ha robado.

Así que un ladronzuelo. Qué jóvenes empezaban estos días a delinquir.

Va a reír, está a punto, y nota que Dani también por la forma en que todo su cuerpo se relaja—

El pequeño ladea la cabeza.

Y es ahí cuando ven la sangre. En sus manos. En su camisa andrajosa. En su boca.

Y jura por lo que sea que hay allí arriba que le falta esto para desmayarse cuando los labios ensangrentados de la criatura se retuercen, arriba arriba arriba— y deja de ser una sonrisa para convertirse en una mueca maniática, casi acariciando con sus comisuras los ojos— brillantes y diabólicos y Dios

—¡Juguetes!

________________________________________________________________________


Patricia ahoga un suspiro y se aparta del balcón.

¿Qué estaba pasando en su reino particular?

Antes era bello, de esas bellezas que te quitan la respiración, suave y acogedor. Dulce y melodioso. Era su hogar.

¿Y ahora?

Ahora todo estaba tintado color gris soledad. Le escocían los ojos de sólo mirar las flores marchitándose día tras día. Se volvían en su contra, cuando antes se inclinaban a su paso, como intentando acariciarle, con la rapidez y la agitación de niños haciendo travesuras.

¿Por qué ahora se apartaban de ella?

Apretó los labios.

Ella era lo que estaba mal en el lugar.
El aspecto de su jardín no era más que el reflejo de sus propias entrañas. Allí dentro no había más que una masa ponzoñosa de melancolía ácida que le desgarraba por dentro.

Deja caer los párpados con languidez.

Si tan sólo pudiera dejar de respirar el aroma tan característico de la podredumbre dulzona que empezaba a desprender todo a su alrededor.

No baja la mirada cuando siente la peluda y robusta cabeza de su perro guardián rozarle la mano.

Se quiebra poco a poco, gota a gota, sonrisa a sonrisa—

Y echa la cabeza hacia atrás y ríe a mandíbula batiente.


Es tan divertido morirse por dentro.



----



… Tostostos. Tranquilas, en el próximo capítulo prometo que Dani, Ángel y Patricia se encontrarán. Sí, sí, lo voy a continuar aunque sea lo último que haga, por mis cojones que no tengo.

Ya, este capítulo es algo más corto que los anteriores, pero menos da una piedra.

Se admiten apuestas sobre quién es el niño sicótico misterioso. (¿?)

En fin. Muchas gracias por leer y esas cosas.
Manya.
Manya.

Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 09/02/2010
Localización : Arkham Asylum.

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  El Guaje Sáb Feb 20, 2010 8:04 pm

cachis, yo tenia esos capituos copiados de una especie de blog o algo asi que tenias, los tenia en el pen drive que perdi, con un monton de fics... el destino es retorcido a veces si... porque ademas habia unos momentos con dani que estaban muy bien jajaja

Sigue que a mi me gusta...
El Guaje
El Guaje

Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 13/01/2010

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  Legna Sáb Feb 20, 2010 10:14 pm

jajajaja ni idea de quién es el niño.

Es increíble la forma impecable y el vocabulario con que te expresas. El fic es una paranoia total, pero mola. De vez en cuando está bien algo diferente, y me gusta cómo mezclas un lenguaje antiguo con otro actual. Le da un toque desenfadado y gracioso. Aunque bueno, también te digo que me gustaría que emplearas tu potencial en un fic realista porque puede quedar algo muy bueno. Así que nada, cuando quieras… ya sabes

“El rumor corre como la pólvora por el pueblo. Las gentes cuchichean, se miran con desconfianza, y continúan dándole a la lengua. El veneno de su voz baila y se convierte en un aterrador presagio”

“Cada mañana, cuando el primer rayo del Sol venía a jugar con sus pestañas largas y espesas, ella se levantaba y salía a saludar a las flores, con una enorme e infantil sonrisa. Les decía lo bonitas que estaban... Pero ellas sólo la ignoraban con un frío silencio.”

“El aspecto de su jardín no era más que el reflejo de sus propias entrañas. Allí dentro no había más que una masa ponzoñosa de melancolía ácida que le desgarraba por dentro”


Tengo ganas de que Ángel vea a la princesa. Se va a tener que tragar sus palabras! Aunque claro… está el problema de que él es muy enano (joder, si cabe en un gorro! xD)… así cómo van a zumbar??

La única pega que te pongo es el M2. Ángel y Dani pueden gustarte como amigos y como dúo cómico, pero nunca jamás en la vida como nada más.
Probablemente el pangelismo no sea más que una ilusión, pero al menos hay indicios para poder apoyarlo. Pero el rollo gay entre Ángel y Dani no.
Legna
Legna

Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 08/12/2009

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  El Guaje Sáb Feb 20, 2010 10:16 pm

Legna, te aseguro que las emedoseras o las dangelistas... ven esos indicios, los ven... fliparias como hice yo jjajaja

Pero si sus paranoias fuesen ciartas...digamos que dani no estaria haciendo un papel en el QEP jajaja

Una lastima lo del segundo capi, porque cuando cruzaban el rio/lago y angel se acojona o cuando discuten que angel va dentro del sombrero y le "PEga" jajaja aunque lo de que le pusiese "mlo" el olor del cuello de Dani... bueno jajaja alguna pega debia tener... pro en general estaba DPM
El Guaje
El Guaje

Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 13/01/2010

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  pupi99 Sáb Feb 27, 2010 5:54 pm

mola ^^, sigue cuando puedas Arrow
pupi99
pupi99

Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 16/01/2010
Edad : 30
Localización : en mi casa...aburrida xD

Volver arriba Ir abajo

La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.) Empty Re: La princesa, el campesino y el enano. (Temed. Ha vuelto.)

Mensaje  Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.